¿Se puede medir el bienestar? España y otros 33 países lo intentan

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MANUEL AZAÑA
POPULARIZÓ EL
BACALAO A LA
VIZCAÍNA. LO DICE
EL ‘LIBRO DE COCINA
REPUBLICANA’ P88
ELLA, EGIPTO,
APPLE O SANTA Lula
BECKHAM... LOS charla
NOMBRES RAROScon
un niño
DE LOS HIJOS DE durante
LOS FAMOSOS P91la
V
¿Se puede medir el bienestar? España y otros 33 países lo intentan
«El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco»
Obama ríe a carcajadas
mientras saluda a los
asistentes al discurso
sobre reglamentación
de los mercados
financieros que
pronunció en octubre
de 2009, en el Salón
Este de la Casa Blanca.
:: CHARLES DHARAPAK/AP
Felicidad
Interior
Bruta
Juvenal, poeta satírico romano
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V FELICIDAD INTERIOR BRUTA
«El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se
quiere, sino en querer siempre lo que se hace» Leon Tolstoi, escritor
«Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate,
una pequeña mansión, una pequeña fortuna ....» Groucho Marx, humorista y actor
Se van a meter en nuestras casas para medir
cuánto nos satisface el colegio o el médico.
La felicidad, en datos, para alegrar el PIB
E
:: ISABEL F.
BARBADILLO
ntre el dinero y la
felicidad hay la
misma relación
que entre las plumas y las gallinas;
una gallina sin plumas sigue siendo una gallina,
pero no acaba de convencer a nadie», decía el escritor y humorista
catalán Noel Clarasó. Algo parecido piensa Woody Allen al creer
que «el dinero no da la felicidad,
pero produce una sensación tan
parecida, que solo un auténtico
especialista podría reconocer la
diferencia». Pues bien, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE),
ese club de los 34 países más ricos
del mundo, España entre ellos,
que dirige los destinos económicos y sociales de sus miembros e
influye en los que no lo son, ha
convenido que el dinero no da la
felicidad y que el producto interior bruto (PIB) se queda muy
cojo a la hora de medir el bienestar de los ciudadanos. Eso lo sabía
hace tiempo. Pero la salvaje crisis
ha contribuido a que el organismo urja a los gobiernos a que
completen los indicadores macroeconómicos con otros que
puedan medir los desequilibrios,
la calidad de la sanidad, de la educación, el ocio, el valor del desarrollo sostenible o el del resignado trabajo doméstico, entre otros.
La tesis no es nueva. Ya en
1972 el pequeño reino de Bután
comenzó a medir su felicidad interior bruta (FIB) a través de encuestas bianuales que introducen
diferentes parámetros para detectar el bienestar de sus súbditos. Y
Brasil, que aún no pertenece a la
OCDE, lleva celebrando varios
congresos internacionales sobre
el FIB con el propósito de evitar
que su progresivo desarrollo,
como país emergente que es, incurra en los defectos y errores de
los más ricos, esos que ahora se
devanan los sesos para salir del
vendaval de la recesión.
En Europa, Nicolas Sarkozy fue
el primero en hacer pública su vi-
sión de que los datos macroeconómicos no revelan la calidad de
vida de los franceses. Tras recibir
el informe encargado en 2008 a
un equipo de cinco premios Nobel de Economía encabezados por
Joseph Stiglitz para que estudiaran la fórmula que permitiera
crear el índice de desarrollo basado en el concepto de felicidad, el
presidente galo se apuntó un
buen tanto político al anunciar
que daría la batalla para que los
países europeos fueran más lejos
del PIB. Le secundó enseguida
David Cameron que, desde la
oposición laborista y poco antes
de ser primer ministro británico,
llegó a preconizar: «Ha llegado la
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«Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo.» Jardiel Poncela, escritor y dramaturgo
De izquierda a derecha, la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro francés, Nicolas Sarkozy, y su esposa, Carla Bruni, y David Cameron, primer ministro británico. :: REUTERS
LO QUE NO INCLUYE
EL PRODUCTO
INTERIOR BRUTO
hora de que admitamos que hay
más cosas en la vida que el dinero
y ha llegado la hora de que nos
centremos no solo en el producto
interior bruto (PIB), sino en una
felicidad general». La OCDE ha
puesto de moda el concepto del
FIB y ha recomendado a sus
miembros que pongan en marcha
mesas nacionales que analicen
nuevos indicadores que reflejen
de forma más realista cómo vivimos y cómo nos sentimos.
Intangible y subjetiva
Pero ¿cómo medir la felicidad?,
¿es feliz el más rico?, ¿el que vive
en una ciudad y sufre día a día los
odiados atascos, el estrés de hora-
1
Los datos macroeconómicos
miden la renta,
pero no su distribución, ni los desequilibrios y desigualdades,
ni la riqueza real de las
familias.
