Comienzo del desapoderamiento atenuado del concursado. Publicado en el periódico La Ley del 16-3-2010 Por Claudio Alfredo CASADÍO MARTÍNEZ I. Proemio. En anteriores oportunidades hemos abordado la cuestión atinente a los actos que puede o no realizar validamente el concursado durante las distintas etapas del desapoderamiento: atenuado, atenuadísimo y pleno1. Al respecto recordemos que el desapoderamiento como instituto concursal adquiere distintas facetas o intencidad: una atenuada, durante la tramitación del concurso preventivo propiamente dicho; otra plena, en la quiebra donde acontece el desapoderamiento y a ello debemos agregar una tercera: “atenuadísimo” 2 denominación que hemos utilizado para denominar las limitaciones que posee el concursado en su accionar luego de la homologación del acuerdo y durante la etapa de cumplimiento del mismo. Y respecto de la primera de éstas es que se refiere el fallo que hoy comentamos. II. Normativa del desapoderamiento atenuado. Recordemos que bajo esta denominación se designa la etapa en que si bien el deudor mantiene la administración de su patrimonio mientras intenta arribar a una solución con sus acreedores para lograr salir del estado de “cesación de pagos” en que se encuentra inmerso, se ve en cuanto a los actos puede realizar. De allí la denominación de atenuado ya que hay actos que puede realizar per se, otros que se encuentran expresamente prohibidos y un tercer grupo para el cual necesita indefectiblemente de autorización judicial. Así, conforme dimana del art. 16 LCQ debe requerir previa autorización judicial para realizar aquellos actos “que excedan de la administración ordinaria de su giro comercial” y tiene prohibido “realizar actos a título gratuito o que importen alterar la situación de los acreedores por causa o título anterior a la presentación”. Se ha expresado3 que en la vigilancia ejercida por el funcionario concursal como en la limitación de los actos de administración y disposición del patrimonio, radica el “desapoderamiento atenuado del concurso preventivo”. 1 Casadío Martínez, Claudio; “Ineficacia de los contratos celebrados por el concursado luego de la homologación del acuerdo”, La Ley del 18-8-09; “Concursamiento de un deudor sin actividad productiva y su legitimación al ser desplazado de la administración” La Ley del 15-8-08 y “Separación de la administración del concursado durante el “desapoderamiento atenuadísimo” La Ley del 2-10-09. 2 al respecto consultar Casadío Martínez, Claudio; “Separación de la administración del concursado durante el “desapoderamiento atenuadísimo” La Ley del 2-10-09. 3 Buazá de Pina, Dolly, “Desapoderamiento –atenuado y pleno- e incautación” en Tratado del Síndico Concursal, Graziabile Dario (Dir) Abeledo Perrot 2008, pag. 388. Ahora bien este precepto se encuentra en la Sección II (Efectos de la apertura), del capítulo II (Apertura) del Título II (Concurso Preventivo), cuestión sobre la que volveremos mas adelante. III. El iter previo al inicio del desapoderamiento. Hasta aquí no existen discrepancias ni dudas, más allá de que existan actos que puede debatirse si corresponde sean considerados como de administración o de disposición, empero a poco que se analice la cuestión surge el problema de determinar cuando comienza efectivamente el mismo. Veamos. En otra oportunidad4 hemos consideraremos el lapso de tiempo transcurrido desde la petición de formación del concurso del deudor dividido en 3 etapas: desde aquella presentación hasta la sentencia de apertura, que llamaremos A; desde ésta hasta su “comunicación” (sea por oficio o notificación a los interesados o la publicación edictal que efectúa la comunicación erga omnes) que denominaremos B; y al período posterior lo designaremos como C, y que es donde se producen los efectos genéricos del proceso universal. Desde un punto de vista gráfico tenemos: Cabe analizar entonces que ocurre con los actos que realiza el concursado o terceros que afectan indirectamente su patrimonio durante los lapsos de tiempo A y B, por cuanto los indicados en C son los específicamente regulados por la LCQ. IV. Actos realizados entre la petición y la sentencia. El caso “Guevara Lynch” Desde una perspectiva