Título: Utilidad del sobreseimiento condicionado en la legislación

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Título: Utilidad del sobreseimiento condicionado en la legislación penal
cubana, como medio alternativo en la solución de conflictos.
Autor: Lic. Ubelexis Rondón Cantero.
INTRODUCCION.
La sentencia definitiva constituye generalmente la vía de dar fin al proceso de
forma condenatoria o absolutoria del reo, sin embargo puede “concluirse” un
proceso sin llegar al juicio o vista pública, cuando se producen el
sobreseimiento definitivo o el sobreseimiento provisional.
Actualmente se habla de los medios alternativos de terminación del proceso:
la justicia restaurativa y la suspensión del proceso a prueba. Estos medios
alternativos de solución de controversias se introducen al nuevo sistema de
justicia penal, con el fin de lograr la solución de conflictos, mediante
mecanismos menos lesivos que con igual efectividad, den respuesta a hechos
surgidos de una conducta tipificada como delictiva, y en cuya solución
intervienen activamente las partes en conflicto, reduciendo así el poder
punitivo del Estado, quedando éste como “ultima ratio”.
La norma procesal cubana hace suyos principios y establece procedimientos
que favorecen continuar avanzando en la inclusión de los medios modernos
para la conclusión de los procesos. Ello favorece que se descargue el sistema
judicial, se ofrezca una mayor participación a las víctimas, con una
significativa celeridad en la solución del conflicto y se conceda mayor
relevancia a la consideración de última ratio del proceso penal. Es por ello que
pretendemos un acercamiento a soluciones mediante la restauración o el
sobreseimiento condicionado.
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1. Antecedentes históricos del sobreseimiento.
La sentencia definitiva constituye generalmente la vía de dar fin al proceso de
forma condenatoria o absolutoria del reo, sin embargo puede “concluirse” un
proceso sin llegar al juicio o vista pública, cuando se producen el
sobreseimiento definitivo o el sobreseimiento provisional.
El sobreseimiento tiene sus antecedentes en la legislación hispánica, es una
herencia del Derecho Español. En la Novísima Recopilación que reformaba
ordenamiento similar de Felipe II de 1567, reimpresa en 1775, y considerando
cédulas, decretos, órdenes, pragmáticas, resoluciones y providencias, al
receptar en el Libro XII, Título 32 y siguientes, “De las causas criminales y el
modo y el modo de proceder en ellas…”, no incluía en parte alguna la forma
de cerrar el procedimiento.
Es solo, como consecuencia de la organización política de España, liberada de
la denominación Napoleónica, representada por Napoleón Bonaparte
declarado rey de España e Indias, por decreto del 6 de junio de 1808 y que
firmara la constitución de Bayona, el 7 de julio del mismo año, y con motivo
de dictarse la constitución de Cádiz de 1812, cuando comienza a valorarse la
necesidad de incluir en los distintos ordenamientos, formas prácticas ya en
uso, que concretarán en sus lineamientos generales el instituto del
sobreseimiento, seguido por todas las leyes posteriores.
Así en la Legislación de las Cortes, con plena vigencia de la carta fundamental
citada, se resuelve por las mismas, como autoridad máxima en la materia y
ante consulta expresa, que se remita al gobierno por haberse ya aprobado el 12
de marzo de 1814, con dictamen que las causas sobre robo no deben reputarse
livianas; que no estando expresamente derogada la práctica de sobreseer las
causas livianas.
Esto respondía a la pregunta de si el decreto del 12 de marzo de 1812 había
dejado sin efecto la costumbre admitida en todos los tribunales de sobreseer
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las causas livianas, y como surge completando la trascripción anterior, se
dispone que continúe en vigencia lo resuelto en 1814, de manera que si bien
no estaba legislativamente receptado, como era práctica común, podía dictarse
el sobreseimiento en las distintas causas poniendo término a los procesos
criminales conforme a la gravedad del delito.
Queda en claro entonces que si bien era corriente antes de la constitución
mencionada en último término que se resolviese la situación de “causas
livianas”. En el apartado cuarto, Art. 51, se disponía que “en cualquier estado
que aparezca inocente el procesado, no sólo se ejecutará lo prescrito en el Art.,
11, sino que también se sobreseería, desde luego respecto de él, declarando
que el procedimiento, no lo depare ningún perjuicio en su reputación.
Sobreseerá asimismo el juez si, terminado el sumario, viese que no hay mérito
para pasar más adelante, o que el procesado no resulta acreedor sino a alguna
pena leve que no pase de represión, arresto o multa, en cuyo caso le aplicará a
proveer el sobreseimiento. El auto en que mande a sobreseer, se consultaría
siempre a la Audiencia del Territorio, sin perjuicio de la soltura del procesado.
