Las Siete Palabras

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Humanidad
Relaciones
Presencia
Compasión
Sacramento
Eucaristía
Contemplación
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
y el
AND
verbo
se hizo
carne
y habitÓ
ENTRE NOSOTROS
índice
INTRODUCcIóN 1
HUMANIdad
2
RELAcIONes
4
PRESENCia 6
COMPASIóN
8
SACRAMENTo
10
EUCARISTía
12
CONTEMPLAcIóN
14
reflexión personal 16
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
4503 Broadway, San Antonio, Texas 78209 www.amormeus.org
© 2006 Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, San Antonio, Texas.
las siete
palabras
Introducción
El Equipo Congregacional de Formación tiene el agrado de compartirles el fruto de su oración-reflexión en torno a nuestra Espiritualidad de la Encarnación. Desde hace varios años, venimos trabajando
juntas el proceso de la formación continua en la Congregación. Esta experiencia nos abrió a la necesidad de profundizar en el significado de la espiritualidad en formación.
Fruto de este proceso surgieron siete rasgos característicos: Humanidad, Relación, Presencia, Compasión, Sacramento, Eucaristía y Contemplación. Estas palabras constituyen el marco de la espiritualidad de la Encarnacion CCVI.
Les ofrecemos este documento para orar y reflexionar, e invitamos a todas las formas de compromiso
de la Congregación, a reflexionar y compartir su contenido. Los invitamos a caminar juntos y permirir
que el Verbo Encarnado se renueve en nosotros.
• El Verbo se hace HUMANIDAD y nos llama a acoger la fragilidad humana.
• El Verbo se hace RELACIÓN y nos llama a ser comunión.
• El Verbo se hace PRESENCIA y nos llama a acogerlo en la otra persona.
• El Verbo se hace COMPASIÓN y nos llama a sentir el dolor de la otra persona.
• El Verbo se hace SACRAMENTO y nos llama a ser signos proféticos de Su amor.
• El Verbo se hace EUCARISTÍA y nos llama a SER PAN DE VIDA para la otra persona.
• El Verbo se hace CONTEMPLACIÓN y nos llama a ver nuestro mundo con ojos nuevos.
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las siete
palabras
Humanidad
El VERBO se hace HUMANO y nos llama a acoger la fragilidad humana.
La humanidad creada a imagen y semejanza de Dios es llamada a vivir la armonía en relación con Dios, la tierra y consigo misma; rompe la
relación al permitir que el pecado entre a su vida, volviéndola frágil, necesitada de ser salvada. Llegada la Plenitud de los tiempos el Verbo de Dios,
asume lo humano y lo creado para restablecer la comunión entre su Padre y las personas (Puebla, No. 188).
Al iniciar el tercer milenio y al contemplar la realidad que nos rodea, nos damos cuenta que la humanidad ha sido claramente probada por guerras, conflictos internacionales, genocidios, limpiezas étnicas que están causando sufrimientos indescriptibles; en donde familias y países han sido
destruidos, multitudes de refugiados, miseria, hambre, enfermedad, perdida de recursos... (Juan Pablo II Discurso del 1 de enero 2000)
Toda esta realidad tan cuestionada niega la sacramentalidad de la dignidad humana al mismo tiempo que la fe en el Dios Encarnado que se hizo
uno de nosotros para salvarnos a todos. Pues la inaudita novedad del Evangelio consiste en que Dios mismo ha querido formar parte de esta nuestra
humanidad doliente y relacionarse con ella para siempre. Pero contrariamente al proyecto de Dios sobre la humanidad nuestra historia no ha sido de
salvación sino muchas veces de condenación de violencia y de muerte.
El Llamado
Hoy más que nunca somos llamadas
a contemplar al Verbo Encarnado y
como cristianas y consagradas,
honrar, honorar y valorar lo humano.
Quién camina en éste descubrimiento
del Dios Encarnado abre el corazón
ante el despojado, comparte sus dones
y bienes y practica la justicia.
Aquellos que se desprenden de su
propia vida como Jesús y dan su vida
como Jesus lo hizo. (Cfr. l Jn 1-5)
2
Desde nuestras raíces congregacionales la preocupación por lo humano nos marca como congregación. En la
misma Carta Fundacional, nuestro fundador, el Obispo Claudio María Dubuis, escribió a la Madre Marie Angelique diciendo: “...os suplica aceptéis la misión de las obras de misericordia corporales, enviando hermanas para
el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros huérfanos en los hospitales y orfanatorios.” (21 de Septiembre 1866)
Fuertemente formando en la espiritualidad de la Encarnación y profundamente marcado por el dolor y la
angustia del pueblo tejano de aquel momento histórico, Mons. Dubuis reconoció la presencia de Jesús en los
rostros sufrientes de indígenas, inmigrantes europeos, mexicanos, soldados irlandeses, enfermos, niños huérfanos...: ”Nuestro Señor Jesucristo, sufriendo en una multitud de enfermos y desvalidos de todas clases, espera
alivio a vuestras manos.” (21 Septiembre, 1866).