histórica podemos decir que en una primera etapa la jurisprudencia fue renuente a admitir la validez de estos actos. Entonces efectuada la petición de formación del concurso preventivo comenzaban los efectos del desapoderamiento. En tal senda se resolvió que es la fecha de presentación y no la de la apertura del concurso, la que determina el período de inalterabilidad de la situación de los acreedores 4 Casadío Martínez, Claudio “Validez de los actos del concursado, fallido o terceros que modifican la situación patrimonial del deudor posterior a la solicitud de apertura del proceso universal y en especial la situación de los cheques librados y no cobrados” en Biblioteca Infobae profesional, Doctrina Societaria y Concursal Nº 4 pag. 115. por causa o título anterior, y por ello la ineficacia alcanza a los actos que van desde la presentación del concurso5. Asimismo la Sala A de la CNCom. adhiriendo a esta corriente, expresó que la prohibición de alterar la situación de los acreedores rige, tanto para el deudor como para el acreedor desde la presentación en concurso preventivo, y su aplicación debe extenderse a todo crédito de causa anterior a dicho concursamiento6, criterio que también fue seguido en precedentes más remotos por las Salas E7 y C8 de la CNCom. Empero una pequeña apertura se vislumbró al admitirse el pago efectuado por el concursado en un juicio ejecutivo, en la etapa de cumplimiento de la sentencia, atento sostenerse que tal pago no puede equipararse a un pago voluntario. Por ello aun cuando haya sido con posterioridad a la presentación es oponible al concurso, ya que es la sentencia declarativa y no la presentación la que inmoviliza las diligencias de contenido ejecutorio que se estuvieran intentando contra el deudor9. Repárese que el fundamento para reconocer la validez del pago radica en que no se ha operado la suspensión de los juicios de contenido patrimonial. A partir de aquel precedente podemos decir que la jurisprudencia capitalina comenzó a realizar una interpretación más flexible del precepto. Así, en la causa “Guevara Lynch”, ante la venta de un inmueble realizada por el deudor en este período, se expresó que como corresponde partir del supuesto de que todo acto jurídico se presupone que ha sido hecho de buena fe, quien afirme lo contrario debe probarlo. Además se postula que de lo que se trata es de encontrar una solución investida del valor justicia y dar seguridad jurídica a la transacción realizada entre la presentación en concurso preventivo y la apertura del mismo, período durante el cual el tercero no estaba en condiciones de conocer la situación concursal del vendedor10. No obstante en el mismo precedente, en disidencia, la minoría sostuvo que si el deudor vendió un bien registrable luego de su presentación en concurso preventivo, alterando la situación de los acreedores por causa o título anterior a la presentación, carecía de legitimación para efectuar ese acto legalmente prohibido y carece de relevancia la eventual buena fe del contratante in bonis. Graziabile11 comentando este fallo sostiene que la disidencia adopta la tesis a la que adhiere, es decir que los efectos patrimoniales del concurso preventivo (o desapoderamiento atenuado), se cumplen a partir de la sentencia que abre dicho proceso universal, con efecto retroactivo a la presentación de la demanda. V. Actos realizados entre la sentencia y la notificación o publicación de edictos. 5 C. Civ. Com. Minas Paz y Trib. Mendoza, 1ª, 28/04/1997, -Infra Construcciones S.R.L - JA 2001-I-síntesis. 6 CNCom. A, 10/09/2003, Jugos del Sur S.A. v. Banco de la Nación Argentina s/concurso preventivo, incidente de reintegro de fondos - JA 2004-II-98. 7 CNCom. E, 03/02/1988, Ingeniería Tauro SAICIF s/ Concurso, Actuaciones sobre restitución Documento Nº: 11.10471 LexisNexis CD 8 CNCom. C, 15/08/1991, Hipermédica SA s/ Concurso v. Banco Argenfe, Inc. de ineficacia de acto - Documento Nº: 11.15011 LexisNexis CD 9 CNCom. E, 20/11/1991, Distribuidora Cabal SA s/ Quiebra v. Bodegas y Viñedos Giol EEIC s. Ordinario, Documento Nº: 11.15670. 