Antonio e seu destino

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Paulo Coelho
Antonio y su destino
(inspirado en un cuento sufí)
Antonio era un funcionario en una oficina pública
de una pequeña ciudad del interior. Una tarde, vio dos gallos
que peleaban. Sintiendo pena por los animales, fue hasta el
centro de la plaza para separarlos, sin darse cuenta de que
estaba interrumpiendo una lucha de gallos de pelea.
Irritados, los espectadores atacaron a Antonio. Uno de ellos
lo amenazó de muerte, porque estaba a punto de ganar y
recibir una fortuna en apuestas.
Antonio, asustado, decidió irse de la ciudad. La
gente se extrañó cuando no se presentó a su trabajo, pero
como había candidatos para el puesto, olvidaron pronto al
antiguo funcionario.
Después de tres días viajando, Antonio se encontró
con un pescador.
-¿Adónde te diriges? –preguntó el pescador.
-No lo sé.
Compadecido de la situación de Antonio, el pescador
lo llevó a su casa. Tras una noche conversando, descubrió que
Antonio sabía leer, y le propuso un trato: él le enseñaría a
pescar y a cambio Antonio le enseñaría a leer y escribir.
Antonio aprendió a pescar. Con el dinero del
pescado, compró libros para poder enseñar al pescador.
Leyendo, aprendió cosas que no sabía.
Uno de los libros enseñaba carpintería, y Antonio
decidió montar un pequeño taller. Entre el pescador y él
compraron herramientas y se pusieron a hacer mesas, sillas,
estantes, equipos de pesca.
Pasaron muchos años. Los dos seguían pescando, y
contemplaban la naturaleza durante el tiempo que pasaban en
el río. Los dos también seguían estudiando, y los muchos
libros que leían les iban revelando el alma de los hombres.
Los dos seguían trabajando en el taller de carpintería, y el
trabajo físico los hacía fuertes y sanos.
A Antonio le encantaba conversar con los clientes.
Como ahora era un hombre culto, sabio y sano, le gente le
pedía consejo. La ciudad entera comenzó a progresar, y todos
encontraban en Antonio a alguien capaz de dar buenas
soluciones a los problemas de la región.
Los jóvenes de la ciudad formaron un grupo de
estudios con Antonio y el pescador, y luego predicaron a los
cuatro vientos que eran discípulos de sabios. Una tarde, uno
de los jóvenes preguntó:
-Antonio, ¿decidiste abandonarlo todo para
dedicarte a la búsqueda de la sabiduría?
-No –respondió Antonio-. Tenía miedo de ser
asesinado en la ciudad donde vivía.
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Pero los discípulos aprendían cosas importantes, y
luego se las transmitían a otros. Trajeron a un famoso
biógrafo para que relatara la vida de los Dos Sabios, como se
les conocía ahora. Antonio y el pescador contaron lo que
había sucedido.
-Pero nada de eso refleja su sabiduría –dijo el
biógrafo.
–En nuestras vidas no ha habido nada de
extraordinario.
El biógrafo escribió durante cinco meses. Cuando se
publicó el libro, se convirtió en un gran éxito de ventas.
Era una maravillosa y emocionante historia de dos hombres que
buscan el conocimiento, dejan todo lo que estaban haciendo,
luchan contra la adversidad, encuentran maestros secretos.
-No tiene nada que ver con nosotros –dijo Antonio
al leer su biografía.
-Los sabios tienen que tener vidas emocionantes
–respondió el biógrafo-. Una historia tiene que enseñar algo,
y la realidad nunca enseña nada.
Antonio desistió de discutir. Sabía que la realidad
enseñaba todo lo que un hombre necesita saber, pero de nada
serviría intentar explicar eso.
“Que los tontos sigan viviendo con sus fantasías,”
le dijo al pescador. Y ellos siguieron leyendo, escribiendo,
pescando, trabajando en su taller de carpintería, enseñando a
los discípulos, haciendo el bien. Sólo prometieron no volver
a leer nunca más libros sobre la vida de los santos, ya que
la gente que escribe ese tipo de libros no comprende una
verdad bien simple: todo lo que hace un hombre corriente en
su vida diaria lo acerca a Dios.
© Traducción: Juan Campbell-Rodger
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