Nuestras Constituciones nos llama a vivir plenamente nuestra humanidad: “nos interesamos por los demás,
perdonamos nuestras ofensas mutuas, maduramos nuestra capacidad de interrelación, cultivamos amistades verdaderas y la conciencia de nuestra misión, dando así pleno sentido a nuestro celibato consagrado” (Const. Art. 9).
“En el amor que el Verbo Encarnado nos manifiesta, las Hermanas fundamentamos la fortaleza indispensable
para aceptar las limitaciones de las demás para perdonarnos unas a otras y ser, ante la iglesia y el mundo, un
signo de reconciliación” (Const. Art. 28.4).
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
En nuestro Capítulo General 2002 nos comprometimos a seguir: “Reconociendo la
necesidad de conversión, reconciliación y sanación asumiendo nuestra responsabilidad
personal para reconciliarnos con las heridas del pasado y llegar a la raíz de nuestros
temores y defensas personales; ...con un corazón abierto, a desarrollar actitudes de noviolencia en nuestras relaciones (Actas, p. 15).
La Sagrada Escritura, nos habla de la humanidad de Dios:
“Jesús crecía en Sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres
(Lc. 2,52).
“Siendo de condición divina,... se despojó de sí mismo tomando condición de
siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre” (Fil. 2, 6-7).
“Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una
fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros” (2 Cor 4, 7).
• Reflexión:
Oración:
Oh María, aurora del mundo nuevo,
madre de los vivientes, a tí confiamos la causa de la vida:
Mira, madre, el número inmenso
de niños a quienes se les impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a las personas de nuestro tiempo
el evangelio de La vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como un don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de ser testigo,
con fé, para construir,
junto con todas las personas de buena voluntad,
la civilización de la Verdad y del Amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida. Amen.
(Juan Pablo II. Evangelium Vitae).
BibliografíaBajar al encuentro de Dios, Capítulo VIII, el escándalo de la carne mortal. Benjamín González Buelta, S.J. El seguimiento de Cristo, Capítulo II El rostro de Jesús. Segundo Galilea.
Plenamente humano, plenamente vivo, Capítulo 1, Un retrato del ser humano plenamente vivo. John Powell, S.J.
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las siete
palabras
Relaciones
El VERBO se hace RELACIÓN y nos llama a ser comunión.
Relacionarnos es abrirnos al Ministerio Trinitario, que está presente en todo lo que existe: con toda la Creación y en cada persona. Es ver que en
la relación yo-tú, somos transformadas y entramos en la dinámica del Misterio Pascual. Nuestras relaciones se recrean en cuatro dimensiones:
conmigo misma, con el prójimo, con Dios y con la creación. Las relaciones asumidas, expresadas y recreadas, han de ser fuente, impulso de Vida
Nueva, en la vivencia de la Encarnación a la que somos llamadas:
• “Todo ser humano llega a ser consciente de su dignidad y toma conciencia de su propio valor como ser humano sólo a través de la
relación con otros, y lo hace de modo especial cuando otro ser humano toma hacia él la actitud que corresponde al valor de las personas,
es decir, el amor.” (Botitiglione, R).
• “Yo a semejanza de la Trinidad, participo de la vida misma de Dios en la medida que se mantenga en relación con el ´tu´ del prójimo.”
(Juan Villegas, J.S Espiritualidad de las RR.HH).
Nuestras relaciones se ven rotas en el mundo en que vivimos por la desintegración de las familias, la falta de trabajo, la falta de comunicación,
la falta de tolerancia, las guerras, la deshumanización de las personas y la destrucción de la naturaleza, entre otras causas. Algunas realidades que
constatamos en nuestras relaciones son:
• En la relación con nosotras mismas nos cuesta trabajo encontrarnos con nuestro “YO” a través del silencio y la soledad. Aunque somos
conscientes que en la relación YO – TÚ nos descubrimos a nosotras/os mismas/os y descubrimos la diferencia del otro/a que nos amenaza
y a la vez nos abre a la riqueza de ser diferentes.
• La vivencia de las relaciones, desde una dimensión Trinitaria donde la Trinidad es unidad, inter-relación y comunicación, son aspectos
a trabajar en nuestras relaciones.
Historia de la Congregación y Documentos
El Señor Obispo Dubuis
y sus relaciones
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• Amó y se hizo amar y lo mismo pedirá a los miembros de la congregación: “tengan hacia todos una grande
afabilidad de corazón y una gran serenidad en el rostro, en lugar de parecerse a esas tierras secas..” (Const. 1874)
• Con su familia y amigos, con sus feligreses, en sus celebraciones y con los que expresaban sus necesidades
humanas se comunicaba fraternalmente. Él al captar las necesidades de su pueblo, va a seminarios y conventos
solicitando ayuda. Los indios lo llamaron “Gran Jefe de los Espíritus.” ( Apóstol de Texas Pág. 55,81 y 85).
