Actualidad de Marx Marx ha sido sin duda uno de los filósofos más discutidos de la época contemporánea. El carácter revolucionario de su filosofía, su concepción de la filosofía como una herramienta para implantar una sociedad socialista, provocó que a lo largo del siglo XX una parte importante de la intelectualidad se situara ante ella adoptando dos posturas opuestas: la de aquéllos que señalan que la filosofía de Marx es fundamentalmente errónea, siendo falso el análisis que Marx hace de la Europa del XIX, así como las consecuencias, la revolución social, que propone para acabar con el capitalismo. Para esta tendencia la prueba más evidente de la falsedad del marxismo la tenemos en el desplome de los “países del este”, cuyos gobiernos se reclamaban marxistas. En la obra misma de Marx, afirman, estaban ya las raíces de los males de los países socialistas. Para esta corriente una parte importante de los desastres del siglo XX tienen su mentor intelectual en Carlos Marx. La otra tendencia opuesta es la de aquéllos que consideran algo bien diferente: los análisis que Marx lleva a cabo de la sociedad capitalista del siglo XIX nos aportan un conocimiento fundamentalmente acertado de la realidad social. Para estos últimos, el método de investigación marxiano abrió caminos nuevos para el análisis social. Su proyecto de articular teoría (análisis social) y práctica (lucha política), vinculaba al marxismo con las luchas del movimiento obrero y, por tanto, jugó un papel muy destacado en los partidos socialistas y comunistas y en los sindicatos a lo largo del siglo XX. Para esta corriente, la llegada de Stalin al poder en la Unión Soviética (primer país que tomaba las teorías de Marx como fundamento teórico de su acción política), provocó una desviación gravísima de la obra marxiana, de manera que la acción política que realmente llevaron a cabo los dirigentes de los denominados "países socialistas” se apartaba radicalmente de los principios que inspiraron a Marx, siendo utilizados los textos del filósofo de la manera que él había denunciado al analizar la “formación social capitalista”: como instrumento ideológico para “justificar” un orden social injusto y, por tanto, carente de auténtica libertad, libertad que sólo se alcanzará, según Marx, cuando se alcance el ideal: Dé cada uno según sus capacidades, A cada uno según sus necesidades. Ha sido esta influencia de Marx en muchos de los acontecimientos del siglo pasado y el posicionamiento de muchos intelectuales, artistas, filósofos como marxistas o antimarxistas, lo que ha dificultado extraordinariamente el análisis objetivo y desapasionado de la obra del filósofo. Marx es ya un “clásico” y desde esta perspectiva, forma parte ya de la historia de la cultura europea, y por tanto, se le seguirá leyendo como un filósofo que como otros tantos contemporáneos, Nietzsche, Freud, Heidegger,… dieron ciertas claves para mejor entender nuestra forma de vivir. Como en tantos otros filósofos, muchas de las ideas de Marx han perdido actualidad, bien porque no se han cumplido (por ejemplo, la inevitabilidad de la caída del capitalismo. Este error es de gran importancia para valorar la filosofía de Marx, dado que éste consideraba el derrumbe del capitalismo la tesis que confirmaría sus análisis económicos). O bien, porque desarrollan ideas contradictorias en algunos de sus textos: así, el filósofo sostiene que la causa principal para el tránsito del capitalismo al socialismo se producirá cuando el imparable desarrollo de las fuerzas productivas sea frenado por las relaciones de producción existentes. Esta situación provocará una crisis social que traerá el socialismo. Esta es la postura que Marx defiende en el Prefacio que comentamos. Sin embargo, en otro texto igualmente fundamental de Marx, (escrito en colaboración con Engels), El manifiesto comunista, nos dice que el motor de la historia es la lucha entre las clases sociales antagónicas existentes en una formación social determinada y, por tanto, el tránsito del capitalismo al socialismo tendrá lugar cuando la clase obrera derrote a la clase burguesa y alcance el poder político. No obstante, hay otras ideas