Las carreras pedestres de Huesca

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10 San Lorenzo
Diario del AltoAragón - Miércoles, 10 de agosto de 2011
Carrera
pedestre de
Grañén, 25 de
julio de 1935
Carrera pedestre al estilo del país de 2009
Baile de los pollos de los campeones de la carrera pedestre del 2008.
Las carreras
pedestres de Huesca
Por José Antonio ADELL CASTÁN Y
Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ
Maestros y escritores
L
AS FIESTAS patronales y
otras celebraciones festivas han sido el escenario
en el que se ha dado a conocer
el deporte moderno, tal como podemos observar en algunos carteles festivos. Igualmente lo fue,
mucho antes, el espacio en el que
se desarrolló el deporte tradicional.
La carrera pedestre es uno de
los deportes más típicos de Aragón cuyo principal marco de
exhibición han sido las fiestas
patronales y de cofradía. Su denominación más habitual ha sido
la de “corrida de pollos”, por los
premios que se entregaban a los
vencedores: tres pollos al primer
clasificado; dos, al segundo, y
uno al tercero. Sin embargo, en la
ciudad de Huesca, en la comarca
de la Hoya y en otras próximas,
las carreras pedestres también
recibieron otras denominaciones
en épocas concretas: “Corrida de
la manzana”, “del arra”, “de la
torta” o “del roncón”.
Frecuentemente esta prueba
tomaba el nombre de varias carreras que se incluían en la genérica denominación de “corridas
al estilo del país”: “corridas pedestres”, de diferentes edades,
“de sacos o entalegados”, “de
burros”, etc.
La corrida de pollos de Bolea
La referencia más antigua que
hemos encontrado con la denominación de “corrida de pollos”
data de 1609, y se celebró muy
cerca de la capital, en Bolea, con
motivo de la traslación de las reliquias del prelado oscense San
Orencio, desde Aux (Francia)
hasta Huesca. Por todos los lugares de paso se organizaban festejos; en Bolea se celebró una gran
misa y después hubo “corridas
de pollos” y otros actos.
Esta crónica que recogía Cosme Blasco, en un artículo titulado “Narración de las fiestas que
Huesca hizo en la traslación de
las reliquias del oscense prelado
San Orencio”, nos hace pensar
que en el siglo XVI ya se celebraban “corridas de pollos” en Aragón. Otras reseñas posteriores,
hasta la actualidad, muestran las
peculiaridades de estas carreras
en diferentes puntos de Aragón.
En el Libro de Visita de Luesia
de 1804 leemos una prohibición
muy interesante con alusiones
a la indumentaria por no ser del
agrado de la autoridad eclesiástica:
“Se prohiben bajo pena de
Excomunión Mayor -ipso facto
incurrenda- las diversiones públicas que se hacen en los días de
la Natividad de Ntra. Sra. y en la
festividad del Pilar y consisten en
que los hombres corren casi desnudos para ganar un premio estipulado (que suelen ser un pollo),
lo cual se hace a presencia de los
alcaldes y ayuntamiento y de todo el pueblo: las expresadas carreras no quedan prohibidas si se
executasen por hombres enteramente vestidos al uso del país”.
Madoz, en su Diccionario Geográfico de España, publicado en
1850, cita la “corrida de pollos”
entre los actos que se celebraban
durante las fiestas patronales o
de cofradías de los pueblos del
partido judicial de Jaca.
El propio Cosme Blasco Val,
con el pseudónimo de Crispín
Botana, la escenificó en el cuento
titulado Las fiestas de mi lugar.
La corrida de pollos se celebraba
el penúltimo día, con participación de varios mozos del pueblo
y de los pueblos inmediatos. El
vencedor era el primero que tocaba el palo donde estaban colgados los plumíferos animales.
Otros escritores costumbristas
altoaragoneses tomaron la corrida de pollos como tema central
de sus obras literarias. Enrique
Capella escribió el típico “Pregón de fiesta”; Ricardo del Arco
la describe en Tierras de maldición, y Luis López Allué publicó el cuento titulado La “corrida
de pollos” en el Programa Oficial
de las Fiestas de San Lorenzo de
1959.
En algunos lugares el premio de
>La carrera pedestre es uno de los deportes
más típicos de Aragón, cuyo principal marco
de exhibición han sido las fiestas patronales
y de cofradía
Anuncio de las Ferias y Fiestas de Huesca, 1935.
los pollos se fue alternado con el
“arra” o la “manzana”. El “arra”
era una torta muy aderezada o
buen pastel de confitura en el
que lucían su habilidad los pasteleros. Según la costumbre, el
vencedor regalaba el “arra” a una
moza o forastero pudiente que
recompensara la fineza. En Chimillas la prueba se denominaba
“corrida del arra” y consistía en
una tarta de varios pisos; el vencedor la compartía con sus amigos. En Tierz, para San Roque, se
corría el “arra” o la “manzana”;
igual que en Chimillas, era una
tarta de varios pisos que elaboraban en alguna afamada pastelería de Huesca. En Montmesa el
vencedor solía donar el “arra” a
una mairalesa o moza del lugar.
