Metafísica occidental

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LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA METAFÍSICA OCCIDENTAL
Es el filósofo alemán Inmanuel Kant, quien, en las últimas décadas del siglo XVIII, define ya los términos en
que la reflexión contemporánea abordará la cuestión de la metafísica. Es Kant, por tanto, quien establece que
la metafísica es una disciplina que investiga unos problemas determinados que quedan fuera del marco de la
investigación puramente científica.
En su obra: La crítica de la Razón Pura (1781) había puesto de manifiesto la imposibilidad de la Metafísica
como ciencia, es decir, como conocimiento objetivo acerca del mundo, acerca del alma y acerca de Dios.
Kant nunca negó la inmortalidad del alma o la existencia de Dios. En la crítica de la Razón Pura se limitó a
establecer que el alma y Dios no son asequibles al conocimiento científico, ya que el alma y Dios no son
fenómenos que se den en la experiencia. Kant señalaba que el lugar adecuado en que ha de plantearse el tema
de Dios, de la inmortalidad del alma y de la libertad, no se halla en la Razón Teórica sino en la Razón
Práctica.
En 1788 publicó su Crítica de la Razón práctica, en la que trató de recuperar por la vía práctica de la
moralidad los conceptos metafíscos de la libertad, el yo y Dios
No se trata de que en el hombre haya dos razones, sino de que la Razón posee dos funciones perfectamente
diferenciadas:
• La Razón Teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas, es decir, del conocimiento de la naturaleza
• La Razón práctica se ocupa de cómo debe ser la conducta humana. A la Razón Práctica no le
corresponde el conocimiento de cómo es de hecho la conducta humana, sino el conocimiento de cómo
debe ser: no le interesa cuáles son los motivos que determinan empírica y psicológicamente a los
hombres (deseos, sentimientos, egoísmo, etc), sino cuáles deben ser los principios que han de
determinarle a obrar
La ciencia (Razón Teórica) se ocupa del ser, mientras que la moral (la Razón Práctica) se ocupa del deber ser.
La diferencia entre ambas actividades racionales se manifiestan, según Kant, en el modo totalmente distinto
en que una y otra expresan sus principios o leyes: la Razón Teórica, científica, formula juicios del tipo el calor
dilata los cuerpos, etc, mientras que la Razón Práctica formula imperativos o mandamientos no mataras, etc
Se contituyen 3 disciplinas metafísicas fundamentales, encargadas del estudio de estos objetos (alma, Dios y
mundo):
• La psicología racional alma
• La cosmología racional mundo
• La teología racional Dios
Adaptando el modelo Kantiano, se exponen algunas líneas de pensamiento que han tratado de explicar
los principales problemas de la metafísica: qué es el mundo, qué es el ser humano, el hecho de la
libertad y la existencia de Dios
EL PROBLEMA DEL MUNDO: naturalismo y mecanicismo
• Naturalismo: trata de explicar cómo funciona el mundo
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Aristóteles crea una imagen del universo formado por dos mundos:
• Mundo Sublunar:
Es el mundo en que habitamos, caracterizado porque los movimientos son lineales, tienen principio y fin, por
lo que todo en esta región del universo está sometido a la generación y a la corrupción. Por este motivo todos
los seres que pertenecen a este mundo, nacen y mueren. Les está vetado la eternidad individual pero no como
especie. Esto no significa que no haya un cierto orden, ya que los elementos básicos de la naturaleza: tierra,
agua, aire y fuego, marcan unas tendencias definidas, que según el grado de composición en que se mezclen
estos cuatro elementos se forman las cosas. Ej: Roca de mármol: está formada por mucha tierra y poco fuego.
• Mundo Supralunar:
Es el mundo donde se sitúan las esferas celestes y los astros. En este mundo rige la ley de la percepción, la
inmutabilidad y la eternidad, pues los movimientos son circulares, por lo que no tienen ni principio ni fin, y
los cuerpos astrales o no tienen materia o están compuestos por una materia peculiar a la que se denominará
éter.
