Entrevista al Astrónomo del Observatorio Astronómico del Vaticano

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Entrevista al Astrónomo del Observatorio Astronómico del
Vaticano, P. José Gabriel Funes S.J.
Dr. Pedro Gaudiano
El director del Observatorio Astronómico del Vaticano, P. Dr. José Gabriel
Funes SJ, visitó Montevideo entre el 3 y 7 de mayo, invitado por el P. Eduardo
Casarotti S.J., Rector de la Universidad Católica del Uruguay. En el marco de
su visita, el 6 de mayo brindó en la Universidad una conferencia sobre “Ciencia
y fe al comienzo y al final del Universo”, que organizó el Departamento de
Formación Humanística de la Vicerrectoría del Medio Universitario.
P: Ud. es un sacerdote jesuita y un astrónomo. Por eso Ud. mismo es
como un símbolo del diálogo entre la fe y la ciencia, diálogo que la
Universidad Católica está llamada a promover como aporte a la cultura
uruguaya. Comencemos con el hombre de ciencia. ¿Cómo surgió su
inquietud por la Astronomía?
R: Desde niño tuve interés por la Astronomía. Yo tenía seis años cuando los
astronautas llegaron a la luna. Fue la época de oro de la exploración espacial,
la época de oro de la NASA, y seguramente todo eso me inspiró a tratar de
entender un poco más el universo. Después, siendo adolescente, a los 13 o 14
años, ya quería ser astrónomo. En eso mis padres me motivaron, me ayudaron
y me apoyaron mucho. Porque no es una carrera redituable, en la que uno
pueda ganar mucho dinero.
Comencé la universidad. Hice fundamentos en Física y Matemática, después
comencé cursos más especializados. En la Universidad de Córdoba hice mi
tesis de licenciatura sobre estrellas binarias. El 50% de las estrellas de nuestra
galaxia son binarias, es decir dobles. En mi caso, yo estudié un tipo de estrellas
que se llaman “eclipsantes”, porque una oculta a la otra y genera eclipse.
Después entré con los jesuitas, y luego de un discernimiento con el Provincial
me enviaron a Roma a terminar los estudios de Teología, con la perspectiva de
trabajar en el Observatorio Vaticano. Para eso tuve que hacer el doctorado en
Padua, con la especialidad en galaxias. En ese momento era un tema que me
interesaba, pero también se necesitaba en el Observatorio algún astrónomo
que se ocupara de esa especialidad.
P: Como hombre de fe, ¿nos podría compartir cómo llegó a la fe y cómo
decidió hacerse jesuita? ¿En algún momento tuvo un encuentro personal
con Dios, una experiencia que lo haya marcado como para definir su
orientación hacia la Compañía de Jesús y hacia el sacerdocio? ¿Cómo ha
sido ese encuentro?
R: Yo crecí en una familia católica, en un país católico, formé parte del grupo
de la parroquia. No es que haya tenido una conversión de no ser creyente a ser
creyente. No tuve ese tipo de experiencia. Pero lo que puedo decir es que en
un contexto especial histórico en la Argentina, en 1982, con la guerra de las
Malvinas, con la apertura a la democracia… en ese contexto tuve una
experiencia de Dios, que fue la experiencia de la vocación. Fue una experiencia
muy personal, que las palabras no llegan a explicar. La experiencia humana
que a lo mejor más se acerca a esta experiencia religiosa es la del
enamoramiento. De repente yo percibí que Dios me quería, que Jesús me
quería y me llamaba a seguirlo, con todo lo que yo era y podía dar. Y en
particular, en ese momento, con 19 años y como estudiante de Astronomía –y
buen estudiante–, podía dar mi capacidad de estudio.
Después comencé todo un proceso de discernimiento, porque me sentía
también llamado a la Compañía, como jesuita. En ese proceso quien me
acompañó fue el Padre García Mata, que en ese momento era superior en
Córdoba, y que después, cuando fue provincial, fue quien me destinó a ir a
Roma ya con la perspectiva de la Specola Vaticana. Él me conocía muy bien
personalmente, y conocía mi disponibilidad para hacer lo que la Compañía
quisiera, ya sea en la ciencia o también estaba abierto a otras posibilidades
más pastorales. Pedí por ejemplo ir a Japón, pero no me lo permitieron. Para
muchos de los jesuitas es un sueño el ser misionero, a veces se da y a veces
no se da. Pero se ve que Dios tenía otros caminos para mí.
