Requiem para el stop and go... ...¿Requiem para el stop and go?

Anuncio
Requiem para el stop and go...
...¿Requiem para el stop and go?
Pablo Gerchunoff
UTDT – Fundación PENT
Debo confesar que tengo algunas prevenciones con la palabra estrategia. Supone un alto
grado de optimismo – excesivo para mis parámetros- sobre la naturaleza del ser humano
y su capacidad para moldear la realidad y construir el futuro . Sin embargo, conociendo a
quienes convocan a este seminario, tengo claro que nada está más lejos de ellos que el
voluntarismo. Les voy a proponer entonces en este breve texto una visión sobre la
Argentina, pero una visión en la que el presente ya alberga el futuro , del tipo “Jesús está
entre nosotros pero todavía no lo sabemos” . La hipótesis, algo arrojada y tan optimista
como el optimismo que critico, es que el ciclo de stop and go ha llegado a su fin.
Algunas de las mentes más brillantes de la Argentina en los campos del análisis
económico y político ( Prebisch, Díaz Alejandro – hijo adoptivo - Canitrot, Porto,
Villanueva, Sourrouille y Braun desde la perspectiva económica; Portantiero y O´Donnell
desde la perspectiva política ) dedicaron buena parte de sus esfuerzos intelectuales a la
comprensión de la volatilidad, el retraso relativo y el conflicto distributivo argentinos. En
una primera versión, el ciclo de stop and go funcionaba del siguiente modo : las
exportaciones, que provenían casi exclusivamente del campo, estaban estancadas, quizás
por el shock externo adverso que venía prolongándose desde la crisis del 30, quizás por la
idiosincracia no capitalista de la burguesía agraria, quizás porque la propia inestabilidad
de precios le transmitía a esa burguesía una señal muy débil para invertir. A su vez la
industria, proveedora de empleo, era a la vez consumidora de divisas, de modo que
cuando se expandía creaba las condiciones para una futura contracción económica por el
canal de la crisis de la Balanza de Pagos. Cuando esa crisis se producía el inevitable
ajuste del tipo de cambio real ( caída del salario real ) se enfrentaba a la resistencia
popular, porque aquel era un mundo de bajo desempleo, mercado de trabajo homogéneo
y sindicatos fuertes . El tipo de cambio real que equilibraba el sector externo era
inconsistente con el salario real que equilibraba el mercado de trabajo, y esa
inconsistencia se traducía en un conflicto más virulento por una maldición argentina : la
superposición , probablemente única en el mundo, entre la canasta de consumo popular y
la canasta de exportaciones (P.Gerchunoff, L. Llach ). Si bien esa estilización del stop
and go fue forjada principalmente en los años 60 y 70, explicó bastante bien la realidad
del peronismo y el inmediato post-peronismo. Ya para los años 60 las exportaciones
comenzaron a crecer, incluso con un débil aporte de la industria, y quizás ello explique la
efímera primavera económica de esos años ( P. Gerchunoff , J.J. Llach ).
El stop and go no terminó entonces. Un shock externo negativo y una enorme crisis
política – ambos en 1975- fueron el preludio de una nueva versión del ciclo, y se trató de
una versión más exasperada. Si la versión anterior era una en la que la fase expansiva se
agotaba con el déficit de comercio , en la nueva versión había que incorporar a la
explicación los flujos internacionales de capital. Cuando las exportaciones no alcanzaban
para comprar los insumos y los bienes de capital que sostenían el pleno empleo, se podía
recurrir ahora al ahorro exterior y contraer deuda para mantener la inversión sin afectar el
consumo. Perón ya lo había intentado desde 1952 hasta su caída. Prefirió sacrificar –
aunque con poco éxito- el nacionalismo al populismo llamando a la inversión extranjera,
la que recién acudió en masa cuando Frondizi demostró que estaba dispuesto a dar una
batalla por reducir los salarios reales, es decir cuando demostró que, a diferencia de
Perón, , no sólo apostaba sus cartas a sacrificar el nacionalismo sino también el
populismo. Pero la nueva versión del stop and go con mercados de capitales abiertos
cobró forma nítida a finales de los setenta y con mucho más claridad y coherencia en los
noventa. La fase expansiva se financió con deuda (el ahorro nacional era bajo) y ello
permitió su “alargamiento” , pero también significó una crisis magnificada , con efectos
de stock, transferencias de riqueza y ruptura de reglas del juego difíciles de resolver. En
cuanto al conflicto distributivo, se tornó más complejo. Quizás como la “lección
aprendida” del estallido de 1975 – el primero y el último de una economía semi-cerrada y
con baja deuda- el go vino acompañado – en los setenta y en los noventa - de las
reformas estructurales , en particular de la apertura comercial y financiera externa. En un
país con la estructura productiva de la Argentina, la apertura comercial afectó
doblemente a las clases populares : a la Stolper- Samuelson, porque redujo el nivel de
empleo; pero además, porque aumentó el precio de los bienes de consumo de las clases
populares. Al menos en lo que se refiere al consumo, quizás los sectores de medios y
altos ingresos se hayan beneficiado porque se abarataron los bienes de consumo
sofisticados que ahora se importaban libremente . ¿ Qué ocurrió con el stop?. Como entre
los 50 y los 70, el ajuste del tipo de cambio real redujo los salarios reales, pero con la
aparición del desempleo – en particular durante los 90- hubo que poner en la balanza el
hecho
de que la depreciación real genera puestos de trabajo. Al fin, la apertura
financiera agregó sus propias complicaciones al escenario tradicional : el conflicto
distributivo ya no fue apenas lucha de clases (o de coaliciones sociales) en el seno de la
nación . Apareció el acreedor externo como un actor nuevo que defendía su parte y que ,
como comprobó la historia, terminó pagando un duro precio durante el último stop.
