LA LABOR EDUCATIVA DESDE LA DIMENSION CURRICULAR

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Pedagogía Universitaria
2000 Vol. 5 No. 1
LA LABOR EDUCATIVA DESDE LA DIMENSION CURRICULAR
Dr. Pedro Horruitiner Silva
Director
Dirección de Formación de Profesionales
Ministerio de Educación Superior
[email protected]
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
El "Enfoque integral para la Labor educativa y Político-Ideológica en las Universidades",
es hoy el instrumento fundamental para este trabajo en las Universidades cubanas y
caracteriza, en su esencia, el desarrollo como sistema de todas las influencias educativas
que tienen lugar en la comunidad universitaria.
A el se llegó como consecuencia de un proceso de discusión masiva comenzado en abril
de 1995 en nuestros CES, en el cual dirigentes del MES, del Consejo Nacional de la FEU
y del Comité Nacional de la UJC, analizaron de conjunto con centenares de profesores,
estudiantes, dirigentes docentes y estudiantiles de esos centros, la forma de perfeccionar
esta actividad, que constituye hoy la estrategia principal de nuestra organización.
Dentro de ese sistema de influencias educativas, particular relevancia adquieren aquellas
que tienen lugar durante el desarrollo del proceso docente educativo (PDE). Dentro de
este enfoque, significamos como un elemento de vital importancia los proyectos
educativos, que expresan la manera particular en que se concreta, en cada brigada
estudiantil, el anteriormente mencionado Enfoque Integral. De esa manera, el proyecto
expresa no solo la materialización, en el año, de las estrategias educativas de las
asignaturas, sino también las tareas socio-políticas y de extensión universitaria que
conforman el universo educativo de ese grupo, en plena correspondencia con sus
necesidades educativas. De lo anterior se comprende la importancia de lograr que en la
elaboración de los proyectos educativos, los propios estudiantes desempeñen un papel
protagónico.
Estos proyectos, en su integración, constituyen un todo armónico, coherente, que
garantice que cada año desempeñe verdaderamente el rol que le corresponde dentro del
proceso de formación integral del estudiante. Ello supone la necesidad de lograr, desde la
carrera, una visión global del accionar conjunto de todos los proyectos, para lo cual se
diseña, en cada una de ellas, una estrategia educativa, concebida a partir de los
requerimientos de la profesión precisados en el plan de estudio y de las estrategias
educativas propias de la Facultad, y que permita la adecuada conducción de los proyectos,
en correspondencia con los propósitos más generales previstos en dicha estrategia.
En la actualidad, en el Ministerio de Educación Superior, es hoy una realidad la
generalización de estas ideas en todas nuestras facultades, carreras y años académicos,
pudiendo afirmarse que esta labor constituye la primera prioridad en cada una de esas
instancias, en correspondencia con el carácter de estrategia principal que el Enfoque
Integral tiene hoy para nuestra organización.
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No obstante lo anterior, y con independencia de los avances experimentados en este
trabajo en todas nuestras universidades, aún esta labor no se aborda con la sistematicidad
que se requiere, como consecuencia de lo cual no siempre se logra que las estrategias
educativas se formulen de la manera más precisa, y de modo que abarquen todo el
sistema de influencias que se requiere, así como que se logre un adecuado balance de las
diferentes dimensiones en las que esta labor tiene lugar. Igualmente se aprecian
insuficiencias en la precisión de los objetivos y de las acciones previstos en los proyectos
educativos, lo que limita que ellos propicien una mejor caracterización del año en
cuestión. Estas cuestiones inciden directamente en la efectividad de la aplicación del
enfoque integral durante el desarrollo del PDE, por lo que se hace necesario abordar esta
actividad desde una perspectiva más sistémica, que propicie el perfeccionamiento de
nuestro quehacer educativo. Es este precisamente el problema científico fundamental de
este trabajo.
La efectividad en la aplicación del enfoque integral en nuestras
carreras se ve hoy limitada por la insuficiente sistematicidad con
la que se desarrolla, lo cual constituye un problema de primera
prioridad en nuestra organización y que debe ser parte esencial
del contenido de nuestra labor en todas las Facultades y
Departamentos Docentes, así como en los centros y grupos de
estudios dedicados a las investigaciones pedagógicas.
