El Rey se resiste a resolver los agujeros legales de su

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POLITICA
El Rey se resiste a resolver los agujeros legales
de su sucesión
‘Tranquilo,
Felipe’
La última operación de don Juan Carlos ha desempolvado el Título II de la
Constitución y los dos artículos que, por incompletos y ambiguos, mantienen la
figura del heredero al albur de unos usos dinásticos insuficientes para el ejercicio
de la Jefatura del Estado. Si bien no puede en ningún caso asumir la tarea, existe
consenso entre los expertos en que su papel de representación merece una
regulación jurídica. La regencia o sucesión son dos conceptos escuchados estos
días en los medios, en la calle y también en las sedes de los partidos. Pero no en
Zarzuela. El monarca no ha dado su plácet a una ley orgánica que regule su
eventual renuncia o a un Estatuto del Príncipe. Los políticos están preparados, pero
las cosas de Palacio van tan despacio que no les queda más remedio que esperar.
A ellos y a don Felipe.
Por Virginia Miranda
Su Majestad “no se ha planteado en ningún
momento la abdicación” y “no está inhabiastaron unos rumores, una con- litado para el ejercicio de sus funciones”.
vocatoria de rueda de prensa y “No ha lugar a plantearse la posible inhabiunas horas de nerviosismo para litación y la introducción de la fórmula de
que las alarmas saltaran en las la regencia”, insistió, a pesar de que el moredacciones de todos los medios de comu- narca no podrá presidir el desfile militar y la
nicación. Finalmente, y después de que una recepción del 12 de octubre ni acudir a la
posible abdicación del rey se colara en la cumbre iberoamericana que se celebrará en
ronda de preguntas de los viernes a la vice- Panamá los días 18 y 19.
presidenta del Gobierno tras el Consejo de
El mensaje estaba claro, no había duda de
Ministros, el jefe de la Casa Real, Rafael Spot- que don Juan Carlos no renunciará a la Cotorno, comparecía ante los medios de co- rona. Pero eso no ha evitado que las dudas
municación a las seis de la tarde del pasado que existen alrededor de todos los concepdía 20 para anunciar que una infección obli- tos manejados por Spottorno –abdicación,
garía a don Juan Carlos a pasar de nuevo por inhabilitación, regencia– hayan destapado
el quirófano para reemplazarle la prótesis de las carencias legislativas alrededor de unos
su cadera izquierda. El revuelo de la maña- usos y costumbres dinásticos que, por ser ésna y la convocatoria inédita marcaron el sen- ta una monarquía parlamentaria, resultan intido de buena parte de las preguntas que el suficientes para la jefatura del Estado.
diplomático respondió de manera rotunda.
Antonio Torres del Moral, catedrático de
B
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Derecho Constitucional de la UNED y autor
de obras como El Príncipe de Asturias. Su estatuto jurídico, opina que estas dudas deberían haberse resuelto tras la promulgación
de la Constitución española, al tiempo en
que se desarrollaron el resto de leyes orgánicas previstas. En cualquier caso y de hacerlo ahora, explica que son varios los puntos del Título II De la Corona que hay que
desarrollar. Uno de ellos, el estatuto jurídico de los miembros de la Familia Real y de
la Casa. Sobre todo de aquellas personas que
están en el orden sucesorio.
En segundo lugar haría falta un desarrollo
correcto desde el punto de vista democrático que esa cuestión se resuelva con criterios
propios de la dinastía. La nuestra es una monarquía constitucional, la Corona un órgano del Estado y lo que procede es que los representantes del pueblo español decidan como desean que se resuelva ese asunto”. Su
colega de la UNED también rechaza los
“usos dinásticos, que en el ordenamiento jurídico español no son nada. Son criterios de
comportamiento que algunos proceden de
los siglos XVII y XVIII, que el rey puede cambiar o no porque no están sujetos a control.
Esto, en un Estado democrático y de dere-
Las lagunas de la Constitución
Artículo 57.5
Las abdicaciones y
renuncias y cualquier
duda de hecho o de
derecho que ocurra en el
orden de sucesión a la
Corona se resolverán por
una ley orgánica.
Artículo 59.2
Si el Rey se inhabilitare
para el ejercicio de su
autoridad y la
imposibilidad fuere
reconocida por las
Cortes Generales,
entrará a ejercer
inmediatamente la
Regencia el Príncipe
heredero de la Corona, si
fuere mayor de edad. Si
no lo fuere, se procederá
de la manera prevista en
el apartado anterior,
hasta que el Príncipe
heredero alcance la
mayoría de edad.
