Factores Victimogenos

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DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
FACTORES VICTIMÓGENOS
“No podemos comprender el fenómeno victimal sin estudiar la personalidad de la
víctima, sus cualidades objetivas y subjetivas, así como las circunstancias de la
victimización”
Rodríguez-Manzanera, 2003
José Manuel Muñoz Vicente.
Psicólogo Forense. Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid (España)
INTRODUCCIÓN
La victimación criminal es el proceso por el que una persona sufre las
consecuencias de un hecho delictivo (García-Pablos, 2009)1. El proceso
victimal siempre es un hecho dinámico que depende de una serie de factores y
circunstancias que han de ser tenidas en cuenta para comprender el fenómeno
delictivo. Para realizar un estudio completo de este proceso hemos de atender
a dos dimensiones del mismo: a) la consideración de los factores que
intervienen en la precipitación del delito; y b) el impacto que ese delito tiene en
la víctima (Tamarit, 2006). En este sentido, se habla también de factores de
riesgo y factores de vulnerabilidad. Los primeros serían aquellos que aumentan
la probabilidad de convertirse en víctima de un delito; y los segundos, serían
aquellos factores que amplifican el impacto de la situación de victimización en
1
Con este concepto la Victimología aporta un nuevo enfoque al estudio del delito, realista y personal,
centrando en quien experimenta sus efectos nocivos; a diferencia del análisis jurídico-normativo del
Derecho Penal y de la Criminología clásica, que contemplaban el crimen como lesión puesta en peligro
del bien jurídico, focalizando su estudio en torno a la persona del infractor o relegando a la de la víctima
a una posición marginal e irrelevante (García-Pablos, 2009; pág. 105).
Tradicionalmente, aunque no sin controversias, se ha diferenciado entre tres tipos de victimización:
primaria, secundaria y terciaria. Por victimización primaria se entiende el proceso por el que una
persona sufre, de modo directo o indirecto, los efectos nocivos derivados del delito, es decir, procede
del mismo delito. La victimización secundaria aludiría a los costes personales derivados de la
intervención del Sistema de Justicia, que, paradójicamente, incrementan los padecimientos de la
víctima. Esta victimización es considerada por algunos autores como más negativa que la primaria ya
que es el propio sistema que debe proporcionar protección y justica quien victimiza lo que crea especial
frustración en la víctima y, sobre todo, porque este proceso desprestigia al propio Sistema de Justicia y
condiciona negativamente la actitud de la víctima y por ende, de la ciudadanía respecto al mismo
(Landrove, 1998). Más discrepancias existen en relación al concepto de victimización terciaria, así
algunos autores lo relacionan con el delincuente, definiéndolo como los costes de la penalización para
éste (Tamarit, 2006), y otros con la víctima, definiéndolo como las desadaptaciones crónicas derivadas
de la victimización primaria y secundaria (Soria y Saiz, 2006).
1
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
el estado psicológico de la víctima (Muñoz, 2013). En este capítulo vamos a
abordar los primeros.
El estudio de los factores victimógenos o factores de riesgo de victimación ha
sido un campo de interés investigador desde el inicio de la Victimología (la
denominada corriente positivista). Podrían citarse las obras clásicas de Hans
von Hentig “Reflexiones sobre la interacción víctima-ofensor” (1933) y “El
criminal y su víctima” (1948) como representativas de este interés2. En estas
obras, sobre todo en la segunda, el autor crea una imagen más realista y
dinámica de la víctima, al considerarla como sujeto activo en el proceso de
victimación. Von Hentig entiende que el delito es consecuencia de la
combinación de un proceso de criminalización y un proceso de victimación
(Herrera, 2006). En esta inicial etapa de la Victimología cobra un papel
fundamental el estudio de las tipologías victimales, desechadas en la
actualidad por la culpabilización que suponían para las víctimas y su escaso
rigor científico, aunque hay que reconocerles su contribución al desarrollo de la
disciplina victimológica. Tradicionalmente podríamos hablar de dos ejes
clasificatorios en las tipologías victimales marcados por la obra de Mendelsohn3
2
Hans von Hentig, propone una clasificación de víctimas a partir de la inscripción de caracteres
victimales de propensión desde perspectivas multiaxiales de vulnerabilidad biológica, psicológica y
social. El autor ampliará en su obra El delito (1975) esta tipología (Morillas, Patró y Aguilar, 2011).
Su primera tipología denominada “clases generales”, constituye el antecedente de las hoy denominadas
“víctimas especialmente vulnerables”. Alude con especial atención a menores, mujeres, ancianos,
personas con discapacidad intelectual, inmigrantes y otras minorías, así como a la actitud de los mismos
frente al agresor (deprimido, ambicioso, lascivo, solidario, atormentador, bloqueado, excluido y
agresivo).
Respecto a la segunda de sus tipologías, Von Henting establece que las víctimas podrían agruparse en
base a cuatro criterios: a) situación de la víctima (víctimas aislada y víctima por proximidad); b) impulsos
y eliminación de inhibiciones de la víctima (víctima con ánimo de lucro, víctima con ansias de vivir,
víctimas agresivas –ajuste de cuentas-, víctimas sin valor social); c) víctimas con resistencia reducida
(víctima por estados emocionales, victima por transiciones normales en el curso de la vida, víctima
perversa o psicopáticos, victima bebedora); d) víctima propensa (víctima indefensa, víctima falsa,
víctima inmune, víctima hereditaria, víctima reincidente y víctima que se convierte en agresor)
3
En la tipología de Mendelsohn, se establece una escala gradual de reproche, en la que la cuota victimal
de culpabilidad crece a expensas de la cuota relativa al criminal. En suma, se impone lo que el autor
califica como criterio de culpabilidad correlativa. La disfuncionalidad de dicha correlación se manifiesta
por la falta de base sólida y objetiva de la reprochabilidad victimal (Herrera, 2006). Mendelsohn
diferencia entre:
-La víctima totalmente inocente o victima ideal, se caracteriza por altos o absolutos niveles de
inconsciencia o irrelevancia en el juego criminal, por ejemplo, un niño.
-La víctima de menor culpabilidad o victima por ignorancia. La ignorancia o irreflexión culpable
de la víctima moldea en un cierto grado la perpetración final del delito. Así, la mujer que se provoca un
aborto por medios impropios, pagando con la propia muerte su ignorancia.
-Las víctimas tan culpables como el infractor o voluntarias, no son otras que las que se
dispensan a sí misma la muerte, en sus distintas variantes suicidas, ya sea suicidio por azar, suicidio por
adhesión, suicidio eutanásico o pacto suicida.
-La víctima más culpable que el infractor, recibe las calificaciones de victima provocadora o
víctima imprudencial.
-La víctima únicamente culpable, se discrimina en razón de que la acción esté validada por una
legítima defensa, caso de víctima infractora, bien se haya simulado con malicia en abono de un error
2
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(1958) y Von Hetig (op. cit.): a) la contribución de la víctima en la dinámica del
delito (modelo uniaxial) y b) la predisposición o riesgo de la víctima (modelo
multiaxial). La perspectiva tipológica fue seguida después por múltiples autores,
tanto internacionales (Fattah, Neuman, Joutsen, Gulotta, etc.), como nacionales
(Jiménez de Asúa, Peris Riera, Beristaín, etc.) existiendo tantas tipologías
como autores han trabajado desde esta perspectiva (Morillas, Patró y Aguilar,
2011)4.
De una manera esquemática Landrove Díaz (1998) propone las siguientes
tipologías como las más ampliamente difundidas:
VICTIMAS NO PARTICIPANTES
VICTIMAS PARTICIPANTES
VICTIMAS FAMILIARES
VICTIMAS COLECTIVAS
VICTIMAS ESPECIALMENTE VULNERABLES
VICTIMAS SIMBÓLICAS
FALSAS VÍCTIMAS
No contribuyen de ninguna manera a la
comisión del delito
Desempeñan un papel en la génesis del delito.
Por ejemplo, victimas poco precavidas, victimas
provocadoras, alternativas y voluntarias
Existe una relación previa víctima-victimario
(vulnerabilidad convivencial o doméstica)
Victimización sufrida por grupos (i.e., delitos de
cuello blanco)
Alude a víctimas que tienen factores de riesgo
individuales (edad, sexo, estado psico-físico,
etc.) o sociales (situación socioeconómica, estilo
de vida, profesión, etc.)
La victimización se produce con la finalidad de
atacar un determinado tipo de orden político,
valores sociales, ideología, religión, etc.
Víctimas simuladoras (actúa intencionalmente) y
victima imaginaria (cree erróneamente haber
sido víctima de un delito)
Esta perspectiva, como se ha dicho, fue duramente criticada iniciándose un
nuevo paradigma al cual contribuyeron factores históricos, sociológicos e
ideológicos. Como factores históricos estaría el nuevo clima humanitario y
solidario surgido después de la Segunda Guerra Mundial, que explicaría la
pujanza de los objetivos asistenciales y paliativos en sociedades saturadas de
violencia; en el campo sociológico, emergen los movimientos de víctimas que
descubren la eficacia de concentrar esfuerzos en la persecución de sus
objetivos solidarios, y que actúan de catalizadores y reclamos de una nueva
judicial (víctima simuladora), o, bien la mente victimal haya fabulado la victimización a expensas de un
delirio paranoico, histérico, senil o de una equívoca recreación propia de inmadurez infantil (víctima
imaginaria).
Esta clasificación de las víctimas ha sido considerada de gran importancia no sólo para la Victimología,
sino en sus aplicaciones jurídico-penales, ya que de ésta se desprende el grado de responsabilidad del
delincuente, pues nos indicará qué tan culpable puede ser la víctima en la comisión del delito, restando
ésta a la responsabilidad del infractor (Rodríguez-Manzanera, 2003).
4
Para profundizar en la perspectiva tipológica se recomienda el Capítulo Tercero del Manual de los
autores referenciados “Victimología: Un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización” y que
se encuentra citado en el apartado de Bibliografía.
3
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
conciencia cívica ante las víctimas; y como factores ideológicos se señalan
básicamente el empuje del movimiento feminista, que denunciará la
legitimación social de la victimización de la mujer a través de la doble moral y
de la victimización secundaria, generadora de desamparo e impotencia
(Herrero, 2006)
El estudio del fenómeno de la victimación continúa siendo foco de interés
investigador para la Victimología, como lo demuestra por el ejemplo la agenda
temática de la Sociedad Mundial de Victimología5. A través de la realización de
encuestas de victimización por países de todo el mundo se intenta establecer la
frecuencia del delito y las circunstancias que lo rodean6. Estos estudios han
sido de vital importancia para la elaboración de teorías explicativas sobre el
proceso de victimización, y la puesta en marcha de políticas preventivas
(Garrido, Stangeland y Redondo, 2006).
A partir del estudio de estas encuestas de victimación observamos, por
ejemplo, que un número reducido de personas sufren muchos delitos y que
existen zonas donde se concentran un mayor tipo de delitos, en definitiva, el
estudio de los factores victimógenos se pregunta el por qué de la distribución
desigual de los riesgos de ser víctima de un delito. En este sentido, las víctimas
demandan de la ciencia victimológica respuestas para dos preguntas
habituales en el colectivo: ¿por qué me tocó a mí? y ¿cómo puedo evitar que
esto me vuelva a pasar?
