DISTRÉS LABORAL CRÓNICO - trabajos dr. antonio paolasso

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DISTRÉS LABORAL CRÓNICO
El distrés laboral crónico ha sido definido por la Comisión Europea en el 2002, como el
“conjunto de reacciones cognitivas, emocionales, fisiológicas y del comportamiento a ciertos
aspectos adversos o nocivos del contenido, la organización o el entorno del trabajo. Es un
estado caracterizado por altos niveles de excitación y de angustia con la frecuente sensación de
no poder hacer nada frente a una situación laboral adversa”. La OMS ha catalogado al distrés
laboral crónico como la “epidemia global” mayor responsable del ausentismo laboral y el único
riesgo laboral que puede afectar a la totalidad de los trabajadores porque altera la salud, a la vez
que disminuye el rendimiento y aumenta las enfermedades y accidentes por el trabajo o en
ocasión del trabajo. Según la OIT esta epidemia global (pandemia), económicamente causa
gastos que involucran un 4% del PBI mundial. Los factores de distrés laboral más reconocidos
son la deshumanización de la relación laboral, la precarización contractual (inestabilidad
laboral por contratos de corto lapso o trabajo “en negro”), el falso concepto de que “un cierto
grado de estrés e inseguridad laboral mejora la productividad” y otros eufemismos que
encubren nuevas formas de explotación irracional del trabajador originan el reconocimiento
como patología laboral del acoso o mobbing y del propio distrés laboral. El distrés laboral es
una entidad hasta ahora omitida o ignorada no sólo por la Medicina Laboral, la Ley de Riesgos
del Trabajo, sino también por los propios médicos laborales de las empresas y ARTs que
desdeñan al distrés como factor de riesgo de patología laboral y no tienen la más mínima noción
de los mecanismos del distrés laboral en los síndromes metabólicos (hiperlipemia, obesidad,
hipertensión arterial y diabetes II) en la endocrinopatías y en los trastornos inmunológico de
autoinmunidad (autoanticuerpos que provocan enfermedades autoinmunes) y, obviamente, los
trastornos psíquicos y psicofícos (enfermedades psicosomáticas dermatológicas,
cardiovasculares, respiratorias, digestivas, etc.). La Asociación Americana de Psicología (APA)
realizó un estudio mediante encuestas denominado “APA 2007” que demostró que la tercera
parte de la población de EE.UU. vive en distrés extremo siendo las causas principales del
mismo, en primer lugar el empleo, seguido por el dinero. El University College de Londres
presentó en enero del 2008 el resultado del estudio denominado Whitehall II (prolongación del
Whitehall I iniciado en 1967), realizado en una población de 10.000 funcionarios empleados en
la administración civil británica. El estudio demostró que los participantes con empleos más
bajos y menos posibilidades económicas, tenían mayores probabilidades de morir
prematuramente, en relación con aquellos que se desempeñaban en empleos más cualificados.
El estudio incluyó ambos sexos y distintos niveles jerárquicos (desde jefes de alto nivel a
simples mensajeros). Contempló los factores de morbimortalidad: cómo se sentían en su
trabajo, nivel de distrés laboral, etc. El estudio se realizó con el monitoreo de las siguientes
variables: frecuencia cardíaca, tensión arterial y concentración de cortisol en sangre
(cortisolemia), datos de dieta, consumo de alcohol, hábito de fumar y actividad física. En este
estudio, mediante un seguimiento de 12 años, se comprobó fehacientemente que la asociación
de distrés laboral crónico con enfermedad coronaria era, estadísticamente, más importante entre
hombres y mujeres de menos de 50 años, que en los de edad de retiro. Los investigadores
concluyeron también que si bien el estilo de vida es un factor clave en la prevención de las
coronariopatías, los resultados de esta medulosa investigación parecen demostrar que los
desequilibrios inducidos por el distrés crónico en el sistema neurovegetativo, juegan un rol
fundamental en el distrés laboral crónico y enfermedad coronaria. Este sistema neurovegetativo
con sus sistemas transmisores, acetilcolina y adrenalina y sus amplias conexiones con el sistema