La Constitución prevé una ley orgánica que aún no existe y genera debate sobre a quién compete la inhabilitación del Rey.
del artículo 57.5 en el que dice que las abdicaciones, renuncias y las dudas que pueda haber respecto de la sucesión se resolverán por ley orgánica. Esa ley orgánica, “estableciendo un procedimiento para la abdicación o la renuncia a los derechos sucesorios, debería haberse aprobado ya. Máxime
cuando hay algunas voces que reclaman que
determinada persona ya debería haber renunciado a ellos” –esas voces se lo han pedido a la infanta Cristina a raíz del caso Urdangarin–. Eso no significa que, si se quiere
renunciar a unos derechos, no se pueda hacer. Basta con seguir los las pautas de la propia Constitución, explica Torres del Moral.
Sobre la elaboración de la ley orgánica,
Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona,
coincide en que “mejor hubiera sido hacerlo antes con el rey más joven, pero es necesario y conveniente. Me parece que no es
cho no es de recibo”.
El conocido como Estatuto del Príncipe es
otro asunto pendiente y necesario, dicen los
constitucionalistas. Dado el incremento de
trabajo de don Felipe que ahora se va a intensificar, “lo que hace falta es darle cobertura jurídica porque hasta ahora no tiene establecidas sus funciones. Las está realizando, pero sin una norma que le habilite para ello. Y eso me parece, por lo menos,
sorprendente”, asegura Torres del Moral,
que recomienda a los legisladores un criterio flexible con pocas normas y muy amplias que no constriñan al heredero y simplemente le habiliten en su tarea. Asimismo, señala la necesidad de que el estatuto
incluya el tratamiento jurídico procesal del
príncipe. Si ha de estar aforado o si se beneficia de la prerrogativa de irresponsabilidad e inviolabilidad que tiene el rey. “Esa
es una opción que quienes redacten el es-
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POLITICA
Las 13 veces que el Rey ha pasado
por el ‘taller’
El Rey no posee un historial
quirúrgico corriente para una
persona de 75 años. Desde la
apendicitis que sufrió en 1954
hasta la actual operación de la
cadera, Don Juan Carlos ha visitado el quirófano hasta en 13
ocasiones. Como Jefe de Estado y primer funcionario del mismo, el Rey ha costeado todas
sus operaciones con la partida
que recibe Zarzuela en los Presupuestos Generales y se estima que solo sus operaciones les
han costado a los españoles
30.000 euros, sin tener en cuenta las estancias hospitalarias,
las rehabilitaciones, etc.
La intervención en su cadera
derecha se produce en plena polémica por los recortes en la sanidad pública, y la decisión de
Su Majestad de operarse en la
Clínica Quirón de Pozuelo (Madrid) ha avivado las tensiones
entre los defensores de ambos
modelos. El entorno del monarca y el Gobierno han bendecido
la elección, sin embargo, gran
parte de la oposición le ha reprochado que debería haberse
operado en un hospital público.
La historia, no obstante, confirma que Don Juan Carlos no
tiene demasiado apego a la sanidad pública. De las 13 intervenciones quirúrgicas, tan solo
asistió a un centro público cuando se operó de apendicitis en
Tánger a los 16 años. Desde que
ejerce sus funciones como Jefe de Estado, el rey siempre ha
acudido a selectos centros privados de Madrid y Barcelona.
La única ocasión en que ha
habido cierta confusión sobre
la titularidad del hospital fue en
2010. La Casa Real comunicó
que Don Juan Carlos iba a operarse en el Clínic de Barcelona
(público) para la extirpación de
un nódulo en el pulmón derecho. Sin embargo, tras la operación se conoció que el Rey había sido intervenido en el Barnaclinic, la rama privatizada del
Clínic barcelonés que, además,
por entonces estaba acusada
de utilizar los medios públicos
para su servicio de asistencia
privada.
Del mismo modo, la Familia
Real casi siempre ha acudido a
centros privados para su asistencia médica. Un ejemplo son
los nacimientos de todos los hijos del Príncipe y las Infantas,
en la Clínica Ruber de Madrid.
tatuto, es decir el Gobierno y las Cortes, tendrán que optar con cubrir o no al heredero
con las exenciones de su padre porque al
fin y al cabo va a ser rey”.
Sobre el artículo 59.2 que prevé la regencia y su ambigua formulación –“si el Rey
se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reconocida
Por Carlos Hernández
El Rey no participará en el 12-O ni en la Cumbre Iberoamericana.
