Uppsala 1968: Asamblea General del Consejo Mundial de las Iglesias Introducción El Consejo Mundial de las Iglesias ha celebrado su Cuarta Asamblea General en Uppsala (Suecia) del 4 al 19 de julio último. Durante más de dos semanas la ciudad universitaria de Uppsala ha acogido la casi monstruosa reunión de más de 2.000 personas, record de volumen y número en la breve y cargada historia del eeumenismo institucional. Record de Iglesias representadas (casi 230, sin contar a todas las que han enviado observadores). Número record de delegados (más de 700). Record de participantes de juventud, de personal administrativo, y —sobre lodo— record de atención por parte de los órganos de información de todo el mundo: 700 periodistas lian seguidu la Asamblea. (Hn la última Asamblea General de New-Delhi. 1961. el número de representantes de la prensa fue de 2Í0.) F.l fin de la reunión era obviamente el revisar lai actividades del Consejo Mundial durante lus 7 años precedentes y el tomar decisiones para el futuro. El teína escogido ha sido el de la renovación del mundo, expresado en una frase del Apocalipsis: "He aquí que hago nuevas todas las cosas". en Uppsala la Asamblea debía dividirse en seis secciones de trabajo, que contaban cada una de ellas con anteproyectos redactados y publicados previamente por diversas comisiones preparatorias del Consejo Mundial '. Los títulos de lus secciones fueron: i — El Espíritu Santo y la catolicidad de la Iglesia ! . II — Renovación de la Misión. NI — Ll desarrollo económico y social. IV — Hacia la lusticia y la Paz en las relaciones internacionales. V — F.l culto (worship) ;i Dios en una época secula rizada. VI — Hacia nuevos estilos de vida. Estos títulos pueden dar \a una idea de la variedad de implicaciones prácticas en las que Lppsala ha considerado la renovación cristiana. Puede decirse que lodos o casi Lodos los lernas tocados por In Constitución Gaudium et Spcs o Populorum Progressio han desfilado en Uppsala. 1968. El hecho en sí es ya revolucionario. Uppsala ha podido contar con los trabajos previos de numerosa:, eonfe1 : La Asamblea: tema y composición "He aquí que hago nuevas todas las cosas" parece todavía poder quedar en algo general y abstracto. Por eso 500 Existen \er^one.í- francesa y Drafts for sectlons, Ginebra, 1 alemana. Primitivamente se pretendió tralar esia sección bajo el título " l a unidad ele la Iglesia en un mundo que se hace cada día mas pequeño", l.a evolución de las discusiones en la comisión preparatoria conduju a centrar la discusión sobre la catolicidad, entendida evidentemente como earaucríslica de la Iglesia de Jesucristo y. por ío lanlu. sin el sentido denominaotonal con que el término se empica para designar a la Iglesia Romana. rendas parciales organizadas por el Consejo Mundial en los últimos años '. Pero esta era la primera vez que una Asamblea General, máxima autoridad y máximo exponente de la presencia de las Iglesias en el Consejo Mundial, te decidía a gastar su tiempo sin otro fin que el de considerar como cristianos el mundo y sus problemas concretos. En este sentido Uppsala 1968 partee señalar el alborear de un cambio decisivo y de una verdadera conversión. Parque no vaya a pensar el lector que a Uppsala las Iglesias han enviado sus mejores equipos de jóvenes inquietos y revolucionarios. Ni que Uppsala ha sido una Asamblea "de! tercer mundo". A diferencia de Iglesia y Sociedad (1966) compuesta en su mayoría por laicos y por representantes del tercer mundo, Uppsaía ha sido una Asamblea muy "eclesiástica". Más de ¡A de los delegados con voto deliberativo eran ministros ordenados. De esos delegados, un 4% con menos de 35 años de edad, y un 22% con más de 60. Por ütra parte, dado que las delegaciones se constituyen en referencia a la importancia numérica de las Iglesias-miembros, el tono y el ambiente de la Asamblea reflejaban ante todo el origen europeo o norteamericano de la mayoría. De todas las personas reunidas en Uppsala. con excepción de la prensa, el 43% eran europeos, el 26% de América del Norte. De América Latina, un humildísimo 4%, y no todos de origen latinoamericano. Nos parece importante el habernos detenido sobre estos datos, porque ellos dan idea del nivel eclesiástico —por no decir "clerical"—, de la edad muy "madura" y del origen "desarrollado" de la mayoría de los participantes. Esto permite medir la importancia y la novedad del compromiso por la justicia y el desarrollo tal como ha upareciclo expresado en Uppsala. Que sean precisamente esas personas quienes hablan como ellos han hablado nos parece ser uno de los mayores síntomas positivos de esta Asamblea. I — DESARROLLO ECONÓMICO V SOCIAL La sección que la opinión general ha seguido con más atención ha sido probablemente la tercera, sobre el desarrollo. Unos temían que los delegados no iban a ser capaces de afrontar la realidad con el tono impuesto por Iglesia y Sociedad, conferencia que fue tenida como un poco "sospechosa" entre los medios más "ortodoxos".' Otros, en cambio, esperaban que en Uppsala las delegaciones de las Iglesias diesen el espaldarazo oficial a los docu> Ante todo. la Conferencia Mundial "Iglesia y Sociedad". Ginebra. 1%6, de la que hemos dado cuentH en nuestro trabajo "Transformnclón actual del movimiento ecuménico". Mensaje XVI. I Linio, 1967. Tomando, por ejemplo un solo problema, el del hambre en e! mundo, la sección 111 de la Asamblea de Uppsíila disponía, udfmás de los documentos de Ginebra. l%6. de lus de la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Mundial (Febrero, 1967), los de la reunión del Comité Central del mismo Consejo (Creta. Agosto, 1967), ios del Comité para Ayuda Especializada a los Proyectos de Acción Social (ASl'AS, Jerusaién, Mario. 1967), así como los de la Conferencia sobre la Cooperación Mundial para el Desarrollo, organizada conjuntamente por el Consejo Mundial y la Comisión Pontificia "Justicia y Paz" (Beirut, Abril, 19bí¡). En este última conferencia, por ejemplo, podemos señalar la presencia de expertos que trabajan en America Latina, representantes de diversas organizaciones internacionales, como los proiesores Paulo de Tarso Santos, Horacio Godoy y el Dr. Tukuo Fukuchi. * Nos referimos, no a las Iglesias Ortodoxas Orientales, sino a un cierto tipo de cristianos "bien pensantes" que existe en todas las Iglesias, y Que ha temido siempre como una contaminación del cristianismo al hecho de querer ocuparse a fondo de los problemas políticos, económicos y sociales. Bajo pretexlo de ortodoxia y sentido puramente religioso suele esconderse ahí un alineamiento práctico por el slatu quo, con todas las consecuencias políticas, económicas y sociales que de hecho implica también tal actitud. menlus de Iglesia y Sociedad, que al fin y al cabo no tenían hasta ahora otro rango que el de ser fruto del Irabajo de un departamento en la División de Estudios del Consejo Mundial. Pues bien, creemos que este espaldarazo ha sido dado al menos de manera global. Tenemos ante nuestros ojos el informe final presentado por la comisión de la sección III a la Asamblea General, que ésta ha aprobado por unanimidad. Aunque el texto definitivo no aparecerá publicado hasta el mes de octubre, podemos asegurar que este informe no ha de sufrir ninguna modificación substancial. a) La preocupación de los cristianos por el desarrollo "Por primera vez en la historia, dice el texto, podemos considerar la unidad de la humanidad como una realidad. Por primera vez sabemos que todos ¡os hombres podrían obtener su parte en los recursos del mundo, si se hiciera un uso apropiado de ellos." Pero "vivimos también en un mundo en el que el hombre explota al hombre". Así, a causa de la "realidad del pecado" hemos de confesar que "las estructuras políticas y económicas gimen bajo el peso de una injusticia profunda". Constatando que muy pocos hombres han descubierto que los que sufren en todos los continentes son sus prójimos (próximos), y considerando que el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y que Cristo ha muerto por todos los hombres, la Asamblea afirma que los cristianos deberían ponerse "en la vanguardia de la lucha, a cuyo término los hombres superarán su sentido estrecho y provinciano de la solidaridad, para reemplazarlo por el de la participación en una comunidad mundial responsable y justa para todos". "Si nuestra engañosa seguridad en lo viejo y nuestro miedo del cambio revolucionario nos impulsan a defender el statu quo o a intentar recomponerlo con medidas incompletas, corremos el riesgo de perecer. La muerte de lo antiguo puede apenar a algunos, pero si no llegamos a construir una comunidad mundial nueva, ello será la muerte para todos ...". b) La dinámica del desarrollo Después de recomendar a las Iglesias el análisis técnico de la situación realizado por Iglesia y Sociedad (1966), Populorum Progressio y el informe de la Conferencia sobre el Desarrollo de Beirut (1968), el texto se limita a constatar el fracaso global de la década del desarrollo según diversos síntomas que incitan a preguntarse "por qué el optimismo de los primeros años 60 ha dejado el lugar a las recriminaciones y a las frustraciones." Según el documento, la razón sería la siguiente: "Los países industrializados, así como los países en desarrollo, han entablado su cooperación económica con ideas erróneas. Han pensado que una simple transferencia de capital financiero y técnico desencadenaría un proceso de crecimiento autónomo. Pero el desarrollo es posible sólo si las transformaciones estructurales radicales intervienen al nivel de los países en vías de desarrollo, al de los países industrializados y al del sistema económico internacional". A esos tres niveles habría que impregnar las relaciones económicas y sociales de un cuidado total por la solidaridad humana y por la justicia. De este modo "si somos 501 favorables a la idea de que los países industrializados consagren al menos un 1% de su producto nacional bruto a la asistencia al desarrollo, pensamos que deben hacerlo en el marco de un sistema equitable de relaciones comerciales y financieras." Resulla ciertamente confortador el leer estos lextos que enuncian con tal claridad la obligación cristiana y la insatisfacción global unte la actual situación. c) Las condiciones políticas del desarrollo La lucha contra la pobreza y por el desarrollo se hará eficaz por la conclusión de acuerdos políticos entre los Estados. Pero, sobre todo, el texto va a insistir en las condiciones políticas del desarrollo, en los países en desarrollo, en los países industrializados, y un la instauración de estructuras políticas internacionales. Retengamos los dos primeros punios: Países en desarrollo: "Para crear las condiciones indispensables para el desarrollo, los países en vías de desarrollo deberán modificar sus estructuras políticas de modo que puedan movilizar las masas populares para hacerlas participar en la vida política y económica, y de modo también que esos países puedan utilizar eficazmente toda la asistencia que reciben para realizar su plan de desarrollo y presentarse como "partners" competitivos en el mercado mundial. El estado deberá suministrar el marco legal y las estructuras del poder en cuyo seno pueda desarrollarse la conciencia nacional, progresar la comunidad nacional . . . y transformarse la sociedad tradicional por medio de reformas en el reparto de las tierras, la enseñanza y el sistema fiscal. El estado debería ser capaz de arrastrar la población a hacer sacrificios y aceptar las medidas necesarias para el desarrollo, gracias a un programa de justicia distributiva. La construcción de estructuras políticas favorables al desarrollo de la nación implica cambios revolucionarios en las estructuras sociales". Doctrina sobre la revolución: Tenia que llegar el punto en que la Asamblea se pronunciase sobre lo* problemas de la revolución y de la violencia. El problema no ha sido esquivado: "Sin embargo, prosigue la Asamblea, la revolución no debe identificarse a la violencia. En los países donde los grupos dirigentes son opresores indiferentes a las aspiraciones del pueblo, cuantío —frecuentemente apoyados por intereses extranjeros— tratan de resistir a lodos los cambios recurriendo a medidas coercitivas o violentas —comprendida el "mantenimiento del orden" (law and order) que puede ser una forma de violencia— los cambios revolucionarios pueden tener que tomar una forma violenta. Moralmente, tales cambios son ambiguos. Las iglesias deben aportar una contribución especial al desarrollo de estrategias eficaces de no-violencia en orden a la revolución y a la transformación social." (Esta última frase fue añadida a última hora). El texto lermina: "Sin embargo, nosotros estamos llamados a participar de manera creadora en la edificación de instituciones políticas destinadas a establecer los cambios sociales desesperadamente necesarios". cristianos deben jugar en ella. Se dice que las iglesias deben cooperar a la creación de estrategias no-violentas. peto eficaces. Y se lermina afirmando que estamos llamados a comprometernos a fondo en una situación que es desesperada. El problema de la violencia no está resuelto con esto, aunque haya un principio de solución. Pero habrá que reconocer simplemente que este problema no está resuelto hoy en la conciencia cristiana global de ninguna iglesia. Lo que sí es decisivo es que las iglesias comienzan a simpatizar oficialmente con los mejores grupos revolucionarios, y acusan a la vez a los numerosos cristianos aliados al statu quo. Uppsala no ha podido decir más en este punto. Lo dicho es algo, aunque no sea todo. Los "países industrializados . . . deben comprender que el desarrollo es un objetivo que, en nuestra época, presenta un carácter prioritario desde el punto de vista de la moral y de la política,.. deben organizar su política de asistencia y su política comercial de manera que no hagan de ellas instrumentos de sus intereses políticos, ideológicos y militares concebidos estrechamente . . . El abandono del bloqueo de Cuba podría ser un ejemplo del cambio de actitud que preconizamos." Después de aludir a los cambios necesarios en las estructuras políticas internacionales y en la opinión pública y sus organismos, sobre todo en los países ricos, el documento pasa a ocuparse de algunos aspectos humanos del desarrollo. "El punto central del desarrollo es el criterio humano". Los problemas de la discriminación (sobre todo el racismo blanco), el hambre, empleo, alojamiento, instrucción, higiene, explosión demográfica, etc. . . . pasan en rápida revista, para dejar paso al quinto y último capítulo. d) ¿Qué hacer? Que el lector nos perdone por esta larga cita. Nos parece muy importante el dar a conocer desde ahora estas frases. El texto sitúa primero las condiciones en las que el "orden establecido" consiste en un régimen de violencia. En esas situaciones se reconoce que la revolución violenta puede ser necesaria. Se afirma la ambigüedad moral de esa revolución. No se afirma nada sobre el papel que los 502 El capítulo quinto se titula: "La tarea de los cristianos, de las iglesias y del Consejo Mundial de las Iglesias". Y comienza así: "La vocación de la Iglesia es trabajar por el establecimiento de una sociedad responsable mundial y llamar a los hombres y a las naciones el arrepentimiento. Mostrarse autosatisfecho ante la miseria del mundo es ser culpable de una herejía de orden práctico"'. De ahí la importancia de la colaboración con todas las iglesias (la Iglesia Católica Romana es una vez m;i> la única citada explícitamente), con todas las religiones y con todos los hombres de buena voluntad. Hay que llevar adelante el programa de trabajo de la comisión mixta de investigación sobre Sociedad. Desarrollo y Paz. Hay que predicar la solidaridad humana que nos enseña la Biblia y sacar sus consecuencias concretas, Hay que enseñar a todos el arte de la eficacia política. Servicio de las Iglesias: hay que organizar más lo que las iglesias hacen para ayudar a la construcción de los países en desarrollo. Cada iglesia debe contribuir a ello con un impuesto anual suplementario y que represente para ella un real sacrificio. Las iglesias deben crear para esto fondos internacionales. Tarca profética y crítica: "Las iglesias deberían someter todas las estructuras (eclesiásticas, industriales, gubernamentales o internacionales) a un examen consciente, y suscitar el deseo de aceptar e incluso de favorecer el cambio." "En particular, debería considerar cómo puede ser transformada la estructura económica actual, en la que la soberanía nacional desempeña un papd decisivo, para que lodas las decisiones que tocan a la prosperidad de cada uno sean tomadas a un nivel internacional". Las iglesias deben urgentemente formar y reclutar cuadros humanos que colaboren al desarrollo de la Iglesia y la sociedad. Tarea política: No podemos aquí dar el detalle del plan de acción política. Digamos que una cosa lo resume lodo: constituirse en grupos de presión en orden a obtener de los gobiernos decisiones políticas en el sentido de todo lo dicho anteriormente. Presión pública de las iglesias y presión también privada de sus miembros a quienes se invita a comprometerse por el desarrollo con impuestos voluntarios, a hacer de la cuestión del desarrollo un elemento primordial de sus opciones electorales, a considerar el desafío de! desarrollo a la hora de elegir oficio o profesión. Nuevo imperativo teológico: el documento termina designándose a sí mismo con "una llamada urgente, casi desesperada", debida a dos factores nuevos: "la revolución técnica y la exigencia de la justicia social de los pueblos". La Teología tiene que ocuparse de estos problemas. "Es vital que la teología tenga en cuenta las posibilidades creadoras y destructoras de esta fuente de cambio y las consecuencias visibles que implica". Hay que unir a los teólogos para que elaboren respuestas. Son ellos los que lo tienen que hacer. Pero ello ha de implicar, en nuestra opinión, la aparición de un nuevo tipo de teólogos que se encuentren psicológica y sociológicamente capacitados para vivir estos problemas que no pueden ser vistos con justeza, si no son vividos. Hay en este imperativo teológico una exigencia implícita de romper los viejos bastiones que encastillan a la gran teología europea. "Deja tu país" parece decirles la situación a los teólogos, como Dios dijo un día a Abraham. El diálogo de los teólogos con la situación real y con los representantes de las ciencias humanas: psicología, sociología, ciencias políticas y económicas es el último gran deseo implícito en esta llamada final de la Asamblea de Uppsala. Esta Importantísima afirmación es de hecho la aceptación de un pasaje del discurso de Visser't Hootl: "Ya es hora de comprender que todo miembro de la Iglesia que rechaza prácticamente el lornur una responsabilidad respecto a los desheredados, dondequiera Que éstos se encuentren, es tan culpable de herejía como los que rechazan tul u cual artículo de fe". Dejamos aquí a las teólogos el trabajo de sacar las consecuencias decisivas de esta afirmación. II — ¿LOS PROBLEMAS DE LOS JÓVENES, O LA JUVENTUD COMO PROBLEMA? Un documento titulado "En nombre de los participantes de juventud" y distribuido a toda la Asamblea en uno de sus últimos días de reunión, insiste en la necesidad de revisar todas las estructuras de las Iglesias, del Consejo Mundial y de Asambleas como la de Uppsala. Y es que los 150 "participantes de juventud" han gritado mucho en Uppsala. Provistos de voz. y desprovistos de voto. los jóvenes tuvieron que recurrir a boletines, manifiestos, sesiones marginales, "teach-in" y otras intervenciones para reforzar la presión sobre los únicos que podían decidir y votar: ¡os delegados oficiales de las iglesias. "Otras intervenciones" fueron la ocupación de la Catedral de Uppsala durante 24 horas, en colaboración con jóvenes suecos hasta un número de unos 300, y la aparición de jóvenes con carteles dentro de la catedral durante el mismo solemne culto de clausura. Pero no sabemos si éstas últimas manifestaciones, realizadas con todas las aprobaciones de la autoridad de la Asamblea, eran actos de protesta o colaboraciones al "folklore" de la Asamblea, Un colega francés habló irónicamente de un acto turbado "oficialmente". ¿De qué se quejan esos jóvenes? Quien lee textos como los que hemos resumido, sobre el desarrollo, quien lee el informe aprobado de la sección VI. donde —entre otras cosas— figura una clara toma de posición sobre el conflicto de generaciones en la Iglesia y en el mundo, donde se aprecian en su justo valor las reivindicaciones del movimiento juvenil universal que ha marcado la fecha 1968 en las historias de casi todas las universidades del mundo, quien se da cuenta de que la misma Asamblea de Uppsala ha accedido a aludir al bloqueo de Cuba, quien ve lodos los textos aprobados podrá pensar que esta Asamblea ha escuchado realmente a los jóvenes. Y, sin embargo, creemos que tal impresión no sería del todo exacta. Si Uppsala pasará a la historia ecuménica como la primera Asamblea General en cuyo interior la juventud ha representado un papel inquietador y activo, no pensamos que todavía pueda decirse que Uppsala ha escuchado realmente a la juventud. En Uppsala, y a lo largo de muy diferentes conversaciones con toda clase de hombres "maduros" hemos escuchado demasiadas veces la misma reticencia de fondo ante la juventud: "No saben lo que quieren". Los hombres "maduros" admiten fácilmente que nuestras sociedades están enfermas y que, por lo tanto, la protesta es signo de salud, de "honradez ciclónica" como dijo Theodore A. Gilí, director de la Comisión sobre la Educación. Para salir de esta situación, los "adultos" reclaman constantemente la necesidad de "imaginación creadora". Pero tenemos la impresión de que, cada vez que la juventud imagina algo concreto, la reacción "madura" es un "¡no es eso!". Es verdad que la juventud ve claro lo que hay que suprimir, pero realiza pocas novedades de fondo y desarrolla pocas estructuras nuevas. Es más fácil destruir que construir. Mas la solución noh parece estar muy lejos de la tendencia de esa generación pasada que hace de la juventud un problema. Los 503 III — ROMA ESTA EN EL HORIZONTE jóvenes nos hablan de los problemas acuciantes del mundo. Los mayores, en vez de hablar de esos problemas, escuchando a los jóvenes, se ponen a hablar de la juventud misma. La "objetivan", la "cosifican". Lo primero que se les ocurre es comentar el desequilibrio, la falla de madurez, la incoherencia o la ineficacia de los jóvenes mismos. Esto lo hemos vivido en Uppsala. En lugar de aceptar los problemas de la juventud, que son problemas reales, se enredan en una reflexión, ella también desequilibrada, paradójicamente inmadura, incoherente e ineficaz, sobre "la juventud como problema". Lo trágico del asunto es que esto resta fuerzas a la comunidad humana. Lo trágico es que esto impide toda superación de los problemas mismos de la juventud, que son los problemas donde se juega el futuro del mundo. Sí, creemos sinceramente que los jóvenes nececesitan peso y madurez. Pero ésta han de ofrecérsela los que, la tienen —o deberían tenerla—, en lugar de comentar desde lejos su ausencia. Los hombres maduros tienen que convencerse de que han de poner su madurez al servicio de los jóvenes y al servicio de su causa. Lo cual supone comprender esta causa, amarla y vivirla. Y con ello, tienen que permitir c incluso pedir que los jóvenes participen responsablemente en la reforma revolucionaria. Mientras no les dejemos ser responsables de nada serio, ni siquiera de dar un voto para aprobar o rechazar un párrafo, ¿quién podrá pedirles que hagan Otra cosa que protestar? Se nos dirá que ésta era la situación anterior, pero que ahora, precisamente en Uppsala, se les ha escuchado. ¿Es que la misma sección VI, en su párrafo 9, no ha pedido que se conceda el derecho de voto a la juventud? Aquí tocamos el fondo del problema. Los mayores suelen referirse a textos y a palabras, Que en las palabras de Uppsala se haya escuchado a la juventud, muchos comenzarían a admitirlo. Pero la juventud necesita obras. La señorita Dra. Elizabeth Adler, de la República Democrática Alemana, reaccionando al discurso magistral de Visser't Hooft. dijo sin embargo que "no sé si es tan importante el salir al encuentro de ese movimiento turbulento que parece negar o desestimar la pretendida "dimensión vertical". Lo que me parece más importante y actual (...) es la correspondencia de lo que se dice y de lo que se hace. Jesús decía aquello de lo que vivía, y vivía lo que decía". A este peligro de "verbalismo" que sufre el movimiento ecuménico oficial, Elisabelh Adler hizo notar que se añaden otros dos: el del "triunfalismo" y el del "clericalismo". Con toda la humildad y remordimiento con que un católico romano debe hablar de estas cosas, hemos de reconocer que estos peligros eran bien palpables en el clima mismo de Uppsala, y que —si queremos interpretar las palabras según la realidad, y no sólo la realidad según las palabras— este es quizá el único serio punto de interrogación sobre el valor y la importancia de la Asamblea. Que ésta ha sido un principio, es indiscutible. Que de ella, y sólo de ella ha de venir la reforma práctica del cristianismo, Dios lo quiera. Los hechos hablarán. L.A.M. Desde el Concilio Vaticano II sabemos que, hablando de la Unidad cristiana, ya no hay que decir que todos los caminos conducen a Roma. Porque Roma ya no habla en materia ecuménica bajo la condición expresa de la "vuelta a Roma" de los "hijos descarriados"'. Ahora, después de haber vivido la Asamblea de Uppsala, comenzamos a recibir la impresión de que, de hecho, todos los caminos de la unidad están tratando, con el acuerdo general, de pasar por Roma. Prácticamente, no hay una sola actividad del Consejo Mundial en cuyo balance y plan de acción no se haya tratado de modo particular de la colaboración con la Iglesia Romana. Esto es significativo. Significativa ha sido la importancia y la calurosa acogida que la Asamblea otorgó al discurso del R.P. Roberto Tucci, s.j., primer orador católico que en cuanto tal se ha dirigido a una Asamblea General del Consejo Mundial'. Ha sido signicativo el tono unánime con que la Asamblea votó favorablemente el documento que anima sin límites la colaboración del Consejo con la Iglesia Romana'. Ha sido muy notable la intensidad con que los católicos que tenían voz en las comisiones de trabajo han intervenido y han sido escuchados en ellas'. Además, la Asamblea ha aceptado unánimemente el nombramiento de nueve teólogos católicos romanos como miembros de pleno derecho en la comisión teológica del Departamento Fe y Constitución (Faith and Order) ". El Consejo Mundial —y esto es para muchos una razón de inquietud— parece estar sufriendo un serio proceso de instilucionaÜzación. ¿Será esta dirección tomada la que, por una nueva simpatía, atrae su atención hacia la más institucionalizada de las iglesias cristianas? No lo pensamos, o al menos esperamos que esto no sea así. Baste quizá para ello el comprobar que lo que ha hecho posible este acercamiento ha sido, entre otros motivos, el cambio de tono en la Roma postconciliar, quien parece iniciar' tímidamente un proceso de desinstitucionalización, o al menos de descentralización. Sea lo que fuere, el hecho es que en Uppsala todo el mundo ha hablado de algo que antes aparecía tan lejano; la posible entrada de la Iglesia Católica Romana como miembro del Consejo Mundial. 5 7 8 ' 10 504 Sin embargo, aunque 1a expresión de la "vuelta a Roma" ha desaparecido de nuestras bucus, al escuchar a ciertos católicos y su muñera de seguir construyendo una cclcsiotogía ouyo pumo de referencia prácticamente único es lo "confesional", llegamos a preguntarnos si lo que ha desaparecido de nuestras bocas no estará todavía presente en el corazón, Aunque Tucci ha hablado a título personal y no en representación oficial de la Iglesia Católica, El hecho de tratarse precisamente del director de La Clvilin Cattollca, órgano oficioso del Vaticano, no está desprovisto de significado. Ya antes de Uppsala, los órganos ejecutivos del Consejo Mundial hablan ido en esta colaboración mucho más lejos de lo que podían prever las orientaciones dadas en 1961 por la última Asamblea General. Era, pues, necesario un mandato oficial de una Asamblea General para proseguir, y aún más para intensificur tal colaboración. La Asamblea hubiera podido teóricamente frenarla. Lejos de ello, unos cuantos minutos, pasados prácticamente sin discusión, bastaron a la Asamblea de Uppsala pura aprobar unánimemente un documento donde se pide que la colaboración se extienda aún roas. En la Asamblea de New-Delhi, 1961. había cinco observadores católicos. En Uppsala, salvo error, hemos contado 14 observadores (de tos 15 nombrados, uno no llegó), 6 "huéspedes" y 9 participantes de juventud católicos romanos. Añadamos la presencia de católicos en el mismo "slaff", entre los • síewards", entre los intérpretes y, evidentemente muy numerosos, entre ios periodistas. Señalamos entre ellos la presencia de un latinoamericano, el