CAPÍTULO V LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO ALICIA D E PERA Y B A I G E S I. INTRODUCCIÓN A. M A R C O NORMATIVO Legislación aplicable: Derecho Internacional: — Artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la 183.a Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948 (III) A: «Nadie será objetó de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques». — Artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles i Políticos, hecho en Nueva York el 16 de diciembre de 1966. (BOE de 30.4.1977) «1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación. 2. Toda persona tienen derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques». — Artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales (Roma, 4 de noviembre de 311 ALICIA DE PERAY BAIGES 1950) Instrumento de Ratificación de 26 de septiembre de 1979 (BOE de 10.10 de 1979). «1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia. 2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás». Derecho estatal: — Artículo 18.2 de la Constitución: «El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito». — LEY DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL (Aprobada por Real Decreto de 14 de septiembre de 1882) Título VIII: De la entrada y registro en lugar cerrado, del de libros y papeles...» Art. 545: «Nadie podrá entrar en el domicilio de un español o extranjero residente en España sin su consentimiento, excepto en los casos y en la forma expresamente previstos en las Leyes». Art. 546: «El Juez o Tribunal que conociere de la causa podrá decretar la entrada y registro, de día o de noche, en todos los edificios o lugares públicos, sea cualquiera el territorio en que radiquen, cuando hubiere indicios de encontrase allí el procesado o efectos o instrumentos del 312 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO delito, o libros, papeles u otros objetos que puedan servir para su descubrimiento y comprobación». Art. 547: «Se reputarán edificios o lugares públicos para la observancia de los dispuesto en este capítulo: 1.° Los que estuvieren destinados a cualquier servicio oficial, militar o civil del Estado, de la Provincia o del Municipio, aunque habiten allí los encargados de dicho servicio o los de la conservación y custodia del edificio o lugar. 2.° Los que estuvieren destinados a cualquier establecimiento de reunión o recreo, fueren o no lícitos. 3.° Cualesquiera otros edificios o lugares cerrados que no constituyeren domicilio de un particular con arreglo a lo dispuesto en el artículo 554. 4.° Los buques del Estado». (...) " Art. 550: «Podrá asimismo el Juez Instructor ordenar en los casos indicados en el artículo 546 la entrada y registro, de día o de noche, si la urgencia lo hiciere necesario, en cualquier edificio o lugar cerrado o parte de él, que constituya domicilio de, cualquier español o extranjero residente en España, pero precediendo siempre el consentimiento; del interesado conforme se previene en el artículo 6.° de la Constitución, o a falta de consentimiento, en virtud de auto motivado, que se notificará a la persona interesada inmediatamente, o lo más tarde dentro de las veinticuatro horas de haberse dictado». Art. 551: «Se entenderá que presta su consentimiento aquél que, requerido por quien hubiere de efectuar la entrada y el registro para que los permita, ejecuta por su parte los actos necesarios que de él dependan para que puedan tener efecto, sin invocar la inviolabilidad que reconoce al domicilio el artículo 6 de la Constitución del Estado». 313 ALICIA DE PERAY BAIGES El artículo 6 de la Constitución Española de 1876 corresponde al artículo 18.2 de la Constitución vigente. Art. 552: «Al practicar los registros deberán evitarse las inspecciones inútiles, procurando no perjudicar ni importunar al interesado más de lo necesario, y se adoptarán todo género de precauciones para no comprometer su reputación, respetando sus secretos si no interesaren a la instrucción». Art. 553: «Los Agentes de policía podrán, asimismo, proceder de propia autoridad a la inmediata detención de las personas cuando haya mandamiento de prisión contra ellas, cuando sean sorprendidas en flagrante delito, cuando un delincuente, inmediatamente perseguido por los Agentes de la Autoridad, se oculte o refugie en alguna casa o, en casos de excepcional o urgente necesidad, cuando se trate de presuntos responsables de las acciones a que se refiere el artículo 384 bis, cualquiera que fuese el lugar o domicilio donde se ocultasen o refugiasen, así como al registro que, con ocasión de aquélla, se efectúe en dichos lugares y a la ocupación de los efectos e instrumentos que en ellos se hallasen y que pudieran guardar relación con el delito perseguido. Del registro efectuado, conforme a lo establecido en el párrafo anterior, se dará cuenta inmediata al Juez competente, con indicación de las causas que lo motivaron y de los resultados obtenidos en el mismo, con especial referencia a las detenciones que, en su caso, se hubieran practicado. Asimismo se indicarán las personas que hayan intervenido y los incidentes ocurridos». Redactado conforme a la Ley orgánica 4/1998, de 25 de mayo (BOE de 26 de mayo). Art. 554: «Se reputan domicilio, para los efectos de los artículos anteriores: 1.° Los Palacios Reales, estén o no habitados por el Monarca al tiempo de la entrada o registro. 314 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO 2.° El edificio o lugar cerrado, o la parte de él destinada principalmente a la habitación de cualquier español o extranjero residente en España y de su familia. 3.° Los buques nacionales mercantes». (...) Art. 557: «Las tabernas, casas de comidas, posadas y fondas no se reputarán como domicilio de los que se encuentren o residan en ellas accidental o temporalmente, y lo serán tan sólo de los taberneros, hosteleros, posaderos y fondistas que se hallen a su frente y habiten allí con sus familias en la parte del edificio a este servicio destinada». Art. 558: «El auto de entrada y registro en el domicilio de un particular será siempre fundado, y el Juez expresará en él concretamente el edificio o lugar cerrado en que haya de verificarse, si tendrá lugar tan sólo de día y la Autoridad o funcionario que los haya de practicar». Art. 563: «Si el edificio o lugar cerrado estuvieren en el territorio propio del Juez instructor, podrá encomendar la entrada y registro al Juez Municipal del territorio en que el edificio o lugar cerrado radiquen, o a cualquier autoridad o agente de Policía judicial. Si el que lo hubiere ordenado fuere el Juez Municipal, podrá encomendarlo también a dichas Autoridades o agentes de Policía judicial. Guando el edificio o lugar cerrado estuvieren fuera del territorio del Juez, encomendará éste la práctica de las operaciones al Juez de su propia categoría del territorio en que aquéllos radiquen, el cual, a su vez, podrá encomendarlas a las Autoridades o agentes de Policía judicial». Art. 566: Si la entrada y registro se hubieren de hacer en el domicilio de un particular, se notificará el auto a éste; y si no fuere habido a la primera diligencia en busca, a su encargado. 