Fecha Cuadro médico
1954 Apendicitis
1981 Heridas en nariz, manos, brazos,
tórax y piernas por un accidente
jugando a squash
1985 Fisura de pelvis tras una caída
practicando esquí
1991 Fractura de rodilla por un nuevo
percance esquiando
2001 Varices
2010 Nódulo en el pulmón
2011 Rotura de tendón de Aquiles
2011 Artroplastia en la rodilla derecha
2012 Fractura triple de cadera derecha
en un accidente producido
en una cacería en Botsuana
2012 Luxación de cadera tras moverse
la nueva prótesis
2012 Artrosis en la cadera izquierda
2013 Hernia discal
2013 Infección en el tejido que rodea
la prótesis de su cadera izquierda
Centro
Hospital Español de Tánger (Marruecos)
Sin datos (al cierre de esta edición,
la Casa Real no había facilitado información
al respecto)
Titularidad
Pública
Clínica San Josep (Barcelona)
Privada
Hospital Puerta de Hierro (Madrid)
Clínica San Josep (Barcelona)
Clínica Barna Clinic (Hospital Clinic de Barcelona)
USP San José (Madrid)
USP San José (Madrid)
Privada
Privada
Privada
Privada
Privada
USP San José (Madrid)
Privada
USP San José (Madrid)
Clínica Quirón Madrid)
Clínica La Milagrosa (Madrid)
Privada
Privada
Privada
Clínica Quirón (Madrid)
Privada
Fuente: Elaboración propia
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por las Cortes Generales” –, el catedrático
de la UNED explica que nada se puede hacer en este terreno sin las Cortes Generales,
pero no son las que toman la iniciativa. Lo
normal es que la tome el Gobierno. O mejor dicho, el propio rey. Según el constitucionalista, el procedimiento es el siguiente:
“el monarca habla con el presidente sobre
la conveniencia o no de apartarse momentáneamente de sus funciones por considerar
que no está en condiciones de asumirlas. Y,
solo si están de acuerdo, recaban los datos
médicos, certifican las insuficiencias del monarca, las Cortes aprecian que el rey está imposibilitado en el ejercicio de su autoridad,
publican el acuerdo en el BOE y automáticamente el príncipe entra a ejercer la regencia”. Solo entonces podría sancionar una
ley o firmar un tratado en nombre del rey
con categoría de jefe de Estado.
Xavier Arbós tiene otra lectura del artículo 59.2. “’Se inhabilitare’ es una expresión
impersonal que no debe entenderse que es
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el rey quien se inhabilita a sí mismo. Más
bien debe interpretarse que, cualesquiera
que fueran las razones, son las Cortes Generales las que deciden que el rey está inhabilitado. Y no hay una lista de supuestos:
las Cortes son libres de entender qué es lo
que le impide ejercer sus funciones, de inhabilitarlo al margen de lo que el mismo rey
opine. Evidentemente, esta situación es extrema, porque no es reversible. El rey inhabilitado lo está para siempre”.
A este respecto, el catedrático de la UB dice que “no es posible una regencia temporal. Las funciones del rey son indelegables.
Evidentemente, la Constitución se puede
cambiar para establecer una regencia temporal. Sin embargo, creo que sería preferible regular antes la sucesión y el Estatuto del
Príncipe”, del que se muestra partidario para determinar y prever en que actividades
puede representar al monarca. Por ejemplo,
actos institucionales. En todo caso, “lo sensato sería que si el rey no estuviera en condiciones de ejercer sus funciones, abdicara.
Sería más sencillo y acorde con la práctica
de otras monarquías europeas” como la holandesa y la belga.
Los constitucionalistas –otros colegas se
han manifestado en semejantes términos–
alertan sobre el vacío legal que mantiene al
heredero de la Corona en un limbo jurídico
que los partidos políticos, con mayor o menor contundencia, han coincidido en señalar estos últimos días. Sin embargo, no parece que haya prisa por rellenarlo. “No hay
ninguna razón” para hacerlo, ha dicho Mariano Rajoy. El Estatuto del Príncipe y la ley
de sucesión son cuestiones que competen a
las Cortes, han declarado estos días desde
Casa Real.