En el tratamiento de este problema, nuestras universidades han logrado mejores
resultados en el desarrollo de las acciones que se desarrollan en las dimensiones
extensionista y socio-política, que aquellas que es necesario estructurar desde la
dimensión curricular, que es el objeto de estudio que abordaremos en este artículo, esto
es, desde aquel sistema de influencias educativas que tiene lugar durante el desarrollo del
PDE, y para lo cual nos proponemos como objetivo el establecimiento de las
regularidades principales que se manifiestan en la labor educativa en esa dimensión..
FUNDAMENTOS GENERALES DE ESTA LABOR
La formación integral del estudiante es el objetivo central del proceso docenteeducativo que se desarrolla en la educación superior. Ello supone comprender que la
formación es ineficaz si solo atiende a garantizar apropiarse de determinados
conocimientos y habilidades. Conjuntamente con ello, y de manera esencial, es
necesario abordar la formación de convicciones en los estudiantes, a partir de la
determinación del sistema de valores que propician su pleno desempeño como
profesional en nuestra sociedad.
En otras palabras, los valores también forman parte del contenido de la enseñanza, y por
lo tanto este proceso debe ser objeto de dirección por todos los que participan de esta
actividad. Esta tarea, la formación de valores, requiere también un enfoque sistémico
para llevarla a vías de hecho y su tratamiento supone comprender su propia dinámica,
ya que los procedimientos por medio de los cuales se logra el dominio de determinados
conocimientos y habilidades son diferentes a las que es necesario instrumentar para
incorporar a la personalidad del estudiante un determinado sistema de valores.
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La concepción que proponemos es esencialmente integradora. No se trata de estructurar
un sistema paralelo de formación de valores que posibiliten la formación integral de
nuestros educandos, concepción por demás dicotómica y que ha demostrado ya su
ineficacia. De lo que se trata es de incorporar sistémicamente a los procesos
fundamentales que se desarrollan en la educación superior este problema de la
formación de valores. Por su complejidad el mismo supone atender, no solo aquella
parte (esencial, por cierto) que se da directamente en la actividad meramente curricular,
sino también integrar a ese sistema, con un enfoque coherente, el conjunto de acciones
extracurriculares que a ese fin se desarrollan. De hecho, la educación superior cubana
enfoca este conjunto de influencias educativas a partir de la identificación de tres grupos
de acciones o dimensiones principales, a saber: Curricular, Extensión Universitaria y
Socio-política.
¿Como lograr que estas tres dimensiones de la actividad de formación del profesional se
integren al logro de un enfoque sistémico de la labor educativa?
La respuesta a esta pregunta supone identificar, no solo el instrumento idóneo para
llevar a cabo esta tarea, sino también estructura organizativa de la labor docente
educativa capaz de conducirla con éxito.
¿Por qué el proyecto educativo es el instrumento idóneo para el desarrollo de esta
actividad?. En primer lugar porque su eficacia se sustenta en que el mismo surge del
análisis de los protagonistas principales de esta actividad, esto es, el colectivo de
profesores y estudiantes de cada uno de los años de la carrera y de modo tal que brinde
una respuesta integral a los objetivos más generales que en el plano educativo nos
hemos propuesto, a la vez que se logren incorporar al mismo aquellos aspectos
particulares del quehacer educativo que responden a las características de cada uno de
los grupos.
De lo anterior se sigue la necesidad de precisar, igualmente, cual ha de ser el subsistema
organizativo de la labor docente-educativa que se encuentre en mejores condiciones de
conducir con éxito el proyecto. En correspondencia con lo planteado anteriormente, ese
subsistema debe nuclear a los estudiantes y profesores que laboran en un año
determinado, lo que ha de posibilitar su protagonismo, no solo en la elaboración del
proyecto sino también en el proceso mismo de su ejecución. Esa instancia es el
“Colectivo de Año”, entidad metodológica con personalidad propia que agrupa a los
profesores que laboran en un año académico, así como a los representantes de las
organizaciones estudiantiles, y que tiene como misión fundamental velar por el
cumplimiento de los objetivos que a ese nivel se han previsto, para lo cual el contenido
principal de su actividad ha de ser la dirección de la labor educativa en el año, velando
en cada caso por la plena correspondencia de su proyecto particular con los objetivos
que a tales fines nos hemos propuesto.