A este respecto la aproximación científica a los fenómenos de revictimización
data de los años 90 del pasado siglo (Ellingworth, Farrell y Pease, 1995; citado
en Herrera, 2006). Esta perspectiva ha aportado información de interés en
relación a (Farrel et al., 2001; citado en Herrera, 2006):
-Los riesgos diferenciales de carácter individual y estable a lo largo de la
vida.
5
La Sociedad Mundial de Victimología es una organización sin fines de lucro, organización no
gubernamental con estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las
Naciones Unidas y el Consejo de Europa. Se puede acceder a ella a través de su página web:
www.worldsocietyofvictimology.org
6
Hay que tener en cuenta que una de las limitaciones de las encuestas de victimización es que, en
muchos casos, no llegan a determinados colectivos de riesgo. Entre estos colectivos no estudiados
destacan los menores de edad, dadas las dificultades que existen para acceder a este tipo de muestras,
o aquellos individuos que son difíciles de localizar, como inmigrantes o personas que no disponen de
una forma estable de localización, ya que muchas de estas encuestas están basados en métodos de
obtención de información telefónicos, dificultando de este modo su participación.
No obstante un punto de reflexión es el elevado porcentaje de victimización que se obtiene en todas las
encuestas aplicadas, ya sean internacionales, nacionales, locales o relativas a formas de victimización
específicas; así como la escasa tasa de denuncia, especialmente cuando se trata de delitos sexuales, que
debe hacer reflexionar a los agentes implicados en la prevención y estudio de estas formas de
victimización sobre el enorme vacío de conocimiento oficial que se tiene de estas graves situaciones que
afectan a un número importante de ciudadanos y ciudadanas y que pueden llegar a suponer graves
problemas sociales (Pereda, 2013; pág. 99).
4
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
-Los momentos y episodios vitales más susceptibles de concentrar el
riesgo de victimización sobre la víctima. Por ejemplo, puede existir
circunstancia que eleven el riesgo por falta de cohesión o desconocimiento del
individuo (cambio de residencia o de trabajo), o bien por momentos de especial
estrés en los que se baja la precaución (i.e., proceso de divorcio, fallecimiento
de un ser querido, pérdida del empleo, etc.), o por periodos en los que
adoptamos un estilo de vida arriesgado (i.e., asociación con delincuentes,
consumo de alcohol y drogas, ocio nocturno, etc.).
-Los factores asociados a una eventual escalada de la reincidencia
victimal, tanto en frecuencia como en gravedad.
-La identificación del carácter general o especializado
revictimización (atendiendo a determinados tipos de victimización).
de
la
Posteriormente, los estudios sobre revictimización se han realizado a través del
análisis de la carrera victimal (estudio longitudinal de las experiencias
victimales de una persona), metodología podo utilizada dadas sus limitaciones
(fiabilidad de los datos aportados por la víctima, pérdida del rastro de ésta,
necesidad de invertir largos años antes de poder sacar conclusiones
científicas), y a través del denominado modelo de reincidencia en la
victimización, más utilizado en la investigación, en el que se describe la
concentración estadística de victimizaciones de similar naturaleza sobre la
misma persona, en un periodo de tiempo limitado.
Una aplicación práctica del estudio de los factores de riesgo de victimización,
serían las políticas de prevención de la victimización, o la revictimización, y de
sus posibles efectos físicos, psicológicos, económicos o sociales (por ejemplo
el proyecto Kirkholt en Inglaterra –Barberet, 2006-. Este será un campo donde
la Victimología se cruza con la seguridad, la arquitectura, el urbanismo o la
organización escolar o empresarial (Tamarit, 2006). Por su parte, desde el
ámbito criminológico tradicional, en relación al fenómeno de la prevención
criminal7, se han generado también estudios dirigidos a prevenir la conducta
delictiva, en este caso centrados en el delincuente y en los factores de riesgo
que inciden en su comportamiento delictivo (Morillas, Patró y Aguilar, 2011).
En relación al proceso de victimización, podemos distinguir entre prevención
primaria, secundaria y terciaria (Morillas, Patró y Aguilar, 2011):
7
Para Naciones Unidas la prevención del crimen es un objetivo primordial de trabajo de los distintos
Sistema de Justicia. Para este organismo, la prevención del delito comprende “las estrategias y medidas
encaminadas a reducir el riesgo de que se produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales sobre los
individuos y la sociedad, incluido el miedo al delitos, y a influir en sus múltiples causas” (ONU, Resolución
2002/13, parr. 3).
5
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
TIPO DE PREVENCIÓN
POBLACIÓN DIANA
PRIMARIA
POBLACIÓN GENERAL
SECUNDARIA
COLECTIVOS
VULNERABLES
TERCIARIA
VICTIMAS
OBJETIVOS
ESTRATEGIAS PARA
EVITAR RIESGOS (i.e.,
campañas de
información; medidas de
autoprotección)
ESTRATEGIAS PARA
EVITAR RIESGOS
ESPECÍFICOS
COMPORTAMIENTO
DURANTE LA
COMISIÓN DEL
DELITO
ESTRATEGIAS PARA
MINIMIZAR EL
IMPACTO DEL PASO
DE LA VÍCTIMA POR
EL SISTEMA DE
JUSTICIA
ESTRATEGIAS PARA
EVITAR SITUACIONES
DE REVICTIMIZACIÓN8
Algunos autores plantean una visión crítica de los programas de prevención
dirigidos a las víctimas, ya que estos programas se entiende que puedan
sugerir responsabilidad de la propia víctima en su proceso de victimización,
puede contribuir a su estigmatización y suponer restricciones en su libertad,
cuando en muchos casos estas estrategias preventivas no cuentan con
evidencia empírica respecto a su eficacia (Barberet, 2006). Un interesante
debate en este sentido ha surgido desde la perspectiva feminista. Si las
mujeres tienen derecho a la autoregulación de sus ocupaciones diarias,
profesionales o de diversión, el gravar esta gestión con consignas preventivas
sería tanto como caer en una trampa de acatamiento del control patriarcal
indirecto: así, evitar zonas de riesgo, controlar el tiempo expositivo, cuidar el
lenguaje corporal, la forma de vestir, o actuar de modo desinhibido o
demasiado espontáneo (Thornhill y Palmer, 2000). En este sentido, han dado
lugar a menos controversias los programas preventivos que se han centrado en
el entorno (Hugues, McLaughlin y Muncie, 2002).
Es indudable que nadie merece ser víctima de un hecho delictivo. El que una
persona asuma riesgos no legitima a otra a agredirla. Como señalan Garrido y
8
Se ha estudiado el fenómeno de la reincidencia victimal en ámbitos concretos: acoso escolar,
agresiones racistas, violencia de género, maltrato, negligencia y abuso sexual de niños y robo de
vehículos y residencial. Aunque se han diseñado modelos preventivos aplicados a cada una de esas
parcelas, el ámbito del robo residencial reiterado es el que, con mucho, ha sido objeto de un estudio
más minucioso y donde el bagaje teórico aplicado ha rendido mejor servicio (Herrero, 2006).
6
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Sobral (2006; pág. 197) esto, que puede parecer obvio, todavía es un prejuicio
en mucha gente, que puede pensar que una chica atractiva paseando sola por
un sitio aislado <tuvo lo que se mereció>. Lo absurdo de este planteamiento,
sin embargo, queda claro si imaginamos al violador exculparse de este modo
frente aj juez: <Señoría, ¿qué quería que hiciera yo? Iba con una falda muy
corta…¿cómo no iba a violarla…?>
En cualquier caso, como continúan estos autores, la seguridad de una víctima
no sólo depende de su comportamiento, sino de la habilidad y decisión del
agresor.
En este sentido, la Teoría del Mundo Justo ha sustentado reacciones sociales
de culpabilización y devaluación de las víctimas (Lerner, 1980). La creencia en
el “mundo justo” parte de una doble premisa: las “cosas malas” sucederán a las
personas malas, y las cosas malas suceden a quien “se comporta mal”. Con
estas distorsiones el observador se aferra a su percepción de invulnerabilidad
personal (Bard y Sangrey, 1979). El perverso efecto de este prejuicio se va a
ensañar de modo particular con las categorías de víctimas más vulnerables o
que padecen daños más graves y persistentes (i.e., víctimas de delitos
sexuales o de delitos discriminatorios por raza, sexo o condición).
MODELOS TEÓRICOS SOBRE LA VICTIMIZACIÓN
Herrera (2006) agrupa los distintos modelos teóricos sobre la victimización en
la siguiente clasificación:
1.-Perspectivas de la interacción víctima-ofensor:
1.1.-Teoría de los ciclos victimológicos (Zieguen-Haguen, 1977)
1.2.-La precipitación victimal (Wolfgang, 1974)
1.3.-La transacción localizada (Luckenbill, 1977)
1.4.-La víctima como recurso de autolegitimación: procesos de racionalización
en el victimario (Fattah, 1976)
2.-Perspectiva de comprensión de la victimización y la mejoría: el modelo de
enfrentamiento social de Dussich (1988)
3.-Los modelos de oportunidad:
3.1.-El modelo de oportunidad basado en el estilo de vida(Hindelang,
Gottfredson y Garofalo, 1978)
3.2.-Modelo de las actividades rutinarias (Cohen y Felson, 1979)
7
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
1.-PERSPECTIVAS DE LA INTERACCIÓN VÍCTIMA-OFENSOR
1.1.-Teoría de los ciclos victimológicos (Zieguen-Haguen, 1977)
Este modelo enfatiza en los elementos psicológicos tanto de la víctima como
del agresor para explicar la dinámica criminal. Buscando el punto de
coincidencia podremos explicar el modo en que ambos procesos, los
respectivos de víctima y victimario, desembocan en un resultado delictivo.
Zieguen-Haguen indica tres combinaciones significativas a efectos de la
comprensión de los fenómenos de victimización:
-agresividad mutua: la victimización es el ápice de convergencia entre
ciclos de agresividad mutua. Por ejemplo, algunas agresiones de mujeres
contra su pareja hombre, después de que éstas han estado sufriendo durante
largo periodo de tiempo el maltrato de éste.
-Regresión-agresión: una víctima vulnerable por su estado
psicopatológico (depresión, demencia senil, etc.) contribuye con su
comportamiento sumiso a ser objeto de la agresividad de otro individuo que lo
escoge para descargar su frustración.
-Resignación-agresión: la resignación como patrón comportamental de
adaptación en la víctima, puede ser interpretado por el victimario como una
aceptación de la situación de victimización por parte de ésta. En esta clave, por
ejemplo, se ha llegado a interpretar la escalada de odio genocida que presidió
el holocausto judío.
1.2.-La precipitación victimal (Wolfgang, 1974)
Wolfgang es considerado el iniciador de la vocación empírica y aplicada de la
Victimología con su estudio estadísticamente validado respecto al homicidio.
