PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA Y ARQUEOLOGÍA. FUENTES DE CONOCIMIENTO. TEMAS 7 Y 8 PRIMERA EVALUACIÓN. INTRODUCCIÓN: Las fuentes históricas constituyen la materia prima de la historia. Son fuentes aquellos materiales que aportan información histórica significativa. La labor del historiador es trabajar con ellas: interrogarlas, contrastarlas, analizarlas…para extraer la mayor información posible de su estudio, por ello se denominan fuentes de conocimiento. Aunque todas podrían englobarse en el término materiales, por el soporte en el que se presentan, la diferencia bien dada por la forma en que se transmite la información. Fuentes de conocimiento: Materiales, escritas, orales y visuales TEMA 7. FUENTES DE CONOCIMIENTO 1: MATERIALES Las fuentes para el estudio de la historia de este periodo, el más extenso a tratar, son de muy diversa índole, en este apartado trataremos las fuentes materiales, aquellas que se refieren al “material arqueológico”: vestigios de la cultura material. Son aquellas que transmiten información por medio de la forma, posición y función de un producto humano o de un elemento natural modificado. Comprende el estudio de todos los aspectos materiales de la organización social y se incluyen testimonios muy diversos, que van desde los enseres domésticos, como vajillas, utensilios, mobiliario; los derivados de actividades artesanales, como talleres de hueso o alfares y también restos de actividad doméstica y productiva como vertederos, escorias metálicas...; de actividades agrícolas como almacenamiento de grano o elaboración de vino o aceite, o actividades ganaderas, como aperos de labranza; los restos de viviendas, de pavimentos como mosaicos, calles, abastecimientos (presas, canalizaciones, acueductos…) edificios públicos (termas, teatros, circos, templos…) espacios productivos, explotaciones mineras u hornos de fundición; enterramientos con gran variedad de tipologías, construcciones, rituales, ajuares, etc. Los asentamientos, y en general el territorio. A la recuperación de hallazgos tan diversos se añade el problema de la restauración que en muchos casos debe realizarse in situ para evitar su deterioro. Mención aparte merece la arqueología subacuática, para la recuperación de pecios. Todos estos materiales dentro de su contexto nos iluminan sobre la actividad humana: los asentamientos, la economía, las prácticas funerarias, la religiosidad, el ocio, el territorio, los intercambios, etc. Dentro de un marco cronológico que el historiador interpretará a partir de estos materiales. Es necesario realizar la excavación y la recogida de materiales con rigor y documentar todo con precisión para evitar una interpretación errónea. LA ARQUEOLOGÍA: El propósito de la Arqueología es el conocimiento histórico de las sociedades del pasado mediante sus fuentes materiales. La Arqueología se ocupa de los vestigios obtenidos en las excavaciones (obtención, clasificación y estudio) y también de numerosos restos muebles e inmuebles que nunca estuvieron enterrados (como el Camafeo de Francia o la Alhambra de Granada). Por tanto son fuentes arqueológicas todas aquellas susceptibles de ser estudiadas con la metodología arqueológica y no sólo las obtenidas con una de sus técnicas. Por otra parte, no todas las fuentes materiales son arqueológicas y además la Arqueología utiliza también fuentes de otro tipo como las escritas, orales y visuales. Además hay fuentes de naturaleza mixta como es el caso de las fuentes epigráficas o de las iconográficas. En cuanto a tratamiento y edición, las fuentes arqueológicas plantean unos problemas particulares. La arqueología obtiene y elabora sus propios documentos a partir de unos procedimientos técnicos específicos. Las fuentes arqueológicas se construyen a medida que se investiga, ya que cada nueva intervención se convierte en un nuevo documento, aun que también en uno menos en los casos de exhumación, porque el proceso es irrepetible e irreversible. Por tanto debe existir rigor técnico, y el arqueólogo debe publicar la documentación íntegra y no una elaboración histórica propia del investigador. Una divulgación adecuada, convierte a las fuentes arqueológicas en fuentes escritas que permiten su utilización posterior por otros investigadores. MATERIALES ARQUEOLÓGICOS El concepto de -material arqueológico-, ha ido variando con el tiempo: en un primer momento se limitaba a objetos antiguos con valor estético (exótico y precioso, relacionado con el coleccionismo) A finales del siglo XVII se identificó con los monumentos de la Antigüedad. Durante el siglo XIX comenzaron a considerarse “monumentos” todos los restos materiales antiguos, independientemente de su valor artístico. En el siglo XX se consolida el concepto de “cultura material” para denominar todas las manifestaciones humanas incluyendo testimonios que van desde los modestos enseres domésticos a los edificios monumentales. También se considera documentación material toda la información arqueológica sobre la actividad social que se obtiene indirectamente a través de procedimientos fisicoquímicos, mediante pruebas genéticas, análisis polínicos, las señales de desgaste, C14… De forma que lo que interesa al arqueólogo actual no son tanto los objetos y edificios como sus relaciones contextuales y estratigráficas o sus transformaciones temporales. LAS FUENTES ARTÍSTICAS. EL PROBLEMA DE LA ARQUITECTURA. Las obras artísticas, tanto las llamadas artes mayores: arquitectura, escultura o pintura, como las artes menores o aplicadas: orfebrería, ebanistería, textiles, vidrio, toréutica, eboraria, etc. Son también fuentes materiales, documentos históricos que contienen información de una determinada sociedad, que puede ilustrar tanto el mundo ideal como el universo material de la época en que fue realizada. La doble naturaleza, monumental y documental de las fuentes artísticas hace necesario un comentario sobre el problema que entraña la restauración de ciertas obras del pasado, especialmente a la arquitectura, ya que los edificios son contenedores funcionales con valor estético. Así mientras la restauración de un cuadro o una talla raramente se plantea como un acto de creación artística, la intervención sobre un edificio o sus ruinas siempre entraña planteamientos estéticos, lo que puede suscitar conflictos entre arqueólogos y arquitectos. Los primeros son acusados de fetichistas de las ruinas por los segundos, que reclaman el derecho a recrear en el presente las obras artísticas del pasado. Por el contrario, los arqueólogos esgrimen el deber de conservar el pasado. Un segundo problema es el que emana de la propia naturaleza histórica del monumento arquitectónico. El monumento en sí es una historia edificada. La restauración significa optar por fijar una sola de sus fases históricas y esta decisión implicará la transformación del documento. En cualquier caso, antes de toda intervención, el edificio debe estudiarse con lo que su interés documental quedará salvaguardado para el futuro. TEMA 8. FUENTES DE CONOCIMIENTO 2: ESCRITAS, ORALES Y VISUALES 1.- FUENTES ESCRITAS. El concepto de fuente escrita engloba a todas aquellas formas de documentación histórica en las que la información se transmite mediante la escritura. Se suelen denominar fuentes documentales y se han considerado tradicionalmente las fuentes primarias del conocimiento histórico. A las fuentes literarias, que son la base de la investigación en Historia Antigua, le siguen la epigrafía y la numismática. Conocer la obra de historiadores y geógrafos griegos y romanos así como los testimonios procedentes de Egipto y Próximo Oriente es fundamental para cualquier investigación en historia antigua y arqueología clásica. El estudio de las fuentes nos lleva a conocer la realidad del mundo antiguo, teniendo en cuenta la ideología que subyace que es también historia. Para ello hay que acudir a todas las formas de manifestación literaria, incluida la épica. También es importante el conocimiento de la lengua original, ya que las traducciones pueden alterar el texto, de ahí la imprescindible colaboración entre el historiador y el filólogo clásico. También será necesario recurrir a la paleografía, para establecer una lectura correcta. La Paleografía es la ciencia de la escritura y su finalidad es triple: leer y descifrar el texto, servir de base a un trabajo historiográfico y conocer el desarrollo y la naturaleza de la escritura en sí misma. Objeto del estudio paleográfico serán todos aquellos materiales que contengan una escritura en ellos. Tradicionalmente se denominaba epigrafía al estudio de las inscripciones sobre materiales duros, como bronce o piedra, y diplomática o paleografía solamente el estudio de los documentos sobre papel, pergamino tablillas enceradas o papiro: materiales que tienen en la escritura su razón de ser. Epigrafía El epígrafe (la inscripción) es fuente escrita y fuente material (La Epigrafía forma parte de los estudios arqueológicos y lingüísticos al mismo tiempo). Como texto informa sobre la administración, la economía, el derecho, la organización social, la religión...; en cuanto material arqueológico es una fuente de gran valor. Son restos materiales susceptibles de ser analizados con procedimientos arqueológicos, también contienen una información en el texto, proporcionando dataciones absolutas cuando están fechados, e informan sobre la cultura (las costumbres funerarias, las preferencias estéticas…) como documentos históricos, fuente directa de la Antigüedad. Esta naturaleza mixta la convierte en una fuente auxiliar básica de la Arqueología, ya que las fuentes epigráficas permiten a demás de datar los monumentos, conocer su función, su costo o su constructor; identificar el nombre de una ciudad; constatar la importancia y extensión del culto a una divinidad, etc. Para acceder a su análisis es necesario tener en cuenta diversos factores: el tipo de soporte (bronce, caliza, cerámica…) los criterios de clasificación de las inscripciones, las técnicas de lectura y de datación y el análisis del contenido. T. Mommsen compiló, a finales del XIX, un corpus monumental de epigrafía latina que constituye la obra capital de esta disciplina, dirigido mayormente al estudio de los aspectos filológicos de las inscripciones y no a los aspectos materiales, formales e históricos. Dentro de la paleografía, La papirología constituye una disciplina científica en sí misma. El lugar de procedencia: Egipto, y las características del soporte: el papiro, a las que se añade la diversidad de sus contenidos (literarios, historiográficos, legislativos, funerarios…) y la evolución de la escritura jeroglífica, inciden en la complejidad de su estudio. Solo a través de fuentes clásicas, como Herodoto, o de textos coptos se podían conocer algunos aspectos del Egipto antiguo. El desciframiento de los jeroglíficos (La piedra de Rosetta, J. F. Champollion, 1822) y numerosos descubrimientos arqueológicos posteriores, han permitido ampliar nuestros conocimientos sobre la historia de Egipto. Para el estudio de las culturas mesopotámicas es imprescindible el conocimiento de la escritura cuneiforme (tablillas de barro, inscripciones en lápidas y monumentos). Anteriormente solo se conocían datos extraídos de la Biblia o de textos clásicos. El desciframiento del fenicio (s. XVIII) también permitió conocer las lenguas semíticas. Las fuentes numismáticas. La Numismática es la disciplina histórica especializada en el conocimiento del pasado a través de las monedas y medallas en todos sus aspectos. Proporciona gran cantidad de datos sobre diversos aspectos del mundo antiguo, el simple uso de la moneda ya denota un alto grado de desarrollo socioeconómico, con comercio a gran escala, y también su uso como medio de propaganda política. Según su definición técnica, moneda es todo objeto, generalmente metálico, de naturaleza y peso determinado, que posee un valor legal como medio de intercambio, garantizado por una marca de autoridad impresa sobre ella, que puede ser la representación de un soberano, o del sello del gobierno, puesto que la acuñación es una prerrogativa que emana de la soberanía y que se vincula al ejercicio de la autoridad política. La moneda es un objeto con valor cronológico que contiene ceca y fecha de acuñación y su aparición en el contexto estratigráfico proporciona una datación relativa de gran valor. La Numismática es al mismo tiempo una disciplina autónoma y un documento arqueológico, ya que son restos materiales que contienen información interna y aportan información externa dentro de un contexto estratigráfico. Además las monedas son también fuentes históricas de naturaleza mixta, que participan de las características de las fuentes materiales, escritas y visuales. La Numismática constituye una importante fuente para la paleografía, la arqueología y la historia del arte. Para la primera, porque la aparición de leyendas bilingües ha permitido el desciframiento o lectura de lenguas antiguas, como la ibérica. Con respecto a la arqueología y al arte, es frecuente que muchas monedas lleven representados monumentos arquitectónicos o famosas esculturas perdidas, de esta forma, las monedas se convierten en fuentes importantes para la reconstrucción de restos materiales desaparecidos. 2.- LAS FUENTES ORALES Las fuentes orales, para el marco cronológico que nos ocupa (prehistoria-historia antigua), son muy restringidas, aunque paradójicamente se trate de un espacio de tiempo en que predominó la transmisión oral. Las fuentes verbales han dando origen a un género documental específico denominado Historia oral. Las fuentes orales deben integrarse en la reconstrucción histórica junto a las fuentes materiales y a las fuentes escritas La Historia oral. En un sentido amplio equivaldría a la historia hablada, el registro de los recuerdos y de las historias de la vida. No se trata de un nuevo género histórico, pero sí una nueva fuente. La tradición oral ha sido un vehículo histórico fundamental de transmisión cultural. En la actualidad el recurso más común es la entrevista grabada, que se archiva como documento oral y que una vez transcrita se convierte en testimonio escrito. Así las fuentes orales se convierten en un instrumento preciso para construir una memoria histórica de la colectividad más allá y contra las censuras, las mutilaciones y las discriminaciones de la oficialidad y de la historiografía tradicional. Las fuentes verbales se incluyen también dentro del campo de estudio de la antropología y de la etnografía y su aplicación al campo de la arqueología. La Etnología es una ciencia social que estudia, compara y describe las sociedades humanas del pasado y del presente y por supuesto utiliza fuentes verbales. El estudio comparado de los pueblos se realiza mediante la observación, la entrevista o la encuesta, con un interés en el trasfondo histórico de las culturas. El deseo de reconstruir los procesos culturales a partir del registro arqueológico propició la búsqueda de nuevos instrumentos teóricos y para ello se recurrió a la analogía etnográfica, basada en el principio formulado por Bindford, (La Nueva Arqueología) de que el estudio del presente permite la comprensión del pasado. De esta confluencia entre la arqueología y la antropología nació la etnoarqueología que se ocupa de establecer las relaciones entre el comportamiento humano y sus residuos tangibles, mediante la observación de grupos actuales, preocupada por comprender qué condiciones deba darse en una cultura para que aparezcan determinados rasgos en su cultura material. 3. LAS FUENTES VISUALES La utilización de la imagen como medio de representación y transmisión de ideas se remonta a los albores de la humanidad. El análisis de las fuentes visuales (dibujos, pinturas, grabados, talla en madera, relieve, códices, mosaicos, esculturas...) constituye una fuente inagotable de análisis histórico. Pero ninguna de estas fuentes reproducen imágenes reales sino apariencias reelaboradas de la realidad. Estas representaciones tienen en muchos casos un sentido convencional, representan imágenes conceptuales y no físicas, o están sujetas a un artificio óptico que logra un efecto tridimensional. Por esta razón no son fuentes visuales en sentido estricto, sino fuentes iconográficas de cuyo estudio se ocupa la iconografía. La primera técnica que reprodujo una imagen real fue la fotografía, que permitió fijar imágenes reales mediante reacciones químicas. La proyección de las primeras imágenes en movimiento supuso el inicio de la revolución de los medios audiovisuales, con el desarrollo del cinematógrafo y la posterior incorporación del sonido y el color. Posteriormente nacieron medios técnicos cada vez más sofisticados como cine, video, CD-ROM, medios digitales... capaces de captar y reproducir las imágenes reales en distintos soportes. Las nuevas tecnologías han convertido la imagen en su principal elemento de comunicación y han puesto al alcance de los historiadores medios de captación trasmisión y conservación de la información hasta ahora insospechados. Hechos como la caída del muro de Berlín dieron la vuelta al mundo en imágenes, por lo que se puede intuir que las fuentes visuales terminarán por constituir la documentación primaria de los historiadores del futuro. Las técnicas audiovisuales permiten también conservar para el futuro imágenes directas de la utilización de objetos que terminarán por desparecer como los instrumentos agrícolas o de técnicas productivas como los oficios artesanales, técnicas de pesca...; medios de transporte, como la navegación a vela o los carros de caballería...; costumbres y modos de vida como las fiestas, ritos..., que han caído en desuso. Así han aparecido géneros específicamente etnográficos, como la fotografía costumbrista, y el documental. Pero la revolución de las fuentes visuales solo ha comenzado y aún es necesaria la creación de archivos de imágenes locales, (fototecas, videotecas o filmoteca), que garanticen la recopilación y conservación efectiva de estas nuevas fuentes para la Historia. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA: EXCAVACIÓN. TEMAS 9 Y 10 PRIMERA EVALUACIÓN. PROSPECCIÓN Y INTRODUCCIÓN. (EIROA, J.J.: Nociones de Prehistoria general. Ariel, Barcelona 2000) La arqueología es hoy en día una ciencia multidisciplinar, que ha aprovechado ampliamente los avances científicos en beneficio propio, pero sin renunciar a sus propios logros como ciencia. En el aspecto metodológico es donde más se ha renovado en las últimas décadas, superando una etapa anterior en que estuvo más supeditada a otras ciencias como la geología o la antropología. Definición de “método”: procedimiento que se sigue en las ciencias para buscar, hallar y explicar la verdad (no confundir método y técnica. Una técnica es un procedimiento concreto de tratamiento del material -que ha sido previamente reunido de acuerdo a un método-) El método arqueológico acomete el estudio sistemático de los yacimientos y restos arqueológicos, utilizando técnicas de búsqueda y observación (prospecciones y excavaciones), reglas para el razonamiento y formas adecuadas para la comunicación de los resultados, incluyendo, la construcción de teorías. Prospección y excavación (el trabajo de campo) es el punto de partida de un proceso de investigación amplio, donde están implicados procedimientos técnicos diversos para su clasificación, datación e interpretación (tema 11). TEMA 9. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA 1: LA PROSPECCIÓN Prospección: búsqueda, identificación y evaluación del yacimiento arqueológico (lugar natural o artificial donde se encuentran restos materiales de actividades humanas, potencialmente interpretable a través del método arqueológico) procediendo a su documentación y estudio normalizado (croquis, fichas, mapas, fotografías…) Es el primer paso para la identificación y valoración de un yacimiento, generalmente sigue dos etapas: la primera el estudio previo del terreno a través de la toponimia, los datos de la literatura científica, de la historia oral, de la cartografía, de la fotografía aérea, etc. En segundo lugar tras elaborar un plan de trabajo inicial, se traslada un grupo de trabajo al terreno con los medios necesarios para iniciar el trabajo (mapas, GPS, brújula, cámaras…) y decidir la técnica de muestreo más adecuada al yacimiento. La prospección es un trabajo de campo imprescindible para el conocimiento del terreno objeto de investigación. LOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS: TIPOS Y PROCESOS DE FORMACIÓN. Un yacimiento arqueológico, como ya hemos dicho, es aquel lugar donde quedan restos materiales de actividad humana. Estos restos pueden ser visibles, porque están situados sobre la tierra, o no visibles, porque sedimentos formados con posterioridad los cubren por completo. La mayoría de los restos enterrados no serán descubiertos nunca. A pesar de su gran variedad, es posible clasificar los yacimientos arqueológicos en distintos grupos, aunque está división depende mucho de los criterios empleados. Atendiendo al momento en que tuvo lugar la actividad, tendremos una clasificación cronológica, que suele ser la primera en establecerse. Atendiendo a la funcionalidad del espacio: sitio de habitación, de enterramiento, de producción, de caza… En función de su posición geográfica: de montaña, de valle fluvial, de costa, subacuático, en cueva, etc. Por último, sobre su duración: si se trata de un asentamiento temporal, permanente, de corta duración, o lo suficientemente larga como para poder distinguir diferentes períodos en su desarrollo, también se puede hablar de yacimientos estratificados y sin estratificar; alterados o intactos (en la práctica es casi imposible encontrar yacimientos completamente inalterados) En cuanto al tipo de actividad realizada, los sitios de habitat son los más importantes y numerosos. En ellos se realizan la mayoría de los actos cotidianos de la comunidad, el alimento y el descanso, las relaciones sociales, la artesanía... Al comienzo de la prehistoria, toda la actividad dejaba a penas unos pocos restos: unas lascas, unas cenizas, algunos refugios, etc. Tras el Neolítico, los asentamientos se van haciendo más complejos, con viviendas de carácter estable y más variedad de actividades. Otro tipo de yacimiento destacado es el enterramiento. A partir del Paleolítico Medio el hombre comenzó a preocuparse por los difuntos y empleó una cierta energía en protegerlos mediante la excavación de tumbas. Desde una simple fosa hasta extensas las pirámides de Egipto, hay una variada tipología, de tumbas individuales a necrópolis. Por lo general fueron construidos con la intención de perdurar, por eso el contenido de información suele ser muy grande. Otros yacimientos: centros ceremoniales, áreas con manifestaciones artísticas (cuevas, abrigos, o extensas áreas al aire libre…), cazaderos y lugares de despiece de animales, áreas de minería, zonas portuarias, talleres de sílex, barcos hundidos, etc. La inmensa mayoría de los yacimientos están enterrados, gracias a ello se han conservado. La excavación, reconstruirá el proceso que llevó a la formación del “registro” es decir, cómo y por qué se erigieron los restos, se destruyeron y fueron cubiertos por la tierra. ¿CÓMO SE FORMA UN YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO? Para entender cómo una ciudad entera ha quedado sepultada por la tierra hasta desaparecer por completo, o por qué los restos de un grupo de cazadores paleolíticos están a más de diez metros de profundidad, hay que tener en cuenta que el papel humano ha sido por lo menos tan importante como el de los agentes climáticos y atmosféricos. Los procesos de formación son fundamentalmente de tres tipos: físicos, biológicos y culturales. Los primeros se dan siempre, aunque no exista actividad humana ni animal (erosión, traslado y deposición de sedimentos…) Los biológicos corresponden a la actividad de animales. La actividad humana modifica y altera los procesos de sedimentación natural, produciendo en general su aceleración. LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA: PLANTEAMIENTO Y TÉCNICAS Al hablar de prospección nos referimos al conjunto de trabajos previos a la excavación que incluyen sobre todo el estudio de una zona geográfica con el fin de descubrir el mayor número de posibles yacimientos. Hubo un tiempo en el que la tarea fundamental era desenterrar monumentos, y como existían pocos conocimientos, ni la prospección ni la excavación seguían un método pues se buscaba obtener objetos de gran valor, sin interesarse por la investigación y documentación del yacimiento. Tradicionalmente la prospección tenía sentido en función de los yacimientos que se localizaban para su posterior excavación. A partir del desarrollo de la nueva arqueología (años 70 del s. XX) se comienzan a plantear prospecciones sistemáticas. Su importancia va relacionada también con los datos que pueda proporcionar en la catalogación e inventario del patrimonio arqueológico para su conservación y puesta en valor. Actualmente el incremento económico de la excavación ha provocado el replanteamiento de esta tarea, para poder estimar los costes globales y las necesidades organizativas. La tarea de prospección se inicia con un análisis previo de laboratorio que consiste en examinar toda la información recopilada sobre la zona de interés. La lectura de la literatura científica sobre el caso es esencial, así como La observación detallada de los planos topográficos de la zona, estos planos ayudarán a decidir cuáles son las zonas más interesantes. (Cartografía) La siguiente ayuda proviene de la fotografía aérea, que pueden haber sido hechas con destino a la prospección arqueológica únicamente sobre la zona de interés, o bien se puede utilizar parte de la colección general existente para todo el país, realizada con otros fines como la topografía, agrimensura, recursos hidráulicos, etc. En la actualidad se realizan prospecciones arqueológicas enteramente desde el aire y se descubren así un gran número de yacimientos con mucho menor esfuerzo que mediante los recorridos terrestres. Este sistema tiene un elevado coste y es especialmente eficaz en zonas llanas y húmedas y es un método que ha instituido una rama completa de la investigación, la llamada Arqueología aérea. (Las estructuras enterradas se ven mejor desde el aire, el crecimiento diferencial de los cultivos o la diferencia de color en la tierra pueden dar indicaciones al arqueólogo, etc.) Solapando las imágenes fotográficas tendremos una vista estereoscópica que nos permitirá ver la superficie del suelo en relieve, marcándose claramente los accidentes del terreno, con la ayuda de un estereoscopio, o lente binocular. No obstante hay que ser consciente de las limitaciones del método, que sólo nos llevará a descubrir un tipo de yacimientos, dejando de lado otros que habrán de ser localizados en una prospección más detallada y que generalmente incluye Otra labor muy conveniente antes del trabajo de campo se refiere al estudio de la toponimia, los nombres propios de los lugares pueden tener relación con la existencia de yacimientos arqueológicos. Por ejemplo la referencia a los moros: fuente del Moro, Cueva del Moro...A construcciones: Castillejo, Mota o Torrecilla, al igual que los que denominan tesoros: Fuente de la Plata, Malamoneda, el Tesorillo, etc. U otros nombres sugerentes como: Cerro de la Cerámica, Piedra Escrita o la cueva de los Muñecos. Muchos de ellos no vienen indicados en planos topográficos y se habrán de consultar los catastros locales o indagar entre los habitantes del lugar. MUESTREO. Puede prospectarse, una vez delimitada el área, toda la superficie o acudir a estrategias de muestreo probabilístico. Se suele dividir, a partir de la cartografía, la zona objeto de estudio, en cuadrículas o transversos (rectángulos), organizados de forma aleatoria, sistemática (a intervalos regulares) o priorizando determinadas unidades topográficas, geológicas o lógicas (estratificada). La prospección intensiva es el método más adecuado para alcanzar una imagen completa de la historia cultural de una zona concreta. Consiste en la inspección directa y exhaustiva de la superficie del terreno sobre áreas relativamente pequeñas, realizadas por observadores separados a intervalos regulares y utilizando cuadrículas artificiales hasta llegar a controlar parte o la totalidad del territorio de interés. Mediante la prospección intensiva podemos estar seguros de descubrir todos los yacimientos pero el método es tan lento y detallado que sólo es realizable en pequeñas áreas. No obstante, existe una forma de obtener conclusiones generales, extensibles a zonas mayores, a partir de los datos recogidos en la prospección intensiva de áreas pequeñas, mediante la aplicación de la teoría del Muestreo. Si las áreas prospectadas se escogen adecuadamente, de forma que sean representativas del total, entonces es posible la inferencia de la parte por el todo. La forma más adecuada es escoger de forma aleatoria las cuadrículas que se van a prospectar. Este es el muestreo aleatorio simple, es el mejor desde el punto de vista matemático, pero tiene sus inconvenientes, y para superarlos hay que tener en cuenta los datos previos del terreno y seleccionar las cuadrículas. El muestreo sistemático consiste en elegir las cuadrículas separadas a intervalos fijos, de forma que estén todas las partes bien representadas. El margen de error se podría reducir aumentando el tamaño de la muestra, es decir, prospectando más cuadrículas. La aplicación de criterios sistemáticos en las prospecciones ha mostrado claramente su eficacia para descubrir yacimientos. El objetivo de tomar muestras en distintas zonas de superficie es comparar lo hallado en los cuadrados y ver si existen diferencias significativas entre ellos, que puedan indicar distintas áreas funcionales o de diferente cronología. Ello nos permitiría extraer conclusiones importantes sobre el yacimiento sin necesidad de excavar o indicaciones sobre cómo orientar la futura excavación del sitio. Aunque hay que tener en cuenta que no siempre se cumple la condición de que exista una relación entre lo que se ve en la superficie y lo que está enterrado. Con respecto al análisis de los artefactos, parece prudente obtener toda la información posible sobre el terreno y llevarse únicamente aquellas piezas más representativas. El desarrollo de las prospecciones sistemáticas va muy ligado a la arqueología espacial, en la que la estadística y las técnicas cuantitativas aplicadas al análisis de las distribuciones arqueológicas , tanto en términos de elementos, como de asentamientos, representan un papel fundamental. En España la revista Arqueología Espacial contribuyó a divulgar estos nuevos planteamientos en los años ochenta y noventa, desde una perspectiva interdisciplinar, intentando avanzar en una visión global del territorio. Últimamente hablamos de arqueología del paisaje, una de las tendencias más innovadoras de la investigación actual, que engloba diferentes perspectivas, desde las más tradicionales posturas descriptivas a enfoques culturales, económicos, sociales e ideológicos, como forma de interpretación. Otro tipo de información de interés que se ha de tomar sobre el yacimiento es la ambiental-ecológica. Por tratarse de datos no propiamente arqueológicos, muchos de ellos son difíciles de obtener por personas sin formación específica y por ello la presencia de un geólogo es conveniente en los equipos de prospección. También es preciso analizar el entorno natural. Interesan el relieve, el clima, los suelos, los recursos hídricos, el tipo de fauna salvaje y doméstica, la distancia a vías de comunicación, la visibilidad desde el yacimiento de otros lugares cercanos... Cuanto más información nos llevemos del sitio, tanto mejor. A continuación se procedería a la excavación, aunque en la actualidad hay medios para examinar aspectos arqueológicos enterrados sin necesidad de excavar, como son los métodos de prospección geofísica y el análisis de fosfatos. La prospección geofísica consiste en medir ciertas propiedades eléctricas y magnéticas del subsuelo, de forma que las variaciones diferenciales entre unas zonas y otras nos revelen la localización de los restos enterrados. El análisis químico de fosfatos se basa en los diferentes contenidos de fósforo de la tierra, que pueden ser indicativos de distintas actividades humanas. TEMA 10. METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA II: LA EXCAVACIÓN. INTRODUCCIÓN: La única forma de ver qué es lo que queda en realidad, a pesar de la importancia cada vez mayor de la prospección, es la excavación. La excavación permite recuperar sistemáticamente datos arqueológicos, estructuras, artefactos y ecofactos (huesos, maderas, sedimentos, cenizas…), que deben de ser documentados y registrados adecuadamente en su contexto tridimensional. Una excavación arqueológica debe ser diseñada dentro de un proyecto general de investigación y encaminada a contrastar hipótesis de trabajo o solucionar problemáticas concretas, aunque en ocasiones deben realizarse excavaciones de urgencia, debido a la necesidad de proteger algunos yacimientos ante su destrucción (infraestructuras, edificación, etc.), documentándolos y conservándolos si es necesario y posible. Ha habido un interés creciente por definir un sistema lo más perfecto y eficaz posible para la exhumación de restos durante la excavación arqueológica, debido a la conciencia de que el investigador se encuentra ante una lectura única, por lo que debe de ser abordada con la máxima minuciosidad y sensibilidad. Algunos arqueólogos han desarrollado sistemas que han tenido una amplia aceptación en la comunidad científica, siendo aplicados con menor o mayor ortodoxia por otros colegas, por ejemplo los métodos de Laplace Harris, que supone un adelanto respecto a los trabajos de Mortimer Wheeler y Katleen Kenyon, iniciados los años treinta del siglo XX, que representan el punto de partida para los métodos estratigráficos modernos. El método de Harris se popularizó en España. Permite concebir el registro no como un simple conjunto de información, sino que implica un esfuerzo continuado por entender la dinámica estratigráfica durante la excavación, generando así una secuencia de operaciones y procedimientos metodológicamente controlados. Últimamente ha aumentado el interés por alcanzar un sistema de excavación lo más perfecto posible, aunque quizá sea ideal aplicar técnicas diferenciadas en función de la especificidad de cada yacimiento e introducir las novedades que sean oportunas a cada caso. El clásico diario de excavación o las fichas estandarizadas y las planimetrías se complementan con fotografías o filmaciones y cada vez más intervienen las nuevas tecnologías y los soportes informáticos en la labor de excavación. OBJETIVOS DE LA EXCAVACIÓN. La excavación es el ejercicio por excelencia de la arqueología, ya que tiene como consecuencia la más completa y directa obtención sistemática de datos para el estudio de los tiempos pasados. Excavar es esencialmente interpretar, es decir, deducir una realidad de los datos arqueológicos. Se trata de una tarea multidisciplinar en la que interviene no solo el arqueólogo y su equipo de campo, sino también multitud de especialistas en otras materias, que convierten la tarea, en un complejo ejercicio de investigación y proporciona los datos básicos de los que se abastece la prehistoria para elaborar sus interpretaciones. Siendo la excavación una práctica costosa y destructiva, nunca se debe realizar a la ligera y jamás dejarse en manos de aficionados sin formación profesional. Lo deseable es realizarla cuando sea necesaria para resolver problemas concretos dentro de una línea de investigación, por su aporte imprescindible de información relevante, pero siempre que sea posible deben primar los métodos no destructivos para lograr los objetivos de la investigación. ¿CUALES SON LOS MÉTODOS DE EXCAVACIÓN MÁS ADECUADOS PARA RECUPERAR ESTA INFORMACIÓN? (“no existe una forma correcta de excavar, pero sí muchas incorrectas” Wheeler.) Cada yacimiento requiere una forma específica de tratamiento y una estrategia adecuada. Además, los métodos de excavación han de adaptarse al tema de investigación que tengamos entre manos.. En términos generales podemos dividir las técnicas de excavación en: - Aquellas que subrayan la dimensión vertical mediante la excavación de depósitos profundos que revelan la estratificación, donde suele aplicarse el sistema Wheeler-Kenyon (perfeccionado por F. Bordes con el uso del sistema de coordenadas cartesianas) que se basa en la división en cuadrículas, que serán las unidades de excavación. Este sistema permite un control muy preciso de los hallazgos - Aquellas que se centran en la dimensión horizontal, mediante la apertura de áreas amplias de un nivel concreto para exteriorizar las relaciones espaciales entre artefactos y estructuras. El sistema de áreas abiertas (open areas) que no se constriñe tanto a las unidades de excavación predeterminadas. La mayoría de los arqueólogos combinan ambas estrategias, pero hay formas distintas de hacerlo. El método Wheeler- Kenyon trata de satisfacer tanto las exigencias horizontales como las verticales, mediante la conservación de testigos de tierra intactos entre las cuadriculas, de forma que se puedan rastrear y correlacionar los distintos niveles ente los perfiles verticales de todo el yacimiento. Una vez que se ha determinado la extensión y distribución general del mismo, se puede retirar algunos de los testigos y ensamblar las cuadriculas de una excavación abierta para poner de relieve cualquier estructura (como un suelo de mosaico) que sea de especial interés. Los defensores de la excavación en áreas abiertas, critican el método Wheeler diciendo que los testigos se sitúan inevitablemente del modo más inoportuno para aclarar las conexiones ente perfiles e impiden distinguir los patrones especiales en áreas grandes. Es mucho mejor, según otros críticos, abrir áreas amplias y cortar perfiles verticales. El método de excavación en área resulta especialmente eficiente allí donde hay depósitos de una sola época cerca de la superficie. Aquí la dimensión temporal puede estar representada por una expansión hacia los lados y se hace necesario descubrir áreas horizontales amplias para comprender este complejo patrón de reedificación. Por último se puede citar otro sistema, muy particular, que se han usado para yacimientos de localización unitaria como Tholoi o Megalitos. Se conoce como sistema Van Gieffen o de cuadrantes, y consiste en subdividir el área a excavar en cuadrantes e ir excavando los opuestos, dejando ente ellos testigos que se levantan al final. RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA. Cualquiera que sea el método empleado, una excavación solo será buena en la medida en que lo sean sus métodos de recuperación y registro. Este registro se materializa en un inventario general de materiales, donde figuran las características y circunstancias de cada hallazgo (Una vez recuperado un artefacto y registrado debe dársele un número que se anota en el inventario) y en un plano general en el que se incluyen todos los elementos. Actualmente se utilizan registros informáticos, bases de datos y otros sistemas para la incorporación de planimetrías y secuencias estratigráficas, que facilitarán mucho la labor de gabinete. Los artefactos, suelen ser retirados para su ulterior estudio, pero las estructuras y construcciones a no ser que se dejen en su lugar, se destruirán a medida que avance la excavación, por lo tanto es imprescindible registrarlas, no solo con una descripción escrita en el diario de campo, sino también con dibujos y fotografías a la escala adecuada. Lo mismo con los perfiles (secciones) verticales y también es esencial tomar buenas fotografías a vista de pájaro, desde un andamio o un globo atado, de los niveles horizontales. TRATAMIENTO Y CLASIFICACIÓN Parte de la selección y clasificación de los artefactos, se realizara sobre el terreno durante el curso de la excavación. Al igual que la propia excavación, el tratamiento de los materiales recuperados en el laboratorio de campo constituye una actividad especializada que exige una planificación y una organización muy cuidadosa. Existen dos aspectos destacados de la actuación de los laboratorios de campo: la limpieza de los artefactos y su clasificación. La limpieza minuciosa de los artefactos constituyen una etapa tradicional de la excavación, sin embargo, muchas de las técnicas científicas nuevas ponen de manifiesto que los artefactos no deben ser necesariamente limpiados en profundidad antes de que un especialista haya tenido la ocasión de examinarlos. Por ejemplo, ahora sabemos que se puede conservar residuos de comida en las vasijas y restos de sangre en los útiles líticos, debe evaluarse esta posibilidad antes de que se destruya la evidencia. Por otra parte, la selección inicial se realiza en base a categorías generales: útiles líticos, cerámicas y objetos de metal. Luego estas categorías, se subdividen o clasifican para crear grupos más manejables que serán posteriormente estudiados. La clasificación suele hacerse según tres tipos de características o atributos: 1. Atributos superficiales (que incluyen la decoración y el color). 2. Atributos formales (las dimensiones y la propia forma). 3. Atributos tecnológicos (materias prima original). Los artefactos que comparten atributos similares se agrupan en tipos artefactuales, en tipologías, el motivo es evidente, los artefactos constituyen una parte sustancial del registro arqueológico y la tipología ayuda a los arqueólogos a establecer un orden (aunque también se ha empleado –tipología- para definir las entidades arqueológicas de un período determinado) Las agrupaciones de los tipos de artefactos de una época y lugar concreto se denomina Conjuntos y la suma de estos reciben el nombre de Culturas Arqueológicas. La dificultad surge cuando intentamos traducir esta terminología en función del ser humano y relacionar una cultura arqueológica con un grupo real de hombres del pasado. TEMA 11. TÉCNICAS DE DATACIÓN, CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS. INTRODUCCIÓN. LA MEDICIÓN DEL TIEMPO: La cronología es la ciencia que estudia la división del tiempo en periodos regulares y la clasificación de los acontecimientos por el orden en que ocurrieron: estudia el orden o la secuencia en la que han ocurrido los hechos en el tiempo y les asigna una fecha concreta. Cualquiera que sea el método de datación, necesitaremos establecer una medida de tiempo para reconstruir una cronología. La mayor parte de los sistemas humanos de medición se calculan en años. Los años comienzan a contar a partir de un “año cero” que en el mundo cristiano es el año del nacimiento de Cristo, contándose los años hacia atrás antes de Cristo (a.C.). En el mundo griego la celebración de los primeros juegos olímpicos (fechados en el 776 a.C. del calendario cristiano). Para los musulmanes la salida del profeta de la Meca, la Hégira (en el año 622 DC del calendario cristiano). El inicio del calendario Maya equivale al año 3.114 a.C. del calendario cristiano. Los científicos optaron por un sistema internacional, independiente de los calendarios convencionales, estableciendo el “presente” en el año 1950 (el año aproximado en que se descubrió el método del radiocarbono) y contabilizando los años antes del presente (ap) o en inglés, Before Present (BP). Así, 1.950 BP, equivale al año 0, de la Era cristiana. Sin embargo para el periodo Paleolítico, los arqueólogos utilizan indistintamente los términos BP y “hace…años”, ya que una diferencia de 40 años o más resulta irrelevante. Para épocas remotas, los yacimientos se fechan, en el mejor de los casos, solo a unos pocos miles de años de su fecha “real”. DATACIÓN: -Cronología relativa. Fecha los elementos arqueológicos utilizando criterios de anterioridad y posterioridad, sin una datación exacta. Métodos de datación relativa: Estratigrafía, Tipología, Seriación, Dataciones cruzadas, Métodos geológicos, Métodos paleontológicos y Métodos arqueobotánicos. -Cronología absoluta. Fecha los elementos arqueológicos de forma definitiva. En los últimos años se han perfeccionado y ampliado estas técnicas. Métodos de datación exacta: Carbono 14 (C-14), Arqueomagnetismo, Dendrocronología, Hidratación de la obsidiana, Huellas de fisión del uranio, Oxígeno 16-18, Potasio-Argón 40, Racemización de aminoácidos, Resonancia electrónica “spin”, Termoluminiscencia (TL), Uranio-Torio, Varves, Datación por las tasa de cationes.. -MÉTODOS DE DATACIÓN RELATIVA -ESTRATIGRAFÍA. Fecha los estratos arqueológicos poniéndolos en relación unos con otros, de acuerdo con las leyes estratigráficas. Las estratigrafías comparadas se basan en el establecimiento de unas tablas de estratigrafías locales o regionales que pueden ofrecer una secuencia cronológica de una zona más amplia. Los estratos arqueológicos (los niveles de desechos culturales o naturales visibles en los cortes de cualquier excavación) abarcan periodos de tiempo mucho más breves que los geológicos pero se ajustan al mismo principio de superposición: donde un nivel inferior se habrá depositado antes. Por lo tanto, un perfil vertical excavado constituye una secuencia que se ha acumulado a lo largo del tiempo. Señalar que el principio de superposición solo se refiere a la secuencia de deposición, no a la edad del material de los diferentes estratos. Los contenidos de los niveles inferiores son, por lo general, más antiguos,pero los arqueólogos no deben dar esto por sentado. Los hoyos excavados o las madrigueras de los animales, por ejemplo, pueden alterar el orden e incluso los estratos pueden llegar a invertirse por la erosión. Podríamos decir, en líneas muy generales, que las actividades simultáneas tienen lugar de forma horizontal en el espacio mientras que sus cambios se producen verticalmente en el tiempo. En la dimensión horizontal, los arqueólogos confirman la contemporaneidad –las actividades que se produjeron al mismo tiempo- verificando, mediante la excavación, que los artefactos y estructuras se encuentran asociados y en un contexto sin alterar. Por supuesto, existen muchos procesos postdeposicionales que pueden perturbar este contexto primario. En la dimensión vertical, los arqueólogos analizan los cambios temporales mediante el estudio de la estratigrafía. En un yacimiento de un solo período resulta más importante que podamos reconstruir el comportamiento humano con la mayor exactitud, pero en un yacimiento con varias fases los arqueólogos tienen que tratar de reconstruir qué alteraciones se han producido y decidir cómo interpretarlas. Otro concepto importante es la idea de asociación, cuando decimos que dos objetos fueron hallados en asociación dentro del mismo deposito arqueológico, queremos decir que quedaron sepultados a la vez. Una serie de estratos sellados proporcionan, de este modo una secuencia de la época en que quedaron enterrados los objetos. Si posteriormente se puede dar una fecha absoluta a alguno de estos objetos, sería posible asignar esa fecha absoluta al depósito sellado y a los demás objetos asociados a él. Una serie de datos de este tipo, que proceden de niveles distintos, proporcionaran una cronología absoluta para toda la secuencia. Esta interconexión de las secuencias estratigráfica con los métodos de datación absoluta es la que proporciona la base más fiable para fechar los yacimientos y sus contenidos. -TIPOLOGÍA: Establece secuencias tipológicas basadas en la evolución gradual de los tipos de objetos arqueológicos. Las diferencias formales y tecnológicas entre los tipos los sitúan en un orden de secuencia, unos anteriores o posteriores a otros. La forma de un artefacto puede definirse por sus atributos específicos (material forma y decoración, etc). Varios artefactos con los mismos atributos constituyen un Tipo. Tipo: población homogénea de artefactos que comparten una serie de atributos. Dos conceptos sirven de base a la idea de elaborar una datación relativa mediante la tipología. El primero es que los productos de un periodo y lugar determinado tienen un estilo reconocible: debido a su forma y decoración distintivas son, en cierto sentido, característicos de la sociedad que los creo. El arqueólogo a menudo puede reconocer y clasificar los artefactos según su etilo y basándose en este, le asignan un lugar concreto dentro de una secuencia tipológica. El segundo concepto es que el cambio estilístico (de forma y decoración) de los artefactos suelen ser gradual y evolutivo. El gran maestro del “método tipológico” fue Oscar Montelius (1843-1921), que formulo cronologías relativas locales para muchas de las zonas de la Europa de la Edad del Bronce, haciendo usos de series completas de formas de útiles y armas de bronce. Muchas de estas secuencias pudieron ser confirmadas por métodos estratigráficos, constatando que las formas más simples eran en efecto las más antiguas. En cuanto la Paleolítico, la primera datación relativa de un estrato procederá a menudo de un examen de los útiles líticos. Los Bifaces implican que es del Paleolítico inferior (o medio en menor medida) y las láminas del Paleolítico superior. Para los periodos posteriores al Neolítico las tipologías cerámicas suelen ser la piedra angular del sistema cronológico. -SERIACIÓN: Se basa en la evolución gradual de las culturas y establece la sucesión de conjuntos de útiles o de contextos arqueológicos, ordenándolos según sus similitudes, de manera que revelen el orden cronológico en el que se elaboraron y depositaron. Si la estratigrafía sirve para establecer relaciones de cronología relativa basándose en la posición de los estratos, la seriación trata de hacer lo mismo con los artefactos, con independencia del contexto donde aparezcan. Se han utilizado dos versiones de esta técnica: Seriación contextual: aquí, lo que determina la seriación es la duración de los distintos estilos artefactuales (forma y decoración). Seriación de frecuencia: se apoya principalmente en la abundancia, o frecuencia proporcional de un estilo cerámico. Hay que tener presente que la seriación no nos dice por si sola qué extremo de una secuencia dada es el inicial y cuál es el final, la cronología real se ha de determinar por otros medios, como sus conexiones con la secuencias estratigráfica ya mencionadas. -DATACIONES CRUZADAS O CRONOLOGÍA COMPARADA: Si en un contexto aparece un objeto que ha sido correctamente fechado, podemos deducir que otro objeto igual, que aparezca en un contexto desconocido debe tener la misma cronología. -MÉTODOS GEOLÓGICOS: Usados principalmente para fechar yacimientos y materiales mesolíticos y paleolíticos, mediante su estudio geoarqueológico: estratigrafía geológica; terrazas fluviales, marinas y lacustres; glaciarismo; sedimentación de cuevas y abrigos, loess, etc. Columnas de sedimentos marinos y columnas de hielo Las columnas de sedimentos marinos, extraídos del lecho oceánico, proporcionan en la actualidad un registro coherente de los cambios climáticos a escala mundial. Estas columnas contienen conchas de microorganismos marinos conocidos como Foraminíferos, depositados en el fondo oceánico. Las variaciones de la proporción de dos isótopos de oxigeno en el carbonato cálcico de esas conchas constituyen un indicador sensible de la temperatura del mar en la época en que vivían esos organismos. Las muestras extraídas del hielo polar Ártico y Atlántico han sido utilizadas para generar secuencias impresionantes que revelan las oscilaciones climáticas. Los niveles de hielo compactados forman depósitos anuales para los últimos 2.000-3.000 años, que pueden ser cuantificados, proporcionando así una cronología absoluta para esta fase de la secuencia. Sin embargo para periodos anteriores la datación de las columnas de hielo es mucho menos precisa. -MÉTODOS PALEONTOLÓGICOS: Basados en determinaciones de fauna fósil que puede asociarse a episodios concretos del Cuaternario, muy especialmente de la microfauna. Muchas especies de mamíferos han evolucionado considerablemente en los últimos millones de años, surgiendo formas nuevas y extinguiéndose los antiguos. Se han hecho esquemas de los cambios de dichas especies para elaborar una secuencia aproximada. -MÉTODOS ARQUEOBOTÁNICOS: Se fundamentan en los análisis de restos vegetales de todo tipo para poder recrear un paisaje teórico en el que se desarrolló la actividad del yacimiento. Su estudio está en relación directa con el de la fauna. Los análisis palinológicos (estudio de restos de polen contenido en los estratos arqueológicos) suelen ser de gran ayuda para este menester. La definición de los paleoambientes tiene enormes repercusiones en los estudios sobre subsistencia economía y sociedad. Datación polínica. La conservación del polen en turberas y sedimentos lacustre ha permitido a los expertos en polen (Palinólogos) elaborar secuencias detallada de la vegetación y el clima del pasado. Estas secuencias son de gran ayuda para comprender el medioambiente antiguo. Pero también han sido importantes- y hasta cierto modo aun lo son-como métodos de datación relativas. Las secuencias polinológicas más conocidas son las que se elaboraron para el Holoceno de la Europa septentrional, en la que una sucesión detallada de las llamadas Zonas Polínicas abarca los últimos 10.000 años. El estudio de las muestras de polen procedentes de un yacimiento concreto puede, a menudo, incluirlo en una secuencia de zonas polínicas más amplias y asignarle así una fecha relativa. Sin embargo, es importante recordar que las zonas polínicas no son uniformes en áreas extensas. A pesar de la gran utilidad de los métodos de datación relativa, los arqueólogos quieren saber, fundamentalmente qué “fecha” tienen las secuencias de los yacimientos o los artefactos que estudiamos. Para conseguirlo debemos acudir a métodos de datación absoluta. - MÉTODOS DE DATACIÓN ABSOLUTA Relojes radiactivos Muchos de los avances más importantes en la datación absoluta, desde la Segunda Guerra Mundial, proceden del empleo de relojes radiactivos basados en un fenómeno regular y muy difundido en la naturaleza, la desintegración radiactiva. El más popular de estos métodos es el radiocarbono, que constituye hoy en día la principal herramienta de datación para los últimos 50.000 años. La termoluminiscencia (TL), una técnica de datación que se basa indirectamente en la desintegración radiactiva, coincide con el radiocarbono en el periodo de tiempo para el que resulta útil, aunque tiene potencial para datar épocas anteriores -como la resonancia electrónica del “spin”, una técnica relacionada con la TL-. Sin embargo, el potasio-argón, la datación por las series de uranio y la datación por las huellas de fisión son los principales métodos radiactivos para los periodos históricos (prehistóricos!) anteriores al que abarca el radiocarbono. -CARBONO 14 (C-14). Método ideado por el premio Nobel de Química W. Libby en 1950. Se basa en el hecho de que todos los seres vivos absorben a lo largo de su vida un isótopo radiactivo del carbono, el Carbono-14, que se forma y desintegra a una velocidad constante y conocida. Cuando un organismo muere comienza a desprenderse del C-14, cada 5.730 años se desprende de la mitad del que contiene. Las fechas que arroja este método tienen un pequeño margen de error, pero pueden datar restos orgánicos de plantas y animales hasta unos 50.000 años BP. -ARQUEOMAGNETISMO. El campo magnético terrestre cambia constantemente tanto en dirección como en intensidad. Los científicos han sido capaces de reconstruir los cambios en el norte magnético estudiando la magnetización de las estructuras de arcilla cocida de periodos antiguos, que han sido fechadas previamente. Siempre que la arcilla haya sido cocida a 650-700 ºC y no se haya vuelto a calentar, las partículas de hierro que contiene adoptan la dirección y la intensidad del campo magnético terrestre en el momento de la cocción. -TERMOLUMINISCENCIA (TL) Los materiales con una estructura cristalina, como la cerámica contienen pequeñas cantidades de elementos radiactivos. Estos se desintegran a un ritmo constante y conocido, emitiendo radiaciones que bombardean la estructura cristalina y desplazan a los electrones, que quedan atrapados entonces. Cuando se calienta el material a más de 500 ºC pueden escapar los electrones retenidos, emitiendo una luz conocida como termoluminiscencia. La TL tiene dos ventajas sobre el C-14 puede fechar cerámica (el material inorgánico más abundante en los yacimientos de los últimos 10.000 años); y puede fechar materiales inorgánicos (como el sílex quemado) de hasta 50000-80000 años de antigüedad. -RESONANCIA ELECTRÓNICA “SPIN” (ESR: Electronic Spin Resonance) Permite contar los electrones atrapados en un hueso o en una concha sin el calentamiento que precisa la termoluminiscencia. Como en la TL, permite medir el número de electrones atrapados mediante espectrometría. Este método tiene la ventaja sobre la TL que no es destructivo y que necesita de muestras muy pequeñas, de menos de 1 g. Por otra parte, es menos sensible que la TL y no tan asequible. -DENDROCRONOLOGÍA El crecimiento de la mayor parte de las especies vegetales es anual lo que hace posible el principio de la datación por los anillos de crecimientos de los árboles. Los dendrocronólogos pueden producir una secuencia continua y prolongada desde la actualidad a cientos/miles de años atrás mediante la comparación de las secuencias de anillos de árboles. De esta forma, cuando se halla un tronco de la misma especie sería posible equiparar una serie de anillos de crecimiento al tramo de años correspondiente a la secuencia o cronología directora. -VARVES. En 1878, el geólogo sueco Gerard de Beer observo que ciertos depósitos de arcilla se estratificaban de un modo uniforme. Se dio cuenta de que estos estratos (varves en sueco) se habían depositado en torno a los márgenes de los glaciares debido a la fusión anual de las capas de hielo, retrocediendo regularmente desde final del Pleistoceno. El grosor de los niveles variaba de año en año, produciéndose un estrato grueso en un año cálido y un nivel fino bajo condiciones más frías -HIDRATACIÓN DE LA OBSIDIANA. Cuando la obsidiana se rompe, comienza a absorber el agua que la rodea para formar una capa de hidratación que se puede medir en el laboratorio. El grosor de la capa se incrementa de modo uniforme, entonces, suponiendo que conozcamos la tasa de crecimiento y el grosor actual, deberíamos poder calcular el tiempo transcurrido desde que comenzó su desarrollo. Desgraciadamente no hay un ritmo de crecimiento o hidratación con validez universal. Para utilizar el método en la datación absoluta, hay que calibrarlo con una secuencia cronológica establecida para la región en cuestión (teniendo en cuenta los factores químicos y de temperaturas). -HUELLAS DE FISIÓN DEL URANIO. Este es otro método basado en el funcionamiento de un reloj radiactivo, En esta ocasión, en la fisión espontánea de un isótopo del uranio (U238) existente en gran cantidad de rocas y minerales. Al igual que la datación mediante potasio-argón –con cuyo alcance temporal coincide- el método proporciona fechas útiles a partir de rocas adecuadas que contengan o estén próximas a restos arqueológicos. -POTASIO-ARGÓN 40. Se basa en el principio de la desintegración radiactiva: en este caso, la lenta transformación del isótopo radiactivo potasio-40(K40) en el gas inerte argón-40 (Ar40) dentro de las rocas volcánicas. Conociendo el ritmo de descomposición del k40 –su vida media ronda los1300 millones de años- la medición de la cantidad de Ar40 contenido en una muestra de roca proporciona un cálculo de la fecha de formación de la roca. -RACEMIZACIÓN DE AMINOÁCIDOS. Este método se utiliza para fechar restos óseos, de seres humanos y de animales Su especial importancia reside en que puede ser aplicado a materiales de incluso unos 100.000 años, más allá del alcance temporal de la datación radiocarbónica. Los aminoácidos existentes en las proteínas de los organismos vivos contienen solo L-aminoácidos. Tras la muerte, estos se transforman en D-aminoácidos (se racemizan) a un ritmo constante, esto permitirá su medición. -URANIO-TORIO Éste es un método basado en la desintegración radiactiva de los isótopos del uranio. Ha resultado ser especialmente útil para el periodo 500000-50000 BP, que cae fuera del ámbito del radiocarbono. En Europa donde hay escasas rocas volcánicas adecuadas para la datación por la técnica del potasio- argón, las series de uranio (series-U) pueden ser el mejor método de aclarar cuándo fue ocupado un yacimiento por el hombre primitivo. El trabajo de laboratorio es largo y