En relación con estas ideas queremos significar nuestra apreciación del papel que
desempeña el año académico como célula de la labor educativa. De la misma manera
que ya hace algunos cursos comprendimos que el tema era el elemento celular para el
desarrollo de una habilidad, hoy se hace cada vez mas claro que en el proceso de
formación de valores ese papel lo desempeña el año académico. Por tanto, más que
tratar de encontrar cuales son los valores que corresponde desarrolllar a cada asignatura,
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la esencia del problema radica en evaluar como cada una de ellas contribuye a los
propósitos educativos del año, de modo que en su integración surjan las cualidades
nuevas que en sus objetivos hemos previsto.
Año
Académico
Proyecto
Educativo
Colectivo
de año
Coordinador
de año
CELULA
INSTRUMENTO
INSTANCIA
CONDUCE
Pero no basta con identificar estos elementos como esenciales para el desarrollo de la
labor educativa. Es necesario que ellos se integren al sistema de dirección por objetivos
de la Facultad de un modo coherente. Para ello, como ya se explicó con anterioridad, los
diferentes proyectos de una carrera deben constituir un todo armónico, de modo que
cada cual garantice aquel segmento, o tramo, del proceso de formación, que tiene lugar
durante ese periodo académico, para lo cual se impone su dirección estratégica, desde
una perspectiva integradora, que solo es posible lograrla a partir de una visión integral
de la carrera. Ello conduce a la necesidad de elaborar “estrategias educativas” para cada
una de nuestras carreras, que garanticen concebir la evolución de cada cohorte, en
correspondencia con los objetivos generales previstos en el modelo del profesional y
con las características particulares de cada colectivo. Estas estrategias educativas se
derivan directamente de los propósitos educativos de la Facultad, plasmados en su
sistema de objetivos de trabajo del curso y de modo tal que esta labor educativa que
estamos argumentando se estructure como parte esencial de dicho sistema, y donde el
proyecto educativo constituye entonces la forma especifica en que los objetivos de
trabajo de la Facultad se concretan en cada año académico.
Los objetivos del proyecto educativo son la expresión
concreta, en cada año académico, de los objetivos de
trabajo de la facultad relacionados con el proceso de
formación integral de los estudiantes.
PARTICULARIDADES DE
DIMENSION CURRICULAR
LA
LABOR
EDUCATIVA
DESDE
LA
Dentro del sistema de influencias educativas que propician la formación integral del
estudiante, revisten especial importancia aquellas que tienen lugar durante el desarrollo
mismo del proceso docente. Ellas constituyen la columna vertebral de todo el sistema
educativo y su estructuración debe responder a la concepción integradora que
proponíamos al principio, dentro de la cual cada asignatura y disciplina del plan de
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estudio desempeña un papel especifico que es necesario determinar con toda claridad,
toda vez que tales influencias, en su integración, propician el logro de nuevas cualidades
en el año y con posterioridad en la carrera.
Visto de ese modo, la determinación de las potencialidades educativas de cada
disciplina, es una tarea pedagógica que está en la base de la determinación de todas las
estrategias educativas a tener en cuenta durante el desarrollo del PDE. Por ello, resulta
imprescindible abordar científicamente este problema, de modo que la influencia de una
asignatura no se limite a aquellas ocasiones particulares en las cuales el profesor
interrumpe la exposición del contenido que explica para hacer un comentario de
actualidad, recordar una fecha significativa, o dar a conocer a los estudiantes un hecho
relevante, como sucede todavía en muchas de nuestras asignaturas, en las que el
mensaje educativo se limita, en lo fundamental, a acciones de este tipo.
