Yun Heunggil

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Literatura
C o r e a n a
Yun Heunggil
Yun Heunggil
La dialéctica de la historia y el
presente
En las primeras obras del autor surcoreano YUN Heunggil
prevalecen fundalmente dos temas: la historia y el presente. La
Guerra de Corea (1950-1953) constituye, en este contexto, el eje
de la base histórica, con el foco dirigido a las tragedias causadas
por la guerra. YUN Heunggil encauza a menudo las narraciones
de esta época desde la perspectiva de un niño, como por ejemplo,
en el cuento “Lluvias“ del año 1973. El tema cardinal de sus obras
“encarriladas hacia el presente“ se genera en el dolor del individuo
que vive en una sociedad autoritaria. En estos cuentos, la mirada
infantil e ingenua es sustituida por la conciencia moral de una persona adulta que reconoce, al comienzo lleno de fatiga y amargura,
pero con el tiempo simepre con más facilidad, su compromiso
con la sociedad para encarnar luego a un ser que actúa de forma
moral y responsable. En el cuento, “El hombre que legó nueve
pares de zapatos“, publicado en el año 1977, el personaje principal
abandona su conciencia pequeño-burguesa para encontrar una
nueva imagen personal como obrero. A comienzos de los ochenta,
YUN Heunggil empieza a escribir novelas. En “Mi madre“, una
publicación del año 1982, cuenta, a través de la penosa historia de
una mujer, por un lado la desdicha de la modernidad de Corea, y
por otro lado y al mismo tiempo, descubre dentro del mundo de la
maternidad, la fuerza para superar esta historia llena de sufrimientos. En “El brazal“ (1983), YUN Heunggil evidencia en un formato
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Acerca del mundo literario de Yun Heunggil
satírico, donde un brazal determina la conducta de un hombre, la
fenomenología de la ambición del poder. Durante este período,
sus novelas también disfrutan de un auge en Japón, donde reciben
una acogida tan exitosa que “La guadaña“ fue publicada, en 1989,
primero en Japón. La edición coreana apareció apenas en 1995.
Recientemente apareció, en el año 2003, el libro de cuentos de
YUN Heunggil „¿Ángeles? ¿Paraísos?“ y la colección de cuentos
“El camino a Soradan“. El primer libro contiene cuentos en los que
YUN Heunggil observa detenidamente los problemas sociales que
resultan de diversos cambios radicales. En el segundo, describe, a
lo largo de un diálogo entre dos compañeros de escuela de antaño,
que se vuelven a encontrar en su antigua escuela, el pavor a la
guerra que sintieron de niños, y cómo la conversación les repara
un amparo para las lesiones que tuvieron que sufrir. Y se vuelve a
constatar, igual que en los primeros trabajos del autor, una dialéctica de la historia y del presente.
YUN Heunggil vale como un autor que atrapa el perfil de la realidad histórica y lo absurdo de la vida concentrándose en la consideración de la gente y su intenso deseo de superar esta disposición.
Con su técnica de narración realista singularmente propia, revela
las contradicciones de la época y expone ingeniosos razonamientos
respecto a la historia coreana más reciente. El terror de la Guerra
de Corea y la cuestión de cómo superar el estrago se extiende por
sus obras como un hilo rojo. Puesto que estas imágenes llenas de
terror son, conforme a las palabras del autor, “cosas cuya existencia subsiste ya hace algo más de medio siglo, encarceladas en
mis entrañas como reos condenados a cadena perpétua“. En este
contexto, puede expresarse que, según él, la escritura represente el
acto de liberación de los recuerdos encerrados para que se dirijan
hacia el mundo exterior.
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Acerca del cuento
Lluvias
El cuento “Lluvias“, publicado en el año 1973, enlaza el chamanismo con cuestionamientos ideológicos, por lo que figura como
vanguardia de un procedimiento inédito para superar el corte
histórico. El cuento trasciende la mera descripción del terror de la
guerra explorando nuevas vías de superación.
El fondo escénico del cuento es un pueblo hacia los finales de la
guerra. La aldea aún se encuentra en una situación de peligro,
pues se encuentra bajo el control del comando del ejército comunista y, a pesar de que el frente vuelva a desplazarse hacia el Norte
y ya se vislumbre el fin de la guerra, los partisanos comunistas
siguen arremetiendo contra el puesto de policía de la aldea.
El narrador del cuento es un niño escolar de nueve años, por cuyos
ojos se describe la guerra, no tanto como un episodio ideológico,
sino como algo que atañe la familia. El desenlace del cuento deriva
del momento en que la familia de la madre, para salvarse de los
combates, huye al Sur hallando refugio en el domicilio de la familia del padre. Al invertirse el azar de la guerra e iniciarse la retirada de las tropas comunistas de Corea del Norte, desaparece el tío
con tendencias izquierdistas, o sea el hermano del padre, mientras
que el tío del lado de la madre, que hasta la fecha logró eludir el
llamamiento a las filas de voluntarios, se enrola en el ejército de
Corea del Sur que lo recluta para defender el avance del frente. En
la casa del Yo-narrador sólo quedan, por lo tanto, las dos abuelas,
la hermana de su madre y sus padres.
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Acerca del mundo literario de Yun Heunggil
Al principio del cuento hay un sueño de la abuela materna, en el
que una gigantesca pinza para los cabellos va a dar en la boca de
la anciana rompiéndole uno de los últimos siete dientes que le
restaban. Ella interpreta el sueño con la certeza de haber obtenido
un vaticinio fatal para su hijo y, por cierto, llega a la noche una
carta del ejército sudcoreano que le informa su muerte. A raíz de
esto, se desenlaza entre ella y la otra abuela un conflicto que surge
del amor de una madre por sus hijos y del hecho de que, en este
caso, el de una tienda hacia la izquierda y el de la otra, hacia la
derecha. Las discusiones ideológicas pronto influirán al narrador.
Un hombre, que aparenta ser un amigo del tío paterno, encandila
al niño con chocolate para hacerle preguntas acerca del paradero
del señor con tendencias izquierdistas. El niño cuenta todo lo que
había escuchado cuando su tío había vuelto a la casa una noche.
A consecuencia de esto, la policía arresta al padre del niño y lo
tortura, mientras que el niño queda bajo arresto domiciliario.
Entretanto, hay nuevos ataques de los partisanos comunistas, pero
esta vez sufren un alto número de bajas. La preocupación por el
tío se agrava tanto, que la abuela se dirige a un adivino, quien le
revela el día en que regresará su hijo.
Aunque llueva diluvialmente, la abuela organiza apresuradamente
la celebración de su bienvenida. Y al fin, llega el día anunciado.
Pero por más que la familia espere, el tío no llega. De repente,
aparece una serpiente herida. Cruza reptando el patio y se sube
a un árbol de kakis para quedarse inmóvil entre sus ramas. La
abuela que esperaba a su hijo se cae desmayada. Y la otra abuela
se pone a platicar con la serpiente, usando palabras reconfortantes
con las que en conclusión le convida a sentarse a la mesa puesta,
como si estuviera hablando con el hijo de la desmayada. Y entonces sucede algo insólito. La serpiente baja del árbol y desaparece
tras el muro del patio. Este evento se convierte en la fuente del
restablecimiento de la concordia entre las dos ancianas. La abuela
paterna que logró asumir la muerte de su hijo cierra sus ojos para
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siempre. El cuento muestra de manera muy plástica cómo los
estragos de la guerra van agravando la brecha de la oposición
extrema entre las dos abuelas del joven narrador y también cómo,
al final, se encauza la reconciliación. La historia ilustra formidablemente cómo las ideologías pueden segregar familias. Sin embargo, también ilumina cuánto puede aportar la creencia popular
a la superación de esta segregación. La reconciliación de ambas
protagonistas, al final del cuento, representa emblemáticamente
el ser humano con sus ansias de superar la tragedia de la guerra.
El siguiente párrafo corresponde al final del cuento. Es la escena
en la que muere la abuela, los sucesos hacen de dispositivo para
un desenvolvimiento psicológico de la figura principal, trazando
simbólicamente la vía de superación del terror de la guerra.
[…]
[Lluvias]
en: Die kleine Schamanin, Munich: Marino, 1998
[The rainy Spell and other Korean Stories]
Winfield: Onyx Press, 1983
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Extractos
Lluvias
Wori que estaba en dos patas jugueteando en el corredor, de
repente bajó al patio. Se oyó que gruñía hacia el portón, luego se
escuchó un grito. Mi padre, que estaba comiendo, quedó con la
cuchara paralizada al igual que todos los que estábamos alrededor
de la mesa. Los gritos de los chicos se acercaban presurosamente.
Tiré la cuchara y salí corriendo. Nuestro portón se transformó en
un agitado y muy ruidoso lugar. En medio del patio me encontré
con los chicos que estaban gritando muy exaltados. Lo que más me
llamó la atención, era la expresión de pánico y que todos estaban
con la boca abierta. Traían en las manos todo tipo de piedras y
palos. Mientras dudaban de si entrar o no a nuestro patio, seguían
gritando y agitando sus armas. En eso, un chico de repente lazó
una pedrada y en el lugar en que cayó vi finalmente algo que no
quería ver. Había algo que venía reptando lentamente. Al ojo,
era una culebra que medía mucho más que un adulto. Al ver esa
asquerosa culebra que hacía brillar sus amarillas escamas con cada
movimiento, recordé vagamente el ruido de la noche anterior y
se me llegaron a paralizar las pantorrillas. Sin embargo por ser
yo un simple niño, luego de superado el pánico, pasé a ser uno
más de los chicos de la pandilla que estaban tan alborotados. Ellos
no podían controlar sus sentimientos instintivos de adversión y
destrucción que en esos momentos los excitaba. Yo, rápidamente
me fui al cobertizo y agarré con mis dos manos en alto, el palo del
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cargador, con el cual mataría a la culebra si se trataba de acercar
a mí. En eso, alguien me agarró las manos con mucha fuerza, al
voltearme me di cuenta que era mi abuela materna. En ese instante
a mi espalda, se oyó un grito desgarrador.
-¡Ah!
Entonces, vi a mi otra abuela que al gritar caía desmay-
ada como si un traje viejo se desplomara del colgador. Mi abuela
materna me quitó el palo de las manos. Aunque no dijo ni una
palabra, su fiera mirada era suficiente para que me sintiera muy
amonestado.
Por la inesperada aparición de la culebra, en un instante
nuestra casa se convirtió en un alboroto. El mayor problema era
el desmayo de la abuela. Todos nos preocupamos de ella, dándole masajes en los pies y manos, echándole agua fría en la cara y
rogábamos a Dios muy preocupados para que recuperara pronto
la conciencia. Los vecinos del pueblo, que ya se habían retirado,
nuevamente empezaron a reunirse y con sus murmullos, aumentó
aún más la confusión. Todos estaban desconcertados sin saber qué
hacer, la única que estaba en su pleno juicio era mi abuela materna.
Ella, como si tuviera un plan preconcebido, con una tranquilidad
sorprendente fue arreglando las cosas una por una. Lo primero,
fue pedir a los curiosos que se retiraran. Con la ayuda del representante del pueblo y el padre de un amigo, lograron finalmente
echar a todos los curiosos y cerrar firmemente el portón. Los que
quedaron afuera, se dirigieron hacia el cerco donde estaba el árbol
de caqui. La culebra aprovechándose que el alboroto llegaba al
clímax, pasó por un surco en el sembradillo entre las malvas y
lechugas, para ir a posarse en el caqui. Enrolló su escamoso y
amarillento cuerpo en las ramas del árbol, haciendo vibrar su fina
y afilada lengueta como un alambre de púas. Debido a alguna de
las pedradas, la parte de la cola le quedó pegada en un hilo y se
movía en discordancia con el resto del cuerpo. Los chicos aún muy
excitados, se dirigieron hasta el árbol y seguían lanzándole piedras
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Acerca del mundo literario de Yun Heunggil
y palos.
-¡Malditos! ¿Quién es el que sigue tirando pedradas?-
gritó con voz severa la abuela. Los chicos inmediatamente dejaron
de lanzar piedras. Luego la abuela lentamente empezó a caminar
hacia el árbol. Se paró justamente bajo el caqui donde estaba muy
aferrada la culebra y al ver que no pasaba nada, toda la concurrencia que observaba casi sin aliento, dio un suspiro de alivio. A pesar
de que la culebra la amenazaba con sus chispeantes ojos y movía
la cabeza como en posición de ataque, la abuela no sentía el más
mínimo temor. Ella puso sus manos como en plegaria.
-¡Ay, hombre! ¡No te has podido olvidar de la familia y
has venido desde tan lejos!- dijo con una voz muy dulce como canción de cuna dirigiéndose a la culebra. Al escuchar eso, alguien dio
una carcajada. La abuela frunció el ceño dando una mirada muy
hosca.
-¿Quién es el destripado maldito que se burla entre la
multitud? ¿Quién es? ¡Salga pronto! ¡Merece morir a palos!
Con el grito que dio la abuela, nadie fue capaz de decir ni
pío. Ella se volteó nuevamente hacia la culebra.
-Como puedes haber visto, tu madre aún está muy vigo-
rosa, al igual que el resto de la familia. Por eso, no te preocupes de
la familia y ve a donde tienes que ir.
La culebra ni siquiera se movió. Sólo levantó la cabeza
unas dos veces y agitó la afilada lengua.
-El lugar donde tienes que ir está muy lejos, es mejor que
no te quedes por aquí dando vueltas. No te sirve de nada. No. Te
comprendo muy bien, pero tienes que pensar en la familia. Si tu
madre te viera, ¡cuán triste se sentiría!
La abuela dirigía la mirada hacia arriba y hablaba tran-
quilamente como si lo hiciera con una persona. Aunque lo pedía
con muchas ansias e insistentemente, la culebra ni se inmutó. Una
mujer que estaba al otro lado de la cerca a quien no se le podía
ver y sólo se escuchaba su voz, le enseñó una buena manera de
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corretear a la culebra. Le gritó que quemara pelo e hiciera oler el
humo a la culebra. Por orden de mi abuela materna, fui corriendo a
la habitación de mi otra abuela para recoger su cabello.
La abuela estaba acostada muy rígida como un cadáver
en el suelo. Aunque ya respiraba bien, todavía no recobraba
completamente la conciencia. Toda la familia estaba a su alrededor,
solamente esperando que llegara pronto el médico. Yo les conté
rápidamente el asunto, pero al parecer nadie logró entenderme.
Me tardé mucho en hacerles entender para qué necesitaba el pelo
de la abuela. Mi tía paterna tardó mucho en peinar a la abuela que
no estaba del todo conciente. Después de peinarla varias veces,
sacó un manojo de pelo canoso que me dio. No sé cuándo tuvo
tiempo la abuela que estaba afuera, pero al llegar, ya estaba arreglando algunas comidas como ofrendas. Se veían fritos de calabaza,
helecho cocido y un tiesto con agua pura y fría, después de que
dejé el cabello en el suelo, la abuela dirigió la mirada hacia el viejo
árbol.
[Lluvias]
Seúl: Minumsa, 2001.
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Voces del autor y de la crítica
„En primer plano, escribo como confesión. La confesión no es
únicamente la confesión religiosa, o sea la confesión de culpas y
pecados en la iglesia. La confesión literaria es múltiple y compleja
en su estructura. No sólo abarca la culpa y el pecado, pues incluye
la expresión de más cosas, como complejos de inferioridad, heridas
y lesiones, pobreza, tristeza y soledad, vergüenza y dolor.“
- YUN Heungil, en: “Hanguk Ilbo” del 24.2.2002.
„YUN Heunggil describe un mundo de tradiciones étnicas que
tiene su fundamento en los instintos primarios y en los sentimientos, correspondiendo con lo que manifiestan figuras tales como la
de una abuela en “Luvias“ que se comunica con una serpiente o
la madre de Kûmsun en “El mar de la revelación“. En el ámbito
de vida de las mujeres, que a pesar de ser ingenuas, débiles y que
siempre estuvieron oprimidas a lo largo de la historia, gozan de
una vitalidad estrechamente ligada a la tierra, YUN Heunggil ve la
existencia de cierta ley, según la cual, todas las desgracias y todas
las tragedias se superan de forma positiva.”
- HWANG Jong-Yeon, „El arduo camino de la novela que sueña con la proximidad humana“, en: “Mundo de Autores”, edición 20, 1993.
“Se puede decir que “Lluvias“ determinó el punto de partida de
YUN Heunggil. Y seguro no es exagerado mencionar que “Lluvias“ y “La casa del ocaso“ conforman asimismo el centro de
la creación literaria de YUN. Ya que luego de la publicación de
ambas obras, el autor mereció la atención del mundo literario por
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primera vez. Demostró su gran entendimiento de la historia y las
variaciones de narración que esto genera en sus relatos. “Lluvias“,
en donde el autor presenta una época de la historia coreana por
medio de una narración sobre la creencia rural, la tradición del
amor materno y una niñez llena de dolor, no sólo vale como la
obra sobresaliente de YUN Heunggil en especial, sino que puede
citarse, en general, como la obra maestra de la narrativa coreana.“
- KIM Chi-Su, „Tres obras de YUN Heunggil“, en: „ La tercera generación
de literatura coreana“. YUN Heunggil, editorial Samsung, 1983, pag. 24
[El hombre que legó nueve pares de zapatos]
Seúl: Munhak Kwa Jisung Sa, 1977.
[El camino a Soradan]
Seúl: Changbi, 2003.