En el 26% de los 588 homicidios que analizó, el autor encontró que la víctima
había sido la primera en iniciar la interacción violenta, precipitando el desenlace
último.
Sin embargo, el concepto de precipitación victimal acuñado por Wolfgang se
extrapolo a otros campos delictivos tergiversándose su sentido y contribuyendo
a lo que se denominó la etapa víctimo-culpabilista.
1.3.-La transacción localizada (Luckenbill, 1977)
Luckenbill aborda desde una perspectiva interaccionista la dinámica víctimavictimario para el caso de los delitos violentos, a partir del estudio del patrón
comportamental de setenta homicidios.
8
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
De su análisis concluyó que en un número significativo de casos, el agresor
había utilizado la violencia para defenderse de lo que había interpretado como
un daño a su autoestima (su crédito se hallaba en entredicho), ante otros y ante
la propia víctima. En definitiva el agresor con el uso de la violencia pretendía
preservar su identidad en un contexto donde la dureza es un valor definitorio.
Para que el infractor interprete la situación como amenaza a su autoestima
influyen las características personales del agresor (baja autoestima,
socialización en la resolución violenta de los conflictos,…), la influencia del
entorno (en especial, los espectadores, testigos del desafío a la estima
personal del agresor y potenciales portavoces de su firmeza reactiva),la
presencia de espectadores, aumenta la humillación y hace más probable la
expresión violenta, y también, la propia actitud e implicación hostil de la víctima,
que imprime ritmo a la escalada ascendente de violencia.
Por tanto, desde esta orientación se entiende que la victimización violenta es el
resultado de un conjunto de transacciones contextuales de carácter simbólico,
en un contexto concreto (lugar, tiempo y público potencial) y dirigida a una
víctima que opera como destinatario específico, no sólo de la falta agresión,
sino específicamente, del mensaje social que ésta incorpora.
1.4.-La víctima como recurso de autolegitimación: procesos de racionalización
en el victimario (Fattah, 1976)
Esta perspectiva pone el énfasis en las distorsiones cognitivas que produce el
agresor en la relación a la víctima como medio para legitimar su conducta
delictiva y exculparse de toda responsabilidad. Este uso simbólico es
denominado por Fattah como recurso a la víctima como agente de
autolegitimación.
Entre las distintas estrategias utilizadas por los delincuentes se han
identificado:
-la denegación y reificación de la víctima. No sólo se ignora a la víctima, sino
que ésta es reducida a un puro estado objetivo. La víctima no cuenta por sí
misma, se convierte en un objeto sin apenas señas de identificación personal
(i.e., caso de violación en grupo).
-la devaluación del valor personal de la víctima. El victimario tiene una imagen
previa devaluada de la víctima. La víctima así degradada queda en condiciones
optimas para ser victimizada: al fin y al cabo, es solo “una cualquiera”, “un
sinvergüenza”, “un explotador”, “un parásito social”, etc. (i.e., agresiones
xenófobas)
-la negación o minimización del daño causado
9
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
-victo-incriminación, el victimario responsabiliza a la víctima de su
comportamiento agresivo (“se lo buscó”, “lo estaba pidiendo a gritos”, “quien
me busca me encuentra”, etc.). Un ejemplo, lo tendríamos en la violencia de
pareja.
-la agresión interpretada como “acto de justicia”. El victimario parte de una
animadversión extrema ante determinado colectivo (prostitutas, inmigrantes,
indigentes, etc.) comportándose como un fanático.
2.-Perspectiva de comprensión de la victimización y la mejoría: el modelo de
enfrentamiento social de Dussich (1988)
Conforme a este planteamiento, la victimización depende de dos factores:
a) la vulnerabilidad por la naturaleza objetiva del problema
b) la vulnerabilidad por incapacidad de enfrentar un evento amenazante
debido a una falta de recursos adecuados.
El presente modelo, basado en la potenciación de habilidades de
enfrentamiento social, es plausible por su versatilidad aplicativa, así para los
supuestos de prevención victimal secundaria y terciaria, en abono del
reforzamiento cognitivo de la víctima. Dussich recomienda guiar a la víctima en
la necesidad de revalorización del evento: la función de revalorización sirve
para revivir la victimización en forma fiel y segura, para comprender su
ocurrencia y considerar, constructivamente, las opciones preventivas, aunque
ello implique un esfuerzo doloroso y, en ocasiones, autocrítico para la víctima.
3.-Los modelos de oportunidad:
3.1.-El modelo de oportunidad basado en el estilo de vida(Hindelang,
Gottfredson y Garofalo, 1978)
Este modelo, supone un giro renovador en la concepción y cálculo del riesgo
victimal, a partir de trabajos desarrollados sobre una firme base de estadística
victimológica. Sus postulados vienen avalados por una fuerte evidencia
empírica: la victimización no se distribuye al azar sobre el tiempo y el espacio,
hay espacios de alto riesgo y periodos de alto riesgo (Garofalo, 1987).
En esencia, este modelo asocia la probabilidad de ser victimizado con el estilo
de vida de la potencial víctima (factores exógenos), pasando a un segundo
plano factores de riesgo endógenos (biológicos o psicológicos). El estilo de vida
se define a partir de las actividades cotidianas, tanto profesionales como de
ocio y tiempo libre. El estilo de vida, condicionará la exposición a lugares y
periodos temporales de riesgo, y asimismo incide en la prevalencia de las
asociaciones con otros individuos con mayor o menor probabilidad de cometer
delitos. La probabilidad de ser victimizado está en relación, desde esta
10
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
perspectiva, de la exposición a lugares y horarios de riesgo, así como a la
asociación con individuos potencialmente delictivos.
Según este modelo, la persona profesionalmente activa, que lleva una intensa
vida social y goza de un alto nivel adquisitivo, está más expuesta al riesgo
victimal, pero el impacto del delito, de producirse, será menor, a tenor de los
recursos económicos a su disposición (factor de protección). Por otro lado, la
persona en situación de desempleo que permanece en casa, tiene menor
probabilidad de sufrir un delito, en tanto está menos expuesto por su estilo de
vida, pero la intensidad de victimización, en el caso de sufrir un delito, será
mayor por sus factores de vulnerabilidad (precariedad socioeconómica).
3.2.-Modelo de las actividades rutinarias (Cohen y Felson, 1979)
Este modelo es un desarrollo del planteamiento anterior, basado en la
oportunidad cotidiana que brindan las actividades sociales. Según estos
autores la tasa de criminalidad está relacionada con los patrones de actividad
cotidiana o rutinaria.
Este modelo define el delito como un asunto de probabilidades donde en un
espacio y en un momento temporal confluyen tres elementos: un sujeto
motivado a delinquir, la existencia de una víctima que le atrae y la ausencia de
protección de la misma (oportunidad). En las sociedades occidentales la
criminalidad ha aumentado porque estamos menos tiempo en casa y hacemos
más cosas durante el día. Tanta actividad hace que entremos en contacto con
muchos lugares y personas desconocidas cada día, lo que aumenta la
probabilidad de victimización. Al mismo tiempo aumenta la producción y el
comercio de bienes valiosos y de fácil transporte (i.e., televisores, ordenadores,
teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, etc.).
El grueso de las propuestas más recientes en relación a la prevención de la revictimización se ha desarrollado partiendo de los modelos de oportunidad
(modelo de actividad cotidiana y estilo de vida victimal) y también desde el
modelo criminológico de elección racional del ofensor.9
9
El delito como elección racional parte de tres postulados (Wilson y Herrnstein, 1985; Clarke y Cornish,
1985; y Cornish y Clark, 1986):
-el principio de utilidad esperada: el comportamiento humano, delictivo o prosocial, depende
de las expectativas que tienen los individuos sobre los costes y beneficios, tanto materiales como
psicológicos, asociados a sus conductas.
-que los delincuentes calculen los posibles costes y beneficios del delito no quiere decir que
acierten con sus estimaciones
-los factores que influyen en la ponderación costes-beneficios son: a) el realismo de sus
expectativa, b) la inmediatez o la demora y c) la certeza o la incertidumbre.
11
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
A modo de resumen, Fattah (2000) enumera diez conceptos básicos sobre los
que se ha desarrollado la gama de propuestas victimológicas para la
descripción y prevención de la victimización criminal:
1.-La oportunidad (relacionada con las características de la víctima potencial).
2.-Los factores de riesgo sociodemográficos (edad, género, lugar de
residencia).
3.-La orientación del infractor, en cuanto selector de víctimas.
4.-La exposición al riesgo, por el contacto con figuras o situaciones
potencialmente peligrosas.
5.-Las asociaciones, en tanto transacciones determinadas por
homogeneidad o propincuidad entre los colectivos de víctimas e infractores.
la
6.-Los contextos espacio-temporales portadores de riesgo (en cuanto hay una
distribución explicable y estratificada de los lugares y momentos peligrosos).
7.-Los comportamientos arriesgados (factores de invitación, provocación o
negligencia autopreventiva de la propia víctima)
9.-Los comportamientos defensivos y evitativos. Una actitud vital de esquiva a
los enfrentamientos sociales o contextos arriesgados o por el contrario, de
curiosidad vital, osadía y pugnacidad conforman niveles de riesgo victimal
diferenciales.
10.-La propensión de carácter estructural o cultural, que asocia
inequívocamente aspectos de deprivación y pobreza con niveles de riesgo. En
este sentido, el autor destaca cómo la estigmatización y marginalización es un
proceso que sirve a la designación de victimas culturalmente legitimadas.
FACTORES VICTIMÓGENOS, PREDISPOSICIONES VICTIMÓGENAS o
FACTORES DE RIESGO
El estudio de los factores victimógenos constituye una perspectiva interesante
en la investigación victimológica ya que permite ponderar el riesgo de
victimización que puede sufrir una persona e incluso identificar a las víctimas
especialmente vulnerables dentro de una determinada tipología delictiva
(Morillas, Patró y Aguilar, 2011).
No debe confundirse entre factor de riesgo y factor causal, mientras el primero
favorece la victimización, el segundo la produce. De hecho, podemos
encontrarnos ante dos personas con los mismos factores victimógenos, y una
sufrir una situación de victimización y la otra no (Rodríguez-Manzanera, 2003).
12
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Existe cierto consenso al clasificar los factores de riesgo victimal en dos
grandes grupos: factores endógenos y factores exógenos, según su
procedencia y afectación al sujeto, si bien se han planteado otras
clasificaciones (Morillas, Patró y Aguilar, 2011):
A) Gulotta (1976) distingue entre factores innatos y adquiridos, siendo los
primeros aquellos elementos que posee el individuo desde su
nacimiento, mientras los segundos los desarrollaría a lo largo de su vida.
Atendiendo a un criterio temporal también diferencia entre
predisposiciones permanentes (aquellos factores inherentes al propio
sujeto y que, por tanto, le acompañarán a lo largo de su vida) y
temporales (los posee durante un intervalo mayor o menor de tiempo).