Prof. Jorge Medina, que era ya observador oficial de la Iglesia Católica en la Asamblea, Seguramente tal entrada creará de hecho una verdadera crisis de reestructuración en el seno del Consejo mismo. Asimilar a una sola Iglesia, que reúne más o menos tantos fieles como todas las demás juntas y que no es una Iglesia nacional, no parece cosa fácil para las estructuras del Consejo. Sin embargo, estas dificultades, que anteriormente habían bastado a lodos para concluir que la Iglesia Católica no debe entrar en el Consejo, no llegan a vencer el peso de otros motivos, ni a delener un movimiento que parece inevitable. Asi, la cuestión volvía en Uppsala con machaconería. Y es que el ritmo de la colaboración actual entre la Iglesia Católica y el Consejo Mundial desemboca espontáneamente en una plena incorporación. Uppsala, al animar la prosecución de esa colaboración, estaba dando un "sí" a esc movimiento y a la aceleración de ese ritmo. "Si la Iglesia Católica piensa en entrar en el Consejo, no será para hacerlo con actitud de poder, sino de servicio. Las ventajas y desventajas a considerar no serán las que ello encierre para la Iglesia Católica, sino para la Unidad que Cristo quiere." Así se expresaba el P. Tucci en una conferencia de prensa. Pensamos que la eventual entrada de la Iglesia Católica en el Consujo Mundial de las Iglesias podría ser una ocasión decisiva para la reestructuración del mismo Consejo Mundial cuyas estructuras tienden a aparecer hoy como excesivamente rígidas y burocráticas. De todos modos, otra idea, aún más importante, ha cundido por los pasillos de Uppsala. Muchos hemos tenido ta impresión de asistir a la última Asamblea General de este género. En el porvenir se dibuja su substitución, de un lado, por asambleas regionales o continentales que puedaD tratar los problemas de manera más específica y representativa, y por otro lado, a nivel universal, por un verdadero Concilio General donde por primera vez después de las divisiones de la cristiandad, todas las iglesias en mesa redonda se atrevan a afrontar en común sus responsabilidades de testimonio cristiano y su misión en el mundo actual. Ese Concilio necesitaría la presencia católica romana y la de las comunidades protestantes conservadoras que aún no pertenecen al Consejo. Reuniría no a delegados de las iglesias, sino a sus jefes también. Quizá el ir pensando en esta solución sea mucho más importante que el detenernos a considerar si la Iglesia Católica ha de ser jurídicamente "Iglesia-miembro", o no. IV — LOS LATINOAMERICANOS Y LA ASAMBLEA De América Latina ha venido a Uppsala un signo importante para el ecumenismo mundial: la presencia pentecostai. Delegados y observadores de Iglesias Pentecostaks de Chile y Brasil —Iglesias que totalizan unos 2.000.000 de cristianos— estaban presentes en Uppsala. El hecho puede revestir gran importancia en la medida en que estas Iglesias comienzan a tender un puente entre el mundo pentecostal y el Consejo Mundial. Si el diálogo en el interior del Consejo aparece hoy como muy enriquecedor para los pentecostales, —así nos lo decía D. Enrique Chávez Campos, obispo y delegado de su Iglesia chilena, y miembro del recién nombrado Comité Central del Consejo Mundial de las Iglesias—, no cabe duda que esta entrada puede abrir también grandes horizontes para la colaboración en el testimonio cristiano dentro de América Latina. Habría que desear que estas Iglesias que ya son miembros del Consejo puedan ayudar a vencer viejas resistencias y actuar como lazo de unión entre el pentecostalismo y los demás cristianos de América Latina. Esperemos que el movimiento se prolongue, y que aquellas Iglesias Pentecostales que hoy han enviado observadores puedan en la próxima ocasión enviar sus delegados en calidad de nuevas Iglesiasmiembros. La representación América Latina, ya lo hemos dicho, ha estado demasiado poco representada en Uppsala. Unos 50 latinoamericanos estaban allí —entre más de 2.000 personas—. 14 delegados latinoamericanos, o mejor "representantes de iglesias latinoamericanas", entre más de 700 delegados de todo el mundo. La misma presencia católica era bien reducida, y así, aunque América Latina representa un tercio del catolicismo mundial, de 15 observadores católicos había uno solo de Latinoamérica. La escasez numérica de la representación se veía todavía condicionada por el problema de la lengua. El mismo equipo latinoamericano aseguró traducciones simultáneas en las reuniones plenarias, pero en las sesiones de comités y secciones, la lengua (había cuatro lenguas oficiales, dominadas casi siempre por la omnipresencia anglosajona) fue un serio handicap para varios. Pero si la cantidad fue escasa, no es éste el único problema. A veces, uno puede tener la impresión de que el tipo de cristiano realmente comprometido en el trabajo ecuménico latinoamericano, de