La temperatura como herramienta de predicción agroclimatológica aplicada a la producción de frutales Mercedes Pérez de Azkue1 y Marelia Puche 1 2 INIA-CENIAP-AGROCLIMATOLOGIA [email protected] 2 UCV FAGRO Climatología Agrícola [email protected] En nuestro camino hacia el siglo XXI, la comunidad científica que se dedica a la investigación en agricultura se enfrenta con el desafío de equilibrar la continua necesidad de aumento de la productividad con los nuevos y crecientes problemas de la sostenibilidad de los sistemas de producción y la degradación del medioambiente. Esto señala el fundamental y nuevo papel de la agrometeorología en el mundo. Dentro de las áreas prioritarias a considerar, está el estudio de las interacciones entre clima, gestión de recursos en cultivos perennes y tecnología agrícola para desarrollar indicadores climáticos y agroclimáticos que permitan vincular el efecto de las condiciones climáticas sobre la respuesta del cultivo. Particularmente, de la relación entre fenología y rendimientos, con los objetivos de predicción de cosecha, reducción de riesgos, mitigación de los efectos de la variabilidad climática y disminución de impactos sobre el ambiente. Visto de esta manera, la agroclimatología puede ayudar a la industria agrícola a mejorar la producción, reduciendo gastos y riesgos sin necesidad de recurrir a insumos adicionales. El clima es un recurso renovable, variable en el tiempo y en el espacio. Para un uso adecuado y eficaz del suelo y material genético, es una condición previa esencial el conocimiento del papel del clima. La zona intertropical se encuentra limitada geográficamente por los paralelos 23,5º LN (Trópico de Cáncer) y 23,5º LS (Trópico de Capricornio). Dentro de esta zona, las condiciones climáticas difieren considerablemente de otras zonas del planeta. En las zonas templadas, como consecuencia de las grandes variaciones de radiación global a lo largo del año, se produce notable estacionalidad térmica con diferencias superiores a 5°C, entre el mes mas frío y el mes más caliente, encontrándose algunos meses del año en que la temperatura impide el crecimiento vegetal. En contraste, en la zona intertropical las fluctuaciones de la temperatura a lo largo del año son menores a 5°C, favoreciendo el crecimiento en cualquier época del año, por lo cual la precipitación pasa a ser el elemento climático que determina la longitud de la estación de crecimiento vegetal en estas regiones. En zonas intertropicales, con lluvia estacional, una buena parte de las actividades, particularmente las agropecuarias, se ejecutan en función de este tipo de secuencia periódica. A pesar de lo antes mencionado, en las zonas intertropicales la temperatura juega un papel importante en el control de las tasas de desarrollo vegetal, definiendo la aparición de las diferentes fases fenológicas y la duración de las mismas. En este trabajo discutiremos algunos de estos aspectos. Fenología en frutales Los eventos comúnmente observados en cultivos agrícolas y hortícola denominados también fases fenológicas, son: siembra, germinación, emergencia (inicio), floración (primera, completa y última) y cosecha. Los eventos adicionales observados en frutales incluyen: presencia de yemas, aparición de hojas, maduración de frutos, caída de hojas. El periodo entre dos distintas fases es llamado estado fenológico (Villalpando y Ruiz, 1993). Estas fases fenológicas están controladas principalmente por la temperatura, el fotoperíodo (en el caso de especies sensibles) y el estrés hídrico, por lo que un cultivo puede no desarrollar todas sus fases fenológicas si crece en condiciones climatológicas diferentes a su región de origen. La designación significativa de los eventos fenológicos varía con el tipo de planta en observación. Por ejemplo, los estados fenológicos del mango pueden identificarse como: Aparición de hojas nuevas: fecha en que aparecen las primeras hojas de un nuevo ciclo de desarrollo (Figura 1). Floración: momento en que la mitad de la unidad de muestreo presenta las primeras flores (Figura 2). Amarre del fruto: fecha en que la mitad de la unidad de muestreo aparece el fruto incipiente, aún envuelto por vestigios florales (Figura 3). Inicio de desarrollo del fruto: momento en que en la mitad de la unidad de muestreo los frutos alcanzan 2 cm de diámetro Terminación del desarrollo del fruto: Fecha en que en la mitad de la unidad de muestreo se logra el máximo desarrollo del fruto. Madurez: fecha en que el fruto alcanza la madurez para cosecha (Figura 4). Figura 1. Aparición de hojas nuevas Figura 2. Floración Figura 3. Amarre del fruto Figura 4. Madurez Fotos: Mercedes Perez de A CENIAP Todos estos estados son visualmente detectables. En frutales, las fechas de floración y maduración de frutos se aceptan generalmente como indicadores significativos, y de importancia en el posterior rendimiento (Villalpando y Ruiz, 1993). De igual manera, el comienzo y fin de cada fase o etapa sirve como medio para juzgar la rapidez del desarrollo