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Comunicados de la Madre St. Pierre
Madre St. Pierre mantuvo sus múltiples relaciones, con Obispos, con hermanas y con otros,
en las que se comunicaba en lo personal y por escrito (Cartas de la Madre St. Pierre, Tomo I, II, III).
• Por otra parte nuestros sufrimientos más íntimos y más profundos se relacionan
con personas a quienes con nuestro corazón y nuestro deber nos han movido
siempre a amar y respetar (Tomo I, pág. 6).
• Sin embargo, tengan cuidado de no ser débiles queriendo ser buenas (Tomo I. Pág.
14). Algunas páginas de referencia: Tomo I: Pág. 3, 6, 14, 55, 22.
Las relaciones en las Constituciones:
• “...maduramos nuestra capacidad de interrelación, cultivamos amistades verdaderas y la conciencia de nuestra misión, dando así pleno sentido a nuestro celibato
consagrado” Art. 9.
• “... entregando con generosidad y desinterés nuestras cualidades personales, talentos y bienes personales...” Art. 13
• “Reconociendo que todo los bienes de la creación son dones de Dios...” Art. 16
• “En Espíritu de obediencia promovemos la unidad entre nosotras...” Art. 23
• “En nuestras comunidades tratamos de vivir plena y conscientemente la unidad
de corazones, al mismo tiempo que respetamos la pluralidad de las personas y las
diferencias individuales.” Art. 26
Artículos adicionales: No. 28, 28.1, 39.1, 42.1
• “donde dos o tres se reúnen en mi nombre..” (.Mt. 18, 20)
• ... para que estén unidos como tu y Yo... (Jn 17, 11)
• ... vive en intima comunión con el Padre... (Jn. 1,18)
Ejemplos de Jesús y su relación con las mujeres, los niños
y marginados:
Samaritana (Jn. 4,1-38);
Martha y María (Lc 10, 38-42 );
Dejar que los niños se acerquen a mí... (Mc 10, 13-16);
El ciego de nacimiento... ( Jn 9, 1-41 );
Paralítico... ( Mc. 2, 1-18 ).
Celebra el don de las Relaciones
Oración
Dios lleno de gracia, comunidad de amor, tres en uno:
reúne a tus hijas-os de cada raza, nación, edad, género
y haznos una familia relacionada por el amor y que
unidas a ti y con tu creación entremos en tu dinámica
de vida abundante para todos-as. Amen
• Reflexión:
Capítulo 2002
Afirmamos la declaración sobre Relaciones hecha en el Capítulo 2002 (cfr. Relaciones pág. 15 – 16)
* Transformación personal
* Profundizar nuestras relaciones entre
* Entusiasmo por la Misión provincias, región y formas de compromiso
La Palabra de Dios:
La Palabra de Dios ilumina nuestra búsqueda de las relaciones entre las personas, a semejanza de la Trinidad, es lo que nos hace descubrir a Dios y su Reino presente entre nosotras:
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las siete
palabras
Presencia
El VERBO se hace PRESENCIA y nos llama a acogerlo en la otra persona
Las palabras presencia y persona están íntimamente conectadas. La palabra persona viene de “per-sonare”- que significa “sonido firme,” es decir:
hacerse presente. Nuestra vocación en la vida es ser y cada vez más convertirnos en personas que se hacen presentes unos a otros como una realidad
más grande de la que nosotros conocemos completamente. Como personas estamos llamadas a ser transparentes unas a otras.
Presencia conecta todo nuestro ser: el ser profundo con los sentidos: estar, mirar al otro, tocar al otro, impulsar la vida. Es un gran reto el estar
conectada en lo que se piensa, lo que se hace y en donde se está. Presencia implica poner atención, entrar en la vida del otro, en su ritmo. Es dejar
fluir nuestra humanidad y divinidad. Es estar atenta y flexible para responder a las necesidades del otro. Requiere que dejemos nuestros esquemas.
Implica caminar con e/la otro/a en actitud de atención, empatía y solidaridad, desde “su orilla” descubriendo la presencia del totalmente OTRO
y dejándose transformar por Él. Es necesario estar presente ante Dios para poder estar presente al hermano. Tenemos que aprender a contemplar
a Dios en el hermano y el hermano en Dios.
Nuestra presencia es sacramental; Jesús es una PRESENCIA para ser captada y actuada. Estamos presentes en el mundo por medio de los sentidos. Dios se nos hace presente por medio de nuestros sentidos. El misterio de la encarnación es Dios que se hace presente a los seres humanos
de una manera visible y tangible. Vivir el seguimiento de Jesús es una experiencia de “proximidad”, de participación y de comunión.
