El Clarí-n de Chile Sin tierras en el Budi autor Arnaldo Pérez Guerra 2010-04-03 23:28:03 Más de cien comunidades mapuches de las comunas de Puerto Saavedra y Teodoro Schmidt se emplazan en las riberas del lago Budi, una de las últimas reservas de biodiversidad de la IX Región; hoy está en peligro, aunque fue declarado sitio de alta prioridad por el Sistema Nacional de Õreas Protegidas. El megaproyecto Carretera de la Costa amenaza el lafkenmapu (territorio lafkenche), el lago Budi y su entorno. La comuna de Saavedra y el Õrea de Desarrollo IndÃ-gena (ADI) del Budi poseen todos los récords de pobreza y violencia. La principal causa de muerte son los traumatismos encéfalo-craneanos, los golpes y contusiones por violencia o por accidentes asociados a la ingesta de alcohol. A orillas del lago Budi miles de mapuches intentan mantener sus tradiciones y forma de vida, cada vez con menos tierras y de peor calidad. Los mapuches demandan la devolución de más de 50.000 hectáreas. Hace años las comunidades lafkenches iniciaron un proceso de recuperación de tierras. Reivindican el fundo La Parroquia, de unas 80 hectáreas, que pertenece a la Iglesia Católica, y otro en Hualpin, ambos cerca de Puerto DomÃ-nguez. En el sector de isla Huapi y Piedra Alta algunas familias reivindican tierras, las que tienen no les alcanzan para vivir. Más de 55.000 hectáreas pertenecÃ-an a los mapuches antes de la llamada “pacificación de la AraucanÃ-a―. “Nos arrinconaron aquÃ-, en isla Huapi. El contorno del Budi está flanqueado de fundos de grandes agricultores, herederos de colonos chilenos, o de la Iglesia Católica―, dice Andrés Reuca CollÃ-o, dirigente mapuche del sector Piedra Alta. “Las comunidades mapuches rodeamos el lago. Algunas familias del sector hemos hecho visible el tema de la tierra. Como lafkenches, logramos una coordinación para iniciar un proceso de recuperación de tierras. Es lo primordial, por el momento―, dice Mónica Reuca, de la comunidad Zoncolle Budi, a 23 kilómetros de Puerto Saavedra. Los problemas ambientales del Budi tienen relación con la escasez de tierras para los mapuches: La falta de tierras genera la deforestación e introducción de especies exóticas, el drenaje de los humedales y prácticas inadecuadas que erosionan el suelo, aceleran la eutrofización del agua –dando como resultado una sedimentación y acumulación de fertilizantes quÃ-micos-. La sobrepoblación, la tendencia al monocultivo y la precariedad rural que genera la falta de trabajo y oportunidades, además de la sobreexplotación de la pesca, contribuyen a la degradación del lago Budi y su ecosistema. Varias especies están en peligro, al igual que los humedales. En el lago conviven cisnes de cuello negro, taguas y garzas cucas en riesgo de extinción, al igual que peces como la lisa y el huaiquil, que ya casi no se ven. El Budi es vÃ-ctima inexorable de la contaminación de sus aguas, la destrucción de sus sistemas ecológicos y biodiversidad. Estudios cientÃ-ficos advierten que el estancamiento de las aguas lo transformará en un pantano. FUNDO DE LA IGLESIA Cada vez que los mapuches del Budi ocupan el fundo La Parroquia, que pertenece a la Congregación del Verbo Divino, son amenazados con ser sacados a la fuerza. Desde las 80 hectáreas de La Parroquia, en Puerto DomÃ-nguez, hay una vista privilegiada del lago. “Si se ocupan y recuperan tierras es porque los mapuches no tenemos tierra, no tenemos para criar animales ni dar sustento a nuestras familias. Apenas hay un poquito de tierra para sembrar y sobrevivir. Todas son tierras que pertenecÃ-an al cacique Pascual Coña y le fueron arrebatadas por el gobierno, que las entregó a los colonizadores. Hoy están en manos de los curas―, agrega Andrés Reuca. El propio vicario de la Pastoral IndÃ-gena del Arzobispado de Villarrica, Fernando DÃ-az, reconoce que “particulares y colonos son muy intolerantes y cerrados a la situación mapuche―. Los empresarios agrÃ-colas de Puerto DomÃ-nguez, aparte de amenazar con “expulsar con sus propias manos a los