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PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA Y ARQUEOLOGÍA.
FUENTES DE CONOCIMIENTO. TEMAS 7 Y 8 PRIMERA EVALUACIÓN.
INTRODUCCIÓN:
Las fuentes históricas constituyen la materia prima de la historia. Son fuentes
aquellos materiales que aportan información histórica significativa. La labor del historiador
es trabajar con ellas: interrogarlas, contrastarlas, analizarlas…para extraer la mayor
información posible de su estudio, por ello se denominan fuentes de conocimiento.
Aunque todas podrían englobarse en el término materiales, por el soporte en el que se
presentan, la diferencia bien dada por la forma en que se transmite la información.
Fuentes de conocimiento: Materiales, escritas, orales y visuales
TEMA 7. FUENTES DE CONOCIMIENTO 1: MATERIALES
Las fuentes para el estudio de la historia de este periodo, el más extenso a tratar, son de
muy diversa índole, en este apartado trataremos las fuentes materiales, aquellas que se
refieren al “material arqueológico”: vestigios de la cultura material. Son aquellas que
transmiten información por medio de la forma, posición y función de un producto
humano o de un elemento natural modificado.
Comprende el estudio de todos los aspectos materiales de la organización social y se
incluyen testimonios muy diversos, que van desde los enseres domésticos, como vajillas,
utensilios, mobiliario; los derivados de actividades artesanales, como talleres de hueso o
alfares y también restos de actividad doméstica y productiva como vertederos, escorias
metálicas...; de actividades agrícolas como almacenamiento de grano o elaboración de vino o
aceite, o actividades ganaderas, como aperos de labranza; los restos de viviendas, de
pavimentos como mosaicos, calles, abastecimientos (presas, canalizaciones, acueductos…)
edificios públicos (termas, teatros, circos, templos…) espacios productivos, explotaciones
mineras u hornos de fundición; enterramientos con gran variedad de tipologías, construcciones,
rituales, ajuares, etc. Los asentamientos, y en general el territorio.
A la recuperación de hallazgos tan diversos se añade el problema de la restauración
que en muchos casos debe realizarse in situ para evitar su deterioro. Mención aparte merece la
arqueología subacuática, para la recuperación de pecios.
Todos estos materiales dentro de su contexto nos iluminan sobre la actividad
humana: los asentamientos, la economía, las prácticas funerarias, la religiosidad, el ocio, el
territorio, los intercambios, etc. Dentro de un marco cronológico que el historiador interpretará a
partir de estos materiales. Es necesario realizar la excavación y la recogida de materiales con
rigor y documentar todo con precisión para evitar una interpretación errónea.
LA ARQUEOLOGÍA:
El propósito de la Arqueología es el conocimiento histórico de las sociedades del pasado
mediante sus fuentes materiales. La Arqueología se ocupa de los vestigios obtenidos en las
excavaciones (obtención, clasificación y estudio) y también de numerosos restos muebles e
inmuebles que nunca estuvieron enterrados (como el Camafeo de Francia o la Alhambra de
Granada). Por tanto son fuentes arqueológicas todas aquellas susceptibles de ser estudiadas
con la metodología arqueológica y no sólo las obtenidas con una de sus técnicas.
Por otra parte, no todas las fuentes materiales son arqueológicas y además la Arqueología
utiliza también fuentes de otro tipo como las escritas, orales y visuales. Además hay fuentes de
naturaleza mixta como es el caso de las fuentes epigráficas o de las iconográficas.
En cuanto a tratamiento y edición, las fuentes arqueológicas plantean unos problemas
particulares. La arqueología obtiene y elabora sus propios documentos a partir de unos
procedimientos técnicos específicos. Las fuentes arqueológicas se construyen a medida que se
investiga, ya que cada nueva intervención se convierte en un nuevo documento, aun que
también en uno menos en los casos de exhumación, porque el proceso es irrepetible e
irreversible. Por tanto debe existir rigor técnico, y el arqueólogo debe publicar la documentación
íntegra y no una elaboración histórica propia del investigador. Una divulgación adecuada,
convierte a las fuentes arqueológicas en fuentes escritas que permiten su utilización posterior
por otros investigadores.
MATERIALES ARQUEOLÓGICOS
El concepto de -material arqueológico-, ha ido variando con el tiempo: en un primer
momento se limitaba a objetos antiguos con valor estético (exótico y precioso, relacionado con
el coleccionismo) A finales del siglo XVII se identificó con los monumentos de la Antigüedad.
Durante el siglo XIX comenzaron a considerarse “monumentos” todos los restos materiales
antiguos, independientemente de su valor artístico. En el siglo XX se consolida el concepto de
“cultura material” para denominar todas las manifestaciones humanas incluyendo
testimonios que van desde los modestos enseres domésticos a los edificios monumentales.
También se considera documentación material toda la información arqueológica sobre la
actividad social que se obtiene indirectamente a través de procedimientos fisicoquímicos,
mediante pruebas genéticas, análisis polínicos, las señales de desgaste, C14… De forma que
lo que interesa al arqueólogo actual no son tanto los objetos y edificios como sus relaciones
contextuales y estratigráficas o sus transformaciones temporales.
LAS FUENTES ARTÍSTICAS. EL PROBLEMA DE LA ARQUITECTURA.
Las obras artísticas, tanto las llamadas artes mayores: arquitectura, escultura o pintura,
como las artes menores o aplicadas: orfebrería, ebanistería, textiles, vidrio, toréutica, eboraria,
etc. Son también fuentes materiales, documentos históricos que contienen información de una
determinada sociedad, que puede ilustrar tanto el mundo ideal como el universo material de la
época en que fue realizada.
La doble naturaleza, monumental y documental de las fuentes artísticas hace necesario
un comentario sobre el problema que entraña la restauración de ciertas obras del pasado,
especialmente a la arquitectura, ya que los edificios son contenedores funcionales con valor
estético. Así mientras la restauración de un cuadro o una talla raramente se plantea como un
acto de creación artística, la intervención sobre un edificio o sus ruinas siempre entraña
planteamientos estéticos, lo que puede suscitar conflictos entre arqueólogos y arquitectos. Los
primeros son acusados de fetichistas de las ruinas por los segundos, que reclaman el derecho
a recrear en el presente las obras artísticas del pasado. Por el contrario, los arqueólogos
esgrimen el deber de conservar el pasado.
Un segundo problema es el que emana de la propia naturaleza histórica del monumento
arquitectónico. El monumento en sí es una historia edificada. La restauración significa optar por
fijar una sola de sus fases históricas y esta decisión implicará la transformación del documento.
En cualquier caso, antes de toda intervención, el edificio debe estudiarse con lo que su interés
documental quedará salvaguardado para el futuro.
TEMA 8. FUENTES DE CONOCIMIENTO 2: ESCRITAS, ORALES Y VISUALES
1.- FUENTES ESCRITAS.
El concepto de fuente escrita engloba a todas aquellas formas de documentación
histórica en las que la información se transmite mediante la escritura. Se suelen
denominar fuentes documentales y se han considerado tradicionalmente las fuentes primarias
del conocimiento histórico.
A las fuentes literarias, que son la base de la investigación en Historia Antigua, le siguen
la epigrafía y la numismática.
Conocer la obra de historiadores y geógrafos griegos y romanos así como los
testimonios procedentes de Egipto y Próximo Oriente es fundamental para cualquier
investigación en historia antigua y arqueología clásica. El estudio de las fuentes nos lleva a
conocer la realidad del mundo antiguo, teniendo en cuenta la ideología que subyace que es
también historia. Para ello hay que acudir a todas las formas de manifestación literaria, incluida
la épica. También es importante el conocimiento de la lengua original, ya que las traducciones
pueden alterar el texto, de ahí la imprescindible colaboración entre el historiador y el filólogo
clásico. También será necesario recurrir a la paleografía, para establecer una lectura correcta.
La Paleografía es la ciencia de la escritura y su finalidad es triple: leer y descifrar el
texto, servir de base a un trabajo historiográfico y conocer el desarrollo y la naturaleza de la
escritura en sí misma. Objeto del estudio paleográfico serán todos aquellos materiales que
contengan una escritura en ellos. Tradicionalmente se denominaba epigrafía al estudio de las
inscripciones sobre materiales duros, como bronce o piedra, y diplomática o paleografía
solamente el estudio de los documentos sobre papel, pergamino tablillas enceradas o papiro:
materiales que tienen en la escritura su razón de ser.
Epigrafía
El epígrafe (la inscripción) es fuente escrita y fuente material (La Epigrafía forma parte
de los estudios arqueológicos y lingüísticos al mismo tiempo). Como texto informa sobre la
administración, la economía, el derecho, la organización social, la religión...; en cuanto material
arqueológico es una fuente de gran valor. Son restos materiales susceptibles de ser analizados
con procedimientos arqueológicos, también contienen una información en el texto,
proporcionando dataciones absolutas cuando están fechados, e informan sobre la cultura (las
costumbres funerarias, las preferencias estéticas…) como documentos históricos, fuente
directa de la Antigüedad.
Esta naturaleza mixta la convierte en una fuente auxiliar básica de la Arqueología, ya que
las fuentes epigráficas permiten a demás de datar los monumentos, conocer su función, su
costo o su constructor; identificar el nombre de una ciudad; constatar la importancia y extensión
del culto a una divinidad, etc. Para acceder a su análisis es necesario tener en cuenta diversos
factores: el tipo de soporte (bronce, caliza, cerámica…) los criterios de clasificación de las
inscripciones, las técnicas de lectura y de datación y el análisis del contenido.
T. Mommsen compiló, a finales del XIX, un corpus monumental de epigrafía latina que
constituye la obra capital de esta disciplina, dirigido mayormente al estudio de los aspectos
filológicos de las inscripciones y no a los aspectos materiales, formales e históricos.
Dentro de la paleografía, La papirología constituye una disciplina científica en sí misma.
El lugar de procedencia: Egipto, y las características del soporte: el papiro, a las que se añade
la diversidad de sus contenidos (literarios, historiográficos, legislativos, funerarios…) y la
evolución de la escritura jeroglífica, inciden en la complejidad de su estudio.
Solo a través de fuentes clásicas, como Herodoto, o de textos coptos se podían conocer
algunos aspectos del Egipto antiguo. El desciframiento de los jeroglíficos (La piedra de
Rosetta, J. F. Champollion, 1822) y numerosos descubrimientos arqueológicos posteriores, han
permitido ampliar nuestros conocimientos sobre la historia de Egipto.
Para el estudio de las culturas mesopotámicas es imprescindible el conocimiento de la
escritura cuneiforme (tablillas de barro, inscripciones en lápidas y monumentos).
Anteriormente solo se conocían datos extraídos de la Biblia o de textos clásicos. El
desciframiento del fenicio (s. XVIII) también permitió conocer las lenguas semíticas.
Las fuentes numismáticas.
La Numismática es la disciplina histórica especializada en el conocimiento del pasado a
través de las monedas y medallas en todos sus aspectos. Proporciona gran cantidad de datos
sobre diversos aspectos del mundo antiguo, el simple uso de la moneda ya denota un alto
grado de desarrollo socioeconómico, con comercio a gran escala, y también su uso como
medio de propaganda política.
Según su definición técnica, moneda es todo objeto, generalmente metálico, de
naturaleza y peso determinado, que posee un valor legal como medio de intercambio,
garantizado por una marca de autoridad impresa sobre ella, que puede ser la representación
de un soberano, o del sello del gobierno, puesto que la acuñación es una prerrogativa que
emana de la soberanía y que se vincula al ejercicio de la autoridad política.