315 ALICIA DE PERAY BAIGES Si no fuere tampoco habido el encargado, se hará la notificación a cualquier otra persona mayor de edad que se hallare en el domicilio, prefiriendo para esto a los individuos de la familia del interesado. Si no se halla a nadie, se hará constar por diligencia, que se extenderá con asistencia de dos vecinos, los cuales deberán firmarla». Art. 567: «Desde el momento en que el Juez acuerde la entrada y registro en cualquier edificio o lugar cerrado, adoptará las medidas de vigilancia convenientes para evitar la fuga del procesado o la sustracción de los instrumentos, efectos del delito (...) o cualesquiera otras cosas que hayan de ser objeto del registro». Art. 568: «Practicadas las diligencias que se establecen en los artículos anteriores, se procederá a la entrada y registro, empleando para ello, si fuere necesario, el auxilio de la fuerza». Art. 569: «El registro se hará a presencia del interesado, o de la persona que legítimamente le represente. Si aquél no fuere habido o no quisiere concurrir ni nombrar representante, se practicará a presencia de un individuo de su familia, mayor de edad. Si no lo hubiere, se hará a presencia de dos testigos, vecinos del mismo pueblo. El registro se practicará siempre en presencia del Secretario del Juzgado o Tribunal que lo hubiere autorizado, o del Secretario del servicio de guardia que le sustituya, quien levantará acta del resultado de la diligencia y de sus incidencias y que será firmada por todos los asistentes. No obstante, en caso de necesidad, el Secretario Judicial podrá ser sustituido en la forma prevista en la Ley Orgánica del Poder Judicial. La resistencia del interesado, de su representante, de los individuos de la familia y de los testigos a presenciar el 316 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO registro, producirá la responsabilidad declarada en el Código Penal a los reos del delito de desobediencia grave a la Autoridad, sin perjuicio de que la diligencia se practique. Si no se encontrasen las personas u objetos que se busquen ni apareciesen indicios sospechosos, se expedirá una certificación del acta a la parte interesada si la reclamare». Este apartado fue modificado por la Ley Orgánica 22/1995, de 17 de julio, mediante la que se garantiza la presencia judicial en los registros domiciliarios. (BOE de 18 de julio de 1995) Anteriormente, la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal dio —por vez primera desde la promulgación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal nueva redacción al apartado cuarto del artículo 569 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal: «...el registro se practicará a presencia del Secretario, o, si así lo autoriza el Juez, de un funcionario de la policía judicial o de otro funcionario público que haga sus veces, que extenderá acta que firmarán todos los concurrentes». Art. 570: «Cuando, el registro se practique en el domicilio de un particular y expire el día sin haberse terminado, el que lo haga requerirá alinteresado o a su representante, si estuviere presente, para que permita la continuación durante la noche. Si se opusiese, se suspenderá la diligencia, salvo lo dispuesto en los artículos 546 y 550, cerrando y sellando el local o los muebles en que hubiera de continuarse, en cuanto esta precaución se considere necesaria para evitar la fuga de la persona o la sustracción de las cosas que se buscaren. Prevendrá asimismo él que practique el registro a los que se hallen en el edificio o lugar de la diligencia, que no levanten los sellos, ni violenten las cerraduras, ni permitan que lo hagan otras personas, bajo la responsabilidad establecida en el Código Penal». 317 ALICIA DE PERAY BAIGES Art. 571: «El registro no se suspenderá sino por el tiempo en que no fuere posible continuarle, y se adoptarán, durante la suspensión, las medidas de vigilancia a que se refiere el artículo 567». Art. 572: «En la diligencia de entrada y registro en lugar cerrado, se expresarán los nombres del Juez, o de su delegado, que le practique y de las demás personas que intervengan, los incidentes ocurridos, la hora en que se hubiere principado y concluido la diligencia, y la relación del registro por el orden con que se haga, así como los resultados obtenidos». (...) Art. 574: «El Juez recogerá los instrumentos y efectos del delito...» Art. 575: «Todos están obligados a exhibir los objetos y papeles que se sospeche puedan tener relación con la causa». (...) Art. 577: «Si para determinar sobre la necesidad de recoger las cosas que se hubiesen encontrado en el registro fuere necesario algún reconocimiento pericial, se acordará en el acto por el Juez, en la forma establecida en el capítulo VII del título V». (...) Art. 751: «Cuando el Senador o Diputado fuere delincuente in fraganti podrá ser detenido y procesado sin la autorización a que se refiere el artículo anterior; pero en las veinticuatro horas siguientes a la detención o procesamiento deberá ponerse lo hecho en conocimiento del Cuerpo Colegislador a que corresponda». — El art. 779 de la Lecrim, derogado por la Ley Orgánica 7/1988, de 28 de diciembre, de los Juzgados de lo Penal y por la que se modifican diversos preceptos de las Leyes orgánicas del Poder Judicial y de la ley de Enjuicia318 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO miento Criminal, definía la flagrancia en los siguientes términos: «Se considerará delito flagrante el que se estuviere cometiendo o se acabará de cometer cuando el delincuente o delincuentes sean sorprendidos. Se entenderá sorprendido en el acto no sólo el delincuente que fuera cogido en el momento de estar cometiendo el delito sino el detenido o perseguido inmediatamente después de cometerlo, si la persecución durare o no se suspendiere mientras el delincuente no se ponga fuera del inmediato alcance de lo que le persigan...» Art. 792.2: «El señalamiento de fecha para el juicio se hará teniendo en cuenta la flagrancia del delito, la prisión del acusado y el aseguramiento de su presencia a disposición judicial, la complejidad de la prueba propuesta o cualquier circunstancia significativa». Art. 877: Los recursos se numerarán correlativamente por el orden de su presentación, y del número que corresponda a cada uno se dará certificación a la parte que lo pidiere. Se establecerá además, de la general, una numeración separada para los recursos interpuestos contra las resoluciones dimanantes de causas en que los condenados se hallen en prisión o en que se imponga la pena de muerte, los que versen sobre competencia, los de casos in fraganti, los del procedimiento de la Ley de Orden Público y los fundados en quebrantamiento de forma». (Redactado conforme a la Ley de 16 de julio de 1949. BOE del 17). — LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL (Aprobada por Ley orgánica 6/1985, de 1 de julio, BOE de 2 de julio) Art. 7: «1. Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo Segundo del Título 1 de la Constitución vinculan, 319 ALICIA DE PERAY BAIGES en su integridad a todos los Jueces y Tribunales y están garantizados bajo la tutela efectiva de los mismos». (...) Art. 11: «1. En todo tipo de procedimiento se respetarán las reglas de la buena fe. No surtirán efectos las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales». 2. Los Juzgados y Tribunales rechazarán fundadamente las peticiones, incidentes y excepciones que se formulen con manifiesto abuso de derecho o entrañen fraude de Ley o procesal. 3. Los Juzgados y Tribunales, de conformidad con el principio de tutela efectiva consagrado en el artículo 24 de la Constitución, deberán resolver siempre sobre las pretensiones que se les formulen, y sólo podrán desestimarlas por motivos formales cuando el defecto fuere insubsanable o no se subsanare por el procedimiento establecido en las Leyes». (...) Art. 87.2: «Corresponde también a los Juzgados de Instrucción la autorización en resolución motivada para la entrada en los domicilios y en los restantes edificios o lugares de acceso dependiente del consentimiento de su titular, cuando ello proceda para la ejecución forzosa de los actos de la Administración». Art. 238: «Los actos judiciales serán nulos de pleno derecho en los casos siguientes: 1.° Cuando se produzcan con manifiesta falta de jurisdicción o de competencia objetiva o funcional. 2.° Cuando se realicen bajo violencia o bajo intimidación racional y fundada de un mal inminente y grave. 3.° Cuando se prescinda total y absolutamente de las normas esenciales de procedimiento establecidas por la 320 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO Ley o con infracción de los principios de audiencia, asistencia y defensa, siempre q u e efectivamente se haya producido indefensión». (...). Art. 240: «1. La nulidad de pleno derecho, en t o d o caso, y los defectos de forma en los actos procesales que impliquen ausencia de los requisitos indispensables p a r a alcanzar su fin o d e t e r m i n e n efectiva indefensión, se h a r á n valer p o r m e d i o de los recursos establecidos en la ley contra la resolución de q u e se t r a t e o p o r los d e m á s medios de p r u e b a q u e establezcan las leyes procesales. 2. Sin perjuicio de ello, el Juez o Tribunal podrá, de oficio o a instancia de parte, antes de q u e h u b i e r e recaído sentencia definitiva o resolución que ponga fin al proceso, y siempre q u e no proceda la subsanación, declarar, previa audiencia de las partes, la nulidad de t o d a s las actuaciones o de alguna en particular. 3. No se admitirá el incidente de nulidad de actuaciones. Sin embargo, excepcionalmente, quienes sean parte legítima podrán pedir por escrito que se declare la nulidad de actuaciones fundada en defectos de forma, que hubieran causado indefensión o en la incongruencia del fallo, siempre que los primeros no haya sido posible denunciarlos antes de recaer sentencia o resolución que ponga fin al proceso y que éstas no sean susceptibles de recurso en que quepa reparar la indefensión sufrida. 4. Admitido a trámite el escrito en que se pida la nulidad fundada en los vicios a que se refiere el apartado 3 de este artículo, no quedará en suspenso la ejecución y eficacia de la sentencia o resolución irrecurribles, salvo que se acuerde de forma expresa para evitar que el incidente pudiera perder su finalidad, y se dará trasladó de dicho escrito, junto con copia de los documentos que se acompañasen, en su caso, para acreditar el vicio o defecto en que la petición se funde, a las demás partes, que en el plazo común de cinco días podrán 321 ALICIA DE PERAY BAIGES formular por escrito sus alegaciones, a las que acompañaran los documentos que estimen pertinentes». El texto que figura en cursiva fue r e d a c t a d o conforme a lo dispuesto en el artículo 1 de la Ley orgánica 5/1997, de 4 de diciembre, que modificó d e t e r m i n a d o s preceptos de la ley orgánica del poder judicial. (...) Art. 242: «1. La n u l i d a d de un acto no implicará la de los sucesivos q u e fueren independientes de aquél ni la de aquellos cuyo contenido hubiese p e r m a n e c i d o invariable a u n sin haberse cometido la infracción que dió lugar a la nulidad. 2. La nulidad de p a r t e de un acto no implicará la de las d e m á s del m i s m o q u e s e a n independientes de aquélla». — LEY ORGÁNICA DE PROTECCIÓN DE LA SEGURIDAD CIUDADANA (Aprobada p o r Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, BOE de 22 de febrero): Art. 2 1 : Los agentes de las fuerzas y cuerpos de segurid a d sólo p o d r á n p r o c e d e r a la e n t r a d a y registro en domicilio en los casos p e r m i t i d o s p o r la Constitución y en los t é r m i n o s que fijen las leyes. 2. A los efectos de lo dispuesto en el párrafo anterior, será causa legítima para la entrada y registro en domicilio el conocimiento fundado por parte de las Fuerzas y cuerpos de seguridad que les lleve a la constancia de que se esta cometiendo o se acaba de cometer alguno de los delitos que, en materia de drogas tóxicas, estupefacientes o substancias psicotrópicas, castiga el Código Penal, siempre que la urgente necesidad de los agentes sea necesaria para impedir la consumación del delito, la huida del delincuente o la desaparición de los efectos o instrumentos de delito». 322 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO (Este apartado del artículo 21 fue declarado inconstitucional por sentencia del Tribunal Constitucional núm. 341/1993, de 18 de noviembre.) 