La construcción de competencias culturales y el llamado a una Nueva Evangelización por el padre jesuita Allan Figueroa Deck, PhD, STD profesor asociado de Estudios Católicos y Latinos Cátedra Casassa de Valores Sociales Católicos Universidad Loyola Marymount, Los Angeles Enmarcamiento de la cuestión Uno de los cambios más significativos que han tenido lugar en el mundo de la catequesis y la educación religiosa en los últimos cincuenta años es el papel absolutamente central que la competencia en cultura y relaciones interculturales desempeña en el mundo de la catequesis. Esto es así porque el Magisterio coloca la catequesis de lleno en el contexto de la identidad y la misión de la Iglesia de evangelizar, lo cual a su vez centra nuestra atención precisamente en la relación de la fe cristiana con las culturas. ¿Qué estamos haciendo realmente cuando predicamos y enseñamos en el nombre de Cristo? Estamos relacionándonos con la cultura y las culturas. La cultura es el objetivo de la misión evangelizadora y catequizadora de la Iglesia, no sólo un detalle interesante u opcional que exploramos después de haber dominado a fondo el contenido de la catequesis y adoptado las metodologías apropiadas. El papa Juan Pablo II siguió el ejemplo del Concilio Vaticano II, especialmente Gaudium et Spes y la histórica exhortación pastoral de su predecesor el papa Pablo VI, Evangelii Nuntiandi. El papa Juan Pablo II lo explicó de manera clara en su exhortación apostólica Catechesi Tradendae: “De la catequesis como de la evangelización en general, podemos decir que está llamada a llevar la fuerza del evangelio al corazón de la cultura y de las culturas. Para ello, la catequesis procurará conocer estas culturas y sus componentes esenciales; aprenderá sus expresiones más significativas, respetará sus valores y riquezas propias” (Sobre la catequesis en nuestro tiempo [Catechesi Tradendae], no. 53, cursivas añadidas, http://www.vatican.va/holy_father/john _paul_ii/apost_exhortations/documents/ hf_jp-ii_exh_16101979_catechesitradendae_sp.html). vertiginoso del número de adultos —y especialmente adultos jóvenes— en los Estados Unidos que afirman no tener religión: 12% ciento de adultos y 24% de jóvenes y adultos jóvenes (véanse los Informes sobre Religión del Pew Research Center, pewresearch.org/topics/religion). Al formular la respuesta de la Iglesia al desafío del secularismo, centrarse en la alfabetización catequética es sin duda de suma importancia. Una gran cantidad de datos nos está diciendo que tanto las generaciones más jóvenes como las más mayores de los católicos estadounidenses son lamentablemente deficientes en su capacidad de dar una explicación inteligente de su fe y, lo más alarmante, vivir a la altura de las normas de conducta de su fe, como participar en la Eucaristía dominical cada semana y hacer suya una ética de vida coherente en las cuestiones de anticoncepción, aborto, matrimonio cristiano, inmigración, pena capital y justicia económica. La respuesta a este desafío, sin embargo, no debe limitarse simplemente a anunciar lo que enseña la Iglesia y dar mayor acceso a las formulaciones de la fe. Aunque el anuncio entusiasta de la fe es siempre fundamental y el acceso a recursos ricos como el Catecismo de la Iglesia Católica y otras ayudas útiles adaptadas a adultos o jóvenes es esencial, simplemente no son suficientes. Tal vez el papa Benedicto XVI se refirió a esto en su primera encíclica, Spe Salvi, cuando escribió de “la cuestión sobre si el encuentro con el Dios que nos ha mostrado su rostro en Cristo, y que ha abierto su Corazón, es para nosotros no sólo ‘informativo’, sino también ‘performativo’, es decir, si puede transformar nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos por la Un pulmón, por así decirlo, con que esta visión catequética respira es el mensaje mismo del Evangelio y, en general, toda la revelación cristiana tal como se formula en las Sagradas Escrituras y la Tradición. Pero el otro pulmón es igualmente importante, a saber, la conexión del contenido de la fe con las personas y específicamente con lo central de las actitudes y formas de pensar y de comportarse que constituyen la cultura en su sentido antropológico más profundo. La referencia del Santo Padre a “la cultura y las culturas” en la cita anterior es reveladora. Se refiere al hecho de que los catequistas están tratando no sólo con determinadas culturas étnicas y nacionales, por ejemplo, la cultura estadounidense prevaleciente (por inaprensible que esta pueda ser), o las culturas asiática e isleña del Pacífico, nativa estadounidense, haitiana, afroestadounidense o hispana y latina, etcétera. El catequista de hoy, independientemente de su área de especialización, debe estar familiarizado con la cultura dominante en todo el mundo de hoy, es decir, la cultura de las sociedades modernas y seculares como los Estados Unidos. El llamado urgente de la Iglesia a una Nueva Evangelización depende de la respuesta de los catequistas, maestros y predicadores no sólo a determinadas culturas étnicas o nacionales, sino también a la realidad de una cultura secularizante generalizada que es el paradigma de la cultura estadounidense y de muchas otras en un mundo económicamente globalizado e interdependiente. Estudios