Tema - Universidad de Granada

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Tema 4: EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN. RELACIÓN CON
OTROS TÉRMINOS.
1. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN.
1.1. Significado etimológico
1.2. Acepción popular
1.3. Reflexiones sobre algunas definicio nes.
1.3.1. La educación es posible sólo y exclusivamente en el
ser humano
1.3.2. Es proceso y resultado
1.3.3. No hay educación sin finalidad
1.3.4. La educación es individualización.
1.3.5. La educación es socialización.
1.3.6. Concepción ecléctica.
1.3.7. Dimensión trascendente.
1.4. Educación y “hombre educado”
1.5. Análisis fenomenológico del “hombre educado”
1.6. Relación con otros términos.
2. EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA
Facultad de Educación y Humanidades de Melilla
Antonio Guevara Martínez
Filosofía de la Educación 2010-11
Tema 4: EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN. RELACIÓN CON OTROS
TÉRMINOS SIMILARES.
1. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN.
Una vez especificados los posibles usos y sentidos del término
filosofía, nos ocuparemos, en esta otra parte, del segundo sustantivo que aparece
en la denominación curricular de nuestra materia: la educación.
1.1. Significado etimológico
La etimología de cualquier vocablo nos remonta a su sentido
originario, aportando el significado, o significados, del mismo. Este, en
ocasiones, se ha mantenido inmutable a través de la historia, o bien, otras veces,
ha llegado a tomar significados distintos, y hasta antagónicos, a los de origen. A
veces, la etimología se encuentra en más de una raíz, tomando acepciones de
una y otra.
Este último caso lo encontramos en el término educación, en cuya
raíz se encuentran latentes dos verbos latinos: "educare"- criar, alimentar, nutrir,
que acentúa el aspecto orientativo y directivo desde fuera, para conducir al ser
humano a otro estado o situación; y "ex-ducere"= sacar de, extraer, llevar,
conducir desde.., que destaca el aspecto teleológico en el sentido de actuación
desde dentro hacia fuera.
En ambas situaciones, la educación es un proceso, si bien con
diferencias sustanciales en cuanto a su orientación.
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En el primer caso, "educare", la acción que se ejerce desde fuera
hacia dentro es una función nutritiva y orgánica; un proceso de aportación del
educador al educando, cuyo enriquecimiento es realizado por éste de modo
receptivo, y pasivo. "Llenar cabezas" en palabras de MONTAIGNE. En este
casa, haciendo uso de la terminología actual, hablaríamos de una educación
"directiva" es decir, basada en la instrucción, autoridad, disciplina, receptividad.
Características éstas de una educación "conservadora" en la que el hombre es
formado (heteroeducación).
En el segundo caso, "ex-ducere", el proceso de la educación se
orienta a la estimulación de las potencialidades del educando, como algo propio
inherente a su naturaleza. La misión del educador será hacer que tales
potencialidades lleguen a actualizarse. En términos actuales llamaríamos a esta
educación "no directiva" (sin que ello signifique no teleológica) basada en la
originalidad, libertad, autonomía, creatividad, etc. Notas éstas propias de la
educación ''progresista" en la que el hombre se forma (autoeducación). "Cabezas
bien hechas" podríamos decir con MONTAIGNE .
Los dos modelos expuestos, derivados de la doble etimología, no
tienen, necesariamente, que presentarse como antagónicos en la realidad. La
educación, lo mismo como proceso que como resultado de ciertas metas
alcanzadas, es compleja. En ella inciden múltiples elementos que hacen difícil
su realización. De aquí que, más que
de
separación
y
antinómicas
irreconciliables, sea necesario hablar de complementariedad entre uno y otro
modelo de educación, de la necesidad de la influencia externa y del desarrollo
interno, del acrecimiento y crecimiento como notas propias y configuradoras de
la educación. La acentuación de una dirección u otra vendrán determinadas por
las mismas circunstancias evolutivas del sujeto, predominando más la
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heteroeducación en las primeras edades y más la autoeducación a edad mayor.
"Pero el predominio de una no significa el total aniquilamiento de la otra”.
En opinión del profesor CASTILLEJO, “actualmente puede
conceptualizarse un tercer modelo ecléctico que admite y asume ambas
instancias, resolviendo que la educación es dirección (intervención) y desarrollo
(perfeccionamiento)”.
1.2. Acepción popular.
Resulta cuando menos interesante, por la repercusión social que
conlleva, conocer el significado que el pueblo, es decir, las personas no
especialistas en la materia, otorgan al término "educación". Nos resulta fácil. su
conocimiento, por cuanto este vocablo es de frecuente uso en la vida diaria de
cualquier persona, prescindiendo de su nivel cultura. De otros temas sólo hablan
los especialistas, pero de la educación, quizás por entender que es algo de todos
y para todos, cualquier persona se atrevería a dar una definición, teñida,
lógicamente, de su ideología personal. Cada una de ellas, como manifiestan
FERRÁNDEZ-SARRAMONA, "entraña una filosofía personal, una manera de
comprender el mundo y la vida, (...) pero que en cualquier caso es
perfeccionamiento, ligado a la visión ideal del hombre y de su papel en el
mundo".
Generalmente, el pueblo entiende por educación, las cualidades y
modos externos adquiridos como consecuencia de un proceso perfectivo; algo ya
poseído, que se manifiesta en un comportamiento social ajustado a ciertas
normas sociales. Así, oímos decir que "un niño está bien educado", o que
cualquier adulto posee educación, cuando tiene la costumbre de saludar, cuando
su vocabulario se aleja de ciertos términos considerados socialmente como
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despectivos, o cuando es cariñoso, social y amable. Por el contrario, será
"ineducado" si no cumple tales normas, a pesar, incluso, de haber alcanzado el
nivel a titulación más alta en los estudios; ocasionando, en este raso, la
extrañeza popular, por considerar la titulación y el comportamiento social
íntimamente ligados.
Urbanidad y cortesía son, de este modo, inseparables de la
educación. La raíz etimológica de estos dos términos especifica aún más esta
acepción popular de la educación que venimos describiendo.
"La urbanidad hace referencia a la "urbs", es decir, al grupo social.
de hombres frente aislado del agro, frente al hombre del campo. Por otra parte,
la cortesía, en cuanto originada en la Corte, en el modo tratar los que de viven en
la Corte, nos da ya para la educación una cierta significación aristocrática, una
cierta significación selectiva entre los hombres"
La educación así, es entendida como algo adquirido por influjo
externo, bien en los Centros educativos o en el ambiente familiar, pero que, en
cualquier caso, se manifiesta en el trato social.
Pero, sin duda, la mejor manera de conocer lo que el pueblo
entiende por educación es preguntándole a él mismo. Ello fue lo que nos
propusimos el curso 1985/1986 con un grupo de alumnos interesados en el tema.
Se desplazaron a los colegios y a las calles, según las posibilidades de cada uno,
preguntando sencillamente: ¿qué entiendes por educación? Las respuestas
ascendieron a 467 pertenecientes a 337 sujetos, pues más de uno dio varias
respuestas a la pregunta. En ellas se encontraban las opiniones de alumnos y
alumnas de 8° de E.G.B. (2º ESO), 3° de B.U.P. (1º Bachillerato), F.P., C.O.U.
