CIENCIA Y RELIGIÓN: EL PROBLEMA DE LOS DOGMAS. Alumno: GONZÁLEZ GIQUEAUX, Paula Anahí Escuela: Comercio Nº 1 "Justo José de Urquiza", Paraná, Entre Ríos Profesor Guía: FRANCISCONI, Paula La ciencia y la religión son dos actividades humanas que componen parte de la vida social, entre las cuales, desde la aparición de la ciencia y su repentina valoración en el siglo XVI, nunca ha habido una buena relación. Esto se debe a que son actividades que en apariencia transitan caminos distintos, pero que de hecho tienen interrelaciones, bastante conflictivas en la mayoría de los casos. La ciencia es una forma de descubrimiento y análisis de los hechos mediante un método científico, basado en la observación y el razonamiento, que a través de la investigación identifica elementos, explica las relaciones entre los factores, generaliza y predice a partir de los conocimientos adquiridos. Exige comprobación y verificación de los hechos, y tiene la particularidad de dar respuestas provisorias, que en general serán revisadas y mejoradas. La religión, por el contrario, se basa en dogmas o ideas fundamentales que no pueden ser modificadas y nos presentan el mundo como una obra explicada (a través de las determinadas Sagradas Escrituras).Cada religión posee tres aspectos: una iglesia, un credo y un código moral. Estos elementos hacen a la religión un fenómeno social, y allí es donde entran en conflicto con la ciencia, ya que ambas corresponden a una visión del mundo, pero esta forma de mirar es sumamente diferente. Las bases del conflicto están dadas, principalmente por un factor de choque: el generado por la discordancia entre los principios de la religión, que no pueden ser cuestionados aún cuando lo que digan es, a la vista, improbable, y la ciencia pueda refutarlo sobradamente. Cuando se refiere a un pasaje de la Biblia, que no concuerda con la realidad, es fácilmente solucionable dando a las escrituras el valor de pasajes que deben interpretarse, como dice Russell en Religión y ciencia, “resolviendo que la Biblia solo tiene autoridad en materia de religión y costumbres”. Pero al comprometerse aquellos que son especialmente esenciales para la ortodoxia, (los que denominamos dogmas) ya que de alguna forma se interviene en ellos desde la investigación científica, el problema se agrava. La ciencia, para la Iglesia, ofende a esta al cuestionarla. Seria todo muy tranquilo si, históricamente, hubiese quedado en una mera ofensa , pero la Iglesia ha sido un institución muy poderosa en todas las culturas, generalmente aliada de los gobiernos e impulsora de medidas para no transmitir el saber a sus fieles, y que , sencillamente, ha tenido muchísimos adeptos que le conferían el poder que necesitaba. Desde los tiempos mas remotos, acciones como la quema de bibliotecas, persecución de los sabios, concentración de los saberes (de allí gran parte de su autoridad radica en la ignorancia de sus fieles) han caracterizado a las Iglesias. La idea de hacerse con un enemigo tal como la ciencia, que refutara sus bases y educara a sus seguidores no fue atractiva, al menos no todo el tiempo (determinados momentos con determinados dirigentes, tanto políticos como religiosos, no fueron de persecución tan abierta) por lo que obró en consecuencia. La ciencia en sus posturas más revolucionarias para el punto de vista eclesiástico, fue condenada duramente, lo mismo que sus autores. Entre los conflictos mas renombrados se encuentra el proceso de Galileo, atacado por la “creencia de una ciencia", y en parte también por su arrogancia, en un momento en que era preferible disuadir de a poco con las nuevas y tan chocantes ideas, lo cual no quita las acciones del proceso, la tortura y el degradamiento impuesto. La censura y la persecución han sido desde entonces tan comunes a las relaciones entre la ciencia y la religión que podemos observar hoy, aun con la intolerancia apreciable, una delgada línea de evolución. Llegamos a decir que los aspectos del mundo material, que las leyes que actúan sobre la materia, que el comportamiento de esta es el objeto de estudio de la ciencia, entonces el campo de la religión es aquel que implica el mundo espiritual, y el de los valores morales y éticos de la sociedad. Aparentemente podrían coexistir tranquilamente, pero he aquí los conflictos en los que la una o la otra se sienten atacadas en sus dominios. Desde la Iglesia muchas veces se alega que el trabajo científico no es ético por tocar determinados temas que la religión prohíbe. Por ejemplo, el hecho del trabajo con material genético humano altera a las religiones, pero ¿no es ética la posición de un científico que busca la cura para el cáncer? ¿No tiene más moral quien desarrolla tecnologías alimentarías para que miles no mueran de hambre, que quien solo critica a la ciencia por las manipulaciones genéticas? Es evidente también que estoy nombrando dos ejemplos positivos de la técnica científica, que por desarrollada y perfecta es