DE HISTORIA NATURAL 247 destacan largos ramales hacia el mediodía, por los cuales se des­ ciende suavemente hacia Martorell, Castellbisbal y Rubí. Los terrenos que integran esta cordillera central se componen de extensos bancos de acarreos en la parte superior, y de bancos de margas y arcillas, que son rojizas y amarillentas en su parte me­ dia y azuladas en el fondo. Los bancos de conglomerados superfi­ ciales tienen espesores de tres a cuatro metros; los de margas y arcillas se repiten hasta una profundidad desconocida. Todos estos depósitos pertenecen al Mioceno medio, y para precisarlo más, diré que, a mi juicio, a excepción de las arcillas azuladas inferiores, de época dudosa, todos los demás terrenos de la cordillera corresponden al piso sarmatiense. Para justificar esta opinión expondré las razones de orden tectónico que me inducen a creerlo así. Por de pronto hay que tener en cuenta que estos terrenos están intercalados entre dos pisos, ya bien determinados por sus fósiles. Por el mediodía, la faja de calizas blancas y de margas amarillas que pasa por Rubí y por cerca de San Cugat, contiene abundantes restos de moluscos marinos, tales como Clypeaster, Scutella y Pectén prcescabriusculüs var. catalaunica Alm. et Bof., por lo cual se la considera como perteneciente al Mioceno inferior o Helveciense; por el N., los potentes depósitos de arcillas, con su rica fauna de mamíferos, como el Hipparion gracile Kaup., el Sus ma/or Qerv., el Hyotherium Soemmeringii Meyer y la Hyosnictis grceca Gaudry, corresponden al Mioceno superior o Pontiense. Encontrándose, pues, los terrenos de la cordillera central del Valles comprendidos entre dos fajas, una marina, perteneciente al piso Helveciense, y otra, lacustre, correspondiente al Pontiense, forzosamente han de referirse a uno o a dos de los pisos interme­ dios, Tortonense o Sarmatiense, si es que no se encuentran en­ trambos a la vez. Veamos si hay medio de precisarlo. Los bancos de acarreos o pedregales superiores es indudable que fueron depositados por el Llobregat, según lo prueba el hecho de que todos los cursos de acarreos esparcidos a lo alto de dichas sierras confluyen en el canal de La Puda, por donde pasa todavía aquel río. Además, lo corrobora la circunstancia de que entre di­ chos acarreos andan mezclados numerosos cantos de caliza reple­ tos de Nummulites, descendidos del Bergadan, que sólo podía haber arrastrado el Llobregat, por ser la única corriente que, atra-