Señalemos, que conforme a estos reglamentos, el sobreseimiento se dicta en
forma de auto; en segundo lugar, que como fundamento del mismo se valora
con amplitud la falta de elementos de cargo en contra del procesado, lo que
obliga, al juzgárselo inocente en cualquier momento, a que se sobreseerá a su
favor; por último, que se dispone, al cerrar el procedimiento, que se deje
constancia de que él no perjudica la reputación de la persona que ha sido
sobreseída.
En cambio resulta acertada la disposición, aunque el momento u oportunidad
no sea uniformemente compartida en las leyes de enjuiciamiento actuales, en
el sentido de que al dictarse la resolución debe ponerse en libertad al
procesado, ya que ello define una verdadera preocupación legislativa para
garantizar la libertad individual, respetada a través de todos los tiempos y
codificaciones.
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Continuando con el examen de los antecedentes del sobreseimiento,
recordemos que al dictarse las reformas a la ley provisional del 8 de junio de
1850, y de conformidad a la ley del 19 de marzo de 1848 que expresamente lo
autoriza, se establece en el punto 21 del Art. 41 que “en cualquier estado de la
causa, en que recibida la declaración indagatoria, aparezca la inocencia del
preso o detenido, se decretará de oficio y sin costas su libertad”.
Dos años después, por Real decreto del 22 de Diciembre de 1872 se publica la
Ley provisional de Enjuiciamiento Criminal a regir desde el 15 de enero de
1873, y en la misma que implanta el sistema mixto en la península, y es punto
de partida cierto en relación con las causas o motivos que dan lugar al
sobreseimiento, ya se dispone sobre el sobreseimiento libre Art. 555 y sobre el
sobreseimiento provisional Art. 559.
Posteriormente la ley de Enjuiciamiento Española del 14 de Septiembre de
1882, actualmente vigente en la península, con varias modificaciones y
agregados posteriores, que encierran un ordenamiento jurídico integral
reimplantando el sistema mixto, y ha sido objeto de importantes y profundos
comentarios por juristas españoles, tales como los pertenecientes a Aguilera
de Paz y Emilio Reus1, este último en su carácter de director de la revista
general de legislación y jurisprudencia y en edición del siglo pasado.
Después de regular en modo expreso que contra los autos de sobreseimiento,
sólo procederá en su caso el recurso de casación.
En cuanto a los motivos por los que procede el sobreseimiento, ya sean libre o
provisional, en cuanto al primero, estatuye que corresponderá por tres causales
taxativas, que aluden a la falta de indicios racionales de haberse perpetrado el
hecho que dio motivo a la causa; a que el hecho no constituye delito, y a que
los imputados aparezcan exentos de responsabilidad criminal, ya sea como
autores, cómplices o encubridores.
1
Citados por Torres Bas, Raúl Eduardo, Procedimiento Penal Argentino, Editorial Cordova, SRL, Argentina,
1986, Tomo I pág.315.-317. Citado por Aida Carolina Ramirez Vanegas y colectivo de autores en Monografía
El Sobreseimiento, 2004.
4
Al respecto se dispone que si el Ministerio Fiscal pide el sobreseimiento y no
hay querellante particular, el tribunal puede acordar que se haga saber a los
interesados en el ejercicio de la acción penal para que comparezca a defender
su acción. Si no la hace en el término fijado, se sobresee.
Si existiendo querellante particular, el fiscal opina que procede la apertura del
juicio oral, el tribunal podrá no obstante sobreseer si lo estima procedente,
pero sólo en el caso de que el hecho no constituya delito. Por las demás
razones o motivos que hacen a la procedencia del sobreseimiento deberá abrir
el juicio oral.
Todo lo consignado, resume los antecedentes fundamentales de la Institución,
que conforme a su origen y precisa evolución, adquiere en España, como
acertadamente se ha dicho “destacado relieve”. La Institución del
sobreseimiento figura receptado en los códigos vigentes de Francia, Italia y
Alemania por solo señalar algunos.
El código Francés lo incluye como solución al trámite del procedimiento
cuando hay inexistencia de rastros del delito o de indicios suficientes de
culpabilidad.
2. Denominación y contenido del sobreseimiento.
El término sobreseer proviene del latín “super cedere” y significa
literalmente “sentarse sobre” lo que en lenguaje forense se traduce como
detener el curso de las actuaciones, dejarlas en el estado en que están,
archivarlas; significa precisamente cesar la tramitación del proceso, de manera
temporal o de modo definitivo.
Existen varias posiciones doctrinarias en relación a la institución que
analizamos. La primera por casi todas las leyes procesales vigentes y
codificaciones antiguas españolas mantenidas aún en la actualidad, la llama
simplemente “sobreseimiento”. La segunda valorando un contenido sustancial
distinto, como lo hacen los últimos proyectos y códigos de procedimientos en
el
orden
nacional,
“sentencia
de
sobreseimiento”,
amparada
5
fundamentalmente en la doctrina italiana de jerarquía, “absolución
instructoria”, o “sentencia de no ha lugar a proceder”.
