El orden establecido y los impresionistas

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El Clarí-n de Chile
El orden establecido y los impresionistas
autor Luis Casado
2010-09-08 12:30:51
Pasa que estoy leyendo una biografÃ-a de Paul Durand-Ruel y cada tres páginas aparece una revolución. Paul DurandRuel era más bien monarquista y “culo bendito―, expresión esta última que designa en Francia a los pechoños.
¿Entonces? Entonces que su vida transcurrió entre cuadros y revoluciones.
Su padre vivió la de 1830, y Paul la de 1848 para no hablar de la Comuna de ParÃ-s en 1871. Y habÃ-a que cerrar el
boliche porque las barricadas, los tiros y las peleas destrozaban todo. El boliche era una galerÃ-a paternal. Los DurandRuel fueron  mercaderes de pinturas, ¡de cuadros coño!, “marchands de tableaux―, designación demasiado despecti
para la nobleza del oficio pero visto que allÃ- todavÃ-a tienen el hábito de llamar las cosas por su nombre no sirve de
nada llamarles de otro modo.
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El joven Paul, -cuya habitación estuvo siempre saturada de cuadros no vendidos, invendibles, olvidados, dejados en
parte de pago o comprados para evitar la hambruna de algún pintor en ciernes-, admiró la generación llamada de
1830: Delacroix, Géricault, Daumier y compañÃ-a. La exposición universal de 1855, que expuso decenas de obras de
Delacroix, le confirmó su preferencia por un pintor cuyas telas son como los vitraux. No reciben la luz: la proyectan.
Conservador en lo polÃ-tico, revolucionario en el arte, Paul Durand-Ruel no querÃ-a vender lo que los burgueses con
plata querÃ-an comprar sino lo que a él mismo le gustaba. Renoir,  que en esa época era un ilustre desconocido, se
maravillaba de un tipo que “no tenÃ-a veinticinco años y defendÃ-a a Delacroix contra los gustos del Emperador que
preferÃ-a los Winterhalter―. ¿Los Winter qué? De modo que cuando aparecieron los impresionistas, desatando la ira y la
mofa de la intelectualidad biempensante, el desdén y  la repulsa de los ricachones partidarios de lo antiguo, de lo
clásico, de lo conservador, Paul Durand-Ruel fue uno de los pocos, -tal vez el único-, que se jugó por ellos arriesgando
algo más que la reputación de su galerÃ-a. Cuando puso en la entrada los sublimes cuadros de Londres, de Monet,
hubo quién gritó “¡HabrÃ-a que destruir un boliche que expone cochinadas como estas!― Pero Paul Durand-Ruel no e
“une couille molle―, un huevo flojo. Y persistió hasta bien entrado el siglo XX, gracias a lo cual el mundo pudo
maravillarse con Renoir -que encontró la celebridad solo a los 69 años de edad-, con Manet, Monet, Pissarro, Sysley,
Van Gogh, Caillebotte, para no hablar de Gauguin, y muchos otros. Todo gracias a un conservador, monarquista y “culo
bendito― que osó alzarse contra el buen gusto oficial de los detentores del poder. Francia es asÃ-. Los franceses son
asÃ-. El último baluarte de la soberanÃ-a popular, de la cultura irreverente, de los iconoclastas, de la diferencia, del
derecho. Cuando Sarkozy lleva adelante una polÃ-tica de inmigración que bordea el racismo, es la derecha la que se
alza para recordarle el Pacto Republicano. Es verdad que su ministro de la inmigración es un socialista, asÃ- como su
ministro de relaciones exteriores, pero la razón no está ahÃ-. Lo que está en juego es la República, el derecho, la
soberanÃ-a del pueblo. Y con eso no se juega.
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Si te cuento el Ã-dem es porque ayer Francia estuvo paralizada: más de dos millones y medio de trabajadores salieron a
la calle y manifestaron su rechazo a las polÃ-ticas reaccionarias de un neoliberal farandulero. A los franceses les quieren
imponer una reforma de la previsión que daña gravemente sus derechos y no lo aceptan sin luchar. Que la edad de
jubilar pase de 60 a 62 años se las suda. Porque además te aumentan el número de años de imposiciones y de
cualquier modo el retiro interviene cada vez más tarde. A una edad en la que te queda poco por vivir, y aun menos por
cobrar. AsÃ- se equilibran las cuentas de la previsión: haciéndote jubilar justo cuando la vas a palmar. La TV entrevistó
a un sinnúmero de pasajeros bloqueados en los aeropuertos, en las Estaciones de Ferrocarril y en el Metro. Las
respuestas eran todas similares: “Claro que me enmierda estar bloqueado aquÃ-, pero esta lucha es justa, es nuestra
lucha. Los huelguistas están en lo cierto―.
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De modo que paso de mi librito sobre Paul Durand-Ruel, un conservador monarquista y “culo bendito― que contribuyó
poderosamente a revolucionar el arte, a las declaraciones de los dirigentes sindicales franceses de la CGT, de la CFDT,
de FO y otras centrales obreras que no quieren que triunfe la contrarrevolución social. A esos dirigentes sindicales que
nadie osarÃ-a ningunear como lo hacen con los nuestros en Chile.
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¿Surrealista? No. ¡Impresionista !
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