La prescripción y la caducidad

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LA PRESCRIPCION Y LA CADUCIDAD
LUIS HERNÁNDEZ BERENGUEL
INTRODUCCION
El objeto del presente trabajo es el
estudio de las instituciones de la prescripción y de la caducidad en materia tributaria, vinculándolas a lo que establece la
doctrina civil y el Código Civil vigente.
Estrictamente, el trabajo se circunscribe a
la naturaleza jurídica de ambas instituciones y a si ella ha sido escrupulosamente recogida en nuestro Código Tributario,
en especial en lo que concierne al cómputo de los términos prescriptorios, así como
a la aplicación del artículo 2122 del
Código Civil en lo que a tributación se
refiere.
Este último artículo señala que “La
prescripción iniciada antes de la vigencia
de este Código, se rige por las leyes anteriores. Empero, si desde que entra en vigencia, transcurre el tiempo requerido en
él para la prescripción, ésta surte su efecto, aunque por dichas leyes se necesitare
un lapso mayor. La misma regla se aplica
a la caducidad”.
Ahora bien, resulta interesante analizar
el antecedente constituido por la norma de
derecho transitorio que sobre el particular
contenía el Código Civil de 1936, pero
previamente el concepto y la naturaleza
jurídica de la prescripción y la caducidad.
En tal sentido, este trabajo comprende
tres capítulos. El primero de ellos, referido al concepto y a la naturaleza jurídica
de la prescripción, con mayor énfasis en
la prescripción extintiva. El segundo, al
concepto y a la naturaleza jurídica de la
caducidad. El tercero, a la norma de derecho transitorio contenida en el artículo
2122 del Código Civil vigente, con referencia al antecedente que muestra el Código Civil de 1936, y a su aplicación en
materia tributaria, con especial incidencia
en cuanto al cómputo de los términos
prescriptorios.
19
CAPITULO I
LA PRESCRIPCION
CONCEPTO
Dos son las clases de prescripción conocidas. A saber, la prescripción adquisitiva o usucapión y la prescripción extintiva. Empero, resulta evidente que, aun
cuando se tratara a ambas clases de prescripción como instituciones jurídicas diferentes, cosa a la que haremos mención
más adelante, tiene que haber cuando
menos algún elemento común para conocerlas genéricamente como “prescripción”.
Vidal Ramírez (1) da una noción genérica de la prescripción, señalando “que es
un medio o modo por el cual, en ciertas
condiciones, el transcurso del tiempo
modifica sustancialmente una relación jurídica”, citando luego la definición de
Ennecerus, quien “entiende por prescripción en general el nacimiento y la terminación o desvirtuación de derechos en
virtud del ejercicio continuado o del no
ejercicio continuado y, en consecuencia,
distingue la prescripción adquisitiva -que
nosotros venimos llamando usucupativa o
simplemente usucapión- y la prescripción
extintiva”.
De lo expuesto se puede inferir que es
común a toda prescripción la noción de
“transcurso del tiempo” y de “modificación sustancial de una relación jurídica”
o, como lo señala Ennecerus, “el nacimiento y la terminación o desvirtuación
de derechos”. De manera que la prescripción es una de las tantas consecuencias o
(1)
(2)
20
efectos que genera el transcurso del tiempo y, por lo tanto, dicho transcurrir constituye un hecho jurídico. Es evidente que,
en este caso, se trata de un hecho jurídico
natural y no humano.
En la prescripción adquisitiva, un tercero adquiere la propiedad de otro por el
transcurso del tiempo, y éste, por la misma razón, pierde la propiedad que tenía
sobre la misma cosa. En la prescripción
extintiva, el transcurso del tiempo determina, como se verá más en detalle, según
la doctrina de que se trate, para unos, que
se extinga el derecho y la acción; para
otros, que se mantenga el derecho pero
que se extinga la acción; y, finalmente,
para un tercer grupo, que no se extingan
ni el derecho ni la acción, pero que, en
vía de excepción, se pueda oponer la
prescripción extintiva si el que tiene el
derecho ejerce la acción transcurrido el
término prescriptorio.
DOCTRINA DUAL SOBRE LA PRESCRIPCION
Tanto la prescripción adquisitiva
como la prescripción extintiva fueron legisladas, durante mucho tiempo, como si
fueran la misma institución jurídica. Al
respecto, Vidal Ramírez (2) menciona el
Código francés de 1804 y los Códigos,
aún vigentes, argentino y español, que
tratan a ambas clases de prescripción
como dos aspectos de una sola institución. Así, el artículo 2219 del Código francés establece que “la prescripción es un modo de adquirir o de liberarse por transcurrir un espacio de tiempo, en las condiciones determinadas por
la ley”. Esta posición ha sido conoci-
VIDAL RAMIREZ, Fernando, “La Prescripción y la Caducidad en el Código Civil Peruano” (Lima,
Cultural Cuzco S.A. Editores, 1985, p. 83).
Op. cit., p. 85.
da como doctrina unitaria de la prescripción.
En cambio, el Derecho Moderno recoge lo que se conoce como la doctrina
dual, que considera a la prescripción adquisitiva como una institución jurídica
distinta a la prescripción extintiva, tratándolas los Códigos modernos en libros,
secciones, títulos o capítulos diferentes.
Así, nuestro Código Civil de 1984 trata
de la prescripción adquisitiva, tanto mobiliaria como inmobiliaria, al legislar sobre los modos de adquisición de la propiedad, en el Libro V, que es el de los
“Derechos Reales” (Sección Tercera, Título II, Capítulo II, Sub-Capítulo V); en
tanto que regula la prescripción extintiva
en el Libro VIII, que es el de la “Prescripción y Caducidad” (artículos 1989 a
2002).
Igual acogimiento a la doctrina dual
muestra el Código Civil de 1936, que reguló la prescripción adquisitiva en el Libro Cuarto dedicado a los Derechos Reales, en tanto trató sobre la prescripción
extintiva en el Libro Quinto dedicado a
las Obligaciones. La diferencia con el
Código actual radica en que éste ha reservado un libro especial para normar la
prescripción extintiva y la caducidad excluyendo el tratamiento de dicha prescripción cuando legisla sobre las Obligaciones (Libro VI).
En la Enciclopedia Jurídica Omeba se
mencionan otros Códigos partidarios de la
posición unitaria, tales como el Código
austriaco, el chileno y el italiano de 1865,
señalando que el unitarismo se vitalizó
(3)
(4)
(5)
(6)
con los canonistas y con la escuela del
Derecho natural. (3) La misma Enciclopedia menciona como partidarios de la
teoría dualista a autores tales como Voet,
Yánez de Pariadorio, Heinecio, Bourjón,
Pothier, Savigny, Aubry y Rau, Messineo,
Julliot de la Morandiére, Lafaille, Salvat,
Spota, de Gásperi y Rezzónico. (4)
El Código Tributario peruano contiene
cinco artículos en materia de prescripción
extintiva, que exclusivamente integran el
Capítulo VI del Título VI del Libro Primero.