mapuches―, argumentan que, como católicos, también son “dueños de las tierras que hoy están manos de la iglesia―. En 1902, las tierras del Budi fueron usurpadas a los mapuches por Francisco Ruiz Sánchez y Eleuterio DomÃ-nguez, quienes fundaron la Empresa Colonizadora Eleuterio DomÃ-nguez y el pueblo de Puerto DomÃ-nguez. El presidente de la República, Germán Riesco, les donó por decreto 50.000 hectáreas. A las autoridades de la época -y a las de ahora- no les importó que donde actualmente está el fundo La Parroquia se emplazaba un cementerio mapuche. Ese mismo año, se fundó la Empresa Colonizadora del Budi. Entregada al mismo Francisco Ruiz Sánchez, éste la cedió a la Empresa Colonizadora Eleuterio DomÃ-nguez. El contrato, firmado entre los gerentes y el gobierno de la época, preveÃ-a entregar, progresivamente, 150.000 hectáreas. Por su parte, la empresa colonizadora se comprometÃ-a a instalar 300 familias de colonos españoles. Cuando murió Eleuterio DomÃ-nguez, en 1907, solo 88 familias ocupaban 7.932 hectáreas. Otras 42.063 hectáreas habÃ-an quedado en poder de la Empresa Colonizadora. Fue un despojo “autorizado―. Para atraer a los colonos españoles, la empresa comprometÃ-a entregar a cada jefe de familia 75 hectáreas -más “una por cada año de edad de sus hijos varones mayores de 12 años―-, útiles de labranza, yunta de bueyes, caballo, semillas, además de “un auxilio 30 pesos mensuales―. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 18 November, 2016, 12:51 El Clarí-n de Chile Actualmente el megaproyecto “Carretera de la Costa― amenaza el poco territorio que queda en manos de los lafkenches. Autoridades y familias mapuches como los Marileo y los Aillapán, denuncian que el tramo Budi-Piureo de la carretera destruirá un sitio ceremonial. “Al intervenir un espacio ceremonial se transgreden todos los rewe (altares sagrados), donde viven los ngen, que son los espÃ-ritus de la madre tierra―, señala Andrés Reuca. “Quieren destruir el lafkenmap el lago Budi y su entorno. Las comunidades demandan la devolución de más de 50.000 hectáreas. El gobierno interviene con megaproyectos, como el de la Carretera de la Costa y polÃ-ticas que ignoran las demandas de nuestro pueblo―, dice la lingüista y poeta Jaqueline Caniguán, de Puerto Saavedra. VIOLENCIA POR ALCOHOLISMO Según Genoveva Neculmán, del sector Piedra Alta, tras la declaración del Budi como Õrea de Desarrollo IndÃ-gena (ADI), los mapuches han accedido a “subsidios para casas, mejoramiento de caminos; el 95 por ciento tiene electricidad. Y cada vez hay más acceso a agua potable. Se ha ido urbanizado, pero surgen conflictos por proyectos que no siempre han significado que las comunidades mejoren sus condiciones de vida―, dice. Para los mapuches, las autoridades se interesan más en contar cuántas casas e infraestructura construyen, que en un verdadero desarrollo, sustentable y que considere las necesidades de las comunidades. “Todos los récords de pobreza y violencia están en la comuna de Saavedra y en el ADI Budi. Documentos del Departamento de Salud indican que la principal causa de muerte son los traumatismos encéfalo-craneanos, los golpes y contusiones. Mueren por violencia y por accidentes asociados al alcohol―, dice la antropóloga Natalia Caniguán. Para Mónica Reuca “el gran problema de las comunidades del Budi es la pobreza. Saavedra lidera las estadÃ-sticas de pobreza y violencia. Una serie de proyectos intervienen en el sector. Pero la pobreza sigue igual. Son proyectos a corto plazo, que entregan cosas. Si no hay capacitación no sirven de nada―. La Carretera de la Costa afectará la vida de los lafkenches. Las autoridades no consideran las especificidades culturales, ni menos la opinión de los afectados. Según el gobierno el objetivo de la carretera es la “integración territorial―. Pretende unir, en la zona sur, desde Concepción hasta San Juan de la Costa, cruzando las comunas de Tirúa, Carahue, Saavedra, Toltén y Valdivia. Comunidades como Isla Huapi, Malalhue, Yenehue, Peleco, Nomellangui, Treguaco, Curileufu