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(2º Bachillerato) y padres y madres de familia, oscilando las edades entre 12 y
48 años.
El resultado de dichas opiniones manifestó que el 47'32% de las
respuestas identificaban la educación con las pautas de comportamiento social
anteriormente indicadas el 29'55% con la instrucción, los conocimientos
adquiridos en clase o en los libros.
Entre las respuestas llamativas, y en cierto modo generalizable su
contenido, transcribo la de un joven de dieciocho años, estudiante de 3° de
B.U.P. (1º Bachillerato):
"Desde que nacemos, nuestros padres tratan de darnos una
educación, que es por ejemplo, la manera que debemos de
tener al comer - , la manera de contestar a la gente cuando
nos pregunte. También la educación la podemos recibir en
el colegio. La manera de manifestar la educación es: no
hablando en clase, respetando lo que el profesor nos
mande. Saber comportarse en clase, respetar la opinión de
nuestros compañeros. También en algunos aspectos, la
educación significa sacar buenas notas en clase. A demás
yo creo que el que saca buenas notas e s porque tiene
buena educación: el que suspende tiene menos educación".
Esta opinión, como tantas otras, manifiesta hasta, qué
punto, y finalizando el bachillerato, la educación se resuelve en la
familia y en
el
colegio, quedando reducida a instrucción y
normas de urbanidad o comportamiento social, y, lo que es más grave
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aún, con la
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ausencia total de protagonismo de quienes se educan.
La concepción etimológica de criar, alimentar y nutrir.
Recogiendo en varios términos la acepción etimológica y popular
que sintetizaran el contenido expuesto, lo expresamos en el siguiente cuadro. En
ambos casos, el concepto de perfección, complemento o mejora es fundamento
común.
CONCEPTO DE EDUCACIÓN
ETIMOLÓGICO
.
POPULAR
Proceso
Actividad interior o exterior
Perspectiva individualista
Resultado
Influencia externa
Perspectiva sociológica
Uno y otro concepto reflejan aspectos parciales de la educación, por
lo que si bien son necesarios para una definición de la misma, no lo son, por sí
solos, para una comprensión integral de la educación.
1.3. Reflexiones sobre el contenido de algunas definicio nes.
Sabemos que la educación es tan antigua como el hombre. Incluso
en el período sin escritura, el hombre, intencionalmente, transmitió usos y
costumbres, comportamientos personales y sociales, la conciencia común de
grupo, lo que es conveniente o necesario, etc., ya que el hombre, a diferencia de
los
anímales,
nace
desprovisto
de
información
y
condicionamientos
conductuales genéticamente heredados. Necesita, pues, se le ayude a asimilar la
información y el tipo de respuestas con los, que desarrollarse y lograr su mejor
adaptación al medio.
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Con la aparición de la escritura, el hombre comienza a reflejar, en
las mismas escenas de su vida. Las primeras ideas sobre la educación las
encontramos en el pensamiento antiguo, unidas a la religión, la política o la
moral. Es, sin embargo, en el mundo clásico, griego y latino, donde se
plantearon en sus fundamentos, los principales problemas educativos. La obra de
QUINTILIANO, "Instituciones Oratorias", específicamente está dedicada a la
educación. Y ésta además, entendida como forma de juego, de modo atractivo e
interesante, que parece más propio su contenido de nuestros días que del siglo I.
Otras muchas obras posteriores podríamos citar al respecto, como e2l “Tratado
de la Enseñanza" de LUIS VIVES (1492-1540) o la “Didáctica Magna” de
COMENIO (1592-1670). Sin embargo, interesa resaltar sobre todo la figura del
filósofo, psicólogo y pedagogo J.F. HERBART (1776-1841), hito importante
de la Educación, por la publicación de su obra: “Pedagogía General derivada
del fin de la educación" en el año 1806, elevando la Pedagogía al rango de
ciencia. En esta obra, la Pedagogía aparece como una ciencia perteneciente al
dominio de la Filosofía práctica y situada entre la Ética que señala los fines de
la educación y la Psicología que estudia los caminos y medios conducentes a
tales fines.
Desde entonces acá, la cientificidad de la pedagogía, así como su
relación más o menos estrecha con la filosofía, han sido duramente
cuestionadas. Por nuestra parte, no pretendemos más que acercarnos al
concepto de educación partiendo de las definiciones dadas sobre 1a misma.
Sabemos que es uno de los términos respecto al cual no existe un acuerdo
completo. Precisamente por ello, vamos a recoger algunas de sus acepciones
intentando reflejar su diversidad, pues en ésta se encuentra su riqueza y
complemento. Transcribir las ciento ochenta y cuatro definiciones que reunió
RUFINO BLANCO en su "Enciclopedia Pedagógica", correspondientes a
todos los lugares y tiempos de la civilización occidental, es innecesario para
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nuestro objetivo por su repetitívidad. Nos limitaremos a la lectura de los
manuales de Pedagogía más en uso actualmente seleccionando sólo aquellas
definiciones o conceptos que aporten alguna novedad importante y
diferenciadora en la concepción de educación.
PLATÓN:
"Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de
que son susceptibles".
COMENIO:
"La educación consiste en preparar al individuo para la vida
eterna, mediante el conocimiento de si mismo y del mundo, el
autodominio y la elevación a Dios".
KANT:
"La educación es el desenvolvimiento de toda la perfección que el
hombre lleva en su naturaleza. Únicamente por la educación el
hombre llega a ser hombre; no es sino lo que la educación le
hace".
PESTALOZZI:
"La educación es el desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las
facultades".
HERBART:
"La educación es el arte de construir, edificar, dar , las formas necesarias".
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DURKHEIM:
"Es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no
están maduros para la vida social".
MONTAIGNE.
"La educación es el arte de formar hombres, no especialistas".
Tras estas definiciones históricas, o del pasado, los autores de los
manuales mencionados proponen también sus definiciones propias. De ellas,
anotamos las siguientes:
CASTILLEJO:
"La educación es un proceso de integración personal de la cultura, que
posibilita proyectar y realizar la vida más plenamente dentro de la
comunidad con espíritu creativo".
GARCÍA HOZ:
"Perfeccionamiento intencional de las potencias específicamente
humanas".
SANJUÁN NÁJERA:
"Acción espiritual que ejerce un ser humano sobre otro o sobre sí mismo
con intención y efecto perfectivo".
NASSIF:
"La educación es la formación del hombre por medio de una influencia
exterior consciente c, inconsciente (heteroeducación), o por un estímulo,
que si bien proviene de algo que no es el individuo mismo, suscita en él
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una voluntad de desarrollo autónomo conforme a la propia ley
(autoeducación).
Las definiciones anteriormente apuntadas ofrecen un contenido
concreto en varios sentidos, que nos posibilitan las siguientes reflexiones:
1.3.1. La educación es posible sólo y exclusivamente en el ser humano.
La primera reflexión que surge ante los diferentes de
entender
la
educación, según hemos enumerado, se centra en la circunscripción de la misma,
sólo, y exclusivamente, a una especie de seres: los hombres. Con ello se delimita
el ámbito propio de la educación, es decir, los sujetos que son susceptibles de la
misma. El resto de los seres, incluso aquellos que filogenéticamente nos son más
próximos, quedan radicalmente excluidos del campo de la educación. La razón
es evidente: sólo el hombre, entre todos los seres, es capaz. de adquirir nuevas
conductas planificadas en orden a una finalidad; sólo él no tiene un
comportamiento naturalmente "ajustado". Por eso, es el único que puede
plantearse interrogantes ante el cosmos o la vida; el único que es capaz de
reflexionar sobre su conducta ética; el único que tiene posibilidad de rectificar
ante el bien o el mal en búsqueda de la felicidad... Cuestiones éstas, como ya
indicamos en la anterior parte, objeto de reflexión desde los mismos inicios de la
filosofía.
