Necesidad de una formación humanística del químico MARÍA CRISTINA DÍAZ GONZÁLEZ1 MESA 2 1 Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Veracruzana. Adquirir conocimiento y tener una responsabilidad son dos caras de una misma moneda. León Olivé El tema de los valores en relación con la ciencia y tecnología como un problema de la cultura contemporánea se encuentra en el centro de las discusiones sobre la relación de estos campos de actividad con su entorno social sociedad y no solamente desde un interés puramente académico, sino en vista de la urgencia de reflexionar, decidir y actuar en torno a los riesgos que muchas aplicaciones tecnológicas representan. Ahora bien, es claro que la reflexión sobre la ciencia y la tecnología en su dimensión social, se hace principalmente desde las humanidades y las ciencias sociales. Responsabilidad ampliada de la ciencia y la tecnología La cuestión se condensa en la pregunta: ¿son éticamente neutrales la ciencia y la tecnología? La respuesta pasa por la consideración de la naturaleza de la relación entre los miembros del binomio: (Ética)-(Ciencia y Tecnología). Esta ha sido abordada desde diferentes perspectivas, derivadas de otras tantas concepciones de ciencia, de tecnología y de ética. Uno de los objetivos de este trabajo es el de contribuir a la reflexión sobre la naturaleza de dicha relación desde la postura, que sostenemos, siguiendo a León Olivé2 de la no neutralidad de la ciencia y de la tecnología Dicha postura ha sido sólidamente asentada por León este pensador. Al concebirlas como sistemas de acciones intencionales, y a los agentes que las realizan y que conllevan la posibilidad de atribución de normas y valores como parte constitutiva de las mismas, demuestra que ciencia y tecnología -a través de las intenciones, los fines y los usos que los humanos les dan- no pueden sustraerse a juicios éticos. Así, lejos de la concepción que sostiene que el científico, en su búsqueda de conocimientos acerca de la naturaleza puede deslindarse de la responsabilidad sobre el uso que se de a sus resultados, queda claro que es precisamente la posesión de tales conocimientos la que asigna una “responsabilidad ampliada” al científico más que al resto de los ciudadanos. 2 Olivé, L. EL BIEN , EL MAL Y LA RAZÓN. Fondo de Cultura Económica. México. Es claro que esta conclusión impacta (o debería impactar) las concepciones y prácticas en todos los niveles de la educación, y por ello, un segundo objetivo nuestro se refiere a mostrar la necesidad de incorporar aspectos históricos y filosóficos a la formación del científico en general y del químico en particular. Las demandas interna y externa que se plantean a la educación científica y tecnológica Hoy en día las universidades incluyen aspectos sociales en su visión, misión y operación. Se dice tanto en el ámbito académico como en su entorno social que es compromiso de científicos y tecnólogos “contribuir a solucionar los problemas regionales y nacionales”, sin embargo, resulta evidente la falta de relación entre tales demandas y el currículum de las carreras de ciencia y tecnología. De allí, y bajo la premisa de que la solución de los problemas sociales del presente y del futuro no es de carácter exclusivamente científico y tecnológico, surge la propuesta de reconocer, cuando menos, la necesidad de incluir elementos de una educación humanística que permita a estos profesionales reflexionar de manera informada y racional acerca de tales problemas de la sociedad y para tener conciencia sobre los beneficios y riesgos que para la sociedad representa su quehacer. En este examen deben tenerse en cuenta las perspectivas histórica y filosófica así como el papel que desempeñan actores y factores tanto pertenecientes al ámbito académico como a su entorno. Otra demanda reiterada es la de la obligación de las universidades de participar en la distribución social del conocimiento. El programa de alfabetización científica Una de las respuestas en este sentido es el reconocimiento de la gran importancia de la tarea de divulgación científica. En relación con el objetivo de lograr la alfabetización científica de amplias capas de la población, mucho se ha dicho y algo se ha hecho en materia de divulgación científica, si bien no cabe duda que es necesario revisar y perfeccionar modelos y estrategias. El trecho recorrido tanto por científicos como por informadores especializados es tal que se ha alcanzado ya un buen grado de profesionalización de este importante quehacer, si bien su reconocimiento al interior de las universidades deja aún mucho que desear. Por otra parte, se ha dicho poco y se ha hecho menos en lo referente a lo que podría llamarse la alfabetización humanística de los científicos y tecnólogos. Este trabajo pretende esbozar algunos elementos para una propuesta en este sentido. La formación del científico y el tecnólogo Podemos preguntar, con A. Guillaumin3: ¿Hasta qué punto las universidades públicas proporcionan los elementos intelectuales, críticos, culturales y éticos para pensar los problemas locales, regionales y globales? Así, nuestro tercer objetivo se orienta a la realización una mínima exploración del estado actual de cosas en lo referente a la formación del científico en general y del químico en particular. 