La denominación predominante o más aceptada, de acuerdo al origen y
contenido de la Institución, es la de sobreseimiento, resuelto por auto, ya se
respalda en el pensamiento de indiscutidos especialistas en la materia, y hasta
se recepta en códigos vigentes y en proyectos una corriente que basada en que
el sobreseimiento “es una decisión sobre el fondo del asunto” y aludiendo en
consecuencia a la forma en que debe dictarse, le llama “sentencia de
sobreseimiento”.
Para Alcalá Zamora y Levene2, es la resolución judicial en forma de auto que
produce la suspensión indefinida del procedimiento penal, o pone fin al
proceso, impidiendo en ambos casos, mientras subsista la apertura del plenario
o que en él se pronuncie sentencia. Para Gómez Orbaneja y Herce Quemada3,
el sobreseimiento es la declaración de voluntad que pone fin al proceso, por
falta de los presupuestos necesarios para decretar la apertura del juicio oral,
impidiendo pasar la fase sumarial a la del juicio oral.
Fenech, lo define como el acto procesal consistente en la declaración de
voluntad del órgano jurisdiccional, representado por el tribunal competente, en
virtud del cual se da por terminado el proceso. Clariá Olmedo ha dicho que
“sustancialmente sólo puede ser sentencia el sobreseimiento con valor de cosa
juzgada sustancial, fundada en las causales referidas al fondo de la cuestión
penal, inexistencia de delito o de responsabilidad penal”.
3. Tipos de sobreseimientos. Su naturaleza
El sobreseimiento es la resolución emanada del órgano competente mediante
la cual se pone fin al proceso, provisional o definitivamente, sin actuar el “ius
puniendi” estatal según criterio de Gimeno Sendra. Constituye la alternativa a
la apertura del juicio oral, pues como se ha destacado es un acto que pone fin
2
Citado por Aida Carolina Ramírez Vanegas y colectivo de autores.
3
Citado por Aida Carolina Ramirez Vanegas y colectivo de autores.
6
al proceso, guardando gran semejanza, en cuanto a los efectos que produce
con la sentencia absolutoria. Supone siempre la suspensión del proceso.
Los sobreseimientos
provisionales.
históricamente
reconocidos
son
definitivos
o
El tipo de sobreseimiento predominante, por su inclusión en la mayoría de las
leyes de enjuiciamiento, es el llamado definitivo, o sea aquel a quien aluden
los efectos concluyentes en relación a la acción penal y a la acción civil, pero
las codificaciones con influencia inquisitiva receptan además el
sobreseimiento provisional, severamente criticado y hasta tachado de
inconstitucional, que en palabras legales define el caso de que el juicio quede
abierto hasta la aparición de nuevos datos o comprobantes, salvo el caso de la
prescripción.
El sobreseimiento definitivo o libre es declarando por el juez o tribunal
correspondiente que no cabe bajo ningún concepto considerar como autores
del delito perpetrado a las personas que en tal concepto aparecen en el
sumario; que el hecho perseguido no constituye delito o que no resulta
demostrada o evidente la existencia del hecho mismo.
El fundamento del sobreseimiento definitivo descansa en la falta de acusación.
Para abrir el juicio oral y someter a enjuiciamiento a una persona, hace falta
que alguien ajeno al tribunal, el Ministerio fiscal o el querellante, ejercite la
acción penal. Si el Ministerio fiscal o el querellante desisten de acusar, falta el
objeto del proceso que es, precisamente, decidir sobre el contenido de la
acusación. Ante ello es obligado a concluir el proceso y esto se consigue
mediante el sobreseimiento.
No obstante en las legislaciones actuales, el sobreseimiento no es la única
forma de finalizar anticipadamente un proceso penal, existen otras
resoluciones que también conllevan la finalización anticipada del mismo
como, la aplicación de un criterio de oportunidad, la conciliación y la
suspensión condicional del procedimiento, lo que constituye eje central del
análisis que nos ocupa en esta ponencia.
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Los dos caracteres que cabe extraer del concepto de sobreseimiento son: un
acto procesal y una decisión de fondo.
El acto procesal que se concreta es una decisión judicial; esta decisión, en
cuanto que pone fin al proceso, al impedir el ejercicio de la acción penal, debe
ser objeto de una fundamentación minuciosa, es decir, en ella deben quedar
expresados los motivos que permiten considerar que se dan los presupuestos
que impiden la apertura del juicio oral.
