2009_3_JCM ed_ES

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Puntos de vista
Conseguir que cambien las
cosas en el mundo
Jean Claude Mbanya
es Presidente de la
FID para el período
de 2009 a 2012.
Es catedrático de
Endocrinología en
la Universidad de
Yaundé (Camerún)
y jefe de la Unidad
de Endocrinología
y Enfermedades
Metabólicas del
Hospital Central
de Yaundé.
Las cifras son alarmantes. Parecemos estar a punto de
perder la batalla por contener la diabetes. En el próximo
año, la diabetes matará a más de 10.000 personas cada
día, una asombrosa cifra de 4 millones de vidas perdidas
por diabetes en 12 meses. La nueva edición del Diabetes
Atlas de la FID (presentado recientemente durante el
Congreso Mundial de Diabetes, en Montreal), nos dio la
pésima noticia de que 285 millones de personas viven
en la actualidad con diabetes.
Los países de ingresos bajos y medios siguen llevándose la
mayor parte del peso de esta enfermedad. Pronto, cuatro
de cada cinco personas con diabetes vivirán en países en
desarrollo. Y los hombres y mujeres más afectados están
en edad laboral, y son quienes ganan el pan de toda la
familia. En dos décadas, el número total de personas con
diabetes es probable que crezca hasta aproximarse a los
440 millones, una cifra que supera a la de la población
de México, EE UU y Canadá juntos. Por todo el mundo
en desarrollo, un creciente y enorme número de personas
recién diagnosticadas con diabetes se encuentran solas
en un sendero que puede llevarles a desarrollar complicaciones discapacitadoras, depresión, mala salud mental
y muerte prematura.
Como única representante mundial de todas las personas
con diabetes, la FID tiene el mandato de facto de incrementar su respuesta con el fin de proteger a estas poblaciones
vulnerables. Necesitamos aumentar la concienciación e
impartir educación para la salud a fin de garantizar que
la diabetes se detecte a tiempo, y que quienes acaben
de ser diagnosticados sean guiados hacia un camino
que les lleve a controlar su enfermedad crónica y a tener
conocimientos para cuidar de sí mismos y les capaciten
para evitar o retrasar las potencialmente devastadoras
consecuencias de esta enfermedad. Necesitamos ofrecer
orientación que ayude a aliviar el estrés de manejar la
diabetes y ayudar a las personas a desarrollar las técnicas
de afrontamiento que necesitan para realizar su viaje
por esta afección sin correr peligro alguno, además de
hacerles saber que no están solas.
Necesitamos asegurarnos de que hay atención adecuada disponible para todas las personas con diabetes.
Diciembre 2009 | Volumen 54 | Número 3
Y necesitamos garantizar que haya disponible más educación diabética de base científica, de modo que las
personas con diabetes puedan jugar un papel documentado y fundamental en su propio cuidado. Y la FID aún
necesita hacer más. Necesitamos ampliar nuestra tarea
hacia el área de promoción de la salud. Con millones de
personas desarrollando diabetes, y sin garantía de que
el total de fondos disponibles para la salud mundial se
amplíen lo suficiente como para cubrir estas necesidades
crecientes, tenemos que ser más activos en la prevención.
Esto es un enorme desafío.
Para hacer esto, necesitamos superar a las poderosas fuerzas sociales, culturales y de mercado a fin de garantizar
que haya opciones de vida sana disponibles y asequibles.
Además, necesitamos ir más allá de la paradoja de que
muchos de nosotros, aún sabiendo cuál es la elección más
saludable, sigamos optando por la menos sana. La máquina del marketing que impulsa la epidemia de diabetes
tipo 2 y otras enfermedades no contagiosas se dedica a
asaltar total y frontalmente todos nuestros sentidos. (Ver
las advertencias de Justin Macmullan sobre la “generación
de la comida basura” en este mismo número). Las condicionantes imágenes del consumismo son una atracción
constante; las canciones de los anuncios forman la banda
sonora de nuestra vida. Lo “poco saludable” se distribuye
bien empaquetado, directo a nuestro salón, a un precio
asequible. Pero, en el fondo, sale carísimo.
Hoy en día existen tratamientos y tecnología para que las
personas con diabetes consigan controlar su afección y
que les permiten llevar una vida plena y productiva. Sin
embargo, hay millones de personas con diabetes para
quienes los tratamientos y las tecnologías modernas
son sólo un sueño, y el derecho a llevar una vida plena
se les niega a través de la ignorancia, de la falta de
recursos y educación y de una infraestructura sanitaria
inadecuada. (Consulte los informes de México y Vietnam
en este número.)
Ésta es una batalla que duramente podemos permitirnos
perder y en la que nos vemos obligados a luchar. Será
un honor, así como mi deber como presidente de la FID,
trabajar al lado de todos ustedes en la próxima campaña.
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