B) Ramírez González (1983) los clasifica en tres grandes grupos:
a. Biofisiológicos. Incluirían elementos propios e inherentes a la
persona de origen biológico y fisiológico como, por ejemplo, edad,
sexo o raza.
b. Sociales. Vinculados a las relaciones del individuo con la
sociedad. Destacarían variables como la profesión, el nivel socioeconómico o el rol social que desempeñe.
c. Psicológicas. Comprenderían todas las afecciones de naturaleza
psicológica que padeciera el individuo.
C) Separovic (1985) distingue entre:
a. Personales, incluiría aquellos de carácter estrictamente biológico
(edad, sexo, salud) y psicológico (agresividad, psicopatología,
imprudencia, etc.)
b. Sociales, destaca la actuación victimogenésica de la sociedad
misma que victimiza selectivamente a deteminadas minorías (i.e.,
inmigrantes, marginados, etc.)
c. Situacionales, que haría referencia a la infraestructura urbana,
ecológica, etc.
D) Rodríguez-Manzanera (2003), aunque se acoge a la clasificación
dicotómica señalada (exógenos/endógenos) ha propuesto dos nuevas
divisiones:
a. Los factores victimo-impelentes, facilitarían la victimización
b. Los factores victimo-repelentes, protegen de sufrir una
victimización
Un mismo factor puede ser victimo-impelente (impulsa al sujeto a una
situación victimal) y victimo-repelente (protegen al sujeto de una situación
de victimización) a la vez. Por ejemplo, poseer una gran fortuna puede
atraer a los ladrones poniendo al sujeto en riesgo de ser victimizado, pero al
mismo tiempo, esa alta capacidad económica le permite tener unas
medidas de seguridad que le protegen del delito. Parece relevante esta
distinción porque puede ayudar en un primer momento a delimitar la
13
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
población más vulnerable y después concretar los que dentro de ella tienen
un menor probabilidad de ser victimizados por la acción de los factores
victimo-repelentes.
Siguiendo los postulados de Di Tullio (1966), Rodríguez-Manzanera ha
dividido los factores victimógenos en predisponientes, preparantes y
desencadenantes:
a) Los predisponentes, incluiría aquellos factores biológicos (sexo,
edad, discapacidad), psicológicos (rasgos vulnerables en su
personalidad de base o presencia de psicopatología), y sociales
(marginación, perteneciente a una minoría étnica,…) que crean en el
sujeto una serie de debilidades que lo hacen proclive a convertirse en
víctima
b) Preparantes. Se identificarían con los de naturaleza exógena ya que
se desarrollan con el paso del tiempo. Incluirían, por ejemplo, una
relación de enemistad, estar bajo los efectos del alcohol o las drogas,
etc.
c) Desencadenantes. Podría ser cualquier factor ya que presenta una
naturaleza mixta. Así, por ejemplo, la provocación del victimario, el
descuido momentáneo, la asistencia a un lugar victimógeno, etc.
El inter victimae, o camino que lleva a una persona a convertirse en víctima,
guarda relación directa con todos los factores predisponentes, preparantes y
desencadenantes del hecho victimal, y no es otra cosa que el anverso del inter
criminis, o camino que ha recorrido el propio acontecimiento criminal hasta que
se ha ejecutado (Pecharromán, 2010).
FACTORES ENDÓGENOS
Alude a factores victimógenos que pertenecen al individuo. Entre los distintos
factores de riesgo endógenos se han señalado como más significativos:
factores biológicos, el sexo, la edad, la raza y factores psicológicos que
detallaremos a continuación (Rodríguez-Manzanera, 2003; Morillas, Patró y
Aguilar, 2011):
-Factores biológicos.
Alude a la condición física y psicológica. La mayor o menor fortaleza psicofísica incidirá en el nivel de riesgo, que a su vez, se verá notablemente
incrementado por el padecimiento de ciertas enfermedades o discapacidades.
Por ejemplo, distintas investigaciones han puesto de manifiesto que las
personas con discapacidad tienen entre 4 y 10 veces más posibilidades de ser
victimizadas que aquellas que no presentan este problema (Petersilia, 2000).
Este riesgo es especialmente alto en los colectivos más vulnerables, como son
14
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
los niños y jóvenes a los que, además, se añaden estas problemáticas
(Sullivan, 2009). También aumenta en mujeres, por ejemplo, la mujeres con
discapacidad tienen un mayor riesgo de sufrir violencia de pareja (Martin et al.,
2006; citado en Cantón, 2013).
En relación a la victimización infanto-juvenil el centro Reina Sofía para el
estudio de la Violencia (2002) encontró que en casos de maltrato infantil, el
17.6% de los menores sufría problemas habituales de salud, el 10.3%
minusvalías físicas y el 9.7% minusvalías psíquicas. En cuanto a los trastornos
psicológicos los encontramos en un 15.8% de los casos.
En el caso de personas adultas afectadas por un trastorno mental su riesgo de
victimización es entre dos y cuatro veces superior a la de la población general,
y en contra de la creencia popular, la cifra de víctimas supera a la de agresores
(Maniglio, 2009).
En la siguiente tabla se presentan las prevalencias de victimización en
personas con trastorno mental en estudios desde el año 2000 (tomado de
Loinaz, Echeburúa y Irureta, 2011):
Estudio
Prevalencia
Goodman et al. 33% mujeres y
(2001)
36% hombres
Hiday
et
al. 27.2% cualquier
(2001)
delito
8.2%
delito
violento
Hiroeh
et
al. 25% muerte no
(2001)
natural
(1%
homicidio,
73%
suicidio)
Hodgins et al. 48% mujeres y
(2007)
57% hombres
Marley y Buila 13-45% de las
(2001)
mujeres
dependiendo del
delito
1-45% de los
hombres según el
delito
Silver (2002)
15.2%
Sturup
et
al. 23.1% de mujeres
(2011)
y
19.2%
de
hombres
Teplin
et
al. 25.3%
delito
(2005)
violento
White
et
al. 25.6%
Periodo
12 meses
Población
psiquiátrica
782
4 meses
331
20 años
72.208 fallecidos
entre 1973-1993
6 meses
205
Toda la vida
234
10 semanas
12 meses
270
390
12 meses
936
6 meses
308
15
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
(2006)
Si atendemos a la relación trastorno mental y formas específicas de
victimización, la investigación ha puesto de manifiesto (Loinaz, Echeburúa y
Irureta, 2011): una mayor tasa de prevalencia de violencia de pareja entre
mujeres con trastorno mental que en población general (rango 23-69%), siendo
la esquizofrenia el trastorno más frecuentemente asociado a este tipo de
victimización. Respecto a la violencia sexual, este tipo de victimización es una
de las formas más frecuentes en personas con trastorno mental, con mayor
incidencia entre las mujeres (20-30% en mujeres y 1-5% en los hombres)
Otros estudios han abordado la incidencia de los trastornos de personalidad en
la victimización sexual. Respecto al Cluster A (T. paranoide, esquizotípico y
esquizoide de la personalidad) las víctimas presentaban en un 19% t.
paranoide, en un 14% t. esquizoide y en un 19% t. esquizotípico. Respecto al
Cluster B (T. antisocial, límite, narcisista e histriónico de la personalidad), el
53% de las víctimas padecían un t. antisocial y el 37% t. límite (el grupo de
víctimas con TLP, presenta una mayor tasa de revictimización ya sea sexual
y/o física, y que este porcentaje se ve incrementado casi al doble para las
mujeres en comparación con los hombres -50% mujeres y 26% hombres-).
Respecto al cluster C (t. evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo de la
personalidad), el 27% de las víctimas presentaba un t. de evitación, el 23% un
t. dependiente y el 12% obsesivo-compulsivo. Se incluyó también el t. pasivoagresivo no recogido en las clasificaciones internacionales de los trastornos
mentales (APA-OMS) con una incidencia del 66%. Como limitaciones de estos
estudios tendríamos que no son fruto de seguimiento longitudinal y al realizarse
con personas victimizadas no nos permite diferenciar si el desajuste en la base
de personalidad era previo o posterior a la experiencia victimizante (ÁlvarezLister y Andrés-Pueyo, 2013).
-El sexo.
Al contrario de la creencia popular, la mayoría de las víctimas, especialmente
de delitos violentos, son hombres. La excepción la constituyen los delitos
sexuales y la violencia en la pareja, en los que las tasas de victimización
femenina son claramente superiores. En concreto, el mayor riesgo de sufrir
delitos lo tendrían los jóvenes varones de entre 16 y 25 años, intervalo de edad
que también coincide con el de mayor participación delictiva (Echeburúa y
Redondo, 2010).
Por ejemplo, según datos del British Crime Survey de Reino Unidos (2006;
citado por Echeburúa y Redondo, 2010), la probabilidad más elevada de ser
víctima de un delito violento se situó en el intervalo de los 16-24 años, siendo el
16
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
riesgo de victimización desigual para chicos que para chicas, entre los primeros
sufrieron un delito violento el 13.4% y entre las segundas un 6.4%. Para la
franja de edad entre 25-34 años, estos porcentajes fueron del 3.3% para las
mujeres y del 5.7% para los varones. A medida que se asciende en edad, tanto
el riesgo global como las diferencias por sexo se van acortando, hasta que a la
edad de 75 años o más, los porcentajes de victimización son del 0.2% para las
mujeres y de 0.3% para los hombres.
Los datos de la OMS (2002; citado por Echeburúa y Redondo, 2010) que
presentan las tasas mundiales de homicidio por cada 100.000 habitantes, por
intervalos de edad y sexo, reflejan que en edades infantiles hasta los 14 años
las tasas por sexos prácticamente se equiparan, siendo víctimas de homicidio
por igual las niñas y los niños. Sin embargo, la situación cambia drásticamente
a partir de la edad de 15 años. En el intervalo de edad de 15-29 años, son
víctimas de homicidio 19 varones y 4 mujeres por cada cien mil habitantes. En
intervalos de edad superiores se va reduciendo paulatinamente la tasa de
varones muertos por homicidio, hasta 13 por cada cien mil habitantes. A pesar
de ello, la tasa de mujeres víctimas de homicidio, aunque es claramente inferior
a la de hombres, permanece bastante estable (en torno al 4/100.000 en los
distintos intervalos de edad).
Sin embargo, como se ha indicado, las mujeres tienen una mayor probabilidad
de ser víctimas de la violencia que se produce en el marco de las relaciones
afectivas y de intimidad: violencia de pareja y asesinato de pareja, y también
abusos y agresiones sexuales intrafamiliares.
Siguiendo con los datos de la OMS (2002) entre un 2.1 y un 30% de las
mujeres declaraban haber sido agredidas físicamente por sus parejas
masculinas, y entre un 19.8 y un 46% haber sido agredidas alguna vez a lo
largo de su vida en el contexto de las relaciones de pareja. Aunque existen
diferencias relevantes entre distintas partes del mundo estamos ante un
fenómeno universal.
