LOS ENEMIGOS DEL ALMA – Lección 14: “El agradar a los hombres”

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Carpeta N°2 – LOS ENEMIGOS DEL ALMA – Lección 14: “El agradar a los hombres”
¿Cuál es el límite? ¿Qué nos dice la Biblia?
Introducción:
El hecho de buscar continuamente el favor de los demás, la aprobación del prójimo como único
objetivo y a cualquier precio, lleva a la persona a quitar sus ojos de Dios y por lo tanto es pecado.
Muchas veces por “no ofenderle”, negamos a Cristo y le ofendemos a Él. Otras veces
sencillamente no somos sinceros con tal de alcanzar méritos, reconocimiento y aprobación de los
que nos rodean.
Sin duda, para poder ser edificados en esta oportunidad, debemos sincerarnos y abrir el corazón a
esta lección:
¿A quién debo agradar?
El Señor a través del Apóstol Pablo, nos enseña en Gálatas 1:10: “Pues, ¿busco ahora el favor de
los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los
hombres, no sería siervo de Cristo.”
Muchas veces, como decíamos, para quedar bien con los hombres quebrantamos nuestros
principios cristianos, o no somos sinceros, tan solo por guardar la imagen.
Veamos algunas causas que nos impulsan a tomar tal actitud:
1-El temor al hombre:
• No predicamos la Palabra por temor a que se burlen o nos rechacen.
• No nos damos a conocer como hijos de Dios por la misma causa.
• Aprobamos con silencios cómplices las malas obras o palabras de los otros.
• No disciplinamos debido al temor.
• No expresamos francamente nuestro desacuerdo cuando debemos hacerlo.
Jesús dijo: “Y cualquiera que me niegue delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi
Padre en los cielos”. Mateo 10:33
¿Vale la pena callar y pasar desapercibido para no ser perseguidos por los hombres, cuando esto
implica negar al Señor? (Santiago 4:4, Mateo 5:11-12)
Nuestro Señor nos enseña:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel
que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).
Nuestra vida eterna está en juego, ¿Hemos de temer lo que digan, hagan o piensen los demás?; o
más bien, ¿temeremos a Dios con reverencia para andar en Santidad, en sinceridad?
2- La vanagloria:
Nuestro orgullo y el deseo de ser reconocidos, nos llevará a buscar el favor de los demás. Veamos:
• Nos importa mucho lo que la gente piensa de nosotros. Procuramos siempre obtener su
aprobación.
• Estaremos incluso tentados a mentir, a ocultar, para mantener una imagen.
• Con tal de no perder el favor de la gente estaremos dispuestos a perjudicarnos. Por
ejemplo, no solicitar algo que nos corresponde o no expresar lo que se piensa, por miedo a
lo que vayan a pensar.
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En lugar de preguntarse: ¿Es la voluntad de Dios?, te preguntas: ¿Me hace quedar bien?
Podemos llegar a usar a las personas para sacar algún rédito personal.
Tendremos temor al ridículo, a equivocarnos y que otros lo sepan.
Si alguien nos rechaza podríamos hasta caer en depresión.
Todas estas actitudes hablan de que estamos pendientes de agradar a los hombres, que es una
prioridad en la vida, y que el orgullo no tolera el rechazo o la persecución. Nuevamente las
palabras de Gálatas 1:10: “¿Busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ...Si todavía
agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
3- La hipocresía:
Aunque lo vemos aparte, ésta entra dentro del tema de la vanagloria. La hipocresía, definiéndola
por oposición, es lo contrario a la sinceridad, a la transparencia. La hipocresía es mostrarnos de
una manera, cuando en realidad somos de otra, es ponernos una careta, una fachada. Sonreímos
para fingir que estamos bien, y esto no es verdad. Fingimos estar en un momento de oración
ferviente, y tampoco es cierto. La hipocresía es una forma de mentir, que tiene su raíz, como
dijimos en la vanagloria, en el deseo de ser reconocidos, de figurar y aparentar. Veamos:
• Fingimos ser buenos cristianos, pero por dentro estamos llenos de amargura, críticas y
rivalidad.
• Nos horrorizamos y criticamos el pecado de otros, y nosotros hacemos lo mismo.
• En la iglesia nos mostramos maravillosos, pero en nuestro hogar somos gruñones, ásperos y
aún violentos.
• Oramos, cantamos y ayunamos todo teóricamente para Dios, pero en realidad buscamos el
reconocimiento de los demás.
La hipocresía es condenada severamente por Jesús (Mateo 6:2, 6:5, 7:5, 23:13-33 y otros). Dios
debe alumbrar nuestra hipocresía para llevarnos al arrepentimiento. Muchas veces vivimos
engañados, creyéndonos nuestra propia mentira. Debemos pedirle a Dios que nos muestre la
realidad:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en
mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno”. Salmo 139:23-24
La humillación delante de Dios, y aún de los hombres, trae bendición. ¡Es hermoso andar en la luz!
Nada que esconder, así somos, y así nos ama Dios, y Él nos cambiará.
Conclusión:
¿Cuáles son nuestras motivaciones al hablar o hacer alguna cosa?
Sigamos el consejo santo de la Palabra de Dios:
“…no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con un corazón sincero,
temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los
hombres., sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el
Señor servís”. Colosenses 3:22-24
Año 2015
Iglesia “Rey de Reyes”
Pastores Claudio y Betty Freidzon
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