complejo, el equipo deberá analizar piezas, estudiar sus aspectos tecnológicos y tipológicos, establecer comparaciones, consultar informes técnicos, elaborar cuadros estadísticos, interpretar secuencias, planos, etc. Para intentar llegar a una conclusiones que deberán conducir a enmarcar el proceso en un periodo cultural, estableciendo una cronología y creando una imagen lo más aproximada posible, del grupo humano que depositó sus restos en el yacimiento. Con el auxilio de los métodos y técnicas mencionadas los materiales irán ofreciendo información. Datos que el historiador irá organizando de forma coherente, esta es la última etapa: la interpretación. Solo podrán interpretarse los datos verificados y contrastados, huyendo de hipótesis insuficientemente probadas. Este último trabajo desembocará en una memoria de la excavación que deberá publicarse para que el mundo científico conozca los resultados. TEMA 12. EL NUEVO MARCO CRONOLÓGICO DE LA ARQUEOLOGÍA, LAS NUEVAS ARQUEOLOGÍAS. INTRODUCCIÓN El principal objeto de estudio de la arqueología es el pasado, concretamente las sociedades del pasado, incluyendo desde las etapas más remotas de la prehistoria hasta el “día de ayer”, que pertenece al pasado también, sin embargo, esta obviedad no ha sido tenida en cuenta hasta hace relativamente poco tiempo. La arqueología, como disciplina científica, ha experimentado un gran avance en las últimas décadas del siglo XX. Progresivamente se han ido aplicando nuevos métodos de trabajo tanto en la propia excavación, como en el laboratorio y paralelamente, se han incorporado nuevas corrientes en la formulación de hipótesis y en la interpretación de los procesos históricos que estudia el arqueólogo. Ya poco, o nada, tiene que ver con la visión winckelmaniana de los ambientes decimonónicos (cuando la arqueología se asimilaba a Antigüedad Clásica) la indagación arqueológica puede aplicarse también a momentos muy recientes siempre que exista un problema histórico que sea posible resolver mediante el método y las técnicas arqueológicas. Las denominadas “nuevas arqueologías” cambiaron la visión y el enfoque tradicional de esta disciplina e introdujeron nuevas formas de estudiar e interpretar los yacimientos y los materiales arqueológicos. Hizo posible una revisión autocrítica de los principios, conceptos y métodos y propició una renovación metodológica muy positiva, orientando la investigación hacia aspectos novedosos, cambiando los esquemas tradicionales utilizados hasta entonces. Podemos citar la arqueología espacial o del territorio, la arqueología funeraria o de la muerte, la arqueología social, la llamada arqueología del poder, entre otras. También la iconografía o el análisis y la interpretación de las imágenes del mundo antiguo forma parte esencial de la Arqueología actual. Algunas de estas corrientes entroncan con la creciente preocupación por la ecología y el medio ambiente. Estas nuevas arqueologías, ya plenamente asentadas en el marco europeo corresponden a la Arqueología Medieval, la Arqueología Postmedieval y a la Arqueología Industrial. -ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL La Arqueología Medieval es una disciplina reciente, con unos inicios estrechamente vinculados a las regiones del norte de Europa. A pesar de que sus antecedentes se pueden rastrear al menos en el siglo XIX, ha adquirido un estatuto científico autónomo únicamente a partir de la segunda mitad del siglo XX. De acuerdo con la definición de M.Barceló, la Edad Media ha de entenderse como “un espacio histórico de características específicas bien conocidas y, a la vez, como un campo conceptual (feudalismo, cristianismo, fragmentación lingüística latina, etc.) que trasciende en mucho la sugerencia cronológica que hacen Edad Media y sus derivados”. Totalmente consolidada en los ámbitos académicos europeos, La arqueología medieval, la situación en nuestro país es de juventud y, por tanto, de considerable retraso con respecto a otros países de nuestro entorno geográfico, un retraso que se convierte en abismal si la comparación la realizamos con algunos países septentrionales. De cualquier forma, en España su desarrollo ha tenido lugar especialmente a partir de los años 80 del siglo XX, cuando empezaron a celebrarse Congresos de Arqueología Medieval Española (Huesca 1985, Madrid 1987, Oviedo 1989, Alicante 1994, Valladolid 2000), y cuando se publicó la primera reflexión teórica por parte de M. Barceló y su equipo de colaboradores (Arqueología Medieval, en las afueras del medievalismo, 1988). Las primeras excavaciones realizadas en nuestro país fueron las de D. Manuel Gómez Moreno, realizadas en Medina Elvira hace ya más de un siglo. Siguiendo un criterio de periodización histórica y teniendo en cuenta la gran complejidad espacio-temporal y social del medievo, el estudio arqueológico de sus fuentes materiales puede abordarse a través de diversos apartados con el carácter de “arqueologías de periodo”: El primer periodo se suele denominar arqueología de la Alta Edad Media, que según los criterios de la escuela italiana, incluye un arco temporal comprendido entre los siglos V y X, dentro de un periodo que marca el tránsito entre la Antigüedad y la plena Edad media. Dentro de este periodo estaría incluida la arqueología de la Antigüedad tardía, cuyo estudio se basa en la fase de descomposición de las estructuras de la Antigüedad (siglos IV y VII) constituyendo uno de los problemas históricos que más atención concita entre historiadores y arqueólogos, a la luz de planteamientos historiográficos de ruptura o continuidad. S. Gutiérrez nos ilustra diciendo que esta arqueología sufre una notable renovación caminando desde su identificación con la historia del arte y el análisis tipológico de las manifestaciones monumentales y artísticas hacia una concepción como disciplina histórica caracterizada por su dimensión técnica. El segundo periodo lo abarcaría la arqueología del Pleno y Bajo medievo, que se ocuparía del estudio de los elementos materiales de las sociedades feudales europeas plenamente formadas hasta el inicio de su ocaso (siglos XI a XV), según lo define S. Gutiérrez. Es una época que ya cuenta con polémica sobre su reconocimiento explícito por parte de algunos historiadores medievalistas, por causa del espectacular aumento de las fuentes escritas desde el siglo XIII. En contraste, es importante subrayar la gran tradición que poseen estos estudios en el Reino Unido y Francia a partir de la Segunda Guerra Mundial, mediante la imposición de un método de análisis propio que rompe con la idea de complemento respecto a la historia medieval. El planteamiento que asocia el desarrollo de los Estados feudales con la historia medieval supondría dejar al margen el estudio de sociedades contemporáneas como el Islam, de muy importante repercusión en el caso de la península Ibérica. Así, surge una arqueología de al-Andalus, que hunde sus raíces en los años veinte, con los trabajos realizados en los yacimientos de Madinat al-Zahra y Bobastro, mostrándose hoy como una disciplina activa y dinámica y uno de los campos más abiertos a la adopción de nuevos métodos de trabajo y nuevos planteamientos teóricos. Tres son las grandes corrientes interpretativas que abordan el estudio del fin de la Antigüedad y el inicio del medievo desde un punto de vista del planteamiento socioeconómico: La visión catastrofista, sitúa en el siglo IV-V el límite entre la Antigüedad y la Edad media y focaliza su atención sobre el fenómeno de las invasiones bárbaras y la disolución política del imperio. Un segundo planteamiento de carácter continuista propone la existencia de una sustancial continuidad del mundo antiguo hasta la época carolingia, o incluso después. Esta corriente no ha gozado del apoyo explícito de los arqueólogos. Se ha querido subrayar la fractura que supuso el orden feudal, en torno al año mil, pero también es cierto que las investigaciones arqueológicas han mostrado que este se impuso sobre una sociedad que era ya plenamente medieval. El tercer planteamiento, propuesto por Henri Pirenne, goza de una mayor atención por parte de los arqueólogos. Pirenne sitúa en el siglo VII el fin de la Antigüedad. En su obra póstuma “Mahoma y Carlomagno” (1937) planteó como las invasiones y migraciones germanas no supusieron el fin de la sociedad romana; de hecho, los bárbaros preservaron o intentaron mantener las instituciones romanas a su favor, de manera que el aparato institucional del imperio tardorromano fue adoptado por los reinos germánicos. Se produjo un cambio en la élite, pero el patrón de la propiedad, la centralidad de las ciudades como centros administrativos, culturales y eclesiásticos o las relaciones comerciales entre provincias no se modificaron sustancialmente. De forma global, la civilización romana se transformó y evolucionó, pero no se fragmentó como consecuencia de la invasión germánica. Para Pirenne, la fractura llegaría solo como consecuencia de la invasión islámica en el s. VII, que comportó la división definitiva de la unidad mediterránea en dos unidades culturales diferenciadas. Resultado de esta fractura, Europa se repliega sobre sí misma, creando las bases para la génesis del imperio carolingio, la primera estructura política europea claramente medieval. -ARQUEOLOGÍA POSTMEDIEVAL Resulta clave ofrecer una definición de lo que se entiende como Arqueología Postmedieval, dado que se trata de una rama reciente de la Arqueología, bastante poco conocida, y que se caracteriza precisamente por algunos problemas de indefinición que hay que tratar de superar. La Arqueología postmedieval cuenta con una larga tradición de estudios en Inglaterra fundamentalmente, ante la necesidad de dar respuesta al estudio e interpretación global de los yacimientos urbanos pluriestratificados, muy complejos, que requerían el registro de cada época histórica representada. También se ha dedicado una especial atención a los procesos de transformación de las formas de ocupación del espacio, articulada en tres niveles de análisis: 1.- Evolución de la historia del poblamiento, estudiando fenómenos como los despoblados, las transformaciones de las aldeas y pueblos concentrados o dispersos existentes a través del estudio de las viviendas, el surgimiento de granjas y de alquerías aisladas. 2.- Historia del paisaje, estudiado como la integración entre las áreas de vivienda y de producción, prestando una atención específica a los usos y las estrategias de los recursos agrícolas y ganaderos y a las estrategias campesinas, plasmadas en las diferentes formas de organización de la tierra (del openfield a los enclosures) 3.