Orígenes en la Congregación
Al volver a nuestros orígenes
congregacionales descubrimos la
profundidad de presencia
en nuestra Madre Espiritual
Jeanne Chezard,
nuestro fundador el Obispo
Claudio María Dubuis y
nuestras primeras hermanas:
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• “Jeanne llena del espíritu de la Palabra-hecha-carne llegó a ser pan de compasión, sencillez, amor, justicia,
misericordia y paz—la PRESENCIA de Dios.” (Sor Nancy Lee Smith, IHM).
• El Obispo Dubuis recurrió su enorme diócesis para ser la PRESENCIA del Verbo Encarnado en medio de
un pueblo que sufría los estragos de una guerra civil y los problemas de salud, orfandad y viudez que ella causaba, como vemos a continuación: “Una tarde que recorría sólo, según su costumbre, las vastas soledades de su
diócesis para ANIMAR o FORTIFICAR a sus valientes Mexicanos… (Perrichón, p. 216).…su PRSENCIA DE
ESPÍRITU, su audacia y su confianza en Dios…un día cuando iba a Campo Danis para CONSOLAR E INSTRUIR a los pobres soldados irlandeses… (Perrichón, p. 218).
• La presencia en la vida de la Madre St. Pierre está resumida en sus propias palabras:“Mi mente y mi corazón solo
tienen dos estaciones: el Tabernáculo y nuestro convento en San Antonio”. (Carta de Québec, Canadá, 10 de Oct. De 1889).
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
Ser la PRESENCIA del Verbo Encarnado en el mundo es la esencia de nuestro carisma
congregacional como se expresa en nuestras Constituciones:
“Nuestro Señor Jesucristo sufriendo en una multitud de enfermos y desvalidos
de todas clases, espera el alivio de vuestras manos.” (Art. 1).
“El carisma de nuestra Congregación es el ser llamadas para que el amor de Dios,
como se manifiesta en la Encarnación, sea PRESENCIA real y tangible en el
mundo de hoy” (Art. 2)
“Las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado somos llamadas por Dios para
ser en el mundo PRESENCIA de su amor compasivo y misericordioso” (Art. 37).
Presencia en el Evangelio
Los evangelios dan testimonio de la presencia cercano de Jesús para con su pueblo:
“...se conmovió hasta el alma...Y Jesús lloró. Los Judíos decían: `!Miren cuánto
lo quería”` (Jn. 11, 33-36).
“Había gente que presentaba a sus niños a Jesús para que los tocara...`Dejen que
a los niños vengan a mi...`Jesús los abrazaba y luego ponía sus manos sobre ellos
para bendecidlos.” (Mc.10, 14-16).
Jesús, el Verbo Encarnado, nos invita a permanecer en su PRESENCIA y nos asegura su presencia con nosotras a lo largo de la historia: “permanezcan en mi y yo permaneceré en ustedes”.
Jn. 15,4 “Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo.” Mt. 28,20
A través de los sentidos podemos recrear la experiencia de los primeros discípulos:
“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestro ojos. Lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado acerca del
Verbo que es Vida. La Vida se dio a conocer, lo hemos visto y somos testigos, y
les anunciamos la Vida Eterna.” (1 Jn. 1, 1-2)
Oración
La presencia de Dios por Alfonso Albino
Tú no fuerzas una flor a que abra,
la flor la abre Dios;
tú la plantas, la riegas, la resguardas,
lo demás lo hace Dios.
Tú no obligas a un amigo a que te ame,
el amor lo da Dios;
tú le sirves, le ayudas, en ti la amistad arde,
lo demás lo hace Dios.
Tú no obligas a un alma a que crea.
• Reflexión:
Por su Palabra Jesús nos llama a ser su PRESENCIA transformadora en el mundo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por el que me consagró. Me envió a traer la
Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van
a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor.” Lc. 4, 18
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las siete
palabras
Compasión
Y el Verbo de hace COMPASIÓN y nos llama a sentir el dolor de la otra persona.
Compasión quiere decir “con - pasión” y deriva del latín: “Pati” y “cum” que es padecer o sufrir con. Es una palabra que surge de las
entrañas mismas de Dios, quien tanto amó nuestra humanidad, que al mirar su sufrimiento, su fragilidad, su condición… nos dio a
Su Hijo quien se hizo uno con nosotras / os (Fil. 2). La compasión es vivir la Encarnación desde esta dimensión del abrazo, acogida, y
amor de ese Dios con nosotros, y que nos impulsa a vibrar desde nuestras entrañas mismas con el sufrimiento y dolor, con la miseria
de nuestros / as hermanos / as experimentándolos en nuestra propia carne, sintiéndonos movidas profundamente a la compasión a la
manera de Jesús.