Mecanicismo: simplemente trata de describir el funcionamiento del mundo.
El mecanicismo transforma los elementos terrestres del mundo sublunar en elementos celestes del mundo
supralunar, por lo que todos los movimientos son circulares. El principio de inercia es válido en cualquier
región del universo, y afirma que los cuerpos persisten en su estado de movimiento o reposo a no ser que una
fuerza exterior venga a modificar dicho estado.
Otro factor que explica el cambio de paradigma físico es que en la metafísica formalista se rechazan las causas
finales como factores explicativos. Al eliminar el papel causal de la naturaleza que actuaba como ordenadora
de todas las causas singulares que tenían lugar en el mundo, éste se transforma en un espacio en el que se
producen fenómenos singulares que no están orientados hacia una finalidad común. Cada movimiento, cada
choque, sólo afecta a los cuerpos implicados en ellos, y no tienen un sentido en función de los fines de la
naturaleza en su conjunto.
Cuando Newton enunció la ley de la gravitación universal le objtearon que ese descubrimiento no explicaba
mucho. Y él respondió: Os dice cómo se mueven. Esto debería ser suficiente. Os he dicho cómo se mueve y
no por qué.
Los cuerpos se ven que caen por el hecho de estar sometidos a la gravedad. La metafísica no responderá nada
al porqué los cuerpos caen; y no responderá nada, entre otras razones, porque tampoco se lo pregunta. Se
describe cómo ocurren los hechos; cómo funciona el mundo sin preguntarse por los motivos últimos que
explican porqué el mundo funciona así y no de otra manera. Se trata, pues, de una metafísica descriptiva y no
teleológica (telos, finalidad).
EL PROBLEMA DE DIOS
• Cristianismo y Filosofía.
El encuentro entre Cristianismo y Filosofía puede, en primer lugar plantearse como confrontación entre dos
actitudes: la actitud que se basa fundamentalmente en la Fe y la actitud que se basa en los logros de la Razón.
Los griegos sí separaban claramente el ámbito de las creencias religiosas del de la racionalidad. Platón y
Aristóteles no introduccen mitos religiosos y si lo hacen es a modo de ilustración. El mundo religioso y
racional estaban sometidos a los intereses superiores de los fines políticos, es decir, del interés de la vida
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común de la polis.
Pero el encuentro entre Cristianismo y Filosofía puede, en segundo lugar, plantearse como un acontecimiento
concreto de primera magnitud que tuvo lugar durante el período histórico correspondiente al Imperio Romano.
El encuentro del Cristianismo con la filosofía griega permitió que aquél se formulara en un cuerpo doctrinal
cuyos conceptos fueron básicamente platónicos, aristotélicos o incluso Neoplatonicos (mezla de Platón,
Aristóteles y elementos doctrinales de otras religiones).
Tomemos por ejemplo, el intento protagonizado por Santo Tomás de Aquino sobre las relaciones entre fe y
razón, ya que será seguramente, el más notable de cuantos ha producido el pensamiento cristiano.
El conocimiento natural acerca de Dios, del Hombre y del Universo tiene, pues, unos límites dentro de los
cuales la Razón puede moverse con mayor o menor acierto. La fe cristiana, sin embargo, proporciona noticias,
más allá de estos límites, acerca de la naturaleza de Dios y acerca del destino del hombre. Estas noticias
reveladas al hombre resultan concebidas, algo que no viene a suprimir a ésta sino a perfeccionarla.