No se trata de eliminar, en modo alguno, tal proceder. Tales acciones son importantes y
propician un clima educativo favorable para el desarrollo de las asignaturas, por lo que
es importante que se realicen. Sin embargo, esos paréntesis ocurren solo en momentos
aislados del desarrollo del proceso y lo que estamos defendiendo como esencial, es
lograr transmitir un mensaje educativo coherente desde la propia ciencia, aprovechando
para ello todas las potencialidades que ella brinda. En otras palabras, poner todo el
tiempo lectivo de que se dispone en función de lograr una labor educativa sistemática,
que le llegue al estudiante a través del contenido mismo que se explica, ya sea en la
clase, en una visita, en una práctica laboral o en cualquiera de las formas organizativas
del PDE que emplee la asignatura.
La comprensión de la importancia de esta labor, de modo que se convierta en el modo
esencial de actuación de todos nuestros profesores, es la premisa para el desarrollo
exitoso de este enfoque educativo. Solo cuando todos los profesores hacen suya esta
concepción y la convierten en actuación cotidiana, se logra una verdadera integración
entre los elementos de carácter instructivo y los educativos, y en consecuencia con ello,
el PDE logra cumplir los propósitos formativos generales a que hemos hecho mención.
La determinación de las potencialidades educativas de
cada disciplina es una tarea pedagógica de primer
orden en cada uno de nuestros departamentos
docentes.
Aquí es necesario enfatizar que aspiramos a un enfoque educativo con una salida
político ideológica consecuente con nuestro proyecto social. No es posible abordar el
proceso de formación integral de un profesional en nuestro país sin que se revele como
esencial que esa formación esta dirigida, ante todo, a lograr un profesional
comprometido con la revolución y con el socialismo. Esa es la principal responsabilidad
educativa que tienen hoy los profesores de la educación superior cubana y ello es
posible de lograr cuando cada asignatura y cada disciplina tributan esencialmente, desde
su propio contenido, a tales propósitos.
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De modo natural surge aquí la pregunta siguiente: ¿Cómo identificar, en cada
asignatura, sus potencialidades educativas, de modo que cada una de ellas desempeñe el
papel que verdaderamente le corresponde? La tarea es sumamente compleja y debe ser
resuelta con un trabajo metodológico dirigido a estos propósitos, en donde es primordial
comprender que tratar de encontrar esquemas generales de actuación puede conducir a
desvirtuar el accionar educativo de una asignatura o disciplina, en tanto se pretenda que
ella cumpla funciones que no se corresponden con el papel y el lugar que ella
desempeña dentro del plan de estudio.
La contribución que, en el plano educativo ejercen disciplinas básicas, tales como la
Física, la Matemática, etc., en la formación de un ingeniero, por citar un ejemplo, no
puede ser la misma que la que aportan aquellas que se vinculan directamente con el
ejercicio de esa profesión. Mientras que las primeras tienen que ver con aspectos de
carácter más general, las últimas se relacionan con valores educativos vinculados más
estrechamente al quehacer profesional.
Particular importancia brindamos en esta reflexión al papel que en este enfoque debe
jugar la Disciplina Principal Integradora. En tanto que hilo conductor principal del
proceso de formación, ella asume la principal responsabilidad en el logro, por los
estudiantes, de los modos de actuar que caracterizan la profesión, y en consecuencia, es
la disciplina que en mejores condiciones se encuentra para formar en los estudiantes los
valores que caracterizan a ese profesional, toda vez que en ella el estudiante se
desempeña como tal en la solución de los problemas inherentes a su actividad.
¿Cuáles pudiesen ser algunos aspectos a tener en cuenta en la determinación de las
potencialidades educativas de las diferentes disciplinas? Sin ánimo de resolver
totalmente el problema, que como ya hemos señalado está estrechamente vinculado a
las características de cada una de las asignaturas y disciplinas del plan de estudio,
ofrecemos algunos elementos a tener en cuenta por los profesores cuando aborden, con
su trabajo metodológico, estas cuestiones. Ellos fueron tomados del documento (4) que
aparece en las referencias bibliográficas de este trabajo, del cual hicimos una selección
acorde con los objetivos que en este artículo nos propusimos:
•
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•
•
•
•
•
El vínculo de la disciplina con los principales documentos programáticos de
nuestro Partido.