¿Por qué proponemos que el ciclo de stop and go quizás haya quedado atrás?. Conviene
aclarar que las razones que vamos a esgrimir no nacen hoy sino que en muchos aspectos
son el resultado de una larga marcha. No hay un corte nítido que inaugure un cambio de
régimen en una fecha precisa y es probable que nunca lo haya en la historia.
Comencemos afirmando que el sector externo ya no es lo que era. Hemos dicho ya que
desde los años 60 las exportaciones comenzaron a crecer. Podemos agregar ahora que el
tímido y volátil despegue se convirtió con el tiempo en una marcha acelerada, desde fines
de los ochenta más acelerada que la del comercio mundial. En el grafico 1 (paneles A y
B) observamos el valor, el volumen, los términos del intercambio y el poder de compra
de las exportaciones en un período de más de 120 años, y lo que se concluye es que el
desempeño de la última década y media es aún superior al que va desde el primer Roca
hasta la Gran Guerra, esto es, superior a aquella etapa que la historiografía denomina
Expansión Exportadora.
Gráfico 1
Tasa de variación anual media del poder de compra de las exportaciones, de las cantidades
exportadas, del precio de las exportaciones e importaciones, y de los términos del
intercambio
Panel A (1875-2005)
8,6%
7,9%
10%
0,0%
1,4%
0,7%
0,7%
4,5%
4,4%
0,3%
0,3%
-0,9%
-1,9%
-0,2%
0,2%
-0,5%
0,2%
-0,7%
2%
1,7%
2,1%
4%
-0,3%
-0,6%
2,8%
3,4%
6%
5,5%
6,3%
8%
0%
-2%
1880-1914
1914-1930
1930-1945
1945-1975
1975-2005
Poder de compra de Exportaciones
Cantidades exportadas
Precio de Exportaciones
Precio de Importación
Términos del intercambio
Panel B (1975-2005)
7,9%
9,6%
7,9%
7,7%
8%
7,9%
10%
8,6%
12%
-2%
1975-2005
1975-1990
Poder de compra de Exportaciones
Cantidades exportadas
Precio de Exportaciones
Precio de Importación
Términos del intercambio
Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC y otras fuentes
1990-2005
1,6%
0,8%
-0,7%
0%
-0,2%
2,2%
0,7%
0,7%
2%
1,4%
4%
1,9%
6%
¿Cómo fue que ocurrió? ; ¿fortuna o virtud?. Ambas. Hay fortuna en el hecho de que,
partiendo de lo más profundo del valle, los términos del intercambio estén mejorando
gradual y persistentemente, en parte porque los precios de exportación aumentan, en parte
porque caen los precios de lo que importamos. En 1912 Keynes se lamentaba del largo
deterioro de los términos del intercambio que estaba sufriendo...Inglaterra. Debido a la
productividad decreciente de la tierra –argumentaba- “ cada día necesitamos entregar más
bienes industriales a cambio de las mismas materias primas”. Keynes, como muchos de
sus contemporáneos, creía , justo a las puertas de su final , que esa dinámica se iba a
prolongar. No sabemos si lo que estamos verificando como un beneficio para la
Argentina tiene futuro (aunque sí estamos viendo que ya tiene un pasado respetable),
pero en todo caso hay fundamento para especular que no es un movimiento de corto
plazo. Es conocido el punto de que la demanda de materias primas –también las
alimentarias- está impulsada en parte por la región más dinámica del mundo, el
capitalismo industrial “tardío-tardío” del Asia. En la misma cuna parece criarse la caída
de los precios de importación. Samuelson ha escrito que nunca en su larga vida había
visto producir bienes tecnológicos de punta con mano de obra barata que abarata esos
mismos bienes en el comercio internacional.