Esta capacidad de reflexión posibilita al hombre para contemplar su
pasado, su presente y su futuro. En este sentido; escribe el profesor ESCÁMEZ:
"Contemplar el pasado desde el punto de vista pedagógico significa
de qué manera el hombre se formó y de qué manera supo rebasar sus
propios límites; contemplar el presente desde la misma posición
significa concebir al hombre a través de su continuo esfuerzo por
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humanizarse; mirar al futuro, desde la misma pedagogía, implica
descifrar las nuevas posibilidades y las nuevas tareas que habrán de
cumplirse en el camino de la propia autorrealización" .
Esta es la finalidad fundamental del hombre y de la educación, la
realización propia, de sí mismo. Posibilidad de la que goza gracias a su
indeterminación que hace posible la educabilidad y la moralidad. El ser humano
es así, complejo, inacabado, flexible, indeterminado... por su radical estructura.
Esta le permite
"quedarse en "suspenso" ante un estimulo: lo que supone no
descargar inevitablemente un tipo de respuesta como hace el
animal. Esa "posibilidad" es precisamente la que va a "obligarle"
a hacerse durante toda su vida. Pero además, le va a "obligar" a
dar sentido a sus respuestas (conducta), y en consecuencia a
"responder a ellas", en cuanto suyas".
De este modo, la educación se reduce y especifica sólo y
exclusivamente a los seres humanos por ser los únicos que gozan de
indeterminación sometida a la inteligencia y a la voluntad.
1.3.2. Es proceso y resultado.
Afirmaba ZUBIRI que "el hombre, al existir, se encuentra con la
tarea primordial de que hay que hacerse". Este "hacerse" es factible, como ya
indicamos, gracias a su indeterminación, que hace posible poder optar por una
u otra determinación; su inacabamiento, le posibilita el acabar o concluir en
ciertos grados o metas; gracias a la plasticidad, es susceptible de una u otra
formación. En todo caso, el hombre es un ser "faciendum, no factum", en una
situación de "in fieri": constante y permanente proceso.
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Las definiciones dadas son mayoritarias al respecto al incluir en las
mismas, términos tales como "perfeccionamiento", "actividad", "desarrollo",
"construir", “acción", etc. indicativos de la tarea permanente a realizar, sea cual
sea la edad, sexo o personalidad. Tarea ésta que es acción, y no operación, como
distingue GONZÁLEZ ÁLVAREZ, pues
"la acción pertenece al ámbito de lo agible, y se mide ciertamente por
el valor moral. Toda acción es depositaria de un valor, positivo 0
negativo. La operación en, cambio, se inscribe en el dominio de la
factible y se mide por el rendimiento material".
El mismo vocablo "educando", de tan frecuente uso para designar
el sujeto de la educación, manifiesta terminológicamente la misma idea de
acción como consustancial a la educación en cuanto perfeccionamiento o
formación.
El perfeccionamiento es la acción encaminada a la perfección. En
su sentido etimológico de “per-ficere” = completar, significa la adquisición de
algo que no estaba logrado, que faltaba porque no estaba completo.
La acción educativa es, en este caso, el complemento de la
generación al completar a la persona, bien en el sentido etimológico de "criar",
"alimentar", "nutrir", "conducir", (educare.); bien en el sentido de "sacar", "extraer" (ex-ducere), hacer que las potencialidades pasen a actualizarse.
Es también plenitud y bien, por cuanto la acción educativa pretende
alcanzar el máximo de posibilidades entitativas destinadas a la facticidad y en un
sentido único direccional: el bien, la mejora u optimización del educando.
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Y finalmente, el perfeccionamiento es formación del latín
"formatio" = acción y efecto de formar), es decir, “dar forma a lo informe o una
nueva forma a lo ya formado". La educación es formación en este último caso,
ya que el ser existe con y sin educación; la educación no da el ser, pero si una
nueva forma de ser mejor que la anteriormente poseída.
El problema radica en qué sea perfección o formación, que se
entiende por "optimizar al hombre". Nos encontramos de lleno ante la finalidad
de la educación, condicionante del contenido y hasta metodología de la misma.
Porque, si bien es cierto que toda filosofía de la educación pretenderá el
perfeccionamiento del hombre, el modo de entender éste será muy distinto en el
cristianismo, marxismo o anarquismo. Ello nos pone de manifiesto, una vez
más, la imposibilidad de educar sin una concepción antropológica determinada
que fundamente y guíe la acción educativa.
En todo caso, y desde la situación de poder decidir por cualquiera
de las opciones, el hombre se convierte en autor de su vida, como quehacer y
tarea ineludible e irrenunciable.
"El hombre - comentaba ORTEGA - es un mero proyecto; un
programa que todos tenemos que realizar, en el que va incluida
una doble tarea: el quehacer de proyectarlo Y el quehacer de
ejecutarlo. Y éste es así, por más que la circunstancia amenace con
desplazar a nuestro yo".
A este quehacer personal e indeclinable del ser humano, se une el
interés de la sociedad, por cuanto el futuro de la misma se cifra, en buena parte,
en el resultado del proceso educativo: nivel cultural, tecnológico, ideología,
bienestar social, etc. Por tanta, tomar una opción u otra en el seno de una
sociedad es problema personal, pero al que la sociedad no es ajena. La fuerte
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influencia de ésta en muy diversos sentidos y medios será un condicionante más
de nuestra opción personal.
Siempre, desde luego, la educación será un permanente proceso en
el que alguien, personal o colectivamente, incida o estimule sobre alguien,
individuo o grupo, en orden a la consecución de algo personal más valioso.
Pero la educación como proceso permanente, que acabamos de
anotar, no impide que ésta sea también considerada como resultado. Un
permanente proceso sin ciertos logros en su consecución., sería una tarea
ineficaz en sí misma. De aquí que, junto a la educación "in fieri", se hable
también de la educación "in facto esse", es decir, la educación como hecho
conseguido, como grado de perfección lograda.
La educación como resultado es posesión de algo a través del
proceso. Con toda razón, el profesor la Universidad de Oxford, asocia el término
educación al de reforma obtenida:
Educación y reforma -afirma- abarcan una familia de
procesos que culminan en el mejoramiento de la persona,
(...) en alguna forma de vida que es deseable de alguna
manera. Sería una contradicción lógica de la misma decir:
"Mi hijo ha sido educado, pero no le ha sucedido nada
bueno", como decir: "Mi hijo ha sido reformado, pero no
puede decirse que haya cambiado para bien, de alguna
manera".
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Hablar, por tanto, de "ser educado", "persona instruida", "hombre
preparado", etc. supone la aceptación de ciertas metas conseguidas en algunos
de los aspecto, del proceso educativo y, como consecuencia, un modo de ser
distinto al anterior.
