absolución

Anuncio
A BSOLUCIÓN
causa durante las primeras catorce semanas de gestación.
3) Aborto producido en los casos legales, incumpliendo los requisitos
El artículo 145 bis del Código Penal
1995 ha sido introducido por la Ley Orgánica 2/2010 y establece que "será castigado con multa e inhabilitación especial el
que, en los casos legales practique un
aborto:
-
Sin comprobar que la mujer recibe
la información prevista.
-
Sin haber transcurrido el periodo de
espera desde la información.
-
Sin contar con el dictamen cuando
sea exigible.
-
Fuera del centro sanitario acreditado.
En los supuestos delictivos de los artículos 144 y 145 del Código Penal 1995 se
exige un comportamiento doloso por parte del sujeto activo; es decir, que la persona que comete el aborto, sea la mujer
embarazada o un tercero, tiene que tener
conciencia y voluntad de lo que hace. Sin
embargo, en el tipo penal del Artículo. 146
el comportamiento de la persona que comete el delito debe ser imprudente y nunca doloso, ya que en caso contrario se
sancionaría conforme a los artículos precedentes.
EDUARDO PERDIGUERO BAUTISTA
Véase también: "Interrupción voluntaria del embarazo".
ABSOLUCIÓN
En este caso, el juez puede imponer
la pena superior."
I. CONCEPTO • II. FASES DE LA ABSOLUCIÓN • III.
EFECTOS DE LA ABSOLUCIÓN
En todo caso, se impondrá la pena superior en el caso de aborto practicado a
partir de las veintidós semanas.
I.
La embarazada no será penada a tenor
de este precepto.
V.
ABORTO POR IMPRUDENCIA
El Artículo 146 del Código Penal 1995
dispone que: "El que por imprudencia
grave ocasionare un aborto será castigado con la pena de prisión de tres a
cinco meses o multa de seis a 10 meses.
Cuando el aborto fuere cometido por
imprudencia profesional se impondrá
asimismo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión,
oficio o cargo por un período de uno a
tres años.
La embarazada no será penada a tenor de este precepto."
© LA LEY
CONCEPTO
La absolución es aquella resolución judicial que pone fin al procedimiento penal
en virtud de la cual se declara la no responsabilidad del acusado de los hechos
que ha sido objeto de acusación. El concepto "procedimiento penal" hay que entenderlo en un sentido amplio, que abarcaría tanto a aquellos procedimientos
iniciados por razón de la existencia de un
delito como los iniciados por hechos tipificados como falta.
El motivo por el que se puede absolver
a una persona que ha sido acusada por el
Ministerio Fiscal o por la acusación (particular o popular) puede ser doble: primero
porque esa persona no haya intervenido
en los hechos enjuiciados ni como autor,
ni como cómplice o encubridor; es decir,
que no haya participado en el delito o falta.
Y en segundo lugar, porque no haya exis-
25
A BSOLUCIÓN
tido infracción penal. En este último caso
puede ser porque no se haya producido el
hecho que ha dado lugar a la causa o porque no reúna los elementos típicos de la
norma penal para poder ser aplicada. En
cualquiera de estos casos el pronunciamiento debe ser absolutorio. Es necesario
para una mejor comprensión de los principios procesales y procedimentales, así
como las consecuencias que una sentencia absolutoria pueda tener, explicar la
diferencia que existe entre el hecho punible y el delito. Lo que provoca el inicio de
un proceso penal no es el delito, es el hecho acaecido, el cual en un momento determinado de la vida de ese proceso, debe
ser calificado penalmente, lo que se conoce como "delito". El hecho es el objeto del
proceso y el delito es la calificación de ese
hecho. Por ejemplo, la muerte de una persona a manos de otra, este supuesto tiene
un hecho, que es el fallecimiento, lo que
provoca el inicio del proceso penal, cuestión distinta es la calificación que posteriormente se le pueda dar: podrá ser un
delito de asesinato o de homicidio. Como
se puede ver, lo que verdaderamente delimita el objeto del proceso es la muerte
de la persona.
El centro operativo en el que se mueve
la sentencia es en una doble esfera: la penal, y además en la órbita de la responsabilidad civil. La comisión de un hecho que
reviste los caracteres de delito o falta conlleva no sólo una responsabilidad penal
del delincuente por el hecho cometido,
sino también una responsabilidad civil por
los daños o perjuicios que ese hecho ha
podido provocar, debiendo resarcir al perjudicado lo sufrido por ese comportamiento delictivo (daño moral o material).
Sólo cabe la responsabilidad civil cuando
se ha declarado previamente la penal, de
ahí la importancia de la sentencia, tal y como se explicará posteriormente.