Ennecerus es nuevamente citado por
Vidal Ramírez, para destacar su posición
dualista, de la manera siguiente: “La opinión de Ennecerus, que resume la de la
doctrina alemana representa una corriente
doctrinal muy acentuada en cuanto a un
desarrollo dual de la prescripción; de un
lado, la adquisitiva o usucupativa y, de
otro, la extintiva o liberatoria. Así, dentro
de esta corriente doctrinal una u otra clase de prescripción no tiene en común sino
que ambas se fundan en el transcurso del
tiempo, pese al razonamiento atribuido a
Giorgi en el sentido de que nadie puede
conquistar un derecho si no es a expensas
de quien lo pierde, por lo que la prescripción sería adquisitiva y extintiva al mismo tiempo”. (5) El mismo Vidal Ramírez
se muestra partidario de la doctrina dual
por constituir cada clase de prescripción
un instituto jurídico distinto, aún cuando
no deja de reconocer que existe un sustento común, dado por el transcurso del
tiempo y el orden público. (6)
En esencia, como señala Vidal Ramírez, “Contra la posición sostenida por la
ENCICLOPEDIA JURIDICA OMEBA (t. XXIII, Buenos Aires, Driskill S.A., 1979, p. 880).
Op. cit., p. 880.
VIDAL RAMIREZ, op. cit., p. 84.
Op. cit., p. 84.
21
doctrina unitarista, que estima la prescripción como la transformación reconocida por la ley de una situación de hecho
a una situación de derecho por el transcurso del tiempo, la doctrina dualista sostiene que si bien tal transformación se
produce en la prescripción adquisitiva, no
ocurre lo mismo con la prescripción extintiva, porque en ésta la situación desvanece la situación jurídica como consecuencia del no ejercicio de la acción protectora del derecho”. (7)
Conviene citar la posición especial de
Bibiloni que, siendo partidario de la doctrina dualista, propone que ambas prescripciones sean legisladas conjuntamente.
Nosotros compartimos plenamente la
opinión sobre la existencia de diferencias
sustanciales entre la prescripción adquisitiva y la prescripción extintiva, que ameritan que ambas clases de prescripción
sean tratadas como dos instituciones jurídicas distintas, y que justifican la validez
de la doctrina dualista.
EFECTOS DE
EXTINTIVA
LA
PRESCRIPCION
El artículo 1989 del Código Civil vigente señala los efectos de la prescripción
extintiva, al expresar que ella “extingue la
acción pero no el derecho mismo”.
Sin embargo, en cuanto a los efectos de
la prescripción extintiva podemos citar
hasta tres posiciones diferentes. Estas ya
han sido anteriormente enunciadas, pero
convendría realizar un análisis de lo que
postulan.
Según una primera posición, la pres(7)
(8)
22
Op. cit., p. 88.
Op. cit., p. 96.
cripción extintiva produce el doble efecto
de extinguir un derecho y su acción. Vidal Ramírez cita a Coviello como un exponente de esta teoría, al indicar que para
él “la prescripción extinguía el derecho al
mismo tiempo que la acción, enfatizando
que la prescripción de la acción y la prescripción del derecho son conceptos equivalentes”. (8) La primera crítica que se
formula contra esta teoría, está referida al
primer efecto que la prescripción extintiva
produciría, cual es el de extinguir el
derecho. Los opositores a la teoría sostienen, lo que a nosotros nos parece válido,
que dicha prescripción no extingue el derecho; que el derecho se mantiene y que la
principal demostración de ello es que
constituya doctrina prácticamente unánime el que se pueda renunciar a la prescripción ya ganada.
Si se puede renunciar a la prescripción
ya ganada, pero previamente tal prescripción ya extinguió el derecho, de ser válida la primera posición que venimos comentando según la cual la prescripción
adquisitiva extingue el derecho y también
la acción, sostienen los opositores a esta
teoría que tal renuncia equivaldría a que
quien perdió el derecho lo estaría readquiriendo; resultaría entonces contradictorio hablar de “renuncia” cuando el efecto, consistente en la pérdida del derecho,
ya se produjo.
Mencionemos que nuestro Código Civil vigente establece en su artículo 1991
que se puede renunciar expresa o tácitamente a la prescripción ya ganada, en
tanto que en el artículo 1990 señala que el
derecho de prescribir es irrenunciable,
siendo nulo todo pacto destinado a impedir los efectos de la prescripción.
En rigor, si la prescripción operó, el
derecho ha quedado extinguido con arreglo a la primera teoría que venimos comentando, con lo cual existe quien perdió
el derecho y quien correlativamente ha
ganado un derecho por prescripción. Por
ejemplo, según el numeral 3 del artículo
2001 de nuestro Código Civil, prescribe a
los tres años la acción para el pago de
remuneraciones por servicios prestados
como consecuencia de un vínculo no laboral. Suponiendo que “A” le deba pagar
a “B” una suma “X” por servicios que le
prestó “B” y que no son de índole laboral,
correlativamente al derecho adquirido por
“B” de que se le pague la remuneración,
existe el deber jurídico (obligación) de
“A” de pagar tal remuneración. Si transcurren los tres años que menciona nuestro
Código Civil, de acuerdo con la primera
teoría que venimos comentando, “B” ha
perdido el derecho a cobrar la remuneración y, además, ha perdido la acción que
le franqueaba la ley para lograr tal objetivo, en tanto que “A” ha ganado el derecho de no pagarle a “B”. Si “A”, operada
la prescripción, renuncia a ella, “B” estaría readquiriendo el derecho. Pero en tal
caso, no sería propio hablar de “renuncia”, la que supone, estrictamente, que no
se haya perdido derecho alguno.
