1. Lit e ra t u ra Propósito: Sabía que: Los escritores latinoamericanos contemporáneos han hecho grandes aportaciones a la literatura universal y que el español de América ha enriquecido con palabras de origen náhuatl y con regionalismos de nuestro continente a la lengua española. En esta última unidad, encontraremos algunos de los escritores más importantes de la literatura hispanoamericana contemporánea, como Villaurrutia, Borges y Carpentier, de quienes identificará las características históricoliterarias que enmarcan su obra. También reafirmará su conocimiento de la oración compuesta y sobre aspectos ortográficos en general e, igualmente, describirá los principales cambios que se han dado en la lengua española y caracterizará el español que hablamos en América. Con esta unidad, usted concluirá los contenidos correspondientes a la asignatura de Español, por lo que aprovechamos para felicitarlo por su dedicación y empeño para llegar a esta meta y le deseamos mucho éxito en los nuevos proyectos que seguramente tendrá para los próximos años. ¡Felicidades y éxito para usted! Jorge Luis Borges Xavier Villaurrutia 261 1. Lea el poema Nocturno en que habla la muerte de Xavier Villaurrutia y responda por escrito las preguntas acerca de ese poema. 1.1. Los "Contemporáneos": Xavier Villaurrutia El grupo de los "Contemporáneos" representa una literatura de vanguardia, conformado por magníficos poetas, con nuevas ideas literarias, en la que destacan: Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo. Todos ellos rompen con el modernismo y experimentan la influencia de la poesía francesa. Buscan la sensibilidad a través de la palabra clara y precisa. El paisaje, el amor, la vida, "la muerte sin fin", entre otros son sus temas preferidos. Xavier Villaurrutia (1903-1950) Nació y murió en la ciudad de México; fue amigo de Salvador Novo y Jaime Torres Bodet, con el primero fundó en 1927 la revista Ulises, primera revista de vanguardia, y fue redactor constante de la revista Contemporáneos. Destacan en su formación los estudios de teatro que realizó en la Universidad de Yale, en Estados Unidos de Norteamérica, y su desempeño como maestro de teatro en la Escuela Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes. Villaurrutia es uno de los más originales escritores del grupo "Contemporáneos" y, aunque escribió teatro, crítica y prosa narrativa, se le recuerda principalmente como poeta. Sus temas son: el amor, la soledad y la muerte, temas universalmente eternos en la literatura; su estilo está centrado en el uso de la metáfora surrealista, los juegos de palabras, la expresión de los sueños y la excitación de los sentidos. En sus obras dramáticas profundiza en el análisis psicológico de sus personajes y en la presentación de 262 conflictos de tipo moral que preocupan al hombre moderno. Del libro Nostalgia de la muerte es el siguiente poema de Villaurrutia; léalo cuidadosamente y después conteste el cuestionario que aparece al final de él. Nocturno en que habla la muerte Si la muerte hubiera venido aquí, a New Haven, escondida en un hueco de mi ropa en la maleta, en el bolsillo de uno de mis trajes, entre las páginas de un libro como la señal que ya no me recuerda nada; si mi muerte particular estuviera esperando una fecha, un instante que sólo ella conoce para decirme: "Aquí estoy. Te he seguido como la sombra que no es posible dejar así nomás en casa; como un poco de aire cálido e invisible mezclado al aire duro y frío que respiras; como el recuerdo de lo que más quieres; como el olvido, sí, como el olvido que has dejado caer sobre las cosas que no quisieras recordar ahora. Y es inútil que vuelvas la cabeza en mi busca: estoy tan cerca que no puedes verme, estoy fuera de ti y a un tiempo dentro. Nada es el mar que como un dios quisiste poner entre los dos; nada es la tierra que los hombre miden y por la que matan y mueren; ni el sueño en que quisieras creer que vives sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro; ni los días que cuentas una vez y otra vez a todas horas, ni las horas que matas con orgullo 263 sin pensar que renacen fuera de ti. Nada son estas cosas ni los innumerables lazos que me tendiste, ni las infantiles argucias con que has querido dejarme engañada, olvidada. Aquí estoy, ¿no me sientes? Abre los ojos; ciérralos, si quieres." 264 Y me pregunto ahora, si nadie entró en la pieza contigua, ¿quién cerró cautelosamente la puerta? ¡Qué misteriosa fuerza de gravedad hizo caer la hoja de papel que estaba en la mesa? ¿Por qué se instala aquí, de pronto, y sin que yo la invite, la voz de una mujer que habla en la calle? Y al oprimir la pluma, algo como la sangre late y circula en ella, y siento que las letras desiguales que escribo ahora, más pequeñas, más trémulas, más débiles, ya no son de mi mano solamente. Actividades: Responda por escrito las siguientes preguntas acerca del poema Nocturno en que habla la muerte de Xavier Villaurrutia. 1. ¿Cuál es el tema en este poema? 2. ¿Cómo se relaciona en este poema el autor con la muerte? ¿La ve como su acompañante o como su amada? 