Otra cuestión distinta es la adecuación o n: de estos cambios
producidos a las expectativas de ciertos grupos sociales. Problema éste, como
ya indicarnos, en el que subyace toda una concepción filosófica desde la cual
se emiten juicios de valor acorde con la misma.
En todo caso, y respetando cualquier pluralismo, podremos
referirnos a la educación como resultado, siempre que la mejora y el
perfeccionamiento del hombre, en cualquiera de sus posibilidades, haya
alcanzado cierto grado de progreso. Los términos de: "hombre formado",
"perfección adquirida", "proceso logrado", etc., confirman la certeza, de ciertos
objetivos ya logrados.
1.3.3. No hay educación sin finalidad.
La finalidad de la educación se encuentra explícita en las distintas
definiciones dadas sobre la misma, pues "al plantearnos en qué consiste el
fenómeno educativo nos aparecerá con insistencia el para qué del proceso
educativo”. Con toda razón, escribe VON CUBE, la educación consiste en
conducir personas a un comportamiento final previamente previsto.
Ante la diversidad, pues, de definiciones dadas sobre educación, es
lógico suponer en ésta pluralidad de fines. Sin embargo, la persona humana es
una e irrepetible. Esta concepción unitaria del ser que se educa hace que tal
diversidad sólo sea posible bajo el signo de la unidad y de la integración. La
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persona es un todo integrado por un conjunto de fuerzas o "energías", cuyo
desarrollo y perfeccionamiento, se encuentra en el mismo sujeto, por lo que el
fundamental será siempre "la autorrealización personal"; como diría
MARITAIN: "guiar el desenvolvimiento dinámico por el que el hombre se
forma a sí mismo y llega a ser un hombre".
De este modo, el problema teleológico "toca a las cuestiones más
profundas de la educación". Tal problemática, sin embargo, parece haber
perdido interés en la actualidad, por considerar el fin como algo impuesto
desde fuera al proceso educativo y por marginar las necesidades intrínsecas del
educando. Las cuestiones tradicionales sobre si la finalidad radica en el sujeto
o fuera de él, si es circunstancia! o universal, o si su determinación
corresponde a la familia, a la sociedad o al poder político, quizás hoy sea
necesario plantearlos, no tanto en el plano excluyente cuanto en el de la posible
integración armónica.
Un hecho es evidente: es imposible educa: sin finalidad, sea ésta
la que sea. La diversidad de fines, en base a diversas concepciones
antropológicas, llevará consigo distintos modelos educativos, sin que sea
posible dilucidar la mayor validez a superioridad de uno sobre otros más que
bajo la justificación de una u otra filosofía. Como indica el profesor FULLAT,
la cientificidad en este asunto es imposible.
"Ninguna ciencia que sea realmente tal puede dictarnos modelos
educacionales, pues las ciencias entienden acerca de la necesidad,
y elegir un modelo entre varios incumbe a la libertad. ¿Para qué
educar?; he aquí un problema fundamentalmente filosófico al que
ninguna ciencia puede responder" .
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El problema, por tanto, que en todo momento se plantea no es de
finalidad, sino más bien qué finalidad, es decir, qué tipo de hombre debe
formarse.
"En una concepción sustancialista, la educación consistirá en el
desarrollo de todas aquellas potencias que pertenecen a la
sustancia de un ser humano completo. Por el contrario en una
concepción intervencionista (existencialista en cuanto el hombre
más que desvelamiento es constitución en marcha), la acción
educadora será expresión concreta de la realidad social precisa en
la que está inmerso el ser humano.
En todo momento, se podrá optar por una u otra finalidad, pero
siempre ésta tendrá que ser calificada, de perfectiva para poder ser orientadora
de la acción educadora. Somos conscientes de la relatividad del término,
"perfección", como ya indicamos anteriormente, en base a una u otra filosofía;
ello generará cuestiones discutidas al respecto. No obstante, actos tales como la
drogadicción o el terrorismo jamás será justificables educativamente, por atentar
contra la persona y el fundamento de la convivencia social.
1.3.4. La educación es individualización.
En nuestro idioma, el término "individualización" hace referencia a
la acción y al efecto de individualizar. Es el proceso por el que una persona va
adquiriendo
sus
características
propias,
y
distintivas,
cuantitativa
y
cualitativamente, ante sí y ante los demás.
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Algunas de las definiciones sobre la educación anotadas al inicio,
acentúan este proceso en el que la acción se dirige al ser humano de modo
individual. Y es que el "hacerse" es un quehacer personal, no individualista.
La educación jamás podrá realizarse en serie, a pesar de las
semejanzas de los humanos, pues aunque las semejanzas son grandes, las
diferencias no lo son menos. Como señala el profesor MARÍN:
"La capacidad biológica o mental, la formación, los intereses
profesionales, los valores preferidos, todo contribuye a trazar en
cada hombre un perfil singularísimo. Y cuando estudiamos a
fondo estas diferencias, descubrimos también, .una elemental
verdad: no hay dos personas iguales".
Esta elemental verdad, manifestada reiterativamente a través de la
Historia de la Educación, es confirmada cada vez más por la Biología y la
Psicología: las células, huellas digitales, intereses, gustos, sentimientos, pautas
de conductas, respuestas diversas ante un mismo estímulo, etc. manifiestan la
individualidad de cada ser.
La educación no podrá olvidar estas diferencias atendiendo a la
finalidad de la misma ya indicada: la autorrealización personal, la realización y
ejecución de su proyecto de vida. Es el sujeto quien se educa con su sexo,
inteligencia, voluntad, circunstancias y problemas. Ayudarla que sea él mismo y
no otro, colaborar con el educando hasta alcanzar la máxima perfección que su
capacidad pueda adquirir, es la tarea fundamental de cuantos agentes intervienen
en la educación. Para E. FROMM, esta finalidad goza de una dignidad tal que
no puede ser suplantada por nada mejor:
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"El desarrollo y la realización individual constituyen un fin que no
debe ser nunca subordinado a propósitos a los que se atribuyen una
dignidad mayor".
En el ámbito filosófico, han sido los empiristas quienes han
destacado los aspectos singulares, olvidando los comunitarios. Frente a éstos, los
racionalistas, buscadores de lo esencial, lo común, verán sólo una naturaleza
humana en la que lo individual será siempre accidental, algo sin importancia.
Sin negar la verdad que cada una de puede sostener, lo cierto es que
la educación de su misma eficacia, ha de partir del hombre que es para llegar al
que debe ser (ideal) sin dejar de ser él mismo.
Perder
"la
mismidad"
sería
dejar
de
ser
uno
mismo,
incorporándose a un proceso alienante, que sería la oposición a lo que
entendemos por educación. De aquí que toda forma de manipulación, por su
falta de conciencia y juicio crítico, al no respetar la individualidad personal,
sea la antimejora y antítesis de la educación.
1.3.5. La educación es socialización.
El aspecto individual de la educación que hemos constatado es un
fundamento de la misma, pero no único exclusivo. El hombre es, por su
naturaleza, también un ser social, como históricamente no pocos pensadores
han puesto de manifiesto, situándose, a veces, en un extremo que ha
desembocado en un "sociologismo", frente a la concepción opuesta del
"individualismo".