de Marx que aún en nuestros días tienen validez y que nos pueden ayudar a comprender mejor la sociedad en que vivimos. En la actualidad sigue estando vigente el modelo desarrollado por Marx para analizar y comprender del modo más exhaustivo posible las sociedades contemporáneas, recogiendo y sintetizando conocimientos económicos, sociológicos, políticos, culturales,… para alcanzar una imagen articulada del complejo entramado social. Derivada de esta intención globalizadora, las relaciones, analizadas por Marx, entre las diversas instancias sociales: infraestructura, superestructuras jurídico-políticas, ideológicas,… Entre ellas, piensa Marx, se producen relaciones recíprocas y en cada modo de producción histórico una de ellas condiciona de mayor manera a las demás; en la sociedad capitalista, por la importancia fundamental que juega la economía en la vida social, la infraestructura económica condiciona de modo preponderante a las superestructuras. Muchas de las más importantes escuelas históricas europeas se sirvieron en todo o en parte de este modelo iniciado por el filósofo. Nadie niega en la actualidad el papel fundamental que en el mundo contemporáneo juega la estructura económica de la sociedad y el papel decisivo del dinero. Para Marx, no hay que olvidarlo, esta situación en la que “tanto vales cuanto tienes”, genera un modo de vida que empobrece al hombre, lo aliena. La teoría de la alienación del filósofo de Tréveris sigue siendo fecunda para comprender el modo de vida del hombre contemporáneo, un mundo donde las mercancías y, entre ellas la fundamental, el dinero, se instituyen como meta última del hombre; un mundo donde el “tener” se sobrepone al “ser” y donde los valores materiales en la vida social real, ocupan un lugar destacado sobre los espirituales, intelectuales, artísticos,… y la motivación económica se convierte en el mecanismo primordial de las actividades humanas. En esta sociedad, no es posible que se cumpla el ideal humano, al que ya se refería Kant, y que asume Marx, la autorrealización del hombre, conquistar una sociedad que significará el desarrollo de las capacidades humanas, tener una imagen positiva de nosotros mismos y unas relaciones sociales basadas en la igualdad y el respeto. La aspiración hacia esa meta se convierte en un ideal de emancipación. Marx pensó la ideología, como el conjunto de creencias, valores, motivaciones, etc. que se difunden socialmente y que de muy diversas maneras, familia, instituciones escolares, medios de comunicación,… son interiorizadas por los individuos de una determinada formación social. El filósofo expuso que en las sociedades complejas, como es el caso de las nuestras, cohabitan con distinto grado de armonía y/o enfrentamiento, ideologías diversas, pero salvo en los periodos de crisis sociales, la ideología hegemónica, el modo de vida que indudablemente ejerce mayor influencia es la que defiende el “estado de cosas” actual y ésta se difunde a través de los medios de comunicación, costumbres, educación. Un ejemplo clarísimo de cómo influye en nuestra conciencia estos mensajes la tenemos en la importancia que tiene la publicidad en el consumo y nuestro modo de vida, o el clima de opinión que crean determinados medios de comunicación. También sigue estando vigente, y en nuestro mundo globalizado y en crisis se aprecia con total claridad, la tendencia de las empresas a la monopolización y a la constitución de grandes sociedades multinacionales que pasan por encima de las legislaciones de los Estados y con un importante poder en la toma de decisiones de nuestros gobernantes. También, Marx vaticinó la preponderancia del capitalismo financiero sobre el industrial, hecho de indudable actualidad, dado que la causa inmediata de la crisis actual estuvo en la crisis de una parte muy importante de las instituciones financieras. También en este campo Marx, tras exhaustivos análisis económicos, dedujo que el capitalismo por su tendencia natural al monopolio produce cada cierto tiempo crisis de acumulación que se traducen en crisis económicas muy fuertes y que trastocan el orden social: desempleo, precariedad, pobreza, cierre de empresas,…