Los deudores del FMI1 Aldo Ferrer2 En la reciente reunión del G 20, se resolvió triplicar los recursos a disposición del FMI hasta 750 mil millones de dólares más una nueva partida de DEG (derechos especiales de giro) por 250 mil millones. Además de los fondos asignados al FMI, en la reunión del G 20 también se dispuso la asignación de 100 mil millones de dólares para el Banco Mundial y garantías por 250 mil millones de apoyo para la financiación del comercio. Es importante observar cuales han sido los destinatarios del los préstamos del FMI, en el transcurso de la actual crisis mundial, para identificar las prioridades del Fondo en la asignación de esos recursos. El FMI ha concedido prestamos a varios de sus países miembros por u$s 50 mil millones. De ese total el 74% se destinó a Rumania, Hungría y Ucrania, 9% a otros países de la ex URSS o de la entonces esfera soviética, 11% a Pakistan y el resto a países de pequeña dimensión, incluyendo las Islas Seychelles cuya población asciende a 70 mil habitantes. Es decir, países en transformación desde regímenes centralmente planificados a sistemas de mercado excesivamente endeudados con descalce de monedas, otro que soporta graves problemas de seguridad interna (Pakistan) y varios de reducida dimensión. Es previsible que los destinatarios de los programas del FMI y de los otros fondos, sigan siendo las economías del Este de Europa, cuya recuperación es esencial para la Unión Europea. Pequeñas economías muy abiertas e integradas a los mercados especulativos, como Islandia e Irlanda, serán probablemente objeto también de la atención del Fondo y de los programas adicionales dispuestos por el G 20. Lo mismo cabe esperar respecto de algunas economías africanas, de escaso desarrollo e insuficiente capacidad propia de administrar recursos. La Argentina no entra en ninguna de las categorías que han merecido la atención preferente del FMI en el transcurso de la actual crisis mundial. Nuestro país opera bajo una economía de mercado y no esta en un proceso de transición de su régimen económico, cuenta con estabilidad institucional, su seguridad nacional no está amenazada, es una economía de respetable dimensión cuyo territorio es el octavo mas grande del mundo y ha demostrado su capacidad de administrar el conocimiento, 1 2 Artículo publicado en BAE, el 27 de abril de 2009 Profesor Emérito de Estructura Económica Argentina. UBA. 1 incluso, de las tecnologías de frontera en la energía nuclear, la biotecnología y otras áreas. Además, salió de la extraordinaria crisis del 2001/02, financiando su recuperación con recursos propios, ordenando su deuda en la exitosas operación del 2005 y recuperando la gobernabilidad de la economía en sus tres ejes fundamentales: presupuesto, moneda y pagos internacionales. Hasta ahora, le evidencia es concluyente. Argentina está resistiendo bien el tsunami financiero internacional e, incluso, soportó una importante fuga de capitales, sin descalabrar su sistema financiero, sus finanzas públicas ni pagos internacionales. Si estas conquistas se pierden no será como consecuencia de la crisis mundial sino por nuestra propia incapacidad de crecer en democracia desplegando el formidable potencial de recursos del país. Así como en la fase de recuperación no fue el “viento de cola” el principal impulsor del crecimiento no es ahora el “viento de frente” el origen de nuestros problemas actuales. Para volver a ser objeto de los préstamos del Fondo deberíamos regresar al pasado y perder todo lo logrado en el ejercicio del derecho soberano de conducir nuestro propio destino. A veces se afirma que ahora podríamos recurrir al FMI porque, la crisis y el derrumbe del modelo neoliberal a escala mundial, modificó sus criterios operativos. Falsa ilusión. La crisis financiera global introducirá nuevas normas regulatorias en el mundo del dinero y el comportamiento de las agencias financieras internacionales, es decir, el FMI y el Banco Mundial. Pero, como señalé en notas anteriores en este mismo espacio, la crisis no ha transformado la distribución del poder en el sistema mundial ni los intereses fundamentales de las economías hegemónicas actuales y emergentes. No es así imaginable que las reglas de la globalización y el comportamiento del FMI cambien tanto como para subordinar los intereses de las mayores potencias al bienestar general ni para impulsar, en las economías periféricas, toda la heterodoxia y la densidad nacional necesarias para el desarrollo. De hecho, declaraciones recientes del Director Gerente del FMI y de funcionarios influyentes en el Gobierno de los Estados Unidos, insinúan que el apoyo del FMI será para aquellos que sufran las consecuencias de la crisis mundial siempre y cuando no apliquen políticas independientes de los criterios dominantes en los países centrales. Una de las condicionalidades previsibles de un eventual préstamo contingente del FMI a la Argentina sería, sin duda, la aplicación de un tipo de cambio de cambio de 2 equilibrio de mercado (TCEM), el cual, debilitaría la competitividad de la actividad productora de bienes transables distintos de los fundados en los recursos naturales. Esta política esta en las antípodas de la del tipo de cambio de equilibrio desarrollista (TCED) que predomino hasta hace un par de años y que fue causa principal de la recuperación de la economía argentina. Recordemos que el TCED cumple las siguientes funciones: i) privilegiar el compre nacional en las decisiones de gastos de consumo e inversión de las empresas, las familias y el gobierno, ii) estimular la diversificación de las exportaciones incorporando bienes y servicios de creciente contenido tecnológico y valor agregado y, por lo tanto, impulsando la gestión del conocimiento y la transformación de la estructura productiva, iii) lograr que el lugar mas rentable y seguro para invertir el ahorro interno sea el propio país, y iv) desalentar los movimientos de capitales especulativos creando incertidumbre en los especuladores y previsibilidad en los tomadores de decisión de inversión productiva. Volver al FMI sería así repetir los fracasos del pasado y abandonar un proyecto viable de industrialización, gestión del conocimiento y desarrollo nacional. Más allá de la actual coyuntura, el pronóstico sobre el retorno al FMI, enmascara dilemas actuales y conflictos históricos no resueltos. Detrás del mismo esta la expectativa ortodoxa que la única forma de disciplinar la heterodoxia de este país, ahora díscolo, es subordinarlo, otra vez, a la racionalidad del mundo del dinero. Ni aún el derrumbe de ese mundo en el orden global, desanima a sus epígonos criollos. Es entonces indispensable volver a recordar que el ahorro argentino alcanza actualmente a cerca del 30% del PBI, equivalentes a más de cien mil millones de dólares anuales. Esta es la fuente fundamental de la acumulación, de la viabilidad financiera y del ejercicio de la soberanía. El financiamiento externo complementario del ahorro interno, que eventualmente puede convenir incorporar, no provendrá a través del FMI sino del acceso al crédito voluntario de los mercados que solo puede lograrse sobre la solidez de la gobernabilidad macroeconómica y el crecimiento del país. Desde la perspectiva argentina, resulta así indispensable seguir manteniendo una relación normal con el FMI, que es aquella que mantienen los países que no le deben nada. 3