Analizando por sexos las denuncias contra la pareja en España durante el año
2007 podemos observar de forma clara estas diferencias inter-sexos (tomado
de Echeburúa y Redondo, 2010):
DELITOS
HOMBRES
MUJERES
Homicidio
Asesinato
Lesiones
Mutilación genital
Malos tratos
22
1
375
0
3.010
105
17
3.590
6
41.357
% DE
MUJERES
SOBRE EL
TOTAL
83
94
91
100
93
17
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Malos tratos
habituales
Detención ilegal
Secuestro
Amenazas
Coacciones
Trato degradante
Allanamiento de
morada
Calumnias
Injurias
Agresión sexual
Violación
Abuso sexual
Abuso con
penetración
Corrupción de
menores e
incapacitados
Coacción a la
prostitución
438
7.432
94
6
1
250
65
18
22
125
7
1.985
220
141
60
95
87
89
77
89
73
17
5
3
4
1
0
10
35
130
299
34
23
37
87
130
299
34
23
1
3
3
0
37
37
No obstante, hay que señalar que desde algunas investigaciones se está
poniendo en entre dicho estos datos al considerarlos contaminados por la
perspectiva género que se ha aceptado política y socialmente como la
explicación única de la violencia de pareja. Así investigaciones como la de
Straus (2009) muestran una gran simetría, tanto en los motivos como en los
factores de riesgo para la violencia de pareja, entre varones y mujeres,
existiendo una gran asimetría en los efectos derivados de esta violencia, siendo
más graves las lesiones en las mujeres.
Respecto a la victimización sexual, continuando con los datos de la OMS
referenciados, entre el 1.6 y el 4.5% de las mujeres informan de que fueron
agredidas sexualmente (generalmente por personas distintas a su pareja)
durante los 5 años anteriores a la encuesta. Por otro lado, entre el 7.8 y el 39%
manifiestan haber sido forzadas alguna vez por su pareja a realizar el coito
(sumados los casos consumados y las tentativas).
-La edad.
Este factor está también relacionado con el anterior por los componentes
comunes que presentan ambos; esto es cuanta menos edad tenga la persona,
menor desarrollo psico-biológico y a más edad mayor decaimiento de las
condiciones psico-físicas.
Son múltiples los trabajos internacionales que han puesto de manifiesto la
elevada incidencia de las diferentes formas de victimización en la población
18
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
infanto-juvenil, especialmente en el abuso sexual, el maltrato físico o el acoso
escolar (Pereda, 2013). El riesgo que supone la etapa infanto-juvenil para la
victimización ha promovido el desarrollo de una línea de investigación
denominada victimología del desarrollo (Finkelhor, 2007).
A menor edad, mayor riesgo de victimización intrafamiliar, los niños pequeños
son débiles e inexpertos y dependen de sus figuras cuidadoras. A partir de los
12 años aumenta el riesgo de victimización por extraños (Farnós y Sanmartín,
2005).
Podría atribuirse al profesor Finkelhor y su equipo ser los mayores impulsores
de la investigación conducente a poner de manifiesto la realidad de la
victimización infanto-juvenil en sus múltiples formas. A partir de sus
investigaciones se han llevado a cabo estudios similares en otros países del
mundo como Canadá (Romano, Bell y Billette, 2011), el Reino Unido (Radford,
Corral, Bradley y Fisher, 2013), China (Chan, Browinridge, Yan, Fong y Tiwari,
2011) y Malasia (Choo, Dunne, Marret, Fleming y Wong, 2011), entre otros
(citados en Pereda, 2013). La ratio de victimización establecida supera, en
todos ellos, la mitad de los menores encuestados, siendo la polivictimización un
fenómeno frecuente en gran parte de la muestra.
Para el caso del abuso sexual infantil, las edades de mayor riesgo son las
comprendidas entre los 6 y 7 años, por un lado, y los 10 y 12, por otro. Parece
que más del doble de los casos de abusos sexuales a menores se dan en la
prepubertad. Se trata de una etapa en la que comienzan a aparecer las
muestras del desarrollo sexual, pero los menores siguen siendo aún niños y
pueden ser fácilmente dominados (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000).
En el campo de la epidemiología de la victimización infanto-juvenil resulta de
especial interés la utilización de entrevistas a menores, metodología escasa
principalmente en España. Los trabajos de Hava-García (1995; citado en
Pereda, 2013)10 y Lila, Herrero y Gracia (2008; citado en Pereda, 2013)11,
siguiendo esta metodología han obtenido importantes tasas de victimización.
10
En su estudio Hava García encuentra que de los 532 adolescentes de entre 13 y 20 años encuestados
han sido víctimas de un intento o un delito consumado contra la propiedad ente el 51.1% y el 57.1%,
incluyéndose robos con navaja, robos con intimidación, robos con violencia, hurtos y otros, un 34.8% de
intentos o agresiones físicas consumadas, tanto en la calle, como en la escuela o en casa, y un 34.1% de
chicas y un 9.5% de chicos de victimización sexual, tanto en la calle, como en los locales o el propio
hogar, incluyendo exhibicionismo, tocamientos, agresiones sexuales, violación y otros (como ofensas
verbales de contenido sexual).
11
Lila et al., en su investigación encuentran que de los 1908 adolescentes de entre 13 y 18 años
encuestados, un 32.1% han sufrido hurtos en la calle, un 12.0% en la escuela y un 6.2% en casa; un
16.7% han sido golpeados en la calle, un 18.4% en la escuela y un 10% en casa; un 46.3% han sido
insultados en la calle, un 63.6% en la escuela y un 4% en casa; un 8.2% ha sido chantajeado en la calle,
un 10.5% en la escuela y un 11.8% en casa; finalmente un 11.2% ha sido intimidado con un arma en la
calle, un 1% en la escuela y un 0.5% en casa. Únicamente un 10.8% de los encuestados manifestaron no
19
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Respecto al otro colectivo vulnerable por el factor edad, los ancianos, las dos
revisiones sistemáticas consultadas (Cooper, Selwood y Livingston, 2008; Daly,
Joshi y Jogerst, 2009; citados en Pereda y Tamarit, 2013) muestran que la
prevalencia de victimización en la senectud oscila entre un 3.2 y un 27.5% en
estudios sobre población general, estas discrepancias pueden deberse tanto a
diferencias culturales como a las distintas metodologías utilizadas en los
estudios. En general un 5% de los ancianos refieren sufrir violencia de pareja
en el último año, cerca del 25% manifiesta sufrir maltrato psicológico por parte
de sus cuidadores y un 0.2% negligencia. Centrado en Europa, el trabajo de De
Donder et al. (2011; citado por Pereda y Tamarit, 2013) subraya que existen
muchos países que no han llevado a cabo ningún estudio sobre la
epidemiología de la victimización de ancianos y que los que los han realizado,
al utilizar metodologías muy distintas, no son comparables. Los porcentajes
oscilan entre un 0.8 y un 29.3% en función del país evaluado. Sin embargo, los
autores concluyen que puede constatarse la elevada frecuencia de abuso
psicológico en todos los trabajos europeos publicados, y el escaso índice de
abuso sexual.
Respecto a los ancianos que se encuentran en residencias asistidas por sus
necesidades de salud, uno de los pocos trabajos publicados que ha analizado
la victimización en estos contextos es del Castle y Beach (2011; citado en
Pereda y Tamarit, 2013). Tras entrevistar a 832 enfermeras norteamericanas,
los autores encontraron que éstas manifestaban haber observado o tener
pruebas de abuso verbal por parte de los profesionales de la residencia hacia
los usuarios, con porcentajes que oscilaban entre los comentarios humillantes,
detectados por un 13% de las enfermeras, a maldecir al anciano, en un 59%,
también el abuso físico, que oscilaba de los empujones y patadas, en un 1415% respectivamente, a la conducta más frecuente, que es el tirón del pelo,
detectado por un 49% de la muestra; el abuso psicológico, con comentarios
críticos en un 16% y conductas agresivas en un 29%, el abuso en los cuidados,
que incluye retrasar de forma deliberada la hora de la comida (20%),
amenazarlo con no seguir cuidándolo (21%) o demorar el agua cuando lo
solicitaban (22%). Las enfermeras también han sido testigos de abusos
relacionados con la administración de la medicación que el anciano requiere,
desde denegar su acceso a ésta (12%), darle una dosis de medicación
excesiva (14%) o retrasar la toma de la medicación (22%). Se observan
conductas de explotación financiera, desde firmar cheques sin el permiso del
anciano (5%) a destruir sus pertenencias (26%). Las conductas de abuso
sexual que se encuentran entre la penetración vaginal (<1%) a la exposición de
los genitales (7%), son las menos frecuentes.
haber sufrido ninguna situación de violencia, un 22.7% había sido víctima de alguna forma de violencia
en los tres contextos; un 35.6% en dos contextos, y un 30.8% en uno de los contextos.
20
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
En el ámbito europeo, de forma similar, uno de los pocos trabajos que ha
seguido esta metodología es el de Goergen (2001; citado en Pereda y Tamarit,
2013), en Alemania. El autor encuentra que un 79% de los cuidadores
profesionales entrevistados manifiesta haber tenido conductas de abuso o
negligencia hacia un residente en los dos meses anteriores y un 66% haber
sido testigos de la victimización de ancianos por parte de algún colega.
-La raza.
Se va a tratar este factor de riesgo asociado a la condición de inmigrante.
Algunos estudios han puesto de manifiesto que los inmigrantes tendrían un
riesgo más alto de ser víctimas frente a las personas autóctonas. La
explicación podría estar tanto en circunstancias intrínsecas a la condición de
inmigrante, como el hecho de tener un estatus jurídico diferenciado, en el que
no disfrutan de los mismos derechos que la población autóctona y en otras
circunstancias relacionadas con su estilo de vida, la edad (la población
inmigrante es más joven) o la raza que permite a sus victimarios una fácil
identificación física (Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013).
Además de los delitos propios a los que se ve expuesta toda población, los
inmigrantes sufren una específica forma de victimización, los denominados
“delitos de odio” o “violencia racista”. Los datos manejados por la European
Commission against Racism and Intolerance (ECRI) señalan que este tipo de
delitos es un problema habitual y persistente en la mayoría de los Estados
miembros de la Unión Europea, que se ha visto incrementado por la situación
de crisis económica que afecta a todos los países (ECRI, 2012; citado por
Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013).
En el año 2008, la European Union Agency for Fundamental Rights (FRA)
encuestó a 23.500 inmigrantes y minorías étnicas sobre sus experiencias de
discriminación y victimización en 27 Estados miembros de la Unión Europea,
incluyendo España. Los colectivos más victimizados fueron los de origen
subsahariano (33%), seguidos por los gitanos (32%) y norteafricanos (26%).
Cabe destacar que los participantes informaron de más casos de victimización
personal que de delitos contra la propiedad, así como la mayoría de las
víctimas no denunciaron los hechos, manifestando una gran desconfianza
hacia el Sistema de Justicia del país (citado por Tamarit, Pereda y Sebastián,
2013).
Otros estudios señalan a que a mayor distancia cultural y racial (rasgos físicos)
con la población autóctona, mayor probabilidad de ser víctima de conductas
discriminatorias y racistas (Martens, 2000; Jasinskaja-Lahti, Liebkind y
Perhoniemi, 2006; citados por Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013).