Su contribución a formar en los estudiantes una adecuada concepción del
mundo.
El papel en el desarrollo de determinadas capacidades cognoscitivas generales,
vinculadas a la lógica de esa ciencia.
El papel y el lugar de la ciencia a partir de un enfoque histórico conceptual de la
misma.
El impacto de los adelantos científicos y tecnológicos vinculados a esa disciplina
en el orden social, político, educacional y cultural.
La caracterización de las principales personalidades científicas de esa ciencia, a
nivel mundial, regional y nacional. Su pensamiento social, cultural y político.
La historia de la profesión.
El contexto histórico- social en el que tienen lugar los principales avances
científicos y tecnológicos que son objeto de estudio.
Las relaciones del contenido objeto de estudio con diferentes formas de
pensamiento social de la época (ético, jurídico, económico, filosófico, político,
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•
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ambiental, etc.)
El papel y el lugar que desempeña la disciplina y la profesión ante los desafíos
de la economía cubana en la actualidad, en condiciones de globalización y
neoliberalismo.
Su contribución al proceso de perfeccionamiento empresarial que tiene lugar en
nuestro país.
Estas propuestas, y otras que complementen esta reflexión, no pueden ser vistas como
algo ajeno o externo al contenido de la disciplina que se enseña, sino que deben fluir de
forma interrelacionada, como parte esencial de la misma, lo que exige de los profesores
el manejo de un amplio panorama cultural que le permita profundizar en cada una de
esas sugerencias e incorporarlas coherentemente al discurso de su ciencia.
Lo anterior resulta esencial para lograr una salida humanista y político ideológica, sobre
bases científicas, de cada una de las disciplinas, superando la actual separación entre lo
humanístico y las ciencias naturales, técnicas y agropecuarias. No es posible formar un
profesional integralmente si tal proceso no se estructura a partir de una concepción
científica del mundo, lo que hace imprescindible que todas las ciencias que tributan a
ese proceso de formación contribuyan a ese objetivo, a partir del reconocimiento de que
todas tienen un fundamento humanista, tal como se revela en sus respectivas historias.
EL TRABAJO METODOLOGICO VISTO DESDE ESTA PERSPECTIVA
EDUCATIVA
El trabajo metodológico es el proceso que se realiza en la educación superior para
optimizar el PDE. Desde el surgimiento del MES, en el año 1976, esta concepción del
trabajo didáctico fue ganando espacio gradualmente entre nuestros colectivos de
profesores, hasta lograr el grado de generalización que hoy alcanza en todos nuestros
centros.
Sin embargo, las características de esta labor, en la actualidad, son diferentes a las
cuales propiciaron su surgimiento y desarrollo. En primer lugar, porque en aquel
momento la respuesta principal era brindar una calificación pedagógica a una gran masa
de jóvenes profesores que se incorporaba al trabajo docente, en respuesta al abrupto
incremento de matrícula que tuvo lugar en la década del 80 y que llegó a alcanzar la
cifra de 300 000 estudiantes en todo nuestro subsistema. Unido a ello, los planes de
estudio vigentes en ese momento estaban estructurados sobre la base de asignaturas
aisladas, sin niveles de integración de orden mayor, tales como el año o la disciplina.
Todo ello conformaba el marco pedagógico en el que se desarrollaba dicho trabajo
metodológico, circunscrito entonces a preparar a los profesores para la impartición de
sus clases en cada una de las asignaturas del plan.
La situación actual es cualitativamente diferente. Con un claustro de experiencia,
caracterizado por su calificación pedagógica y con planes de estudio en los que se
connotan sistemas de una mayor complejidad, como son el año y la disciplina, el trabajo
metodológico se desplaza hacia propósitos de mayor envergadura y vinculados a esos
sistemas antes mencionados, lo que hace que el sistema de prioridades actual sea
esencialmente diferente al de los años 80.