3. Será causa legítimai suficiente para la entrada en domicilio, la necesidad de evitar daños inminentes y graves a las personas y a las cosas, en supuestos de catástrofes, calamidad, ruina inminente u otros semejantes de extrema y urgente necesidad. En tales supuestos y para la entrada en edificios ocupados por Organismos Oficiales o Entidades Públicas, no será preciso el consentimiento de la Autoridad o funcionario que los tuviere a su cargo. 4, Cuando por las causas previstas en el presente artículo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad entrasen en un domicilio, remitirán sin dilación el acta o atestado que redactaren a la Autoridad judicial competente». — CÓDIGO PENAL (Aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, BOE del 25 de noviembre). Art. 202: «1. El particular que sin habitar en ella, entrare en morada ajena o se mantuviere en la misma contra la voluntad de su morador, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años. 2. Si el hecho se ejecutare con violencia o intimidación la pena será de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses». Art. 203: «1. Será castigado con las penas de prisión de seis meses a un año y multa de seis a diez meses el que entrare contra la voluntad de su titular en el domicilio de una persona jurídica pública o privada, despacho profesional u oficina o local o en establecimiento mercantil abierto al público fuera de las horas de apertura. 2. Será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años, el que con violencia o intimidación entrare o 323 ALICIA DE PERAY BAIGES se mantuviere contra la voluntad de su titular en el domicilio de una persona jurídica pública o privada, despacho profesional u oficina, o en establecimiento mercantil o local abierto al público». Art. 204: «La autoridad o funcionario público que, fuera de los casos permitidos por la Ley y sin mediar causa legal por delito, cometiere cualquiera de los hechos descritos en los artículos anteriores, será castigado con la pena prevista respectivamente en los mismos, en su mitad superior, e inhabilitación absoluta de seis a doce años». (...) Art. 534: «1. Será castigado con las penas de multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público de dos a seis años la autoridad o funcionario público que, mediando causa por delito, y sin respetar las garantías constitucionales o legales: 1.° Entre en un domicilio sin el consentimiento del morador. 2.° Registre los papeles o documentos de una persona o los efectos que se hallen en su domicilio, a no ser que el dueño haya prestado libremente su consentimiento. Si no devolviera al dueño, inmediatamente después del registro, los papeles, documentos y efectos registrados, las penas serán las de inhabilitación especial para empleo o cargo público de seis a doce años y multa de doce a veinticuatro meses, sin perjuicio de la pena que pudiera corresponderle por la apropiación. 2. La autoridad o funcionario público que, con ocasión de lícito registro de papeles, documentos o efectos de una persona, cometa cualquier vejación injusta o daño innecesario en sus bienes, será castigado con las penas previstas para estos hechos, impuestas en su mitad superior, y, además, con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de dos a seis años». 324 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO B. LA DILIGENCIA DE ENTRADA Y REGISTRO: CONCEPTO Y ÁMBITO DE APLICACIÓN A. I n t r o d u c c i ó n El presente trabajo está orientado a facilitar a los profesionales del derecho la posición que ha m a n t e n i d o la Jurisprudencia del Tribunal S u p r e m o respectó de la diligencia de entrada y registro en un domicilio desde la promulgación de la Constitución. Se trata pues de examinar la evolución jurisprudencial que dicho medio de p r u e b a ha experimentado desde entonces, teniendo en cuenta las modificaciones legislativas que se h a n ido produciendo en relación con la indicada diligencia, así c o m o de las consecuencias q u e en el orden procesal provoca la vulneración de los derechos fundamentales o la falta cumplimiento de los requisitos procesales. Es p o r ello que el p r e s e n t e trabajo p u e d e p r e s e n t a r a juicio del lector ciertas carencias, p u e s t o q u e no n a c e con la vocación de ser un t r a t a d o doctrinal. Pretende eso sí ser un i n s t r u m e n t o útil p a r a el q u e h a c e r diario del abogado q u e se enfrenta con la necesidad de saber en cada m o m e n to el t r a t a m i e n t o que la j u r i s p r u d e n c i a viene dispensando a la referida diligencia. No o b s t a n t e lo dicho anteriormente, se i m p o n e en primer; lugar situar el objeto de n u e s t r o trabajo, y p o r t a n t o , d a r conocer cual es el alcance y el c o n t e n i d o de los conceptos q u e de forma t a n reiterada v a m o s a utilizar. A. La «entrada» y «el registro»: El artículo 18.2 de la Constitución Española, q u e no nos p r o p o r c i o n a u n a definición del domicilio, establece que el domicilio es inviolable. «El domicilio es inviolable. N i n g u n a e n t r a d a o registro p o d r á h a c e r s e en él sin con325 ALICIA DE PERAY BAIGES sentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito». Por su parte la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en el Título VIII se refiere a la entrada y registro en lugar cerrado, del de libros y papeles...». La primera de las cuestiones que se impone examinar es si los términos «entrada» y «registro» son, utilizando la expresión de Rodríguez Sol, «conceptualmente distintos». Como la misma pone de manifiesto, la diligencia encierra dos posibilidades: la diligencia de entrada y la diligencia de registro. Cualquiera de ellas afecta al derecho a la inviolabilidad del domicilio. Dejando de lado una interpretación técnico jurídica como la que realiza Herrero Herrero, que permitiría definirla como una «penetración, invasión física llevada a cabo en domicilio ajeno», que posibilitaría ampliar dentro de este concepto de «entrada» el acceso al domicilio a través de cualquier medio o artificio mecánico, y en coincidencia con las tesis mantenidas por Rodríguez Sol, a los efectos que aquí interesan, entenderemos como «entrada» el «acceso físico personal». Esta interpretación parece la más acorde con el tenor literal del artículo 18.2 de la Constitución y los preceptos que regulan la indicada diligencia en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sin obviar eso si, las interpretaciones apuntadas anteriormente y que han sido ya recogidas por la propia sentencia del Tribunal Constitucional núm. 22/1984 del