26
II.
FASES DE LA ABSOLUCIÓN
En nuestro procedimiento penal, por
hechos tipificados como delito, existen
dos fases muy bien diferenciadas: Una primera, de instrucción o investigación judicial de los hechos supuestamente delictivos y que han sido objeto de denuncia. Y,
una segunda, de enjuiciamiento. En la primera fase, la cual se da inicio en el momento que la autoridad judicial tiene
conocimiento de un hecho que puede revestir los elementos típicos de un delito,
el juez recaba toda la información que es
necesaria para determinar la imputación
del presunto responsable de los hechos y
preparar así el futuro juicio oral. En este
momento procesal el juez debe determinar la participación que el denunciado ha
podido tener en el hecho objeto de instrucción, asegurar su presencia en el juicio, si fuere necesario, y asegurar las
posibles responsabilidades civiles que ese
mismo hecho pudiera originar. Una vez
concluida esta fase, el juez instructor dicta
auto de apertura de juicio oral y el imputado pasa a tener la condición de acusado,
remitiéndose a otro órgano judicial las actuaciones para que proceda a su enjuiciamiento. Recibido el expediente penal con
las piezas de convicción, es cuando se da
inicio a la segunda fase, que tiene por finalidad determinar la culpabilidad o inocencia del acusado. Es en esta fase donde
se van a practicar todas las pruebas necesarias para que el juez o tribunal dicte
sentencia, que podrá ser condenatoria o
absolutoria. No cabe un pronunciamiento
distinto de éstos, ni resolución judicial diferente que la de sentencia (no puede
dictarse auto de sobreseimiento por ejemplo). Sin embargo, en las infracciones calificadas como faltas sólo existe una fase
que es la del juicio, sin que exista instrucción previa, aunque se aplican los mismos
principios que para el enjuiciamiento por
delito. Así el artículo 742 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que: "En la
© LA LEY
A BSOLUCIÓN
sentencia se resolverán todas las cuestiones que hayan sido objeto del juicio, condenando o absolviendo a los procesados,
no sólo por el delito principal y sus conexos, sino también por las faltas incidentales de que se haya conocido en la
causa, sin que pueda el Tribunal emplear en este estado la fórmula del sobreseimiento respecto de los acusados a
quienes crea que no debe condenar.
También se resolverán en la sentencia todas las cuestiones referentes a la
responsabilidad civil que hayan sido objeto del juicio.
Lo dispuesto en el párr. 5º artículo
635 sobre el destino de las piezas de convicción que entrañen, por su naturaleza,
algún peligro grave para los intereses
que en el mismo se expresan, será aplicable a las sentencias absolutorias."
En cuanto al contenido de la sentencia, el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, establece que "El Tribunal, apreciando, según su conciencia las
pruebas practicadas en el juicio, las razones expuestas por la acusación y la
defensa y lo manifestado por los mismos
procesados, dictará sentencia dentro del
término fijado en esta ley.
Siempre que el Tribunal haga uso del
libre arbitrio que para la calificación del
delito o para la imposición de la pena le
otorga el Código Penal, deberá consignar si ha tomado en consideración los
elementos de juicio que el precepto aplicable de aquél obligue a tener en
cuen ta."
Sobre la base de este artículo el tribunal sentenciador sólo puede fundamentar
su sentencia valorando las pruebas practicadas en el acto del juicio oral y en aras al
principio de contradicción e inmediación.
Ambos principios exigen que todas las
© LA LEY
pruebas puedan ser debatidas por las partes procesales y con cierta inmediatez, lo
que facilita la labor de enjuiciamiento del
tribunal. Existen contadas excepciones en
las que el juez o tribunal puede tener en
cuenta pruebas realizadas en la fase de
instrucción, y ante el juez instructor, como
sería el caso de las pruebas preconstituidas (declaración de un testigo con enfermedad grave que puede morir antes de
celebrarse el juicio, o el testigo que prevea
que en esa fechas presumiblemente hará
un viaje que le impida acudir al juicio, entre otros supuestos). En cualquier caso,
esa prueba se debe documentar y hacerse
de la misma forma y manera que se realizaría ante el tribunal sentenciador; es decir, en presencia del acusado, su abogado
y el Ministerio Fiscal y acusación si estuviese personada. No obstante lo cual, las
partes acusadoras deben hacer valer nuevamente esta prueba en el acto del juicio,
aunque se hace como prueba documental. En la sentencia, sea condenatoria o
absolutoria, el juez debe explicar las razones que le han llevado a absolver o a condenar al acusado sobre la base de las
pruebas practicadas en el acto del juicio; a
esto se le llama el razonamiento jurídico
de la absolución o condena.