recientes del Pew Research Center sobre las tendencias religiosas en los Estados Unidos documentan el aumento 2 esperanza que dicho encuentro expresa” (Sobre la esperanza cristiana [Spe salvi], no. 4, http://www.vatican.va/holy_father/bene dict_xvi/encyclicals/documents/hf_benxvi_enc_20071130_spe-salvi_sp.html) La distinción que hace el Santo Padre entre transmitir información y el trabajo pesado que lleva a que esa información realmente marque una diferencia en cómo se vive concretamente (lo performativo) se relaciona directamente con el punto central de este ensayo: la familiaridad con la cultura y la forma en que funciona junto con los conocimientos, actitudes y habilidades prácticas en los encuentros interculturales contribuye en gran medida a reducir la brecha entre la catequesis en cuanto centrada en el contenido, por un lado, y en cuanto que lleva a transformar vidas, por el otro, es decir, a efectuar una conversión cristiana permanente. Otra manera de decir esto es recordarnos a nosotros mismos que la firmeza doctrinal nunca es suficiente. Nuestra misión es hacer que la sagrada Revelación, el mensaje cristiano, se vuelva vida. ¡Ese es el meollo de la cuestión! La Iglesia de hoy nos dice que saber en términos prácticos cómo relacionarnos con la cultura y las culturas es la clave. ministerio. Ellas son sumamente relevantes específicamente para el ministerio catequético entendido a la luz del Magisterio de hoy: 1. Enmarcar las cuestiones de la diversidad teológicamente en términos de la identidad de la Iglesia y su misión de evangelizar. 2. Buscar entender la cultura y cómo funciona. 3. Desarrollar habilidades de comunicación intercultural en contextos pastorales. 4. Ampliar el conocimiento de los obstáculos que impiden relaciones interculturales efectivas. 5. Fomentar la integración eclesial en lugar de la asimilación en los contextos de la Iglesia, con una espiritualidad de reconciliación y de misión. (Visite www.usccb.org/media/video; haga clic en la pestaña Diversity/Diversidad; seleccione video “Construyendo la competencia intercultural de los ministros”.) Estas directrices no sólo son pertinentes para cada ministerio eclesial a la luz de la insistencia del Magisterio en la centralidad de la cultura y las culturas como el objetivo de todos los esfuerzos de la Iglesia para enseñar y predicar, sino que también se necesitan con urgencia a la luz de los aspectos prácticos de lo que está ocurriendo sobre el terreno en los Estados Unidos el día de hoy. Los dramáticos cambios demográficos que están afectando a la Iglesia en los Estados Unidos —en parroquias, escuelas y organizaciones e instituciones católicas— hacen de la proficiencia cultural e intercultural una condición sine qua non para una Construcción de competencia intercultural para catequistas En su reunión de noviembre de 2011 en Baltimore, el Comité de Diversidad Cultural de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) aprobó cinco directrices para la competencia intercultural en el 3 catequesis con la cabeza bien puesta y los pies sobre la tierra. Lo que se opone al desarrollo de esta competencia entre los catequistas hoy en día es la indiferencia e incluso la resistencia de muchos católicos estadounidenses de ascendencia europea, y otros también, a examinar seriamente su propia cultura. Muchos estadounidenses tienen poco o ningún sentido crítico de los valores más profundos, positivos o negativos, de la cultura estadounidense prevaleciente. Sin embargo, para ser evangelizadores y catequistas eficaces y exigentes, deben comenzar a desarrollar este tipo de conciencia. Esto es fundamental. El Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA) de la Universidad de Georgetown señala que todo un tercio de las parroquias en los Estados Unidos son “compartidas”, es decir, se componen de dos o más grupos lingüísticos y culturales. Por otra parte, la realidad de cierres de parroquias y agrupaciones de otras parroquias bajo un solo párroco, al menos en ciertas partes del país, junto con presbiterados y una serie de líderes parroquiales y diocesanos que están dejando rápidamente de ser europeos en su mayoría crea una situación sobre el terreno que se extiende seriamente a obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y líderes eclesiales laicos, y en especial catequistas (véanse los Informes de CARA, cara.georgetown.edu/index.html). En su plan de estudios de competencia intercultural, los obispos hacen hincapié en el fundamento teológico de la catolicidad, la universalidad de la Iglesia y una eclesiología de comunión y participación que valora la unidad en la diversidad o la diferencia. Esto pone el acento en la capacidad de respetar las diferencias legítimas y ejercer el cuidado pastoral de una manera que no imponga un enfoque uniforme en el trabajo en entornos comunitarios diversos. El Comité de Diversidad Cultural de la USCCB ha elaborado un plan de estudios que consta de cinco módulos, uno para cada una de las cinco directrices sobre competencias interculturales. El propósito de los módulos es llevar a los ministros eclesiales, entre ellos los catequistas, a un nivel básico de familiaridad con las relaciones y comunicaciones culturales e interculturales, es decir, con actitudes, conocimientos