Hemos hablado de los límites del conocimiento racional y de la adicción de las noticias de la fe cristina. Esta
distinción no debe interpretarse como si entre los contenidos de la Razón y los contenidos de la Fe no existiera
elemento alguno en común: existen contenidos de la Razón que no lo son en absoluto de la Fe, y existen
contenidos de la Fe que en absoluto lo son de la Razón, pero también existen verdades que pertenecen a
ambos ámbitos. Por lo que se refiere a sus contenidos, Fe y Razón delimitan dos subconjuntos con una zona
de intersección. Por ejemplo, a esta zona de intersección, pertenecen, a juicio de Aquino, la afirmación de el
mundo es creado (Tanto el Demiurgo de Platón como el primer Motor de Aristóteles no creían que el mundo
fuese creado por Dios, sino que más bien le veían como un Dios Ordenador de todas las cosas) y la afirmación
de que el alma humana es inmortal. El discurso racional puede llegar al establecimiento de ambas
afirmaciones, y ambas afirmaciones son establecidas por la fe cristiana.
La existencia de contenidos comunes a la fe y a la Razón plantea algunas cuestiones de interés. En primer
lugar, ¿Qué sentido tiene la existencia de tales contenidos comunes a ambas? Santo Tomás justifica su
existencia aduciendo las siguientes razones: por una parte, es conveniente que ciertas verdades asequibles a la
Razón sean también impuestas por la autoridad de la Fe, ya que muchas personas carecen de tiempo y
preparación filosófica y de no ser por la Fe, no les sería posible acceder al conocimiento de las mismas; por
otra parte, es conveniente dada la posibilidad de error que amenaza constantemente a la razón humana. En
segundo lugar, la existencia de verdades comunes es una distinción entre dos fuentes de conocimiento. Esto
tiene su importancia a la hora de distinguir la Teología de la Filosofía: una y otra se distinguen
primordialmente no por sus contenidos (puesto que al menos, algunos son comunes a ambas), sino por la
forma de acceso a los mismos. En efecto, la Teología toma sus contenidos de la Fe, mientras que es la Razón
la que suministra a la Filosofía los suyos.
• Las demostraciones de la existencia de Dios
• Neoplatonismo Cristiano (siglo I − S. XI)
San Agustín representa el primer intento relevante por desarrollar una teoría filosófica cuyo objeto es el Dios
religioso que puede al mismo tiempo ser explicado racionalmente. El modelo de filosofía que utiliza San
Agustín es el neoplatonismo. El Dios agustiniano es un Dios espiritual alejado del mundo material (toma el
mundo de las ideas de Platón). Por este motivo Agustín considera la materia como fuente de pecado pero Dios
sólo puede manifestarse si el alma está libre de pecado. Si estamos libres de pecado basta con la intuición (no
se necesita argumentación) para percibir que Dios está en ella como la vista percibe inmediatamente la
presencia de un objeto iluminado. En Agustín encontramos el punto de inicio de la estructura metafísica
formalista, en la cual la comunicación entre Dios y el hombre es personal, individual.
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• Escolástica Clásica (S. XII−S.XIII). Demostración a priori y demostración a posteriori de la
existencia de Dios.
El argumento ontológico (conocimiento del ser) de San Alselmo de Canterbury (S.XII) se presenta como una
demostración a priori.
Todos los seres humanos creyentes o no, tienen el conocimiento lo que es Dios: el ser más grande que pueda
pensarse. En efecto, exista Dios o no, sería en cualquier caso un ser inmensamente grande, poderoso, eterno,
sabio, etc. Pero también debe contener entre sus cualidades la existencia real fuera del pensamiento; de lo
contrario a ese ser le faltaría algo (existir realmente). En esta última frase San Alselmo aplica el principio de
no−contradicción y de esta forma, demuestra la existencia real de Dios. Este principio dice lo siguiente:
De cualquier ente hay algo que se pueda decir sin que quepa oponer objección alguna: es imposible que esto
sea y no sea a la vez, bajo el mismo aspecto y en el mismo sujeto Es imposible que este hombre sea a la vez un
virtuoso del piano y que no sepa nada de piano. Ser es algo radical. Es imposible ser español de nacimiento y
a la vez ser esquimal de nacimiento.
