SOBRE LA RENUNCIA DEL PAPA BENEDICTO XVI AL OFICIO

Anuncio
SOBRE LA RENUNCIA DEL PAPA BENEDICTO XVI AL OFICIO PETRINO
Desde la perspectiva del Derecho Canónico vigente en la Iglesia, y con fundamento en el
mismo, ofrecemos algunas anotaciones puntuales con la finalidad de iluminar al Pueblo de
Dios y a quienes legítimamente piden una respuesta a los interrogantes que ha suscitado la
sorpresiva renuncia del Papa Benedicto XVI a su oficio, anunciada el día 11 de febrero de
2013:
1. ¿Cuáles son las palabras exactas de la renuncia (texto original en lengua latina) del Papa
Benedicto XVI?
Fratres carissimi
Non solum propter tres canonizationes ad hoc Consistorium vos convocavi, sed etiam ut vobis
decisionem magni momenti pro Ecclesiae vita communicem. Conscientia mea iterum atque iterum
coram Deo explorata ad cognitionem certam perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas
esse ad munus Petrinum aeque administrandum.
Bene conscius sum hoc munus secundum suam essentiam spiritualem non solum agendo et loquendo
exsequi debere, sed non minus patiendo et orando. Attamen in mundo nostri temporis rapidis
mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato ad navem Sancti Petri
gubernandam et ad annuntiandum Evangelium etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est,
qui ultimis mensibus in me modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi
commissum bene administrandum agnoscere debeam. Quapropter bene conscius ponderis huius actus
plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus
Cardinalium die 19 aprilis MMV commissum renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, hora 20,
sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet et Conclave ad eligendum novum Summum Pontificem ab his
quibus competit convocandum esse.
Fratres carissimi, ex toto corde gratias ago vobis pro omni amore et labore, quo mecum pondus
ministerii mei portastis et veniam peto pro omnibus defectibus meis. Nunc autem Sanctam Dei
Ecclesiam curae Summi eius Pastoris, Domini nostri Iesu Christi confidimus sanctamque eius Matrem
Mariam imploramus, ut patribus Cardinalibus in eligendo novo Summo Pontifice materna sua bonitate
assistat. Quod ad me attinet etiam in futuro vita orationi dedicata Sanctae Ecclesiae Dei toto ex corde
servire velim.
Ex Aedibus Vaticanis, die 10 mensis februarii MMXIII
BENEDICTUS PP XVI
El Papa ha pronunciado estas palabras en lengua latina, que es la lengua oficial de la Iglesia. La
Curia Romana tiene por costumbre y tradición ofrecer la traducción de los textos originales latinos a
seis lenguas, según el siguiente orden de precedencia: 1) Francés; 2) Alemán; 3) Inglés; 4) Portugués;
5) Español; y 6) Polaco.
La traducción oficial a la lengua española, que ofrece el Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede, y a la que en adelante nos referiremos, es la siguiente:
Queridísimos hermanos
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para
comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado
ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no
tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este
ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras,
sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a
rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar
la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del
espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi
incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente
de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma,
Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de
forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro,
quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la
elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis
llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la
Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre,
que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que
a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una
vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013.
BENEDICTUS PP XVI
2. ¿Está previsto en las leyes canónicas vigentes la posibilidad de que el Papa pueda renunciar?
En el Código de Derecho canónico vigente para la Iglesia latina, promulgado el 25 de enero de 1983,
mediante la Constitución Apostólica Sacrae disciplinae leges, el canon 332, §2 dice a la letra: «Si
contingat ut Romanus Pontifex muneri suo renuntiet, ad validitatem requiritur ut renuntiatio
libere fiat et rite manifestetur, non vero ut a quopiam acceptetur»
Traducción: «Si sucediera que el Romano Pontífice renunciara a su oficio, para la validez se
requiere que la renuncia se haga libremente y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por
alguien».
El texto latino del canon invocado utiliza los verbos: contingo (suceder, acontecer) y renuntio
(renunciar) en modo subjuntivo (cf. CCEO, c. 44, §2, que emplea los mismos verbos, pero el primero
en modo indicativo y el segundo en modo subjuntivo). No obstante, el tenor de ambos cánones se está
refiriendo a la posibilidad de que se verifique la renuncia legítima del Papa. Benedicto XVI, por tanto,
está haciendo uso de tal posibilidad legal.
Ahora bien, para que la renuncia sea válida y surta el efecto canónico deseado, con toda claridad
el texto de ambos cánones explicita dos condiciones: «[...] se requiere que la renuncia se haga
libremente y se manifieste formalmente [...]».
Por cuanto se refiere a la primera condición (que la renuncia se haga libremente), el Papa
Benedicto XVI, invocando la causa que lo ha llevado a tomar tal decisión: Por la edad avanzada, ya no
tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino [...], señala la razón de su libertad:
Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que
[...] he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por
esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al
ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los
Cardenales el 19 de abril de 2005 [...].
Si la renuncia del Papa no fuera libre, sería nula a tenor del canon 188 del Código de Derecho
Canónico Latino vigente (cf. CCEO, c. 968).
Por lo que concierne a la segunda condición (que la renuncia sea manifestada formalmente),
teniendo en cuenta que no hay nadie en la Iglesia, o sea, ni una persona física, ni una persona jurídica
(quopiam), que tenga potestad sagrada por encima del Romano Pontífice (cf. c. 331), basta que la
renuncia sea formalmente manifestada. En este sentido, Benedicto XVI ha elegido el Consistorio
ordinario público de los Cardenales, celebrado en la mañana del 11 de febrero de 2013, como medio
para manifestar formalmente su decisión libre de renunciar a su oficio primacial.