La moneda es un objeto con valor cronológico que contiene ceca y fecha de acuñación y su
aparición en el contexto estratigráfico proporciona una datación relativa de gran valor.
La Numismática es al mismo tiempo una disciplina autónoma y un documento
arqueológico, ya que son restos materiales que contienen información interna y aportan
información externa dentro de un contexto estratigráfico. Además las monedas son también
fuentes históricas de naturaleza mixta, que participan de las características de las fuentes
materiales, escritas y visuales.
La Numismática constituye una importante fuente para la paleografía, la
arqueología y la historia del arte. Para la primera, porque la aparición de leyendas bilingües
ha permitido el desciframiento o lectura de lenguas antiguas, como la ibérica. Con respecto a la
arqueología y al arte, es frecuente que muchas monedas lleven representados monumentos
arquitectónicos o famosas esculturas perdidas, de esta forma, las monedas se convierten en
fuentes importantes para la reconstrucción de restos materiales desaparecidos.
2.- LAS FUENTES ORALES
Las fuentes orales, para el marco cronológico que nos ocupa (prehistoria-historia
antigua), son muy restringidas, aunque paradójicamente se trate de un espacio de tiempo en
que predominó la transmisión oral. Las fuentes verbales han dando origen a un género
documental específico denominado Historia oral. Las fuentes orales deben integrarse en la
reconstrucción histórica junto a las fuentes materiales y a las fuentes escritas
La Historia oral.
En un sentido amplio equivaldría a la historia hablada, el registro de los recuerdos y de
las historias de la vida. No se trata de un nuevo género histórico, pero sí una nueva fuente. La
tradición oral ha sido un vehículo histórico fundamental de transmisión cultural.
En la actualidad el recurso más común es la entrevista grabada, que se archiva como
documento oral y que una vez transcrita se convierte en testimonio escrito. Así las fuentes
orales se convierten en un instrumento preciso para construir una memoria histórica de la
colectividad más allá y contra las censuras, las mutilaciones y las discriminaciones de la
oficialidad y de la historiografía tradicional.
Las fuentes verbales se incluyen también dentro del campo de estudio de la antropología
y de la etnografía y su aplicación al campo de la arqueología.
La Etnología es una ciencia social que estudia, compara y describe las sociedades
humanas del pasado y del presente y por supuesto utiliza fuentes verbales. El estudio
comparado de los pueblos se realiza mediante la observación, la entrevista o la encuesta, con
un interés en el trasfondo histórico de las culturas.
El deseo de reconstruir los procesos culturales a partir del registro arqueológico propició
la búsqueda de nuevos instrumentos teóricos y para ello se recurrió a la analogía etnográfica,
basada en el principio formulado por Bindford, (La Nueva Arqueología) de que el estudio del
presente permite la comprensión del pasado. De esta confluencia entre la arqueología y la
antropología nació la etnoarqueología que se ocupa de establecer las relaciones entre el
comportamiento humano y sus residuos tangibles, mediante la observación de grupos actuales,
preocupada por comprender qué condiciones deba darse en una cultura para que aparezcan
determinados rasgos en su cultura material.
3. LAS FUENTES VISUALES
La utilización de la imagen como medio de representación y transmisión de ideas se
remonta a los albores de la humanidad. El análisis de las fuentes visuales (dibujos, pinturas,
grabados, talla en madera, relieve, códices, mosaicos, esculturas...) constituye una fuente
inagotable de análisis histórico. Pero ninguna de estas fuentes reproducen imágenes reales
sino apariencias reelaboradas de la realidad. Estas representaciones tienen en muchos casos
un sentido convencional, representan imágenes conceptuales y no físicas, o están sujetas a un
artificio óptico que logra un efecto tridimensional. Por esta razón no son fuentes visuales en
sentido estricto, sino fuentes iconográficas de cuyo estudio se ocupa la iconografía.
La primera técnica que reprodujo una imagen real fue la fotografía, que permitió fijar
imágenes reales mediante reacciones químicas. La proyección de las primeras imágenes en
movimiento supuso el inicio de la revolución de los medios audiovisuales, con el desarrollo del
cinematógrafo y la posterior incorporación del sonido y el color. Posteriormente nacieron
medios técnicos cada vez más sofisticados como cine, video, CD-ROM, medios digitales...
capaces de captar y reproducir las imágenes reales en distintos soportes. Las nuevas
tecnologías han convertido la imagen en su principal elemento de comunicación y han puesto
al alcance de los historiadores medios de captación trasmisión y conservación de la
información hasta ahora insospechados.
Hechos como la caída del muro de Berlín dieron la vuelta al mundo en imágenes, por lo
que se puede intuir que las fuentes visuales terminarán por constituir la documentación
primaria de los historiadores del futuro.
Las técnicas audiovisuales permiten también conservar para el futuro imágenes directas
de la utilización de objetos que terminarán por desparecer como los instrumentos agrícolas o
de técnicas productivas como los oficios artesanales, técnicas de pesca...; medios de
transporte, como la navegación a vela o los carros de caballería...; costumbres y modos de vida
como las fiestas, ritos..., que han caído en desuso. Así han aparecido géneros específicamente
etnográficos, como la fotografía costumbrista, y el documental.
Pero la revolución de las fuentes visuales solo ha comenzado y aún es necesaria la
creación de archivos de imágenes locales, (fototecas, videotecas o filmoteca), que garanticen
la recopilación y conservación efectiva de estas nuevas fuentes para la Historia.
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA:
EXCAVACIÓN. TEMAS 9 Y 10 PRIMERA EVALUACIÓN.
PROSPECCIÓN
Y
INTRODUCCIÓN. (EIROA, J.J.: Nociones de Prehistoria general. Ariel, Barcelona 2000)
La arqueología es hoy en día una ciencia multidisciplinar, que ha aprovechado
ampliamente los avances científicos en beneficio propio, pero sin renunciar a sus propios
logros como ciencia. En el aspecto metodológico es donde más se ha renovado en las últimas
décadas, superando una etapa anterior en que estuvo más supeditada a otras ciencias como la
geología o la antropología.
Definición de “método”: procedimiento que se sigue en las ciencias para buscar, hallar y
explicar la verdad (no confundir método y técnica. Una técnica es un procedimiento concreto de
tratamiento del material -que ha sido previamente reunido de acuerdo a un método-)
El método arqueológico acomete el estudio sistemático de los yacimientos y restos
arqueológicos, utilizando técnicas de búsqueda y observación (prospecciones y excavaciones),
reglas para el razonamiento y formas adecuadas para la comunicación de los resultados,
incluyendo, la construcción de teorías. Prospección y excavación (el trabajo de campo) es el
punto de partida de un proceso de investigación amplio, donde están implicados
procedimientos técnicos diversos para su clasificación, datación e interpretación (tema 11).
TEMA 9. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA 1: LA
PROSPECCIÓN
Prospección: búsqueda, identificación y evaluación del yacimiento arqueológico
(lugar natural o artificial donde se encuentran restos materiales de actividades humanas,
potencialmente interpretable a través del método arqueológico) procediendo a su
documentación y estudio normalizado (croquis, fichas, mapas, fotografías…)
Es el primer paso para la identificación y valoración de un yacimiento, generalmente
sigue dos etapas: la primera el estudio previo del terreno a través de la toponimia, los datos de
la literatura científica, de la historia oral, de la cartografía, de la fotografía aérea, etc. En
segundo lugar tras elaborar un plan de trabajo inicial, se traslada un grupo de trabajo al terreno
con los medios necesarios para iniciar el trabajo (mapas, GPS, brújula, cámaras…) y decidir la
técnica de muestreo más adecuada al yacimiento. La prospección es un trabajo de campo
imprescindible para el conocimiento del terreno objeto de investigación.
LOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS: TIPOS Y PROCESOS DE FORMACIÓN.
Un yacimiento arqueológico, como ya hemos dicho, es aquel lugar donde quedan
restos materiales de actividad humana. Estos restos pueden ser visibles, porque están situados
sobre la tierra, o no visibles, porque sedimentos formados con posterioridad los cubren por
completo. La mayoría de los restos enterrados no serán descubiertos nunca.
A pesar de su gran variedad, es posible clasificar los yacimientos arqueológicos en
distintos grupos, aunque está división depende mucho de los criterios empleados. Atendiendo
al momento en que tuvo lugar la actividad, tendremos una clasificación cronológica, que suele
ser la primera en establecerse. Atendiendo a la funcionalidad del espacio: sitio de habitación,
de enterramiento, de producción, de caza… En función de su posición geográfica: de montaña,
de valle fluvial, de costa, subacuático, en cueva, etc. Por último, sobre su duración: si se trata
de un asentamiento temporal, permanente, de corta duración, o lo suficientemente larga como
para poder distinguir diferentes períodos en su desarrollo, también se puede hablar de
yacimientos estratificados y sin estratificar; alterados o intactos (en la práctica es casi imposible
encontrar yacimientos completamente inalterados)
En cuanto al tipo de actividad realizada, los sitios de habitat son los más importantes y
numerosos. En ellos se realizan la mayoría de los actos cotidianos de la comunidad, el
alimento y el descanso, las relaciones sociales, la artesanía...
Al comienzo de la prehistoria, toda la actividad dejaba a penas unos pocos restos: unas lascas,
unas cenizas, algunos refugios, etc. Tras el Neolítico, los asentamientos se van haciendo más
complejos, con viviendas de carácter estable y más variedad de actividades.
Otro tipo de yacimiento destacado es el enterramiento. A partir del Paleolítico Medio el hombre
comenzó a preocuparse por los difuntos y empleó una cierta energía en protegerlos mediante
la excavación de tumbas. Desde una simple fosa hasta extensas las pirámides de Egipto, hay
una variada tipología, de tumbas individuales a necrópolis. Por lo general fueron construidos
con la intención de perdurar, por eso el contenido de información suele ser muy grande.
Otros yacimientos: centros ceremoniales, áreas con manifestaciones artísticas (cuevas,
abrigos, o extensas áreas al aire libre…), cazaderos y lugares de despiece de animales, áreas
de minería, zonas portuarias, talleres de sílex, barcos hundidos, etc.
La inmensa mayoría de los yacimientos están enterrados, gracias a ello se han
conservado. La excavación, reconstruirá el proceso que llevó a la formación del “registro” es
decir, cómo y por qué se erigieron los restos, se destruyeron y fueron cubiertos por la tierra.
¿CÓMO SE FORMA UN YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO? Para entender cómo una
ciudad entera ha quedado sepultada por la tierra hasta desaparecer por completo, o por qué
los restos de un grupo de cazadores paleolíticos están a más de diez metros de profundidad,
hay que tener en cuenta que el papel humano ha sido por lo menos tan importante como el de
los agentes climáticos y atmosféricos. Los procesos de formación son fundamentalmente de
tres tipos: físicos, biológicos y culturales. Los primeros se dan siempre, aunque no exista
actividad humana ni animal (erosión, traslado y deposición de sedimentos…) Los biológicos
corresponden a la actividad de animales. La actividad humana modifica y altera los procesos
de sedimentación natural, produciendo en general su aceleración.
LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA: PLANTEAMIENTO Y TÉCNICAS
Al hablar de prospección nos referimos al conjunto de trabajos previos a la excavación
que incluyen sobre todo el estudio de una zona geográfica con el fin de descubrir el mayor
número de posibles yacimientos. Hubo un tiempo en el que la tarea fundamental era
desenterrar monumentos, y como existían pocos conocimientos, ni la prospección ni la
excavación seguían un método pues se buscaba obtener objetos de gran valor, sin interesarse
por la investigación y documentación del yacimiento.