poderosa, y quizá también arrogante. No puede dejarse de lado que esta misma técnica es usada para crear armas para la guerra, toxinas, contaminantes, etc., pero que bien utilizada es la herramienta más exacta con la que cuenta el ser humano. En este punto es evidente el papel que debe adjudicarse a las religiones, el de su objetivo mas puro: el de la formación moral de los hombres, como una guía espiritual en su rol “elevador” de la conciencia humana, aquella que da la posibilidad, a los hombres de ciencia adheridos a una Iglesia, de decidir por el <<bien>> sobre lo que será perjudicial, y nos permita buscar los avances que mejoren la comprensión del mundo y la calidad de vida. Y religión, y la creencia en una determinada divinidad no debe ser únicamente aquella instituida en las Iglesias, sino también una búsqueda personal. Einstein decía ser “un no creyente profundamente religioso” ya que consideraba que Dios se expresaba en la armonía y el racionalismo del universo, pero que este no se ocupaba de los destinos de los habitantes de la tierra, como lo conceden el judaísmo o el cristianismo. Evidentemente hablamos de quienes necesitan de una religión para vivir, y en ese sentido la posición de los ateos es diferente. Entre los científicos, un gran numero de ellos son ateos, y según las encuestas e investigaciones realizadas, pareciera que cuanto mas nos acercamos al pensamiento científico más nos alejamos de la idea de un ser superior.(no podemos olvidar un pasado histórico en el cual la religión esta ligada a la ignorancia, y la ciencia a la razón como antitesis de la primera).El ateismo proporciona, según Mario Bunge “la libertad para investigar, no acobarda a la gente con amenazas de castigo eterno por impiedad o pecado, y no obliga a aplazar la solución de cuestiones fundamentales, como es el caso de los agnósticos”.Pero el echo de profesar una religión ¿hace mejores o peores científicos?. Anteriormente leíamos a Einstein, y podemos estar seguros que fué un científico excepcional, y no es el único de su tipo. La postura de algunos es aislar las dos partes: el “yo” científico y el “yo” religioso. Consideran dos aspectos diferentes y que nada tienen que ver uno con el otro. Incluso científicos que no creen en Dios o dudan de su existencia opinan que se puede creer y ser un buen científico, porque para ellos la religión y la ciencia circulan por caminos separados, sabiendo que, como dice Alberto Kornblihtt “la práctica de la Ciencia es compatible con los aspectos humanistas, pero es incompatible con los aspectos dogmáticos de toda religión”. Sin embargo para muchos están relacionadas, no solo como dos líneas paralelas, sino también desde el trabajo conjunto, de la búsqueda de Dios desde la ciencia, y de la confirmación de este en el hecho de lo perfecto del universo(aunque últimamente se considera que la religión busca refugio en teorías científicas que no la contradiga, y en ese sentido algunos alegan, por ejemplo, que el Big Bang concuerda con la idea de un ser superior que dio el “impulso” necesario para dar comienzo a todo).Para este tipo de científicos, la búsqueda de la realidad y lo místico van de la mano, pero esto ¿puede causar confusiones?. “La motivación religiosa no contamina un proceso aséptico de búsqueda de la verdad. Ni la religión es el ámbito de lo puramente sagrado ni la ciencia es el ámbito de lo puramente racional”, dice Eloísa Martín, socióloga investigadora del CONICET. Probablemente lo mas ético sea aclarar desde que visión se trabaja. Dice Roberto Cipriani, autor de Manual de Sociología de la Religión. “Yo necesito hacer un esfuerzo para mantener alejada mi fe de mis trabajos. Alguna vez se pueden escapar mis ideas. Por eso, el lector tiene que estar avisado”. A veces la misma ciencia toma un rumbo dogmático, y es cuando se puede plantear como una religión. En la historia, los casos no son pocos, y recientemente Paul Davies se preguntaba si la ciencia, además, no se afirma con fe ciega sobre las leyes de la física, sin siquiera cuestionarlas, sabiendo que esta disciplina se basa en revisiones de teorías anteriores, y así sucesivamente, la idea de un dogma inhabilita totalmente ala ciencia para transformarla…en una especie de religión. Aún cuando esto esta puesto en duda, la idea de un dogma no es beneficiosa, ya que quita a la observación científica todo rastro de objetividad y escepticismo. Desde las religiones, pudimos ver, hay sobradas muestras de la negatividad de los fundamentos incuestionables. En la actualidad, la postura dogmática de la Iglesia en parte se mantiene, en parte ha logrado tolerar algunas circunstancias. Vemos, por ejemplo a favor de la iglesia católica, haber aceptado en 1992 que “la evolución es algo mas que una hipótesis”, pero por otro lado se proclama en contra de que se enseñe la teoría de la evolución y presiona, en conjunto con otros credos, para educar bajo la idea del Diseño Inteligente. No tenemos actualmente una iglesia