Pero de manera no oficial no es difícil encontrar quien diga, desde las Cortes, que una
ley orgánica y un estatuto jurídico están ya
previstos a falta de que don Juan Carlos dé
su visto bueno. Y quienes conocen a Su Majestad saben bien lo poco que le gusta que
le digan lo que tiene que hacer –por mucho
que le hablen de abdicación sigue sin entrar
en sus planes– y que se metan en el Título II
de la Corona. Así que a Rajoy le está pasando
lo que a José Luis Rodríguez Zapatero, bajo
cuya presidencia otra polémica sobre el tratamiento constitucional de la monarquía le
puso en un aprieto. Concretamente, fue a
La República, también se cuela en el debate
Los escándalos de diversa naturaleza protagonizados por la
Corona en los últimos tiempos
han agitado el debate sobre monarquía o república. Cargos socialistas, aunque ninguno de primer nivel, han manifestado su
deseo de someter a votación la
forma de Estado. Sin embargo
y a pesar la insistencia de Izquierda Unida, ningún partido
mayoritario está dispuesto a recoger el guante. Cayo Lara ha
vuelto a quedarse solo en esta
batalla. Ni ley orgánica ni Estatuto del Príncipe. El coordinador
de IU ha declarado que “no creo
que haya que entrar en una regulación sin saber antes si el
pueblo quiero un nuevo rey”. Está convencido de que ésta es
“una oportunidad de oro para
promover una consulta al pueblo español” y cambiar la Constitución. Pero sin quórum –partidos nacionalistas e independentistas están en otras bata-
llas–, de poco le sirve esa oportunidad.
PP y PSOE se debaten entre
la necesidad o no de regular las
funciones del Heredero, dando
por hecho la continuidad de una
institución que, si algo ha demostrado estos dos últimos
años, es su capacidad de supervivencia. El caso Urdangarin,
la investigación a la infanta Cristina, el accidente de Botsuana,
la aparición de la princesa Corinna, la salud de don Juan Carlos y, lo último, las supuestas
desavenencias entre los príncipes, información que en agosto
saltó de la crónica rosa al monárquico Abc. Todos han sido temas polémicos y todos han tenido repercusión mediática. Pero si bien han dañado la imagen
de la Corona entre los ciudadanos que, por primera vez, suspendían a la Familia Real en medio de las malas noticias –en el
barómetro del CIS de octubre de
2011 y volvían a hacerlo cuando el pasado mayo el Gobierno
preguntaba de nuevo por la monarquía tras un silencio de año
y medio–, los dos grandes partidos y los medios de comunicación más influyentes han sostenido al rey en sus momentos
más difíciles. Porque precisamente porque son difíciles requerían de apoyo extra y porque
el propio don Juan Carlos se ha
afanado en demostrar que está en condiciones de ejercer la
jefatura del Estado marchándose cuatro días a Marruecos a
mediados de julio en un viaje
que requirió de gran esfuerzo físico en medio de su rehabilitación.
La mayoría del arco parlamentario, los creadores de opinión y Su Majestad han dejado
clara su opción. Si ha de haber
un referéndum sobre monarquía
o república, no será bajo el reinado de Juan Carlos I.
Doña Sofía ha acudido a ver a don Juan Carlos a la clínica Quirón, donde tendrá que someterse a otra intervención en dos meses.
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AL TRASLUZ
Por Enric Sopena*
La Monarquía se aguanta
con alfileres
E
l Rey, Don Juan Carlos I, tendrá que volver a ser operado
de la cadera izquierda dentro de dos meses. Su primera intervención, que duró aproximadamente tres horas, fue calificada por el
médico Miguel Cabanela, que es un gran
cirujano, sin duda alguna, como un “éxito”. Nos alegramos también todos los
ciudadanos bien nacidos por este nuevo intento del monarca de conseguir su
regreso a la normalidad. Lo cortés no
quita lo valiente.
Su insistencia merece un premio ganado a pulso. Si todo transcurre bien, es posible que logre, como afirma Cabanela y
su equipo médico, andar sin apenas problemas hacia final del año 2013. Otra cosa es, sin embargo, que el Rey no haya
acertado al acudir a un hospital privado
en esta última operación. ¿Por qué el jefe
del Estado opta por un hospital privado,
cuando en España hay afortunadamente
hospitales públicos excelentes, no sólo en
Barcelona y Madrid, sino además en otras
ciudades?