10 CNCom. B, 26-4-05, Guevara Lynch Matías Roque s/Quiebra, Voto de la mayoría en DJ 2005-2, 983, 11 Graziabile, Darío J., “Efectos patrimoniales del concurso preventivo. El llamado "desapoderamiento atenuado" “ DJ 2005-2, 983 Si la situación antes analizada despierta suspicacias, mayores dudas plantean los actos realizados en este período. No obstante también se ha comenzado a transitar una senda de apertura al admitirse, por ejemplo la validez de pagos de cánones locativos realizados a la fallida antes de la publicación de edictos12, lo que marcó un quiebra con la anterior jurisprudencia13. No obstante la apertura se efectúa es más estrecha, por cuanto la Sala B de la CNCom. con la misma composición que admitió la venta del inmueble in re “Guevara Lynch” resolvió, que en el caso de venta de un inmueble realizado en este lapso de tiempo, aun cuando no existía publicidad ni habían sido publicados los edictos correspondientes, si la compraventa tuvo lugar después del decreto de quiebra, correspondía decretar la ineficacia14. Los camaristas explican que el apartamiento del criterio sentado en el precedente “Guevara Lynch” se debió fundamentalmente a que allí se estaba ante un concurso preventivo mientras aquí es una quiebra y por otro lado aquel acto se desarrolló en el período que hemos llamado A y este en el denominado B. Comentando esta situación15 postulábamos que el concursado, no puede realizar válidamente actos durante este período de tiempo que alteren la situación de sus acreedores, atento la prohibición legal expresa consagrada por la LCQ, y muchos menos en el supuesto de una quiebra. VI. El fuero de atracción. A toda esta situación y completando la plataforma jurídico concursal en que debe desenvuelve el precedente que hoy glosamos, tenemos la ley 26086, que recordemos ha venido a disponer, a la par de vaciar prácticamente de contenido a este instituto que “la apertura del concurso produce, a partir de la publicación de edictos, la suspensión del trámite de los juicios de contenido patrimonial contra el concursado por causa o título anterior a su presentación, y su radicación en el juzgado del concurso…” Reiteramos, “a partir de la publicación de edictos”, es decir al comenzar nuestro período C. Ergo, antes de esa oportunidad no hay ni suspensión ni atracción de los juicios ejecutivos, únicos que en la actualidad son atraídos. VII. Plataforma fáctica. La demandada de en un juicio ejecutivo peticiona la formación de su concurso preventivo (inicio de nuestro período A). El tribunal de la ejecución procede a remitir tal proceso al tribunal concursal antes de la publicación edictal. Este último tribunal tuvo por desistido de la petición de concurso por deficiencias formales y devolvió el expediente a su juez original. Empero aquel desistimiento fue luego revocado por la Alzada, decretándose en consecuencia la apertura del concurso (inicio del período B). 12 CNCom. E , 06/07/2005, Cooperativa de Trabajo Arepalba Ltda. s/inc. de rev. en: Compañía Arenera Río Luján S.A. s/quiebra, LA LEY 2006-A, 176 13 Respecto de esta cuestión consultar, Sciglitano Natalia Laura, “Actos realizados entre la presentación y apertura del concurso. Nuevos criterios judiciales” en Biblioteca Infobae profesional, Doctrina Societaria y Concursal Nº 2 pag. 143 14 CNCom. B, Caoba Sociedad de Hecho s/Quiebra, Expediente de elevación a Cámara, “Conflictos en la insolvencia” Ad Hoc pag. 327. 15 Casadío Martínez, Claudio “Validez de los actos…” op. cit.. Ahora bien, estando la ejecución radicada ante su juez original, luego de la devolución efectuada, el ejecutante solicita libranza de cheque (presumiblemente por un embargo) y que, lógicamente es aceptada por el magistrado de la ejecución ya que repárese que aún no se tomo conocimiento del nuevo estado en que se encontraría el demandado, ya que esto aconteció luego de la sentencia de cámara revocatoria del desistimiento. Devueltos los autos ejecutivos el juez concursal este intimó a la actora a restituir tales sumas con fundamento en lo normado por los arts. 16 y 21 LCQ, negándose esta última, recurriendo ante la Cámara de Apelaciones tal decisión. Los argumentos centrales del apelante fueron que la primera de aquellas normas sólo es aplicable con respecto a los actos realizados por la concursada, mas no, como el caso, a aquéllos