rándose partidario de esta última posición
pues; según él, “se trata de que -por razones que después se verán- al pasar cierto
tiempo inactivo o irreconocido el derecho,
el Ordenamiento lo deja a la buena voluntad del sujeto pasivo, retirando al titular el
poder de imponerlo a aquél”. (10)
Para Albaladejo no hay acuerdo sobre
si se extingue el derecho o la acción “o si
lo que ocurre es que subsistiendo uno y
otra, la llamada prescripción de los mismos, consiste sólo en que la ley faculta al
sujeto pasivo para que, amparándose en
el transcurso del tiempo, se niegue a hacer lo que debe, cuando se le reclame pasado el plazo de prescripción”, (9) decla-
Cabe señalar que el artículo 39 del
Código Tributario peruano, antes de su
modificación por el Decreto Legislativo
769, adscribía a la primera posición al
declarar que “El derecho de la Administración a determinar la deuda tributaria y
exigir su pago prescribe a los cuatro
años”, agregando que el término prescriptorio podía ser de diez años en dos cir-
(9)
(10)
(11)
(12)
Continúa Albaladejo, señalando que
“el no poder imponer un derecho no equivale necesariamente a su extinción, aunque sea un estado anormal, de excepcional debilidad del mismo”. (11) Agrega que
este punto de vista se adapta mejor a la
conciencia social, puesto que ésta no suele estimar que el derecho cese de existir
por el paso del tiempo e inclusive dicha
conciencia conceptúa desfavorablemente
a quien sólo se ampara en la prescripción
para no cumplir lo que debe; pero, además, dicho punto de vista “Explica perfectamente, y no mediante forzadas argumentaciones, cuestiones que después veremos, como la renunciabilidad de la
prescripción ganada (¿si el derecho se hubiese extinguido, es que lo adquiriría de
nuevo el antiguo titular, por la sola voluntad del sujeto pasivo, al renunciar éste
a la prescripción?) y la forma de operar
dicha prescripción, es decir, los efectos
de ésta”. (12)
ALBALADEJO, Manuel. “Derecho Civil” (t. I, vol. II, Barcelona, Librería Bosch, 1980, p. 484).
Op. cit., p. 484.
Op. cit., p. 485.
Op. cit., p. 485.
23
cunstancias especiales que al efecto señalaba expresamente, para terminar concluyendo que “El derecho a repetir lo indebidarnente pagado prescribe a los cuatro
años”. Vale decir que para la versión anterior del citado artículo 39, la prescripción extinguía el derecho, y por lo tanto
la acción, pese a que en el segundo párrafo del artículo 42 quedaba implícita la
posibilidad de renunciar a la prescripción
ganada, al disponer que “El pago voluntario de la obligación prescrita no da derecho a repetir lo pagado”.
Pero, ¿se extingue o no la acción?.
Para no tratar doblemente este aspecto,
conviene hacer mención de la segunda
posición o teoría sobre los efectos de la
prescripción extintiva. Esta posición ha
sido recogida por el Código Civil vigente,
cuando en su artículo 1989 expresa que la
prescripción extintiva “extingue la acción
pero no el derecho mismo”.
Concordantemente, el nuevo texto del
artículo 39 del Código Tributario, vigente
desde el 1° de abril del presente año, dispone que “La acción de la Administración
para determinar la deuda tributaria y
exigir su pago, prescribe a los cuatro (4)
años”, estableciendo para casos especiales -que expresamente menciona- términos prescriptorios de seis o diez años.
Empero, al tratar sobre la acción de repetición de que goza quien ha efectuado un
pago indebido o en exceso, no se refiere a
la extinción de la acción sino -al igual
que en el texto anterior del artículo 39-, a
la extinción del derecho, pues establece
que “El derecho a repetir lo indebidamente pagado prescribe a los cuatro años”,
expresando una contradicción que sólo
puede ser explicada por el apuro que se
mostró en la redacción del Libro Primero
(13) VIDAL RAMIREZ, op. cit., p. 96.
24
del Código Tributario y en su posterior
aprobación por el Decreto Legislativo
769.
Vidal Ramírez se muestra partidario de
esta segunda posición. Dice al respecto
que “Nosotros consideramos que la
prescripción extingue la acción y por ello,
adoptando posición, no sólo hemos precisado el concepto de acción (Supra N° 17)
entendiéndola como el poder jurídico de
acudir ante los órganos jurisdiccionales,
sino que además en relación a su naturaleza jurídica (Supra N° 18), nos hemos
adherido a la doctrina que ve en la acción
un derecho a la jurisdicción (Supra N°
18.3)”. (13) La acción resultarla ser un
derecho a la jurisdicción, distinto del
derecho subjetivo sustantivo o material.
Sin embargo, parece no resultar totalmente exacto -o cuando menos dudosoque la acción se extingue, por cuanto nada
impediría que quien dejó transcurrir el
tiempo accione contra quien resultó favorecido por la prescripción y que, inclusive, este último, como consecuencia de la
acción iniciada contra él, renuncie a la
prescripción ganada, en forma expresa o
tácitamente, o simplemente en ningún
momento invoque la prescripción, caso
éste último en el cual el juez, según el
artículo 1992 de nuestro Código Civil, no
podría fundar su fallo en la prescripción
no invocada. Recordemos, además, el segundo párrafo del artículo 1991 del Código vigente, en tanto define que hay renuncia tácita “cuando resulta de la ejecución de un acto incompatible con la voluntad de favorecerse con la prescripción”.
En materia tributaria tampoco es posible que se declare de oficio la prescrip-
ción, pues lo prohíbe el primer párrafo del
artículo 43 del Código Tributario. Tal
declaración sólo es posible si quien ganó
la prescripción la opone expresamente,
permitiendo -según el segundo párrafo de
dicho artículo- que tal oposición se formule por el contribuyente o por el responsable, o por sus representantes, en
cualquier estado del procedimiento administrativo o judicial que hubiera iniciado
para impugnar el intento de la Administración Tributaria de cobrar una deuda
tributaria.
Si el favorecido con la prescripción
extintiva renuncia a ella, como consecuencia de la acción iniciada contra él por
quien se perjudicó con el transcurso del
tiempo, estaríamos frente a un caso en
que queda demostrado que la acción no se
extinguió. Si de otro lado, no existe
ninguna prohibición para que tal acción
se produzca una vez operada la prescripción, y por el contrario nuestro Código
Civil permite que se ejerza la acción desde que señala que el juez no puede fundar
sus fallos en una prescripción no invocada “lo que supone que el juez tiene que
fallar por haber sido ejercida la acción”,
lo que también ocurre en materia tributaria, podríamos concluir en el sentido que
la prescripción extintiva no extingue la
acción.
Entonces tendríamos que avanzar a la
explicación de la tercera posición o teoría
sobre los efectos de la prescripción extintiva. Dice Vidal Ramírez que “La prescripción es, desde su origen, un medio de
defensa y opera como excepción para
enervar y neutralizar la acción incoada
luego de transcurrido el plazo prescriptorio previsto en la ley. Nos parece acerta-
do, por lo expuesto, el juicio de Larens
(20), para quien la prescripción no es
causa de extinción, sino fundamento de
una excepción”. (14) Más adelante, haciendo mención de la Exposición de Motivos del Anteproyecto de la parte pertinente del Código, que él sustentó,
agrega que la prescripción “..., por regla
general, se hace valer en vía de excepción, sin que nada obste para que pueda
ser invocada en vía de acción”. (15) Esto
último es usual tratándose de deudas tributarias prescritas, respecto de las que antes de cualquier actuación del órgano
administrador del tributo-, el beneficiado
con la prescripción solicita ante el referido órgano que declare la prescripción ganada.