2
No refleja la
calidad de la
enseñanza, el
valor del ocio y la cultura, ni pone precio al
trabajo doméstico no
remunerado.
rios?, ¿o el que habita en un pueblo y se queja de la falta de servicios educativos o lamenta la desgracia de los que mueren camino
del hospital?
Luis Jiménez, presidente del
Observatorio de la Sostenibilidad
en España, entiende que la felicidad es un concepto subjetivo, imposible de medir o pesar. ¿Kilos o
gramos de felicidad? ¿Y la infelicidad, cómo medirla? Opina que
es mucho más fácil ir a la medida
del concepto de bienestar y calidad de vida, que aunque también
engloba aspectos subjetivos, resulta más tangible.
El Observatorio tiene la misión
de aportar al debate, con su am-
3
Tampoco tiene
en cuenta valores como la
riqueza patrimonial, la
biodiversidad, los ecosistemas o el desarrollo sostenible ni recoge los beneficios que
generan.
plia experiencia, datos sobre la
sostenibilidad ambiental. «Incidiremos en el gran capital natural
que desgastamos continuamente
y que no está incluido en la contabilidad nacional, ni recoge el
PIB, y en toda la serie de bienes y
servicios que prestan los ecosistemas gratuitamente, que tienen
un valor económico muy importante, pero no un precio de mercado. Lo que no tiene precio de
mercado no se refleja en las cuentas nacionales. Ya decía Machado
que cualquier necio puede confundir valor con precio. El valor
de los ecosistemas, cómo los perdemos, por qué se destruyen o
cómo gastamos dinero en contro-
4
Valores como
la unidad y el
apoyo familiar, la calidad humana,
la convivencia entre
los ciudadanos no figuran en el PIB, pero
aportan bienestar a los
españoles.
lar la contaminación debería figurar en el PIB», explica el también
profesor de Economía y Desarrollo Sostenible de la Universidad
Complutense de Madrid.
Jiménez es consciente de que
destronar al PIB será imposible a
corto plazo, teoría que suscita
una amable sonrisa en Mariano
Gómez, asesor de la Presidencia
del INE (Instituto Nacional de Estadística), otra de las instituciones que colabora en el diseño de
las futuras herramientas que hablen con más concreción del estado de salud económica y sociocultural de los españoles. Para Gómez, se trata de reorientar la producción estadística hacia los ho-
5
La OCDE se
propone revisar las políticas económicas, suscitar el debate sobre lo
que es el progreso y
cómo puede medirse y
la ‘felicidad’ de los ciudadanos.
gares, no solo hacia la productividad. Hay que «cruzar los datos
macro con los datos micro» para
obtener una información más
amplia sobre el bienestar. El PIB
mide la renta y la riqueza, pero no
su distribución, ni los desequilibrios o las desigualdades existentes. Pero ¿cómo valorar lo que no
tiene precio en el mercado? ¿Las
horas que trabajan los funcionarios y su productividad, las consultas sanitarias, las horas de quirófano o los servicios domésticos
no retribuidos? Todo eso que no
reflejan las cuentas nacionales
pero que daría una idea más completa del índice de satisfacción de los ciudadanos es so-
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bre lo que los organismos
encargados del proyecto,
con el asesoramiento de expertos
(empresarios, sindicatos y académicos), han de dilucidar en los
próximos meses.
El informe del Observatorio se
sumará a las sugerencias del INE,
de la Oficina Económica del Presidente y al documento que elabore el Capítulo Español del Club de
Roma. Estas instituciones harán
una puesta común de sus trabajos, de la que saldrá el informe
que aportará España a la OCDE
en breve, con las características
específicas de este país.
Jiménez destaca, por ejemplo,
que una las peculiaridades que diferencian a España de otros países
europeos es el temprano abandono escolar, fruto del ‘boom’ inmobiliario, que animaba a los jóvenes a ganar dinero fácil y dejar
los estudios. Asegura que las altas
tasas de abandono han afectado a
la competitividad de la economía
española ante la carencia de formación de los trabajadores, aunque en estos dos últimos años
vuelven a recuperarse los índices
de matriculación, motivados por
la falta de trabajo y el desempleo.