3 Guillaumin, A. “La recuperación de al imaginación en la Universidad: las comunidades configuradotas de significado” Resulta evidente, a partir de un primer vistazo a la currícula, advertir la falta de relación entre las demandas que se formulan a los científicos y tecnólogos para “solucionar los problemas regionales y nacionales” y la conformación de las carreras del área. Por nuestra parte, consideramos como un derecho de los estudiantes el contar con una formación integral que los considere personas en el más amplio sentido de la palabra. Pero esta consideración resulta incuestionable cuando muestra la necesidad de incorporar el conocimiento generado en las ciencias sociales, las humanidades y las artes al seno del quehacer científico en sus vertientes de docencia e investigación si se quiere que científicos y tecnólogos comprendan los problemas de la sociedad. La sociedad demanda de los universitarios la capacidad de ser reflexivo. La reflexividad: necesaria en la formación del ciudadano científico La reflexión, dice Edgar Morin,4es la aptitud más rica del pensamiento, el momento en que éste es capaz de autoconsiderarse. Pero, ¿cómo y cuándo la educación en todos sus niveles, en particular el superior, procura el logro de esta capacidad? Poco se habla de ella en relación con la formación del profesional y del especialista. La realidad es que las herramientas para la reflexión se omiten al interior del “mundo” de la ciencia natural y se encuentran más bien a los análisis histórico, psicológico, filosófico y sociológico de la empresa tecnocientífica, por lo que la reflexión en la enseñanza de la ciencia y la tecnología puede identificarse como la reflexión permanente –via dichos análisis sobre la empresa química en relación no sólo con los valores internos, es decir aquellos que se refieren a la manera en al que se desempeña el quehacer de investigación y creación del conocimiento, sino especialmente a los valores externos, los que subyacen a los modos en que se relacionan con el entorno social. De allí se desprende la necesidad de establecer la contextualización histórica y filosófica de la enseñanza –el aprendizaje- de los contenidos, habilidades y actitudes en la formación científica y tecnológica, lo que se hace más patente cuando se adopta la postura de la no neutralidad ética de la ciencia y la tecnología. El problema: fragmentación del conocimiento A pesar de que los estudiantes son naturalmente transdisciplinarios, la fragmentación interna en áreas de conocimiento inconexas es uno de los factores que disminuyen la posibilidad de lograr la capacidad reflexiva. En particular, la educación de los científicos y los tecnólogos suele presentar una estructura rígida conformada por materias altamente atomizadas. Lo cual es a la vez causa y efecto del supuesto de que la ciencia es un cúmulo reinformación a procesar para alcanzar respuestas apropiadas a los problemas (Información vs conocimiento) Los planes y programas de estudio desligan por completo las cuestiones éticas, filosóficas e históricas de las cuestiones estrictamente disciplinarias. Así, la enseñanza científica está principalmente referida a la esfera ontológica de conocimiento como una colección de información factual que deberá ser aprendida por los alumnos, tal como se encuentra en los libros de texto. Éstos, que conforman en buena medida la base tradicional de la educación de un científico prescinden de al formulación de los objetos y valores que guían la investigación y la búsqueda de aplicaciones. Y lo propio vale para las prácticas de laboratorio. 4 Morim, E. et. al. (2002) EDUCAR EN LA ERA PLANETARIA. UNESCO. Esta ausencia total de la contextualización histórica y filosófica y social de los principios, teorías, modelos y técnicas priva al estudiante de, siquiera, estar en la posibilidad de distinguir un antes y un después en el desarrollo de las ideas en las que estos elementos se sustentan. Es importante reiterar que esta práctica corresponde a la postura que sostiene la neutralidad ética del quehacer científico, y a su vez, contribuye a mantenerla. Una de sus peores consecuencias (¿causas?) es, -otra vez según Guillaumin- “…el lenguaje incoherente de los universitarios frente al desafío histórico de la universidad pública en un mundo en crisis, excluyente y deshumanizado. Somos incapaces de ver los problemas realmente importantes y trascendentes, al tiempo que seguimos transmitiendo conocimientos fragmentarios.” La importancia de la historia y la filosofía en