La decisión de fondo que permite equipararlo a la sentencia absolutoria en
cuanto es capaz de producir los efectos de la cosa juzgada, impidiendo una
nueva persecución por el mismo hecho (“nen bis idem”). El valor de este
pronunciamiento es, por tanto el cierre del proceso de manera definitiva e
irrevocable, que permite invocar la excepción de cosa juzgada en los casos de
sobreseimiento definitivo.
Es común en la doctrina considerar el sobreseimiento como un acto
conclusivo que se dicta en el curso de la llamada fase intermedia. Esta
apreciación se corresponde con la consideración de la instrucción como una
etapa procesal preparatoria, cuya función no es tanto preparar el juicio oral,
haciendo posible el correcto ejercicio de la acción penal, como servir de filtro,
evitando la realización de juicios inútiles e innecesarios. Desde esta
perspectiva funcional es clara la consideración del sobreseimiento como un
acto conclusivo equivalente en sus efectos a la cosa juzgada.
Las partes están facultadas para proponer al juez que se pronuncie por el
sobreseimiento como alternativa del juicio oral. En tal caso el imputado
quedara totalmente desvinculado del proceso, o en su caso quedara a la
posibilidad de su reapertura durante un plazo determinado, transcurrido el
cual, si esta no se produce, tendrá lugar la clausura definitiva del proceso, esto
por la razón de que el sobreseimiento puede ser definitivo.
La naturaleza del sobreseimiento se debe distinguir de la instrucción como una
etapa procesal preparatoria, que desempeña una función de filtro procesal, ya
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sea en forma positiva o negativa, donde se decidirá la suerte de la acción penal
que ha sido ejercida de antemano, positivamente, en tanto que la instrucción
adquiere esa función.
La función positiva de la instrucción vista en el sentido de fundar la acusación
y la defensa conforme al resultado de la misma en su carácter preparatorio del
juicio o la vista pública y negativa, en cuanto a que la instrucción evita la
realización de juicios o vistas públicas estériles o inútiles, pues el filtro
instructivo ha sido diseñado de tal forma que su preparación para el evento
central descanse sobre la base de una buena investigación penal, con
recolección de pruebas y que la susceptibilidad de que la tesis acusatoria sea
comprobada en el juicio.
4. Medios alternativos modernos en la conclusión de los procesos.
Actualmente se habla de los medios alternativos de terminación del proceso:
1) Justicia Restaurativa.
2) Suspensión del proceso a prueba.
Estos medios alternativos de solución de controversias se introducen al nuevo
sistema de justicia penal con el fin de lograr la solución de conflictos,
mediante mecanismos menos lesivos, que con igual efectividad den respuesta
a hechos surgidos de una conducta tipificada como delictiva, y en cuya
solución intervienen activamente las partes en conflicto, reduciendo así el
poder punitivo del Estado, quedando éste como “ultima ratio”.
Su finalidad medular consiste en:
Resolver los conflictos;
Descongestionar el sistema,
Reducir gastos de operación y
Optimizar la calidad en el servicio en los ámbitos de administración y
procuración de justicia.
La Justicia restaurativa son mecanismos de justicia consistentes en un
procedimiento no jurisdiccional al cual pueden recurrir las partes en búsqueda
de una solución acordada para poner fin a la controversia, mediante la
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utilización de técnicas o instrumentos específicos aplicados por especialistas.
Se rige por los principios de voluntariedad de las partes, confidencialidad,
flexibilidad, neutralidad, imparcialidad, equidad, legalidad y honestidad.
Para proceder en estos casos se prevé se trate de delitos culposos, que el delito
admita perdón de la víctima, en delitos patrimoniales sin violencia y en los
casos que admitan sustitución de sanciones o suspensión condicional de la
pena. Resulta imprescindible además que las partes lleguen a un acuerdo, el
cual deberá contener las obligaciones que se contraen, en las que
necesariamente debe estar comprendida la reparación del daño.
El incumplimiento de las obligaciones impuestas, en el plazo acordado, faculta
a víctimas u ofendidos a presentar la denuncia o querella, continuar con la
investigación o el proceso, dependiendo de la etapa en que fue aprobado.
Otros efectos de este procedimiento es que se suspende el proceso y la
prescripción de la acción penal, ello sin perjuicio de que se practiquen
actuaciones urgentes o inaplazables, que no impliquen acto de molestia
relevante al imputado; el cumplimiento de lo acordado extingue la acción
penal que será decretado por quien haya aprobado el convenio, y el cual
conlleva al sobreseimiento de la causa, con efectos de sentencia absolutoria.
El convenio aprobado, a través de los mecanismos alternativos de solución de
controversias, tiene efectos vinculantes, por lo que su cumplimiento por parte
del imputado, en los términos pactados, excluye el ejercicio de la acción para
la reparación del daño derivado del delito.