P: Ud. se doctoró en Astronomía en la Universidad de Padua, y se
especializó en el estudio de las galaxias cercanas. Hay mucha gente aquí
en Uruguay, que piensa que los estudios científicos, especialmente en el
área de la Astronomía, favorece una mirada atea sobre la realidad del
mundo y del cosmos. ¿Eso es así?
R: No, no es así. La Astronomía no lleva de por sí al ateísmo, y tampoco pone
en crisis la fe. Yo tengo muchos colegas que son creyentes. Al contrario, la
Astronomía puede servir para acercar a Dios. Es encontrar a Dios en todas las
cosas, como enseña la espiritualidad de San Ignacio de Loyola. Y también lo
podemos encontrar en la investigación científica.
Hay momentos formales que buscamos y encontramos a Dios, como puede ser
la oración o la celebración de los sacramentos, pero la mayor parte del tiempo
no estamos rezando o participando en una Misa. Esto sirve no sólo para el
jesuita sino para el cristiano en general, ya sea en su trabajo, en su familia. El
trabajo, por ejemplo, depende cómo uno lo vive. Puede ayudar a acercarnos a
Dios porque nos dignifica, nos vuelve más humanos. O puede ser también un
obstáculo que nos separa de Dios, que nos separa de la familia o de otras
tantas cosas. Entonces, como dice San Ignacio, “tanto cuanto” sirve. La
Astronomía puede ser algo que ayuda a acercar a Dios o puede ser, para el
que la vive de un modo distinto, que lo aleje de Dios. Pero eso depende de
uno, porque la Astronomía es simplemente un instrumento.
P: ¿Cuándo y cómo se originó el Observatorio Astronómico Vaticano y
cuáles son las actividades que actualmente desarrolla?
R: El primer interés oficial de la Iglesia por la Astronomía comienza en 1582
con la reforma del calendario hecha por el Papa Gregorio XIII. Después, en
1891, el Papa León XIII refunda el Observatorio, y lo hace con un valor
apologético. Quería mostrar que la Iglesia no estaba en contra del desarrollo
científico, sino que quería promover la investigación científica. Así nace en
1891 el Observatorio como hoy lo conocemos.
Hoy los campos más importantes de investigación son los meteoritos, tenemos
un laboratorio de meteoritos en Castelgandolfo; la observación de objetos
cercanos a la tierra, como pueden ser asteroides; el estudio de la Astrobiología,
estrellas de nuestra galaxia, galaxias cercanas, cúmulo de galaxias, y lo que
sucede al comienzo del universo, en los primeros instantes. En cuanto a esto
hay distintas aproximaciones. Una puede ser lo que se llama la “gravedad
cuantística” o la “teoría de las cuerdas”. Estos son los temas en los cuales
estamos trabajando actualmente.
P: ¿Quiénes conforman el equipo de investigadores del Observatorio?
R: El Observatorio está confiado a los jesuitas, pero también está abierto a
otros religiosos. En este momento hay catorce jesuitas trabajando y un
sacerdote diocesano de Padua.
P: El tema de su conferencia en la Universidad Católica del Uruguay es
bien amplio y sugestivo: “Ciencia y Fe al comienzo y al final del
Universo”. ¿Cuáles serían las ideas esenciales que Ud. quiere transmitir
acerca de ese tema?
R: Yo diría que es bastante lo que sabemos acerca del comienzo del universo.
El Big Bang tiene su confirmación experimental en las observaciones. Es la
mejor explicación científica que tenemos hoy. Lo que trato de hacer es ofrecer
al público la perspectiva científica y la perspectiva cristiana de la visión del
universo desde la creación.
Yo creo que esto debería tener muchas consecuencias, porque trato de
responder a las preguntas más fundamentales del ser humano: ¿De dónde
venimos? ¿Adónde vamos? Y trato de responder desde la Ciencia y también
desde la Fe. Porque la fe cristiana trata de responder a estas preguntas más
profundas, desde la inspiración bíblica, en el caso de mi conferencia.
Por lo que se refiere al final del universo, lo que trato de ofrecer es lo que
podemos saber de cómo va a terminar la Tierra, nuestra galaxia y el universo.
Esto es más difícil, porque tenemos menos elementos para decir cómo va a
terminar el universo. Y ofrecer también, al mismo tiempo, la visión cristiana del
universo y de la historia. Los cristianos sabemos cómo termina esta historia.