El aumento de los volúmenes exportados tiene un componente de fortuna – la expansión
del comercio mundial- pero también un componente de virtud política. La apertura
comercial le dio impulso y lo diversificó en un grado y en un sentido nada fáciles de
comprender desde la teoría de la especialización en economía abierta. Más virtud hubo
todavía en un acontecimiento reciente que, montado sobre el crecimiento largo de las
exportaciones, le devolvió a la economía argentina una solvencia perdida a fines de los
setenta : nos referimos a la reestructuración de la deuda, que al derrotar a los acreedores
en la puja distributiva resolvió el principal y más gravoso problema de stock. Al
inaugurarse la democracia en 1983, por tomar una fecha emblema, los intereses de la
deuda pública y privada representaban el 70% de las exportaciones y limitaban hasta
llevarlos al borde de la parálisis los márgenes de maniobra de la política económica. En
2001, otra fecha para el recuerdo, la ratio intereses de la deuda/exportaciones era del
45%, pero después de la reestructuración cayó a un tercio de ese valor (ver gráfico 2).
Para un hombre de mi generación, la sola sospecha de que los dólares disponibles pueden
no ser una restricción al crecimiento revoluciona la mente.
Gráfico 2
Ratio de intereses (públicos y privados) sobre exportaciones
80
69,2
70
65,2
60
62,9
61,1
48,6
50
51,2
42,1
40
45,8
46,9
45,5
29,8
30
27,1
33,4
30,1
28,2
39,1
30,6
20,3
23,6
20
10
16,6
11,9
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
1990
1989
1988
1987
1986
1985
1984
1983
1982
1981
1980
0
Fuente: Elaboración propia en base a datos de CEPAL e INDEC
Sigamos el itinerario de los viejos modelos de stop and go. Las dos hojas de la tijera que
recortaba el dinamismo económico eran la escasez de divisas y el conflicto distributivo
que se activaba con la devaluación real y en parte la esterilizaba. Algo ha cambiado
también en la arena del conflicto social. Así como, afortunadamente , el sector externo ya
no es el que era, para fortuna o infortunio el conflicto distributivo tampoco es igual al de
tres o cuatro décadas atrás. La larga agonía de la Argentina peronista ha terminado ; ya
no hay, en términos sociales, una Argentina integrada y homogénea, con sindicatos
fuertes. Naturalmente la lectura de los diarios puede devolvernos cotidianamente la
imagen de las demandas sindicales que reclaman lo perdido , pero el dato duro y nuevo es
la persistencia de la moneda devaluada a un costo inflacionario sorprendentemente bajo
en términos históricos. Dos cambios estructurales contribuyen asimismo a atemperar el
conflicto distributivo. Primero, la superposición entre canasta de consumo popular y
canasta de exportaciones va perdiendo aquella nitidez que tenía entre los veinte y los
setenta, entre el primer Yrigoyen y el segundo Perón (ver gráfico 3). Quizás el conflicto
por consumir o exportar carne sea el canto del cisne de ese mundo. El otro cambio
estructural es más conocido, pero también relevante : la industria ya no es el principal
proveedor de empleo pero sí es un significativo proveedor de divisas. ¿Argentina exporta
el alimento de las clases populares y da empleo a las clases populares en actividades que
no exportan?. Ya no tanto.
Gráfico 3
Caída de los bienes-salarios en el total exportado
y de los bienes exportables en la canasta de consumo
70
60
50
40
30
20
10
2005
2003
2001
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1979
1977
1975
0
Cereales, carnes y lácteos como porcentaje del total exportado
Alimentos como porcentaje de la canasta de consumo
Bienes transables como porcentaje de la canasta de consumo
Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC
De modo que en la nueva Argentina asistimos a la novedad de un tipo de cambio
competitivo poco volátil, lo que en otro tiempos se hubiera definido como una
contradicción en los términos. Volvamos ahora a 1975, ese instante de ausencia de
intermediación política en el conflicto social que remata en la inflación más alta de la
historia hasta ese momento y en el déficit fiscal más alto de la historia en cualquier
momento.¿ Cómo se explicaban déficit fiscal e inflación en los modelos de stop and go?