En un mundo tan sediento de Dios frente al aumento de la violencia, enajenación, relaciones fragmentadas e injusticias crecientes, reflejando
en nuestras diferentes formas de compromiso, el amor y compasión de Dios, especialmente entre los más vulnerables, implica una actitud
solidaria y tiene que ver con la Kénosis de Jesús en la Encarnación: “Siendo de condición divina tomó la condición de esclavo…(Fil. 2)”
Estar en contacto con la realidad nos impulsa a actuar desde el Carisma que gratuitamente se nos dio de ser signos visibles del amor
compasivo y misericordioso:
“La misión de nuestra Congregación asumió nuestro existir humano e hizo propios los sufrimientos y las esperanzas de su
pueblo.” (const. Art. 3). Ver, escuchar, tocar y experimentar el sufrimiento de los/as demás nos reta a descubrir a ese Dios vivo, presente y actuante, inmerso en la miseria humana. Al alejarnos de este llamado a la compasión destruimos nuestra propia carne
(Prov. 11,17) y nos alejamos del Dios de la vida y por lo mismo del proyecto mismo de Dios.
Si nos acercamos a la experiencia compasiva de Jeanne Chezard de Matel, del Obispo Claudio Ma. Dubuis, Madre St. Pierre y las
primeras hermanas, encontramos un vivo testimonio en múltiples actitudes, experiencias, respuestas concretas de vida que nos animan
e invitan a continuarrespondiendo en el aquí y el ahora, a la manera de Jesús. Encontramos en ellos el implícito mensaje
“Continúen la Misión CCVI… Sigan siendo en el mundo presencia del amor compasivo y misericordioso del Verbo
hecho carne… Nosotros hemos dado los pasos que correspondían a nuestro tiempo, ¡ahora la ocasión es suya…!”
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Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
Nuestra Historia y Carisma
Nuestra misión es realizada con compasiín
El carisma de nuestra Congregación está impregnado de este espíritu compasivo que nos
impulse a contemplar el misterio de Dios en el mundo, a escuchar y ver con los ojos del
corazón, que es donde radica la ternura y la compasión, la misericordia y el perdón, los
cuales nos lanzan a ir mas allá de nosotras mismas para acoger, restaurar, acompañar, hacernos pequeñas con los pequeños y desde nuestra propia humildad y miseria anunciar
con nuestra vida la Buena Nueva de un Dios que salva, restaura, rescata y libera.
Nuestra Misión se fundamenta en la compasión, esto mismo venía expresándose ya desde
nuestra carta fundacional:
“Nuestro Señor Jesucristo, sufriendo en una multitud de enfermos y desvalidos de todas
clases, espera El alivio de vuestras manos.”(Const. Art. 1).
Este alivio expresamos haciendo propios los sentimientos y las esperanzas del pueblo (Const.
Art. 3), buscando elevar la dignidad de las personas y ser un motivo de esperanza (Const.
Art. 39) con especial preferencia hacia las necesidades de los pobres (Const. Art. 41).
Este llamado no tiene únicamente una dimensión individual, sino comunitaria pues
se precisa encontrar en comunidad caminos de respuesta que sean una fuerza corporativa y profética (Capítulo General 2002. Pág.7).
Compasión en la Sagrada Escritura
La Sagrada Escritura fundamenta de manera dinámica e impulsa la vivencia de nuestra espiritualidad y compromiso, a la vez que nos cuestiona y reta fuertemente a dar una respuesta a la
manera de Dios y desde su corazón, lo cual nos invita a vivir en una constante contemplación de
Su Misterio.
En el libro de Job 6,14 dice que “quien retira su compasión hacia el prójimo, abandona el temor de Yahvé” y por lo mismo deja de mirar el Rostro de Dios en aquellos
que sufren y quien deja de ver Su Rostro, muere.
En Jesús apareció la bondad de Dios (Lc. 1, 7-8; Tito. 3, 4-7);
en El se revelo el Padre de la Misericordia, de la Compasión
( 2 Co. 1,3). Desde el corazón compasivo de Jesús, ternura de
Dios, se derrama su amor en el corazón que sufre, del hambriento, del que llora, etc.; es desde el ejemplo del Verbo hecho
carne desde donde el cristiano es llamado a vivir la compasión
afectiva y efectiva como el Buen Samaritano (Lc. 10, 33).
Oración
Señor, dador de vida, cambia nuestros corazones hechos
de piedra por corazones de carne...
Dános la gracia de amar a nuestros hermanos
y hermanas con tu corazón,
lleno de piedad y compasión para que,
como tú, podamos hacer nuestros
los sufrimientos de tu gente,
para que podamos abrazalos
con infinita ternura en tu compasión
y asi, inspirar esperanza en los demás.
Tu eres Padre y Madre, compasión que abraza
todo aquello que has creado, el gozo y el dolor,
el sufrimiento y la calma, las tristezas y las alegrias.
Renovemos en cada una de nosotros el carisma
para que seamos como tu hijo: Una presencia real
y tangible de tu compasión y piadoso amor. Amen.
• Reflexión
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las siete
palabras
Sacramento
El VERBO se hace SACRAMENTO y nos llama a ser signos proféticos de su amor.
Por el misterio de la encarnación todo se vuelve sacramento. Somos sacramento cuando hacemos transparente el actuar de Dios en la
historia por medio de nuestro testimonio profético como personas que viven intensamente su consagración a Dios en el pueblo. El
sacramento hace presente la totalidad del misterio de Cristo y une en sí mismo el pasado-presente-futuro.