de las plantas. El registro sistemático y posterior uso de estas fases fenológicas permite correlacionarla con el clima, especialmente con la temperatura, la humedad y con los factores edáficos. Esta integración ofrece llegar a ciertas conclusiones o realizar predicciones respecto a las respuestas de los individuos al ambiente. Aplicación de los Índices de Régimen Térmico en frutales Además de los valores tradicionalmente usados como las temperaturas medias, máximas y mínimas, se calculan otros parámetros e índices como: · · · · · temperaturas día-noche, temperatura del suelo a diferentes profundidades, grados-día acumulados con diferentes temperaturas base, temperaturas u horas frío acumuladas, índice temperatura-humedad-radiación-viento. Todos ellos vinculados directamente con las respuestas de plantas y animales. El crecimiento y desarrollo de las plantas e insectos puede ser caracterizado por el número de días entre eventos observables, tales como floración y madurez de frutos. El número de días entre eventos, sin embargo, puede constituir una mala herramienta porque las tasas de crecimiento varían con las temperaturas. La medición de eventos puede ser mejorada si se expresan las unidades de desarrollo en términos de "tiempo fisiológico" en lugar de tiempo cronológico, por ejemplo, en términos de acumulación de temperatura. Así surge el término de grados-día (GD), definido para un período específico, como los grados acumulados sobre una temperatura umbral durante dicho período. Tomando como ejemplo la Figura 5, puede verse que, en términos generales, debajo de una temperatura umbral mínima (Tb), determinada genéticamente para cada organismo, el desarrollo no ocurre o es insignificante. Sobre dicha temperatura, el desarrollo se incrementa hasta llegar a un pico o intervalo, donde la velocidad del desarrollo es máxima (To). A partir de allí, el desarrollo decrece nuevamente hasta llegar a ser nulo en una temperatura umbral máxima (Tu). Estos valores umbrales se conocen como temperaturas cardinales (Arnold, 1959). En algunos casos pueden ser utilizados segmentos de la curva de desarrollo del cultivar para fines específicos, como es el caso de la estimación de la temperatura base. Así, para completarse una etapa fenológica es necesario la acumulación del requerimiento térmico, que se mide en grados-día sobre la temperatura base. Figura 5. Relación entre la tasa de desarrollo y la temperatura. Tb, To y Tu son valores de Temperaturas Cardinales (WMO, 1993). El concepto de GD al aplicarse a observaciones fenológicas ha sido de gran utilidad en la agricultura. Entre las múltiples aplicaciones de este parámetro se encuentran las indicadas por Neild y Seeley (1977): 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Programación de fechas de siembra o ciclos de cultivo. Pronóstico de fechas de cosecha Pronóstico de rendimiento Determinación del desarrollo vegetal esperado en diferentes localidades Determinación del desarrollo vegetal esperado en diferentes fechas de siembra o inicios del ciclo de cultivo Determinación del desarrollo esperado de diferentes genotipos Pronóstico de coeficientes de evapotranspiración de cultivos. Pronóstico de aparición de plagas y enfermedades La mayoría de estas aplicaciones se sustentan en modelos de grados día para describir el desarrollo de plantas e insectos, de ahí que el concepto de GD se utilice más bien como grados día de desarrollo (GDD) (Ruiz, 1991). Algunos autores señalan que el éxito de los grados días depende de una relación estrecha entre radiación y temperatura; fotoperíodo y temperatura y de cultivares adaptados a fotoperíodos locales (Hodges y Doraiswamy, 1979). Los métodos para el cálculo de los grados-día, difieren en complejidad y están basados en el conocimiento de la curva del comportamiento diario de la temperatura y la comparación con las temperaturas umbrales (mínima y máxima), dadas para una determinada fase de desarrollo de la especie. La forma más usada y simple para calcular los grados-día se basa en la suma de los subtotales diarios, producto de la diferencia entre la temperatura promedio diaria y la temperatura base (Tb). Td = Tx – Tbase donde: Td = grados días acumulados en un día [(°C d)/d] Tx = temperatura media del día (°C) Tbase = temperatura base (°C) Los grados-día acumulado en un período de n días serían: = Tbase - Estos análisis también han sido aplicados en el pronostico de fases de desarrollo con fines de monitoreo y control de insectos predadores. En el caso de cítricos, los grados-día acumulados no solamente reflejan desarrollo; también pueden determinar la fecha aproximada de maduración y cosecha para un cultivar determinado. Para variedades tardías, la maduración durante o después del invierno en condiciones templadas, puede ser retrasada mucho más por la poca cantidad de calor acumulado durante esos meses. En condiciones tropicales el intervalo entre los valores de maduración de cultivares tempranos y tardíos es muy pequeño. Monselise (1986) señala que la