neuroendocrino, al ser afectado en su conjunto por el distrés laboral crónico, explica las
alteraciones en el control de la actividad del corazón y su ritmo, así como en los muy estresados
en presencia de niveles elevados de cortisol (hormona del distrés crónico) por la
mañana.(University College de Londres, Whitehall II, Nov. 2008) Diversos estudios realizados
a fines de 2008 (algunos de ellos reportados on line) sobre la base de una encuesta de 250.000
trabajadores, han demostrado que el mal trato patronal a sus empleados, no sólo hace que el
trabajo sea distresante sino que aumenta el riesgo de enfermedades, principalmente cardíacas, y
que existe una sensación subjetiva en muchos empleados de que tienen menos saludad por
razones personales (Bernardo Boskis – ESTADO ACTUAL DEL ESTRÉS PSICOSOCIAL Y
SUS CONSECUENCIAS CARDIOVASCULARES, Federación Internacional de Cardiología,
agosto 2009) En Medicina ya está acuñada la definición de estrés como “tensión provocada por
situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas y trastornos psicológicos a
veces graves” (definición adoptada por la Real Academia Española). Con esto termina la
antigua idea de que el estrés, por ser un elemento natural de la vida, no podía causar
enfermedad. En las neurociencias y la psiquiatría se ha preferido optar el nombre de distrés,
para diferenciar el estrés fisiológico (reacción de alarma de Hans Selye) del estrés que enferma.
Así el estrés natural de la vida es el eustrés (estrés bueno) mientras que distrés es el estrés
patológico (estrés malo). Alexander postula que los factores externos actúan como estresores
(agentes causantes de estrés) a causa de las singulares experiencias psicológicas del individuo,
de tal forma que el estresor libera una ansiedad abrumadora, la cual es resuelta al dirigirla hacia
un sistema de órganos específicos, que son los más vulnerables. El efecto del estímulo psíquico
sobre un órgano se ha denominado somatización y al proceso conversión somática. La
conversión somática originó la rama de la Medicina llamada Medicina Psicosomática, la cual
ha demostrado incuestionablemente que el asma, la úlcera gástrica, gastritis, coronariopatía,
hipertensión arterial, infarto de miocardio, enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide,
dermatopatías (neurodermatitis), colon irritable, dispepsias, progeria, síndrome metabólico,
están completamente asociadas a la tensión psíquica crónica. Hoy se está estableciendo con
mayor precisión la relación entre el estrés (distrés) crónico y la patogenia de enfermedades
como la migraña familiar, la diabetes mellitus II, la obesidad, la hiperglucemia (tríada del
llamado síndrome metabólico la tensión premenstrual y algunas endocrinopatías que involucran
a la tiroides y al sistema inmunitario, el que además de enfermedades autoinmunes juega un rol
estratégico en algunos cánceres. Incluso las neurociencias están demostrando cómo el distrés
actúa como factor mutante genético y ocasiona mutaciones genéticas adquiridas no
transmisibles. Esta rama de investigación científica médica se ha denominado
Psiconeuroinmunoendocrinología, siendo las neurociencias la herramienta especial de trabajo.
Por lo tanto, el término estrés puede significar las fuerzas externas que actúan sobre el
organismo, o los cambios corporales que resultan de la acción de esas fuerzas externas. Es decir,
el estrés es una respuesta con ansiedad a influencias externas que origina patogénesis de las
llamadas enfermedades psicosomáticas. La autoperpetuación de un estresor o distresor
(cronicidad) puede ser por diferentes variables: la persistencia del estímulo distresante, o bien,
una vez desarrollada la enfermedad psicosomática genera un fuerte estímulo distresante que
ayuda a la perpetuación del cuadro (Malcom Lader – ANSIEDAD, ESTRÉS Y
ENFERMEDADES RELACIONADAS, Universidad de Londres, Reino Unido, 2000) (Yehuda
Shoenfeld & Gisele Zandman-Goddard – ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LAS
ENFERMEDADES AUTOINMUNES- Separata Química Montpellier: 36, Bs. As. 2003) (A.
Martínez Pina – PATOLOGÍA PSICOSOMÁTICA: 171 Fascículo II, Bs. As. 1976)
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