Expresa también Vidal Ramírez que
“..., como la prescripción, por su naturaleza jurídica (Supra N° 43) constituye un
medio de defensa dirigido a extinguir las
pretensiones que se quieran hacer valer
en vía de acción o de excepción o, como
lo señala el postulado del artículo 1989,
extingue la acción pero no el derecho
mismo, estamos con el razonamiento de
Ennecerus (55) en el sentido de que el
fundamento de orden público de la prescripción concuerda con el interés particular y, por tanto, es suficiente que se ponga en manos de cada cual un medio de
protección y que con el fin de salvaguardar la seguridad jurídica y en orden a proteger las pretensiones ilegítimas, el ordenamiento jurídico tiene que aceptar también que el deudor poco escrupuloso, que
sabe exactamente que él debe todavía,
está favorecido por las reglas de la prescripción. Pero -escribe Ennecerus (56)sería poco decoroso protegerlo ipso jure.
El deudor podrá invocar la prescripción,
(14) Op. cit., p. 99.
(15) Op. cit., p. 113.
25
pero tendrá que echar sobre sí la legítima
censura de conducirse con poco miramiento”. (16) Estos son, evidentemente,
argumentos en favor de la tesis de que la
acción no se extingue, que refuerzan esta
tercera teoría, a la que Vidal Ramírez le
reconoce acierto -aún cuando para él,
como ya se dijo, la acción se extingue-,
pues señala “Por ello, puede ser acertado
sostener que con la prescripción no se extinguen ni el derecho subjetivo ni la acción, sino que la prescripción fundamenta
un medio de defensa y faculta a excepcionarse”. (17)
Nosotros creemos, como conclusión a
todo lo expuesto, que podría resultar más
acertado sostener que la prescripción extintiva no extingue ni el derecho ni la acción, sino que únicamente posibilita liberarse de una obligación, en vía de excepción o de acción, pues en sí provee del
derecho a la defensa frente a la pretensión
de quien fue perjudicado por el transcurso del tiempo. Inclusive, y pese a los textos ya citados del artículo 1989 del Código Civil y del primer párrafo del artículo
39 del Código Tributario, podría a nuestro juicio sostenerse -contra autorizadas
opiniones- que en el fondo es la posición
a que adhieren ambos Códigos -lo que
daría plena coherencia a sus respectivos
articulados-, desde que no permiten que
la prescripción sea declarada por el juez
o, en su caso, por quien tenga que resolver en un procedimiento tributario, si no
ha sido invocada por el favorecido con la
prescripción.
Para terminar con este Capítulo, sólo
nos restaría incidir en que la prescripción
extintiva tiene como fundamento el orden
(16) Op. cit., pp. 114 y 115.
(17) Op. cit., p. 117.
26
público y se sustenta en la seguridad
jurídica, pero una vez producida no hay
razón de orden público que deba ser
invocada. Por eso es que el derecho de
prescribir es irrenunciable, pero sí cabe
renunciar a la prescripción ya ganada.
CAPITULO II
LA CADUCIDAD
La caducidad es tratada en nuestro
Código Civil en los artículos 2003 al
2007, que fundamentalmente establecen lo
siguiente: a) la caducidad extingue el
derecho y la acción correspondiente (artículo 2003); b) los plazos de caducidad los
fija la ley, sin admitir pacto en contrario
(artículo 2004); c) la caducidad no admite
interrupción ni suspensión, salvo mientras sea imposible reclamar el derecho ante un tribunal peruano (artículo
2005); d) la caducidad puede ser declarada de oficio o a petición de parte
(artículo 2006); y, e) la caducidad se
produce transcurrido el último día del
plazo, aunque éste sea inhábil (artículo
2007).
En cambio, el Código Tributario peruano no contiene norma alguna específica en materia de caducidad. Sin embargo,
puede citarse como un plazo de caducidad el contenido en el segundo párrafo
del artículo 9, en que se limita a dos años
la responsabilidad de determinados adquirentes de activos y pasivos de empresas, contados desde que se efectuó la
transferencia siempre que ésta hubiere
sido comunicada a la Administración Tributaria dentro del plazo que señale la ley
o el reglamento.
CONCEPTO
Barassi (18) la define señalando que
“consiste en la desaparición de un derecho (o de una facultad) por su falta de
ejercicio”, para agregar que no interesa
en este sentido tan amplio sino más bien
“en cuanto constituya una forma de proteger la certeza de los derechos, es decir,
cuando como la prescripción, obedezca al
mero transcurso del tiempo”.
Ennecerus, citado por la Enciclopedia
Jurídica Omeba, (19) dice que “es muy
frecuente que el Código Civil otorgue un
derecho sólo por un plazo determinado, el
llamado plazo de caducidad, transcurrido
el cual el derecho de que se trata ha dejado de existir”. Castán, citado por la misma Enciclopedia, (20) equipara el término
“caducidad” a “decadencia de derechos”,
diciendo que tiene lugar cuando la ley o
la voluntad de los particulares señalan un
término fijo para la terminación de un derecho, de tal modo que transcurrido este
último no puede ya ser ejercitado. La
propia Enciclopedia acoge el concepto de
que la caducidad es “la pérdida de un derecho o acción por su no ejercicio durante
el plazo señalado por la ley o la voluntad
de las partes”. (21)
Para De Ruggiero la caducidad es una
institución que se parece a la prescripción
en cuanto en ambas opera el tiempo como
una causa extintiva, pero destaca que en
esencia son instituciones jurídicas dife-
rentes, definiendo la caducidad como
aquella institución que impide la adquisición del derecho por el transcurrido inútil
del término, agregando que “la ley o la
voluntad del particular preestablece un
término fijo dentro del cual una acción
puede promoverse de modo que, expirado
el plazo, ya no es ejercitable aquella en
modo alguno, y con esto se prescinde de
toda consideración de negligencia en el
titular o de imposibilidad en que éste se
halla mirándose únicamente al hecho del
transcurso del término”. (22)
Según Albaladejo (23) “La caducidad
significa que algo -generalmente una facultad o un llamado derecho potestativo,
tendentes a modificar una situación jurídica- nace con un plazo de vida, y que,
pasado éste, se extingue. Se trata, pues,
de que la facultad o el derecho que sea, es
de duración limitada”. Para el propio autor, “La caducidad se aplica generalmente
no a los derechos, propiamente hablando
(aunque, a veces, sí, como al retracto),
sino a las facultades o poderes jurídicos
cuyo fin es promover un cambio de situación jurídica (por ejemplo, al poder de
impugnar un contrato o el matrimonio o
un estado de filiación, etc.) tengan o no
carácter patrimonial; mientras que la
prescripción -como sabemos- se aplica a
los derechos patrimoniales”. (24)
Vidal Ramírez considera que la caducidad está vinculada con el transcurso del
tiempo y que su idea denota pérdida o ex-
(18) BARASSI, Lodovico, “Instituciones de Derecho Civil” (vol. II, Barcelona, José M. Bosch, 1955, p.