Apelemos a las investigaciones del CEDES y al concepto de transferencia. Aunque tras
el ajuste del tipo de cambio real podía haber sobrante de dólares, los pesos que recogía el
gobierno para cumplir con sus obligaciones y pagar la deuda eran insuficientes, de modo
que había que recurrir al impuesto inflacionario para cerrar la brecha. He aquí otra
maldición argentina: el cobre chileno o el petróleo mexicano son estatales, pero la pampa
húmeda es privada y por lo tanto también es privado el superávit comercial que el
gobierno tiene que transferir a sus arcas. Es conocido que la restauración represiva de la
disciplina social que siguió al golpe militar de 1976 tuvo un pálido resultado en la
dimensión fiscal y en el control de la inflación , y la impresión generalizada es que así
siguieron las cosas por mucho tiempo. De hecho, si nos remontamos más atrás ,
probablemente pueda afirmarse que la Argentina nunca pudo dar el salto de la tributación
de economía abierta - los derechos de Aduana – a los impuestos modernos (quizás haya
que salvar parcialmente al primer peronismo de esta reflexión crítica ). Sin embargo,
mirando el pasado de treinta años en perspectiva (ver gráfico 4) lo que se percibe es una
larga travesía hacia la solidez fiscal (Cetrángolo) . El momento final de esa travesía es lo
que sigue a la devaluación de 2002 . El tipo de cambio alto en una economía más abierta
y con la deuda pública reestructurada implica una mejora automática en el resultado
fiscal , porque la participación de los bienes y servicios transables en la recaudación es
mayor que en el gasto público. A ello hay que agregar que el Estado se ha asociado
compulsivamente, a través de las retenciones, a la revalorización del principal activo
argentino, la tierra.
Gráfico 4
Resultado Fiscal Consolidado (Nación-Provincias, % del PBI)
6
Superavit primario
4
Resultado financiero
2
0
-2
-4
-6
-8
-10
-12
2005
2003
2001
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1979
1977
1975
1973
1971
1969
1967
1965
1963
1961
-14
Fuente: elaboración propia en base a datos de Ministerio de Economía de la Nación
La devaluación real , por fin, ha aumentado la tasa de ahorro nacional (ver gráfico 5). El
argumento es “kaldoriano”. La transferencia de ingresos ha sido a favor de los que
ahorran más (la punta de la pirámide distributiva, el Estado) y en contra de los que
consumen más (por ejemplo, los trabajadores informales de bajos salarios ). Vacilo en
afirmar esto en forma concluyente porque no tengo prueba fundamentada de que los ricos
ahorren más que los pobres, pero no hay vacilaciones respecto al salto de calidad en el
ahorro público. Por otra parte, cuando las piezas se acomodan los efectos benéficos se
multiplican. Hemos visto antes que los términos del intercambio exterior de la Argentina
vienen mejorando persistentemente y que una parte importante de ese fenómeno se
explica por la caída de los precios de importación. Ahora podemos incorporar otro
ingrediente: la parte del león de ese proceso deflacionario se la llevan los bienes de
capital. Así como ha aumentado el poder de compra de las exportaciones, también ha
aumentado el poder de compra del ahorro. El financiamiento de la inversión se origina –
como consecuencia de esta combinación de factores- totalmente en el ahorro nacional. Es
bueno en este aspecto vivir con lo nuestro : modera la volatilidad y elimina los costos del
sudden stop.
Gráfico 5
Tasa de ahorro nacional y tasa de ahorro nacional
corregida por poder de compra*
35
30,66
29,2
30
26,4
25
22,25
20
17,19
15
15,98
2005
2003
2001
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1977
1975
10
1979
tasa de ahorro corregida por poder de compra
tasa de ahorro a precios corrientes
Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC
*Nota metodológica: la tasa de ahorro nacional corregida por poder de compra se calcula como la
tasa de ahorro nacional (ratio entre Ahorro Nacional y PBI a valores corrientes) ponderada por el
índice de precios de las importaciones de bienes de capital teniendo en cuenta que en promedio
aprox. un 50% del ahorro se destina a compra de bienes de capital
¿Cómo titular este breve trabajo? Una alternativa es Réquiem para el stop and go. Otra
es ¿Réquiem para el stop and go?. Las maneras cautelosas del mundo académico me
invitan a elegir el segundo ; mi intuición, el primero. Y no es sólo una cuestión de
intuición . La economía argentina se ha convertido, una vez más , en un campo de
experimentación analítica. A la inversa de lo que ocurría durante los años noventa hay
buenos fundamentos macroeconómicos y mal clima de negocios . La inversión – en
definitiva el jurado de última instancia – es la más alta en casi treinta años.¿ Quiere decir
que a la hora de la verdad ganan los fundamentos?. Mejor no apresurarse. Siempre puede
ocurrir que alguna política económica equivocada perturbe por algún tiempo las
tendencias de fondo. Además, como la explicado Dani Rodrik en ¿ Good Bye Washington
Consensus, Hello Washington Confusion?, nunca se sabe cuánto más podría invertirse –
y cuánto más persistentemente- si allí donde hace falta mejoraran , o aparecieran , las
tan mentadas reglas de juego que acotan la incertidumbre. Convengamos, sin embargo,
algo: eso ya poco tiene que ver con el stop and go tal como lo entendimos por medio
siglo .
Descargar