A criterio de entendidos en el tema en los últimos años se aprecia un
fenómeno esquizofrénico que acepta la expansión constante del Derecho Penal
y al mismo tiempo pretende una mayor celeridad y eficacia, sin que se
resientan los principios y garantías fundamentales del sistema jurídico-penal.
Se ofrecen soluciones de consenso dentro de las que está la reparación
considerada como una obligación o condición que una vez cumplida por el
imputado sirve para decretar el sobreseimiento y extinguir la punibilidad.
Como requisito para que la reparación tenga la naturaleza de condición,
obligación o instrucción que permita la discrecionalidad del fiscal o el
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sobreseimiento condicionado de la causa, es básico que la gravedad de la
culpabilidad y el interés general no se opongan. Las posiciones se erigen sobre
los criterios de merecimiento y necesidad de la pena.
La generalidad de los casos prefiere la regulación de tales prerrogativas en
manos de los órganos jurisdiccionales, quienes asumen el control de los
sobreseimientos. Ello asegura también, en cierta medida una adecuada
protección de las garantías de los procesados y la determinación de la
responsabilidad del encauzado, no permitiéndose que esta sea asumida por el
sujeto ante los temores de enfrentar un proceso en su contra.
Excepcionalmente se permite al Fiscal prescindir de la conformidad del juez o
incluso del imputado en aquellos casos donde el delito cometido es menor y
de igual manera lo es la pena prevista, unido a que sean escasas las
consecuencias. Estos supuestos no obstante han sido duramente criticados en
la doctrina.
Plantea Pablo Galain Palermo4 que un concepto normativo-penal de
reparación se relaciona con la búsqueda de la paz jurídica por medio de la
asunción voluntaria de la responsabilidad y del consenso. Al considerar la
reparación a partir de la norma penal, ésta debe de ser entendida como una
meta racional y verificable del Derecho Penal, debiendo ponderarse que su
inclusión como medio de intervención penal en el conflicto no resienta los
fines de la pena y que se admita la posibilidad de que las partes involucradas
puedan tener mayor participación al momento de la solución del conflicto.
Agrega el profesor europeo que de esta forma la reparación a través del
consenso permite no sólo la consecución de la paz jurídica sino también de la
paz social. Esta circunstancia puede luego ser interpretada por la doctrina
como un derecho de la víctima a la obtención de una solución integral del
conflicto o como un derecho del supuesto autor a realizar un comportamiento
positivo posterior que le reporte algún beneficio material o procesal.
4
Doctor Europeo en Derecho por la Universidad de Salamanca, España. Colaborador científico del Instituto
Max-Planck para el Derecho Penal Extranjero e Internacional de Freiburg i.B., Alemania.
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5. El sobreseimiento en la legislación cubana.
La ley de trámites penales cubana5 prescribe el sobreseimiento de manera
total, cuando se refiere a todos los acusados o a todos los hechos punibles
investigados en un mismo proceso, o parcial, cuando se refiere solo a algún
acusado o a varios de ellos o a uno o varios de los hechos imputados, pero el
proceso continúa respecto a otro u otros hechos o acusados, procediéndose al
archivo de la documentación del proceso sólo cuando se dispone el
sobreseimiento total.
El sobreseimiento es provisional y por tanto tiene carácter temporal, cuando
por alguna razón no puede continuarse el proceso, pero tampoco es posible
llevarlo a una solución definitiva. El artículo 266 de la LPP plantea de manera
taxativa:
“Procede el sobreseimiento provisional cuando:
“1) No resulte suficientemente justificada la perpetración del delito que haya
dado motivo a la formación del expediente;
“2) resulte haberse cometido un delito y no haya motivos suficientes para
acusar a determinada o determinadas personas como autores o cómplices.”
Se trata de que no se pudo establecer con exactitud si el hecho que dio origen
al expediente ocurrió o no, o de haber ocurrido, si es o no constitutivo de
delito, sin que tampoco se haya podido comprobar que no existió el hecho o
que no es un delito y en el segundo caso, que no se obtuvieron elementos
suficientes para demostrar que determinada persona participó en un hecho que
sí es constitutivo de delito.
El sobreseimiento provisional tiene carácter temporal y permite que se reabra
el proceso en cualquier momento si surgen nuevos elementos o si por otras
razones hay mérito suficiente para ello o se identifican los presuntos autores,
reservándose al fiscal exclusivamente el ejercicio de la acción penal en los
casos que fueron sobreseídos provisionalmente, por ser el Fiscal el único
facultado para disponerlo.
5
Ley No.5 Ley de Procedimiento Penal, vigente.
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El sobreseimiento libre pone fin de manera definitiva al proceso que impide
toda actuación posterior sobre los mismos hechos, atribuyéndosele por la Ley
los mismos efectos que una sentencia absolutoria. Solamente es posible
impedir tales efectos mediante la promoción de un procedimiento de revisión
antes de que transcurran dos años de haberse dictado la resolución
correspondiente.