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Dentro de ese conjunto de prioridades, el trabajo metodológico dirigido a perfeccionar
la labor educativa desde la dimensión curricular ha de ocupar el lugar principal en cada
una de las instancias en las que esta actividad se desarrolla, lo que se corresponde con la
estrategia principal de nuestra organización. De lo que se trata ahora es de estructurar
como sistema el conjunto de influencias que tiene lugar durante el desarrollo del PDE,
de modo que se garanticen los objetivos previstos en el modelo del profesional, en
estrecha relación con las estrategias educativas de cada Facultad, y para lo cual es
decisiva la contribución de cada disciplina a esos fines y la determinación de las
cualidades que su accionar conjunto es capaz de producir en cada año académico.
La principal prioridad del trabajo metodológico, en las
actuales condiciones, es la labor educativa con los
estudiantes desde la dimensión curricular.
De este modo, resulta necesario en primer lugar, determinar con claridad el papel que le
corresponde a la carrera, el año y la disciplina en este enfoque dirigido a educar desde la
instrucción. El punto de partida ha de ser, sin lugar a dudas, el modelo del profesional,
cuyos objetivos generales (instructivos y educativos) aparecen declarados en el plan de
estudio. La integración de esos propósitos a la estrategia educativa de la Facultad
permite determinar la correspondiente a cada carrera, y como consecuencia de ello, su
concreción en cada año académico en los respectivos proyectos educativos. Esto último,
tal como hemos aclarado con anterioridad, supone a su vez que cada disciplina haya
precisado sus posibilidades educativas, de modo que se propicie, en el año, su necesaria
integración.
Por lo tanto, se hace evidente que esta concepción que estamos desarrollando se
sustenta en la estabilidad del trabajo metodológico de los colectivos de carrera, año y
disciplina, y de modo tal que cada uno de ellos, a partir de la precisión de su objeto de
trabajo, resuelva el problema que le corresponde en esta labor de educar desde la
dimensión curricular.
La contradicción fundamental que se presenta en la determinación del objeto de trabajo
de cada uno de estos subsistemas, fundamentalmente del año y de la disciplina, es la que
se da entre ciencia y profesión. Esta contradicción se resuelve a nivel de carrera cuando
se logra que el estudiante se apropia de los modos de actuar de la profesión, a la vez que
se apropia de los fundamentos de las ciencias que propician dicha actuación, todo lo
cual se concreta en el modelo del profesional, con lo cual queda claro que el objeto del
trabajo metodológico en el nivel de carrera es la profesión.
La especificidad de esa actuación, que la distingue del papel del año y de la disciplina,
es que desde esa instancia se puede seguir al estudiante, en su evolución. La carrera
estudia la optimización del PDE a partir del tránsito de cada cohorte estudiantil a lo
largo de todo el plan de estudio, a diferencia del año y de la disciplina, que cada curso
académico tienen la misión de cumplir los mismos propósitos curriculares con
diferentes grupos de estudiantes. En particular significamos que, en tanto esta labor en
nivel de carrera aborda como objeto la profesión, su hilo conductor fundamental es el
trabajo metodológico que se desarrolla desde la disciplina principal integradora, en tanto
que ella garantiza las transformaciones esenciales que han de tener lugar en el futuro
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profesional.
El análisis de la relación dialéctica entre ciencia y profesión antes mencionada, en el
año y en la disciplina, supone comprender que mientras en el año se connota más el
papel de la profesión, en la disciplina se significa el otro aspecto de esa relación, es
decir la ciencia. Como que la relación es profundamente dialéctica, el problema no
puede abordarse en términos de ruptura, identificando al año con la profesión y a la
disciplina con la ciencia. En ambos subsistemas se da la relación ciencia-profesión, en
su unidad dialéctica. Solo que en el año, los aspectos que más se evidencian son los
relacionados con la profesión, mientras que en la disciplina se significan mas los que se
vinculan con la ciencia que se enseña. El manejo adecuado de esta contradicción es lo
que permite determinar con claridad el papel y el lugar de cada colectivo en la estrategia
general de trabajo metodológico de la carrera y en su conjunción, propiciar la solución
del problema planteado.
