EL NUEVO CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION Y EL DIVORCIO Por Jorge L. KIELMANOVICH* El Código Civil que actualmente nos rige (Ley 340 con sus modificaciones) regula al divorcio (y separación personal que, a diferencia del primero, no disuelve el vínculo ni restablece, por tanto, la aptitud nupcial) o bien como una sanción que se dispone luego de la tramitación de un proceso judicial que culmina con el dictado de una sentencia que lo declara como consecuencia de una conducta que se juzga disvaliosa; o ya, como un remedio que se impone en igual contexto ante la constatación de una situación objetiva de quiebre de la relación matrimonial, con independencia de toda idea de culpabilidad. En el primer caso, esto es, en el sistema del "divorcio sanción" se prevén asi en el actual Código (arts. 202 y 214, Cód. Civil) una serie de hechos o más bien causales "subjetivas" que autorizan a requerir la declaración del divorcio (o la separación personal) a partir de la comprobación de la culpabilidad del otro, sea en razón de su adulterio, de la tentativa en contra de la vida del otro o de los hijos, de la instigación al otro a cometer delitos, de las injurias graves o del abandono voluntario y malicioso del hogar conyugal que se le atribuye al otro cónyuge. En el segundo caso, en cambio, el "divorcio remedio" (y la separación personal) se estructura en el Código (arts. 203, 204, 214, 216 y 238, Cód. Civil) como una suerte de "remedio" con fundamento en la invocación y demostración de causales "objetivas" que prescinden de toda idea de culpa de parte de uno u otro cónyuge, en el caso, de que ha mediado interrupción de la cohabitación por un término de tres años (art. 214 inc. 2, Cód. Civil) o de dos años para la separación personal (art. 204, Cód. Civil); o de que existen alteraciones mentales graves de carácter permanente, de alcoholismo o de adicción a las drogas en el otro cónyuge que impiden la vida en común, o la del cónyuge enfermo con sus hijos (art. 203, Cód. Civil), sentencia que en este último supuesto dispondrá la separación personal y no el divorcio, si bien la misma podrá ser ulteriormente "convertida" en divorcio vincular (art. 238, Cód. Civil). Por otra parte, y encajado a medio camino pero dentro de una suerte de "divorcio remedio" (o separación personal), se encuentra también el denominado divorcio (o separación personal) por "presentación conjunta" (arts. 205, 215, 236, Cód. Civil), mal llamado divorcio "de común acuerdo", en el que ambos cónyuges, luego de transcurrido un plazo de tres años (art. 215, Cód. Civil) o de dos años para la separación personal (art. 205, Cód. Civil), contados desde la celebración del matrimonio, pueden solicitarlo con base en la existencia de causas graves que hacen moralmente imposible la vida en común, cuya expresión se reserva para el momento en el que el Juez las convoque a la primera de las dos Audiencias que se deben fijar, y cuyas "manifestaciones ... tendrán carácter reservado y no constarán en el acta" (art. 236, Cód. Civil). pudiendo incluir en su presentación acuerdos sobre tenencia y régimen de visitas; atribución del hogar conyugal; alimentos para los cónyuges e hijos; y sobre la liquidación de los bienes que integran la sociedad conyugal. Ahora bien, no se requiere de mayor lucidez para constatar que el conflicto que precedió al proceso, en el sistema del denominado "divorcio sanción", por la propia estructura y finalidad de éste, en lugar de apaciguarse se aviva y acrecienta durante su tramitación, puesto que, colocadas las partes en el imperativo de tener que invocar y probar a todo trance los hechos íntimos que habitualmente suceden en la vida conyugal y que aparejan la culpa a la que la ley subordina dicho efecto -so pena de que en su defecto no sobrevendrá el ansiado divorcio-, no dudan en echar mano, no solo de documentos, informes o peritos, sino del testimonio de amigos, de parientes y de extraños, que son llamados a reproducirlos descarnadamente en presencia del Juez, más allá de que, para algunos, la determinación del real responsable del fracaso conyugal sea o no una parodia de certeza judicial, o de que pueda hablarse de un solo "culpable" en el conflicto de la pareja. Por si ello fuera poco, esta modalidad de absoluta resolución adversarial del conflicto, no atrapa simplemente a quienes son y deben ser sus naturales protagonistas (los cónyuges) sino, y particularmente, a los hijos, comúnmente "entrampados" en esas disputas prolongadas de sus padres que sino generan, acrecientan, el daño psicológico que padecen o pueden padecer. A su turno la figura del "divorcio remedio" tampoco permite resolver adecuadamente o eficazmente el conflicto matrimonial, pues el dictado de la sentencia que viene en aparente auxilio de la pareja, sobreviene cuando para ello las partes han debido aguardar entre tanto los prolongados plazos que condicionan su pedido (tres o dos años desde la fecha de celebración del matrimonio), o ya el hecho objetivo de la fractura de la convivencia (tres o dos años de interrupción de la vida en común), sin olvidar la habitual simulación de culpas con la que deben encubrir la vaguedad de esas causas "que hacen moralmente imposible la vida en común", de modo de asegurarse el dictado de una sentencia que los divorcie -porque además la aplicación de ese singular "remedio" depende de que el juez considere que los motivos aducidos por las partes son