Tomás de Aquino, un siglo después, cree que se puede demostrar por medio de una argumentación a
posteriori. Se debe partir de lo que es primero para nosotros, o sea, de las cosas sensibles, aunque éstas no
puedan dárnoslo a conocer tal como es en su esencia. De manera que, aunque a partir de una consideración de
efectos (los efectos sensibles) que no son proporcionados a su causa, podemos, sin embargo, llegar a conocer
que dicha causa existe.
Santo Tomás utiliza para demostrar la existencia de Dios cinco vías, todas ellas poseen un esquema idéntico:
se parte de un hecho de la experiencia y se afirma una serie causal que tiene por base a esa realidad sensible y
por cima a Dios; el principio de causalidad se convierte, de esta manera, en el fundamento sobre el que
descansa básicamente su demostración de la existencia de Dios.
Estos hechos que toman como punto de partida la experiencia, se incluyen en el campo de cada una de las
cinco causas que había enunciado Aristóteles: las cosas que se mueven y el origen del movimiento (causa
material), las cosas que son llevadas a la existencia (causa eficiente), las cosas contingentes, que pueden nacer
y morir, y el ser necesario (causa formal), el orden en los grados de perfección (causa ejemplar) y el orden del
mundo que exige una Inteligencia ordenadora (causa final).
Las cinco vías tomistas para la demostración de la existencia de Dios se sitúan sobre el plano de la metafísica
naturalista, pues se basan en que hay una relación inmediata entre Dios y la naturaleza creada. Suponen,
además, que la inteligencia humana puede conocer a Dios por medio de lo que se percibe en el mundo, pues
hay una "analogía" o semejanza entre lo que Dios es y el mundo que es su creación.
El Dios tomista está presente a través del mundo creado y de la humanidad, y, por tanto, no es accesible sólo
en una comunicación mística individual como prentendía San Agustín.
• Escolástica Crítica (S. XIV)
La metafísica formalista se caracteriza por la prueba de la posibilidad.
La prueba de la posibilidad de la existencia de Dios vendría a decir lo siguiente: "o se demuestra que Dios es
imposible o se demuestra que Dios es posible. Como no se puede demostrar que Dios sea imposible, entonces
Dios existe necesariamente.
Al igual que San Alselmo de Canterbury se basan en que la forma de conocer debe realizarse de un modo a
priori, pero a diferencia de éste, Duns Scoto y Guillermo de Ockham opinan que desde un punto de vista
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humano no podemos conocer la necesidad del existir divino, sino sólo su posibilidad. Esta demostración parte
de la posibilidad de que Dios exista y concluye en la necesidad de su existencia.
En los demás seres se incurriría en un error, ya que de la necesidad se sigue la posibilidad y no al revés:
NECESIDAD implica POSIBILIDAD
Es necesario que los cuerpos estén sometidos a la ley de la gravedad se sigue que es posible que los cuerpos
caigan
POSIBILIDAD no implica NECESIDAD
Es posible que mañana llueva no se sigue que es necesario que esto suceda.
• Pensamiento moderno (S.XVII)
A continuación se señalan distintas corrientes de pensamiento de forma breve:
Agnosticismo ilustrado. Como ya veíamos al principio de este tema, para Kant la demostración de Dios no es
asequible al conocimiento científico, ya que no se trata de un fenómeno que se de en la experiencia. La
existencia de Dios es un problema de fe racional y no de razón científica.
La escolástica crítica, hace posible que en el siglo XVII se separen el saber filosófico del teológico. La
segunda ruptura importante nos viene de la mano de Kant que separa la Metafísica de la Ciencia. Antes ambas
cosas, es decir Metafísica y Ciencia eran estudiadas bajo el campo común de la Filosofía.