El trabajo metodológico, en los diferentes años académicos y
en cada una de las disciplinas de la carrera, dirigido a
educar desde la instrucción, lleva implícito la solución de la
contradicción existente las ciencias y la profesión, que en su
adecuada relación dialéctica, propician el logro de los
objetivos del modelo del profesional.
Una última cuestión a señalar en relación con el trabajo metodológico dirigido a educar
desde la instrucción, es la relativa a la adecuada prioridad que en esta actividad ha de
tener el departamento docente. Del mismo modo que la aparición, en los planes de
estudio C, trajeron consigo la necesidad de organizar el trabajo metodológico en la
carrera y en el año académico, cuestión actualmente lograda, el trabajo metodológico
dirigido a determinar las potencialidades educativas de cada disciplina conduce a un
replanteo del papel que desempeña en esta actividad el departamento docente. Es
precisamente desde el departamento, en torno al cual se agrupan los profesores que
enseñan una (o varias) determinada ciencia, que puede resolverse el problema planteado
a la disciplina del modo más eficiente. La estabilidad del trabajo de las disciplinas está
determinado por la estabilidad del trabajo metodológico de los departamentos docentes
a las que ellas se integran, por lo que se impone el rescate del papel de esta instancia, tal
como ocurrió en etapas anteriores, solo que ahora en un estadio superior de desarrollo.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL DISEÑO DE LOS PROYECTOS
EDUCATIVOS
No pensamos que esta exposición resulte completa si no abordamos, en sus aspectos
más generales, nuestras percepciones acerca de cómo abordar la elaboración de los
proyectos educativos de cada año académico.
La idea que se defiende, en esencia, es que el PE se estructure a partir del análisis como
sistema de todas las influencias educativas que conforman la labor educativa y el punto
de partida para ello ha de ser nuestro encargo social, precisado en cada uno de los
Modelos del Profesional y concretado en los objetivos por año. El análisis con los
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estudiantes de este proyecto, a la vez que garantiza su protagonismo, propicia que al
mismo se adicionen aquellos elementos educativos que más directamente respondan a
los intereses de cada grupo. La combinación adecuada de aquellos elementos más
esenciales derivados de las exigencias educativas de la carrera con aquellos aspectos
más particulares que surgen en el debate con los estudiantes de su propio proyecto,
propicia la creación de un adecuado clima para la labor educativa, a partir de la
identificación de los propósitos del proyecto con los intereses del colectivo estudiantil, a
la vez que le da a cada uno de ellos una personalidad propia. Un tercer elemento es
necesario tener en cuenta y es el derivado de las estrategias educativas propias de la
Facultad. Este tercer elemento es también importante, toda vez que recoge las
especificidades de su sistema de trabajo, complemento necesario para el logro de los
objetivos a esa instancia con todos los colectivos estudiantiles.
La elaboración de los proyectos educativos supone
tener en cuenta tres sistemas de influencias educativas,
a saber:
• derivadas del modelo del profesional.
• derivadas de las estrategias de la facultad.
• derivadas de la caracterízación del año.
El análisis en torno al PE debe atender en primer lugar la actividad curricular, lo que
supone la precisión las acciones que garantizan el cumplimiento de los objetivos
previstos para el año, así como su análisis con cada colectivo. Es incomprensible que un
grupo de estudiantes no esté completamente informado de los propósitos que en cada
periodo lectivo se persiguen lograr con el desarrollo de las actividades lectivas. Pero no
se trata solo de debatir lo que está previsto en cada disciplina a cursar, sino también de
evaluar cual puede ser el nivel de participación de ellos en su determinación, así como
establecer con claridad en grado de compromiso que el colectivo de estudiantes
adquiere con esos objetivos. Ello constituye un elemento motivacional de primer orden
para el desarrollo del proceso de un modo consciente. En relación con este aspecto
queremos significar la prioridad que le damos a la participación estudiantil en la
organización del proceso docente en aquellas disciplinas mas vinculadas a su labor
profesional, por ser ellas las que mas integralmente contribuye a la formación de la
personalidad del estudiante.