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Filosofía de la Educación 2010-11
Con el término "socialización" queremos expresar “el principio de
la educación, por el que se asegura al individuo a participar e integrarse en el
medio social a que está llamado a vivir". A este respecto son significativas
algunas de las definiciones anteriormente anotadas, singularmente la de
DURKHEIM, para quien la educación es "la acción ejercida por las
generaciones adultas sobre los que todavía no están maduros para la vida
social”. El objetivo de la misma es suscitar y desarrollar en el niño las conductas
físicas, intelectuales y morales que exige de él la sociedad a la que está
destinado.
En este sentido socializador es de capital importancia la influencia
educativa de la familia. Ella es el "primer y principal agente educativo", de ella
nace el hombre, en ella da los, primeros pasos, en ella aprende los primeros
vocablos, y hasta los primeros interrogantes sobre la vida y el sentido de la
sociedad, posiblemente sean los padres los primeros interpretadores. Ellos tienen
la posibilidad inicial de seleccionar el contenido a transmitir, de dar su
interpretación personal, y de valorar el mismo. Todo ello, generalmente, dentro
raro de un clima de afectividad y seguridad, determinantes, en gran medida, de
su desarrollo intelectual. Nada de extraño, pues, que los padres posean una
decisiva fuerza orientadora sobre el futuro profesional de sus hijos, como ya
manifestó HURLOCK en sus investigaciones. Incluso el enfrentamiento
generacional, tan acentuado en nuestros días, en nada contradice lo expuesto; al
contrario, es manifestación más de la incidencia familiar para bien o para mal,
para la unión o enfrentamiento, según se entienda; pero, en definitiva "fuerza"
presente de la que no se puede hacer caso omiso.
Otro tanto cabe afirmarse de las instituciones educativas, a las que
los niños acceden hoy en una temprana edad. En opinión de HUBERT, la
entrada del niño en la sociedad escolar, constituye uno de los acontecimientos
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más importantes de cuantos jalonan las etapas de su desarrollo intelectual y
moral, por las siguientes razones:
1.- El desarrollo de la socialización concreta se da en la edad de la
escolarización.
2.- La maleabilidad y plasticidad del niño es tal que puede recibir
todas las impresiones y tomar la forma que el educador quiera darle.
3.- Porque de la familia a la escuela hay más e un cambio de
medio, hay un cambio de clima.
En el ámbito de la sociedad escolar, el niño contacto con un grupo
humano más amplio que el familiar cuya influencia es innegable; al mismo
tiempo que tendrá acceso, de modo sistemático y permanente, al mundo de la
cultura institucionalizada.
Si a todo lo expuesto, sumamos la incidencia de la educación
informal: mostrando valores, pautas conducta, sentimientos, formas de vida,
etc., comprenderemos mejor las palabras del profesor QUINTANA: "La
educación no es algo exclusivamente social, pero tiene, desde luego un aspecto
social. Quizás incluso, predominantemente social”.
A través, pues, del proceso de socializa en los distintos ámbitos, el
ser humano va incorporándose a la cultura, al mismo tiempo que va
desarrollando personal en un contexto social determinado. Otra realidad distinta
nos llevaría, bien al individualismo de ROUSSEAU, para quien la educación es
sólo dejar que libremente se desarrollen los gérmenes de cada sujeto; bien al
sociologismo de NATORP, para quien toda actividad educadora se realiza en la
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sociedad, para la sociedad la sociedad, siendo el individuo una abstracción cómo
el átomo en la física.
1.3.6. Concepción ecléctica.
Cuando afirmamos, lejos del individualismo y del sociologismo,
que la educación pretende el desarrollo armónico de todas las facultades
humanas: lo individual y lo social, lo fisiológico y lo psicológico, es decir,
todas las "energías" de la persona, nos encontramos ante una concepción
ecléctica de la educación:
Recientemente, el término de "educación personalizada" tiene
fuerte resonancia en nuestro país, por resumir las exigencias, tanto de la
individualización como de la socialización, anteriormente indicadas.
"La educación personalizada -escribe GARCÍA HOZ- expresión
que acuñé y que ha tenido la fortuna de ser bien acogida y
crecientemente utilizada en los medios pedagógicos, viene a
resumir las exigencias de la individualización y de la socialización
educativas más acorde con las profundas necesidades humanas y
las condiciones del hombre en la sociedad tecnificada en que
vivimos (...) Las notas incluidas en el concepto de persona de las
que se derivan las orientaciones fundamentales de la educación
personalizada son la singularidad, la autonomía y la apertura".
Igualmente el término "integral", de tan frecuente uso en la
literatura pedagógica, nos viene a manifestar la misma necesidad de educar al
hombre en todas las dimensiones desde su unidad. De este modo,
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"la educación personalizada, se nos presenta como una educación
integral, no en el sentido vulgar de la palabra, como suma de
distintas actuaciones educativas, sino en la significación profunda,
como enriquecimiento y unificación del ser y la vida humana".
Integro es aquello que no carece de ninguna de sus partes, que
todo está completo. No se trata, sin embargo, de una yuxtaposición o suma
cuantitativa de partes, sino más bien de una integración e interrelación de las
mismas, pues la educación se realiza en el hombre, y éste forma un todo
armónico en el desarrollo de la personalidad. En este sentido afirma
MANTOVANI:
"No se realiza la personalidad con el cultivo, por más cuidadoso
que sea, de un sólo lado del ser humano. La educación debe
dirigirse hacia la organización dinámica individual y su total
integración. Representa al individuo formado en todos los
aspectos de su ser y en todos los sectores de la vida y de la
cultura".
Cuando la educación no se realiza así, en el sentido integrador de
todas las dimensiones de la persona, nos encontramos ante la parcialidad o el
desarrollo unilateral, situaciones ambas de carencia, atentatorias contra el
desarrollo armónico de la personalidad.
La legislación española, y lo mismo a nivel internacional, de modo
preciso, manifiestan esta necesidad educativa. La Declaración Universal de los
Derechos Humanos (10-XII-1948) en su artículo 26, 2, dice:
"La educación debe tender al pleno desarrollo de la personalidad
humana y a reforzar el respeto de los Derechos del hombre y de
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las libertades fundamentales. Debe favorecer la comprensión, la
tolerancia, la amistad entre las naciones y todos los grupos
sociales o religiosos, así como el desarrollo de las actividades de
las Naciones Unidas por el crecimiento de la Paz".
En el mismo sentido se pronuncia la Constitución Española (31-X1978) en el artículo 27, 2:
"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana, en el respeto a los principios democráticos de
convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".
E igualmente, la reciente promulgada L.O.E. (4 mayo 2006),
cuando en su artículo 2 enumera los fines de la educación, sostiene que ésta, de
acuerdo con los principios constitucionales, pretenderá "el pleno desarrollo de la
personalidad y de las capacidades de los alumnos."
A nivel, pues, legal, lo mismo que pedagógico, no cabe hoy la
posibilidad de una verdadera educación, que no contemple en su programa de
acción el desarrollo armónico de todas las "fuerzas" del ser humano. Llámese
ésta, en sus diferentes matices, concepción ecléctica de la educación, educación
integral o educación personalizada.