Para nosotros la clave de lectura es la muerte y resurrección de Jesús. Jesús
muerto y resucitado ilumina la historia del universo y también nuestras historias
personales. Eso es lo que pretendo ofrecer.
P: Hay un tema que no podemos eludir. San Francisco de Asís hablaba
del “Hermano Sol” y de la “Hermana Luna”. En una entrevista que a Ud. le
hicieron en mayo de 2008 en L’Osservatore Romano, Ud. mencionó que
se podría llegar a hablar del “Hermano Extraterrestre”. ¿Nos podría
explicar el contexto en el cual utilizó esa expresión?
R: Era el año anterior al Año Internacional de la Astronomía, y estábamos
organizando un congreso sobre Astrobiología, la posibilidad del estudio de la
vida y de vida inteligente en el universo. Entonces el periodista me preguntó si
esto tenía alguna dificultad para la fe en la creación. Entonces en esa
perspectiva a mí se me ocurrió responder que, así como San Francisco
hablaba del “Hermano Sol”, “Hermana Luna”, “Hermano Lobo”, ¿por qué no
hablar de “Hermano ET”? Porque es parte de la creación la posibilidad de la
existencia de seres extraterrestres, inteligentes o no. Hoy no está comprobada
la existencia de seres extraterrestres, pero en el caso de que se comprobara,
también serían creaturas de Dios.
P: Mirando hacia el futuro, ¿cuáles son las líneas de investigación que se
plantea el Observatorio para los próximos años?
R: Para una institución es importante planificar los próximos años. Y en esa
planificación tenemos que tener en cuenta cuáles son las grandes preguntas
que hoy se hace la Astronomía, como por ejemplo: ¿Estamos solos en el
universo? ¿Hay otras tierras? ¿Cómo se formaron y evolucionaron las estrellas
y los planetas? ¿Cómo se forman y evolucionan las galaxias? ¿Qué se puede
decir del Big Bang? ¿Hay un universo o hay muchos universos? Estas son las
grandes preguntas.
Pero también tenemos que ser realistas, y tener en cuenta cuáles son los
recursos humanos y económicos de que disponemos para responder a esas
preguntas. Hemos hecho este ejercicio en el Observatorio, y de los temas más
importantes surge el de estudiar los objetos cercanos a la Tierra, porque
pueden impactar, y eso es una cosa a tener en cuenta. Tenemos gente más
preparada para investigar ese tema, y además es un tema de interés. Porque el
estudio del sistema solar nos ayuda a entender otros sistemas estelares, otros
planetas, y eso está relacionado también a la Astrobiología, la búsqueda de
vida en el universo.
Por otro lado, el tema de la Cosmología, por la importancia que tiene desde el
punto de vista de la Filosofía y la Teología, creemos que también es
importante. Es un tema que interesa a muchas personas y a los colegas y que
además es de impacto para el mundo. En esto también la formación y
evolución de las galaxias es importante, si bien son temas de Astrofísica.
Pero si tuviera que elegir dos o tres temas en los cuales veo que por una parte
tenemos un fuerte equipo y por otra parte por los desafíos y las implicaciones,
serían los de la Astrobiología, la Cosmología –el origen del universo– y el
estudio del sistema solar.
P: Esta es su primera visita a Uruguay. Durante estos días ha podido
conocer algo de la realidad de nuestro país. Desde su doble condición de
hombre de ciencia y hombre de fe, ¿qué mensaje quisiera Ud. transmitir a
los estudiantes de la Universidad Católica?
R: Quisiera pedirles lo mismo que el Papa Francisco nos está pidiendo a todos,
en distintos niveles, en distintos países: el salir a las periferias. Yo creo que
siempre tenemos desafíos. Hay muchísimos desafíos en nosotros. A mí me
gusta decir que siempre hay un creyente y un no creyente en cada uno de
nosotros. Yo diría esto: salir hacia afuera, no con agresividad, sino
simplemente a compartir y a dar todo el bien que gratis nosotros hemos
recibido. Porque ¡es tanto el bien que nosotros recibimos gratuitamente! Como
dice el Evangelio: “Den gratis lo que gratis han recibido”. Salir afuera, no vivir a
la defensiva, y dar todo lo que podamos. Un estudiante de una Universidad
Católica recibe mucho… ¡ojalá que puedan dar todo lo que han recibido!
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