Pero el PE es incompleto si se limita a lo curricular. Su contenido también abarca
aquellas actividades extracurriculares, tanto de carácter extensionista como
sociopolíticas que forman parte del proceso de formación del estudiante. Ellas, de
conjunto, conforman el sistema de acciones a desarrollar en el año como parte de su
proyecto educativo, y para cada una de las cuales resulta conveniente precisar los
criterios de medida que han de posibilitar la evaluación de los resultados alcanzados.
En el diseño del proyecto educativo se
significan tres elementos esenciales:
• Objetivos del proyecto
• Acciones para lograrlos
• Criterios de medida
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Este ha de ser un documento de trabajo elaborado de una manera sencilla, que sirva de
guía para la labor que se desarrolla en el año, y sin tener que seguir normas rígidas de
presentación. Igualmente es necesario comprender su naturaleza dinámica, como
consecuencia de lo cual sus diferentes elementos se ajustan, precisan o cambian, durante
el propio proceso de su ejecución.
Lo esencial no está en el documento que se elabore sino en la capacidad que tiene el
colectivo de año de conducir, a partir de este proyecto, las acciones educativas que
garantizan su cumplimiento. Ello se garantiza, en primer lugar, si el proyecto tiene
pocos objetivos, de modo que estos logren una caracterización verdaderamente esencial
del año en cuestión. Igualmente es importante lograr una adecuada precisión de cada
una de las acciones, de modo tal que ellas, en su conjunto, evidencien las características
principales de ese año. Este aspecto de la determinación de las acciones a desarrollar
tiene en su base una adecuada caracterización del grupo de estudiantes, de modo que
queden claras las necesidades educativas individuales y grupales del colectivo. Para
ello, resulta esencial que el proceso de integralidad que se sigue en todas las brigadas
estudiantiles se integre orgánicamente a este enfoque, con lo cual la caracterización del
año resulta mucho más precisa. En este aspecto se hace necesario, igualmente, lograr un
adecuado balance entre las tres dimensiones, de modo que el sistema de acciones que se
diseñe refleje las reales prioridades del año y responda a los objetivos trazados. La
adecuada determinación de los criterios de medida, por último, posibilita una
herramienta esencial, no solo para la evaluación del proyecto como un todo, sino
además para la autoevaluación que cada estudiante realiza de su contribución al
proyecto de su año.
•
•
•
•
ACCIONES
•
•
•
CRITERIOS DE MEDIDA •
•
OBJETIVOS
Pocos
Integradores
Que caractericen al año
Precisas
En cada una de las dimensiones
Balanceadas adecuadamente
Precisos
Cuantificables
Evaluables sin dificultades
Un último aspecto nos parece de importancia debatir en este trabajo. Se relaciona con la
conveniencia de elaborar los proyectos solo en el nivel de año o en su lugar, en los casos
de años numerosos, con varias brigadas, hacerlo además para cada una de ellas. Desde
nuestra apreciación la pregunta admite más de una respuesta, en dependencia de las
características concretas. No hay dudas que el año es un elemento relativamente más
estable, toda vez que desde el propio plan de estudio se diseñan objetivos y estrategias a
cumplir en esa instancia. Ello propicia que existan todo un conjunto de propósitos y
acciones concretas, comunes a todos los estudiantes de ese año, lo que le confiere al
proyecto a ese nivel un enfoque unitario en torno a esos elementos generales, comunes.
La conveniencia de derivar desde el año proyectos particulares por brigadas, o
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conjuntos de acciones particulares para estas, u otra alternativa, ha de depender de las
necesidades educativas particulares de esos colectivos y de la evaluación que de ello
haga el colectivo de año y en modo alguno puede establecerse una regla general para tal
proceder. Lo único que defendemos es que se garantice la necesaria unidad del año en
torno a los objetivos y acciones que les son comunes, adecuadamente combinados con
los aspectos particulares, propios de cada brigada, caso de existir.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
1. MES. Enfoque Integral en la Labor Educativa y Político Ideológica con los
Estudiantes. Editorial Felix Varela. 1997.
2. MES. III Taller Nacional Sobre Trabajo Político ideológico en la Universidad.
Editorial Felix Varela. 1998.
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Editorial Felix Varela. 1998.
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por el autor.
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Vicerrectoría Docente. 1998.
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