Este mayor riesgo de victimización en población inmigrante que se encuentra
en gran parte de los estudios europeos también puede observarse en los
21
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
EEUU, concluyendo el estudio de Biafara y Warheit (2007; citado por Tamarit,
Pereda y Sebastián, 2013), que la población afroamericana se encuentra más
predispuesta a sufrir crímenes violentos y sexuales que los nativos
norteamericanos.
-Factores psicológicos.
Son menos los estudios que se han centrado en analizar las variables de
personalidad y su relación con la mayor o menor propensión a la victimización,
en relación con los que han estudiado los rasgos de personalidad asociados al
riesgo delictivo. Los estudios existentes arrojan datos contradictorios y tienen
una validez escasa debido a las limitaciones metodológicas (Álvarez-Lister y
Andrés-Pueyo, 2013). Sin embargo, sería un campo interesante ya que su
estudio podrían llevar a una mejor comprensión de los tipos de victimización
que algunas personas con ciertos rasgos de personalidad podrían
experimentar, a la vez que podrían orientar también respecto a la modulación
del impacto psíquico derivado de la exposición a la situación de victimización
(Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013).
En el caso del bullying se han detectado en las víctimas una tendencia a la
introversión, baja autoestima y, en algunas ocasiones, alto neuroticismo
(Cerezo, 2001). Otros estudios también han puesto de manifiesto déficitis en
habilidades sociales, las víctimas tienden a ser impopulares y a tener
dificultades para integrarse con sus iguales, permaneciendo aislados del grupo
(Farrington y Baldri, 2006).
Respecto a la victimización sexual, la Extraversión parece ser el rasgo de
personalidad que más correlaciona con sufrir un delito sexual violento (Basta y
Peterson, 1990; Billingham, Miller y Hockenberry, 1999; citados por ÁlvarezLister y Andrés-Pueyo, 2013). Este dato puede interpretarse como que la
extraversión puede influir en el nivel de exposición social que tiene una
persona, aumentando las probabilidades de encontrarse con un agresor sexual.
Por su parte Muram, Rosenthal y Beck (1994) encontraron que las víctimas de
incesto eran notablemente menos impulsivas. Estas contradicciones parecen
señalar la existencia de factores de riesgo de personalidad para formas
específicas de victimización: la impulsividad está relacionada con conductas de
riesgo y exposición a situaciones y personas peligrosas, mientras que la baja
impulsividad podría estar relacionado con permanecer en una situación de
victimización durante un período de tiempo prolongado (Sisco et al., citado en
Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013).
Atendiendo a la variable género, las mujeres víctimas de delitos sexuales
presentan un perfil de personalidad caracterizado por el neuroticismo, la
amabilidad y la extraversión; mientras que los hombres victimizados no
mostraron ninguna diferencia en cualquiera de los cinco grandes rasgos de
22
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
personalidad, en comparación con hombres no víctimas (Forbes, 2001; citado
en citado en Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013).
FACTORES EXÓGENOS
Serían aquellos factores que se encuentran fuera del individuo. Al tratarse de
un amplio espectro, solo se van a abordar en este trabajo los que más
relevancia han tenido en la investigación victimológica: profesión, familia y lugar
de residencia (Rodríguez-Manzanera, 2003; Morillas, Patró y Aguilar, 2011).
-Profesión
Hay profesiones que por la actividad que implican y por las condiciones en las
que se desarrollan son factores de riesgo de victimización. Como ejemplo, por
su relevancia victimológica se tratará la prostitución.
Las mujeres prostitutas tienen un particular interés para la Victimología porque
son un claro ejemplo de victimización múltiple. A parte de su profesión,
confluyen otros factores de riesgo: demográficos (alta tasa de inmigración),
sexo y edad (mujer y joven), estructura psicológica (muchas de estas mujeres
han tenido un proceso socializador traumático), hábitos de trabajo (horario,
nocturno, servicios en zonas desprotegidas, etc.) y su estilo de vida (suele
portar apreciables sumas de dinero en metálico, no poseen una red de apoyo,
en ocasiones se mueven por ambientes marginales, consumo de tóxicos, etc.).
Las altas cifras de victimización que presentan las mujeres prostitutas (tanto
aquellas que ejercen en la calle como las que lo hacen en locales) por parte de
los clientes, de proxenetas, de las fuerzas de seguridad y por la propia
comunidad, han sido reflejas por la Organización Mundial de la Salud (OMS,
2005), si bien, las victimizaciones cometidas por su clientes son las más
frecuentes (Pereda, 2014).
En relación al homicidio distintos estudios norteamericanos señalan el riesgo
que tienen las mujeres prostitutas de sufrir este tipo de victimización. Por
ejemplo, Potterat et al. (2004; citado por Pereda 2014) señalan que la ratio de
homicidios en este colectivo se sitúa en 229 de cada 100.000 casos, lo que
supone un porcentaje mucho mayor que el que acontece a la población general
e, incluso, a otros colectivos profesionales de riesgo, como los taxistas (29 de
100.000 casos) o las dependientas de licorerías (4 de 100.000 casos). Con otra
metodología basada en las estadísticas oficiales Brewer et al. (2006; citado por
Pereda 2014) obtuvieron que el 207% de todos los asesinatos de mujeres en
los EEUU, entre 1980 y 1990, eran prostitutas asesinadas mayoritariamente
por sus clientes. Quinet (2011; citado en Perea 2014), por su parte, encuentra
que un 32% de las víctimas de asesinos en serie en los EEUU, entre 1970 y
2009, eran prostitutas.
23
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Especial riesgo, como señalan distintos estudios, parece tener el ejercicio de la
prostitución en la calle:
ESTUDIO
Silbert y Pines
(1982)
PAIS
EEUU
N
200
PREVALENCIA
45%
habían
sufrido robos
65% palizas
70% violaciones
72.1%
habían
sufrido
abusos
severos
por
parejas, clientes o
proxenetas
Dalla,
Xia
y
Kennedy (2003)
EEUU
43
Kurt,
Inciardi
(2004)
Surrat,
y Kiley
EEUU
294
Miller y Schwartz
(1995)
EEUU
16
Surratt, Inciardi,
Kurtz
y
Kiley
(2004)
EEUU
325
Farley y Barkan
(1998)
EEUU
82%
habían
sufrido algún tipo
de violencia:
55% agresiones
físicas
88% amenazas
83% amenazas
con un arma
68% violación
Nixon,
Tutty,
Downe, Gorkoff y
Ursel (2002)
Canadá
Más de la mitad
habían
sufrido
violencia por sus
proxenetas,
75.5%
habían
sufrido
alguna
forma
de
violencia por sus
clientes
51.7% violencia
física
25.5% agresión
física
13.9% violadas
14.6%
amenazadas con
un arma
93.8%
habían
sido víctimas de
alguna forma de
violencia sexual
41.5%
habían
experimentado
alguna forma de
violencia
24
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Benson
y
Matthews (1995)
Reino Unido
30
Barberet (1996)
España
24
Quiles (2007)
España
83
clientes, policías
y
otros
profesionales
y
ciudadanos
87% había sufrido
violencia
27% agresiones
sexuales
73%
múltiples
formas
de
violencia
66.7% ha sufrido
alguna
experiencia
de
victimización
32.5%
había
sufrido
malos
tratos físicos y
psíquicos
Elaboración propia a partir de Pereda (2014)
También el ejercicio de la prostitución en locales refleja elevadas cifras de
victimización en este colectivo de mujeres, muy superiores a los de cualquier
otra profesión.
ESTUDIO
Church,
Henderson,
Barnard y Hart
(2001)
Vanwesenbeeck,
De Graaf, Van
Zessen, Straver y
Visser (1995)
PAIS
Gran Bretaña
N
126
PREVALENCIA
48%
habían
sufrido algún tipo
de victimización
Países Bajos
(profesión
legalizada)
127
O´Doherty (2011)
Canadá
39
28.9% manifiesta
haber
sido
forzada
a
prostituirse
34.1% violencia
física
38.7% violencia
sexual
33%
habían
sufrido amenazas
16% amenazas
con un arma
24% agresiones
físicas
18%
agresión
sexual
21% secuestro
33% robos
25
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Elaboración propia a partir de Pereda (2014)
El riesgo de victimización de las mujeres prostitutas está, en gran medida,
asociado a su estigmatización. Este estigma es el resultado de un proceso de
exclusión y marginación de gran profundidad histórica y social. El cuerpo de la
prostituta sirve para canalizar los instintos más agresivos de ciertos individuos,
donde se llega a través de una percepción social general de la prostituta como
ser moral y humanamente degradado, sin derechos ni necesidades (Pereda,
2014).
El hecho de que este colectivo raramente denuncia las agresiones de las que
son objeto obliga a la utilización de encuestas de victimización para acercarnos
a entrever la envergadura del problema.
-Familia
Como señala el profesor Rojas Marcos (1995), la familia es el terreno de cultivo
donde se desarrollan las relaciones más generosas, seguras y duraderas, y, al
mismo tiempo, el escenario donde más vivamente se manifiestan las
hostilidades, las rivalidades y los más amargos conflictos entre la pareja y los
padres y los hijos.
El término violencia domestica es el utilizado para englobar todos los
fenómenos de violencia que se producen en el entorno familiar o que tienen
como base las relaciones familiares.
Este tipo de violencia se ejerce abusando de la base de confianza propia del
ámbito afectivo familiar, y abusando y amparándose en la intimidad y en la
privacidad existente entre agresor y víctima (Borafull y Gas, 2010).La familia
como institución cerrada facilita la violencia repetida y prolongada dificultando
la detección por terceros. En estas circunstancias, las víctimas pueden sentirse
incapaces de escapar del control de los agresores al estar sujetas a ellos por la
fuerza física, la dependencia emocional, el aislamiento social o distintos tipos
de vínculos económicos, legales o sociales. Si la violencia tiene de por sí un
efecto destructivo y resulta siempre irracional, lo es mucho más cuando se
ejerce en un entorno (la familia) del que se espera cariño y apoyo mutuo
(Echeburúa y Redondo, 2010).
Las víctimas de riesgo en violencia doméstica son las mujeres, los niños y los
ancianos (Iborra, 2008). Las mujeres en la mayoría de los casos cuando son
víctimas de actos violentos, suelen sufrirlos en el hogar y a manos de su pareja
o ex pareja (Echeburúa y Redondo, 2010).
Dentro de esta fenomenología han sido objeto de investigación: la violencia de
pareja, la violencia y maltrato sobre menores, la violencia sobre ancianos y la
violencia filio-parental. Veamos someramente los principales factores de riesgo
de victimización para cada una de ellas.