La misma denominación tenía en
Gurrea de Gállego y el premio era
una magnífica torta. En Alcalá de
Gurrea se disputaba la “corrida
de pollos” o “corrida al estilo del
país” y se premiaba con pollos,
una torta y un ramillete, que se
ofrecía a una moza del lugar.
La “manzana” era un premio
honorífico que se entregaba al
vencedor. Se elegía la más encarnada que se encontraba y la
llevaban colgada en la punta de
una espada adornada con peladillas, caramelos, y con un ramo
de albahaca en el remate. Estas
carreras las hemos encontrado
en Quicena, Alerre, Loporzano,
Sesa, Bolea, Grañén, Almudévar, Plasencia, Casbas, Tamarite... En Sangarrén se premiaba
con pollos y con la manzana. En
Loarre el premio era una manzana, adornada con un ramillete de
albahaca, que se llevaba clavada
en un palo. En el Barrio Nuevo de
Huesca, para la Virgen del Pilar,
en la “carrera al estilo del país” el
vencedor recibía la clásica fruta y
varias pesetas. En las fiestas del
Barrio de San Martín de Huesca
de 1913 “el vencedor de la carrera
pedestre dedicó la clásica manzana al Sr. Gobernador, quien
después de corresponder espléndidamente a la delicadeza, la regaló, en un rasgo de simpatía por
todos aplaudido, a los niños pobres del asilo de San José”.
La “Tarta Laurentis
de la corrida”
Las “corridas de pollos” o “carreras al estilo del país” también se
disputaban en las fiestas de San
Lorenzo, como uno de los actos
destacados, como leemos en la
crónica de las fiestas de 1880:
“Huesca ha celebrado con mayor brillantez que otros años las
fiestas de su patrón San Loren-
zo; toros, corridas de pollos, de
burros, músicas y fuegos artificiales, con otros más, han sido
los festejos profanos que se han
ofrecido”.
En la “carrera de mozos al estilo del país” de 1906 venció Roque
Lafuente, de Callén, obteniendo
la “manzana”, tres pollos y diez
pesetas; el segundo, José Ubieto,
de Bentué de Rasal, dos pollos y
seis pesetas, y el tercero, José Revuelta, de Robres, un pollo y cuatro pesetas.
En estos años se consolidaron
los premios en metálico y los diplomas, coincidiendo con la influencia del deporte moderno en
el tradicional. Las incipientes sociedades deportivas comenzaron
a hacerse cargo de la organización de estas pruebas. En 1908,
el denominado “concurso pedestre” adquiría el carácter de “Campeonato Provincial” y en 1013 de
“Campeonato Regional”.
Una interesante crónica de
1913 refleja los cambios que
afectaban el deporte tradicional,
incluso con la participación de
jóvenes deportistas de la buena
sociedad oscense, destacados en
las carreras ciclistas y partidos de
“tennis” o de “football”.
“Las carreras a pie, tan típicas
en Huesca y toda su provincia,
aparte de los premios que atraen
a muchos corredores y dan importancia y animación a las carreras, este año tendrán la novedad
de que en ellas tomarán parte
distinguidos jóvenes de la buena sociedad oscense, alternando
con los profesionales que toman
parte en casi todas las corridas de
los pueblos comarcanos. Esta circunstancia aumentará la expectación del público..., además, en
el caso presente, el sport llevaría
a luchar en la misma pista a jóvenes de diferentes clases y condiciones sociales”.
Los “deportistas de la buena
sociedad oscense” no obtuvieron ningún premio. El vencedor
fue Máximo Alamán, de Villamayor, seguido de Manuel Mercadal, de Blesa, y de José Revuelta,
de Robres.
Durante varias décadas se dejó
de celebrar la típica “carrera al estilo del país” de las Fiestas de San
Lorenzo, hasta su recuperación
en 1999 por iniciativa del Club
Atletismo Huesca. Las gaitas,
dulzainas y tamboriles volvieron
a sonar al paso de los corredores
y cada año se intenta incorporar
aspectos de la tradición, adaptados a los nuevos tiempos. En la
edición del 2010 el vencedor recibió una tarta bautizada con el
nombre de “Tarta Laurentis de la
corrida”, elaborada por la pastelería Ortiz, con el deseo de que
también se convierta en un postre típico oscense.
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