orientación profundamente renovadora y social, no coincide siempre con el trabajo ecuménico de "su Iglesia", ni con la orientación de los que oficialmente lo realizan. El divorcio entre "ecumenismo real" y "ecumenismo oficial" es actualmente un problema universal. El hecho de que determinados grupos de juventud protestante en Italia y Francia se hayan negado a asistir a la Asamblea de Uppsala no es ajeno a tensiones de este tipo. "No hemos encontrado todavía, ni nuestra forma ideal de participación en el Consejo Mundial, ni nuestra forma de relación interna en America Latina", nos decía hace poco un calificado representante del protestantismo argentino. Sin embargo, en este sentido, aparece en el horizonte el esbozo de un posible avance de importancia, y el grupo latinoamericano de Uppsala se ha ocupado ampliamente del asunto. Se trata de la próxima 3? reunión de la Conferencia Evangélica Latinoamericana (CELA), planeada para febrero de 1969 en Sao Paulo. Es de esperar que, con ocasión de ese acontecimiento, el protestantismo latinoamericano pueda dar un gran paso para vencer las dificultades que surgen ante una colaboración tan estrecha como la que impone la urgencia de los problemas presentes. Por otra parte, un nuevo signo de colaboración ecuménica ha de ser la presencia, decidida ya, de observadores protestantes con carácter oficial en la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Esperemos que estos contactos "oficiales" entre las iglesias en América Latina no queden separados de un contacto "real". Las impresiones Pero, en medio de todo, con algo habrán vuelto los representantes latinoamericanos que han vivido la Asamblea de Uppsala. Hemos de decir que las impresiones parecen ser positivas, y que —aun los más pesimistas— han afirmado cía505 ramente que el mero hecho de que una Asamblea General se haya decidido a abordar con la mejor voluntad los problemas que son realmente decisivos y urgentes tiene un valor extraordinario. Asi, muchos vuelven plenamente satisfechos pensando, ante todo, que lo importante es ahora el saber poner en práctica las orientaciones de esos textos, principalmente los referentes al desarrollo. Y ciertamente que esto es de veras muy importante. He aquí un trabajo a realizar en profundidad. Trabajo de formación de los fieles y de la opinión pública, formación de fieles y pastores para la acción, revisión de las estructuras sociales, ¡y cclesiales!. de superación de barreras trasnochadas. Al lado de los más satisfechos, no faltan —podemos decir: ¡gracias a Dios!— los que miran más lejos y encuentran ya que lo dicho en Uppsala es insuficiente. Estos tienen también un servicio bien importante que hacer a sus comunidades, el servicio de aguijonearlas con la sana inquietud que construye. Estos hombres han sufrido en el ambiente de Uppsala, se han sentido condicionados por cierto paternalismo y una especie de imperialismo cultural, que aparece en el mundo mismo de las iglesias. Reprochan a la Asamblea el utilizar fórmulas demasiado generales y de compromiso, sea a propósito del Viet-Nam, sea a causa de una cierta timidez ante el deseado rechazo categórico de las estructuras neocapitalistas, e t c . . . . Por otra parte, los textos de Uppsala se sitúan para ellos demasiado en función de la Iglesia misma. Parece a veces que la Iglesia, en vez de ser una transparencia reveladora del mundo, es 506 una pantalla opaca que se interpone entre ei mundo y Dios. La Asamblea ha hablado de la juventud sin contar del todo con los jóvenes; de la valorización del laicado. contando ante lodo con el clero; del desarrollo, como si alguien estuviera ya realmente en una verdadera situación de desarrollo y no de un simple querer salir de la opresión. Finalmente, algunos han echado de menos el que las Iglesias no hayan confesado claramente, oficialmente, una seria culpabilidad por haber pactado prácticamente con el statu quo durante muchos años. Otras tantas ideas que pueden hacernos reflexionar seriamente y estimularnos a la vida que el Espíritu de Cristo se atreve a esperar de nosotros. En todo caso, no podemos dejar de recordar que —aunque las fórmulas de Uppsala fuesen frecuentemente "de compromiso"— es ya un gran signo de paz y de justicia el que los "compromisos" de Uppsala, ¡968, se hayan desplazado tan honrada, extraña e inesperadamente en el sentido de lo que el mundo necesita desesperadamente. Falta solamente que los cristianos hagamos lo que allí se ha dicho, y que, si todo no ha sido dicho, ello nos sirva para descubrir aún más vitalmente lo que nos queda par hacer y por decir. Hasta el día en que podamos apropiarnos la frase evangélica: "Siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer, eso hicimos". Y entonces. Él dirá con nosotros: "He aquí que hago nuevas todas las cosas". Es un presente, y es un programa. Luis Acebal Monfort