26
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
Violencia de pareja
La explicación de la violencia de pareja a partir de la perspectiva género ha
sesgado la investigación en este campo (Straus, 2007). El término violencia de
pareja se refiere a la violencia física o sexual, real o amenazada, o al abuso
psicológico o emocional por parte de cónyuges, novios o novias, sean actuales
o anteriores. La característica fundamental de este tipo de violencia es la
relación sentimental o íntima entre víctima y victimario, al margen del estado
civil, orientación sexual o estado de cohabitación (Arias y Ikeda, 2008). Aunque
tanto varones como mujeres informan haber sufrido victimización en su relación
de pareja, ésta es más preponderante y frecuente que se realice sobre mujeres
que sobre hombres. Las diferencias entre las tasas de victimización para
mujeres y varones se elevan a medida que aumenta la gravedad de los
ataques (Stets y Straus, 1990; citado en Arias y Ikeda, 2008). Además, las
mujeres tienen probabilidades significativamente mayores de sufrir lesiones, de
requerir cuidados médicos, hospitalizaciones u orientación, y de precisar de
bajas laborales (Tjaden y Thoennes, 2000; citado en Arias y Ikeda, 2008). En
este sentido, algunas investigaciones muestran una gran simetría, tanto en los
motivos como en los factores de riesgo para la violencia de pareja, entre
varones y mujeres, si bien existe una gran asimetría en los efectos derivados
de esta violencia, siendo más graves las lesiones en la mujeres (Straus, 2009).
Entre los factores de riesgo de victimización en violencia de pareja, con mayor
o menor evidencia empírica, se han señalado (Cantón, 2013):
-parejas en situación socioeconómica precaria, especialmente entre
receptoras de ayudas sociales
-hombres y mujeres jóvenes, que están cohabitando y que tienen hijos
siendo aún muy jóvenes, especialmente cuando presentan historial
evolutivo de problemas de conducta
-la etapa evolutiva de mayor prevalencia y frecuencia de victimización en
las relaciones de pareja son los primeros años de la etapa adulta,
oscilando entre un 22-25% las tasas entre novios y parejas jóvenes
casadas o cohabitando
-los estudios informan de una alta tasa de violencia contra la mujer
durante los primeros años de crianza de los hijos; también hay algunas
evidencias de victimización durante el embarazo, aunque estos
resultados no han sido consistentes
-creencias tradicionales sobre los roles de género en el caso de las
mujeres
27
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
-tener un historial de maltrato infantil y que fueron expuestos a violencia
de pareja o hubieran experimentado otras vivencias negativas como el
alcoholismo o trastorno mental de algún progenitor
-problemas de apego y de conducta, cuya relación sí se ha comprobado
en la mujer, no se han investigado suficientemente en el hombre víctima
de violencia de pareja. Las víctimas de violencia de pareja es más
probable que presenten un apego inseguro, y, más concretamente el
estilo de apego denominado ansioso (deseo de ser amado y miedo
simultáneo a no serlo). Este tipo de apego podría explicar el
mantenimiento prolongado en una relación de pareja victimizante por el
miedo de perder la pareja y la necesidad de atención aunque sea
negativa. Henderson, Bartholomew, Trinke y Kwong (2005; citado en
Cantón, 2013) sólo encontraron esta asociación cuando la violencia de
pareja era bidireccional.
Muñoz-Rivas, Fernández-González, Graña y Fernández (2013) estudiando la
violencia en parejas jóvenes encontraron la violencia recíproca o bidereccional
como el patrón más relevante, otros estudios parecen señalar este tipo de
fenómeno como el más habitual también parejas adultas (Straus, 2011). La
revisión bibliográfica realizada por estos autores apuntan a la siguiente
topografía de la violencia: la agresión física (en su mayoría agresiones
moderadas) es similar entre sexos o ligeramente suprior para las mujeres. Por
su parte los hombres parecen sufrir un mayor número de agresiones
psicológicas y las mujeres un mayor número de agresiones sexuales.
Se han recogido los siguientes factores de riesgo de victimización en las
relaciones de noviazgo, obviamos los factores sociodemográficos por no ser
específicos de esta forma de victimización sino de victimización en general
(Muñoz-Rivas et al., 2013):
1.-Factores familiares:
1.1.-Ser víctima directa o indirecta de violencia en la familia de
origen
1.2.-Conflictos parentales frecuentes
1.3.-Relaciones familiares hostiles e inestables emocionalmente
1.4.-Prácticas educativas fundamentadas en el castigo físico
2.-Factores individuales:
2.1.-Haber sufrido agresiones en anteriores relaciones de pareja
2.2.-Presencia de sintomatología depresiva
28
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
2.3.-Baja autoestima
2.4.-Actitudes justificativas de la violencia
2.5.-Tener otros comportamientos de riesgo, entre ellas, uso y
abuso de drogas, conductas sexuales de riesgo, diferentes
problemas de conducta externalizantes, y conductas inadecuadas
relativas a la alimentación con el fin de perder peso
Violencia y maltrato sobre menores
Gran parte del maltrato infantil se produce en el seno familiar, si bien, la
realidad es que los datos de prevalencia son muy contradictorios, y es que las
diferencias en la definición de qué se considera maltrato infantil y el grado de
precisión y fiabilidad de los sistemas de registro de la información es muy
dispar entre los diferentes países e incluso dentro de un mismo país entre
diferentes regiones o comunidades (International Society fo Prevention of Child
Abuse and Neglect, 2008).
Stoltenborgh, Bakermans-Kranenburg, Alink y Van IJzendoorn (2012; citado en
Cortés y Cantón, 2013) realizaron un metaanálisis sobre la prevalencia del
maltrato emocional infantil y concluyeron que la tasa era de 36.3%, (363 por
cada 1000 niños) según los estudios basados en autoinformes, mientras que
los datos de las investigaciones basados en denuncias señalaban una tasa de
sólo el 0.3%, es decir, de tres por cada mil niños. Se producía
independientemente del sexo y en todos los continentes, reflejando la
universalidad del fenómeno. Esta diferencia tan grande en función del método
utilizado para obtener los datos también se ha encontrado en metaanálisis
sobre la prevalencia global de otras formas de maltrato infantil (por ejemplo,
Stoltenborgh et al; citado en Cortés y Cantón, 2013). Otro metaanálisis de
Stoltenborgh, Bakermans-Kraneneburg y Van IJzendoorn (2012; citado en
Cortés y Cantón, 2013) sobre el abandono físico y emocional indicaba que sólo
un número relativamente modesto de estudios (comparado con la cantidad de
investigación generada sobre el abuso sexual infantil, por ejemplo) se había
ocupado del tema del abandono físico y emocional infantil. Identificaron trece
muestras independientes sobre abandono físico, con un total de 59.406
participantes, y una tasa de prevalencia global de 163/1000 (16.3%). En el caso
del abandono emocional encontraron dieciséis muestras independientes, con
59.406 participantes, y una tasa de prevalencia de 184/1000 (18.4%). El diseño
de la investigación incidía más en los resultados obtenidos sobre la prevalencia
del abandono físico que del emocional.
En España un estudio del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia
(2011; citado en Cortés y Cantón, 2013) arrojó los siguientes datos: el tipo de
maltrato más detectado por los profesionales en niños de 0-7 años era el físico
(59.68%), seguido de la negligencia (37.10%) y del psicológico (17.74%). Un
29
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
4.25% de los niños y adolescentes de entre 8-17 años había sido maltratado en
el ámbito familiar (4.54% chicos y 3.94% chicas). Un 2.41% de los chicos y el
2.04% de las chicas sufrieron malos tratos físicos; el 0.66% y el 0.91%
abandono, y un 1.97% y 2.72%, respectivamente, maltrato psicológico.
Además, la prevalencia de todos los tipos era más alta en los niños de 8-11
años (5.05%) que en los adolescentes de 15-17 (2.90%). Finalmente, el tipo de
abuso más frecuente en el rango de 0-7 años era el físico (59.68%), mientras
que entre los escolares 8-11 años predominaban los malos tratos psicológicos
(60%), siendo muy similares las tasas de maltrato físico y psicológico durante la
adolescencia (54.55%). Con respecto al maltrato con resultado de muerte, cada
año mueren en España 12 menores a manos de sus padres, la mitad de ellos
de entre 0-24 meses de edad.
En la siguiente tabla se recogen los principales factores de riesgo de
victimización infantil intrafamiliar:
FACTORES
MENOR
DE
RIESGO
DEL -Edad (el riesgo de maltrato
disminuye a medida que aumenta la
edad. El grupo de 3 años es el de
mayor riesgo).
-Sexo (los niños vs. las niñas sufren
con más frecuencia maltrato físico, la
gravedad de los abusos es mayor y
tienen un mayor riesgo de abandono
emocional. Las niñas sufren más
abuso sexual).
-Discapacidad, problemas de salud y
problemas de conducta.
-Bebés no deseados
-Bebés que al nacer no cumplen las
expectativas de sus progenitores en
cuanto a sexo, apariencia física, etc.
-Bebés con temperamento difícil
(llanto persistente, difíciles de
consolar, etc.).
FACTORES DE RIESGO DE LOS -Presencia de psicopatología (sólo el
PROGENITORES
10% de los maltratadores presenta un
trastorno mental grave).
-Desajustes psicológicos: distorsiones
cognitivas, síntomas depresivos, baja
autoestima, impulsividad, baja
tolerancia a la frustración, consumo
de tóxicos, pobre control de la ira,
hiperreactividad fisiológica,
dependencia afectiva y falta de
empatía.
-Desbordamiento para afrontar
30
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
situaciones de estrés
-Una historia de violencia y maltrato
en la propia infancia.
-Paternidad y maternidad
adolescente.
-Falta de conocimientos o
concepciones erróneas sobre el
desarrollo infantil y las necesidades
de los menores, expectativas
inadecuadas en relación a ellos
-Actitudes y atribuciones negativas en
relación comportamiento del menor
COMPOSICIÓN Y
CARACTERÍSTICAS DE LAS
RELACIONES FAMILIARES
FACTORES SOCIOCULTURALES
-Elevado número de hijos y la escasa
distancia entre ellos
-Presencia de una figura parental que
no es el progenitor biológico del
menor
-Las rupturas familiares conflictivas
-Aislamiento, falta de apoyo social y
mala relación con la familia extensa
-Precariedad económica
-Condiciones materiales en las que
vive la familia
-Residir en una zona con altos índices
de violencia y delincuencia
-Carecer la comunidad de servicios
coordinados para la prevención e
intervención en el maltrato
Elaboración propia a partir de Arruabarrena y De Paúl (2010) y Cortés y Cantón, (2013)
Violencia hacia ancianos
Como ocurría en otros ámbitos de la violencia intrafamiliar los datos
epidemiológicos muestran una gran disparidad que van desde un 1 a un 52.6%
de prevalencia en este tipo de fenomenología. Por otro lado, aunque se habla
de un mayor índice de maltrato de ancianos en el ámbito familiar, la realidad es
que apenas se cuenta con estudios en contextos institucionales, sociales y
sanitarios (Zárate, 2010). Por tanto, la magnitud real de la victimización a
ancianos es desconocida, si bien, se estima que uno de cada diez adultos
mayores experimenta alguna forma de victimización, solo uno de cada 25
casos son denunciados a los servicios sociales (Dong, 2012; citado en Pereda
y Tamarit, 2013).
