Àmbit geogràfic: Espanya Secció: Espectáculos Periodicitat: Diari 24/11/2004 Pàg: 45 ¡Cómo pesa la paja! Begoña Barrena El pes de la palla De Terenci Moix. Dramaturgía: Lluïsa Cunillé. Intérpretes: Lourdes Barba; Lina Lambert; Julio Manrique: Xavier Pujolràs, Ricardo Salvador, Pirondelo. Vestuario: Maria Araujo. Dirección: Xavier Albertí. Romea, Barcelona, 22 de noviembre. Extractos de El peso de la paja o las memorias de Terenci Moix, sobre todo de sus dos primeros volúmenes -El cine de los sábados y El beso de Peter Pan-, con algo también dé El dia que va morir Marilyn, así como otras piezas más breves, han sido los seleccionados por Xavier AIbertí, director del montaje, y Lluïsa Cunillé, autora de la dramaturgia, para damos una idea del material con el que Terenci Moix forjó sus sueños. El pes de la palla da título a este recorta y pega que acaba siendo el montaje. Un montaje que quiere ser fiel, y lo es, al personaje en que se convirtió Terenci Moix y a su redicha prosa. Desde su más tierna infancia o, mejor dicho, desde el mismo momento en que fue parido, hasta que llega a la madurez, El pes de la palla es un largo anecdotario de casi tres horas de duración, eso sí, con entreacto incluido. Estructurado en forma de monólogo en boca de Julio Manrique, quien, por cierto, hace un esfuerzo enorme por parecerse e imitar a Terenci -su amaneramiento, su tono y sus inflexiones al hablar, su aspecto físico-, este montaje homenaje a la figura del "niño bien de casa mal", como creo que le definió una de sus tías, acaba por pesar, y mucho, no tanto porque sea denso, que no lo es, sino por la linealidad que lo sustenta. Lluïsa Cunillé ha condensado el material escogido, encajando bien todas las piezas, pero sin un intento de darle forma teatral. Más que de dramaturgia, sería más apropiado hablar de resumen, porque la sensación desde la butaca es más bien de lectura dramatizada. Xavier Albertí, por su parte, mueve las piezas, que son los personajes que rodearon a Terenci, creando pequeñas escenas que a modo de cuña se insertan en el monólogo y que funcionan, en el fondo, como las fotografías en color de los libros. Así, mientras Manrique-Moix repasa su vida y nos cuenta sus intimidades entre los recuerdos que forman parte de la memoria colectiva -la relación con sus padres, hermanos y tías; la granja de la calle de Ponent; las prostitutas del Raval; las sesiones dobles de los cines del barrio; su temprana admiración por Egipto, el colegio de curas y su relación con la religión; el despertar de su sexualidad y sus primeros encuentros amorosos; el descubrimiento de la literatura; su primer empleo; sus complejos físicos, y un largo etcétera-, el resto de los intérpretes ilustran el relato encarnando a la madre (Lina Lambert), al padre (Xavier Pujolràs), a la tía Florencia (Lourdes Barba) y a otros personajes episódicos, a menudo haciendo doblete. La puesta en escena es nítida, el movimiento es casi coreográfico y el conjunto destila la elegancia propia del glamour soñado, que contrasta con la pobreza de un barrio y unos años que sólo la nostalgia hace mejores. Todo ello, sin embargo, no puede con el peso de tanta paja. EL PAÍS Diputació de Barcelona. Institut del Teatre. Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques