Formación igual, trabajo desigual

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Formación igual, trabajo desigual1.
Valentina Fernández Vargas. Investigadora Científica de la Unidad de Políticas Comparadas
del CSIC. Profesora Honoraria del Departamento de Historia Contemporánea de la UAM.
El pasado 24 de octubre se cumplieron 20 años de la creación del Instituto de la Mujer y acaba
de ser aprobado el IV Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres cuyo lema
es, precisamente, la necesidad - a estas alturas de la historia y en Europa2 - de que a igual trabajo
haya igual salario.
Circunstancias ambas que reflejan, sin lugar a dudas, que la sociedad española reconoce - y
acepta - que la desigualdad social y económica entre hombres y mujeres es una realidad
indiscutible contra la que es preciso arbitrar medidas específicas pues la igualdad jurídica,
imperativo constitucional3, con ser un punto de partida imprescindible, no actúa de forma
automática.
Existe, pues, una interacción - perversa en este caso - entre la realidad social y la situación real
de muchas de las ciudadanas que la conforman. Y existe, en consecuencia, una voluntad
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Este texto es solo material de discusión para la sesión del mismo nombre de la IIIª Semana de la Ciencia.
Madrid 7 de noviembre de 2003
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Esto sin olvidar que en diciembre de 1931, cuando la IIª República promulgue su Constitución, las
españolas verán reconocido su derecho a votar. Las francesas e italianas, por ejemplo, lo verían reconocido al final de
la IIª Guerra Mundial, con el triunfo de los Aliados, en cuyas filas lucharon tantos republicanos españoles. Guerra
cuyos planteamientos ideológicos eran análogos a los republicanos españoles que entre 1936-1939 mantuvieron en
solitario,la Guerra de España, banco de pruebas y prólogo de la IIª Guerra Mundial. Por supuesto, no ignoramos que
en 1939 los españoles vieron anulados todos sus derechos democráticos, recuperados en 1978 cuando se promulgue la
Constitución hoy vigente.
Querríamos hacer hincapié en lo que tantas veces hechos escrito en el sentido de que las españoles perdieron la guerra
por partida doble, pues, además se vieron relegadas a una posición social digamos subalterna
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Recordemos que el art. 14 de la Constitución de 1978 afirma: Los españoles son iguales ante la ley, sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón e nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra
condición o circunstancia personal o social. Hervada J. Zumaquero J,M. Textos Constitucionales españoles (18081978). Pamplona EUNSA1980 pág.369
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colectiva, al menos teórica, por modificarla.
Y es por esto que se constituye la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas de la que
formo parte.
La sensibilización frente a esta problemática ha motivado, igualmente, que la IIIª Semana de la
Ciencia haya considerado pertinente abrir este Foro para que podamos exponer nuestra
problemática.
Problemática que espero haber planteado con claridad desde el título de mi exposición.
Haré una última consideración general: al plantear cuestiones como la que ahora nos ocupa suele
hablarse de la reciente incorporación de la mujer al trabajo generalización que, en mi opinión,
es una falacia pues lo que constituye un fenómeno reciente, aunque ya un tanto añoso, es la
incorporación de las mujeres a un mercado laboral cualificado pues, desde los tiempos más
remotos, y en todas las sociedades, ha habido campesinas - la agricultura y la alfarería parecen
ser inventos femeninos - artesanas, trabajadoras domesticas u obreras.
También quisiera insistir en la conveniencia de hablar de mujeres, mejor que de mujer, pues,
evidentemente, nos encontramos ante un colectivo muy diverso.
Dicho esto, parece ya innecesario señalar que me voy a centras solo, o mejor dicho, sobre todo
en el colectivo de las científicas y tecnólogas.
Las niñas, las adolescentes, las jóvenes, las mujeres cursamos los mismos estudios que nuestros
compañeros pero, cuando damos el salto al mercado de trabajo la igualdad, tónica general en el
mundo escolar cualquiera que fuera su nivel, se quiebra.
Los méritos académicos adquieren distinta consideración.
Y la única explicación plausible es aquella que recurre al sistema de valores imperante en la
sociedad la cual, qué duda cabe, sigue muy lastrada por la consideración de que la familia en sus
aspectos más domésticos y privados es un asunto femenino. En tanto que se adjudican al hombre
los concernientes a su economía, los que se encuentran más ligados a la consideración externa.
Es por esto que un hombre casado se valora como una persona responsable. En tanto que una
mujer en la misma situación se considera como una trabajadora que puede no cumplir, o
descuidar, sus compromisos laborales impelida por el cuidado de los hijos, por sus compromisos
domésticos. Todo esto a pesar de que estadísticas europeas señalan que el absentismo laboral
femenino puede ser hasta un 5 % inferior al masculino
O, se la puede considerar como una trabajadora a la que las cuestiones familiares y el salario
del marido permiten mantener en una situación no tan relevante como la que obstenta un varón
con méritos homólogos
No es raro que algunas mujeres, divididas por la doble dedicación acepten tal situación, o
renuncien a postular puestos que exigen una gran disponibilidad personal.
Tampoco podemos olvidar que aquellas mujeres que no tienen cargas familiares, que son
autónomas, pueden ver frenada su carrera por argumentaciones basadas en el hecho de que su
situación personal la permite vivir con menos dinero pues las mujeres se organizan mejor.
Argumentación que en ningún caso se esgrime referida a hombres en estas mismas
circunstancias.
Situaciones todas estas que hace años he definido de machismo sutil y que considero correlato
de lo que he denominado feminismo difuso, que no sería más que la aceptación general e
implícita de la igualdad entre géneros.
Parece indiscutible, al principio daba algunos argumentos al respecto, de que se trata de dos
actitudes sociales que de forma más o menos acusada permean a la sociedad española actual.
Pero no solo a la española. Puesto que ya ha intervenido nuestra Presidenta y a continuación lo
hará doña Carmen Vela no me parece pertinente realizar comparaciones a nivel internacional.
Aunque si haré referencias puntuales a la situación en España y desde ahora adelanto que en mi
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opinión , no siempre aprovechamos las posibilidades que nos brinda nuestra pertenencia a la
Comunidad Europea. Y a toda su legislación a favor de las mujeres.
Aunque si avanzaré que se ha calculado que la situación salarial de las españoles es un 30 %
inferior a la de los varones.
Es indiscutible que la conciliación de la vida laboral y familiar es el gran reto de las sociedades
desarrolladas y, más aún, el de las europeas insertas en el Estado del bienestar. Pero es también,
un reto mejor o peor solucionado pues si el estado sueco, el alemán o el francés, detentan sus
cotas más altas, en España que apenas accede a tal sistema en la década de los ochenta del siglo
XX, se corre el peligro de verle morir cuando apenas se iniciaba.
Y ello, a pesar de que como bien sabemos todas nosotras, el progreso es acelerado.
Puede decirse que aquellas españolas recién incorporadas a trabajos de alta calificación han
enfrentado el reto de la conciliación laboral y familiar de forma personalizada.
Recordemos que en Suecia, por ejemplo las escuelas infantiles están abiertas de 7 de la mañana a
9 de la noche.
Veamos algunos de los problemas que esta situación suscita.
En primer lugar, toda vez que el reloj biológico de las mujeres coincide con los años de
formación académica y profesional, con el inicio de la vida laboral, estas se encuentran - nos
encontramos - enfrentadas a una elección que por supuesto afecta a los hombres pero no de
forma tan aguda.
El hecho de que en España haya una natalidad de las más bajas del mundo, que la recuperación
actual se relacione con las emigrantes que, por cierto, no suelen desempeñar trabajos de alta
calificación, tiene una de sus explicaciones en esta disyuntiva que sería reflejada de forma muy
reveladora si, por ejemplo, contáramos con series desagregadas por profesiones y por grupos de
edad.
El número creciente de mujeres autónomas o independientes, sin pareja - el calificativo de solas
me parece improcedente por su carga social negativa - que buscan un hijo biológico o adoptado,
puede tener una de sus motivaciones en la presión laboral que han soportado, en las elecciones
que han tenido que realizar a lo largo de su vida.
No ignoramos que la vida, la de las mujeres y la de los hombres, está jalonada de elecciones - y
que elegir es, también, renunciar - pero creemos que las presiones, en todos los terrenos a las que
están sometidas las mujeres son infinitamente más graves que las que afectan a los hombres.
Ahora bien, tampoco ignoramos que es más que frecuente que alegaciones como las que ahora
estamos manteniendo suelen ser calificadas de quejas que buscan la conmiseración, cuando no
situaciones de privilegio. Y ahí están todas las críticas realizadas a las políticas de discriminación
positiva.
Nada más lejos de nuestras intenciones. Como toda científica sabe el primer estadio de cualquier
investigación consiste en delimitar en definir, el estado de la cuestión. Y eso es lo que estamos
haciendo.
A continuación demos el segundo paso que, en esta ocasión sería reivindicar políticas y
condiciones que permitan corregir tales disfunciones. Y aquí sería donde hay que insertar, o
acudir, a la legislación española y europea a la que me refería con anterioridad.
Disfunciones , discriminaciones, injusticias que, en primer lugar afectan a muchas científicas y
tecnólogas de forma personal y concreta pero que, también repercuten negativamente, en toda la
sociedad. La suma de ambos factores es lo que nos ha reunido hoy aquí.
Me explico, ya he mencionado el descenso de la natalidad en España; una de sus más graves
consecuencias sociales, ya a medio plazo, puede radicar en que la sustitución demográfica y
laboral sea tan precaria que ponga en peligro a todo nuestro sistema público: desde el pago de
pensiones al mantenimiento de la sanidad pública.
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Sistema que, no lo olvidemos, no es gratuito como a veces se oye decir sino solidario; en el que
los grupos productivos asumen, vía impuestos, gastos generales propios pero también de
ancianos y niños.
Y en este sistema productivo desarrollado, único que puede dar posibilidad real al Estado del
bienestar nuestro trabajo, es decir todo el sistema de I+D es determinante.
Si hago mención explicita a esta correlación se debe, básicamente, al hecho de que en Estados
Unidos cuyo nivel de I+D es envidiado y envidiable, se ha calculado que “ un millón de
estadounidenses pierden su cobertura sanitaria cada año, con un coste humano muy importante
como consecuencia de la inhabilidad de un número creciente de estadounidenses de poder tener
acceso a los servicios sanitarios. 60.000 personas mueren al año en EE.UU.. por falta de atención
medica4".
Se impone pues, una actuación generalizada cuyo objetivo no puede ser otro que implementar las
inversiones en I +D para que sus resultados mejoren la calidad de vida de toda la ciudadanía y,
paralelamente, la de los trabajadores, la de las trabajadoras del sector.
Si hacemos mención explicita de esta correlación se debe a que según escribe el profesor
Navarro en el artículo que acabamos de citar, el gasto privado de una familia media española
para subvenir a digamos servicios privados, supone un porcentaje mayor de su renta disponible
que el emplea una familia sueca en impuestos para sus servicios públicos.
Y como tanta veces se repite, los impuestos en Suecia son elevadísimos.
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Navarro V. Crisis económica y gasto público. La situación en Europa. En Temas para el debate. nº 105-06.
Agosto-septiembre de 2003
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Pero volvamos a l núcleo de nuestra exposición en la que, evidentemente, situaremos el énfasis
en las investigadoras científicas y tecnólogas sean funcionarias, laborales o en precario.Se ha
dicho hasta la saciedad que en este momento España cuenta con la sociedad más cualificada de
su historia. Todas sabemos, por experiencia, hasta qué punto esta afirmación es cierta en nuestro
ámbito laboral5.
Se ha dicho también hasta la saciedad que ninguna sociedad puede prescindir para su desarrollo
social y económico de sectores de su población por razón de su sexo. O de su género.
Todas sabemos hasta qué punto las indiscutibles diferencias biológicas siguen generando
discutibles diferencias sociales y económicas.
Ya he mencionado la creciente feminización de la función pública cuya explicación última, sobre
todo en determinadas áreas tiene, en mi opinión, una motivación generalizable: en principio, las
funcionarias - y los funcionarios - están insertos en un marco jurídico/laboral más objetivo y
estable que el de la empresa privada.En otras palabras, y volviendo a la función pública, ninguna
funcionaria será despedida por estar embarazada y sus horarios de trabajo y vacacionales están
perfectamente definidos.