1.3.7. Dimensión trascendente.
Queremos referirnos en este último punto al aspecto religioso de la
persona -sea de la religión que sea- y a su consecuencia educativa: la educación
religiosa.
Intencionadamente hemos preferido tratar esta temática en último
lugar, por, entenderla más como posibilidad que como hecho común de lo que
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hemos llamado educación integral. Nos adherimos a la afirmación del profesor
ESCÁMEZ de que la integridad ha de partir del sujeto.
"Debe responder a los intereses y necesidades intrínsecas del
hombre. Con ello no queremos decir, que no haya ideales y
valores, sino que los verdaderos ideales y valores responden a
dimensiones fundamentales del hombre, a necesidades insitas en
su naturaleza, y que su realización conlleva la afirmación de su
propia personalidad, de su "yo" más profundo. Los demás son
falsos ideales alienantes".
Si tal es así, si la finalidad de la educación se encuentra en la
autorrealización personal del sujeto, resultaría "alienante" imponer una
educación religiosa a los no creyentes; sería un "añadido" a la persona, que
nada tiene que ver con su educación integral por ser ajena a sus intereses y
necesidades; una imposición violenta contra su persona, en abierta aposición a
lo que hemos venido entendiendo por educación. En estos casos, la educación
integral deja fuera, por no integrarse en la persona, a toda educación religiosa
por mayoritaria y masiva que esta fuese en un país determinado.
La misma reflexión es necesario aplicar a los creyentes de cuyo
curriculum, impositivamente, es suprimida la educación religiosa por
minoritaria que fuese el número de sujetos que la solicitan. La no atención a
esta dimensión personal, como necesidad e interés sentidos, sería un atentado
contra la integridad de su educación. En opinión del profesor SARRAMONA,
lo religioso
"es una cuestión de creencias que enlaza directamente con los
propósitos e ideales educativos, esto es, con el mundo de los
valores. Ahora bien, quien crea en la dimensión trascendente del
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hombre forzosamente deberá considerar la educación como
vehículo hacia la consecución de la última meta humana".
En ambos casos, para creyentes y ateos, lo mismo la religión que
la educación se presenta como derechos humanos, que no son negociables ni
dependen de la mayoría. Sólo el respeto y la atención a quien se educa, a su
situación, posibilidades, intereses, valores, etc. puede darnos la finalidad de la
educación y el calificativo de integral.
En el fondo, toda concepción pedagógica descansa en un sistema
filosófico y/o teológico, que trata de resolver los problemas últimos del
hombre". Creemos que también teológico, por cuanto
"en muchos sectores del pensamiento contemporáneo, existe la
idea de insuficiencia de la filosofía y de la ciencia en general para
resolver los problemas últimos del hombre y de la vida, abriendo
con ello la puerta a otros tipos de saber, concretamente al saber
religioso".
Esta
insuficiencia
filosófica
ha
ocasionado,
con bastante
frecuencia y especialmente obras anglosajonas, la inclusión dentro de la
Filosofía de la Educación de trabajos, sobre filosofía católica, judía u otras
religiones.
En cualquier caso, todo sistema educativo, basado en una filosofía
determinada y/o teología de la educación en su caso, habrá de ser respetuoso y
tolerante simplemente por ser educación; todavía más si pretende preparar para
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una convivencia pacífica y democrática. Si algo hay intolerable, es la
intolerancia del fanático.
El fanático -decía IBÁÑEZ MARTÍN- se instala en el altar de lo
que él considera "su intolerancia" para precisamente calificar de
fanático al que no está en su apasionamiento, que suele ser un
factor positivo en términos generales; su error está en la ceguera
consentida a todo razonamiento para un intento de imponer sus
ideas hasta por la fuerza (...). Al educando hay que enseñarlo a
tolerar, a ser moderado, a respetar".
Fanatismo e intolerancia, al igual que cualquier dictadura
ideológica o religiosa, son situaciones de antimejora, y por lo mismo
antieducativas, al no respetar y valorar adecuadamente al elemento central de
la educación: el educando.
1.4. Educación y «hombre educado».
Partimos en nuestro análisis de una reflexión fenomenológica: la
educación es una actividad que comienza a tener pleno significado cuando
correlativamente al desarrollo del proceso se puede hablar de «hombre
educado». Desde esta perspectiva, nuestra búsqueda del concepto se llevará
a cabo a través del análisis del contenido de la voz «hombre educado». Y,
sin lugar a dudas, tal análisis debe llevarnos necesariamente a determinar
aquellos criterios que enmarcan el proceso educativo; aquellos criterios que
se especifican, en la adquisición de conocimientos, modos de ex periencia y
de comprensión, justificables como buenos en toda sociedad. (Es obvio que
estamos aludiendo nuevamente a la progresión hacia el estado perfecto del
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hombre en tanto que hombre, aunque desde una perspectiva puramente
operativa y existencial.)
1.5. Análisis fenomenológico de «hombre educado».
A fin de ampliar las perspectivas teóricas de acercamiento a este
concepto, hemos considerado procedente recoger la opinión de diversas
tendencias educativas de nuestros días. La conclusión obtenida demuestra la
gran uniformidad que existe acerca del significado de «hombre educado».
Hirts y Peters, relevantes personalidades de la filosofía de la
educación en Inglaterra, sostienen que el hombre educado es aquél que ha
adquirido modos propios de experiencia; vive una vida moralmente
impecable; tiene sentido estético; comprende las leyes de termodinámica
igual que las causas de la caída del imperio romano; tiene sensibilidad para
las relaciones y manifiesta cierta preocupación religiosa ante la situación
problemática que el hombre mantiene con respecto a todo el universo.
A poco que reflexionemos, comprendemos que estos autores
propugnan claramente para el hombre educado una cierta preparación
científica, compromiso de cada cual con sus principios, sensibilidad estética,
respeto a la dignidad de los demás y vivencia religiosa.
Weiss es un autor americano, que afirma la imposibilidad de
hablar del hombre educado si ese hombre no está preparado para una vida en
el más pleno sentido de la palabra. El hombre educado es su filosofía
llevada a la práctica por sí mismo. Y su filosofía debe abarcar sabiduría, ser
y valores. El hombre educado es el hombre de la «buena vida» (good life).
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Weiss se nos presenta, pues, como renovador de la tradición más depurada
que había defendido al hombre educado como el hombre de la «vita beata».
La «buena vida», la vida del «hombre educado», es la de todo
aquel
que
está
cualificado
para
realizar
personalmente
relevantes
evaluaciones y decisiones sobre los temas de vital importancia (política,
religión, etc.). El hombre educado es, en definitiva, aquél que se exige a sí
mismo:
- Autoentrega en una tarea determinada.
- Dar a conocer los frutos de esa tarea mientras puedan ser de valor
para todos.
- Compromiso en la coordinación de las distintas tareas que
realiza en su vida.
No hay duda que para Weiss, el hombre educado es un ser
superior; un ser que no se deja arrastrar por el aparente atractivo del mundo
técnico. Es un hombre de vida interior. Vive en el centro del mundo técnico
en tanto que participa en una sociedad de tal índole. No obstante, vive en la
periferia de ese mundo, porque sus obras no son consecuencia del
adocenamiento, sino que nacen del compromiso de cada uno consigo mis mo.