y habilidades que les permitan interactuar con la creciente diversidad de grupos en los contextos de hoy en las parroquias, escuelas y organizaciones. En conexión con esto, es necesario tener en cuenta que uno de los cambios característicos que se están produciendo en muchos contextos eclesiales hoy en día implica no sólo el encuentro con culturas particulares y diferenciadas, sino también con la interculturalidad misma. En muchos entornos en las iglesias, escuelas y organizaciones, no es sólo una cuestión de relacionarse con uno o dos grupos culturales “de fuera”, sino de conectarse y servir a una combinación desconcertante de grupos diversos. Hace cincuenta años, la Iglesia tenía un sistema de parroquias nacionales tremendamente exitoso que dividía las diversas comunidades en sus respectivos cotos. En la segunda parte del siglo XX, una Iglesia Católica inmigrante experimentó un proceso de asimilación a la población general de los Estados Unidos que se realizó con éxito, sobre todo en la creación de parroquias suburbanas florecientes formadas por 4 Conclusión las segundas y terceras generaciones de inmigrantes católicos europeos. Habían dejado de hablar las lenguas de sus antepasados y se habían asimilado bastante. Pero algo no está bien en esta asimilación porque, en retrospectiva, vemos que se produjo a un precio muy alto, a saber, la virtual desaparición de una “línea de referencia” para el catolicismo en los Estados Unidos: la desaparición de un sentido más profundo de lo que significa ser estadounidense y católico. Otra forma de expresar esta idea es decir que la catequesis fracasó y no pudo realizar con éxito la conexión entre información (el contenido de la fe) y la performance (el comportamiento), y entre pertenecer a la Iglesia y creer lo que ella enseña. Al hacer hincapié en la cuestión de la Nueva Evangelización y cómo la fe es transmitida, los Lineamenta del próximo Sínodo de Obispos de 2012 apuntan a la necesidad del discernimiento cultural. El documento preparatorio lo expresa así: “La tarea de la evangelización se encuentra frente a nuevos desafíos… que obligan a la Iglesia a interrogarse nuevamente sobre el sentido de sus acciones de anuncio y de transmisión de la fe”, y expresamente nos remite a dos documentos del Magisterio en cuanto responden especialmente al desafío de asumir el urgente proceso de discernimiento cultural: Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae (véase Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana, Lineamenta, no. 3, www.vatican.va/roman_curia/synod/doc uments/rc_synod_doc_20110202_lineam enta-xiii-assembly_sp.html). Al hacer hincapié en los desafíos en torno al proceso de transmisión de la fe, el próximo Sínodo de los Obispos reforzará el enfoque del Magisterio sobre las competencias culturales e interculturales. En el núcleo de lo que consisten esas competencias está una idea de lo que hace funcionar tanto a las culturas particulares como a la cultura moderna y secular. Existe una variedad de actitudes sobre cómo se supone que deben vivir una persona y una comunidad, y muchos valores distintivos son honrados más o menos por la diversidad de las culturas. ¿Cómo se compaginan el Evangelio y la enseñanza de la Iglesia con la variedad de enfoques culturales que se encuentran y entrechocan en el mundo actual? ¿Cuáles son las formas prácticas en que un catequista puede encontrar ganchos para captar la gran variedad de culturas que se encuentran hoy en día entre nuestros feligreses más jóvenes y de más edad? ¿Cómo los rituales, símbolos y narrativas que están en el centro de culturas diferenciadas, así como en el centro de la cultura secular predominante, mueven y motivan a la gente? ¿Cuáles son los métodos y expresiones nuevos y adecuados para la formación religiosa de hoy? ¿Cómo puede el mensaje cristiano transformar estas culturas para la causa del Evangelio? Este ensayo sigue el ejemplo del Comité de Diversidad Cultural de la USCCB al sugerir que la respuesta a estas preguntas cruciales comienza con la percepción del papel central de la proficiencia cultural. La creación de capacidad para la proficiencia y competencia cultural e intercultural es el paso más estratégico que los 5 ministros eclesiales pueden tomar hoy para responder inteligentemente a sus desafíos y a lo que las realidades sobre el terreno de las parroquias, escuelas y organizaciones nos están diciendo. Responder con eficacia al llamado del papa Benedicto XVI a una Nueva Evangelización debe comenzar aquí con la capacidad de discernimiento cultural e intercultural, la capacidad de conectar la propia cultura así como la cultura moderna y secular y un sinnúmero de otras culturas con el Evangelio. Esta es la carga crucial y la gran promesa para los discípulos de Jesucristo, sobre todo para los maestros, catequistas y predicadores cristianos de hoy Copyright © 2012, United States Conference of Catholic Bishops, Washington, D.C. Reservados todos los derechos. Se autoriza la reproducción de esta obra, sin adaptaciones, para uso no comercial . Las citas de los documentos papales, del Concilio Vaticano II y de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos han sido extraídas de la página Web oficial del Vaticano. Todos los derechos reservados. 6