En nuestra realidad palpamos una falta de apreciación por lo sagrado debido a la pérdida de valores, las amenazas contra la vida humana, como la práctica de la pornografía, la prostitución, la tortura, el aborto…, y la destrucción del medio ambiente. También el mal
uso de la tecnología, el abuso del poder, la gratificación inmediata y el consumismo deshumanizan a la persona humana, creada en la
imagen y la semejanza de Dios. A veces nuestras celebraciones litúrgicas no logran comunicar toda la profundidad y riqueza del signo
sacramental por la falta de la inculturación de los ritos, la rutina, la monotonía, la falta de inclusividad y la incongruencia entre la que se
celebramos y lo que practicamos. Por la vida sacramental descubrimos el actuar del Espíritu en la profundidad de nuestro ser, que nos
permite desarrollar el discernimiento del actuar de Dios y nos abre a nuevo horizontes para responder a la realidad.
Nuestras Constituciones e Historia
Nuestra Constitución
establece la importancia
de nuestra participacion
en los sacramentos:
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Nuestras Constituciones señalan la centralidad de nuestra participación en los sacramentos:
“Participamos en la vida sacramental de la Iglesia, penetrando así el misterio pascual y celebrando
con la Iglesia Universal, la vida en Jesucristo resucitado” (Art. 34).
“Encontramos a Cristo sacramentalmente en la comunidad que ora y que le rinde culto” (Art. 35).
También constatamos la vivencia de la sacramentalidad en nuestra herencia Congregacional:
“Así como Jesús fue la imagen de Dios-hecha-carne, de la misma manera Jeanne (Chezard De Matel) experimentó la llamada en su vida a ser un icono del Verbo Encarnado. Ella nos recuerda que
cada una de nosotras / os estamos llamadas/os a ser un vaso de Dios, una imagen visible de Dios
habitando en el mundo.” (Sr. Nancy Lee Smith, IHM)
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
En su primer viaje misionero el Obispo Dubuis, nuestro fundador, descubrió los
signos de la presencia de Dios en todo lo que le rodeó en alto mar:
“¿Quién pudiera describir las ceremonias religiosas celebradas en plena mar;
cómo despiertan un verdadero cortejo de nobles pensamientos y suaves
consuelos, todos estos grandes espectáculos llegan al alma; la inmensidad
del cielo…del océano, la brisa ligera…las pequeñas olas…todo está lleno
de dulces voces…todo celebra la eterna armonía del Todopoderoso, la voz
de Dios sobre las aguas, la elocuencia de Dios mismo que habla al corazón
humano?” (Perrichón, p. 35).
Hablando en el funeral de nuestra co-fundadora, Madre Madeleine, el Obispo
Nicolás Gallagher decía de ella:
“Ella trabajaba con entusiasmo y celo por el honor de Dios y el bien de las
almas, y ha sido transformada a la imagen del Verbo Encarnado por sus
sufrimientos en unión con Él”.
Oración
Señor, por la vida sacramental haznos sensibles
a tu presencia en toda la creación.
Que seamos iconos de tu Verbo Encarnado,
profetas capaces de transparentar tu presencia
por medio de la vivencia de nuestra consagración
al servicio de tu pueblo.
Amen.
• Reflexión:
Jesús es Sacramento
Jesús, el Verbo Encarnado, es el SACRAMENTO de Dios en el mundo:
“Felipe le dijo: Señor muéstranos al Padre y eso nos basta. Jesús respondió:
‘Hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conoces, Felipe?
El que me ha visto a mí ha visto al Padre.” ( Jn. 14, 8-10).
“Eres tú el que debe venir, o debemos esperar a otro? En ese momento, Jesús
sanaba a varias personas afligidas de enfermedades… Jesús pues, contestó a
los mensajeros: ´Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos
ven,los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la Buena Nueva a los pobres y ¡felices aquellos que
no dudan de mí después de haberme visto!´” (Lc. 7, 20-25).
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las siete
palabras
Eucaristía
El VERBO se hace EUCARISTÍA y nos llama a SER PAN DE VIDA para la otra persona.
La Eucaristia es:
1.- La PRESENCIA de Jesús, el Verbo Encarnado, que mediante su Espíritu nos llama, nos transforma y nos une alrededor de su
Mesa. En su Mesa todos somos iguales y estamos en solidaridad, en comunión con el Padre-Madre con el Hijo y el Espíritu
y en comunión unas con otras para formar un solo cuerpo, el Cuerpo del Señor, la extensión de su Encarnación. La Eucaristía
es la presencia tangible de Dios que nos reúne y nos transforma, para responder a la Misión de Jesús que ha venido para que
tengamos vida y la tengamos en abundancia. (Jn. 10,10).