Ateismo. Marx y Niestche toman clara posición contra la existencia de Dios
Ateismo existencialista. Jean−Paul Sartre afirma que para que tenga sentido la existencia humana como
libertad es preciso que Dios no exista
Misticismo lógico. Para Wittgenstein, la existencia de Dios sería una cuestión que se encontraría en el
territorio de lo místico, que se define esencialmente por ser imposible acceder a él con los instrumentos del
conocimiento racional, es decir, que se produce un retorno a Kant puesto que se separa radicalmente razón y
fe.
EL PROBLEMA DEL HOMBRE Y LA LIBERTAD
La libertad y la racionalidad son las 2 notas que definen lo humano, y ambas nacieron en la polis griega, más
concretamente en la Atenas democrática, donde se creó el único espacio de la época para dialogar libremente.
¿Cómo se explica entonces que hoy se hable ya sólo de libertad individua, al margen de la vida ciudadana?
Este cambio de perspectiva comienza en la Edad Media, con San Agustín que entiende que la comunicación
entre Dios y el hombre debe ser personal, individual.
ÉTICA FORMAL
La ética Kantiana representa una auténtica novedad dentro de la historia de la ética. Hasta Kant, las distintas
éticas habían sido materiales; frente a todas ella, la ética de Kant es formal.
No debe confundirse ética material con ética materialista: lo contrario de una ética materialista es una ética
espiritualista; lo contrario de una ética material es una ética formal.
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Toda ética material parte de que hay bienes, cosas buenas para el hombre, y por tanto comienza por
determinar cuál es entre todos ellos el bien supremo o fin último del hombre (placer, felicidad, etc)
Una vez establecido tal bien supremo, la ética establece unas normas o preceptos encaminados a alcanzarlo.
Kant rechazó las éticas materiales porque, a su juicio, presentan las siguientes deficiencias:
• Las éticas materiales son empíricas (a posteriori), es decir, su contenido está extraído de la
experiencia. Pero Kant pretende formular una ética cuyos imperativos sean universales y, en su
opinión, de las experiencia no se pueden extraer principios universales.
• En segundo lugar, los preceptos de las éticas materiales son hipotéticos o condicionales. Esto quiere
decir que no valen absolutamente, sino sólo como medios para conseguir un cierto fin. Debido a esto,
una ética material no puede ser, a juicio de Kant, universalmente válida (pues sus preceptos no
tendrán validez para quien no quiera alcanzar ese fin)
• En tercer lugar, las éticas materiales son heterónomas. Heterónomo es lo contrario de autónomo y si la
autonomía consiste en que el sujeto se dé a sí mismo la ley, la heteronomía consiste en recibir la ley
desde fuera de la propia Razón. Las éticas materiales son heterónomas porque la voluntad es
determinada a obrar de este modo o del otro por el deseo o inclinación.
¿Qué es una ética formal? Una ética formal es una ética vacía de contenido y por tanto: No establece ningún
bien o fin que haya de ser perseguido, y por lo tanto no nos dice lo que hemos de hacer, sino cómo debemos
actuar, la forma en que debemos obrar siempre, trátese de la acción concreta de que se trate.
El DEBER
No existe nada incondicionamente bueno; así, por ejemplo, la salud, la riqueza, la inteligencia, la valentía sólo
son buenas si están bien empleadas, pero no si se utilizan para fines malos. De manera que no son bienes
absolutos. En cambio, una voluntad buena no puede ser mala en ningún caso. La voluntad buena es lo único
que puede ser llamado absolutamente bueno. La buena voluntad es la voluntad que es buena en sí misma y no
sólo respecto de alguna otra cosa (por ejemplo, podemos decir que un tratamiento quirúrgico muy dolorosos
es bueno en relación con el beneficio que va a producir, pero no en sí mismo). No se puede decir que una
voluntad sea buena en sí misma sólo porque causa, por ejemplo, buenas acciones; pues puedo desear,
pongamos por caso, una buena acción que las circunstancias físicas me impidan realizar, pero mi voluntad
será buena a pesar de eso, ¿Qué es pues, lo que la hace buena?