Educación y sanidad
El desarrollo social, el ocio, el trabajo doméstico no remunerado,
la educación y la sanidad constituyen el grueso de los indicadores
en los que debe bucear el Club de
Roma. El vicepresidente del capítulo español de este organismo,
«No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se
deshacen como pompas de jabón». Miguel Delibes, escritor
Zapatero sonríe en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados. :: SERGIO PÉREZ/REUTERS
José Manuel Morán, invita a la reflexión y explica que España tiene unos recursos y un patrimonio
mayor del que reflejan los medios
de comunicación, preocupados
por informar de los indicadores
macroeconómicos, casi siempre
negativos. «El país es más rico de
lo que los periodistas cuentan,
tiene un gran capital social, de
participación ciudadana, de fenómenos de solidaridad, de diálogo
social, de valores tradicionales. El
PIB no mide el desarrollo de industrias culturales ni del tejido
social, y la calidad de vida de
nuestro país es mayor de lo que
puede desvelar nuestra renta per
cápita, pero claro algunos están
más preocupados por ‘Gran Hermano’ y por sobrevalorar aspectos
negativos de la realidad. Hay que
combatir ese pesimismo», espeta
Morán, que advierte de que el
Club de Roma no pretende adoctrinar a nadie, sino promover de-
«La OCDE ha confiado
en exceso en los
mercados»
D
esde el despacho que
ocupa en París como
embajadora de España
ante la OCDE, la exministra socialista de Medio Ambiente Cristina Narbona impulsa
los trabajos que se hacen en España para cumplir con los deberes
recomendados por la organización internacional. El país va a la
zaga de Francia –que aprovecha la
Presidencia del G-20 para dar notoriedad a su informe–, Gran Bretaña, Australia o Canadá, pero no
de otros estados de la UE que ni
siquiera los han iniciado.
Narbona abunda en la necesidad de medir el progreso de las sociedades más allá del PIB, que
puede crecer mucho en algunos
países que, sin embargo, «arras-
tran grandes desigualdades sociales, problemas de gobernabilidad
o destrucción notable del medio
ambiente». El objetivo consiste
en revisar la riqueza de cada familia, ya que poco tiene que ver el
valor medio del producto interior
per cápita con los ingresos monetarios de un hogar, además de
cuestionar las políticas económicas. «La crisis demuestra que la
OCDE y otras organizaciones internacionales han confiado excesivamente en los mercados. Ahora se pone énfasis en la necesidad
de regular tanto la actividad del
sector público como del privado y
de rendir cuentas a los ciudadanos, a la vista de los fallos que están detrás de la crisis». Un debate
en el que España debe profundi-
bates. Uno de ellos será valorar el
tiempo empleado en el trabajo
doméstico, el cuidado de los hijos
y de las personas dependientes,
que «nadie podría pagar» por su
elevadísimo coste, pero que, en
su opinión, ayuda a que la sociedad esté menos aislada y pueda
combatir situaciones de soledad y
de pobreza en un país envejecido.
«Lo importante es tener alguien
con quien hablar, y estamos perdiendo las riquezas rurales frente
Cristina Narbona cree que
España puede aportar a la
medición del progreso un
plus de patrimonio natural
y de equidad ciudadana
Cristina Narbona.
zar porque, a pesar de que crecía
más que los países del entorno, la
gran concentración de actividad
en el sector del ladrillo «ha hecho
realidad esa máxima castiza de
‘pan para hoy y hambre para mañana’» al estallar la burbuja.
Narbona incide en algunas de
las diferencias que presenta España con otros miembros de la UE
que no tienen tan desarrollado el
Estado de las autonomías. Aquí
las comunidades deciden y gestionan las políticas educativas,
sanitarias o de empleo y los resultados en cada una de ellas son
muy diversos. Cómo es posible,
inquiere la embajadora, que las
cifras de parados del País Vasco y
Navarra estén muy por debajo de
la media, y en el otro extremo se
al aislamiento urbano», asevera.
Ingeniero aeronáutico de profesión, Morán se pregunta si es más
feliz él, que se pasa el día viajando y en reuniones, que un albañil
de la Maragatería, alejado del estrés y con otro concepto del tiempo. Sostiene que una mayor riqueza no se corresponde con mayor felicidad, puesto que esta última está vinculada a tangibles
imposibles de comprar, como la
calidad humana y la convivencia.
sitúen otras comunidades.
Pero España tiene algunos pluses que aportar a la comunidad
internacional como el alto valor
de biodiversidad y de riqueza natural, mejor conservada que en
otros países, pese a las zonas degradadas. Destaca otro factor que
reflejan distintos estudios de la
OCDE: España es uno de los países donde en los últimos veinte
años se han reducido más las desigualdades entre ciudadanos y eso
eleva el bienestar general. Lo corroboran las encuestas sobre salud e incluso el informe PISA que,
aunque sitúe a España en la franja media, ofrece a los jóvenes, al
margen del estatus económico de
su familia, más garantías de terminar sus estudios superiores
que en otros países de la OCDE.
Y un aspecto que le parece fundamental es el papel de la familia
española y la ayuda que se prestan sus miembros, sin parangón
en otras zonas de la OCDE. La
unidad familiar en España «contribuye claramente al bienestar»,
afirma la recién nombrada presidenta del Comité de Relaciones
Internacionales de la OCDE, que
forma parte de la cúpula directiva
de la organización.
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