Por lo ya expuesto la decisión del sobreseimiento libre, total o parcial, está
legalmente atribuida al tribunal, es decir, el fiscal debe plantear la solicitud al
órgano jurisdiccional y la decisión a instancias del órgano acusador solo se
adopta previo examen del órgano juzgador, que puede rechazar tal petición.
Inconforme la sala de justicia con lo solicitado por el Fiscal, estimándolo
injustificado, mediante auto fundado devuelve el expediente para que el fiscal
reconsidere su petición. En este trámite, el representante del Ministerio
Público puede decidir formular conclusiones provisionales acusatorias, o
insistirlo, pero de continuar inconforme el órgano jurisdiccional, ofrecerá
directamente el procedimiento al perjudicado para que en un plazo no
superior a diez días hábiles ejercite la acción penal, si lo entiende procedente,
mediante la acusación.
El acusador particular ejercitará la acción en los mismos términos y
condiciones que se establecen para el fiscal y éste por su parte evacuará sus
conclusiones como parte procesal, con la particularidad de que podrá adherirse
en el juicio a las conclusiones definitivas del acusador o de la defensa.
De transcurrir el término señalado al perjudicado para que ejercite la acción
penal sin comparecer para ello los interesados, el tribunal deberá sobreseer la
Causa en los términos interesados por el fiscal, cumpliéndose el principio de
actor necesario para el juicio.
En cuanto a la solicitud de extinción de la responsabilidad penal, si el Tribunal
está de acuerdo con ella, dispone el archivo de las actuaciones.
El artículo 273 reserva el ejercicio de la acción penal respecto a los delitos
perseguibles de oficio al fiscal y, por excepción al acusador particular en el
caso previsto en el artículo 268 de la propia Ley. En el artículo 274 se aclara
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que la acción penal por delitos privados se ejercita “exclusivamente mediante
querella del perjudicado”.
Momentos para proceder al archivo de las actuaciones se reconocen por los
legisladores patrios en el Libro Segundo de la norma rutinaria “De la Fase
Preparatoria del Juicio Oral”, en el primer capítulo de similar título el artículo
106 al establecer los presupuestos para el inicio del expediente de fase
preparatoria al ofrecer la alternativa de no hacerlo y proceder al archivo. Se
concede la facultad inicial al instructor en los términos siguientes:
“No obstante lo dispuesto en los párrafos anteriores, el Instructor no iniciará
expediente de fase preparatoria y dispondrá el archivo de las actuaciones
cuando de lo actuado resulte evidente la concurrencia de algunas de las
causales previstas en el apartado 2) artículo 265 y en los apartados 3), 4) 5) y
6) del artículo 290. La resolución de archivo definitivo y las actuaciones se
remitirán de inmediato al Fiscal, quien podrá ratificarla o revocarla dentro
de las setenta y dos horas contadas a partir de su recibo.”
“Si la resolución del Instructor es revocada por el Fiscal, se iniciará de
inmediato el correspondiente expediente de fase preparatoria; si es ratificada,
se procederá por el Instructor a notificarla al acusado, al denunciante, a la
víctima o a su representante, comunicándole, al mismo tiempo, su derecho a
recurrirla en queja.”
Evidentemente en este caso la norma amplía las posibilidades en primer lugar
de la solución procesal mediante el sobreseimiento en función de la necesidad
de lograr objetividad de las investigaciones; en segundo término al colocarla
en la posibilidad de otro sujeto, en este caso el instructor, con independencia
de establecer un lógico control de ello por parte del fiscal.
De igual manera el artículo 121 ratifica la facultad del instructor para proceder
al archivo de las denuncias, exigiendo sea ello ratificado por el fiscal y se
indica la notificación a denunciante. Obviamente se ofrece la posibilidad no
solo de conocimiento si no la de mostrar su inconformidad con la decisión
independientemente de no dejarse taxativamente expreso.
Por su parte el artículo 362 de la norma de la Ley Procesal Penal indica: “No
obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, los Jefes de la Unidades de la
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Policía Nacional Revolucionaria podrán disponer el archivo actuaciones
cuando resulte evidente que los hechos no son constitutivos de delito.”
En este propio sentido la Instrucción 7/99 del Fiscal General de la República6,
al reforzar la actuación de los representantes del Ministerio Público en el
control de los archivos por las autoridades referidas, enfatiza el postulado del
artículo 8 apartado 2 en la norma sustantiva penal.
En relación con el control a la aplicación del citado precepto del Código Penal
que plantea:
“2. No se considera delito la acción u omisión que, aun reuniendo los
elementos que lo constituyen, carece de peligrosidad social por la escasa
entidad de sus consecuencias y las condiciones personales de su autor.”