601).
(19) ENCICLOPEDIA JURIDICA OMEBA (t. II, Buenos Aires, Driskill S.A., 1979, p. 482).
(20) Op. cit., p. 4.
(21) Op. cit., p. 482.
(22) DE RUGGIERO, Roberto, “Instituciones de Derecho Civil” (t. I, Madrid, Instituto Editorial Reus, 1979,
p. 339).
(23) ALBALADEJO, op. cit., p. 523.
(24) Op. cit., pp. 524 y 525.
27
tinción de un derecho. (25) Cita a Josserand, que la define “como el plazo que
concede la ley para hacer valer un derecho, para realizar un acto determinado, y
que tiene carácter fatal: una vez transcurrido, y ocurra lo que ocurra, el derecho
no puede ser ejercitado, el acto no puede
ya ser cumplido: el retardatario incurre en
una verdadera pérdida; pierde la prerrogativa, la posibilidad que le concedía la
ley”. (26)
Ahora bien, lo cierto es que la caducidad es tratada únicamente por el Derecho
Moderno como una institución jurídica
independiente y es éste el criterio que sigue nuestro Código Civil. Como ya se ha
dicho, el Código Tributario no legisla sobre el particular.
DIFERENCIAS ENTRE CADUCIDAD
Y PRESCRIPCION
De las definiciones que acabamos de
dar, surgen de inmediato las diferencias
entre caducidad y prescripción extintiva.
Una primera diferencia, fundamental,
es que en la caducidad se extingue el derecho y la acción. El que dejó transcurrir
el tiempo sin ejercitar la acción, perdió el
derecho y no puede ejercitar la acción.
Es cierto, sin embargo, que el perjudicado
podría intentar la acción, pero a diferencia de lo que ocurre con la prescripción extintiva, en que el juez o quien resuelva en materia tributaria no puede
fundar sus fallos en la prescripción no
invocada, tratándose de la caducidad
debe ser declarada aunque el favorecido
con ella no la haya deducido como excepción.
(25) VIDAL RAMIREZ, op. cit., p. 199.
(26) Op. cit., p. 198.
28
Una segunda diferencia radica en que
en la caducidad el transcurso del tiempo
es fatal e inexorable, de forma tal que dicho transcurso no puede ser interrumpido
ni suspendido, en tanto que, como se sabe,
existen causales de interrupción y de
suspensión de la prescripción. Sin embargo, contra la doctrina que parece general, nuestro Código Civil admite en su artículo 2005 que, respecto de la caducidad,
se suspenda el transcurso del tiempo
mientras sea imposible reclamar el derecho ante un tribunal peruano.
Una tercera diferencia consiste en que
los plazos de prescripción sólo pueden
ser establecidos por la ley, mientras que
los plazos de caducidad pueden ser fijados por ley o por voluntad de las partes.
Empero, nuevamente nuestro Código Civil se aparta de lo que parece ser la doctrina más aceptada, al expresar de manera
general -aunque esto podría admitir excepciones permitidas expresa o tácitamente- en su artículo 2004, que tratándose de la caducidad los plazos los fija la
ley, sin admitir pacto en contrario.
Una cuarta diferencia radicaría en que
la prescripción extintiva necesariamente
debe estar referida a los derechos patrimoniales, en tanto que la caducidad puede también versar sobre facultades o poderes jurídicos que no tienen un contenido patrimonial.
Una quinta diferencia consiste en que
la caducidad puede ser declarada de oficio, conforme lo precisa el artículo 2006
del Código Civil -norma que nos parece
plenamente aplicable sobre materia tributaria, a falta de disposición expresa en el
Código Tributario peruano- mientras que
la prescripción sólo puede ser declarada a
petición de la parte favorecida con el
transcurso del tiempo, ya sea en vía de
acción o de excepción. Inclusive, recordemos que el artículo 1992 del Código
Civil impide que el juez pueda fundar su
fallo sobre una prescripción no invocada.
En igual sentido se pronuncia el primer
párrafo del artículo 43 del Código Tributario.
Una sexta diferencia radica en que,
tratándose de la caducidad, como lo indica Vidal Ramírez, (27) el orden público
está más acentuado como fundamento de
dicha institución, puesto que su elemento
más importante es el plazo previsto en la
ley respecto de cada caso en que se origine un derecho susceptible de caducidad,
mientras que en la prescripción siendo su
fundamento el orden público -pues es
conforme al interés social liquidar situaciones pendientes y favorecer su solución
en aras de la seguridad jurídica-, éste no
es la norma reguladora de la prescripción
extintiva. A su vez, una vez que se ha
producido la prescripción extintiva el orden público ha quedado satisfecho y las
cosas regresan a la esfera privada, de forma tal que el beneficiado con la prescripción puede renunciar a ella, mientras que
producida la caducidad no existe ese regreso a la esfera privada ni la posibilidad
de renunciar a la caducidad ganada.
CAPITULO III
DERECHO TRANSITORIO Y COMPUTO DE LOS TERMINOS PRESCRIPTORIOS
Como se dijo en la introducción de
este trabajo, el artículo 2122 del Código
Civil vigente establece una norma de
derecho transitorio, aplicable tanto para
la prescripción como para la caducidad.
El antecedente de esta norma lo encontramos en el Código Civil de 1936 y más
concretamente en el artículo 1833.
Es importante establecer si el referido
artículo 2122 puede resultar aplicable tratándose de una relación jurídica tributaría, a falta de norma transitoria en el Decreto Legislativo 769 -habida cuenta que
éste modifica los términos prescriptorios, y cómo se aplicaría respecto de los
términos que ya estaban corriendo el 1°
de abril de 1992, fecha en que entraron en
vigencia las modificaciones al Código
Tributario introducidas por el citado Decreto Legislativo.
Conviene recordar que el nuevo texto
del artículo 39 del Código Tributario establece tres términos prescriptorios, a diferencia de la norma anterior que sólo
contemplaba dos. En efecto, existe el
término prescriptorio general que es de
cuatro años y que también se aplica respecto de la acción de repetición por pago
indebido o en exceso; de otro lado, hay
un término prescriptorio de seis años,
aplicable cuando no se han presentado
las declaraciones juradas que respecto
de cada tributo establece la ley, y uno
de diez años respecto de los agentes
de retención o de percepción de tributos
que han retenido o percibido los mismos
y no han efectuado el correspondiente
pago.
En cambio, el texto anterior del artículo 39 se diferenciaba del actual en que no
existía término prescriptorio de seis años
y porque, además, el término de diez años
se aplicaba respecto de las situaciones
(27) Op. cit., p. 204.
29
que hoy dan origen a los términos de seis
y diez años.
Al aprobarse por Decreto Legislativo
769 el nuevo texto del artículo 39 no se
incluye ninguna norma de derecho transitorio, que estrictamente resultaría necesaria para contemplar el caso de las prescripciones iniciadas bajo la vigencia del
anterior artículo 39, bajo el supuesto de
no haberse presentado la declaración jurada correspondiente y teniendo en cuenta que al 31 de marzo de 1992 aún no había operado el término prescriptorio de
diez años que contemplaba esa norma anterior.
Supongamos, a manera de ejemplo, que
un contribuyente “X” no presentó la
declaración jurada anual del Impuesto a la
Renta del ejercicio gravable 1989 y
tampoco pagó dicho tributo. Supongamos
también que de conformidad con las disposiciones legales vigentes, tal declaración debía presentarse a más tardar el 31
de marzo de 1990.
Ahora bien, estrictamente y de acuerdo a la naturaleza jurídica de la prescripción y a las normas del Código Tributario, la obligación resultaba exigible desde
el 1° de abril de 1990, día siguiente al
vencimiento del plazo legal para la presentación de la declaración jurada y para
el pago del tributo. Vale decir que desde
el 1° de abril de 1990 el órgano administrador del tributo ya estaba en condiciones de accionar contra el deudor empezando por la determinación de la obligación y, por lo tanto, desde esa fecha debía
empezar a correr el término prescriptorio.
Contrariando la naturaleza jurídica de la
prescripción, el numeral 1 del artículo 40
del Código Tributario establecía -y la
norma actual sigue diciendo lo mismoque el término prescriptorio debía empe-
30
zar a correr el 1° de enero del año siguiente al del vencimiento del plazo para
presentar la declaración jurada anual,
como si no existiera tiempo alguno entre
la fecha en que la obligación resultó exigible y ese primero de enero, estableciendo una disposición que sólo se explica
por comodidad de la Administración Tributaria que de esa manera sabe que el
término prescriptorio siempre va a operar
el 31 de diciembre de cada año y de esa
forma puede programar mejor sus fiscalizaciones.
Pues bien, en el caso mencionado, el
término prescriptorio tenía que empezar a
correr el 1° de enero de 1991, operando la
prescripción -de no mediar causales de
interrupción o de suspensión- el 31 de
diciembre del año 2000. A la fecha de
entrar en vigencia el nuevo texto del artículo 39 del Código Tributario -es decir,
al 1° de abril de 1992- ya habría corrido
un año y tres meses del término prescriptorio de diez años. Sin embargo, la cuestión es si es posible afirmar que a ese
término transcurrido sólo se le debe agregar los seis años que para esa hipótesis
establece el nuevo texto del artículo 39
como término prescriptorio, en cuyo caso
la prescripción va a operar el 31 de marzo
de 1998 -con lo cual, en el caso concreto,
la prescripción operaría a los siete años y
tres meses-; o si, por el contrario, debe
cumplirse inexorablemente el término
inicial de diez años, de forma tal que la
prescripción operará el 31 de diciembre
del año 2000.
En el fondo, la cuestión central es dilucidar si a falta de norma transitoria en
el Decreto Legislativo 769 que resuelva
el problema, resulta de aplicación la norma transitoria contenida en el artículo
2122 del Código Civil, o si existe alguna
razón doctrinaria -habida cuenta que la
doctrina es fuente del Derecho Tributario
y las normas de derecho común no lo serían, a estar por el tenor literal de la norma III del Título Preliminar del Código
Tributario- para concluir en contrario.
CODIGO CIVIL DE 1936
El artículo 1833 del Código Civil de
1936 a la letra dice que “La prescripción
iniciada antes de ponerse en vigor este
Código, se regirá por las leyes anteriores;
pero si desde que fuese puesto en vigencia, transcurriera todo el tiempo en él exigido para la prescripción, surtirá ésta su
efecto, aunque por dichas leyes anteriores
se requiriese un lapso de tiempo mayor”.
Puestas así las cosas, al entrar en vigencia el Código Civil de 1936, en lo que
se refiere a la prescripción iniciada con
anterioridad, podían presentarse las siguientes situaciones:
a) Que la prescripción hubiera operado
antes de la entrada en vigencia del Código Civil de 1936, en cuyo caso éste
no resultaba aplicable por tratarse de
un derecho adquirido bajo las leyes
anteriores, que no podía ser alterado
con una ley posterior pues ello hubiera
equivalido a una violación del principio de irretroactividad.
b) Que la prescripción no hubiera aún
operado al entrar en vigencia el Código Civil de 1936 y que, adicionalmente, este Código contuviera un plazo
prescriptorio inferior al previsto por
las leyes anteriores, como ocurre con
el nuevo texto del artículo 39 del Código Tributario respecto del texto anterior. En esta hipótesis, no se perdía
el tiempo transcurrido bajo la vigencia
de las leyes anteriores, acumulándosele solamente el tiempo equivalente al
plazo prescriptorio fijado en el Código
de 1936, en la medida en que el
tiempo faltante según el plazo establecido en las leyes anteriores era mayor que el nuevo término prescriptorio fijado en dicho Código. Si en
cambio el tiempo faltante era igual o
menor al nuevo plazo prescriptorio
del Código de 1936, bastaba que
transcurriera dicho tiempo faltante
para que la prescripción operara con
arreglo a la norma antigua a cuyo amparo empezó a correr el término prescriptorio.
c) Que la prescripción no hubiera aún
operado al entrar en vigencia el Código Civil de 1936 y que, adicionalmente, éste Código contuviera un plazo
prescriptorio mayor al previsto por las
leyes anteriores. En este caso, resultaba de plena aplicación el plazo prescriptorio fijado por las leyes anteriores, al margen de la teoría de los derechos adquiridos. En efecto, como se
sabe, en tanto no opera la prescripción
no se da un derecho adquirido y en tal
virtud, en la hipótesis que venimos comentando, podría haberse contemplado
la aplicación del mayor plazo prescriptorio contenido en el nuevo Código de 1936 sin que por ello éste hubiera incurrido en una retroactividad
no deseable.