TC, al reconocer que la inviolabilidad del domicilio puede vulnerarse sin penetración directa, por medio de aparatos mecánicos, electrónicos u otros análogos. Partiendo del hecho que el «registro» al cual nos referimos se circunscribe al ámbito de la investigación policial o judicial, y como acertadamente pone de manifiesto el mismo autor, entenderemos insito en este concepto que, será «registro» la actividad encaminada a: 326 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO — indagar y descubrir indicios, efectos o el cuerpo del delito. — conocer de forma directa o deductiva la relaciones de aquellos con el posible sujeto activo, y — detectar la presencia de éste y llevada a cabo en lugar cerrado ajeno o gestionado por tercero. En definitiva, la diligencia de entrada y registro, que es objeto de este estudio es una típica diligencia de investigación (STS de 14.12.1993) que podrá tener naturaleza policial o bien judicial, que presenta similitudes con la diligencia de inspección ocular y que se ofrece como medio de prueba en el proceso penal. B. Concepto de domicilio: El artículo 18.2 de la Constitución de 1978 dispone que el domicilio es inviolable y que ninguna entrada o registro podrá producirse en él sin el consentimiento del titular o resolución judicial, salvo caso de flagrante delito. Como ponen de manifiesto varios autores (Nieto García, C Figueroa, entre otros), y he dejado dicho anteriormente, la Constitución no define que hemos de entender por domicilio. El precepto establece que el domicilio es inviolable y que la inviolabilidad sólo puede ceder cuando concurra cualquiera de los presupuestos que expresamente prevé: el consentimiento del titular, la resolución judicial o en caso de flagrante delito. Antes de la promulgación de la Constitución, el resto del ordenamiento jurídico venia dotando al concepto de domicilio de significaciones muy diversas; así por ejemplo el artículo 40 del CC define el domicilio de las personas naturales como el lugar de residencia habitual, y en su caso, el que determine la Ley de Enjuiciamiento Civil. 327 ALICIA DE PERAY BAIGES Por su parte, el artículo 554.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, lo define como el «Edificio o lugar cerrado, o la parte de él destinada principalmente a la habitación de cualquier español o extranjero residente en España y de su familia». También el artículo 45 de la Ley General Tributaria se refiere al domicilio al establecer los criterios de determinación del mismo, y considera que, a los efectos tributarios, es domicilio el de su residencia habitual para las personas naturales y el social, siempre que en él estén efectivamente centralizada su gestión administrativa y la dirección de su negocio. Por su parte, el artículo 490 del CP derogado utilizaba la expresión «morada» para referirse al domicilio: «el particular que entrare en morada ajena o sin habitar en ella...», o más concretamente el artículo 492 que parece dar una definición de lo que no es morada, al establecer que «Lo dispuesto en este capítulo no tiene aplicación respecto de los cafés, tabernas, posadas y demás casas públicas, mientras estuvieren abiertas». a) Evolución del concepto de domicilio en la doctrina del Tribunal Constitucional A partir de la promulgación de la Carta Magna, la doctrina, antes de conocer el contenido que del concepto de domicilio daría el Tribunal Constitucional en su primera sentencia núm. 22/1984, de 17 de febrero, vino ya a poner de manifiesto que «el domicilio o la morada es la prolongación espacial, no sólo de la seguridad sino además de la dignidad de la persona humana...» —Lucas Verdú—, o como lo define la sentencia indicada como aquel «Espacio físicamente cerrado e interpuesto frente a injerencias ajenas donde la persona desarrolla con una cierta continuidad o lo reserva con este fin, su vida íntima o su vida privada». 328 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO En sentido parecido se había manifestado ya el Tribunal Supremo, al considerar que la morada «es el lugar destinado a la habitación de una persona, lugar cerrado donde se, reside y se satisfacen las condiciones de vida íntima del hogar familiar, al cual no se puede acceder, ni contra la voluntad del morador, ni por fuerza, ni por intimidación». (STS de 18 de mayo de 19/9). La sentencia del Tribunal Constitucional citada anteriormente, al margen de proclamar la inviolabilidad del domicilio, lo define como «Espacio en el que el individuo vive sin estar sujetó necesariamente a los usos convencionales sociales y ejerce su libertad más íntima». De esta definición se concluye que el TC mantiene un concepto constitucional dé domicilio de mayor amplitud que el concepto jurídico privado o jurídico administrativo: «La idea de domicilio que utiliza el art. 18 de la CE no coincide plenamente con la que se utiliza en materia de Derecho privado, y en especial en el art. 40 del CC, como punto de localización de la persona o lugar de ejercicio por ésta! de sus derechos: y obligaciones. Como se ha dicho acertadamente en los alegatos que en este proceso se han realizado, la protección constitucional del domicilio es una protección de carácter instrumental, que defiende los ámbitos en que se desarrolla la vida privada de la persona. Por ello existe un nexo de unión indisoluble entre la norma que prohibe la entrada y el registro en un domicilio (art. 18.2 de la CE) y la que impone la defensa y garantía del ámbito de privacidad (art. 18.1 de la CE). Todo: ello obliga a mantener, por lo menos prima facie, un concepto constitucional de domicilio de mayor amplitud que el concepto jurídico privado o jurídico administrativo.» Por su parte, la sentencia del Tribunal Constitucional núm. 114/1984, de 29 de noviembre, se refiere a la vulneracióri de las garantías qué obligatoriamente establece la ley procesal penal para que la entrada y registro en el 329 ALICIA DE PERAY BAIGES domicilio de un particular lo sea formalmente y puedan derivarse consecuencias jurídicas: «Aún careciendo de regla legal expresa que establezca la interdicción procesal de la prueba ilícitamente adquirida, hay que reconocer que deriva de la posición preferente de los derechos fundamentales en el ordenamiento y de su afirmada convicción de «inviolables» (artículo 10.1 de la Constitución) la imposibilidad de admitir en el proceso una prueba violentando un derecho fundamental o una libertad fundamental». Esta garantía deriva dé la nulidad radical de todo acto público o privado —violador de las situaciones jurídicas reconocidas en la Sección primera del Capítulo segundo del Título I de la Constitución y de la necesidad institucional por no confirmar, reconociéndolas efectivas, las contravenciones de los mismos derechos fundamentales.» El artículo 11.1 de la Ley orgánica 6/1985, de 1 de julio, del poder judicial, haciéndose eco de estos principios, efectúa una clara advertencia y admonición a los Jueces al indicar que: «No surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales». b) Evolución del concepto de domicilio en la doctrina del Tribunal Supremo Por su parte el Tribunal Supremo, una conocido el concepto constitucional de domicilio, y admitiendo esencialmente su contenido, se plantea la necesidad de que concurran determinadas circunstancias para que un lugar cerrado pueda merecer la consideración de domicilio y, por tanto, deban ser cumplidas las exigencias procesales penales que se establecen para la práctica de la diligencia de entrada y registro en un domicilio. 