cantidad de energía solar puede explicar mejor el comportamiento varietal que la cantidad de grados-día acumulados. Desafortunadamente, los datos de radiación (energía solar) son pocos y no siempre están disponibles. Ortolani et al. (1991) seleccionó en el estado de Sao Paulo, Brasil, cinco localidades para comparar los GD acumulados desde la floración hasta la maduración de variedades de cítricos tempranas, intermedias y tardías. Basado en esa información, verificó que la maduración de variedades tempranas se completa con 2.500 GD, las intermedias, con 3.100 y las tardías con 3.600, mientras que en Venezuela Avilan et al (1999) indica oscilaciones entre 1976 y 3091 GD para cultivares de mandarinas precoces y tardíos, respectivamente. Ben-Mechlia y Carroll (1989) sugirieron que el cálculo de GD no presenta resultados satisfactorios y como alternativa modelaron el proceso de maduración del fruto de "Navel" y "Valencia" considerando dos fases principales del desarrollo; El comienzo del proceso de maduración definido como el tiempo requerido para llegar a un diámetro de 6 y la segunda fase denominada el primer día de la posible cosecha, definida como el día en que alcanza un diámetro de 9. En ambos casos se basaron en el incremento diario del diámetro como una función de la temperatura media diaria. Volpe et al (1989) demostró, en cuatro cultivares de cítricos en Jaboticabal (Brasil), que de cada 7.00 GD acumulados hay un incremento diario de 0.06 en la relación entre sólidos totales y acidez. Los Grados-hora (GH) se definen como los grados acumulados cada hora sobre una temperatura umbral durante un período. La hipótesis de que la acumulación de GH afecta el periodo de crecimiento fue verificada en diferentes cultivares de durazno por Ben-Mimoun y Delong (1999), quienes establecieron una correlación entre la acumulación de GH durante el tercer día de la floración y la fecha de cosecha. Esa relación fue introducida en el modelo PEACH, el cual simula la fuente de carbono anual y la demanda de crecimiento y reproducción en árboles de durazno. La relación de GH mejora el modelo de predicción de la fecha de cosecha y simultáneamente mejora la capacidad del modelo PEACH para predecir rendimiento. Ellos establecieron que el numero de días de crecimiento decrece con el incremento de la suma de GH en el primer mes después de la floración. En Venezuela se han realizado algunos estudios preliminares en los cultivares de mango, Cumare y Avilán (1994) reportaron diferencias en las unidades foto térmicas requeridas por la variedad Haden con respecto a otros cultivares los cuales requieren menor cantidad de temperatura y horas luz para llegar al periodo de plena floración. Azkue et al. (2000), señalan en estudios preliminares los diferentes requerimientos de GD acumulados por los cultivares Springfels, Haden y Edwar en condiciones de manejo de alta densidad de población como se observa en el Cuadro 1, los cuales están catalogados como: Edwar, de alto vigor vegetativo; Haden, con vigor intermedio y Springfels, de vigor bajo. Cuadro 1. Suma de Grados-Día acumulados (GDA), Tb = 12°C*, para las fases de brotación, floración y fructificación en los tres cultivares (Azkue et al., 2000) CULTIVARES BROTACIÓN FLORACIÓN FRUCTIFICACIÓN Springfield 346 183,5 98,2 Haden 2.129,8 174,7 432,2 Edwar 937,2 1313,6 432,3 * Temperatura base asumida de acuerdo con la literatura (WMO, 1993) Una aplicación muy promisoria de estos conceptos consiste en su inclusión dentro de modelos de simulación de cultivos. Como ejemplo se puede citar los modelos generados por la Universidad de California en Davis (EUA); donde la base de datos presenta información de la fenología de más de 100 plantas, plagas y enfermedades la mayoría de importancia para esa región. Cada modelo contiene los GD acumulados requeridos para una fase especifica de un organismo y, paralelamente, incluye los registros diarios de temperatura, diversos métodos para estimar los GD, e información general sobre la localidad de estudio. Otra aplicación se presenta en el modelo establecido desde 1970 en EUA (WMO, 1993) para la incidencia de plagas y enfermedades, donde se refleja el uso combinado de la información climática y los eventos principales de presencia de organismos que interactúan con los cultivos, el que se tratará en próximo artículo. Bibliografía Arnold, C. Y. 1959. The determination and significance of base temperature in a linear heat unit system. Proc. Amer. Soc. Hort. Sci., 74: 430-445. Avilán, L.; F. Leal; I. Dorante ; M. Rodríguez; J. Ruiz y Trejo, B. 1999. Caracterización y fenología de las mandarinas y similares de la colección del CENIAP. Maracay, Ven., Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias, Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias. 52p. (SERIE A N° 14) Azkue, M.; L. Avilán y Núñez, MC. 2000. Preliminary studies on the analogy between phenologic parameters and climate factors in mango (mangifera indica l.). 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