3. ¿Concretamente a qué está renunciando el Papa?
Como bien lo dice el texto al que venimos refiriéndonos, el Papa está renunciando a su oficio
primacial: «[...] declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que
me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005 [...]»
Recordemos que el ministerio episcopal en la Sede de Roma y el ministerio del Sucesor de
Pedro están intrínsecamente vinculados, es decir, la elección legítima (aceptada por el elegido para el
pontificado supremo) juntamente con la consagración episcopal (del que ha de ocupar la Sede de la
diócesis de Roma) son indispensables para la obtención de la potestad plena y suprema en la Iglesia (c.
332, §1). Ambos ministerios constituyen el oficio primacial.
De tal suerte, pues, que si Benedicto XVI está renunciando al Pontificado (ministerio petrino)
simultáneamente, o sea, a la vez, está renunciando como Obispo de Roma (ministerio episcopal), y
viceversa. Por eso, el Papa ha enfatizado que está renunciando al ministerio de Obispo de Roma,
Sucesor de San Pedro.
De acuerdo al canon 187 del Código de Derecho Canónico Latino (cf. CCEO, c. 967), «El que
se halla en su sano juicio puede, con justa causa, renunciar a un oficio eclesiástico».
A este respecto consideremos que Benedicto XVI ha tomado la decisión de renunciar a su
oficio, con justa causa, hallándose todavía en su sano juicio, decisión que consideramos muy loable,
por la coherencia que en sí misma encierra.
Está por demás decirlo, que Benedicto XVI no está renunciando a ser católico, ni mucho menos
a ser cristiano, sino que desea entregarse a una vida dedicada a la oración: «Por lo que a mi respecta,
también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada
a la plegaria».
4. ¿Cuál es la situación de la Iglesia en estos momentos?
Hasta hoy, en tanto el reloj no marque las 20: 00 hrs. (tiempo de Roma) del día 28 de
febrero de 2013, Benedicto XVI sigue siendo el Papa. Después de esa hora, como él mismo lo
ha señalado, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado,
por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo
Pontífice.
En Sede Apostólica vacante, según las disposiciones de la Constitución Apostólica
Universi Dominici gregis, del 22 de febrero de 1996, dada por el Papa Juan Pablo II para la
elección de su sucesor, «el gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales
solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables y para la
preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice» (n. 2).
Asimismo, «mientras está vacante la Sede Apostólica, el Colegio de los Cardenales no
tiene ninguna potestad o jurisdicción sobre las cuestiones que corresponden al Sumo Pontífice
en vida o en el ejercicio de las funciones de su misión; todas estas cuestiones deben quedar
reservadas exclusivamente al futuro Pontífice. Por lo tanto, sería inválido y nulo cualquier
acto de potestad o de jurisdicción correspondiente al Romano Pontífice mientras vive o en el
ejercicio de las funciones de su misión, que el Colegio mismo de los Cardenales decidiese
ejercer, si no es en la medida expresamente consentida en esta Constitución» (n. 1)
Por otra parte, «el Colegio Cardenalicio no puede disponer nada sobre los derechos de
la Sede Apostólica y de la Iglesia Romana, y tanto menos permitir que algunos de ellos
vengan menguados, directa o indirectamente, aunque fuera con el fin de solucionar
divergencias o de perseguir acciones perpetradas contra los mismos derechos después de la
muerte o la renuncia válida del Pontífice» (n. 3).
El cónclave para elegir al nuevo Romano Pontífice deberá comenzar a los quince días
desde que la Sede queda vacante, a no ser que por motivos graves el Colegio de Cardenales
decida retrasarlo, pero no más de otros cinco días más (cf. n. 37).
5. ¿Una vez que quede vacante la Sede Apostólica, con qué términos nos referiremos al
hasta hoy Benedicto XVI?
La respuesta a esta interrogante podría ser múltiple, pero lo cierto es que seguirá
siendo Papa Benedicto XVI, aunque sin la potestad de gobierno para ejercer el ministerio
petrino. Hasta ahora la Santa Sede no se ha manifestado al respecto. Pero mientras viva, y
para evitar confusiones, se le podrá designar de varios modos:
a) Con toda razón podríamos llamarlo: Obispo emérito de Roma o Romano Pontífice emérito, o
simplemente Cardenal Joseph Ratzinger.
b) En cambio, resultaría inexacto o, al menos, extraño llamarlo: Ex Sucesor de Pedro, Ex
Benedicto XVI, Ex Papa, Ex Pontífice, Ex Vicario de Cristo.
Lo cierto es que estamos ante un acontecimiento que, en nuestros tiempos modernos,
nos parece extraño, al menos mientras nos acostumbramos o, en el mejor de los casos,
mientras el argot canonístico encuentra una terminología más adecuada que nos permita
llegar a una comprensión lúcida y convincente.
Finalmente, queremos señalar que, hoy por hoy, no existe un dato teológico, ni mucho
menos canónico, que fundamente la perpetuidad en el oficio petrino, es decir, que deba ser un
cargo vitalicio, pues de lo contrario no cabría la posibilidad de renunciar al mismo.
Descargar