330 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO Gomo señala Herrero Herrero, existe en el seno del Tribunal Supremo una primera corriente que admitiendo el contenido del concepto de domicilio en el sentido que postula el Tribunal Constitucional, se manifiesta en el sentido de que es inexcusable e imprescindible que la intimidad o privacidad debe desarrollarse en un lugar cerrado, pero con cierta continuidad. Son expresivas de este planteamiento las sentencias de 15.3.1990, y 2.6.1991, ambas, de la Sala 3. a del TS. Para la primera, el domicilio equivale al continente donde se alberga la intimidad, o lo que es lo mismo su contenido. Parte de un concepto sociocultural de domicilio como lugar donde la persona mora, vive, con vocación si no de habitualidad, sí de cierta permanencia. — Una segunda corriente más ambigua, asume el sentido expresado por el artículo 554.2 de la Lecrim, el cual precepto considera el domicilio como aquel lugar más o menos cerrado que sé destina, total o parcialmente, a la habitación de cualquier residente y su familia. Son expresivas de esta corriente las sentencias de 11 de junio de 1991 y la de 11 de diciembre de 1992. Este concepto de domicilio incluye por tanto el domicilio fijo y el accidental o transitorio. Pero plantea un problema: Que ocurre con las habitaciones de de los establecimientos a que se refiere el art. 557 de la Lecrim. Al no contradecir la Constitución el contenido del art. 557 se inclina por pensar que no se reputan como domicilio de los que se encuentren o residan accidentalmente o temporalmente. Si los de los posaderos y fondistas. — Una tercera corriente jurisprudencial mayoritaria, es la que concibe el domicilio de forma amplísima: La sentencia del TS de 18.2.1994, que cita otras anteriores de 14.1.1992, 3.5.1992 y 24.10.1992, asegura que «El 331 ALICIA DE PERAY BAIGES TC, al referirse al derecho a la inviolabilidad del domicilio ha indicado que la protección constitucional del mismo lo es de carácter instrumental y que defiende los ámbitos en que se desarrolla la vida privada de la persona...». Para pasar a concluir que «es domicilio cualquier lugar cerrado en el que pueda transcurrir la vida privada, individual o familiar o lo que es lo mismo que sirva de habitáculo o de morada; cualquier lugar cualquiera que sea su condición y características donde viva una persona o una familia, sea propiamente domicilio o simplemente residencia, estable o transitoria, incluidas las chabolas, tiendas de campaña, roulottes, etc., quedando por tanto comprendidas en dicho concepto las habitaciones de un hotel u hospedería en las que se viva, aunque sea temporalmente». En esta misma línea se viene pronunciando el TS al afirmar que «El concepto subyacente en el art. 18.2 de la CE ha de entenderse de modo amplio y flexible ya que se trata de defender los ámbitos en los que se desarrolla la vida privada de las personas, debiendo interpretarse a la luz de los principios que tienden a extender al máximo la protección a la dignidad y a la intimidad de la persona, al desarrollo de su privacidad a través de la cual proyecta su «yo anímico» en múltiples direcciones». (STS de 19 de enero y 4 de abril de 1995 y de 30 de abril de 1996.) Por su parte la STS de 27.9.1995 postula que, «Este derecho a la inviolabilidad del domicilio constituye Un derecho fundamental de la persona, delimitador y garantizador del ámbito de privacidad de la misma, de tal modo que inscrito en su seno, habrá de quedar libre e inmune frente a los intentos de inmisión o agresión provenientes de terceros. Dentro del contorno físico del domicilio el individuo podrá ejercer su libertad más íntima, y nadie, salvo mediando autorización judicial al efecto, podrá interferirse en ese desenvolvimiento particularísimo y recogido de su actividad individual y familiar, base para el libre 332 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO desarrollo de su personalidad. Cualquier lugar cerrando —se dice en la sentencia de 31 enero de 1995—, en el que transcurra la vida privada, individual y familiar, sirviendo como residencia estable o transitoria, es a estos efectos domicilio». Con cita en la sentencia de 19 de enero de 1995, la sentencia del TS de 7 de noviembre de 1997, textualmente dice en el fundamento decimosexto: «El derecho fundamental a la intimidad personal (art. 18.1 de la CE) se concreta en la posibilidad de cada ciudadano de erigir ámbitos privados, es decir, que excluyen la observación de los demás y de las autoridades del Estado. Tal derecho se deriva directamente del derecho al libre desarrollo de la personalidad (art. 10.1 CE). Consecuentemente, la protección del domicilio no es sino un aspecto de la protección de la intimidad que sirve al libre desarrollo de la personalidad. De ello se deduce que el domicilio, en el sentido de la CE, no sólo es el lugar donde se pernocta habitualmente o donde se realizan otras actividades cotidianas habituales, sino también el ámbito cerrado erigido por una persona con objeto de desarrollar en él alguna actividad. (...). La legislación ordinaria no ha concretado de una manera expresa el concepto constitucional de domicilio, como ámbito de intimidad protegible. Sin embargo, el art. 87.2 de la LOPJ demuestra que el ámbito de intimidad que corresponde al derecho fundamental es más amplio que el de habitación o morada. Esta disposición reconoce la existencia de «domicilios» y de otros «edificios o lugares de acceso dependiente del consentimiento de su titular», es decir, que no constituyen morada en sentido estricto. Es claro, por tanto, que el