El primer trabajo publicado sobre la prevalencia de la victimización en la vejez
es el de Pillemer y Finkelhor (1988; citado en Pereda y Tamarit, 2013), llevado
a cabo en Bostón con más de 2.000 ancianos de la población general, no
31
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
institucionalizados. Los autores encontraron que un 3.2% de los adultos
mayores encuestados manifestaban haber experimentado alguna forma de
victimización, especialmente por parte de sus parejas, tanto varones como
mujeres. Comijs et al. (1998; citado en Pereda y Tamarit, 2013) en Holanda con
una muestra de la población general de ancianos (n=1.954 mayores de 65
años), establecieron que un 5.6% habrían sufrido alguna forma de agresión
física (1.2%), agresión verbal crónica (3.2%), maltrato económico (1.4%) o
descuido o negligencia (0.2%), sin que existan diferencias significativas en
función de la edad o el sexo. En Reino Unido, Ogg y Bennet (1992; citado en
Pereda y Tamarit, 2013) obtuvieron que un 1.7% de los 589 entrevistados
había sufrido abuso físico, un 1.5% había sido víctimas de abuso económico y
un 5.6% de abuso verbal, recientemente, por un familiar cercano. Otro estudio
más actual publicado en este país (O´Keefee et al., 2007; citado en Pereda y
Tamarit, 2013), muestra porcentajes similares, con un 2.6% de victimización en
el último año en los 2.111 adultos mayores encuestados, incluyendo casos de
negligencia (1.1%), abuso económico (0.7%), abuso físico y psicológico (0.4%)
y abuso sexual (0.2%). En España el estudio realizado desde el Centro Reina
Sofía para el Estudio de la Violencia (2008; citado en Pereda y Tamarit, 2013)
con una muestra de 2.401encuestas a mayores de 64 años, informa de un
0.8% de ancianos que reconoce haber sido víctima de maltrato intrafamiliar,
duplicándose la cifra en mayores dependientes y cuadruplicándose en aquellos
que presentan una dependencia grave. En resumen, los ancianos manifiestan
ser víctimas de maltrato físico (0.2%), psicológico (0.3%), negligencia (0.3%),
abuso económico (0.2%) y sexual (0.1%).
La investigación señala los siguientes factores de riesgo de victimización a
ancianos dentro de la familia (Pereda y Tamarit, 2013):
FACTORES DEL ANCIANO
ENTORNO SOCIAL Y CULTURAL
-Alto nivel de dependencia
-Aislamiento
-Avanzada edad
-Fragilidad física
-Trastorno mental
-Discapacidad cognitiva
-Conductas agresivas y violentas
-Respecto al sexo los resultados no
son
concluyentes
y
parece
encontrarse relacionado con el tipo de
victimización que se evalúe
-Discriminación por edad (edadismo)
-Falta de sensibilización hacia el
problema
-Actitudes negativas y estereotipos
acerca de las personas mayores
-Falta de protocolos de actuación ante
estos casos
-Dificultad o imposibilidad de acceso a
32
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
FACTORES DEL CUIDADOR
servicios
especializados
y
a
profesionales formados
-Trastorno psicopatológico
-Elevado nivel de estrés
-Exposición a situaciones de violencia
en su infancia
-Historia de victimización
-Dependencia económica del anciano
-Abuso de sustancias
Violencia filio-parental o Violencia ascendente
Aunque existe amplia variabilidad en los datos de prevalencia manejados
(diferencias en relación a conceptos, muestras, instrumentos y fuentes de
información utilizados en las distintas investigaciones), existe cierto consenso
en considerar que estamos ante un fenómeno creciente (Morán, GonzálezÁlvarez, Gesteira y García-Vera, 2012). Según los datos de la Fiscalía General
del Estado, en España se está produciendo un aumento en este fenómeno
delictivo. Así, en 2007 fueron 2.683 progenitores los que denunciaron a sus
hijos, mientras en 2011 sumaron 5377 casos; en 2012 la cifra descendió a
4.936 casos (datos tomados de las Memorias anuales de la Fiscalía General
del Estado). Tomando en consideración diferentes estudios comunitarios el
10.1% de los progenitores son víctimas de agresión física por sus hijos (Morán
et. al, 2013).
Entre los factores de riesgo asociados a este tipo de victimización se han
señalado (González-Álvarez et al., 2013):
FACTORES DEL MENOR AGRESOR
FACTORES DE LOS
PROGENITORES
-Aceptación del uso de la violencia
-Impulsividad
-Falta de autocontrol
-Pobre empatía
-Déficit en habilidades de solución de
problemas interpersonales
-Falta de asertividad
-Aceptación del uso de la violencia
como pauta normalizada de relación
-Agresión interprogenitores
-Problemas de comunicación
-Déficit de habilidades de resolución
de conflictos
-Pautas de crianza incorrectas: défict
de vinculación afectiva, disciplina
inconsistente con alta dosis de
punitividad y recurso al castigo físico,
y falta de supervisión
33
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
-Lugar de residencia
Este factor victimógeno ha sido estudiado dentro de lo que se ha denominado
la perspectiva situacional en Criminología, que se ha interesado en ver cómo el
entorno físico, las pautas sociales y el comportamiento de las víctimas
presentan oportunidades delictivas.
Una de las hipótesis, manejada por esta perspectiva, es que el entorno físico
influye en las oportunidades para cometer delitos. Además, el entorno físico
también influye en las oportunidades de vigilar y controlar el comportamiento
humano. Desde esta perspectiva, la arquitectura y el diseño del espacio urbano
inhiben o inducen directamente al delito (Newman, 1972; Felson, 1994;
Brantingham y Brantingham, 1991; citados por Stangeland y Garrido, 2004).
Así por ejemplo, la Teoría de la Ventanas Rotas (Jacobs, 1961; Wilson y
Kelling, 1982; citados por Stangeland y Garrido, 2004) señaló que el aspecto
degradado de un barrio invita a más destrozos y atrae la delincuencia.
Posteriormente los vecinos se asustan, se aíslan y dejan de intervenir en la
vida del barrio. Esta sensación de inseguridad provoca un menor control
informal y crea más oportunidades para el delito. Un estudio español sobre la
delincuencia en Marbella (Stangeland, 1998; citado en Stangeland y Garrido,
2004) indica que una campaña eficaz contra el desorden urbano consiguió
reducir la delincuencia común en un 33%.
La teoría arquitectónica del espacio defendible (Newman, 1972; citado en
Stangeland y Garrido, 2004) hizo hincapié en cómo las características
arquitectónicas de los vecindarios fomentaban o inhibían el control informal de
los habitantes. La hipótesis principal de este autor era que los habitantes
pueden asumir el control sobre las áreas cercanas a su propia vivienda, si la
arquitectura lo permite. Es importante la vigilancia informal, por ejemplo, en
forma de ventanas que permiten ver quien entra o sale del bloque. También es
importante que las áreas colindantes al bloque, como parques o zonas de
aparcamiento, no sean abiertas a todo el mundo, sino delimitadas para marcar
su pertenencia a las viviendas. De sus datos destaca el hallazgo de que los
robos aumentan considerablemente en edificios con más de seis plantas, o con
más de 1.000 apartamentos en un mismo complejo urbanístico.
Otros hallazgos arrojados por la investigación situacional del delito a través del
uso de herramientas geográficas han sido:
-desde la obra clásica de Shaw y McKay (1969; citado en Stangeland y
Garrido, 2004) se ha señalado una concentración de la delincuencia en el
centro de las ciudades. Wikströn (1991; citado en Stangeland y Garrido, 2004)
en un estudio en Estocolmo encontró una clara concentración de delitos en
esta zona (contiene un 18% de todo el área y un 35% de la población).
34
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
-la distribución por hora y día en el que se cometen delitos coinciden con
el ritmo diario típico de la ciudad en consonancia con la teoría de las
actividades rutinarias (Felson, 1998). Los delitos en zonas comerciales
disminuyen de noche, después del cierre de los negocios. La actividad delictiva
nocturna se concentra en zonas con vida nocturna activa
Otras conclusiones a partir de este modelo podrían ser (Correa, 2007):
-importancia de la vigilancia informal o vigilancia natural sobre el espacio
urbano que habitamos. Ver y ser vistos por otros tranquiliza a los ciudadanos e
inquieta al delincuente, dificultando la comisión de delitos. Todo cuanto se haga
al diseñar los espacios urbanos para eliminar zonas opacas y amplíe los
campos visuales estará facilitando la seguridad.
-Los delincuentes evitan las zonas iluminadas, necesitan de la ocultación
para llevar a cabo su conducta, por eso buscan el espacio adecuado a su
propósito, zonas poco iluminadas o condiciones de escasa visibilidad.
-La posibilidad de ocultarse y la ocasión del disimulo y el anonimato,
favorecen la comisión del delito. La personalización y la identificación son
enemigos del delito.
-Los signos de abandono (suciedad, paredes con grafitis, mobiliario
urbano destrozado, etc.) son indicadores de escaso control formal e informal. El
abandono y el descontrol produce temor en los ciudadanos y favorece la
aparición de la delincuencia.
Una aplicación práctica de estos postulados sería el proyecto “Certificado de
diseño seguro”, puesto en marcha por algunos policías locales anglosajones y
de las Países Bajos y que tiene por objeto reconocer que las viviendas
construidas y su entorno cumplen una serie de condiciones de seguridad
(Rodríguez, 2007). Con ello la policía británica ha conseguido reducir un 40%
de los delitos en viviendas. Este certificado de “Diseño seguro” extendido por la
policía local abarca en general cinco niveles:
-la organización del barrio
-el trazado
-el diseño del entorno residencial
-la gestión y participación de los vecinos
-el edificio en sí mismo
En total se evalúan 55 ítems debiendo superar un número de 18 para obtener
el certificado.
35
DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA
CONCLUSIONES
La perspectiva de los factores victimógenos dentro de la Victomología ha ido
desarrollándose prácticamente desde el inicio de la disciplina, si bien, en sus
primero abordajes (tipologías victimales) no con demasiado acierto, derivando
en repercusiones negativas para el tratamiento jurídico y social de la víctima
(criminalización de la víctima).
En la actualidad esta orientación facilita la elaboración de topografías victimales
esenciales para el desarrollo de intervenciones preventivas en el campo de la
victimización. Hoy sabemos con datos objetivos que el riesgo de victimización
no se reparte por igual en la población, existiendo una serie de factores de
riesgo que aumentan la probabilidad de convertirse en víctima. Asumir
consciente y voluntariamente riesgos no es sinónimo de responsabilidad en el
caso de sufrir una victimización, el único responsable de un delito es el autor
del mismo.
No obstante la investigación debe agudizar más la metodología para llegar a
víctimas de especial riesgo (prostitutas, menores, ancianos, inmigrantes o
personas con discapacidad). Por otro lado, la investigación debe quedar al
margen de ideologías, pensamiento político o influencia de grupos o
sensibilidades sociales, guiándose exclusivamente por los datos derivados de
la investigación empírica. En este sentido, debe ser crítica con las limitaciones
de algunos abordajes de los fenómenos victimales si queremos llegar a todas
las víctimas reales (i.e., la perspectiva género para abordar la violencia de
pareja).
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