III.
EFECTOS DE LA ABSOLUCIÓN
Cuando se dicta una sentencia absolutoria, ésta tiene unas consecuencias de
diversa índole, que puede afectar a dos esferas bien diferentes: la penal y la civil. En
cuanto a la penal, si el acusado está en situación de prisión provisional será puesto
inmediatamente en libertad, así el artículo. 983 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que: "Todo procesado absuelto por la sentencia será puesto en
libertad inmediatamente, a menos que el
ejercicio de un recurso que produzca
efectos suspensivos o la existencia de
otros motivos legales hagan necesario el
27
A BUSO DE AUTORIDAD (DERECHO PENAL)
aplazamiento de la excarcelación, lo
cual se ordenará por auto motivado."
Cuando la sentencia es firme; es decir,
que no es objeto de recurso, produce un
efecto de cosa juzgada formal y material.
El primer caso puede ser, o bien porque
la resolución no sea susceptible de recurso alguno, o bien porque se hayan agotado
todos los recursos previstos por la ley. Y,
en cuanto a la segunda, la cosa juzgada
material impide que se pueda iniciar un
segundo proceso por el mismo hecho (siguiendo el ejemplo que se exponía al principio de la exposición de la voz sobre la
diferencia entre hecho y delito: la muerte
de una persona, aunque se le califique de
forma diferente: asesinato en vez de homicidio) y contra el mismo acusado, pero
nada impediría que se iniciara otro proceso por ese mismo hecho contra otro sujeto distinto del que ha sido absuelto. Por
ello, tal y como se dijo anteriormente, lo
verdaderamente importante es el hecho y
no el delito, que puede ser calificado de
forma diferente.
En cuanto a la acción civil, la consecuencia es que ésta queda imprejuzgada si
la sentencia es absolutoria, sólo cuando se
condena al acusado es cuando se resuelve
la cuestión civil, y se hace sobre la base de
la normativa civil. Lo que hace que nazca
la responsabilidad civil no es el delito en
sí, sino el hecho que ha sido probado en
la causa penal y por el que ha sido condenado el acusado. Como se puede comprobar la acción civil depende de la penal, por
lo que si ésta no se ejercita, tampoco se
podrá promover la acción civil en el procedimiento penal, aunque esto no es obstáculo para que el perjudicado pueda
acudir al procedimiento civil para hacer la
reclamación oportuna. Ahora bien, no sucede lo mismo en el caso contrario, la
acción penal no depende en ningún caso
de la civil, de ahí que el artículo 117 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal establezca
28
que: "La extinción de la acción civil tampoco lleva consigo la de la penal que
nazca del mismo delito o falta. La sentencia firme absolutoria dictada en el
pleito promovido por el ejercicio de la
acción civil, no será obstáculo para el
ejercicio de la acción penal correspondiente". El perjudicado por el delito o falta
puede renunciar a la acción civil o reservarla para hacerla valer en el proceso civil.
FRANCISCO MANUEL OLIVER EGEA
ABUSO DE
AUTORIDAD
(DERECHO PENAL)
I. CONCEPTO • II. ELEMENTOS •
III. FUNDAMENTO
I.
CONCEPTO
El abuso de autoridad es una circunstancia modificativa de la responsabilidad
criminal que agrava la misma cuando el
sujeto se vale de su cualidad de funcionario o servidor público para cometer un
delito. El abuso de autoridad no se aplica
en los delitos cometidos por funcionarios
públicos, por ser inherentes al tipo penal.
En estos casos la cualidad de funcionario
público es un elemento del tipo.
Esta circunstancia agravante, de carácter genérica, está recogida en el artículo 22
del código penal, el cual dispone que:
"Son circunstancias agravantes 7ª) Prevalerse del carácter público que tenga el
culpable". Como se puede comprobar de
la propia dicción literal del precepto lo
que justifica la agravación de la pena es
que el sujeto realiza una acción prevaliéndose de su cualidad de funcionario público.