Obliga la norma interna señalada, a comprobar que durante las investigaciones
realizadas se haya comprobado fehacientemente cómo se produjo el hecho y
sus resultados concretos, que éste no haya producido alarma o repudio en la
ciudadanía y que sus consecuencias sean de escasa entidad.
Deberá también asegurarse el fiscal, de que el autor carezca de antecedentes
penales o policiacos, o que aun teniéndolos éstos no hayan revelado
peligrosidad social y se trate de una persona cumplidora de sus deberes para
con la familia y la sociedad. Se ofrecen postulados precisos como base para
las valoraciones procedentes, que permitan determinar tanto la necesidad de la
pena, como el merecimiento de la misma.
Valoración aparte merece el apartado 3 de la norma de calificación de las
conductas entendidas como delito, modificado por el Decreto Ley 310 de
fecha 29 de mayo de 20137:
“3. En aquellos delitos en los que el límite máximo de la sanción aplicable no
exceda de tres años de privación de libertad o multa de hasta mil cuotas o
ambas, la autoridad actuante está facultada para, en lugar de remitir el
6
Instrucción No. 7de fecha 11 de junio de 1999 del Fiscal General de la República. Normas Generales para
el Trabajo de Control de los Procesos Penales.
7
Introduce modificaciones al Código Penal cubano en cuanto al marco sancionador para la aplicación del
artículo 8.3, relativo a las multas administrativas admitiendo su utilización para delitos con sanciones hasta de
tres años de privación de libertad, anteriormente hasta un año de privación de libertad.
15
conocimiento del hecho al Tribunal, imponer al infractor una multa
administrativa, siempre que en la comisión del hecho se evidencie escasa
peligrosidad social, tanto por las condiciones personales del autor como las
características y consecuencias del delito. Para la aplicación de esta
prerrogativa a los delitos sancionables de uno a tres años de privación de
libertad, se requiere la aprobación del Fiscal.”
Frente al primer precepto analizado se establece la obligación de verificar los
posibles daños materiales perjuicios patrimoniales a los efectos de garantizar
el resarcimiento o la restitución o al menos el acuerdo entre el acusado y el
perjudicado para el resarcimiento posterior. De resultar afectada una persona
jurídica ha de verificarse la aplicación de lo relativo a la responsabilidad
material, cuestiones trascendentales en función del tema que más adelante
pretendemos abordar.
En el caso de la aplicación de la multa administrativa procede además fijar los
términos en los que se exige la responsabilidad civil, y en caso de su
incumplimiento se erige como causal para que se decida dar cuenta al Tribunal
competente. El análisis sistemático de la norma encamina su interpretación en
aras de la posibilidad de buscar alternativas partiendo de decisiones que
garanticen la satisfacción de la víctima.
La norma cubana a partir de la sociedad que determina y protege merece un
perfeccionamiento, por estimarlo posible y de alguna manera existente, de la
figura del sobreseimiento condicionado, con la suspensión el proceso a partir
de prever y garantizar la figura de la reparación a la cual se propone un
acercamiento.
6. Fundamentación de la propuesta.
La importancia de la institución del sobreseimiento condicionado o la
reparación radica en que permite una rápida posibilidad de acceder a la
reparación del daño ocasionado. Se solucionan problemas de la pequeña
criminalidad, aquella en la que acciones reparadoras del daño social causado,
junto a la escasa culpabilidad del autor, permiten evitar el proceso o
suspenderlo provisionalmente.
Estos casos son los que generalmente el juez resuelve con una pena de multa.
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Otorgar la facultad al fiscal de no interponer la acción pública en ejercicio del
principio de oportunidad o al juez de suspender provisionalmente el proceso a
la espera del cumplimiento de las obligaciones, condiciones o instrucciones no
significa otra cosa que reconocer la posibilidad de que a través de estas
acciones reparadoras se pueda prescindir de la pena.
Desde un punto de vista fáctico, tras el acto de reparación, el autor es eximido
de una acusación formal, de un debido proceso y de un antecedente penal. La
discrecionalidad fiscal o el archivo de la causa penal, en ambos casos, como si
el delito no se hubiera cometido.
Esta figura con independencia de las críticas de la doctrina beneficia la
celeridad de la administración de justicia y de las arcas estatales, pues, por
medio de la reparación efectivamente cumplida se habrá compensado el
injusto. El cumplimiento de esa condición, obligación o instrucción habrá
cumplido con los fines de la pena en casos de escasa culpabilidad y que no
requieran de un castigo por motivos de prevención general, pues de otra forma
no se entiende cómo podría verse un presunto autor liberado de una pena o
medida de seguridad tras la realización de un «mandato» fiscal o judicial
consentido por el indagado y de manera consensuada con la víctima.