CODIGO CIVIL DE 1984
El Código Civil de 1984 contiene una
norma de derecho transitorio en el artículo
2122, que en esencia es igual al artículo
1833 del Código Civil de 1936 en lo que
se refiere a la prescripción.
En efecto, solamente existe una mínima
variación de palabras sin afectar el
contenido del citado artículo 1833.
31
El artículo 2122 del Código Civil actual, a la letra establece que: “La prescripción iniciada antes de la vigencia de este
Código, se rige por las leyes anteriores.
Empero, si desde que entra en vigencia,
transcurre el tiempo requerido en él para
la prescripción, ésta surte su efecto, aunque por dichas leyes anteriores se necesitare un lapso mayor. La misma regla se
aplica a la caducidad”.
En esencia, y en lo que a la prescripción se refiere, el Código Civil de 1984
plantea las mismas situaciones que en los
acápites a), b) y c) precedentes hemos
mencionado al comentar el artículo 1833
del Código Civil de 1936. En consecuencia, tales situaciones son:
a) Que la prescripción hubiera operado
antes de la entrada en vigencia del Código Civil de 1984, en cuyo caso éste
no resultaba aplicable por tratarse de
un derecho adquirido bajo las leyes
anteriores, que no puede ser alterado
por una ley posterior pues ello equivaldría a una violación del principio de
irretroactividad.
b) Que la prescripción no hubiera aún
operado al entrar en vigencia el Código Civil de 1984 y que, adicionalmente, este Código contenga un plazo
prescriptorio inferior al previsto por
las leyes anteriores, como ocurre con
el nuevo texto del artículo 39 del Código Tributario respecto del texto anterior. En esta hipótesis, no se pierde
el tiempo transcurrido bajo la vigencia
de las leyes anteriores, acumulándosele solamente el tiempo equivalente al plazo prescriptorio fijado en el
nuevo Código, en la medida en que el
tiempo faltante según las leyes
anteriores sea mayor que el nuevo término prescriptorio fijado por el Códi-
32
go de 1984. Si en cambio el tiempo
faltante es igual o inferior al nuevo
plazo prescriptorio del Código de
1984, bastaba que transcurriera dicho
tiempo faltante para que la prescripción operara.
c) Que la prescripción no hubiera aún
operado al entrar en vigencia el Código Civil de 1984 y que, adicionalmente, este Código contuviera un plazo prescriptorio mayor al previsto por
las leyes anteriores. En este caso, resulta de aplicación el plazo prescriptorio previsto por las leyes anteriores,
al margen de la teoría de los derechos
adquiridos. En efecto, como es de
reiterar, en tanto no opera la prescripción no se da un derecho adquirido y
en tal virtud podría haberse establecido la aplicación del mayor plazo prescriptorio contenido en el nuevo Código de 1984 sin que por ello éste hubiera incurrido en una retroactividad
atacable.
La situación prevista en el acápite c)
precedente no debe darse porque nuestro
Código actual, siguiendo la tendencia del
Derecho Moderno, ha acortado los plazos
de prescripción que contenían las leyes
anteriores.
La única diferencia entre la norma del
artículo 2122 del Código Civil actual y la
del artículo 1833 del Código Civil de
1936, consiste en que el nuevo Código
aplica la misma norma de derecho transitorio para la caducidad, en tanto que el
Código derogado no contenía norma específica de derecho transitorio respecto
de la caducidad. Esto último evidentemente se debía al hecho que la caducidad
constituye una institución que sólo en los
últimos tiempos ha venido siendo estudiada en profundidad.
EL CODIGO TRIBUTARIO Y EL DECRETO LEGISLATIVO 769
Es bueno tomar nota que la norma III
del Título Preliminar del Código Tributario -como ya se dijo- no menciona al
Código Civil como fuente del Derecho
Tributario. Empero, la norma IX del
Título Preliminar del Código Civil de
1984 establece que “Las disposiciones
del Código Civil se aplican supletoriamente a las relaciones y situaciones jurídicas reguladas por otras leyes, siempre
que no sean incompatibles con su naturaleza”.
mamos que la prescripción operará el 31
de marzo de 1998, conforme al análisis
descrito en el acápite b) de la parte de este
Capítulo relativa al comentario del citado
artículo.
Es bueno señalar que en materia tributaria, resulta discutible que siempre deba
aplicarse, de manera inexorable, la norma
IX del nuevo Código Civil y el principio
de ultractividad recogido por el artículo
2120 de dicho Código. En cada caso habrá que realizar la interpretación pertinente.
CONCLUSIONES
Pese a que la norma III del Título Preliminar del Código Tributario es posterior, en su redacción actual, a la norma
IX del Título Preliminar del Código Civil
vigente, nosotros estimamos que nada
obsta para que resulte de aplicación en
materia tributaria -como norma transitoria- lo que dispone el artículo 2122 de
este último Código. La razón principal
estriba en el hecho que la nueva norma
del artículo 39 del Código Tributario expresa también la tendencia a acortar los
términos prescriptorios -específicamente
en el caso de deudas tributarias respecto
de tas cuales no se ha presentado declaración jurada-, siendo pertinente extender
este acortamiento, por razones doctrinarias, respecto de términos prescriptorios
que ya habían empezado a correr con
arreglo a las normas anteriores al Decreto
Legislativo 769, a pesar de la inexistencia
de disposición expresa de carácter transitorio en materia tributaria.
En tal virtud, en el ejemplo que hemos
propuesto consideramos aplicable la doctrina recogida por la norma IX del Título
Preliminar del nuevo Código Civil y lo
que dispone el artículo 2122 de dicho Código, por lo que en ese caso concreto esti-
1.
La prescripción adquisitiva y la prescripción extintiva tienen en común
las nociones de “transcurso del tiempo” y de “modificación sustancial de
una relación jurídica”. Empero, son
instituciones jurídicas distintas que
por esta razón deben ser reguladas de
manera separada, como lo hace nuestro Código Civil vigente, que al efecto adopta la llamada doctrina dual
sobre la prescripción.
2.
Nos parece más sólido afirmar que la
prescripción extintiva no extingue el
derecho ni la acción, sino que más
bien constituye un mecanismo de
defensa del que puede hacer uso, en
vía de acción o de excepción, la
persona favorecida con el transcurso
del tiempo, para oponerse a la pretensión de quien se perjudicó con la
prescripción. Sin embargo, nuestro
Código Civil establece en forma expresa que en la prescripción extintiva
se extingue la acción pero no el derecho.
3.