establecimiento de un ámbito de intimidad constitucionalmente protegible no está vinculado a la habitación misma, sino al libre desarrollo de la personalidad y, consecuentemente, no necesita estar físicamente vinculado 333 ALICIA DE PERAY BAIGES al ámbito espacial en que el ciudadano habita con cierta permanencia. Todo ello nos lleva a la afirmación de que las diligencias de entrada y registro que tuvieron lugar en las oficinas de la entidad..., exigían la observancia de cuantos requisitos condicionan, justifican y dotan de eficacia probatoria a los registro domiciliarios». c) Casuística c.1) De conformidad con los criterios jurisprudenciales expuestos podemos afirmar que, son domicilio: — La habitación de un hotel, pensión y establecimientos similares SSTS de 14.01, 5.10 de 1992 y 18.2.1994, entre otras. — Las chabolas (STS de 05.07.1993). La sentencia del TS de 4 de junio de 1998 sigue la misma línea y admite que es domicilio una chabola aunque carezca de numeración. — Las habitaciones de una residencia y hospedería donde se viva. (STS de 16.11.1993). «Es domicilio cualquier lugar cerrado en el que pueda transcurrir la vida privada, individual o familiar o lo que es lo mismo que sirva de habitáculo o de morada; cualquier lugar cualquiera que sea su condición y características donde viva una persona o una familia, sea propiamente domicilio o simplemente residencia, estable o transitoria, incluidas las chabolas, tiendas de campaña, roulottes, etc., comprendidas las habitaciones de un hotel u hospedería en las que se viva. (STS 18.2.1994, que cita la primera de las referidas anteriormente y las de 3.5.1992 y 24.10.1992).» — Una casa semiderruida donde acampa una familia (STS de 23.09.1997): «Hay que tener en cuenta el amplio concepto de domicilio que tanto el Tribunal Cons334 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO titucional... como esta Sala... venimos manteniendo a los efectos de dar contenido al citado derecho fundamental del art. 18.2 de nuestra Constitución, como lugar o espacio cerrado donde una persona desarrolla su vida privada, bien sea de modo permanente o transitorio, abarcando tanto la vivienda habitual como la que se ocupa de modo accidental, la habitación de un hotel o pensión en cuanto al cliente que la ocupa, incluso la tienda de campaña y la caravana o vehículo que durante un viaje o permanentemente es utilizado como albergue de alguien, sin que la humildad o modestia del habitáculo pueda servir de excusa para negar tal condición, por lo que también se reconoce éste carácter a las chabolas del extrarradio de las ciudades, y sin que haya de tenerse en cuenta la legitimidad o ilegitimidad de tal ocupación. Aplicando tal doctrina al caso presente, entendemos que el lugar donde habitaba Soledad con su familia (dos hijas con sus respectivos compañeros y siete nietos de corta edad) los restos de la casa de la finca «la Hoya», sita en el término municipal de Torrevieja, con unos muros semiderruidos, sin apenas protección contra la intemperie, constituía su domicilio a los efectos aquí examinados, porque era allí donde ella «se hallaba acampada desde hacía dos meses aproximadamente», según literalmente se dice en el relato de los hechos probados, es decir, era allí donde Soledad y las personas con las que convivía estaban desarrollando las actividades propias del hogar familiar en la convivencia ordinaria, las mismas que otras familias con más medios económicos ejercen en lugares más adecuados. El dato decisivo lo constituye el que en ese lugar quienes allí se encontraban estaban ejecutando los actos propios de su intimidad, aunque fuera en condiciones miserables». También merecen la protección del domicilio los lavabos, baños o aseos de los establecimientos públicos (STS núm. 937/1998, de 7 de julio), ya que son una prolori335 ALICIA DE PERAY BAIGES gación de la privacidad que a toda persona corresponde en lo que es su domicilio y son lugares donde se desarrollan actividades que afectan a la intimidad de las personas. c.2) Contrariamente, no constituyen domicilio: — Los bares, cafeterías, pubs u otros lugares de recreo o esparcimiento abiertos al público. STS 24.10.1992 que cita otras anteriores de 27.12.1989, 11.06.1991, 19.06.1992 y 05.10.1992. — La sentencia de TS de 16.11.1993 indica que no tienen el concepto de vivienda o domicilio los bares, tabernas, pubs, restaurantes, tiendas, fincas rústicas, almacenes, casas deshabitadas, etc., por estar esencialmente destinadas al público y por ello no gozan de la protección constitucional ni les son de aplicación las normas procesales (art. 545 y siguientes de la Lecrim). La sentencia de TS de 18 de mayo de 1995 recuerda que un bar es un establecimiento público por lo que no le afecta la inviolabilidad del domicilio proclamada en el art. 18.2 de la Constitución. En el mismo sentido se pronuncia la STS de 15 .04.1998, que referido al «pub» en el que no habitan personas, sostiene que: «...ni se aviene con el carácter de domicilio, la existencia en el interior del lugar de una barra, propia de una taberna o lugar de expedición de bebidas, ni que tuviera a la vía pública una denominación que permitiera distinguirlo a sus posibles clientes y que incluye en el nombre la palabra «pub», ya frecuentemente adoptada en España, pero que es abreviatura de la inglesa «public-house» (casa pública) que se da a los locales en que públicamente se expenden bebidas ni que, aun cuando pudiera restringirse la admisión, en efecto, entraran clientes. Por todo ello, se puede afirmar categóricamente que el lugar registrado por la policía sin contar previamente con autorización judicial, no era domicilio de las personas inculpadas en el caso, y por tanto, no era preciso esa auto336 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO rización para preservar un ámbito de desarrollo de la vida privada de persona alguna, siendo así legítimo el registro y válidas las pruebas así obtenidas del registro derivadas». — El almacén de un bar la STS 24.10.1992 mantiene que: «Obvio resulta que el almacén de un bar en el que tal solo se guardan productos que hacen relación a la venta y usó del mismo, no es domicilio, pues no se desarrolla en él la vida privada, personal ni familiar de su titular...» — Los trasteros (STS, 21.12.1992). La doctrina expuesta en estas sentencias es recogida en la STS de 30 de junio de 1997. — Un zulo (STS de 22.05.1993) — Un caserío que no era domicilio (STS de 10.06.1993) — Un piso abandonado y deshabitado que no constituía morada de ninguna persona. (STS de 26 de junio