No existe modificación alguna en su
regulación con respecto al código penal
© LA LEY
A BUSO DE CONFIANZA
anterior. Su naturaleza guarda similitud
con el abuso de superioridad y de confianza, aunque en este caso es la confianza
que la Sociedad ha depositado en el funcionario. Es necesario que el sujeto ponga
ese carácter al servicio de sus propósitos
criminales, de modo que, como ha declarado la jurisprudencia en lugar de servir al
cargo se sirve de él para delinquir, aprovechando su cualidad, pero no dentro de
la actividad propia de sus funciones. Se ha
dicho en alguna ocasión que esta agravante es una modalidad de la alevosía. Sin
embargo, esto no es exacto por dos razones: la primera, es que esta agravante se
puede apreciar en delitos que no sean
contra las personas, característica ésta típica de la alevosía; y, en segundo lugar,
que la alevosía puede ser compatible con
el agravante de abuso de autoridad, por
ejemplo cuando un funcionario de policía
golpea de forma contundente a un detenido sin razón alguna: en estos casos se
tendrán en cuenta ambas agravantes.
el fundamento con el quebrantamiento de
la lealtad exigible al sujeto. Lo realmente
decisivo e importante es que concurra en
el agente la finalidad de utilizar, para cometer el delito, su condición de funcionario público en beneficio propio. La agravante de abuso de autoridad se da en
aquellos hechos ilícitos que el sujeto realiza dentro de la esfera de la actuación
pública, pero fuera de su campo de atribuciones propias. En estos casos el funcionario se aprovecha de su oficio, pero
no abusa de él al ejecutar el acto en una
actividad que cae fuera de su función específica.
II.
Betrayal of trust
ELEMENTOS
Dos son los elementos que deben
concurrir para apreciar esta agravante. En
primer lugar, el elemento objetivo, en virtud del cual el sujeto tenga la cualidad de
funcionario público o servidor de la función pública; y, el segundo, el elemento
posicional, por el cual el sujeto aprovecha
esa posición de funcionario y las ventajas
que su cargo le da para cometer el delito.
III.
FUNDAMENTO
El fundamento de la agravación no es
fácilmente identificable. La pena no se incrementa porque el delito lesione, además del bien jurídico que específicamente
proteja la norma penal, la función pública,
pues es aceptado por toda la doctrina que
el autor ha de actuar en beneficio propio
y en ámbitos que no suponen ejercicio de
esa función. Tampoco puede identificarse
© LA LEY
FRANCISCO MANUEL OLIVER EGEA
Véase también: "Agravantes".
ABUSO DE
CONFIANZA
El abuso de confianza es una circunstancia modificativa de la responsabilidad
criminal que agrava la pena del sujeto activo del delito cuando aprovechando la
relación de confianza, existente entre éste
y la víctima, realiza un comportamiento
delictivo. Ésta relación de confianza es lo
que facilita al ofensor la perpetración del
delito en perjuicio del ofendido, quebrantando el deber de lealtad originada por esa
relación de cercanía entre ambos.
Hay que diferenciar entre las circunstancias agravantes o atenuantes genéricas,
que son aquellas que concurren junto con
el hecho delictivo como elementos accidentales del mismo y sin el cual el delito
existiría igualmente, y las circunstancias
agravantes o atenuantes específicas que
contempla la norma penal y que condicionaría la existencia del delito previsto en el
29
A BUSO DE CONFIANZA
tipo penal. Aquí nos encontramos ante un
tipo de atenuante genérica.
Las circunstancias agravantes son
aquellas que cuando concurren en la realización del comportamiento delictivo, ya
sea en un aspecto objetivo, ya en su vertiente subjetiva, provoca un aumento
cuantitativo de la pena. El fundamento legal a este aumento de la pena descansa en
que existe un mayor reproche penal en la
conducta del agente cuando estamos ante
circunstancias subjetivas del delito, o un
mayor desvalor del injusto típico cuando
nos encontramos ante aspectos objetivos
del hecho.
El Código Penal en su artículo 22.6
contempla el abuso de confianza como
una circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal de carácter agravante genérica, cuando dispone que: "Son
circunstancias agravantes: Obrar con
abuso de confianza."
El concepto "confianza" utilizado por
el código se extiende, como así lo ha reconocido la jurisprudencia, a la familiaridad de trato; es decir, que el sujeto activo
aprovecha la cercanía que tiene con la víctima para cometer el delito. Se exige, por
tanto, que exista una relación de confianza
o de familiaridad en el trato y que se abuse
de ella, faltando el autor del hecho a los
deberes de lealtad y fidelidad. Esta relación hace que el sujeto ejecute el hecho
con más facilidad y éxito, lo que comporta
un plus de culpabilidad.
La lealtad quebrantada o cercenada
puede corresponder a especiales relaciones o vínculos profesionales, laborales, de
servicio, dependencia, subordinación, comunidad, convivenciales, de amistad,
compañerismo o equivalentes. Sin embargo, todas estas causas enumeradas que
originan una especial o estrecha relación
entre sujetos, deben interpretarse de for-
30
ma restrictiva si se quiere aplicar como
agravantes genéricas. Por tanto, sólo podrá operar la misma en aquellos supuestos
en los que el sujeto pasivo haya otorgado
al activo acceso a los bienes jurídicos lesionados por éste, en virtud de una confianza de la que se abusa con quiebra de
los deberes de lealtad y fidelidad derivados de aquella.