Una voluntad que obre por deber es una voluntad buena. ¿Qué significa obrar por deber? Significa obrar
por reverencia a la ley moral. Se asemeja bastante a la concepción de libertad en el Cristianismo. Ser libre
para el cristiano es actuar conforme a su fin último, que es la salvación, lo que equivale a cumplir la ley que
Dios ha impuesto a sus criaturas.
Ser libre es cumplir la ley de Dios Cristianismo
Ser libre es cumplir la ley moral Kant
El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley, es decir, el sometimiento a la ley, no por la utilidad
o satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por respeto a la misma.
Kant distingue 3 tipos de acciones:
• acciones contrarias al deber
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• acciones conformes al deber
• acciones por deber.
El ejemplo utilizado por el mismo Kant servirá para aclarar esta distinción: supongamos el caso de un
comerciante que no cobra nunca precios abusivos a sus clientes. Su comportamiento es, sin duda de acción
conforme al deber. Ahora bien, si lo hace para asegurarse la clientela, su acción aunque es por respeto a la ley
no es conforme al deber, ya dicha acción (no cobrar precios abusivos) se convierte en un medio para
conseguir un fin (asegurarse la clientela). Si por el contrario, actúa moralmente por considerar ése su deber, la
acción no es un medio para conseguir un fin, sino un fin en si misma, al que debe hacerse.
Un hombre actúa moralmente cuando actúa conforme al deber. Sólo tiene valor moral las acciones realizadas
por deber. El valor moral de una acción no radica, pues, en algún fin o propósito a conseguir, ni en sus
resultados, sino en el móvil, cuando este móvil es el deber. Es decir, para dar valor moral a las acciones,
LA LIBERTAD
No podemos hablar moralmente, por deber, más que bajo la idea de la libertad. La obligación, el deber,
implica libertad, la libertad de obedecer o desobedecer a la ley, la posibilidad de vencer nuestras inclinaciones
y deseos.
Adquirimos conciencia de la libertad precisamente porque antes de nada tenemos conciencia del deber. A
partir de éste inferimos la libertad, como su fundamento y condición. O sea, la conciencia del deber no
procede del algo previo. Si un tirano amenazándote te obliga a dar un testimonio falso en contra de un
inocente puede suceder que, por temor, cedas y digas una falsedad; después tendrás remordimientos por ello.
Esto significa que comprendes que debías decir la verdad aunque no lo hayas hecho. El remordimiento indica,
precisamente, que debías y, por lo tanto, podías. El pensamiento kantiano al respecto puede resumirse así:
debes, en consecuencia puedes (y no a la inversa). La idea de libertad es , pues, prácticamente necesaria; es
una condición necesaria de la moralidad.
La Razón en un filósofo ilustrado como Kant no se entiende ni como un don natural que especifica al ser
humano respecto de los demás seres naturales (pensamiento griego), ni como un sello divino en la criatura
racional (pensamiento cristiano). Para Kant, la racionalidad no es un dato del que hay que partir para
comprender lo humano, sino el resultado de un proceso de ilustración, que es un esfuerzo por saber mediante
el cual el hombre sale de su minoría de edad. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del
propio entendimiento, sin la dirección de otro. Pero la divisa de las Ilustración, nos dice Kant, es ésta: Sapere
aude: Ten valor de servirte de tu propio entendimiento. La minoría de edad está propiciada fundamentalmente
por la falta de verdadera libertad.
La tarea de la crítica de la razón tendrá como objetivo primordial la realización de la libertad.
Este filósofo, profundamente imbuido de los ideales de la Ilustración, profesó una simpatía por los ideales de
la Independencia americana y de la Revolución francesa. Fue pacifista convencido, antimilitarista y ajeno a
toda forma de patriotismo excluyente.
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Mundo sublunar
Mundo supralunar
Idea universal de Dios
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Existencia concreta
Idea Universal de Dios
Existencia concreta
inducción
deducción
Demostración A Priori
Demostración A Posteriori
FE
RAZÓN
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