Esta puede ser, en mi opinión, una de las explicaciones básicas a la hora de interpretar que las
mujeres representen, representemos, el 51,93 % del colectivo; en tanto que en el sector privado
descienden hasta el 37,1 %.
Por las características de esta reunión ni planteo la situación generada por el autoempleo.
Aunque si recordaré que el 26 4,% de las empresarias son mujeres
Esto se escribía con anterioridad al miércoles 5, fecha en el que el diario El País recogía la
noticia de que la Universidad Privada Camilo José Cela atorgaba una cátedra al director de la
Empresa que la fianza. Toda vez que, según la noticia la persona propuesta es un científico de
reconocido prestigio en el campo de las biotecnología y genómica, parece que se trata de una
situación, novedosa en España pero comprensible en el ámbito de la Enseñanza Superior Privada
a que está referida.
Pero volvamos a nuestro objetivo fundamental, y reconozcamos que si en la Función Publica hay
unas normas generales objetivas, otra cosa es y apelaré nuevamente al machismo sutil la
comodidad, o incomodidad inducida que pueda rodear el trabajo cotidiano de algunas
funcionarias,y a sus posibilidades reales de promoción de acceder a los llamados puestos de
libre designación
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Por ejemplo, en el año 2002, el 53 % de los estudiantes universitarios eran mujeres, en tanto que si en 1986
el 2,3% de los hombres y el 5,4% de las mujeres eran analfabetos, en tanto que hoy lo son el 4,3% de las mujeres y el
1,9 % de los hombres. Quiero recordar que en la década de los 80 se puso en marcha el denominado Plan para la
Alfabetización de Adultos que hizo descender el analfabetismo de forma espectacular.
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Pese a que soy una de las coordinadoras y autoras permítaseme decir que El nº679-680 de
Arbor6 proporciona una visión excelente sobre la cuestión. Al igual que la página web del CSIC
Ahora bien, diré también, que desde el verano del año 2002 a hoy, al menos en el Consejo ha
habido alguna variación favorable, y aquí me parece de justicia mencionar al ex- Presidente
Tarrach y a la Comisión de mujeres por él impulsada y de la que tuve el honor de pertenecer
durante su primera etapa.
En este momento en el Consejo Contamos con dos Vicepresidentas: La doctora Manuela Juárez
Vicepresidenta de Investigación Científica y Técnica, y la doctora Montserrat Garmendio
Vicepresidenta de Investigación Científica y Técnica.
Hay, igualmente, Dos Vocales asesoras: Las Doctoras Teresa Mendizabal, en la Asesoria del
Presidente, y Montserrat Torner, responsable de Relaciones Internacionales.
Que la situación no es la idónea, parece indiscutible, pero también parece indiscutible que el
cambio ha de ser impulsado desde diversas instancias entre entre ellas, Asociaciones y
Actividades como las que ahora nos han reunido.
Pero diré más; todas podemos referir, situaciones, más o menos cercanas en las que la deseable
igualdad se ha roto, y puesto que somos científicas no vamos a negar que la ruptura puede
producirse en contra de mujeres, lo más frecuente, pero también de hombres pues como he
escrito en el ya citado monográfico de Arbor los grupos de trabajo, las escuelas, exigen
determinadas afinidades que impelen a preferir incorporar a una mujer afín, antes que a un
hombre que no lo sea, o que no lo sea tanto.
Proponemos pues, que en el Consejo,en su Organismo Central y en las Delegaciones de las
diversas Autonomías se implante la figura del Defensor de la Igualdad, figura objetiva a la que se
pudiera acudir en caso de conflicto. Puesto que, en nuestra opinión, tendría que ser desempeñado
por un Técnico de la Administración Civil, pues las apelaciones que ante él se presentaran
podemos aventurar que estarían sobre todo, referidas a cuestiones laborales,administrativas.
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Fernández Vargas V. y Santesmases Mª J.. (ED.) Ciencia y Tecnología en el CSIC: Una visión de género.
Arbor Madrid. Julio-agosto 2002, nº 679-680
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