que queme científicos vivos, pero si una que con sus influencias puede retrasar las investigaciones mas avanzadas o imposibilitar la puesta en practica de leyes que implican la enseñanza obligatoria de la educación sexual. Quizá el efecto no sea tan impresionante como asesinar a alguien, pero el costo es inmenso. Al día de hoy, los conflictos están basados en el origen y la evolución de la vida, la naturaleza de la mente y el rol social que debe adquirir la religión, ya que como dice Bunge “las religiones son herramientas de control social conservadoras porque se atienen a presuntas Escrituras Sagradas, que no son sino documentos históricos de tiempos bárbaros”.Y el avance de la sociedad, empujada por una ciencia que debate y cuestiona, lleva en si la necesidad de un cambio en las religiones. La evolución a nivel científico ha sido gigante, pero la religión, encerrada en su pensamiento fundamentalista no ha podido desarrollarse más que lo justo para subsistir a una era científica. Algunas conclusiones, y más preguntas ¿sin respuesta? Con mayor o menor oposición, la ciencia sigue progresando, y amplía nuestras nociones de lo que nos rodea, aún de lo que acontece en nuestro cerebro A este ritmo,¿podrá quizá tener pronto una teoría que de respuesta a todo? una respuesta a la pregunta mas formulada y mas esquiva, una prueba, en favor o en contra ,que confirme si Dios existe o no?. Parecen darse las condiciones propicias para poder buscar , para que la ciencia nos responda, de hecho sabemos que desde hace años se construye una maquinaria que pretende ser capaz de encontrar lo que denominaron la “partícula de Dios”,aquella partícula prima, de aquel primer momento...¿es posible?¿pero entonces el hombre encontrará a Dios o lo recreará, o lo imitará , o por el contrario demostrará que toda la asombrosa exactitud del sistema en el que vivimos es fruto de leyes implícitas en cada acción, pero las cuales no necesitan de un Dios para funcionar?.la ciencia, por método, ha excluido la posibilidad de Dios o cualquier explicación sobrenatural de su ámbito, Pero, como dice Allegre en Dios frente a la ciencia “¿puede esta conquistadora de religiones demostrar o invalidar la existencia de Dios?”ya cientos de científicos lo han intentado , sin convencer a nadie. Probablemente la ciencia no pueda negar la existencia de Dios, así como tampoco confirmarla, ya que en un principio la ciencia excluye a Dios de su campo de razonamiento. Para la ciencia el efecto de Dios puede ser despreciable, ya que no es verificable. Al excluir la idea de un ser superior de sus razonamientos, se libera del deber de comprobar algo incomprobable, que de hecho, por tal, es excluible a el método científico. Esto no quiere decir que los científicos religiosos se alejen de sus creencias, porque ya vimos que para muchos son cosas ligadas, pero hablamos del método científico. Podrá afectar a los científicos y su subjetividad, pero no puede hacerlo sobre la objetividad de la metodología que utilizan. Creer o no, confiarse o no a una religión, decidir si existe un Dios o no hay nada, será una cuestión personal, en la que la tolerancia debe regir todas las actitudes. Las acciones fundamentalistas nunca serán buenas, de esto podemos estar seguros, tanto como desde los que creen como desde lo que no lo hacen. El respeto por las demás opiniones nos da espacio para el debate, y el enriquecimiento proveniente de otras formas de explicar que hacemos, por qué, de donde venimos y hacia donde vamos, cada uno desde la mirada que mas se acerque a la verdad (propia). Cuando este verano le pregunte a un querido científico(ateo), a orillas del bellísimo Nahuel Huapi y luego de una larga conversación acerca de la existencia de Dios, por qué entonces valía la pena estar vivo, qué era lo que hacíamos en esta vida, en este lugar, ¿¿para qué estamos??, no me contesto nada, pero miro hacia el lago refulgente en sus aguas celestes. Quizás no necesitemos de tanto para darnos cuenta que, para una mente científica, hacerse preguntas es suficiente motivo de vida, y que las preguntas sin respuesta son parte de ella. Ahora bien, si me lo preguntan, diría que todos tenemos que evolucionar, por mas que nos encontremos con esas preguntas sin respuesta para el método científico, porque de una evolución conjunta, de un pensamiento desarrollado por la ciencia y de una educación moral y ética (que puede estar o no propiciada por las religiones) obtendremos los resultados mas positivos. La clave será el respeto y la madurez con la que podamos enfrentarnos al la idea de que para algunos Dios existe, para otros no, para muchos es una duda. Sin fundamentalismos, sin guerras por la palabra, intentando por todos los medios distribuir la cultura y difundir el pensamiento científico para todos, intentando profundizar en las cuestiones que queramos debatir. Pero siempre fieles a una consigna indispensable para considerarnos una sociedad civilizada: el respeto mutuo.