Tradicionalmente la prospección tenía sentido en función de los yacimientos que se
localizaban para su posterior excavación. A partir del desarrollo de la nueva arqueología (años
70 del s. XX) se comienzan a plantear prospecciones sistemáticas. Su importancia va
relacionada también con los datos que pueda proporcionar en la catalogación e inventario del
patrimonio arqueológico para su conservación y puesta en valor.
Actualmente el incremento económico de la excavación ha provocado el replanteamiento
de esta tarea, para poder estimar los costes globales y las necesidades organizativas.
La tarea de prospección se inicia con un análisis previo de laboratorio que consiste en
examinar toda la información recopilada sobre la zona de interés. La lectura de la
literatura científica sobre el caso es esencial, así como La observación detallada de los
planos topográficos de la zona, estos planos ayudarán a decidir cuáles son las zonas más
interesantes. (Cartografía)
La siguiente ayuda proviene de la fotografía aérea, que pueden haber sido hechas con
destino a la prospección arqueológica únicamente sobre la zona de interés, o bien se puede
utilizar parte de la colección general existente para todo el país, realizada con otros fines como
la topografía, agrimensura, recursos hidráulicos, etc. En la actualidad se realizan
prospecciones arqueológicas enteramente desde el aire y se descubren así un gran número de
yacimientos con mucho menor esfuerzo que mediante los recorridos terrestres. Este sistema
tiene un elevado coste y es especialmente eficaz en zonas llanas y húmedas y es un método
que ha instituido una rama completa de la investigación, la llamada Arqueología aérea. (Las
estructuras enterradas se ven mejor desde el aire, el crecimiento diferencial de los cultivos o la
diferencia de color en la tierra pueden dar indicaciones al arqueólogo, etc.)
Solapando las imágenes fotográficas tendremos una vista estereoscópica que nos
permitirá ver la superficie del suelo en relieve, marcándose claramente los accidentes del
terreno, con la ayuda de un estereoscopio, o lente binocular.
No obstante hay que ser consciente de las limitaciones del método, que sólo nos llevará
a descubrir un tipo de yacimientos, dejando de lado otros que habrán de ser localizados en
una prospección más detallada y que generalmente incluye
Otra labor muy conveniente antes del trabajo de campo se refiere al estudio de la
toponimia, los nombres propios de los lugares pueden tener relación con la existencia de
yacimientos arqueológicos. Por ejemplo la referencia a los moros: fuente del Moro, Cueva del
Moro...A construcciones: Castillejo, Mota o Torrecilla, al igual que los que denominan tesoros:
Fuente de la Plata, Malamoneda, el Tesorillo, etc. U otros nombres sugerentes como: Cerro de
la Cerámica, Piedra Escrita o la cueva de los Muñecos. Muchos de ellos no vienen indicados
en planos topográficos y se habrán de consultar los catastros locales o indagar entre los
habitantes del lugar.
MUESTREO. Puede prospectarse, una vez delimitada el área, toda la superficie o acudir
a estrategias de muestreo probabilístico. Se suele dividir, a partir de la cartografía, la zona
objeto de estudio, en cuadrículas o transversos (rectángulos), organizados de forma aleatoria,
sistemática (a intervalos regulares) o priorizando determinadas unidades topográficas,
geológicas o lógicas (estratificada).
La prospección intensiva es el método más adecuado para alcanzar una imagen
completa de la historia cultural de una zona concreta. Consiste en la inspección directa y
exhaustiva de la superficie del terreno sobre áreas relativamente pequeñas, realizadas por
observadores separados a intervalos regulares y utilizando cuadrículas artificiales hasta llegar
a controlar parte o la totalidad del territorio de interés. Mediante la prospección intensiva
podemos estar seguros de descubrir todos los yacimientos pero el método es tan lento y
detallado que sólo es realizable en pequeñas áreas. No obstante, existe una forma de obtener
conclusiones generales, extensibles a zonas mayores, a partir de los datos recogidos en la
prospección intensiva de áreas pequeñas, mediante la aplicación de la teoría del Muestreo. Si
las áreas prospectadas se escogen adecuadamente, de forma que sean representativas del
total, entonces es posible la inferencia de la parte por el todo.
La forma más adecuada es escoger de forma aleatoria las cuadrículas que se van a
prospectar. Este es el muestreo aleatorio simple, es el mejor desde el punto de vista
matemático, pero tiene sus inconvenientes, y para superarlos hay que tener en cuenta los
datos previos del terreno y seleccionar las cuadrículas. El muestreo sistemático consiste en
elegir las cuadrículas separadas a intervalos fijos, de forma que estén todas las partes bien
representadas. El margen de error se podría reducir aumentando el tamaño de la muestra, es
decir, prospectando más cuadrículas. La aplicación de criterios sistemáticos en las
prospecciones ha mostrado claramente su eficacia para descubrir yacimientos.
El objetivo de tomar muestras en distintas zonas de superficie es comparar lo hallado en los
cuadrados y ver si existen diferencias significativas entre ellos, que puedan indicar distintas
áreas funcionales o de diferente cronología. Ello nos permitiría extraer conclusiones
importantes sobre el yacimiento sin necesidad de excavar o indicaciones sobre cómo orientar
la futura excavación del sitio. Aunque hay que tener en cuenta que no siempre se cumple la
condición de que exista una relación entre lo que se ve en la superficie y lo que está enterrado.
Con respecto al análisis de los artefactos, parece prudente obtener toda la información posible
sobre el terreno y llevarse únicamente aquellas piezas más representativas.
El desarrollo de las prospecciones sistemáticas va muy ligado a la arqueología espacial,
en la que la estadística y las técnicas cuantitativas aplicadas al análisis de las distribuciones
arqueológicas , tanto en términos de elementos, como de asentamientos, representan un papel
fundamental. En España la revista Arqueología Espacial contribuyó a divulgar estos nuevos
planteamientos en los años ochenta y noventa, desde una perspectiva interdisciplinar,
intentando avanzar en una visión global del territorio. Últimamente hablamos de arqueología
del paisaje, una de las tendencias más innovadoras de la investigación actual, que engloba
diferentes perspectivas, desde las más tradicionales posturas descriptivas a enfoques
culturales, económicos, sociales e ideológicos, como forma de interpretación.
Otro tipo de información de interés que se ha de tomar sobre el yacimiento es la
ambiental-ecológica. Por tratarse de datos no propiamente arqueológicos, muchos de ellos
son difíciles de obtener por personas sin formación específica y por ello la presencia de un
geólogo es conveniente en los equipos de prospección.
También es preciso analizar el entorno natural. Interesan el relieve, el clima, los
suelos, los recursos hídricos, el tipo de fauna salvaje y doméstica, la distancia a vías de
comunicación, la visibilidad desde el yacimiento de otros lugares cercanos... Cuanto más
información nos llevemos del sitio, tanto mejor.
A continuación se procedería a la excavación, aunque en la actualidad hay medios para
examinar aspectos arqueológicos enterrados sin necesidad de excavar, como son los métodos
de prospección geofísica y el análisis de fosfatos. La prospección geofísica consiste en
medir ciertas propiedades eléctricas y magnéticas del subsuelo, de forma que las variaciones
diferenciales entre unas zonas y otras nos revelen la localización de los restos enterrados. El
análisis químico de fosfatos se basa en los diferentes contenidos de fósforo de la tierra, que
pueden ser indicativos de distintas actividades humanas.
TEMA 10. METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA II: LA
EXCAVACIÓN.
INTRODUCCIÓN:
La única forma de ver qué es lo que queda en realidad, a pesar de la importancia cada
vez mayor de la prospección, es la excavación.
La excavación permite recuperar sistemáticamente datos arqueológicos, estructuras,
artefactos y ecofactos (huesos, maderas, sedimentos, cenizas…), que deben de ser
documentados y registrados adecuadamente en su contexto tridimensional. Una excavación
arqueológica debe ser diseñada dentro de un proyecto general de investigación y encaminada
a contrastar hipótesis de trabajo o solucionar problemáticas concretas, aunque en ocasiones
deben realizarse excavaciones de urgencia, debido a la necesidad de proteger algunos
yacimientos ante su destrucción (infraestructuras, edificación, etc.), documentándolos y
conservándolos si es necesario y posible.
Ha habido un interés creciente por definir un sistema lo más perfecto y eficaz posible
para la exhumación de restos durante la excavación arqueológica, debido a la conciencia de
que el investigador se encuentra ante una lectura única, por lo que debe de ser abordada con
la máxima minuciosidad y sensibilidad. Algunos arqueólogos han desarrollado sistemas que
han tenido una amplia aceptación en la comunidad científica, siendo aplicados con menor o
mayor ortodoxia por otros colegas, por ejemplo los métodos de Laplace Harris, que supone un
adelanto respecto a los trabajos de Mortimer Wheeler y Katleen Kenyon, iniciados los años
treinta del siglo XX, que representan el punto de partida para los métodos estratigráficos
modernos. El método de Harris se popularizó en España. Permite concebir el registro no como
un simple conjunto de información, sino que implica un esfuerzo continuado por entender la
dinámica estratigráfica durante la excavación, generando así una secuencia de operaciones y
procedimientos metodológicamente controlados.
Últimamente ha aumentado el interés por alcanzar un sistema de excavación lo más
perfecto posible, aunque quizá sea ideal aplicar técnicas diferenciadas en función de la
especificidad de cada yacimiento e introducir las novedades que sean oportunas a cada caso.
El clásico diario de excavación o las fichas estandarizadas y las planimetrías se
complementan con fotografías o filmaciones y cada vez más intervienen las nuevas tecnologías
y los soportes informáticos en la labor de excavación.
OBJETIVOS DE LA EXCAVACIÓN.
La excavación es el ejercicio por excelencia de la arqueología, ya que tiene como
consecuencia la más completa y directa obtención sistemática de datos para el estudio de los
tiempos pasados. Excavar es esencialmente interpretar, es decir, deducir una realidad de los
datos arqueológicos. Se trata de una tarea multidisciplinar en la que interviene no solo el
arqueólogo y su equipo de campo, sino también multitud de especialistas en otras materias,
que convierten la tarea, en un complejo ejercicio de investigación y proporciona los datos
básicos de los que se abastece la prehistoria para elaborar sus interpretaciones.
Siendo la excavación una práctica costosa y destructiva, nunca se debe realizar a la
ligera y jamás dejarse en manos de aficionados sin formación profesional. Lo deseable es
realizarla cuando sea necesaria para resolver problemas concretos dentro de una línea de
investigación, por su aporte imprescindible de información relevante, pero siempre que sea
posible deben primar los métodos no destructivos para lograr los objetivos de la investigación.
¿CUALES SON LOS MÉTODOS DE EXCAVACIÓN MÁS ADECUADOS PARA RECUPERAR
ESTA INFORMACIÓN? (“no existe una forma correcta de excavar, pero sí muchas incorrectas” Wheeler.)
Cada yacimiento requiere una forma específica de tratamiento y una estrategia
adecuada. Además, los métodos de excavación han de adaptarse al tema de investigación que
tengamos entre manos..
En términos generales podemos dividir las técnicas de excavación en:
- Aquellas que subrayan la dimensión vertical mediante la excavación de depósitos
profundos que revelan la estratificación, donde suele aplicarse el sistema Wheeler-Kenyon
(perfeccionado por F. Bordes con el uso del sistema de coordenadas cartesianas) que se basa
en la división en cuadrículas, que serán las unidades de excavación. Este sistema permite un
control muy preciso de los hallazgos
- Aquellas que se centran en la dimensión horizontal, mediante la apertura de áreas
amplias de un nivel concreto para exteriorizar las relaciones espaciales entre artefactos y
estructuras. El sistema de áreas abiertas (open areas) que no se constriñe tanto a las unidades
de excavación predeterminadas.