Esta circunstancia agravante no puede
ser apreciada en aquellos delitos en los
que la relación de confianza es inherente
al tipo penal, como sería en los delitos de
estupro, corrupción de menores y estafa.
En estos casos, la relación familiar o de
cercanía existente entre el ofensor y el
ofendido por el delito, es la base del acto
delictivo. Tampoco se podría apreciar en
aquellos tipos penales en los que la propia
norma contempla el abuso de confianza:
por ejemplo en el delito de estafa del artículo 250.7 del Código Penal, que castiga
con pena de uno a seis años y multa de seis
a doce meses, cuando la estafa se cometa
abusando de las relaciones personales
existentes entre víctima y defraudador, en
estos casos se impone mayor pena que
para el tipo básico (artículo 249: de seis
meses a cuatro años). Esta regla de no
aplicación de la agravante genérica se extrae del artículo 67 del Código Penal cuando se dice que "las reglas del artículo
anterior no se aplicarán a las circunstancias agravantes o atenuantes que la
ley haya tenido en cuenta al describir o
sancionar una infracción, ni las que
sean de tal manera inherentes al delito
que sin la concurrencia de ellas no podría cometerse".
FRANCISCO MANUEL OLIVER EGEA
Véase también: "Agravantes".
© LA LEY
A BUSO DE SUPERIORIDAD
ABUSO DE
SUPERIORIDAD
I. CONCEPTO • II. ELEMENTOS
I.
CONCEPTO
El abuso de superioridad es una circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal que agrava la pena del
sujeto activo del delito. Ésta relación de
superioridad es lo que facilita al ofensor la
perpetración del delito en perjuicio del
ofendido, disminuyendo o debilitando la
posibilidad de defensa.
Cuando el legislador contempla una
figura delictiva dándole forma legal, la pena es una de las partes esenciales de la
misma. En ella, para medir su graduación
y proporcionalidad con el hecho típico
contemplado en la norma, debe atenderse
no sólo a la gravedad objetiva del delito, al
grado de participación que haya tenido el
delincuente, y su personalidad, sino también a la concurrencia de elementos accidentales o concurrentes que puedan
suponer una disminución de la imputabilidad del sujeto o un aumento o disminución de su culpabilidad o, incluso, a un
aumento o disminución de la antijuridicidad de su conducta. En estos últimos casos estaríamos ante las circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, las cuales pueden agravar (circunstancias agravantes) o disminuir (circunstancias atenuantes) la pena.
No obstante lo cual, hay que diferenciar entre las circunstancias agravantes o
atenuantes genéricas, que son aquellas
que concurren junto con el hecho delictivo como elementos accidentales del mismo y sin las cuales el delito existiría
igualmente, y las circunstancias agravantes o atenuantes específicas que contempla la norma penal y que condicionarían la
© LA LEY
existencia del delito previsto en el tipo
penal.
Las circunstancias agravantes son
aquellas que, cuando concurren en la realización del comportamiento delictivo, ya
sea en un aspecto objetivo, ya en su vertiente subjetiva, provocan un aumento
cuantitativo de la pena. El fundamento legal a este aumento de la pena descansa en
que existe un mayor reproche penal en la
conducta del agente cuando estamos ante
circunstancias subjetivas del delito, o un
mayor desvalor del injusto típico cuando
nos encontramos ante aspectos objetivos
del hecho.
El abuso de superioridad es una circunstancia agravante genérica. El artículo.
22.2 del Código Penal establece que:"Son
circunstancias agravantes: Ejecutar el
hecho mediante disfraz, con abuso de superioridad o aprovechando las circunstancias de lugar, tiempo o auxilio de
otras personas que debiliten la defensa
del ofendido o faciliten la impunidad del
delincuente".
Esta agravante ha planteado problemas interpretativos para diferenciarla con
la alevosía, ya que en ambos casos se produce una superioridad del autor del delito
frente a la víctima. La diferencia básica podemos encontrarla en que en la alevosía
se buscan los medios que debiliten a la
víctima y le den mayor superioridad al sujeto activo, o que aproveche los medios
que tenga a su alcance, y en el abuso de
superioridad, se tiene en esencia, esa supremacía sobre la víctima sin necesidad de
buscarla
II.
ELEMENTOS
Son dos los elementos que deben concurrir para aplicar esta agravante: La primera, es que se dé esa situación de
superioridad física o anímica del agresor
31
Descargar