suficientemente graves (art. 236, Cód. Civil)-, salvo que, puestos en una situación de convivencia intolerable ... recurran finalmente al sistema del "divorcio sanción" para zanjar bajo sus reglas sus "disputas" en un conflicto que ínterin escala en intensidad con la virtualidad ya vista. El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (Ley 26.994) que entrará en vigencia en Agosto de 2015 (aunque aspiramos a que se anticipe la vigencia de las normas sobre divorcio y alimentos), por el contrario, introduce un giro copernicano en materia del divorcio, pues, por un lado, suprime la figura de la separación personal y, por el otro, sustituye el actual sistema contencioso o adversarial del "divorcio sanción" y del "divorcio remedio", reemplazándolo por un procedimiento extracontencioso en el que dicha “petición” puede ser formulada en forma unilateral o bilateral por cualquiera o por ambos cónyuges (art. 437, Cód. Civil y Comercial), sin que para ello deba existir "causa" o motivo que pueda o deba de expresarse, pues la intervención del juez no está prevista para resolver un "conflicto" sino para acordar eficacia a esa voluntad que pone fin al matrimonio sin plazo y sin culpa. En efecto, el único requisito que se establece en el nuevo Código, es que la petición -no ya una "demanda", propia del proceso adversarial, aunque en algunos artículos inadvertidamente se emplea el término-, sea unilateral o bilateral, contenga, en el primer caso, una propuesta y en el segundo, un acuerdo, que regule los efectos derivados del divorcio, esto es, que contemple la atribución de la vivienda, la distribución de los bienes, las eventuales compensaciones económicas entre los cónyuges, las relativas al ejercicio de la responsabilidad parental, y en especial, la prestación alimentaria -sin perjuicio de las demás que pudiesen ser de interés para el o los cónyuges, v.gr. alimentos a favor de uno y otro. (art. 439, Cód. Civil y Comercial)-, y que se acompañen los elementos en que se funde la propuesta (v.gr. escrituras, partidas, recibos de sueldos, certificados de depósitos, etc.), pues solo la omisión de la propuesta o del convenio, como reza el artículo 438 del Código, impediría dar curso al trámite de divorcio, esto es, aparejaría la suspensión del procedimiento. Es más, el artículo 438 del nuevo Código dispone que "en ningún caso el desacuerdo en el convenio suspende el dictado de la sentencia", con lo que la sola petición de uno pone al Juez en el deber inexcusable de decretar liminarmente el divorcio, por más de que los ex cónyuges no puedan o no hayan podido acordar las restantes cuestiones, para lo cual podrán, en definitiva, promover separadamente las acciones que pudiesen corresponder, así por ejemplo, la de fijación de compensaciones económicas o de alimentos, etc. Es claro que el pedido de divorcio y propuesta que contiene, deberá comunicarse al otro cónyuge, a objeto de que éste pueda, si así lo considera, oponerse a la propuesta u ofrecer otra a su turno. La petición bilateral del divorcio supone, por el contrario, un pedido conjunto de parte de ambos cónyuges con un convenio común que regule los efectos del matrimonio, El Juez deberá dictar la sentencia de divorcio entonces, que tendrá efectos retroactivos al día de la notificación del traslado de la petición unilateral (que erróneamente el Código denomina "demanda") o de la petición conjunta de ambos cónyuges (art. 480, Cód. Civil y Comercial), aunque en el caso de que la separación de hecho sin voluntad de unirse hubiese precedido al divorcio, sus efectos se retrotraerán al día de esa separación, si bien siempre el Magistrado podrá modificarlos fundándose en la existencia de fraude o abuso del derecho, y sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe que no fuesen adquirentes a título gratuito, con lo que el divorcio sobreviene, diríamos anticipadamente a la resolución de las cuestiones que deben o pueden haberse comprendido en la propuesta o convenio regulador. Las propuestas o ya el convenio regulador, habrán de ser evaluados por el Juez, quien, en todos los casos, podrá rechazar su aprobación si lo considera contrario a “los intereses de los integrantes del grupo familiar” (art. 438, Cód. Civil y Comercial) y exigir, además, que se otorguen garantías reales o personales como requisito para su homologación, como lo dispone el artículo 440 del Código, debiendo convocar a los ex cónyuges a una Audiencia (art. 438, Cód. Civil y Comercial) en la que deberá procurar que ellos acuerden una equitativa regulación de las cuestiones comprendidas o que deben comprenderse en aquéllos, aun cuando pensamos que nada impediría que ulteriormente aquéllos lo modifiquen. Por último, se prevé en el nuevo Código que las sentencias de separación personal podrán "convertirse" en sentencias de divorcio (restableciendo la aptitud nupcial), sea a pedido de uno o de ambos cónyuges, en el primer caso, previo traslado al otro por el plazo de 3 días. Como se advierte, el nuevo Código simplifica los trámites del divorcio, y a nuestro juicio, puede contribuir a disminuir el alto grado del conflicto personal y familiar de la pareja que el proceso adversarial implica, reservando, en todo caso, esta vía para la decisión puntual de cuestiones que se refieran a los ya vistos efectos del divorcio. *El autor es Profesor Titular de Dcho. Procesal Civil en la Facultad de Derecho (UBA) y autor de diversas obras y publicaciones