La mayoría de los arqueólogos combinan ambas estrategias, pero hay formas distintas
de hacerlo.
El método Wheeler- Kenyon trata de satisfacer tanto las exigencias horizontales como
las verticales, mediante la conservación de testigos de tierra intactos entre las cuadriculas, de
forma que se puedan rastrear y correlacionar los distintos niveles ente los perfiles verticales de
todo el yacimiento. Una vez que se ha determinado la extensión y distribución general del
mismo, se puede retirar algunos de los testigos y ensamblar las cuadriculas de una excavación
abierta para poner de relieve cualquier estructura (como un suelo de mosaico) que sea de
especial interés.
Los defensores de la excavación en áreas abiertas, critican el método Wheeler
diciendo que los testigos se sitúan inevitablemente del modo más inoportuno para aclarar las
conexiones ente perfiles e impiden distinguir los patrones especiales en áreas grandes. Es
mucho mejor, según otros críticos, abrir áreas amplias y cortar perfiles verticales.
El método de excavación en área resulta especialmente eficiente allí donde hay depósitos de
una sola época cerca de la superficie. Aquí la dimensión temporal puede estar representada
por una expansión hacia los lados y se hace necesario descubrir áreas horizontales amplias
para comprender este complejo patrón de reedificación.
Por último se puede citar otro sistema, muy particular, que se han usado para
yacimientos de localización unitaria como Tholoi o Megalitos. Se conoce como sistema Van
Gieffen o de cuadrantes, y consiste en subdividir el área a excavar en cuadrantes e ir
excavando los opuestos, dejando ente ellos testigos que se levantan al final.
RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA.
Cualquiera que sea el método empleado, una excavación solo será buena en la medida
en que lo sean sus métodos de recuperación y registro. Este registro se materializa en un
inventario general de materiales, donde figuran las características y circunstancias de cada
hallazgo (Una vez recuperado un artefacto y registrado debe dársele un número que se anota
en el inventario) y en un plano general en el que se incluyen todos los elementos. Actualmente
se utilizan registros informáticos, bases de datos y otros sistemas para la incorporación de
planimetrías y secuencias estratigráficas, que facilitarán mucho la labor de gabinete.
Los artefactos, suelen ser retirados para su ulterior estudio, pero las estructuras y
construcciones a no ser que se dejen en su lugar, se destruirán a medida que avance la
excavación, por lo tanto es imprescindible registrarlas, no solo con una descripción escrita en el
diario de campo, sino también con dibujos y fotografías a la escala adecuada. Lo mismo con
los perfiles (secciones) verticales y también es esencial tomar buenas fotografías a vista de
pájaro, desde un andamio o un globo atado, de los niveles horizontales.
TRATAMIENTO Y CLASIFICACIÓN
Parte de la selección y clasificación de los artefactos, se realizara sobre el terreno
durante el curso de la excavación. Al igual que la propia excavación, el tratamiento de los
materiales recuperados en el laboratorio de campo constituye una actividad especializada que
exige una planificación y una organización muy cuidadosa.
Existen dos aspectos destacados de la actuación de los laboratorios de campo: la
limpieza de los artefactos y su clasificación. La limpieza minuciosa de los artefactos constituyen
una etapa tradicional de la excavación, sin embargo, muchas de las técnicas científicas nuevas
ponen de manifiesto que los artefactos no deben ser necesariamente limpiados en profundidad
antes de que un especialista haya tenido la ocasión de examinarlos. Por ejemplo, ahora
sabemos que se puede conservar residuos de comida en las vasijas y restos de sangre en los
útiles líticos, debe evaluarse esta posibilidad antes de que se destruya la evidencia.
Por otra parte, la selección inicial se realiza en base a categorías generales: útiles líticos,
cerámicas y objetos de metal. Luego estas categorías, se subdividen o clasifican para crear
grupos más manejables que serán posteriormente estudiados. La clasificación suele hacerse
según tres tipos de características o atributos:
1. Atributos superficiales (que incluyen la decoración y el color).
2. Atributos formales (las dimensiones y la propia forma).
3. Atributos tecnológicos (materias prima original).
Los artefactos que comparten atributos similares se agrupan en tipos artefactuales, en
tipologías, el motivo es evidente, los artefactos constituyen una parte sustancial del registro
arqueológico y la tipología ayuda a los arqueólogos a establecer un orden (aunque también se
ha empleado –tipología- para definir las entidades arqueológicas de un período determinado)
Las agrupaciones de los tipos de artefactos de una época y lugar concreto se denomina
Conjuntos y la suma de estos reciben el nombre de Culturas Arqueológicas. La dificultad surge
cuando intentamos traducir esta terminología en función del ser humano y relacionar una
cultura arqueológica con un grupo real de hombres del pasado.
TEMA 11. TÉCNICAS DE DATACIÓN, CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS.
INTRODUCCIÓN.
LA MEDICIÓN DEL TIEMPO:
La cronología es la ciencia que estudia la división del tiempo en periodos regulares y la
clasificación de los acontecimientos por el orden en que ocurrieron: estudia el orden o la
secuencia en la que han ocurrido los hechos en el tiempo y les asigna una fecha concreta.
Cualquiera que sea el método de datación, necesitaremos establecer una medida de
tiempo para reconstruir una cronología. La mayor parte de los sistemas humanos de medición
se calculan en años. Los años comienzan a contar a partir de un “año cero” que en el mundo
cristiano es el año del nacimiento de Cristo, contándose los años hacia atrás antes de Cristo
(a.C.). En el mundo griego la celebración de los primeros juegos olímpicos (fechados en el 776
a.C. del calendario cristiano). Para los musulmanes la salida del profeta de la Meca, la Hégira
(en el año 622 DC del calendario cristiano). El inicio del calendario Maya equivale al año 3.114
a.C. del calendario cristiano.
Los científicos optaron por un sistema internacional, independiente de los calendarios
convencionales, estableciendo el “presente” en el año 1950 (el año aproximado en que se
descubrió el método del radiocarbono) y contabilizando los años antes del presente (ap) o en
inglés, Before Present (BP). Así, 1.950 BP, equivale al año 0, de la Era cristiana.
Sin embargo para el periodo Paleolítico, los arqueólogos utilizan indistintamente los
términos BP y “hace…años”, ya que una diferencia de 40 años o más resulta irrelevante. Para
épocas remotas, los yacimientos se fechan, en el mejor de los casos, solo a unos pocos miles
de años de su fecha “real”.
DATACIÓN:
-Cronología relativa. Fecha los elementos arqueológicos utilizando criterios de anterioridad y
posterioridad, sin una datación exacta.
Métodos de datación relativa: Estratigrafía, Tipología, Seriación, Dataciones cruzadas, Métodos
geológicos, Métodos paleontológicos y Métodos arqueobotánicos.
-Cronología absoluta. Fecha los elementos arqueológicos de forma definitiva. En los últimos
años se han perfeccionado y ampliado estas técnicas.
Métodos de datación exacta: Carbono 14 (C-14), Arqueomagnetismo, Dendrocronología,
Hidratación de la obsidiana, Huellas de fisión del uranio, Oxígeno 16-18, Potasio-Argón 40,
Racemización de aminoácidos, Resonancia electrónica “spin”, Termoluminiscencia (TL),
Uranio-Torio, Varves, Datación por las tasa de cationes..
-MÉTODOS DE DATACIÓN RELATIVA
-ESTRATIGRAFÍA.
Fecha los estratos arqueológicos poniéndolos en relación unos con otros, de
acuerdo con las leyes estratigráficas. Las estratigrafías comparadas se basan en el
establecimiento de unas tablas de estratigrafías locales o regionales que pueden ofrecer
una secuencia cronológica de una zona más amplia.
Los estratos arqueológicos (los niveles de desechos culturales o naturales visibles en
los cortes de cualquier excavación) abarcan periodos de tiempo mucho más breves que los
geológicos pero se ajustan al mismo principio de superposición: donde un nivel inferior se
habrá depositado antes. Por lo tanto, un perfil vertical excavado constituye una secuencia que
se ha acumulado a lo largo del tiempo. Señalar que el principio de superposición solo se refiere
a la secuencia de deposición, no a la edad del material de los diferentes estratos. Los
contenidos de los niveles inferiores son, por lo general, más antiguos,pero los arqueólogos no
deben dar esto por sentado. Los hoyos excavados o las madrigueras de los animales, por
ejemplo, pueden alterar el orden e incluso los estratos pueden llegar a invertirse por la erosión.
Podríamos decir, en líneas muy generales, que las actividades simultáneas tienen lugar
de forma horizontal en el espacio mientras que sus cambios se producen verticalmente en el
tiempo. En la dimensión horizontal, los arqueólogos confirman la contemporaneidad –las
actividades que se produjeron al mismo tiempo- verificando, mediante la excavación, que los
artefactos y estructuras se encuentran asociados y en un contexto sin alterar. Por supuesto,
existen muchos procesos postdeposicionales que pueden perturbar este contexto primario. En
la dimensión vertical, los arqueólogos analizan los cambios temporales mediante el estudio de
la estratigrafía. En un yacimiento de un solo período resulta más importante que podamos
reconstruir el comportamiento humano con la mayor exactitud, pero en un yacimiento con
varias fases los arqueólogos tienen que tratar de reconstruir qué alteraciones se han producido
y decidir cómo interpretarlas.
Otro concepto importante es la idea de asociación, cuando decimos que dos objetos
fueron hallados en asociación dentro del mismo deposito arqueológico, queremos decir que
quedaron sepultados a la vez. Una serie de estratos sellados proporcionan, de este modo una
secuencia de la época en que quedaron enterrados los objetos. Si posteriormente se puede dar
una fecha absoluta a alguno de estos objetos, sería posible asignar esa fecha absoluta al
depósito sellado y a los demás objetos asociados a él. Una serie de datos de este tipo, que
proceden de niveles distintos, proporcionaran una cronología absoluta para toda la secuencia.
Esta interconexión de las secuencias estratigráfica con los métodos de datación absoluta es la
que proporciona la base más fiable para fechar los yacimientos y sus contenidos.
-TIPOLOGÍA:
Establece secuencias tipológicas basadas en la evolución gradual de los tipos de
objetos arqueológicos. Las diferencias formales y tecnológicas entre los tipos los sitúan
en un orden de secuencia, unos anteriores o posteriores a otros.
La forma de un artefacto puede definirse por sus atributos específicos (material forma y
decoración, etc). Varios artefactos con los mismos atributos constituyen un Tipo.
Tipo: población homogénea de artefactos que comparten una serie de atributos.
Dos conceptos sirven de base a la idea de elaborar una datación relativa mediante la
tipología. El primero es que los productos de un periodo y lugar determinado tienen un estilo
reconocible: debido a su forma y decoración distintivas son, en cierto sentido, característicos de
la sociedad que los creo. El arqueólogo a menudo puede reconocer y clasificar los artefactos
según su etilo y basándose en este, le asignan un lugar concreto dentro de una secuencia
tipológica. El segundo concepto es que el cambio estilístico (de forma y decoración) de los
artefactos suelen ser gradual y evolutivo.
El gran maestro del “método tipológico” fue Oscar Montelius (1843-1921), que formulo
cronologías relativas locales para muchas de las zonas de la Europa de la Edad del Bronce,
haciendo usos de series completas de formas de útiles y armas de bronce. Muchas de estas
secuencias pudieron ser confirmadas por métodos estratigráficos, constatando que las formas
más simples eran en efecto las más antiguas.
En cuanto la Paleolítico, la primera datación relativa de un estrato procederá a menudo
de un examen de los útiles líticos. Los Bifaces implican que es del Paleolítico inferior (o medio
en menor medida) y las láminas del Paleolítico superior. Para los periodos posteriores al
Neolítico las tipologías cerámicas suelen ser la piedra angular del sistema cronológico.
-SERIACIÓN:
Se basa en la evolución gradual de las culturas y establece la sucesión de
conjuntos de útiles o de contextos arqueológicos, ordenándolos según sus similitudes,
de manera que revelen el orden cronológico en el que se elaboraron y depositaron.
Si la estratigrafía sirve para establecer relaciones de cronología relativa basándose en la
posición de los estratos, la seriación trata de hacer lo mismo con los artefactos, con
independencia del contexto donde aparezcan.
Se han utilizado dos versiones de esta técnica:
Seriación contextual: aquí, lo que determina la seriación es la duración de los distintos estilos
artefactuales (forma y decoración).
Seriación de frecuencia: se apoya principalmente en la abundancia, o frecuencia proporcional
de un estilo cerámico.
Hay que tener presente que la seriación no nos dice por si sola qué extremo de una secuencia
dada es el inicial y cuál es el final, la cronología real se ha de determinar por otros medios,
como sus conexiones con la secuencias estratigráfica ya mencionadas.
-DATACIONES CRUZADAS O CRONOLOGÍA COMPARADA:
Si en un contexto aparece un objeto que ha sido correctamente fechado, podemos
deducir que otro objeto igual, que aparezca en un contexto desconocido debe tener la misma
cronología.
-MÉTODOS GEOLÓGICOS:
Usados principalmente para fechar yacimientos y materiales mesolíticos y paleolíticos,
mediante su estudio geoarqueológico: estratigrafía geológica; terrazas fluviales, marinas y
lacustres; glaciarismo; sedimentación de cuevas y abrigos, loess, etc.
Columnas de sedimentos marinos y columnas de hielo
Las columnas de sedimentos marinos, extraídos del lecho oceánico, proporcionan en la
actualidad un registro coherente de los cambios climáticos a escala mundial. Estas columnas
contienen conchas de microorganismos marinos conocidos como Foraminíferos, depositados
en el fondo oceánico. Las variaciones de la proporción de dos isótopos de oxigeno en el
carbonato cálcico de esas conchas constituyen un indicador sensible de la temperatura del mar
en la época en que vivían esos organismos.
Las muestras extraídas del hielo polar Ártico y Atlántico han sido utilizadas para generar
secuencias impresionantes que revelan las oscilaciones climáticas. Los niveles de hielo
compactados forman depósitos anuales para los últimos 2.000-3.000 años, que pueden ser
cuantificados, proporcionando así una cronología absoluta para esta fase de la secuencia. Sin
embargo para periodos anteriores la datación de las columnas de hielo es mucho menos
precisa.
-MÉTODOS PALEONTOLÓGICOS:
Basados en determinaciones de fauna fósil que puede asociarse a episodios concretos
del Cuaternario, muy especialmente de la microfauna. Muchas especies de mamíferos han
evolucionado considerablemente en los últimos millones de años, surgiendo formas nuevas y
extinguiéndose los antiguos. Se han hecho esquemas de los cambios de dichas especies para
elaborar una secuencia aproximada.
-MÉTODOS ARQUEOBOTÁNICOS:
Se fundamentan en los análisis de restos vegetales de todo tipo para poder recrear un
paisaje teórico en el que se desarrolló la actividad del yacimiento. Su estudio está en relación
directa con el de la fauna. Los análisis palinológicos (estudio de restos de polen contenido en
los estratos arqueológicos) suelen ser de gran ayuda para este menester. La definición de los
paleoambientes tiene enormes repercusiones en los estudios sobre subsistencia economía y
sociedad.
Datación polínica.
La conservación del polen en turberas y sedimentos lacustre ha permitido a los expertos
en polen (Palinólogos) elaborar secuencias detallada de la vegetación y el clima del pasado.
Estas secuencias son de gran ayuda para comprender el medioambiente antiguo. Pero también
han sido importantes- y hasta cierto modo aun lo son-como métodos de datación relativas.
Las secuencias polinológicas más conocidas son las que se elaboraron para el Holoceno
de la Europa septentrional, en la que una sucesión detallada de las llamadas Zonas Polínicas
abarca los últimos 10.000 años. El estudio de las muestras de polen procedentes de un
yacimiento concreto puede, a menudo, incluirlo en una secuencia de zonas polínicas más
amplias y asignarle así una fecha relativa. Sin embargo, es importante recordar que las zonas
polínicas no son uniformes en áreas extensas.
A pesar de la gran utilidad de los métodos de datación relativa, los arqueólogos quieren saber,
fundamentalmente qué “fecha” tienen las secuencias de los yacimientos o los artefactos que
estudiamos. Para conseguirlo debemos acudir a métodos de datación absoluta.
- MÉTODOS DE DATACIÓN ABSOLUTA
Relojes radiactivos
Muchos de los avances más importantes en la datación absoluta, desde la Segunda
Guerra Mundial, proceden del empleo de relojes radiactivos basados en un fenómeno regular y
muy difundido en la naturaleza, la desintegración radiactiva.
El más popular de estos métodos es el radiocarbono, que constituye hoy en día la
principal herramienta de datación para los últimos 50.000 años. La termoluminiscencia (TL),
una técnica de datación que se basa indirectamente en la desintegración radiactiva, coincide
con el radiocarbono en el periodo de tiempo para el que resulta útil, aunque tiene potencial
para datar épocas anteriores -como la resonancia electrónica del “spin”, una técnica
relacionada con la TL-. Sin embargo, el potasio-argón, la datación por las series de uranio y la
datación por las huellas de fisión son los principales métodos radiactivos para los periodos
históricos (prehistóricos!) anteriores al que abarca el radiocarbono.
-CARBONO 14 (C-14).
Método ideado por el premio Nobel de Química W. Libby en 1950. Se basa en el hecho
de que todos los seres vivos absorben a lo largo de su vida un isótopo radiactivo del carbono,
el Carbono-14, que se forma y desintegra a una velocidad constante y conocida. Cuando un
organismo muere comienza a desprenderse del C-14, cada 5.730 años se desprende de la
mitad del que contiene. Las fechas que arroja este método tienen un pequeño margen de error,
pero pueden datar restos orgánicos de plantas y animales hasta unos 50.000 años BP.
-ARQUEOMAGNETISMO.
El campo magnético terrestre cambia constantemente tanto en dirección como en
intensidad. Los científicos han sido capaces de reconstruir los cambios en el norte magnético
estudiando la magnetización de las estructuras de arcilla cocida de periodos antiguos, que han
sido fechadas previamente. Siempre que la arcilla haya sido cocida a 650-700 ºC y no se haya
vuelto a calentar, las partículas de hierro que contiene adoptan la dirección y la intensidad del
campo magnético terrestre en el momento de la cocción.
-TERMOLUMINISCENCIA (TL)
Los materiales con una estructura cristalina, como la cerámica contienen pequeñas
cantidades de elementos radiactivos. Estos se desintegran a un ritmo constante y conocido,
emitiendo radiaciones que bombardean la estructura cristalina y desplazan a los electrones,
que quedan atrapados entonces. Cuando se calienta el material a más de 500 ºC pueden
escapar los electrones retenidos, emitiendo una luz conocida como termoluminiscencia.
La TL tiene dos ventajas sobre el C-14 puede fechar cerámica (el material inorgánico
más abundante en los yacimientos de los últimos 10.000 años); y puede fechar materiales
inorgánicos (como el sílex quemado) de hasta 50000-80000 años de antigüedad.
-RESONANCIA ELECTRÓNICA “SPIN” (ESR: Electronic Spin Resonance)
Permite contar los electrones atrapados en un hueso o en una concha sin el
calentamiento que precisa la termoluminiscencia. Como en la TL, permite medir el número de
electrones atrapados mediante espectrometría. Este método tiene la ventaja sobre la TL que no
es destructivo y que necesita de muestras muy pequeñas, de menos de 1 g. Por otra parte, es
menos sensible que la TL y no tan asequible.
-DENDROCRONOLOGÍA
El crecimiento de la mayor parte de las especies vegetales es anual lo que hace posible
el principio de la datación por los anillos de crecimientos de los árboles. Los dendrocronólogos
pueden producir una secuencia continua y prolongada desde la actualidad a cientos/miles de
años atrás mediante la comparación de las secuencias de anillos de árboles. De esta forma,
cuando se halla un tronco de la misma especie sería posible equiparar una serie de anillos de
crecimiento al tramo de años correspondiente a la secuencia o cronología directora.
-VARVES.
En 1878, el geólogo sueco Gerard de Beer observo que ciertos depósitos de arcilla se
estratificaban de un modo uniforme. Se dio cuenta de que estos estratos (varves en sueco) se
habían depositado en torno a los márgenes de los glaciares debido a la fusión anual de las
capas de hielo, retrocediendo regularmente desde final del Pleistoceno. El grosor de los niveles
variaba de año en año, produciéndose un estrato grueso en un año cálido y un nivel fino bajo
condiciones más frías
-HIDRATACIÓN DE LA OBSIDIANA.
Cuando la obsidiana se rompe, comienza a absorber el agua que la rodea para formar
una capa de hidratación que se puede medir en el laboratorio. El grosor de la capa se
incrementa de modo uniforme, entonces, suponiendo que conozcamos la tasa de crecimiento y
el grosor actual, deberíamos poder calcular el tiempo transcurrido desde que comenzó su
desarrollo. Desgraciadamente no hay un ritmo de crecimiento o hidratación con validez
universal. Para utilizar el método en la datación absoluta, hay que calibrarlo con una secuencia
cronológica establecida para la región en cuestión (teniendo en cuenta los factores químicos y
de temperaturas).
-HUELLAS DE FISIÓN DEL URANIO.
Este es otro método basado en el funcionamiento de un reloj radiactivo, En esta ocasión,
en la fisión espontánea de un isótopo del uranio (U238) existente en gran cantidad de rocas y
minerales. Al igual que la datación mediante potasio-argón –con cuyo alcance temporal
coincide- el método proporciona fechas útiles a partir de rocas adecuadas que contengan o
estén próximas a restos arqueológicos.
-POTASIO-ARGÓN 40.
Se basa en el principio de la desintegración radiactiva: en este caso, la lenta
transformación del isótopo radiactivo potasio-40(K40) en el gas inerte argón-40 (Ar40) dentro
de las rocas volcánicas. Conociendo el ritmo de descomposición del k40 –su vida media ronda
los1300 millones de años- la medición de la cantidad de Ar40 contenido en una muestra de
roca proporciona un cálculo de la fecha de formación de la roca.
-RACEMIZACIÓN DE AMINOÁCIDOS.
Este método se utiliza para fechar restos óseos, de seres humanos y de animales Su
especial importancia reside en que puede ser aplicado a materiales de incluso unos 100.000
años, más allá del alcance temporal de la datación radiocarbónica. Los aminoácidos existentes
en las proteínas de los organismos vivos contienen solo L-aminoácidos. Tras la muerte, estos
se transforman en D-aminoácidos (se racemizan) a un ritmo constante, esto permitirá su
medición.
-URANIO-TORIO
Éste es un método basado en la desintegración radiactiva de los isótopos del uranio. Ha
resultado ser especialmente útil para el periodo 500000-50000 BP, que cae fuera del ámbito
del radiocarbono. En Europa donde hay escasas rocas volcánicas adecuadas para la datación
por la técnica del potasio- argón, las series de uranio (series-U) pueden ser el mejor método de
aclarar cuándo fue ocupado un yacimiento por el hombre primitivo.
El trabajo de laboratorio es largo y complejo, el equipo deberá analizar piezas, estudiar
sus aspectos tecnológicos y tipológicos, establecer comparaciones, consultar informes
técnicos, elaborar cuadros estadísticos, interpretar secuencias, planos, etc. Para intentar llegar
a una conclusiones que deberán conducir a enmarcar el proceso en un periodo cultural,
estableciendo una cronología y creando una imagen lo más aproximada posible, del grupo
humano que depositó sus restos en el yacimiento.
Con el auxilio de los métodos y técnicas mencionadas los materiales irán ofreciendo
información. Datos que el historiador irá organizando de forma coherente, esta es la última
etapa: la interpretación. Solo podrán interpretarse los datos verificados y contrastados,
huyendo de hipótesis insuficientemente probadas. Este último trabajo desembocará en una
memoria de la excavación que deberá publicarse para que el mundo científico conozca los
resultados.
TEMA 12. EL NUEVO MARCO CRONOLÓGICO DE LA ARQUEOLOGÍA, LAS
NUEVAS ARQUEOLOGÍAS.
INTRODUCCIÓN
El principal objeto de estudio de la arqueología es el pasado, concretamente las
sociedades del pasado, incluyendo desde las etapas más remotas de la prehistoria hasta el
“día de ayer”, que pertenece al pasado también, sin embargo, esta obviedad no ha sido tenida
en cuenta hasta hace relativamente poco tiempo.
La arqueología, como disciplina científica, ha experimentado un gran avance en las
últimas décadas del siglo XX. Progresivamente se han ido aplicando nuevos métodos de
trabajo tanto en la propia excavación, como en el laboratorio y paralelamente, se han
incorporado nuevas corrientes en la formulación de hipótesis y en la interpretación de los
procesos históricos que estudia el arqueólogo. Ya poco, o nada, tiene que ver con la visión
winckelmaniana de los ambientes decimonónicos (cuando la arqueología se asimilaba a
Antigüedad Clásica) la indagación arqueológica puede aplicarse también a momentos muy
recientes siempre que exista un problema histórico que sea posible resolver mediante el
método y las técnicas arqueológicas.
Las denominadas “nuevas arqueologías” cambiaron la visión y el enfoque tradicional
de esta disciplina e introdujeron nuevas formas de estudiar e interpretar los yacimientos y los
materiales arqueológicos. Hizo posible una revisión autocrítica de los principios, conceptos y
métodos y propició una renovación metodológica muy positiva, orientando la investigación
hacia aspectos novedosos, cambiando los esquemas tradicionales utilizados hasta entonces.
Podemos citar la arqueología espacial o del territorio, la arqueología funeraria o de la muerte, la
arqueología social, la llamada arqueología del poder, entre otras. También la iconografía o el
análisis y la interpretación de las imágenes del mundo antiguo forma parte esencial de la
Arqueología actual. Algunas de estas corrientes entroncan con la creciente preocupación por la
ecología y el medio ambiente.
Estas nuevas arqueologías, ya plenamente asentadas en el marco europeo corresponden a la
Arqueología Medieval, la Arqueología Postmedieval y a la Arqueología Industrial.
-ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL
La Arqueología Medieval es una disciplina reciente, con unos inicios estrechamente
vinculados a las regiones del norte de Europa. A pesar de que sus antecedentes se pueden
rastrear al menos en el siglo XIX, ha adquirido un estatuto científico autónomo únicamente a
partir de la segunda mitad del siglo XX.
De acuerdo con la definición de M.Barceló, la Edad Media ha de entenderse como “un
espacio histórico de características específicas bien conocidas y, a la vez, como un campo
conceptual (feudalismo, cristianismo, fragmentación lingüística latina, etc.) que trasciende en
mucho la sugerencia cronológica que hacen Edad Media y sus derivados”.
Totalmente consolidada en los ámbitos académicos europeos, La arqueología medieval,
la situación en nuestro país es de juventud y, por tanto, de considerable retraso con respecto a
otros países de nuestro entorno geográfico, un retraso que se convierte en abismal si la
comparación la realizamos con algunos países septentrionales. De cualquier forma, en España
su desarrollo ha tenido lugar especialmente a partir de los años 80 del siglo XX, cuando
empezaron a celebrarse Congresos de Arqueología Medieval Española (Huesca 1985, Madrid
1987, Oviedo 1989, Alicante 1994, Valladolid 2000), y cuando se publicó la primera reflexión
teórica por parte de M. Barceló y su equipo de colaboradores (Arqueología Medieval, en las
afueras del medievalismo, 1988). Las primeras excavaciones realizadas en nuestro país fueron
las de D. Manuel Gómez Moreno, realizadas en Medina Elvira hace ya más de un siglo.
Siguiendo un criterio de periodización histórica y teniendo en cuenta la gran complejidad
espacio-temporal y social del medievo, el estudio arqueológico de sus fuentes materiales
puede abordarse a través de diversos apartados con el carácter de “arqueologías de
periodo”:
El primer periodo se suele denominar arqueología de la Alta Edad Media, que según
los criterios de la escuela italiana, incluye un arco temporal comprendido entre los siglos V y X,
dentro de un periodo que marca el tránsito entre la Antigüedad y la plena Edad media. Dentro
de este periodo estaría incluida la arqueología de la Antigüedad tardía, cuyo estudio se basa
en la fase de descomposición de las estructuras de la Antigüedad (siglos IV y VII)
constituyendo uno de los problemas históricos que más atención concita entre historiadores y
arqueólogos, a la luz de planteamientos historiográficos de ruptura o continuidad.
S. Gutiérrez nos ilustra diciendo que esta arqueología sufre una notable renovación
caminando desde su identificación con la historia del arte y el análisis tipológico de las
manifestaciones monumentales y artísticas hacia una concepción como disciplina histórica
caracterizada por su dimensión técnica.
El segundo periodo lo abarcaría la arqueología del Pleno y Bajo medievo, que se
ocuparía del estudio de los elementos materiales de las sociedades feudales europeas
plenamente formadas hasta el inicio de su ocaso (siglos XI a XV), según lo define S. Gutiérrez.
Es una época que ya cuenta con polémica sobre su reconocimiento explícito por parte de
algunos historiadores medievalistas, por causa del espectacular aumento de las fuentes
escritas desde el siglo XIII. En contraste, es importante subrayar la gran tradición que poseen
estos estudios en el Reino Unido y Francia a partir de la Segunda Guerra Mundial, mediante la
imposición de un método de análisis propio que rompe con la idea de complemento respecto a
la historia medieval.
El planteamiento que asocia el desarrollo de los Estados feudales con la historia
medieval supondría dejar al margen el estudio de sociedades contemporáneas como el Islam,
de muy importante repercusión en el caso de la península Ibérica. Así, surge una arqueología
de al-Andalus, que hunde sus raíces en los años veinte, con los trabajos realizados en los
yacimientos de Madinat al-Zahra y Bobastro, mostrándose hoy como una disciplina activa y
dinámica y uno de los campos más abiertos a la adopción de nuevos métodos de trabajo y
nuevos planteamientos teóricos.
Tres son las grandes corrientes interpretativas que abordan el estudio del fin de la
Antigüedad y el inicio del medievo desde un punto de vista del planteamiento socioeconómico:
La visión catastrofista, sitúa en el siglo IV-V el límite entre la Antigüedad y la Edad
media y focaliza su atención sobre el fenómeno de las invasiones bárbaras y la disolución
política del imperio.
Un segundo planteamiento de carácter continuista propone la existencia de una
sustancial continuidad del mundo antiguo hasta la época carolingia, o incluso después. Esta
corriente no ha gozado del apoyo explícito de los arqueólogos. Se ha querido subrayar la
fractura que supuso el orden feudal, en torno al año mil, pero también es cierto que las
investigaciones arqueológicas han mostrado que este se impuso sobre una sociedad que era
ya plenamente medieval.
El tercer planteamiento, propuesto por Henri Pirenne, goza de una mayor atención por
parte de los arqueólogos. Pirenne sitúa en el siglo VII el fin de la Antigüedad. En su obra
póstuma “Mahoma y Carlomagno” (1937) planteó como las invasiones y migraciones germanas
no supusieron el fin de la sociedad romana; de hecho, los bárbaros preservaron o intentaron
mantener las instituciones romanas a su favor, de manera que el aparato institucional del
imperio tardorromano fue adoptado por los reinos germánicos. Se produjo un cambio en la
élite, pero el patrón de la propiedad, la centralidad de las ciudades como centros
administrativos, culturales y eclesiásticos o las relaciones comerciales entre provincias no se
modificaron sustancialmente. De forma global, la civilización romana se transformó y
evolucionó, pero no se fragmentó como consecuencia de la invasión germánica. Para Pirenne,
la fractura llegaría solo como consecuencia de la invasión islámica en el s. VII, que comportó la
división definitiva de la unidad mediterránea en dos unidades culturales diferenciadas.
Resultado de esta fractura, Europa se repliega sobre sí misma, creando las bases para la
génesis del imperio carolingio, la primera estructura política europea claramente medieval.
-ARQUEOLOGÍA POSTMEDIEVAL
Resulta clave ofrecer una definición de lo que se entiende como Arqueología Postmedieval,
dado que se trata de una rama reciente de la Arqueología, bastante poco conocida, y que se
caracteriza precisamente por algunos problemas de indefinición que hay que tratar de superar.
La Arqueología postmedieval cuenta con una larga tradición de estudios en Inglaterra
fundamentalmente, ante la necesidad de dar respuesta al estudio e interpretación global de los
yacimientos urbanos pluriestratificados, muy complejos, que requerían el registro de cada
época histórica representada.
También se ha dedicado una especial atención a los procesos de transformación de las
formas de ocupación del espacio, articulada en tres niveles de análisis:
1.- Evolución de la historia del poblamiento, estudiando fenómenos como los despoblados, las
transformaciones de las aldeas y pueblos concentrados o dispersos existentes a través del
estudio de las viviendas, el surgimiento de granjas y de alquerías aisladas.
2.- Historia del paisaje, estudiado como la integración entre las áreas de vivienda y de
producción, prestando una atención específica a los usos y las estrategias de los recursos
agrícolas y ganaderos y a las estrategias campesinas, plasmadas en las diferentes formas de
organización de la tierra (del openfield a los enclosures)
3.- El desarrollo de la industria rural, en el marco del proceso de protoindustrialización.
El periodo que estudia es el comprendido entre los siglos XVI y fines del XVIII,
correspondiéndose, por tanto, con la cronología de la Historia Moderna. Pese a la aceptación
del término “postmedieval” en las bibliografías anglosajona e italiana, en el ámbito de la
investigación española y francesa se manejan denominaciones alternativas: arqueología de
las sociedades modernas, arqueología moderna y contemporánea o arqueología de los
tiempos modernos; ello tiene el objeto de desenterrar definitivamente los problemas de un
nombre ambiguo que para unos supone una prolongación de la arqueología medieval y para
otros, representa un periodo de transición desde los modos y relaciones de producción
feudales a los sistemas capitalistas. La adopción del término postmedieval, involucra una
relación post quem, cuando incluso ese límite “post” está en pleno debate. Implica
planteamientos respecto a imbricaciones en lo medieval en aspectos temáticos y sociales.