Goguelin, es un escritor francés que también posee merecida
fama en el campo educativo-psicológico. Para él, el hombre educado es el
hombre formado, el hombre que ha experimentado un incremento en su
desarrollo intelectual, psíquico y moral que trae consigo un cambio en las
estructuras correspondientes a esos dominios, de forma que se produzca una
transformación de la personalidad con apertura a horizontes más amplios.
Y, aunque la expresión de este autor podría quedarse en un plano puramente
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abstracto, su pensamiento nos remarca lo que otros autores habían
defendido.
Por último, y dado que en España tenemos una Ley Orgánica de
Educación, cuyo texto articulado marca las directrices en nuestras escuelas,
vamos a esbozar su doctrina educativa. Nuestro texto legal no estudia
concretamente qué sea el hombre educado, sin embargo, se puede elucidar su
significado a través del análisis de los objetivos educacionales.
Los artículos 13, 17, 23, 33, 40, y 66 de la Ley se exponen los
objetivos generales que deben cubrirse en cada una de las etapas establecidas
en el sistema educativo institucionalizado.
A grandes rasgos podemos afirmar que los objetivos que persigue
la Ley para el hombre educado son: desarrollo de la personalidad,
desenvolvimiento intelectual, moral y físico y la formación de cada miembro
de la sociedad de una conciencia democrática, que a través de un cauce
participativo enriquezca al individuo y a la sociedad.
Como síntesis, el análisis de las ideas que los autores antes citados
nos han brindado, permiten comprobar la unidad de criterio que existe acerca
del concepto hombre-educado, por encima de las teorizaciones diversas.
En primer lugar, advertimos que educación no significa tanto una
aproximación cuantitativa, cuanto una apreciación de cualidades, puesto que,
como dice Gusdorf: «el maestro anuncia a cada cual una verdad particular y, si
es digno de su papel, espera de cada cual una respuesta particular, un efecto
singular y una realización» (Gusdorf, E., ¿Para qué los profesores?, p. 83).
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Si bien es verdad que con «educación» aludimos a un despertar de
la ignorancia, no menos cierto es que la finalidad del conocimiento se instaura
en la autoposesión. Se pretende que cada persona se considere a sí misma
objetivo y responsable de su realización. La educación se nos presenta, desde
un punto de vista existencial -ya sea durante la época escolar, con ayuda del
maestro, o bien durante nuestra posterior existencia- como una realización de
verdadera formación, en la que cada uno tiene que encontrar el sentido de su
ser auténtico y desarrollarlo fiel a sí mismo. Pues como vamos comprobando la
educación, en su función más elevada, parece ser mensajera de una revelación
más allá del mero conocer. El conocimiento que proporciona la educación está
enlazado con los intereses de vida propiamente humana y provisto de una
jerarquía interna, que se realiza de modo tal que incite no a un conformismo
automático, sino a una posición personal libre que pueda ser principio de
algo original. (Adviértase que, cuando hablamos de educación, no es posible
olvidarse del sentido de la libertad del hombre. Sin embargo, este problema
será abordada en otro tema.)
La educación tiene un carácter plenamente moral que se
manifiesta no tanto en los conocimientos en sí, como en la manera de
poseerlos, en la manera de elegirlos para la determinación de cuestiones
importantes. Diríamos, en resumen, que la actividad educativa es aquella
que posibilita a cada hombre la peculiar orientación de su personal
realización en la vida. En definitiva, la educación es la actividad que
proporciona a cada cual los medios de ser un hombre «que sabe trabajar,
pero que es capaz de trascender el trabajo mismo para encontrar en él su
profunda significación humana, que es capaz de vivir en una comunidad sin
convertirse en masa, de participar en la vida y en los problemas de la
sociedad de hoy de acuerdo con su propio criterio y haciendo uso de su
responsable libertad personal y que es capaz de vivir una vida de amistad, de
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familia y de fe (García Hoz, V., Principios de pedagogía sistemática, p.
32).
1.6. Relación con otros términos
No es posible en unos cuantos folios exponer las relaciones
entre educación y diversos términos que en la literatura educativa alcanzan
extensión a veces insospechada. Se ha llegado a una superposición de
campos que hacen muy difícil elucidar qué es educación y qué son otros
términos similares. No es difícil encontrar relaciones y, en ocasio nes
confusiones, entre educación, enseñanza, instrucción, adiestramiento,
desarrollo, formación, aprendizaje, etc. No obstante, sabiendo la dificultad
que encierra el estudio de cada uno de estos términos intentaremos exponer
ciertos criterios que nos permitan distinguirlos.
Enseñanza y aprendizaje .
Ambos términos deben estudiarse relacionados. Como dice
Ryle, existen unos verbos que expresan tarea y otros rendimiento.
Enseñanza y aprendizaje son la tarea y el rendimiento de la actividad de
transmitir contenidos con una intención determinada. En relación con las
matemáticas, la tarea de enseñar sería el conjunto de acciones que realiza y
contenidos que transmite el maestro. La acción rendimiento vendría dada
por el aprendizaje que el alumno realiza de aquello que se le enseña.
Aprendizaje no es pura memorización de una serie de
habilidades, ni es una mera práctica. El aprendizaje implica apreciación y
comprensión, así como conocimiento de principios sobre el tema que
enseñamos. La comprensión del tema quiere decir que el niño va a ser capaz
de volcar los principios generales en términos significativos para él. La
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explicación de principios es necesaria porque en caso contrario no sabría
resolver situaciones nuevas, aplicaría reglas indiscriminadamente v no
sabría hacer excepciones si la situación lo requiriese. Es decir, que sólo
debemos hablar de aprendizaje cuando se logra la adquisición y el uso de
conceptos.
Según Scheffler, enseñar es una actividad con un propósito y
que requiere atención y esfuerzo. Dice el autor también que el propósito es
que el alumno aprenda lo que yo le digo, y que lo aprenda del modo
apropiado. En principio parece que la definición no dice mucho, sin
embargo, nos permite realizar una pequeña reflexión. Por ejemplo, si yo
enseño historia, lo que debo pretender no es que el alumno simplemente
memorice unos datos, sino que logre pensar históricamente. Esto quiere
decir que la enseñanza aprendizaje. La enseñanza implica transmisión la
intención de que puedan ser comprendidos es la acción que nos permite
alcanzar un de unos contenidos interrelacionados con y asimilados por el
alumno.
Hay quien dice que enseñanza y aprendizaje condensan el
significado de educación. Sin embargo, no es posible defender esta idea. Es
cierto que enseñanza y aprendizaje son necesarios en el proceso educativo
pero no bastan, puesto que enseñanza no está necesariamente unida con lo
deseable. Así yo puedo enseñar a fumar opio y tal ense ñanza no puede
considerarse como educativa aunque haya el consiguiente aprendizaje.
Instrucción.
Instrucción
es
la
acción
de
transmitir
información.
Generalmente, en la instrucción, la información se imparte directamente, no
hay inducción a que el alumno descubra. También suele utilizarse el término
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instrucción para referirse a la transmisión de conocimientos técnicos. La
instrucción forma parte de la educación, y en esta hay actividades
instructivas, pero se diferencia de una actividad educativa porque la
instrucción hace referencia a prácticas concretas, y no tiene por qué incidir
en los planteamientos vitales de cada uno, condición indispensable en la
acción educativa.