y Metremken se oponen al proyecto, pues cruza sus comunidades. “Perderemos las pocas hectáreas que tenemos y las tierras serán divididas por el camino―, explica Andrés Reuca. La carretera cruzará unas 60 comunidades lafkenches. Según el Ministerio de Obras Públicas el trazado cruzará por las comunidades de Conin Budi, Pu Budi, Yenehue, Trawa Trawa y Malalhue. Los trabajos están a cargo del Cuerpo Militar del Trabajo del ejército de Chile, emplazado en un campamento frente a isla Huapi. EL CONSEJO LAFKENCHE Las comunidades afectadas se organizaron y formaron la Comisión por los Derechos de las Comunidades Lafkenches Contra la Carretera de la Costa, que luego pasó a llamarse Consejo Territorial Lafkenche. En 1997, presentaron un recurso de protección contra el MOP y la concesionaria IngenierÃ-a Cuatro, que ingresaron sin permiso a las comunidades, corriendo cercos, interviniendo un nguillatuwe y un cementerio. Pero las autoridades quieren construir la carretera a cualquier costo. “La carretera pasa sobre sitios sagrados. Muchas familias verán reducidos sus terrenos, quedando algunos sin tierras para trabajar―, dice Genoveva Neculmán. “Se viola la Ley IndÃ-gena, además no hubo consulta previa a las comunidades ni aceptaron una propuesta alternativa de las comunidades. Aunque detuvo en parte las obras de construcción, el gobierno de Bachelet retomó el proyecto y lo rebautizó como ‘mejoramiento de caminos’â dice Andrés Reuca. “Los mapuches no se oponen a la construcción de nuevos caminos ni al desarrollo. Piden que se revise el trazado pues afecta lugares sagrados, expropia terrenos y afecta al ecosistema del Budi―, dice Natalia Caniguán. Hasta la construcción del Puente Budi, que cruza el lago, sólo una barcaza funcionaba a ciertas horas del dÃ-a. Según el gobierno el puente y la carretera significan “la conexión del sector rural mapuche con Puerto Saavedra―. Pero la intervención en el lago ha afectado a las familias mapuches que viven de la pesca. DISCRIMINACIÓN En la comunidad de Zoncolle Budi viven unas treinta familias. “Somos lafkenches. Alrededor del Budi hay una centena de comunidades. Pero estamos más divididos que en otros sectores donde las comunidades son de 80 o más familias. Acá hay comunidades de 25 familias o menos. La mayorÃ-a vive de la agricultura, y de lo que pueda comercializar. Pero hay poco terreno. Se siembra una hectárea o menos, lo que deja algún alimento para el consumo y algo para venta. Hay papas, arvejas, porotos y algunos animales, una yunta de bueyes que ayuda a trabajar la tierra, no más que eso―, dice Mónica Reuca. Según Genoveva Neculmán “se han ido perdiendo las tradiciones mapuches. Por lo menos tenemos nguillatún (ceremonia de rogativa). TodavÃ-a se realiza como se hacÃ-a antes. Pero en la medicina las machis ya no quedan. Los más jóvenes emigraron a las ciudades―, dice. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 18 November, 2016, 12:51 El Clarí-n de Chile Mónica Reuca llegó al Budi a los dos años de edad. Su familia retornó de Santiago. “Tuve que estudiar en Carahue y Puerto Saavedra. En Temuco estudié PedagogÃ-a en Educación FÃ-sica. Acá hay muy pocos mapuches profesionales. En Piedra Alta, de mi generación, sólo cuatro. ¿Por qué pasa esto? Por la discriminación, pobreza, falta de información y poco interés en la educación. Mi familia siempre quiso que tuviésemos una buena educación. No todas las familias pueden hacerlo y asÃ- se reproduce el cÃ-rculo de la pobreza. La educación amplia horizontes. En mi familia somos tres mujeres profesionales y es una excepción. Me perfeccioné en psicomotricidad en los niños. Trabajo con mujeres, en proyectos municipales o de Chile Deportes. Quiero volver a mi comunidad y enseñar, demostrarles a los niños que se puede estudiar, llegar a la universidad, ser profesional―. (*) Historiador y Periodista. (*) Una versión de este artÃ-culo fue publicada por revista Punto Final. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 18 November, 2016, 12:51