En la norma cubana la formulación sería, en primer lugar, extender lo ya
comprendido en los apartados segundo y tercero del artículo 8 de la norma
sustantiva, lo que pudiera utilizarse de manera más flexible en procesos donde
el bien jurídico a proteger recae sobre los derechos individuales de los sujetos,
una vez obtenida la conformidad de la víctima tanto con ello como con las
obligaciones que en su beneficio pudiera interesar, siempre y cuando no
conlleven exigencias desalentadoras para el autor.
Otro supuesto con valía sería comprender, dentro de las circunstancias a
valorar, aquellos hechos cometidos de manera imprudente en los que se
estimara innecesaria e inmerecida la pena. Tal es el caso de los actos
delictivos cometidos en ocasión de conducir vehículos por las vías públicas en
los que el resultado atenta contra la propia estabilidad emocional del autor por
sus consecuencias.
En cuanto a la forma de proceder sería dable, a partir de la sistemática de la
norma cubana, mantener la decisión de acuerdo a los actuales ritos,
permitiendo su aplicación controlada o autorizada por el fiscal en las
denuncias de delitos menores y proceder a realizar la solicitud a los órganos
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jurisdiccionales cuando la decisión derivó la apertura de una fase preparatoria,
así como en los casos que se estima innecesaria e inmerecida la pena, a los que
ya se hizo referencia.
Sin lugar a dudas la norma procesal cubana hace suyos principios y establece
procedimientos que favorecen continuar avanzando en la inclusión de los
medios modernos para la conclusión de los procesos. Ello favorece además
que se descargue el sistema judicial, se ofrezca una mayor participación a las
víctimas, con una significativa celeridad en la solución del conflicto y se
conceda mayor relevancia a la consideración de última ratio del proceso penal.
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CONCLUSIONES
• El sobreseimiento tiene sus antecedentes en la legislación hispánica, es
una herencia del Derecho Español. El término se traduce como detener
el curso de las actuaciones, dejarlas en el estado en que están,
archivarlas; significa precisamente cesar la tramitación del proceso, de
manera temporal o de modo definitivo.
• En las legislaciones actuales, el sobreseimiento no es la única forma de
finalizar anticipadamente un proceso penal, existen otras resoluciones
que también conllevan la finalización anticipada del mismo como la
aplicación de un criterio de oportunidad, la conciliación y la suspensión
condicional del procedimiento.
• La Justicia restaurativa son mecanismos de justicia consistentes en un
procedimiento no jurisdiccional al cual pueden recurrir las partes en
búsqueda de una solución acordada para poner fin a la controversia,
mediante la utilización de técnicas o instrumentos específicos aplicados
por especialistas.
• La Ley de Procedimiento Penal cubana prescribe el sobreseimiento de
manera total, cuando se refiere a todos los acusados o a todos los hechos
punibles investigados en un mismo proceso, o parcial, cuando se refiere
solo a algún acusado o a varios de ellos o a uno o varios de los hechos
imputados.
• La norma procesal cubana hace suyos principios y establece
procedimientos que favorecen continuar avanzando en la inclusión de
los medios modernos para la conclusión de los procesos, entendiéndose
en ellos la justicia restaurativa o el sobreseimiento condicionado.
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RECOMENDACIONES
• Incluir en la norma procesal cubana la figura de la reparación en
procesos donde el bien jurídico a proteger recae sobre los derechos
individuales de los sujetos, una vez obtenida la conformidad de la
víctima.
• Establecer en el Derecho Penal cubano regulaciones para la aplicación
del sobreseimiento condicionado en aquellos hechos cometidos de
manera imprudente o en los que se estime innecesaria e inmerecida la
pena, a partir del grado de participación, la determinación de
culpabilidad y las consecuencias del acto.
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Bibliografía.
Derecho
de
las
víctimas
de
los
delitos
(Propuesta)
http://europa.eu/legislation_summaries/justice_freedom_security/judicial_coo
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Galain Palermo. Suspensión del proceso y tercera vía: avances y retrocesos del
sistema penal. Tomado de:http://www.scribd.com/doc/46972990/MommsenTheodorDerecho-Penal-Romano-Homicidio, 8 de enero del 2012.
Instrucción No. 7de fecha 11 de junio de 1999 del Fiscal General de la
República. Normas Generales para el Trabajo de Control de los Procesos
Penales. Fiscalía General de la República, Julio de 1999.—p 9- 16.
Ley No. 5, Ley de Procedimiento Penal cubana, 1977.
Ley No. 62, Código Penal cubano, vigente, 1987.
Ramírez Vanegas, Aida Carolina; Montejo Salazar Michelle Desirée; Cedillos
Alvarenga, Madelyn Anneth. Monografía El sobreseimiento. Universidad
Francisco Gavidia. Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales. Escuela de
Ciencias Jurídicas. Agosto 2004.
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