Deberíamos centrarnos más en lo que aportan que en lo que

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Domingo 06.04.14
EL DIARIO VASCO
AL DÍA
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más crítica que en el resto de
Gipuzkoa.
Aunque en el caso de Olaberria la
variable económica no es determinante por ahora, sí lo es en el conjunto del territorio. Sobre todo, como
destacan desde la Dirección de Planificación del Departamento de Política Social de la Diputación, por «el
enorme incremento proporcional de
las personas mayores de 84 años, las
que tienen mayor riesgo de estar en
situación de dependencia, y también
de aislamiento social, de inadaptación de la vivienda y de problemas
de salud importantes». «Según las
previsiones de Eustat –indican– ese
segmento de población va camino de
doblar su tamaño entre 2005 y 2020.
En 2005 en Euskadi había 42.800
personas con 85 o más años, en 2020
serán 93.000».
«Deberíamos centrarnos más en
lo que aportan que en lo que cuestan»
Javier Yanguas Director de I+D de Matia Instituto Gerontológico
Este psicólogo,
especializado en
envejecimiento, cree
que «hay que escuchar
más a las personas
mayores para saber
qué es lo que necesitan»
:: N. AZURMENDI
SAN SEBASTIÁN. Javier Yanguas,
doctor en Psicología cuya carrera se
ha centrado en el ámbito de las personas mayores, fue uno de los profesionales que, hace diez años, participó en la elaboración del estudio
‘El envejecimiento de la población
vasca y sus consecuencias económi-
«Es muy injusto»
De momento, sin embargo, «la mayoría estamos estupendamente. No
solo no suponemos un gasto extra,
que además hemos ido adelantando
durante toda una vida de cotización,
sino que somos básicos para que funcionen las familias. En las desgraciadas circunstancias actuales de crisis,
¿qué pasaría si los mayores dejáramos de ayudar incluso económicamente a nuestros hijos y a nuestros
nietos? Si los mayores paráramos, la
sociedad se pararía, lo tengo claro».
Quien así se manifiesta es José Luis
Elosua, presidente de Nagusilan Gipuzkoa. Le parece «muy injusto que
cuando se habla de mayores se hable
sobre todo de dependencia, de pensiones, de gasto, y no se valore lo que
aportamos». «Los mayores no somos
una carga», concluye.
Pero son una realidad de la que
está muy pendiente Kepa Korta, responsable de la planificación estratégica de San Sebastián, donde residen el 28% de los mayores de Gipuzkoa, entre ellos 70 centenarios.
La ciudad y su ayuntamiento tienen
tan clara la importancia de esa variable que cuenta con un Plan de Envejecimiento, y está entre las nueve fundadoras de Age Friendly Cities, una red de ciudades ‘amigables’
con los mayores que no solo los tiene en cuenta como colectivo, sino
que integra su visión y sus necesidades en todos los aspectos «desde
los valores, o cómo la comunidad
apoya a esas personas, hasta la planificación de la ciudad».
Korta, no obstante, cree que no
cabe hablar de políticas de envejecimiento si no se habla al mismo tiempo de políticas de natalidad y de inmigración, cuestiones que «hay que
enfocar de manera conjunta, porque
son tres herramientas complementarias para organizar con una visión
integradora la sociedad envejecida a
la que nos dirigimos». Porque todo,
absolutamente todo, y no solo las
pensiones o las necesidades de residencias, cambiará a medida que sigue cambiando la pirámide poblacional, que irá menguando en la base y
ensanchándose en el vértice. ¿Estamos a tiempo de reaccionar, o ya es
tarde? «Estamos a tiempo –cree–,
pero solo si ponemos el tema en el
primer lugar de la agenda».
Javier Yanguas, en la sede del Instituto Gerontológico Matia. :: LUSA
cas y sociales’. El horizonte de entonces, 2020, ya está a la vuelta de
la esquina. Hoy, con la vista puesta
un poco más allá, está convencido
de que para convivir cómodamente con el envejecimiento lo que hay
que hacer es, justamente, innovar.
– Además del número de personas mayores, que ha aumentado,
¿qué ha cambiado en diez años?
– Creo que lo que ha cambiado fundamentalmente es la perspectiva.
Entonces nos parecía que el principal reto que planteaba el envejecimiento era disponer de suficientes servicios sociales y sanitarios.