la educación del científico y el tecnólogo Tanto la historia como la filosofía ayudan a entender la naturaleza de la ciencia como una empresa cultural compleja y, por tanto, a situar la educación profesional y especializada en un contexto cultural más amplio. Si la ciencia es parte integral de la cultura, entonces estudiar los aspectos históricos y filosóficos de su desarrollo, contribuirá a formar mejores científicos (no en el sentido de que pudieran escribir más artículos en revistas internacionales, sino porque estarían más capacitados para reconocer el papel de la ciencia para criticar y modificar las instituciones de su sociedad). Así como nadie cuestionaría la importancia de estudiar la historia de los valores e instituciones de una sociedad, no debiera existir duda sobre la importancia del estudio de la historia de la ciencia para mejor entender su naturaleza. Por contraste, mientras que en muchas universidades se ofrece, por ejemplo, la licenciatura en historia del arte, en ninguna se ofrece una en historia de la ciencia. Y esto no quiere decir que la historia de la ciencia no tenga un espacio en la academia, el problema es que se trata de un campo autónomo, separado de la ciencia misma5. Y lo mismo puede decirse de la filosofía de la ciencia. En algunos de los países avanzados, como se dice, la importancia de incluir la historia y la filosofía de la ciencia en los programas universitarios ha ganado reconocimiento en años recientes. De la formación integral de los profesionales de la ciencia y la tecnología Los avances en los estudios empíricos sobre la ciencia; en la psicología de la lógica y de la ciencia; en las ciencias cognitivas; en la sociología y la historia de la ciencia; y las reflexiones filosóficas a las que han dado lugar, no pueden ser ignorados a la hora de pensar cómo debe enseñarse la ciencia. Un enfoque histórico y filosófico del conocimiento científico propiciaría que la manera de pensar de los estudiantes encajara mejor con las formas establecidas de plantearse los problemas de una disciplina particular. Asimismo, a localizar los presupuestos incorrectos y a abandonarlos de manera racional. La historia y la filosofía ayudan, en fin, a superar la estrechez y a sentar las bases para el rigor académico, la honradez intelectual, el comportamiento ético, el pensamiento crítico, los valores de tolerancia… Se aprovecha aquí uno de los componentes de la transformación general que demanda Guillaumin: trabajar para lograr soluciones creativas que permitan religar 5 Jensen, W.W. history los saberes fragmentados en parcelas disciplinarias y especialidades que impiden una comprensión del ser humano y de su mundo. Se trata de facilitar la adquisición de la reflexividad a nivel de los contenidos, y de situar los elementos de una disciplina como parte de un panorama más amplio a través del análisis constante de los mismos alrededor de las preguntas centrales: ¿Qué es el conocimiento científico? ¿Cómo se produce? ¿Es verdadero? ¿Cómo se aplica? ¿Cuáles son los beneficios y los peligros potenciales de su uso? ¿Tienen los científicos y los tecnólogos responsabilidad en él? Dice Olivé: “Por eso también los científicos y los tecnólogos deberían estar en condiciones de explicar porqué es lícito desear estilos de vida que van asociados a los fines que se proponen y con los resultados de las aplicaciones de sus logros. Pero estas son discusiones humanísticas y para enfrentarlas se requiere combatir el generalizado analfabetismo humanístico entre los científicos y los tecnólogos, y eso debe hacerse desde la raíz, en su formación. De aquí se desprende una obligación para las instituciones educativas que consiste en combatir la ignorancia humanística entre científicos y tecnólogos” (2000: 127) Resulta evidente entonces que se requiere de un esfuerzo, tan arduo como urgente, para modificar planes y programas de estudio de las carreras científicas y tecnológicas de manera que la contextualización histórica, lógica, epistemológica, ética y estética del material de estudio sustituya a la actual. El caso de la educación química Krageskov6 ha reconocido la importancia de la inclusión de la historia y la filosofía de la ciencia en la enseñanza de la química, y ha establecido una distinción entre tres esferas dentro de la misma. La educación química primaria, que corresponde a la esfera ontológica del conocimiento científico, es decir, la química per se, que se refiere a la presentación de estructuras, conceptos y leyes (compuestos, vías de síntesis, ejemplos concretos, etc.) La educación química secundaria implica ya la esfera epistemológica, lo que equivale a entender la química como una actividad propia de una cierta comunidad productora de conocimiento. Esta incluye teorías acerca de la naturaleza del conocimiento químico y las vías por las cuales se alcanza. Finalmente, a educación química terciaria en una