Condicionamiento.
Condicionamiento es un término que entró en la actividad
educativa a partir de los estudios de psicología aplicada a la educación. No
obstante, creemos que debe rechazarse como actividad educativa cl
condicionamiento. Se habla de condicionamiento cuando el individuo
responde automáticamente a un estímulo que no es específico para esa
respuesta. Condicionamiento en educación sería, por ejemplo, hacer que un
individuo trabaje simplemente por cl premio que le vamos a dar o por miedo
al castigo que le vamos a aplicar. Ello no quiere decir que la motivación
razonada no sea un elemento o un recurso educativo, ni que en ciertos tipos
de aprendizaje mecánico no sea eficaz el condicionamiento.
Adoctrinamiento.
Adoctrinamiento en el sentido mas puro del término adoctrinar
significaba simplemente transmisión de doctrinas, pero hoy ha adquirido una
connotación negativa. Adoctrinamiento, hoy, es un condicionamiento con
respecto a un estímulo de orden intelectual. Adoctrinar es conseguir que un
individuo responda automáticamente a cualquier situación con unas
respuestas preconcebidas. El adoctrinamiento conlleva una nota de
involuntariedad o de inconsciencia, puesto que el adoctrinado muchas veces
desconoce el por qué de su respuesta y, precisamente cuando razona sobre la
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misma, reconoce su actitud. Otras veces el adoctrinado posee razones para
apoyar sus respuestas, y cree tener la verdad en sus afirmaciones, cuando
sus «verdades» tienen la base en razonamientos falsos, como demuestra un
razonamiento objetivo.
Entrenar-adiestrar.
Son dos términos que vienen a significar lo mismo: adquisición
del dominio de una habilidad por repetición. También se distinguen estos
términos fácilmente de educación, puesto que el entrenamiento no connota
necesariamente actividad deseable (uno puede entrenarse para matar con
perfección).
En resumen, podemos decir , que, salvo el adoctrinamiento y el
condicionamiento usado de modo excesivo, todos los demás términos
aludidos son elementos o actividades necesarias dentro de la actividad
educativa. Sin embargo, ninguna de ellas expresa la índole radicalmente
educativa de una acción. Yo puedo ordenar a mis alumnos que co pien un
párrafo, con lo cual se están entrenando en la escritura; yo puedo decirles
cuáles son las capitales de Europa, acción que todos reconocemos como
instrucción; yo puedo motivarles en el uso de la escritura resaltándole tos
valores de escribir una carta a su padre. También yo puedo enseñarle la
necesidad
de
obrar -
correctamente
y
consecuentemente
lograr
un
aprendizaje. Todas estas acciones son necesarias en la actividad educativa,
pero ninguna de ellas es por sí sola educación. De todos modos se suele
decir que enseñanza y aprendizaje condensan la actividad educativa cuando
lo que se enseña es algo deseable. No obstante, siempre hemos de tener en
cuenta que lo educativo propiamente dicho exige un compromiso personal y
una incidencia clara en los planteamientos vitales de cada uno.
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2. EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA.
Las múltiples significaciones del término "educación" que
acabamos de indicar, hacen de éste un concepto vago e impreciso. La cuestión
se complica aún más cuando al mismo se suma el vocablo "pedagogía",
utilizándose, a veces, de modo indiscriminado "pedagogía", y "educación", o
"educativo" y "pedagógico".
EL problema subyacente a éstos y a otros términos es el mismo: la
ambigüedad del lenguaje educativo. E físico, el químico, el matemático, o
cualquier cultivador de las ciencias exactas o naturales carecen de este problema
al poseer un lenguaje claramente codificado; su objeto de estudio se presta a la
precisión. No así las denominadas ciencias humanas, cuyo objeto de estudio no
siempre es cuantitativamente exacto. De modo especial la Pedagogía, que por su
objeto y por la absorción terminológica de otras ciencias, hacen que el problema
sea aún mayor. Ello, sin embargo, no obsta para que entre los especialistas en el
tema haya ciertos términos cuyo uso apunta a una dirección. Tal es el caso de la
diferencia entre "Pedagogía" y "educación".
El origen del término "pedagogía" se remonta a la antigua Grecia.
En su origen encontramos dos vocablos, el sustantivo "país = niño, y el verbo
"ágo" = conducir. Por tanto, su sentido etimológico es "conducir al niño". Se
aplicó inicialmente en Grecia y Roma al esclavo encargado de llevar al niño al
campo o al maestro encargado de su enseñanza. De este modo la pedagogía
surge de un hecho concreto. Así ocurre en todas las ciencias, primero se da el
hecho, la realidad vital, y, posteriormente se especula sobre la misma.
Actualmente se suele definir la pedagogía como "la disciplina, el
estudio o conjunto de normas, que se refieren a un hecho o a un proceso o
actividad, la educación"; o lo que es lo mismo: "el conjunto de normas, princi74
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pios y leyes que regulan el hecho educativo". La educación, por el contrario, es
"la actividad orientada intencionalmente para promover el desenvolvimiento de
la persona humana y de su integración en la sociedad".
La diferencia entre ambas es manifiesta: la pedagogía es la
reflexión, las normas, los principios, el conocimiento teórico o la ciencia que
especula sobre el hecho educativo; mientras que la educación es la acción, la
práctica, la actividad anterior a la pedagogía.
Ambos conceptos, sin embargo, se encuentran íntimamente
relacionados, de tal modo que no podría subsistir el uno sin el otro; no existiría
pedagogía sin educación, y ésta no tendría sentido alguno sin normas o
principios que la guiasen.
En opinión de 0. FULLAT, educación y pedagogía se relacionan y
distinguen entre sí como la caída de los cuerpos y la fórmula según la cual los
cuerpos graves caen; la fórmula física es el conocimiento que permite entender
el hecho de la caída, sea la de la bola de plomo o la de la placa de corcho .
Otra cuestión distinta es los niveles de reflexión pedagógica y las
direcciones de la misma, distinguiéndose, en éste sentido, desde la reflexión
profunda de la filosofía de la educación, hasta la pedagogía didáctica o la
experimental.
Actualmente, a veces, se utiliza el nombre de "ciencias
pedagógicas" para referirse a todas las disciplinas que, bajo sus respectivos
ángulos, analizan los hechos educativos (fisiológicos, filosóficos, psicológicos,
metodológicos, etc.). Se les puede considerar como un subconjunto de las
ciencias de la educación.
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Con lo dicho, creemos, queda claramente limitado el sentido de
pedagogía y de educación.
Actividad práctica nº 4
1. Cuando una persona ha adquirido un concepto y hace uso del mismo, se
dice que ha realizado un……………….
2. Señala si esta frase es verdadera o falsa:
La educación de un hombre depende principalmente de los conocimientos
científicos que ha adquirido.
La adquisición de automatismos no es propiamente educación, pero es un
medio que tiene cabida en el proceso educativo.
3. ¿Puede haber enseñanza sin aprendizaje? ¿Por qué?
4. La repetición mecánica de un texto no denota “aprendizaje” en sentido
estricto, sino simplemente……………………………..
5. ¿Por qué los hombres mejor educados no se definen por hacer sólo que
gusta a los demás?
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