2.- ALIMENTO que nos nutre cuando participamos en la Mesa del Señor. Somos alimentados/as con el Pan de la Vida, que nos hace
crecer hasta la plenitud de Cristo. Recibimos la gracia de ser testigos de su Pascua y llegamos a ser pan de vida, pan que se parte
y comparte en fraternidad y comunión. El Verbo se hace pan que se rompe y se entrega en servicio de los/as demás. Participando
en la Eucaristía, nosotras venimos también a ser pan que se rompe, hostia viva que se hace con Cristo ofrenda agradable a Dios.
3.- ACCIÒN DE GRACIAS por todas las bendiciones recibidas, especialmente por el don de nuestras vidas. Es un signo de la
fidelidad de Dios para con nosotros/as.
4.- SIGNO DE COMUNIÓN Como alimento que nos nutre, la Eucaristía es a la vez un signo de que somos recibidos en la comunidad y de que recibimos a los/las demás.
5.- MEMORIAL de su obra redentora en el mundo. Como CCVI’s hemos de prolongar el Misterio Eucarístico con una presencia
viva y activa en el mundo, una presencia oblativa y sacrificial, incorporada a la oblación misma de Jesús en la cruz, que dio su
vida por sembrar entre nosotras el Reino de Dios. Podemos celebrar juntos/as nuestra historia y los acontecimientos diarios de
nuestra vida, expresando en forma simbólica nuestras más profundas experiencias en Cristo Jesús.
La Eucaristía nos fortalece, nos libera para responder a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en las realidades del mundo de
hoy. Toda la humanidad, en este mundo globalizado, tiene un gran anhelo de unidad, porque se encuentra fragmentada por la pobreza,
el hambre, la injusticia, la violencia, la guerra y hasta por la destrucción de nuestro planeta. A la Eucaristía llevamos esta realidad y de la
Eucaristía prolongamos la presencia de Jesús que ilumina toda nuestra condición humana.
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Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
Nuestra Historia y Misión
Cuando volvemos a nuestros documentos fundacionales descubrimos el lugar
central que ocupa la espiritualidad eucarística en las raíces de nuestra Congregación, como prolongación del misterio de la Encarnación:
La Madre Jeanne De Matel nos decía:
“La Palabra se hizo carne. Vivamos el sacrificio del Cuerpo y Sangre de Cristo
como prolongación de su Encarnación: en este Sacrificio alabamos y adoramos
el misterio de la Encarnación.”
La Madre St. Pierre nos invita a participar en la Eucaristía cada día para nutrirnos de la
savia de la vid en la que estamos injertas. Ella dice:
“La Eucaristía es el centro de nuestra fe y nuestra adoración, renueva nuestra
alianza bautismal y nuestra profesión de entrega total”.
Hoy, si realmente hacemos de la Eucaristía la experiencia cumbre de nuestra vida, tendremos en muy alta estima el privilegio de participar diariamente en ella:
“...penetrando así en el Misterio Pascual y celebrando con la Iglesia Universal, la
vida en Jesucristo resucitado.” (Const. Art. 34).
Nuestras primeras hermanas encontraron en la Eucaristía la fuerza para contemplar y abrazar la realidad con los ojos y la ternura de Dios. Respondieron al
clamor del pueblo expresado en las palabras del Obispo Claudio Ma. Dubuis:
“Nuestro Señor Jesucristo sufriendo en una multitud de enfermos y desvalidos
de todas clases, espera el alivio de sus manos” (Const. Art. 1).
Si releemos nuestro carisma en las realidades de hoy y experimentamos la fuerza del
Espíritu que movió a nuestro fundador, podremos, en fidelidad creativa, responder a su
llamada siempre nueva, en forma personal, comunitaria y congregacional.
El Capítulo 2002 nos anima a avanzar en el proceso de Refundación, poniendo un
énfasis en nuestra dimensión contemplativa y en la revitalización de nuestro espíritu
misionero en solidaridad con la gente, inculturándonos especialmente entre los pobres
y marginados.
Sagrada Escritura
Jesús Eucaristía es el Dios-con-nosotros/as como afirma la
Sagrada Escritura:
“Tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo;
‘Esto es mi cuerpo entregado por ustedes, hagan esto
en memoria mía.‘” (1 Co 11, 24).
“...Cómo le reconocieron en la fracción del pan.” (Lc. 24, 35.)
“Entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.”(Ap. 3, 20).
Oración
Estamos aquí, Señor,
como los granos de trigo y las uvas del racimo.
Conviértenos, transfórmanos,
conságranos al servicio de tu pueblo,
para vivir en el amor como miembros
las unas de las otras, como un mismo pan,
como tu cuerpo místico.
Gracias, Señor, por tu entrega plena, por ser. Amen.
• Reflexión:
13
las siete
palabras
Contemplación
El VERBO se hace CONTEMPLACION y nos llama a ver nuestro mundo con ojos nuevos.