perspectiva social en la que la ética juega un importante papel puesto que se trata de abordar el conocimiento de la química en un contexto social. Esta distinción tiene como eje el concepto pedagógico de Bildung. De origen medieval, la noción evolucionó hasta alcanzar en esta autora una interpretación contemporánea y que se refiere a la transformación del individuo en ciudadano responsable en la democracia., lo cual ubica este desarrollo de la demanda de una formación humanística del químico en la corriente de la educación CTS. Esto quiere decir, ir mucho más allá del mero aprendizaje de habilidades propias del campo. De esta manera, el ideal contemporáneo para la educación de los estudiantes de química tendría que estar relacionado con el papel de su trabajo dentro de la sociedad. No se trata entonces de insistir en al ética científica entendida como “buena práctica” , sino de ir más allá y entender al educación química terciaria como aquella que 6 Krageskov, E. K. “The Future of Tertiary Chemical Education – A Bildung Focus?” HYLE- Vol. 8, No.1 (2002), pp. 3548 entiende que el profesional responsable, en tanto ciudadano en y para la democracia comprende y asume el papel de su conocimiento y de los productos del mismo dentro de la sociedad, tanto a nivel nacional como regional y global. Sin embargo, tradicionalmente la educación química en los niveles medio y superior se constriñe a la esfera ontológica del conocimiento químico, lo cual puede verse mediante una ojeada a cualquier libro de texto o manual de laboratorio. Este enfoque reducido a lo factual reduce los problemas a resolver por los estudiantes a un asunto ajeno a la vida real. Algunas conclusiones No es posible hablar de valores en relación con la ciencia y la tecnología si no es en el marco de una concepción amplia de estos campos de actividad en la que se tenga en cuenta su relación con la sociedad, concepción que implica una reflexión desde las humanidades, y las ciencias sociales. En la actualidad, esta relación demanda la aceptación de la postura que sostiene que la ciencia y la tecnología están lejos de la neutralidad ética que solía atribuírseles. Y, consecuentemente, la educación científica y tecnológica debe responder a las demandas que esta responsabilidad social conlleva. Es frecuente escuchar que son la ciencia y la tecnología las llamadas a solucionar los muchos y diversos problemas que aquejan a la sociedad, pero, además deum no todos estos problemas son de carácter científico o tecnológica, ¿cómo puede contribuir a su solución un profesional que no está capacitado siquiera para caracterizarlos? El programa de alfabetización científica que muchas instancias oficiales y educativas se han propuesto desarrollar principalmente a través de las tareas de divulgación científica debe complementarse con su contraparte, es decir, con la alfabetización humanística de la comunidad científica. Esto quiere decir que debe combatirse la estrechez con al que se visualiza la enseñanza de las ciencias a través de la contextualización histórica, epistemológica y ética del conocimiento científico. El concepto de reflexividad adquiere entonces una gran relevancia como la capacidad indispensable para transformar al estudiante de ciencia y tecnología de un experto poseedor de conocimiento descriptivo y de habilidades operativas en un cierto campo, en un pensador que considere la naturaleza de dicho conocimiento, pero sobre todo, en un ciudadano responsable en y para la democracia. Se trata pues, de promover una formación integral en la que se incluyan todos aquellos aspectos necesarios para pensar críticamente el papel que juegan el conocimiento científico y tecnológico y revisarlo continuamente a la luz de los valores de una ética de orden superior. El modo fragmentario con el que actualmente se presenta el conocimiento científico, en particular el conocimiento químico deja fuera la adquisición de dicha reflexividad y aún obstaculiza la autoconsideración del profesional como un agente social con responsabilidad ampliada derivada de su conocimiento, privándolo además, de un horizonte cultural más rico y de una perspectiva amplia basada en la visualización de la complejidad y complementariedad existente entre las tres esperas del conocimiento científico. En palabras de León Olivé: “Por eso también los científicos y los tecnólogos deberían estar en condiciones de explicar porqué es lícito desear estilos de vida que van asociados a los fines que se proponen y con los resultados de las aplicaciones de sus logros. Pero estas son discusiones humanísticas y para enfrentarlas se requiere combatir el generalizado analfabetismo humanístico entre los científicos y los tecnólogos, y eso debe hacerse desde la raíz, en su formación. De aquí se desprende una obligación para las instituciones educativas […] combatir la ignorancia humanística entre científicos y tecnólogos” (2000: 