Efectivamente, Los términos “Arqueología” e “Historia Moderna” no parecen fáciles de
conciliar. El argumento de fondo es que la Arqueología se emplea para épocas más antiguas,
en las que no quedan documentos escritos o quedan realmente pocos y confusos. ¿Entonces,
para qué estudiar arqueológicamente la Edad Moderna si contamos con infinidad de
documentos de la época, que ofrecen una gran cantidad de información relativa a muchos
aspectos de esas sociedades modernas? Tras este planteamiento existe la idea de que la
Arqueología es útil para aclarar cuestiones que las fuentes escritas no explicitan
suficientemente, como ocurre en los primeros siglos medievales o lógicamente, cuando esos
documentos escritos no existen, como ocurre en la Prehistoria, pero no tiene sentido su
utilización cuando se cuenta con fuentes escritas abundantes. Asimismo, se esconde la idea de
que las fuentes escritas cubren todas las dimensiones de las sociedades pasadas, y permiten
por lo tanto hacer una historia global de los tiempos más recientes.
Las características que presenta la Arqueología Postmedieval son comunes en toda
Europa: surgimiento tardío, su nacimiento y desarrollo fuera del ámbito universitario y su
vinculación con el desarrollo de la Arqueología urbana (al reflejar los cambios y
transformaciones entre la ciudad medieval y la moderna).
Finalmente, señalar que en nuestro país se encuentra en una fase muy inicial, si bien hay
que destacar los esfuerzos de algunos equipos de investigación en el medio urbano por
desarrollar proyectos sistemáticos que contemplan el estudio de la cultura material de esta
etapa histórica.
-ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL
Se denomina Arqueología Industrial a una de las ramas más recientes de la arqueología,
la cual se dedica al estudio de los sitios, los métodos y la maquinaria utilizada por la industria
(estudio del patrimonio correspondiente a la primera industrialización) circunscribiéndose de
manera específica al estudio de los edificios y, de modo más concreto, a su conservación.
Esto se convirtió en un contrasentido, pues la arqueología más moderna nacía con
vocación de dedicarse al estudio de los monumentos renunciando a desarrollar las
capacidades de una ciencia histórica. Además de esto, S. Gutiérrez expone que, a ese
problema se añade a otro de no menor interés, como es el vínculo de esta rama más con
profesiones al abordar arquitectos que con arqueólogos, lo que provocó el temprano
distanciamiento de ambas el estudio de esta disciplina.
El término arqueología industrial surge en 1955 a raíz de un artículo publicado por
Michael Rix de la Universidad de Birmingham en Inglaterra y va parejo al concepto de
patrimonio industrial. A pesar de su origen británico, durante los últimos años muchos países
industrializados se vienen interesando por la conservación de los restos de su pasado industrial
e incluso de su presente en muchos casos. De esta realidad ha nacido una reflexión sobre el
tipo de vestigios que deben ser conservados, sobre la importancia de su estudio y sobre la
sensibilización del público para su conservación.
Inglaterra y Polonia cultivan desde hace mucho tiempo el estudio del patrimonio
industrial y buscan los elementos desaparecidos de este patrimonio, tanto en los archivos como
en el campo. En Inglaterra, a modo de ejemplo, la destrucción de la estación de Easton
provocó tal movimiento de indignación y sensibilización general que ocasionó la planificación,
el estudio y la protección de la estación.
Hoy en día, ya son muchos los especialistas y también algunas instituciones públicas, que son
conscientes que salvar las primeras máquinas, restaurar y rehabilitar los edificios que los
contenían y proteger por parte de los archivos la documentación social, económica y técnica
pertenece al patrimonio colectivo de cada uno de los países, que de una forma u otra ilustran
en gran parte la Historia de los últimos siglos.
TEMA 13. REGLAMENTACIÓN
ARQUEOLÓGICOS.
NORMATIVA
DE
LOS
TRABAJOS
La realización de trabajos arqueológicos, entendiendo por éstos incluidos en los
conceptos de “excavación” y “prospección” según la definición recogida en el artículo 41 de la
ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, constituye una actividad legalmente regulada que
habrá de ser en todo caso autorizada por la administración competente en el ámbito territorial
en que sea llevada a cabo.
Art. 41: 1- A los efectos de la presente Ley son excavaciones arqueológicas las remociones en
la superficie, en el subsuelo o en los medios subacuáticos que se realicen con el fin de
descubrir e investigar toda clase de restos históricos o paleontológicos, así como los
componentes geológicos con ellos relacionados.
2. Son prospecciones arqueológicas las exploraciones superficiales o subacuáticas, sin
remoción del terreno, dirigidas al estudio, investigación o examen de datos sobre cualquiera de
los elementos a que se refiere el apartado anterior.
3. Se consideran hallazgos casuales los descubrimientos de objetos y restos materiales que,
poseyendo los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español, se hayan producido
por azar o como consecuencia de cualquier otro tipo de remociones de tierra, demoliciones u
obras de índole cualquier .
El marco normativo que afecta a la práctica de las actividades arqueológicas posee un
triple encuadre derivado de su procedencia y órbita de aplicación. De este modo, la base para
el estudio legislativo del patrimonio ha de organizarse en tres grandes bloques:
La normativa internacional.
Las directrices estatales.
La específica de cada ámbito autonómico.
1.- DIRECTRICES DE CARÁCTER INTERNACIONAL.
El marco supranacional está integrado por un conjunto de normas, algunas de las
cuales, por ser de rango superior, se convierten en parte de la legislación de España, que las
suscribe.
La Carta de Atenas de 1931 fue la primera ley a nivel internacional que se ocupó de la
protección del PH que, aún sin carácter obligatorio, tuvo una notable incidencia en la opinión
respecto a la conservación y restauración de los bienes arqueológicos. Fue después de la
Segunda Guerra Mundial cuando Occidente tomó plena conciencia de la capacidad destructora
de la civilización moderna, y cuando comienza a introducirse en la sociedad capitalista el deseo
de proteger y de conservar los elementos que atestiguan su paso por la historia.
En la Convención de París del 17 de noviembre de 1970 se firma un convenio para impedir la
importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, en cuyos
principios figura la obligación de los Estados firmantes de garantizar el control de las
excavaciones arqueológicas.
En los textos internacionales encontramos dos tipos de normas: las de carácter
orientativo, que suelen ser recomendaciones, resoluciones o cartas, y las obligatorias,
ratificadas por el gobierno de cada nación y que han pasado a formar parte de su legislación
interna.
Entre los organismos emisores destacan la UNESCO, el Consejo de Europa y la UE.
Además existen textos fruto de congresos que han sido tenidos en cuenta por los legisladores.
El 5 de diciembre de de 1956, la UNESCO (creada en 1946 para promover la colaboración
internacional y la paz mundial) aprueba una recomendación destinada a definir los principios
internacionales que deberán aplicarse a las excavaciones arqueológicas. Dentro de la
UNESCO se encuentra el ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos)
y con el ICAHM (International Council of Monuments and Sites), que se ha dedicado con
preferencia a cuestiones relacionadas con la arquitectura; en 1981 se inicia una presión para la
formación de un comité para la Arqueología y en 1984 se crea el ICAHM (International
Committe on Archeological Heritage Management). Este comité se propone, en primer lugar
lanzar al mundo una carta comparable con la de Venecia de 1966 para la conservación del
Patrimonio Arquitectónico, que pueda ser aceptada universalmente y que ofrezca los puntos de
partida para el desarrollo de lo que el ICAHM considera la Gestión del Patrimonio Arqueológico
(Archeological Heritage Management): la identificación, protección, conservación y
presentación al público de los restos del pasado, sean del periodo que sean y estén en el lugar
del mundo que estén.
Otra institución de referencia para la protección del Patrimonio Histórico y Arqueológico
es el Consejo de Europa, cuya Carta Fundacional fue firmada en 1949. Dentro de sus
instrumentos se encuentra el Convenio Europeo para la Protección del Patrimonio
Arqueológico, firmado en Londres el 6 de mayo de 1969, suscrito por nuestro país en 1975
(BOE de 5 de julio de 1975).
Su origen lo encontramos conectado con el deseo de algunos países mediterráneos de
controlar el expolio del patrimonio arqueológico y el tráfico ilícito de bienes. Entre sus
recomendaciones figuran la prohibición de las excavaciones clandestinas, la regulación y el
control de las intervenciones autorizadas, asegurando la solvencia científica de quién las lleve
a cabo, así como la adopción de medidas tendentes a conservar y difundir los resultados
obtenidos. En 1992 el Consejo de Europa promueve la Convención Europea para la
Protección del Patrimonio Arqueológico (Malta). En ella se consideraron elementos a
proteger “todos aquellos vestigios, bienes y otras trazas de la existencia humana en el pasado”.
En el marco de la Unión Europea los tratados elaborados desde su creación han sido
principalmente de índole económica y, únicamente el Tratado de Maastrich, contiene el
compromiso de la Comunidad para favorecer la conservación y protección del patrimonio. En la
década de 1980 comenzaron a delinearse áreas prioritarias de investigación, además de un
mayor interés por la conservación del Patrimonio Arqueológico, favoreciendo la cooperación, la
mejora del conocimiento y la protección del Patrimonio.
Es en este ámbito donde se enmarca la Recomendación CDPH–22 (89) relativa a la protección
y puesta en valor del Patrimonio Arqueológico en el contexto de las operaciones urbanísticas
de ámbito urbano y rural, firmada en Estrasburgo el 13 de abril de 1989.
Anteriormente debemos retrotraernos a los acuerdos del Consejo de Ministros de Cultura, que
adoptaron resoluciones referentes a la Conservación de Obras de Arte y Objetos de Interés y a
la Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Arqueológico.
2.- NORMATIVA DE ÁMBITO ESTATAL.
INTRODUCCIÓN:
Si hacemos un poco de Historia, el interés por proteger y conservar el Patrimonio
Histórico, y por tanto el Arqueológico, en nuestro país hunde sus raíces en la Ilustración, bajo el
patronazgo de las Academias de la Historia (1728) y de Bellas Artes de San Fernando (1773),
que supusieron el origen de la intervención del Estado en la protección del Patrimonio. El
primer intento normativo surgido con la intención de proteger los “monumentos antiguos” fue la
Ley 3ª de la Novísima Recopilación de Felipe V, en la que se establecía la obligatoriedad de
dar cuenta a la Real Academia de la Historia de cuantos hallazgos de antigüedades se
produjeran, así como de conservar los monumentos descubiertos. Hasta el primer tercio del
siglo XIX, el problema más grave que subsiste en la defensa del Patrimonio no era tanto la
carencia de medidas legislativas como la falta de medios materiales para ponerlas en práctica y
evitar la destrucción de los bienes. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la política
proteccionista se articulará en torno a las Comisiones de Monumentos, creadas desde 1844, y
que serán las encargadas de incentivar la conservación y el enriquecimiento de los testimonios
del Pasado en cada provincia. Nuestro país careció durante todo el siglo XIX de un verdadero
código legal de protección de los bienes históricos.
En el siglo XX, la primera norma de protección del Patrimonio Arqueológico fue la Ley de
Excavaciones y Antigüedades de 19 de junio de 1911 y su reglamento de 1912, que se ha
mantenido vigente durante más de setenta años. La Constitución de la II República en 1931,
sitúa en su artículo 45 toda la riqueza artística e histórica del País bajo la salvaguarda del
Estado. El intento de frenar el expolio y la enajenación de los bienes se complementa con la
promulgación el 10 de diciembre de 1931 de una Ley sobre enajenación de bienes artísticos,
arqueológicos e históricos de más de cien años de antigüedad. Dentro también de la actividad
legislativa puesta en práctica por el gobierno republicano, se enmarca la Ley de 13 de mayo de
1933 y su Reglamento de 16 de abril de 1936, que han sido el núcleo vertebrador de la
legislación española sobre Patrimonio durante cincuenta y dos años.