Ahora tenemos una perspectiva
más transversal, más integral. La
prioridad actual es envejecer en el
domicilio. Es lo que demandan las
personas mayores y los expertos
también dicen que es lo mejor, pero
eso plantea la necesidad de prestar
nuevos servicios en todos los ámbitos, o de adaptar los existentes:
los sociales, los sanitarios, el transporte, la vivienda, el urbanismo, el
comercio, la participación... Esa visión no la teníamos hace diez años,
y me parece un cambio sustancial,
aunque hace que las cosas sean mucho más complejas. Otra cuestión
que me llama mucho la atención
es cómo ha cambiado el perfil de la
gente mayor. La generación que
está entrando ahora en la vejez es
muy distinta a la que lo hacía en el
año 2000, y también es muy diferente lo que demanda.
– ¿No habría que redefinir el propio concepto de persona mayor?
¿Ya es es viejo a los 65?
– Al vivir cada vez más, han cambiado todos los límites, no solo los
relativos a la vejez, porque los significados de cada etapa están cambiando, pero la entrada a la vejez la
seguimos manteniendo en los 65
años, lo que puede ser dudoso. Hay
también un análisis distinto del envejecimiento en términos demográficos. A mí me parece que, además de esa visión apocalíptica del
‘cuánto nos va a costar esto’ hay que
destacar que vivir más ha traído cosas muy positivas. Por ejemplo, en
términos de cuidado. Hay muchas
mujeres de 65 ó 70 años que están
cuidando de sus hijos, de sus nietos e incluso de sus padres, y ahora con la crisis los mayores están
sosteniendo familias enteras, pero
eso no se valora, porque aquí solo
se valora lo productivo. Medimos
cuánto cuestan las personas mayores, no cuánto ponen. Yo reclamo
una visión más positiva, más cen-
«Una cosa que hemos
hecho mal es intentar
entender la vejez desde
la posición del joven»
trada en lo que aportan que en lo
que cuestan. Porque, además, la inmensa mayoría de las personas mayores están perfectamente y no
consumen muchos recursos.
–¿Entendemos bien qué es el envejecimiento?
– No, no lo entendemos porque no
tenemos la experiencia de ser viejos. A mi juicio, una cosa que hemos hecho mal es intentar entender la vejez desde la posición del joven y no desde la posición de escuchar a las personas mayores en proceso de envejecimiento. Interpretamos lo que les pasa y no les
escuchamos, y tal vez les estamos
dando cosas que no necesitan. Nos
cuesta mucho entender, por ejemplo, la sensación de fragilidad y de
vulnerabilidad que tienen las personas mayores. A veces no necesitan ni cámaras, ni sensores, ni tecnologías avanzadas, sino relaciones
de apoyo, alguien que les escuche.
Y eso no necesita muchos fondos.
– ¿Estamos tratando fenómenos
nuevos con esquemas viejos?
– Absolutamente. Estamos mirando cuestiones nuevas con gafas de
hace veinte o treinta años y, si no
cambiamos de enfoque, actualizarnos y encontrar las respuestas adecuadas va a ser muy complicado. En
cualquier caso, cada vez somos más
conscientes de la situación, tanto a
nivel local como a nivel global.
– Igual es que no queremos ponernos las gafas de ver claro.
– Yo creo que no queremos mirar
porque en el fondo no nos gusta, ni
a nivel personal ni a nivel colectivo. En parte, es una novedad que
nos asusta, porque nunca nos hemos visto en una situación en la
que hay más viejos que niños.
– Puesto que en Gipuzkoa ya hemos llegado a esa situación, ¿qué
habría que hacer?
– A los que trabajamos en el sector
nos gustaría que se le diera más importancia en todos los ámbitos, porque nos estamos jugando lo que queremos ser como sociedad, y eso es
algo que nos atañe a todos, no solo
a las instituciones con competencias directas. Las ciudades y los pueblos deberían ser amigables con los
mayores, darles más oportunidades
de participar, cuidar mucho las relaciones intergeneracionales... El
envejecimiento lo interconecta todo
y la situación en la que nos encontramos obliga a repensarlo casi todo.
– ¿Y a innovar?
– Ese es un tema muy importante
y hay que enfocarlo bien. La innovación se ha centrado en la tecnología, pero en este caso tiene que ir
acompañada de mucha innovación
social, porque en nuestro entorno
envejecido la sociedad que mejor
resuelva la cuestión del envejecimiento, que también es una oportunidad económica, tendrá una gran
ventaja competitiva.
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