127) Con frecuencia, las explicaciones químicas recurren a modelos, algunos de los cuales compiten entre sí. Consecuentemente, el estudio de estos modelos químicos proporciona nuevo impulso al estudio de los modelos científicos en general. Otros tópicos (entre toda una constelación) que deben tratarse como cuestiones filosóficas incluyen la naturaleza de la representación química, o la determinación de la existencia de leyes químicas más allá del nivel de las leyes físicas o la controversia acerca de la estructura molecular que iniciara Wolley. No obstante, la mayoría de los cursos están centrados la resolución de problemas y en aspectos técnicos, sin atender al hecho de que muchos conocimientos en la química tienen que ver con el pensamiento conceptual y el análisis crítico, aspectos de los que tradicionalmente se ocupa la filosofía. La síntesis orgánica: ha sido la principal actividad experimental de los químicos, actividad que produce cambios en el mundo material al crear substancias que no existían en la naturaleza. De acuerdo con Schummer (2001) hay más de tres millones de químicos que producen 570000 de artículos que reportan cerca de un millón de substancias; y si se incluyen biosecuencias, el número aumenta a seis millones. Esta producción puede obedecer a la búsqueda de nuevas moléculas como un fin en sí mismo o a fines utilitarios. Y tres millones de éstos, a su vez pueden ser o bien para mejorar las condiciones de vida o bien para dañar. Para lograr este ideal y hacer operativo el concepto de Bildung en el contexto concreto de la educación química terciaria es necesario entonces revisar no sólo los contenidos de planes y programa de estudio para incluir temas de CTS, sino replantear la forma en la que se enseña la química y la forma en la que se organiza institucionalmente dicha enseñanza. “El mundo se me abrió, quizás más en las humanidades que en la química.. El que haya sido así se debe a la esencia del programa de estudios de Columbia (College), las secuencias de materias acerca de la civilización contemporánea y las humanidades, los cursos de introducción a la historia del arte y de música. … me encontré con un grupo de maestros absolutamente extraordinarios que me introdujeron al mundo del intelecto, la literatura, el arte y las ciencias.” Roald Hoffmann (a), the rules of conduct recognized in respect to a particular class of human actions or a particular group, culture, etc. (ex. medical ethics); (b) that branch of philosophy dealing with values relating to human conduct, with respect to the rightness or wrongness of certain actions and to the goodness and badness of the motives and ends of such actions. Scientific research as an ethically laden activity Perhaps the most frequent one is choice of a research subject, another is the decision to make results public; not too rare is blind resistance or uncritical acceptance of new theories, both attitudes being cause of great damage to the advancement of scienc in a discussion on ethics freedom of choice must be assumed as a fact, albeit, if preferred, only for the sake of the discussion. the ethical dimension of science is not a cage of interdictions, but the wise evaluation of choiceworthiness of actions and standpoints From the point of view of general morality, every synthesis of a new substance with the intention to harm or kill people, e.g. a poison as a poison, is morally wrong. the topic of ‘Ethics and Chemistry’ by considering tertiary chemical education in a social perspective and the role of ethics within this context. More specifically, I will consider the concept of Bildung[1] as a useful tool for structuring discussions on tertiary education within the chemical/scientific sphere, and I will argue that reflectivity must be included in a contemporary Bildung ideal. Hence not only the relationship between ethics and chemistry, but also the role of university chemical education in contemporary society and the Bildung concept need to be discussed. reflectivity as a crucial component of an adequate Bildung of chemists. Finally, I will discuss the Bildung concept sketched as a possible answer to the demands drawn up in the first section – and in doing this I will be considering the exact nature of the reflectivity, including the role of ethics, needed to make Bildung a valid answer to these demands the risks manufactured by ourselves have become dominant over the external risks or dangers, at least in the rich western societies (Giddens 1999, p. 34). Chemistry, science in general, and technology are closely linked to the manufacturing of these risks; the risks are the products of the success of science and technology, the unforeseen consequences in one area of society of the (scientific) success in another area I suggest that a modern ideal for the formation of university chemistry students must be related to the role of their work within