La prescripción extintiva tiene como
fundamento el orden público, aún
33
cuando éste no es su norma reguladora, buscando satisfacer la seguridad jurídica.
4.
La caducidad extingue el derecho y la
acción correspondiente.
5.
Las principales diferencias entre la
prescripción extintiva y la caducidad
son las siguientes:
jado por la voluntad de las partes.
d) La prescripción extintiva debe estar referida exclusivamente a derechos patrimoniales. La caducidad puede también versar sobre
facultades o poderes jurídicos que
no tienen un contenido patrimonial.
a) La prescripción extintiva no
extingue el derecho ni la acción
pero provee a quien se ha beneficiado con ella, de un mecanismo
de defensa, a ser ejercido en vía de
acción o de excepción, contra
quien se ha perjudicado con la
prescripción. La caducidad, en
cambio, extingue el derecho y la
acción correspondiente.
b) En la prescripción extintiva el
transcurso del tiempo puede ser
objeto de interrupción o de suspensión, mientras que en la caducidad dicho transcurso es fatal e
inexorable. Empero, nuestro Código Civil vigente, en contra de la
doctrina imperante, admite que,
respecto de la caducidad, se suspenda el transcurso del tiempo
mientras que sea imposible reclamar el derecho ante un tribunal
peruano.
c) Los plazos de prescripción sólo
pueden ser establecidos por la
ley, mientras que la doctrina
imperante expresa que en materia de caducidad los plazos
pueden ser fijados por la ley o
por la voluntad de las partes.
Sin embargo, nuestro Código no
acepta -como regla- que un plazo de caducidad pueda ser fi-
34
e) La prescripción extintiva no
puede ser declarada por un Juez si
no ha sido invocada por la parte
favorecida, en tanto que la caducidad puede ser declarada de oficio.
f) En la caducidad el fundamento de
orden público está más acentuado
que en la prescripción extintiva.
Por eso es que se admite la renuncia de la prescripción ya ganada, lo
que no ocurre tratándose de la
caducidad.
6.
En materia de prescripción, tanto el
Código Civil de 1936 como el actual
contienen igual norma de derecho
transitorio. El Código de 1936 no tenía norma de derecho transitorio respecto de la caducidad, a diferencia del
Código actual.
7.
La norma de derecho transitorio contenida en el artículo 2122 del Código
Civil actual permite prever las siguientes dos situaciones, dado que
con arreglo al Derecho Moderno se
han acortado los plazos con respecto
a los contenidos en las leyes anteriores:
a) Si la prescripción hubiera operado
antes de la entrada en vigencia del
Código Civil de 1984, éste no
puede ser aplicado por existir un
derecho adquirido bajo las leyes
anteriores.
b) Si la prescripción no había operado aún al entrar en vigencia el
Código Civil de 1984, el tiempo
transcurrido bajo las leyes anteriores no se pierde. A dicho tiempo transcurrido se le acumulará el
necesario para completar el plazo
prescriptorio fijado en las leyes
anteriores, siempre que el tiempo
faltante con arreglo a estas leyes
sea igual o menor al nuevo plazo
prescriptorio previsto por el Código actual. En cambio, si el tiempo
faltante según las leyes anteriores
es mayor al nuevo plazo prescriptorio contenido en el Código actual, basta que transcurra este plazo para que opere la prescripción.
8.
9.
El Código Tributario incurre en violación de la naturaleza jurídica de la
prescripción, al hacer que los términos prescriptorios empiecen a correr
siempre desde el 1° de enero de cada
año y no desde que la obligación resulta exigible.
El nuevo texto del artículo 39 del
Código Tributario establece tres términos prescriptorios, a diferencia de
la norma anterior que sólo contemplaba dos. Existe el término prescriptorio general que es de cuatro años y
que también se aplica respecto de la
acción de repetición por pago indebido o en exceso; de otro lado, hay un
término prescriptorio de seis años,
aplicable cuando no se han presentado las declaraciones juradas que respecto de cada tributo establece la ley
y, finalmente, uno de diez años respecto de los agentes de retención o
de percepción de tributos que han retenido o percibido los mismos y no
han efectuado el correspondiente
pago.
El texto anterior del artículo 39 se diferenciaba del actual en que no existía término prescriptorio de seis años
y porque, además, el término de diez
años se aplicaba respecto de las situaciones que hoy dan origen a los
términos de seis y diez años.
10. Al aprobarse por Decreto Legislativo
769 el nuevo texto del artículo 39 no
se incluye ninguna norma de derecho
transitorio, que estrictamente resultaría necesaria para contemplar el caso
de las prescripciones iniciadas bajo
la vigencia del anterior artículo 39,
bajo el supuesto de no haberse presentado la declaración jurada correspondiente y teniendo en cuenta que
al 31 de marzo de 1992 aún no hubiera operado el término prescriptorio de diez años que contemplaba esa
norma anterior.
11. Nuestros Códigos Civil y Tributario
actuales, siguiendo la tendencia del
Derecho Moderno, han acortado los
plazos de prescripción que contenían
las leyes anteriores.
12. Si bien la norma III del Título Preliminar del Código Tributario es posterior, en su redacción actual, a la
norma IX del Título Preliminar del
Código Civil vigente, nada impide
considerar que resulta de aplicación
en materia tributaria -como norma
transitoria- lo que dispone el artículo
2122 de este último Código. La razón principal estriba en el hecho que
la nueva norma del artículo 39 del
Código Tributario expresa también la
35
tendencia a acortar los términos prescriptorios -específicamente en el
caso de deudas tributarias respecto
de las cuales no se ha presentado declaración jurada-, siendo pertinente
extender este acortamiento respecto
de términos prescriptorios que ya
habían empezado a correr con arreglo a las normas anteriores al Decreto Legislativo 769, a pesar de la
inexistencia de disposición expresa
de carácter transitorio en materia tributaria.
13. En consecuencia, si antes de la entrada en vigencia del Decreto Legislativo 769 había empezado a correr el
término prescriptorio de diez años
-para el caso de un contribuyente que
no había pagado el tributo ni
presentado la correspondiente decla-
36
ración jurada- sin que la prescripción
hubiera operado al 31 de marzo de
1992, consideramos que ésta operará:
a) El 31 de marzo de 1998, si agregándole seis años al tiempo transcurrido hasta el 31 de marzo de
1992 inclusive, en aquella fecha no
se hubieran completado los diez
años que mencionaba el texto
anterior del artículo 39 del Código
Tributario.
b) En el momento en que transcurran
diez años desde que empezó a correr el término prescriptorio, si es
que al 31 de marzo de 1992 dicho
término había corrido en cuatro
años o más.
San Isidro, 30 de junio de 1992.
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