La Corona ha desperdiciado una clara
oportunidad de reconciliarse con la mayoría de los españoles al haber recurrido
a la sanidad pública. En medio del conflicto entre el PP –defensor de la medicina privada, sobre todo en Madrid, donde
Esperanza Aguirre hizo cuanto estuvo en
sus manos para proteger a la sanidad privada–y los partidos de la izquierda, va el
Rey y se planta en el Hospital Universitario Quirón. ¿El Hospital Gregorio Marañón, público y muy positivamente valorado, no hubiera atendido a Don Juan Carlos I con la misma o similar eficacia? ¿No
hubiera viajado el doctor Robert Trousdale, de la clínica estadounidense Mayo, para asesorar aún más al doctor Cabanelas?
La operación del Rey, por otra parte, ha
reabierto la polémica en la opinión pública sobre la fragilidad actual del máxi-
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mo organismo del Estado, que es, de
acuerdo con la Constitución, la Corona.
Con sede ésta en La Zarzuela. UPyD, que
trata de estar en todas las salsas, ha advertido que exigirá una votación en el Congreso de los Diputados acerca de una fórmula legal de la sucesión. Pero los portavoces de Izquierda Plural en el Parlamento van más lejos. José Luis Centella (IU) y
Joan Coscubiela (ICV) intentan dar paso a
un referéndum, de modo que los ciudadanos decidan si quieren continuar con
la Monarquía o apuestan por la República. Centella se atrevió a más. Según El País, “alertó de que el PP y el PSOE están negociando un nuevo estatuto “que mantenga la impunidad” del Rey incluso después de haber abdicado”.
Nos adentramos en un otoño en el cual
el Rey se habrá más o menos difuminado,
aunque sea recuperándose. No podrá presidir la cumbre de Panamá ni el desfile militar del día 12 de octubre. Lo cierto y verdad es que, más allá de la alegría de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y del
expresidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, el presidente de los
trajes regalados por la Gürtel, el caso Nóos sigue su trayectoria gracias, entre otros
factores, al ahínco y buen trabajo del juez
José Castro, mallorquín. Pasan los días, las
semanas, los meses y el caso Nóos se mantiene firme, mientras nadie habla apenas
del abogado Miquel Roca Junyent, exconvergente y uno de los padres de la
Constitución. En la actualidad, es un importante letrado de La Zarzuela. Sea como fuere, la Monarquía se aguanta con
alfileres. Algo parecido habría que decir
respecto a la estructura política de la democracia española, asimismo cogida con
alfileres. Me refiero a los partidos políticos como el PP y el PSOE y también otros
partidos de menor cuantía, pero a veces
decisivos. l
30 de septiembre–6 de octubre de 2013. nº 1033
*Director de El Plural.com
propósito del artículo 57.1 sobre la sucesión
al trono, que establece la preferencia del
hombre a la mujer; acababa de nacer la primera hija del heredero a la Corona y el debate giró entonces sobre la necesidad de modificar la Constitución para evitar posibles
problemas dinásticos de tener los Príncipes
de Asturias más hijos varones.
Aquello quedó en suspenso y, de hacer
caso a las palabras del presidente del Gobierno, parece que también la ley de sucesión y el Estatuto del Príncipe. Otra cosa es
lo que cada uno manifieste, dónde y cómo
lo haga y la importancia que se le quiera
dar.
El pasado jueves, dos días después de la
intervención de Su Majestad en la clínica
Quirón de Pozuelo (Madrid) –de la que se
recupera satisfactoriamente aunque necesitará pasar de nuevo por el quirófano y permanecerá apartado de su rutina alrededor
de seis meses–, Jaime Ignacio del Burgo, expresidente de Navarra y diputado del PP, pu-
Como hoy a Rajoy, la
Monarquía puso en un
aprieto constitucional
a Zapatero a cuenta de
la sucesión machista
blicaba en El País una tribuna de opinión titulada La Regencia. “Un rey [...] que apenas
puede valerse por sí mismo, difícilmente estará en condiciones de afrontar los grandes
problemas de Estado que atraviesa España”,
decía, y por ello se mostraba favorable a la
regencia, “que habría de cesar en el momento en que el rey recibiera el alta médica que certifique que está en plenitud de
condiciones físicas para el ejercicio de sus
funciones”. Mientras, su “autoridad y experiencia puede ser muy útil para aconsejar a
su hijo si las circunstancias le obligan a convertirse en príncipe regente”.
Del Burgo es el suegro de Telma Ortiz,
hermana de la princesa. De hecho, su hijo
Jaime es amigo de doña Letizia y fue testigo
de su boda. No parece que sea portavoz de
don Felipe. Tampoco resulta de gran ayuda.
Pero sirve de ejemplo de lo que se podría
evitar si no hubiera agujeros legales en torno a la sucesión. l
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