society; hence ‘the formation to a responsible citizen’ can be said to express the Bildung ideal I refer to The explicit incorporation of all three spheres of chemical knowledge into tertiary chemical education could help ensure reflectivity at the subject content level – the constant reflection on this content knowledge: What is chemical knowledge? How is it produced? Is it true? How is it used? What are the benefits and dangers connected to this use? Do we as chemists have a responsibility for this use? Etc. Traditionally, much chemistry teaching at the university level has primarily been linked to the ontological knowledge sphere of chemistry, carrying with it a tendency to treat the subject of chemistry as a collection of factual information that should be learned as well as possible.[10] Hellesnes in his study warns us that such a perspective on teaching can by a seemingly objective and efficient presentation of factual knowledge put the subject matter above discussion. The purely factual approach to problems will reduce them to something external to real life (Hellesnes 1976, p. 209). The consequence is that the students "are socialized into an attitude towards factual knowledge and expertise as morally and politically neutral" (Hellesnes 1976, p. 206) – they become adapted. On the other hand, if a Bildung focus as the one outlined here is adopted as a perspective on education, the awareness of all three spheres of chemical knowledge must be raised to explicate and open the ‘rules of the chemistry game’ for reflection and debate. This opening also includes reflectivity at the level of organization of the teaching and the educational institutions. Reflectivity concerning the subject matter has to be mirrored in the organization of the teaching. It will not take place if all communication between educators and students take the form of one-way lecturing in large lecture theatres. Universities, other institutions of higher education, and the chemical (scientific) community as such can in many ways be regarded as social institutions or societies (Ziman 2000b, p. 4). Drawing on the definition of politicization introduced above and bearing the conditions of Bildung in mind, the possibility for Bildung of chemistry students and chemists in general can now be said to be closely linked to the degree of politicization of these societies. This includes the possibility for students to actively engage in discussions about the activities (teaching, research, etc.) stemming from the society. Without ongoing reflectivity chemists cannot be gebildet – only adapted to the existing norms. Included in the Bildung ideal advanced here is thus that we must work for a politicization of the chemical and scientific community and the institutions which educate the future members of this society. To summarize, my interpretation of a contemporary Bildung for tertiary chemical education highlights the importance of reflectivity at two levels; related to both the form and the content of education, and it has as its underlying ideal the vision that chemists should be able to act as social actors also outside a narrow academic context. I therefore see Bildung more as a perspective on both education and the chemical/scientific practice which can ensure the awareness of and guide the socialization processes that will inevitably occur, rather than an actual goal which can be reached and measured. But can that perspective be usefully applied to tertiary science education to meet the demands described in the first section? Often ‘ethics’ in a chemistry teaching context is interpreted as ‘good scientific conduct’. Rather, the answer must be a broader socially relevant interpretation of ethics. I previously suggested seeing the ethical sphere of the subject of chemistry as knowledge about the relation between chemistry and society. Hence ethical reflection in the context of chemical education comes to mean the reflections on the role of chemistry in society and hence on the values underlying this interplay – and, bearing the ideal of reflectivity in mind, the action for adjustment of the values to the social challenges of today and tomorrow. Hence, ethical reflection comes to involve many aspects of chemistry besides traditional ethics. And interpreted in this broader way, ethics as an integrated part of the teaching in chemistry can probably contribute to a raising of the reflectivity, both in the educational setting, in the chemical community, and in society as such. Si LA CIENCIA ES PARTE INTEGRAL DE LA CULTURA, entonces estudiar los aspectos históricos y filosóficos de su desarrollo, contribuirá a formar mejores científicos (no en el sentido de que pudieran escribir más artículos en revistas internacionales, sino porque estarían más capacitados para reconocer el papel de la ciencia para criticar y modificar las instituciones de su sociedad).