de 1993). En el mismo sentido se pronuncia la STS de 27-09.1995: al manifestar que «mal puede identificarse como tal domicilió una casa que se describe como «abandonada» o «semiderruida», siendo un lugar donde los toxicómanos acostumbran consumir droga». — Los locales destinados a almacén (SSTS 1033/1993, de 10 de mayo, 1775 bis/1993, de 9 de julio y la 1945/1993, de 17 de septiembre). La sentencia del TS 19.07.1993, afirma además en relación con este tipo de lugares cerrados, que la protección constitucional del domicilio no puede confundirse nunca con la de la propiedad, ya que «no es una defensa de los bienes sino es una defensa de la inviolabilidad de la morada, del domicilio, porque es el espacio donde el individuo desarrolla su propia intimidad». (La sentencia de 6 de octubre de 1994, exige, pero, a pesar de no requerirse para estos registros las formalidades legales previstas para los domicilios, que no 337 ALICIA DE PERAY BAIGES está de más observar éstas, especialmente en cuanto al mandato judicial, levantamiento del acta, etc., evitándose así que luego en el juicio oral, pueda considerarse nula la diligencia por falta de garantías —las garantías del 238 y 240, l.° de la LOPJ—.) — Las joyerías y talleres. La sentencia de 2 de abril de 1998, mantiene que estos lugares no alcanzan la cualidad de domicilio a que se refiere el artículo 18.2 de la Constitución, como ya había puesto de manifiesto la STS de 23.01.1998, la cual además considera que el registro se puede llevar a cabo sin el sometimiento legal a las reglas procedimentales de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. La STC 228/1997, de 16 de diciembre, recogiendo la tesis ya mantenida por el TC en su Auto 171/1989, mantiene que los almacenes, fábricas, oficinas y locales comerciales que por su afectación tengan un destino o sirvan a cometidos incompatibles con la idea de privacidad, todo y ser lugares cerrados, no han de merecer la consideración de domicilio a efectos constitucionales, pero considera que los registros que hayan de practicarse en estos lugares han de respetar los requisitos y garantías que exige cualquier edificio o lugar cerrado, y en especial la presencia del Secretario Judicial para así poder ser admitida como prueba preconstituida. Por su parte la reciente sentencia 69/1999, de 26 de abril, de la sala segunda del TC, considera que «el núcleo esencial del domicilio constitucionalmente protegido es el domicilio en cuanto morada de las personas físicas y reducto último de su intimidad personal y familiar», y admite que «la protección constitucional del domicilio de las personas jurídicas y, en lo que aquí importa, de las sociedades mercantiles, sólo se extiende a los espacios físicos que son indispensables para que puedan desarrollar su actividad sin intromisiones ajenas, por constituir el centro de dirección de la sociedad o de un establecimiento dependiente de la misma o servir de custodia de los documentos 338 LA ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIO u otros soportes de la vida diaria de la sociedad o de su establecimiento, q u e q u e d a n reservados al conocimiento de terceros». — El patio de a c c e s o a a p a r c a m i e n t o anexo al domicilio (STS 30.05.1992). — L o s v e h í c u l o s de m o t o r (STS de 31.10.1988, 24.03.1993 y 27.11 y 10.2.1994). La STS de 7.2.1994 se separa del criterio m a n t e n i d o p o r la STC 22/84 en c u a n t o a las exigencias referentes; al registro de un vehículo automóvil al considerar que no configura un á m b i t o de reserva personal y no le es de aplicación los artículos 545 y siguientes de la Lecrim. En igual sentido, las SSTS de 1 de abril de 1996 y de 27 de abril dé 1998, p a r a las cuales los automóviles no merecen la particular protección concedida al á m b i t o de privacidad última r e p r e s e n t a d o p o r el lugar en el que la p e r s o n a e n c u e n t r a el m a r c o a d e c u a d o a su intimidad. La STC n ú m . 546/1997, de 21 de abril, m a n t i e n e la m i s m a tesis, pero a ñ a d e que «el vehículo que se utiliza exclusivamente c o m o m e d i o d e t r a n s p o r t e n o cierra u n espacio en el interior del cual se ejerce o desarrolla la esfera o á m b i t o de privacidad de un individuo». Así de esta forma se abre la p u e r t a a la consideración de domicilio de aquéllos vehículos que estén destinados a cobijar a u n a p e r s o n a o son transformados en un habitáculo destinado a garantizar ese á m b i t o de privacidad q u e q u e d a exento o i n m u n e a las agresiones ó invasiones exteriores de otras p e r s o n a s (STC 22/1984, de 17 de febrero). R e c o r d a r a q u í las consideraciones de la STS de 23.09.1997, referidas a la consideración de domicilio de los vehículos «que d u r a n t e un viaje o p e r m a n e n t e m e n t e es utilizado c o m o albergue de alguien». — La cabina de un c a m i ó n (SSTS de 10.2.1994 y 30.09.1996). 339 ALICIA DE PERAY BAIGES — Los compartimientos de literas de un tren (STS de 28.12.1994 y ATS de 24.01.1996) Estos compartimentos carecen de las dos notas esenciales que configuran el domicilio: la privacidad de la actividad desarrollada en el interior y la capacidad de excluir a terceros de la entrada en el ámbito domiciliar. — La taquilla del dormitorio de un cuartel (STS de 26.1.1995). — El terreno público circundante a la vivienda (STS de 6.2.1996). — La celda de una prisión. Así lo ponen de manifiesto las sentencias del TS de 11 de octubre de 1994, 24 de noviembre de 1995 y la más reciente de 6 de abril de 1998, las cuales consideran que la protección de la inviolabilidad del domicilio es un ampliación del derecho a la libertad del individuo, que es precisamente del que se priva al condenado a penas privativas de libertad. 2. LA EVOLUCIÓN JURISPRUDENCIAL A LAS EXCEPCIONES A LA INVIOLABILIDAD DOMICILIARIA A. Consideraciones previas Las primeras sentencias que examinan el artículo 18.2 de la Constitución se producen mayoritariamente a partir de 1990, y lo hacen desde la perspectiva del contenido de las posibles vulneraciones al derecho fundamental protegido en el ámbito de las excepciones a la inviolabilidad domiciliaria y las que derivan del incumplimiento de las normas procesales que regulan la práctica de la diligencia de entrada y registro domiciliario. Con anterioridad pero, ya el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo se habían pronunciado sobre el alcance del referido derecho fundamental al fijar los contornos esenciales del concepto del domicilio (vid. apartado I). 340