Contemplar significa mirar profundamente, entrar en armonía con Dios, conmigo misma y con los demás, bajar a mi centro, a lo mas profundo
de mi ser y desde ahí soltarme a Dios y a la relación con las demás personas. Ser contemplación es recuperar la dimensión fundamental de nuestra
Espiritualidad, el Verbo se hizo Contemplación. Como Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado estamos llamadas a contemplar, a examinar
las realidades del mundo y discernir las necesidades del pueblo de Dios (Const. Art. 31).
La contemplación es una disciplina por medio de la cual empezamos a ver a Dios en nuestro propio corazón. Es una atención hacia Aquel que
mora en el centro de nuestro ser. Es estar despiertas a ese Dios en nosotras/os, al que podemos ver en el mundo que nos rodea. Contemplar al
mundo, a nuestra comunidad y a la sociedad descubrimos:
• Frente a las guerras, pobreza extrema, violación de los DD.HH: la deshumanización
• Frente a la drogadicción y alcoholismo: actitudes de desesperanza, miedo sin sentido
• Frente a los medios de comunicación que atrofian nuestros sentidos: desorientación, falta de valores
• Frente a la vida consagrada: a veces la mediocridad, el acomodo, la desesperanza
Ante esta realidad estamos llamadas a revitalizar el ser de consagradas desde la contemplación, a escuchar la voz de Dios ”He visto la humillación
de mi pueblo” (Ex. 3,7), a abrirnos a descubrir la presencia salvifica de Dios, quien nos llama a responder en compasión y solidaridad.
Este deseo de abrirnos a la contemplación nos vuelve a la utopía que se vivía en las primeras comunidades, impulsándonos al deseo de
vivir el proyecto de Dios con las actitudes de Jesús en donde su interioridad se funda en la presencia del Padre que ve en lo secreto (Mc
6,6). La oración de Jesús es el secreto que atrae a sus más allegados y en el que les hace penetrar cada vez más (Mc 9, 18). Con su ejemplo,
lo mismo que con su doctrina, Jesús enseña a sus discípulos, el modo de orar: oración humilde del corazón, confiada en la bondad y el
amor del Padre. La naturaleza nos invita a la contemplación cuando miramos con reverencia la creación. La naturaleza es un don para
recibirse con gratitud y admiración. No es para usarse y destruirse para nuestro beneficio y ganancias materiales. Solamente cuando
nos detenemos delante de la naturaleza con reverencia, contemplando el misterio de la creación y del Creador, ésta puede volverse
transparente y revelarnos su verdadero significado. La actitud de contemplación está también en el corazón de las relaciones interpersonales, porque nos permite ver los dones en las personas, afirmarlos y celebrarlos. El ministerio y la contemplación se enriquecen
recíprocamente. Dios sigue revelándose continuamente en las personas con quienes nos encontramos.
14
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
Nuestra Historia y Misión
La contemplación
requiere sencillez
y obediencia
para escuchar
a Dios
Como lo encontramos en la espiritualidad de Jeanne Chezard De Matel quien contempla constantemente
el misterio de Dios en el Verbo Encarnado, lo que conduce a unirse a Él en su Misterio Pascual:
“Hija mía, en esta fundación Yo que soy el Verbo Encarnado, haré extensión de mi Encarnación.” (Autobiografía)
Claudio María Dubuis vivió la contemplación en la acción, cimentando su actuar en la intimidad con
el Verbo Encarnado. Para Claudio, encontrarse con el prójimo, era encontrarse con Dios. Él tuvo una
confianza absoluta en Dios y se dejó guiar por la Providencia: “La providencia no sólo rodea... a la cuna
de este joven sacerdote de Cristo, sino todavía más, dirige todos sus pasos.”
La Contemplación nos lleva a la acción: para ser presencia de Dios y descubrirlo
en el mundo. Como María nos preguntamos: “¿Cómo nacerá Cristo en el mundo?” Nos sentimos llamadas a nutrir nuestra dimensión contemplativa y a revitalizar el espíritu misionero en solidaridad con la gente, especialmente las personas
pobres y marginadas. Como Congregación estamos llamadas a ser una voz de paz
en medio de la violencia, un instrumento de justicia en medio de la opresión, y
un corazón compasivo ante el abuso y el sufrimiento.
Reflexión:
Oración:
Dios amoroso, estamos delante de Ti, abiertas
a tu revelación a través del misterio de nuestra vida diaria.
Abre nuestros ojos para ver tu presencia
dando vida a todo el mundo.
Abre nuestros oídos para escuchar tu voz
en el clamor de tu pueblo que sufre.
Abre nuestros corazones para amar la tierra
y toda la creación.
Abre nuestras manos para que sean tu toque compasivo
que sana las heridas del cuerpo y del espíritu.
Reencarna tu Palabra en nosotras,
para que como Jesús, podamos reconocer tu presencia
en todas las personas y revelarles tu amor salvador.
Amén.
15
las siete
palabras
este libro pertenece a:
Reflexiones Personales
16
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
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