La dispersión normativa de decretos que siguió en las décadas siguientes, la creciente
preocupación sobre esta materia por parte de la comunidad internacional y la nueva
distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas que se derivó de
la entrada en vigor de la Constitución de 1978, hizo necesaria la promulgación de la Ley
16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985). A esta ley, que constituye el
marco legislativo más amplio para el tratamiento de los bienes patrimoniales en nuestro país,
se han ido sumando las legislaciones autonómicas sobre Patrimonio,
GESTIÓN Y CONTROL DE LAS ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS EN ESPAÑA:
La Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985) es el marco
genérico establecido para la gestión y el control de las actividades. En su artículo 42 establece
la necesidad de que toda excavación o prospección arqueológica sea expresamente autorizada
por la Administración competente, que, mediante los procedimientos de inspección y control
idóneos, comprobará que los trabajos estén planteados y desarrollados conforme a un
programa detallado y coherente, que contenga los requisitos concernientes a la conveniencia,
profesionalidad o interés científico.
Como contrapartida, la norma estatal determina la ilegalidad de todos aquellos trabajos
que se ejecuten sin la autorización correspondiente o que se aparten de los términos en que
fueron aprobados en la autorización original. Otro avance es facultar a la administración para
ordenar la realización de excavaciones o prospecciones en cualquier terreno, público o privado,
en el que se presuma la existencia de restos arqueológicos o paleontológicos.
3.- NORMATIVA DE ÁMBITO AUTONÓMICO.
A raíz de la transferencia de las competencias, la gestión de las actividades
arqueológicas recae sobre las Comunidades Autónomas. Esta atomización de la gestión de las
actividades arqueológicas ha supuesto la extensión de políticas de protección y control a
campos que no habían podido ser bien atendidos bajo el gran manto de la administración
general del Estado.
A partir de 1990 comenzaron a promulgarse las leyes de patrimonio autonómicas:
Castilla – La Mancha y País Vasco en 1990; Andalucía en 1991; Cataluña en 1993; en 1995
Galicia; en 1998 las de Madrid, Baleares, Valencia y Cantabria; Aragón, Canarias y
Extremadura en 1999 y, finalmente, en 2001 la del Principado de Asturias.
Si sintetizamos los contenidos de la gestión de las actividades arqueológicas, las
principales áreas serían:
Excavaciones ordinarias. Intervenciones de investigación a medio y largo plazo en
yacimientos de especial relevancia. La administración provee el mantenimiento de estos
proyectos con una subvención anual. Además de los trabajos de excavación e investigación
arqueológica, los directores del proyecto deberán velar por el mantenimiento y conservación de
las estructuras exhumadas. Algunos serán seleccionados para convertirse en yacimientos
visitables o parques arqueológicos.
Protección y conservación de yacimientos. Esta política se aplica a yacimientos
excavados en el pasado, que mantienen a la intemperie parte de las estructuras descubiertas o
bien a aquellos, que no habiendo sido nunca objeto de intervención, conservan estructuras
emergentes. En el primer caso, se evalúa la conveniencia de efectuar tratamientos de
consolidación y/o cerramientos para evitar mayores deterioros, o protegerlos cubriendo las
estructuras exhumadas tras señalizar convenientemente el estrato de intervención.
Controles arqueológicos relacionados con obras públicas. La afección de las
grandes obras de infraestructura sobre yacimientos arqueológicos no catalogados, ha supuesto
durante años un grave problema que en muchos casos llegó a suponer verdaderas agresiones
para el Patrimonio Arqueológico que crearon en su momento cierta alarma social
Controles arqueológicos relacionados con el urbanismo. La inclusión de políticas
proteccionistas del patrimonio arqueológico en los instrumentos de planeamiento urbano
garantiza legalmente su conservación frente a la dinámica del crecimiento urbanístico. En el
marco de estas actuaciones, los diferentes niveles de Planeamiento contienen el inventario de
yacimientos arqueológicos conocidos en el ámbito territorial afectado, de este modo, toda obra
que implique una potencial afección sobre los yacimientos inventariados deberá someterse al
procedimiento de control arqueológico establecido por la Administración competente.
Labores de inventario y catalogación de yacimientos arqueológicos. Un instrumento
fundamental en el que se apoya la política preventiva es la Carta Arqueológica, ya que
difícilmente puede conservarse aquello que no se conoce. El Inventario Nacional de
Yacimientos Arqueológicos que promovió en 1980 la entonces Subdirección General de
Arqueología del Ministerio de Cultura, ha sido reemplazado por las Cartas Arqueológicas
redactadas en el ámbito de competencias de las Comunidades Autónomas.
Labores de difusión del Patrimonio Arqueológico. Dentro de las fórmulas aplicadas a
este objetivo se encuentra la presentación de los hallazgos arqueológicos in situ mediante la
conversión de un yacimiento en “Parque Arqueológico”.
A estas normas y contenidos destinados a regular la protección y difusión del patrimonio
histórico se añade un corpus legislativo que contiene medidas que refuerzan estas. Entre ellas
leyes encontramos las del régimen del suelo y ordenación urbana, la Ley reguladora de Bases
del Régimen Local, las legislaciones nacionales y autonómicas sobre Evaluación de Impacto
Ambiental, etc.
TEMA 14. MUSEALIZACIÓN Y PUESTA EN VALOR DE LOS YACIMIENTOS
ARQUEOLÓGICOS.
Los bienes patrimoniales han dejado de constituir una carga económica para comenzar a
perfilarse como motor de desarrollo, a través de una nueva definición de su uso y de su
valorización, en definitiva, de sus formas de disfrute. Para responder a las nuevas demandas
socioculturales se impone la necesidad de coordinación en el desarrollo de políticas de
creación y consumo cultural
El último cuarto del siglo XX verá muchos cambios en el panorama cultural. En la
década de los 70 se realiza una importante inversión pública en equipamientos culturales (en
ocasiones tan infrautilizados como infradotados) sin conexión con el resto de posibilidades y
planificación cultural de los municipios. Desde mediados de la década de los 80 comienza a
tomar cuerpo una clara diversificación de la demanda hacia nuevas fórmulas emergentes de
ocio, nacidas del agotamiento del modelo turístico de “sol y playa”. Es en este contexto donde
encuentra un destacado papel el turismo cultural, en cuyo marco se encuentra la difusión del
patrimonio arqueológico entendido como producto cultural y como recurso económico.
Fue en el año 1986 cuando la entonces Dirección General de Bellas Artes y Archivos del
Ministerio de Cultura, y más concretamente el Departamento de Arqueología del Instituto para
la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC) se planteó la posibilidad de
realizar intervenciones en el patrimonio arqueológico por medio de una figura encaminada a su
protección y rentabilidad social que denominó Parque Arqueológico, y se concretó en un Plan
Nacional de Parques Arqueológicos. Inicialmente se trataba de superar un modelo por el que
aquellos yacimientos susceptibles de ser visitables (conservados in situ y convertidos en
museos en sí mismos) desvinculados del entorno, pasaran a un modelo bien diferente por el
que su característica esencial fuera la de su vinculación con el medio natural y el entorno
cultural. Actualmente el Patrimonio Arqueológico aparece ligado al medio físico en que se
encuentra, la propia UNESCO se ha encargado de sancionar esta tendencia incluyendo en la
Lista de Patrimonio de la Humanidad espacios donde las actividades humanas se relacionan
directamente con el medio, dentro de la figura denominada “paisaje cultural”, como la antigua
explotación aurífera romana de las Médulas en León.
Esta nueva visión respecto a la forma de considerar la cultura (en los países
desarrollados además crece la demanda social de cultura) ha llevado a reconsiderar también el
patrimonio arqueológico, que ha dejado de ser un producto culturalmente elitista, exclusivista,
reservado a unos pocos, para convertirse en una manifestación patrimonial común que debe
conservarse y difundirse. También ha cambiado la mentalidad de los arqueólogos, mucho más
proclives a facilitar la difusión y proyección de sus trabajos en nuestros días.
De manera paralela aparece una cierta sensibilidad internacional que considera al
patrimonio arqueológico como bien no renovable. Es decir, que traspone a lo cultural
conceptos y criterios admitidos en el Patrimonio Natural y, por lo tanto, contempla la necesidad
de crear reservas, parques arqueológicos como parques naturales.
Este nuevo concepto lleva implícito que se le considere como un recurso explotable, se plantea
la rentabilidad económica de la cultura, que deriva en entretenimiento. El resultado es la
creciente presencia del patrimonio arqueológico en el turismo cultural.
Un parque arqueológico debe ser, en último término, una forma nueva de comunicación
que permita poner en evidencia lo visible y lo invisible. Y esto exige un esfuerzo de
imaginación. Los arqueólogos trabajan habitualmente con un patrimonio fundamentalmente
invisible, y sin embargo se empeñan en ensalzar la pequeña parte que ha quedado visible o
que sacan a la luz. De nuevo es la contemplación de lo excepcional, del objeto rescatado, la
que ha sido protagonista. Lo invisible no es sólo lo que aún no ha sido excavado, sino toda la
información que no revela directamente la visita a un yacimiento, a un parcelario fosilizado o
una mina antigua. Es decir, son invisibles las formas de vida, las relaciones de poder las
formas de propiedad, la percepción del espacio... desmitificando el papel de los elementos
aislados, transmitiendo su papel en los procesos históricos sin trivializarlos. Un cada vez más
amplio repertorio de medios lo hace viable (puntos de información, itinerarios, centros de
información realidades virtuales...).
El diálogo entre el material arqueológico y el visitante necesariamente pasa por la
interpretación, tarea del arqueólogo, que deberá adaptar el lenguaje de su investigación a un
código informativo acorde a las características del público al que se abre la oferta, cualquiera
que sea la fórmula elegida para poner en valor el yacimiento: centro de interpretación,
yacimiento visitable, parque arqueológico, aula arqueológica, etc.
En lo que no existe tanta unanimidad es en el tratamiento que debe aplicarse a los
yacimientos, para acondicionarlos para la exposición pública. En unos casos las intervenciones
son exageradas (y quizás más didácticas) y en otros se opta por una intervención mínima.
Existen orientaciones y legislación al respecto, lo que aun así no cierra el debate sobre exceso
o defecto en la intervención.
Es evidente que el término "parque" remite directamente al mundo del ocio y del
entretenimiento, y, efectivamente debe atraer a un público lo más amplio posible. Esto puede
ser perfectamente compatible con otras tareas de formación, investigación, gestión... Tal y
como lo entendemos, un parque cultural es abierto y dinámico, su pretensión no ha de ser su
“fosilización” sino su incorporación como factor de estímulo cultural y económico. Su
integración en los circuitos turísticos es un factor esencial, que puede favorecer la
diversificación, y la consideración del patrimonio como un recurso turístico para un desarrollo
duradero, aunque requiere una cuidosa regulación que respete el patrimonio y su
conservación, y también el delicado equilibrio con su entorno natural y humano.
Una adecuada protección ante eventuales impactos negativos requiere definir estrategias de
intervención de las que se derive una necesaria convergencia entre políticas de protección y de
investigación del patrimonio y su puesta en valor. Nuestra responsabilidad, como futuros
gestores patrimoniales, es sustentar con un discurso histórico esa puesta en valor.
FIN TEMAS PRIMERA EVALUACIÓN
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