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Acerca del mundo literario de Yun Heunggil
Biografía
YUN Heunggil nació en 1942 en una aldea de la provincia
Cholabukdo ubicada al Sur de Corea. Se crió en condiciones
humildes, pero conoció la fascinación y magia de la naturaleza,
encontrándose siempre en la inmedianía del mundo de las mujeres
ancianas, sus costumbres y tradiciones, lo que le aportó un lenguaje y una narrativa genuinos. Durante su juventud, YUN Heunggil
fue por mal camino viviendo, por una época, en la marginalidad
de la sociedad. La experiencia personal de extrema indigencia
conformó el trasfondo de su capacidad de diseñar el contorno fidedigno “del olor y de los sentimientos de las personas que tienen
su raigambre en el suelo que llamamos pobreza“.
YUN estudió pedagogía y luego de egresar, enseñó en una escuela
provincial. Allí comenzó con sus primeros trabajos literarios. En
1968 logró, a través de la publicación de un cuento corto con
leves rasgos autobiográficos, el reconocimiento dentro del mundo
literario. Entonces estudió literatura coreana en la Universidad
de Wonkwang, y al recibirse se desempeñó como profesor en un
colegio privado. Cuando lo despidieron volvió a comenzar para él
una árdua época de penurias pecuniarias. Substitía, a duras penas,
como escritor desconocido, hasta publicar, en 1976, su primer
libro de cuentos “La casa en el ocaso“. El año siguiente fue muy
propicio para YUN Heunggil. Aparecieron once cuentos cortos,
entre ellos “El hombre que legó nueve pares de zapatos“. También
salió la primer novela de YUN titulada “El mar de la revelación“.
Durante los años ochenta escribió las novelas “Mi madre“ y “El
brazal“. Actualmente, YUN Heuggil vive, ya desde hace mucho,
como escritor en Seúl.
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Bibliografía
Obras
[Lluvias] Seúl: Eul Yoo, 1974
[La casa en el ocaso] Seúl: Munhak Kwa Jisung Sa, 1976
[El hombre que legó nueve pares de zapatos] Seúl: Munhak Kwa
Jisung Sa,1977
[El mar de la revelación] Seúl: Munhak Kwa Jisung Sa, 1978
[¿Cuándo sale el arcoiris?] Seúl: Chanbi, 1979
[Mi madre] Seúl: Samsung, 1982
[El brazal] Seúl: Hyundae Munhak, 1983
[Los Ángeles para los soñadores] Seúl: Munhak Kwa Jisung Sa,
1987
[Los días triviales de la familia Dalguks] Seúl: Jakkajungsin, 1993
[La guadaña] Seúl: Munhakdongne, 1995
[Cómo caminar por el medio del chorro] Seúl: Hyundae Munhak,
1997
[El camino a Soradan] Seúl: Changbi, 2003
[¿Paraísos? ¿Ángeles?] Seúl: Minumsa, 2003
Traducciones
Alemán
[Meine Mutter] en: Hefte für ostasiatische Literatur N° 3, 1994
[Regenzeit] en: Die kleine Schamanin, Munich: Marino, 1998
[El hombre que legó nueve pares de zapatos] Bielefeld: Pendragon, 2005
Inglés
[The Rainy Spell and other Korean Stories] Winfield: Onyx Press,
1983
[The House of Twilight] Londres: Readers International, 1989
[The Rainy Spell and other Korean Stories] Nueva York.: M. E.
14
Sharpe, 1998
[The Rainy Spell] Seúl: Jimoondang, 2002
Francés
[La Mère] París: Philippe Picquier, 1994
[Los Ángeles d´un reveur] París: Philippe Picquier, 1997
[La Mousson nouvelles] Marsella: Autres Temps, 2004
Español
[Lluvias] (versión traducida)
Japonés
[Lluvias]Tokyo;Tokyo daily press, 1979
ÍNDICE
1
Acerca del mundo literario de YUN Heuggil:
La dialéctica de la historia y el presente
2
Acerca del cuento
Lluvias
3
Extractos
Lluvias
4
Voces del autor y de la crítica
5
Biografía
6
Bibliografía
CONTENIDO
Fotografía
HAN Youngghee
Texto
SON Jeong-soo
Traducción
Juana y Tobias Burghardt
15
Yun Heunggil
Korea Literature Translation Institute
LTI Korea, 108-5 Samseong-dong, Gangnam-gu, Seoul, Korea
Tel +82 2 6919 7700 Fax +82 2 3448 4247
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