3.¿Quién es la mujer que le habla al poeta? 265 4. ¿Cuál es la condición o el supuesto del que parte Villaurrutia para hacer que le hable la muerte, es decir, qué le da pie para imaginarse que la muerte se dirige a él? 5. ¿Cuáles son algunas cosas que le reprocha la muerte al poeta? 6. ¿Qué sensación le deja al poeta la presencia de esa mujer que se dirigió a él? 7. ¿Le agradó el poema de Villaurrutia? ¿Por qué? 2. Lea un cuento de Borges y responda después las preguntas acerca de esa lectura. 1.2 Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino. Es el narrador fantástico más importante de la literatura latinoamericana contemporánea. Nace en el seno de una familia acomodada en Buenos Aires, y es educado en las 266 más refinadas sociedades culturales de Europa y de América. Es un escritor especial que confiesa que su verdadera pasión es leer, leer sin cesar. Y esto se manifiesta en su prosa: profunda, fina, elevada, a veces un poco difícil de comprender. Entre los títulos que agrupan su obra, destacan: El Aleph y Ficción. Su poesía, penetrante y de temas cotidianos, se agrupa en los libros: Poemas y Antología personal. Actividades: Lea el siguiente cuento de Borges y responda después las preguntas acerca de esta lectura. La intrusa Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor. En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor recordaba, no sin sorpresa, haber visto en la casa de esa gente una gastada Biblia de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas 267 páginas entrevió nombres y fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azorosa crónica de los Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de ladrillo sin revocar; desde el zaguán se divisaban un patio de baldosa colorada y otro de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen defendían su soledad. En las habitaciones desmanteladas dormían en catres; sus lujos eran el caballo, el aspero, la daga de hojas corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé que eran altos, de melena rojiza. Dinamarca o 268 Irlanda, de las que nunca oirían hablar, andaban por la sangre de esos dos criollos. El barrio los temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro pelearon una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos. De sus deudos nada se sabe y ni de dónde vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes. Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. Esto, y lo que ignoramos, ayuda a comprender lo unidos que fueron. Malquistarse con uno era contar con dos enemigos. Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las fiestas. En las pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaba prohibidos y donde se bailaba, todavía, con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos rasgados; bastaba que alguien la mirara, para que se sonriera. En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida. Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes por no sé qué negocio; a su vuelta llevó a la casa una muchacha, que había levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la mujer de Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes de que él, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los hermanos. 269 Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque. En el patio, el mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas*. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le dijo a Eduardo. —Yo me voy a una farra* en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala. El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no sabía qué hacer. Cristián se levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro. Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida* unión, que ultrajaba las decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos no pronunciaban el nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban razones para no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían era otra cosa. Cristián solía alzar la voz y Eduardo callaba. Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba. Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por ese primor que se había agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo injurió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián. La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia, sin duda por el menor, que no había rechazado la participación, pero que no la había dispuesto. Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no apareciera por ahí, 270 porque tenían que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se acostó a dormir la siesta, pero al rato le recomendaron. Le hicieron llenar una bolsa con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había dejado su madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y tedioso viaje. Había llovido; los caminos estaban muy pesados y serían las once de la noche cuando llegaron a Morón. Ahí la vendieron a la patrona del prostíbulo. El trato ya estaba hecho Cristían cobró la suma y la dividió después con el otro. 271 En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la mañana (que también era una rutina) de aquel monstruoso amor, quisieron reanudar su antigua vida de hombres entre hombres. Volvieron a las trucadas*, al reñidero, a las juergas casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por su lado, en injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo que tenía que hacer en la Capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa que sabemos reconoció al overo* de Eduardo. Entró; adentro estaba el otro, esperando turno. Parece que Cristián le dijo: —De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a mano. Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba con Cristián; Eduardo espoleó al overo para no verlos. Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos habían cedido a la tentación de hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los Nilsen era muy grande —¡quién sabe qué rigores y qué peligros habían compartido!— y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. con un desconocido, con los perros, con la Juliana, que habían traído la discordia. El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los domingos la gente suele recogerse temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio que Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo: —Vení, tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué; aprovechamos la fresca. El comercio del Pardo quedaba, creo, más al Sur; tomaron por el Camino de las Tropas; después, por un desvío. El campo iba agrandándose con la noche. Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro que había encendido y dijo sin apuro: —A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los 272 caranchos. Hoy la maté. Que se quede aquí con su pilchas, ya no hará más perjuicios. Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla. 1.3 Alejo Carpentier (1904-1980) Es otro escritor contemporáneo destacado; nació en Cuba, pero en Europa descubrió sus raíces y escribió: Los pasos perdidos, que es la odisea de un músico latinoamericano, desarraigado y perdido en una ciudad moderna. Carpentier, poseedor de grandes conocimientos científicos, despliega una prosa maravillosa, neobarroca —podríamos decir—, en la que se recrea la realidad y la fantasía americanas; ejemplo de ello son sus novelas: El reino de este mundo y El siglo de las luces. 3. Lea el fragmento de Los pasos perdidos de Alejo Carpentier y responda las preguntas del cuestionario. Actividades: Lea cuidadosamente el siguiente fragmento de Los pasos perdidos de Alejo Carpentier y responda las preguntas del cuestionario: Silencio es palabra de mi trabajado la música, la he de otros oficios. Sé cómo silencio; cómo se le mide vocabulario. Habiendo usado más que los hombres puede especularse con el y encuadra. Pero ahora, 273 sentado en esta piedra, vivo el silencio; un silencio venido de tan lejos, espeso de tantos silencios, que en él cobraría la palabra un fragor de creación. Si yo dijera algo, si yo hablara a solas, como a menudo hago, me asustaría a mí mismo. Los marineros han quedado abajo, en la orilla, cortando pasto para los toros sementales que viajan con nosotros. Sus voces no me alcanzan. Sin pensar en ellos, contemplo esta llanura inmensa, cuyos límites se disuelven en un leve oscurecimiento circular del cielo. Cuestionario 1. El protagonista, que es músico, nos habla del silencio. ¿Por qué cree usted que él esté más familiarizado con el silencio que otras personas dedicadas a otros oficios? 2. ¿Cómo es el silencio para Alejo Carpentier? 3. ¿Cómo podríamos explicar con nuestras palabras la expresión: "un fragor de creación"? 274 4. ¿En qué persona gramatical está escrito el fragmento que leyó: primera, segunda o tercera personas (yo, tú o él)? 5. ¿Le gustó la forma en que describe el silencio Carpentier? ¿Por qué? Espacio de reflexión: ¿Cuál de la información proporcionada en este apartado considera útil para su formación y por qué? Recuerde que... El grupo de los "Contemporáneos" representa una literatura de vanguardia, conformado por magníficos poetas, con nuevas ideas literarias. Todos ellos rompen con el modernismo y experimentan la influencia de la poesía francesa. El paisaje, el amor, la vida, "la muerte sin fin", entre otros son sus temas preferidos. Xavier Villaurrutia es uno de los más originales escritores del grupo "Contemporáneos y, aunque escribió teatro, crítica y prosa narrativa, se le recuerda principalmente como poeta. Sus temas son: el amor, la soledad y la muerte, temas universalmente eternos en la literatura. Jorge Luis Borges es el narrador fantástico más importante de la literatura latinoamericana contemporánea. Su prosa es profunda, fina, elevada, a veces un poco difícil de comprender. Entre los títulos que de su obra, destacan: El Aleph y Ficción. Alejo Carpentier es otro escritor contemporáneo destacado que recrea la realidad y la fantasía americanas; ejemplo de ello son sus novelas: El reino de este mundo y El siglo de las luces. 275