- El desarrollo de la industria rural, en el marco del proceso de protoindustrialización. El periodo que estudia es el comprendido entre los siglos XVI y fines del XVIII, correspondiéndose, por tanto, con la cronología de la Historia Moderna. Pese a la aceptación del término “postmedieval” en las bibliografías anglosajona e italiana, en el ámbito de la investigación española y francesa se manejan denominaciones alternativas: arqueología de las sociedades modernas, arqueología moderna y contemporánea o arqueología de los tiempos modernos; ello tiene el objeto de desenterrar definitivamente los problemas de un nombre ambiguo que para unos supone una prolongación de la arqueología medieval y para otros, representa un periodo de transición desde los modos y relaciones de producción feudales a los sistemas capitalistas. La adopción del término postmedieval, involucra una relación post quem, cuando incluso ese límite “post” está en pleno debate. Implica planteamientos respecto a imbricaciones en lo medieval en aspectos temáticos y sociales. Efectivamente, Los términos “Arqueología” e “Historia Moderna” no parecen fáciles de conciliar. El argumento de fondo es que la Arqueología se emplea para épocas más antiguas, en las que no quedan documentos escritos o quedan realmente pocos y confusos. ¿Entonces, para qué estudiar arqueológicamente la Edad Moderna si contamos con infinidad de documentos de la época, que ofrecen una gran cantidad de información relativa a muchos aspectos de esas sociedades modernas? Tras este planteamiento existe la idea de que la Arqueología es útil para aclarar cuestiones que las fuentes escritas no explicitan suficientemente, como ocurre en los primeros siglos medievales o lógicamente, cuando esos documentos escritos no existen, como ocurre en la Prehistoria, pero no tiene sentido su utilización cuando se cuenta con fuentes escritas abundantes. Asimismo, se esconde la idea de que las fuentes escritas cubren todas las dimensiones de las sociedades pasadas, y permiten por lo tanto hacer una historia global de los tiempos más recientes. Las características que presenta la Arqueología Postmedieval son comunes en toda Europa: surgimiento tardío, su nacimiento y desarrollo fuera del ámbito universitario y su vinculación con el desarrollo de la Arqueología urbana (al reflejar los cambios y transformaciones entre la ciudad medieval y la moderna). Finalmente, señalar que en nuestro país se encuentra en una fase muy inicial, si bien hay que destacar los esfuerzos de algunos equipos de investigación en el medio urbano por desarrollar proyectos sistemáticos que contemplan el estudio de la cultura material de esta etapa histórica. -ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL Se denomina Arqueología Industrial a una de las ramas más recientes de la arqueología, la cual se dedica al estudio de los sitios, los métodos y la maquinaria utilizada por la industria (estudio del patrimonio correspondiente a la primera industrialización) circunscribiéndose de manera específica al estudio de los edificios y, de modo más concreto, a su conservación. Esto se convirtió en un contrasentido, pues la arqueología más moderna nacía con vocación de dedicarse al estudio de los monumentos renunciando a desarrollar las capacidades de una ciencia histórica. Además de esto, S. Gutiérrez expone que, a ese problema se añade a otro de no menor interés, como es el vínculo de esta rama más con profesiones al abordar arquitectos que con arqueólogos, lo que provocó el temprano distanciamiento de ambas el estudio de esta disciplina. El término arqueología industrial surge en 1955 a raíz de un artículo publicado por Michael Rix de la Universidad de Birmingham en Inglaterra y va parejo al concepto de patrimonio industrial. A pesar de su origen británico, durante los últimos años muchos países industrializados se vienen interesando por la conservación de los restos de su pasado industrial e incluso de su presente en muchos casos. De esta realidad ha nacido una reflexión sobre el tipo de vestigios que deben ser conservados, sobre la importancia de su estudio y sobre la sensibilización del público para su conservación. Inglaterra y Polonia cultivan desde hace mucho tiempo el estudio del patrimonio industrial y buscan los elementos desaparecidos de este patrimonio, tanto en los archivos como en el campo. En Inglaterra, a modo de ejemplo, la destrucción de la estación de Easton provocó tal movimiento de indignación y sensibilización general que ocasionó la planificación, el estudio y la protección de la estación. Hoy en día, ya son muchos los especialistas y también algunas instituciones públicas, que son conscientes que salvar las primeras máquinas, restaurar y rehabilitar los edificios que los contenían y proteger por parte de los archivos la documentación social, económica y técnica pertenece al patrimonio colectivo de cada uno de los países, que de una forma u otra ilustran en gran parte la Historia de los últimos siglos. TEMA 13. REGLAMENTACIÓN ARQUEOLÓGICOS. NORMATIVA DE LOS TRABAJOS La realización de trabajos arqueológicos, entendiendo por éstos incluidos en los conceptos de “excavación” y “prospección” según la definición recogida en el artículo 41 de la ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, constituye una actividad legalmente regulada que habrá de ser en todo caso autorizada por la administración competente en el ámbito territorial en que sea llevada a cabo. Art. 41: 1- A los efectos de la presente Ley son excavaciones arqueológicas las remociones en la superficie, en el subsuelo o en los medios subacuáticos que se realicen con el fin de descubrir e investigar toda clase de restos históricos o paleontológicos, así como los componentes geológicos con ellos relacionados. 2. Son prospecciones arqueológicas las exploraciones superficiales o subacuáticas, sin remoción del terreno, dirigidas al estudio, investigación o examen de datos sobre cualquiera de los elementos a que se refiere el apartado anterior. 3. Se consideran hallazgos casuales los descubrimientos de objetos y restos materiales que, poseyendo los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español, se hayan producido por azar o como consecuencia de cualquier otro tipo de remociones de tierra, demoliciones u obras de índole cualquier . El marco normativo que afecta a la práctica de las actividades arqueológicas posee un triple encuadre derivado de su procedencia y órbita de aplicación. De este modo, la base para el estudio legislativo del patrimonio ha de organizarse en tres grandes bloques: La normativa internacional. Las directrices estatales. La específica de cada ámbito autonómico. 1.- DIRECTRICES DE CARÁCTER INTERNACIONAL. El marco supranacional está integrado por un conjunto de normas, algunas de las cuales, por ser de rango superior, se convierten en parte de la legislación de España, que las suscribe. La Carta de Atenas de 1931 fue la primera ley a nivel internacional que se ocupó de la protección del PH que, aún sin carácter obligatorio, tuvo una notable incidencia en la opinión respecto a la conservación y restauración de los bienes arqueológicos. Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando Occidente tomó plena conciencia de la capacidad destructora de la civilización moderna, y cuando comienza a introducirse en la sociedad capitalista el deseo de proteger y de conservar los elementos que atestiguan su paso por la historia. En la Convención de París del 17 de noviembre de 1970 se firma un convenio para impedir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, en cuyos principios figura la obligación de los Estados firmantes de garantizar el control de las excavaciones arqueológicas. En los textos internacionales encontramos dos tipos de normas: las de carácter orientativo, que suelen ser recomendaciones, resoluciones o cartas, y las obligatorias, ratificadas por el gobierno de cada nación y que han pasado a formar parte de su legislación interna. Entre los organismos emisores destacan la UNESCO, el Consejo de Europa y la UE. Además existen textos fruto de congresos que han sido tenidos en cuenta por los legisladores. El 5 de diciembre de de 1956, la UNESCO (creada en 1946 para promover la colaboración internacional y la paz mundial) aprueba una recomendación destinada a definir los principios internacionales que deberán aplicarse a las excavaciones arqueológicas. Dentro de la UNESCO se encuentra el ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos) y con el ICAHM (International Council of Monuments and Sites), que se ha dedicado con preferencia a cuestiones relacionadas con la arquitectura; en 1981 se inicia una presión para la formación de un comité para la Arqueología y en 1984 se crea el ICAHM (International Committe on Archeological Heritage Management). Este comité se propone, en primer lugar lanzar al mundo una carta comparable con la de Venecia de 1966 para la conservación del Patrimonio Arquitectónico, que pueda ser aceptada universalmente y que ofrezca los puntos de partida para el desarrollo de lo que el ICAHM considera la Gestión del Patrimonio Arqueológico (Archeological Heritage Management): la identificación, protección, conservación y presentación al público de los restos del pasado, sean del periodo que sean y estén en el lugar del mundo que estén. Otra institución de referencia para la protección del Patrimonio Histórico y Arqueológico es el Consejo de Europa, cuya Carta Fundacional fue firmada en 1949. Dentro de sus instrumentos se encuentra el Convenio Europeo para la Protección del Patrimonio Arqueológico, firmado en Londres el 6 de mayo de 1969, suscrito por nuestro país en 1975 (BOE de 5 de julio de 1975). Su origen lo encontramos conectado con el deseo de algunos países mediterráneos de controlar el expolio del patrimonio arqueológico y el tráfico ilícito de bienes. Entre sus recomendaciones figuran la prohibición de las excavaciones clandestinas, la regulación y el control de las intervenciones autorizadas, asegurando la solvencia científica de quién las lleve a cabo, así como la adopción de medidas tendentes a conservar y difundir los resultados obtenidos. En 1992 el Consejo de Europa promueve la Convención Europea para la Protección del Patrimonio Arqueológico (Malta). En ella se consideraron elementos a proteger “todos aquellos vestigios, bienes y otras trazas de la existencia humana en el pasado”. En el marco de la Unión Europea los tratados elaborados desde su creación han sido principalmente de índole económica y, únicamente el Tratado de Maastrich, contiene el compromiso de la Comunidad para favorecer la conservación y protección del patrimonio. En la década de 1980 comenzaron a delinearse áreas prioritarias de investigación, además de un mayor interés por la conservación del Patrimonio Arqueológico, favoreciendo la cooperación, la mejora del conocimiento y la protección del Patrimonio. Es en este ámbito donde se enmarca la Recomendación CDPH–22 (89) relativa a la protección y puesta en valor del Patrimonio Arqueológico en el contexto de las operaciones urbanísticas de ámbito urbano y rural, firmada en Estrasburgo el 13 de abril de 1989. Anteriormente debemos retrotraernos a los acuerdos del Consejo de Ministros de Cultura, que adoptaron resoluciones referentes a la Conservación de Obras de Arte y Objetos de Interés y a la Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Arqueológico. 2.- NORMATIVA DE ÁMBITO ESTATAL. INTRODUCCIÓN: Si hacemos un poco de Historia, el interés por proteger y conservar el Patrimonio Histórico, y por tanto el Arqueológico, en nuestro país hunde sus raíces en la Ilustración, bajo el patronazgo de las Academias de la Historia (1728) y de Bellas Artes de San Fernando (1773), que supusieron el origen de la intervención del Estado en la protección del Patrimonio. El primer intento normativo surgido con la intención de proteger los “monumentos antiguos” fue la Ley 3ª de la Novísima Recopilación de Felipe V, en la que se establecía la obligatoriedad de dar cuenta a la Real Academia de la Historia de cuantos hallazgos de antigüedades se produjeran, así como de conservar los monumentos descubiertos. Hasta el primer tercio del siglo XIX, el problema más grave que subsiste en la defensa del Patrimonio no era tanto la carencia de medidas legislativas como la falta de medios materiales para ponerlas en práctica y evitar la destrucción de los bienes. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la política proteccionista se articulará en torno a las Comisiones de Monumentos, creadas desde 1844, y que serán las encargadas de incentivar la conservación y el enriquecimiento de los testimonios del Pasado en cada provincia. Nuestro país careció durante todo el siglo XIX de un verdadero código legal de protección de los bienes históricos. En el siglo XX, la primera norma de protección del Patrimonio Arqueológico fue la Ley de Excavaciones y Antigüedades de 19 de junio de 1911 y su reglamento de 1912, que se ha mantenido vigente durante más de setenta años. La Constitución de la II República en 1931, sitúa en su artículo 45 toda la riqueza artística e histórica del País bajo la salvaguarda del Estado. El intento de frenar el expolio y la enajenación de los bienes se complementa con la promulgación el 10 de diciembre de 1931 de una Ley sobre enajenación de bienes artísticos, arqueológicos e históricos de más de cien años de antigüedad. Dentro también de la actividad legislativa puesta en práctica por el gobierno republicano, se enmarca la Ley de 13 de mayo de 1933 y su Reglamento de 16 de abril de 1936, que han sido el núcleo vertebrador de la legislación española sobre Patrimonio durante cincuenta y dos años. La dispersión normativa de decretos que siguió en las décadas siguientes, la creciente preocupación sobre esta materia por parte de la comunidad internacional y la nueva distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas que se derivó de la entrada en vigor de la Constitución de 1978, hizo necesaria la promulgación de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985). A esta ley, que constituye el marco legislativo más amplio para el tratamiento de los bienes patrimoniales en nuestro país, se han ido sumando las legislaciones autonómicas sobre Patrimonio, GESTIÓN Y CONTROL DE LAS ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS EN ESPAÑA: La Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985) es el marco genérico establecido para la gestión y el control de las actividades. En su artículo 42 establece la necesidad de que toda excavación o prospección arqueológica sea expresamente autorizada por la Administración competente, que, mediante los procedimientos de inspección y control idóneos, comprobará que los trabajos estén planteados y desarrollados conforme a un programa detallado y coherente, que contenga los requisitos concernientes a la conveniencia, profesionalidad o interés científico. Como contrapartida, la norma estatal determina la ilegalidad de todos aquellos trabajos que se ejecuten sin la autorización correspondiente o que se aparten de los términos en que fueron aprobados en la autorización original. Otro avance es facultar a la administración para ordenar la realización de excavaciones o prospecciones en cualquier terreno, público o privado, en el que se presuma la existencia de restos arqueológicos o paleontológicos. 3.- NORMATIVA DE ÁMBITO AUTONÓMICO. A raíz de la transferencia de las competencias, la gestión de las actividades arqueológicas recae sobre las Comunidades Autónomas. Esta atomización de la gestión de las actividades arqueológicas ha supuesto la extensión de políticas de protección y control a campos que no habían podido ser bien atendidos bajo el gran manto de la administración general del Estado. A partir de 1990 comenzaron a promulgarse las leyes de patrimonio autonómicas: Castilla – La Mancha y País Vasco en 1990; Andalucía en 1991; Cataluña en 1993; en 1995 Galicia; en 1998 las de Madrid, Baleares, Valencia y Cantabria; Aragón, Canarias y Extremadura en 1999 y, finalmente, en 2001 la del Principado de Asturias. Si sintetizamos los contenidos de la gestión de las actividades arqueológicas, las principales áreas serían: Excavaciones ordinarias. Intervenciones de investigación a medio y largo plazo en yacimientos de especial relevancia. La administración provee el mantenimiento de estos proyectos con una subvención anual. Además de los trabajos de excavación e investigación arqueológica, los directores del proyecto deberán velar por el mantenimiento y conservación de las estructuras exhumadas. Algunos serán seleccionados para convertirse en yacimientos visitables o parques arqueológicos. Protección y conservación de yacimientos. Esta política se aplica a yacimientos excavados en el pasado, que mantienen a la intemperie parte de las estructuras descubiertas o bien a aquellos, que no habiendo sido nunca objeto de intervención, conservan estructuras emergentes. En el primer caso, se evalúa la conveniencia de efectuar tratamientos de consolidación y/o cerramientos para evitar mayores deterioros, o protegerlos cubriendo las estructuras exhumadas tras señalizar convenientemente el estrato de intervención. Controles arqueológicos relacionados con obras públicas. La afección de las grandes obras de infraestructura sobre yacimientos arqueológicos no catalogados, ha supuesto durante años un grave problema que en muchos casos llegó a suponer verdaderas agresiones para el Patrimonio Arqueológico que crearon en su momento cierta alarma social Controles arqueológicos relacionados con el urbanismo. La inclusión de políticas proteccionistas del patrimonio arqueológico en los instrumentos de planeamiento urbano garantiza legalmente su conservación frente a la dinámica del crecimiento urbanístico. En el marco de estas actuaciones, los diferentes niveles de Planeamiento contienen el inventario de yacimientos arqueológicos conocidos en el ámbito territorial afectado, de este modo, toda obra que implique una potencial afección sobre los yacimientos inventariados deberá someterse al procedimiento de control arqueológico establecido por la Administración competente. Labores de inventario y catalogación de yacimientos arqueológicos. Un instrumento fundamental en el que se apoya la política preventiva es la Carta Arqueológica, ya que difícilmente puede conservarse aquello que no se conoce. El Inventario Nacional de Yacimientos Arqueológicos que promovió en 1980 la entonces Subdirección General de Arqueología del Ministerio de Cultura, ha sido reemplazado por las Cartas Arqueológicas redactadas en el ámbito de competencias de las Comunidades Autónomas. Labores de difusión del Patrimonio Arqueológico. Dentro de las fórmulas aplicadas a este objetivo se encuentra la presentación de los hallazgos arqueológicos in situ mediante la conversión de un yacimiento en “Parque Arqueológico”. A estas normas y contenidos destinados a regular la protección y difusión del patrimonio histórico se añade un corpus legislativo que contiene medidas que refuerzan estas. Entre ellas leyes encontramos las del régimen del suelo y ordenación urbana, la Ley reguladora de Bases del Régimen Local, las legislaciones nacionales y autonómicas sobre Evaluación de Impacto Ambiental, etc. TEMA 14. MUSEALIZACIÓN Y PUESTA EN VALOR DE LOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS. Los bienes patrimoniales han dejado de constituir una carga económica para comenzar a perfilarse como motor de desarrollo, a través de una nueva definición de su uso y de su valorización, en definitiva, de sus formas de disfrute. Para responder a las nuevas demandas socioculturales se impone la necesidad de coordinación en el desarrollo de políticas de creación y consumo cultural El último cuarto del siglo XX verá muchos cambios en el panorama cultural. En la década de los 70 se realiza una importante inversión pública en equipamientos culturales (en ocasiones tan infrautilizados como infradotados) sin conexión con el resto de posibilidades y planificación cultural de los municipios. Desde mediados de la década de los 80 comienza a tomar cuerpo una clara diversificación de la demanda hacia nuevas fórmulas emergentes de ocio, nacidas del agotamiento del modelo turístico de “sol y playa”. Es en este contexto donde encuentra un destacado papel el turismo cultural, en cuyo marco se encuentra la difusión del patrimonio arqueológico entendido como producto cultural y como recurso económico. Fue en el año 1986 cuando la entonces Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura, y más concretamente el Departamento de Arqueología del Instituto para la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC) se planteó la posibilidad de realizar intervenciones en el patrimonio arqueológico por medio de una figura encaminada a su protección y rentabilidad social que denominó Parque Arqueológico, y se concretó en un Plan Nacional de Parques Arqueológicos. Inicialmente se trataba de superar un modelo por el que aquellos yacimientos susceptibles de ser visitables (conservados in situ y convertidos en museos en sí mismos) desvinculados del entorno, pasaran a un modelo bien diferente por el que su característica esencial fuera la de su vinculación con el medio natural y el entorno cultural. Actualmente el Patrimonio Arqueológico aparece ligado al medio físico en que se encuentra, la propia UNESCO se ha encargado de sancionar esta tendencia incluyendo en la Lista de Patrimonio de la Humanidad espacios donde las actividades humanas se relacionan directamente con el medio, dentro de la figura denominada “paisaje cultural”, como la antigua explotación aurífera romana de las Médulas en León. Esta nueva visión respecto a la forma de considerar la cultura (en los países desarrollados además crece la demanda social de cultura) ha llevado a reconsiderar también el patrimonio arqueológico, que ha dejado de ser un producto culturalmente elitista, exclusivista, reservado a unos pocos, para convertirse en una manifestación patrimonial común que debe conservarse y difundirse. También ha cambiado la mentalidad de los arqueólogos, mucho más proclives a facilitar la difusión y proyección de sus trabajos en nuestros días. De manera paralela aparece una cierta sensibilidad internacional que considera al patrimonio arqueológico como bien no renovable. Es decir, que traspone a lo cultural conceptos y criterios admitidos en el Patrimonio Natural y, por lo tanto, contempla la necesidad de crear reservas, parques arqueológicos como parques naturales. Este nuevo concepto lleva implícito que se le considere como un recurso explotable, se plantea la rentabilidad económica de la cultura, que deriva en entretenimiento. El resultado es la creciente presencia del patrimonio arqueológico en el turismo cultural. Un parque arqueológico debe ser, en último término, una forma nueva de comunicación que permita poner en evidencia lo visible y lo invisible. Y esto exige un esfuerzo de imaginación. Los arqueólogos trabajan habitualmente con un patrimonio fundamentalmente invisible, y sin embargo se empeñan en ensalzar la pequeña parte que ha quedado visible o que sacan a la luz. De nuevo es la contemplación de lo excepcional, del objeto rescatado, la que ha sido protagonista. Lo invisible no es sólo lo que aún no ha sido excavado, sino toda la información que no revela directamente la visita a un yacimiento, a un parcelario fosilizado o una mina antigua. Es decir, son invisibles las formas de vida, las relaciones de poder las formas de propiedad, la percepción del espacio... desmitificando el papel de los elementos aislados, transmitiendo su papel en los procesos históricos sin trivializarlos. Un cada vez más amplio repertorio de medios lo hace viable (puntos de información, itinerarios, centros de información realidades virtuales...). El diálogo entre el material arqueológico y el visitante necesariamente pasa por la interpretación, tarea del arqueólogo, que deberá adaptar el lenguaje de su investigación a un código informativo acorde a las características del público al que se abre la oferta, cualquiera que sea la fórmula elegida para poner en valor el yacimiento: centro de interpretación, yacimiento visitable, parque arqueológico, aula arqueológica, etc. En lo que no existe tanta unanimidad es en el tratamiento que debe aplicarse a los yacimientos, para acondicionarlos para la exposición pública. En unos casos las intervenciones son exageradas (y quizás más didácticas) y en otros se opta por una intervención mínima. Existen orientaciones y legislación al respecto, lo que aun así no cierra el debate sobre exceso o defecto en la intervención. Es evidente que el término "parque" remite directamente al mundo del ocio y del entretenimiento, y, efectivamente debe atraer a un público lo más amplio posible. Esto puede ser perfectamente compatible con otras tareas de formación, investigación, gestión... Tal y como lo entendemos, un parque cultural es abierto y dinámico, su pretensión no ha de ser su “fosilización” sino su incorporación como factor de estímulo cultural y económico. Su integración en los circuitos turísticos es un factor esencial, que puede favorecer la diversificación, y la consideración del patrimonio como un recurso turístico para un desarrollo duradero, aunque requiere una cuidosa regulación que respete el patrimonio y su conservación, y también el delicado equilibrio con su entorno natural y humano. Una adecuada protección ante eventuales impactos negativos requiere definir estrategias de intervención de las que se derive una necesaria convergencia entre políticas de protección y de investigación del patrimonio y su puesta en valor. Nuestra responsabilidad, como futuros gestores patrimoniales, es sustentar con un discurso histórico esa puesta en valor. FIN TEMAS PRIMERA EVALUACIÓN