realizados por un tercero. Asimismo postula que el nuevo art. 21 sólo resulta aplicable a partir de la publicación de de edictos, y no desde la apertura del concurso. Al respecto recuerda que los edictos no habían sido aún publicados al momento del retiro del cheque cuyo importe se le ordenó restituir. VIII. La decisión de la Cámara. La Alzada expresa que como el cobro realizado en el proceso ejecutivo, si bien lo fue con anterioridad a la publicación de edictos, aconteció con posterioridad al pedido de concursamiento, resultó ineficaz en orden a lo establecido por el art. 16 LCQ. Remarcan que el estatuto falimentario, a diferencia de lo que acontece con el fuero de atracción, cuyo inicio postulan es discutido si acontece desde la apertura, o desde la publicación edictal, no deja lugar a dudas en cuanto a que el régimen de administración concursal, específicamente en lo referido a los actos prohibidos contemplado por el artículo 16 LCQ, opera desde la petición de formación del concurso preventivo. A continuación ratifican que la previsión legal rige tanto respecto del deudor como de los acreedores, caso contrario se consagraría un modo elíptico de violar la prohibición legal. IX. Nuestra opinión. En primer lugar cabe indicar que como expusimos en el punto VI precedente estimamos que la ley (acertadamente o no) dispone que el fuero de atracción y suspensión comience desde la publicación edictal y no antes. Estimamos que ello se debe fundamentalmente a la intención del legislador de evitar presentaciones de peticiones de concursos “de apuro” sobre el filo de subastas para conseguir la suspensión de las mismas y que conforme nuestra experiencia eran habituales antes de la reforma. En segundo lugar, con referencia a la cuestión de fondo abordada por la Alzada estimamos que tal como supra expresáramos ningún acto del deudor puede ser considerado válido desde su petición de formación de concurso. Empero los actos de terceros, como en el caso comentado, la cuestión no es tan sencilla y la solución a cada caso debería depender de las circunstancia concretas de cada uno, y nos atrevemos a decir que en un supuesto como el presente debería ser admitido como válido. Claro esta que hay situaciones en que es difícil determinar si un acto es de un tercero o del concursado. Así la compraventa del caso “Guevara Lynch” ¿no la realizan indefectiblemente dos partes? ¿Entonces como catalogarlo? Graziablile expresa, glosando aquel precedente16 que cualquiera sea la postura que sigamos respecto al comienzo del desapoderamiento queda un interrogante, y este es ¿cómo se resguarda el derecho del tercero adquirente cuando la enajenación realizada por el insolvente se produce antes de que el proceso concursal pueda oponerse erga omnes ? Por ello es que postula que lege ferenda debería producirse la inoponibilidad del acto realizado desde la presentación concursal hasta la publicación edictal si hubo conocimiento del estado de cesación de pagos por parte del tercero adquirente o ante una quiebra indirecta por frustración del proceso preventivo, el período de sospecha y la retroacción deberían partir, no en la presentación en concurso preventivo sino de la fecha del último edicto publicado, para así poder aplicar las acciones de inoponibilidad falenciales. En principio esta sería la solución correcta, pero traspolando esta propuesta al caso concreto cabe preguntarnos: el conocimiento de una presentación en concurso rechazada por el juez –aunque apelada- ¿implica conocimiento del estado de cesación de pagos? Parecería que la respuesta afirmativa debería imponerse, entonces ¿ante toda presentación en concurso se debe producir una inmovilización patrimonial hasta la firmeza del rechazo? Estimamos que no ¿entonces? X. Colofón. La diferencia temporal existente entre la presentación, al resolución de apertura y la publicación de edictos, aún sin mediar instancias recursivas como aconteció en el precedente glosado puede llevar a inequidades, como estimamos aconteció con lo resuelto en este caso. Seria preferible que la LCQ estableciera pautas mas claras respecto a estas situaciones que en definitiva pueden terminar lesionando derecho de terceros. 16 Graziabile, D. op. cit.