¿Senadores o matones?

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El Clarí-n de Chile
¿Senadores o matones?
autor Manuel Cabieses
2010-07-23 16:02:08
Los senadores en Chile se dividen entre los padres conscriptos que hacen su trabajo en forma seria y responsable y los
payasos, que sólo buscan publicidad -al precio que sea, aún el de poner en ridÃ-culo a la CancillerÃ-a- como una
manera de acumular caudal polÃ-tico para fines personales. Entre estos pájaros se cuentan los senadores Andrés
Allamand Zavala (Renovación Nacional), Patricio Walker Prieto (Democracia Cristiana) y Fulvio Rossi Ciocca (que para
desgracia del Partido Socialista es el actual presidente y sepulturero de esa organización).
Los tres alegres compadres -que conforman un arco polÃ-tico que va de la derecha a la Concertación-, hallaron en la
campaña contra Venezuela, bien aceitada con fondos de la NED (Fundación Nacional para la Democracia), caja
pagadora del Departamento de Estado, una forma fácil de convertirse en cotidianos protagonistas de los medios de
comunicación reaccionarios. El objetivo de esa guerra sucia es deslegitimar las elecciones parlamentarias del 26 de
septiembre en Venezuela, que probablemente darán una nueva victoria al Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV).
La ofensiva comunicacional no se realiza sólo en Chile. Se extiende por el continente a través de las páginas del GDA
(Grupo de Diarios América), la cadena pro yanqui a la que pertenece El Mercurio. Sigue un libreto escrito -y financiadopor el gobierno de EE.UU. En Chile esta ofensiva contra una nación hermana, compañera solidaria en momentos de
angustia y dolor de nuestro pueblo, ha logrado avances significativos. Iniciada por Allamand y Walker -que también
dedican iguales esfuerzos a atacar a Cuba-, el fichaje del “socialista― Rossi ha permitido crear la imagen de que una
mayorÃ-a de chilenos compartirÃ-a la tenebrosa operación urdida en Washington.
Como elemento puntual se agita la negativa venezolana para aceptar que Walker y Allamand actúen como
observadores “imparciales― de las próximas elecciones. Esa pretensión, expresada con una arrogancia de matones de
barrio, no pasarÃ-a de ser un pésimo chiste si no buscara mofarse de la soberanÃ-a de un paÃ-s que viene dando
lecciones de democracia, que podrÃ-an inspirar las urgentes reformas constitucionales que faltan en varios paÃ-ses
latinoamericanos, como Chile. Walker y Allamand viajaron en junio a Caracas y participaron en un seminario de la
oposición. Hablaron hasta por los codos para aconsejar cómo derrotar a Chávez y, además, dieron numerosas
entrevistas formulando duras crÃ-ticas al gobierno venezolano. No conformes, a su regreso a Chile promovieron una
declaración del Senado para descalificar al presidente Chávez y a la revolución bolivariana. Acto seguido -escalando
la farsa- notificaron que en septiembre viajarÃ-an a Caracas como observadores -autodesignados como tales- del
proceso que elegirá la nueva Asamblea Nacional.
En esta etapa de la descarada provocación contra Venezuela -y en vista del éxito mercurial de la maniobra de Allamand
y Walker- se subió al carro el adocenado senador Rossi. Este también -el ridÃ-culo suele ser contagioso- “amenazó― q
se harÃ-a presente en Caracas como observador de las elecciones aunque no lo aceptaran las autoridades venezolanas.
Desde luego lo que este trÃ-o busca es conseguir el clÃ-max de la publicidad que les proporcionarÃ-a una expulsión de
Venezuela por intentar atropellar la soberanÃ-a, la dignidad y las leyes del paÃ-s.
Ante esos destemplados anuncios, el Consejo Nacional Electoral (CNE) -que es uno de los cinco poderes de la
institucionalidad venezolana creada por la Constitución de 1999-, declaró que no habilitarÃ-a como observadores a los
senadores chilenos. El CNE -cuyos cinco rectores titulares y 10 suplentes son elegidos por diversos estamentos de la
sociedad-, recordó que no rechaza la presencia de observadores internacionales imparciales; aun más, los promueve
para mostrar que las elecciones se realizan con transparencia.
En los últimos doce procesos electorales venezolanos han participado más de tres mil observadores de todo el mundo,
entre ellos representantes de los organismos electorales de América Latina, del Centro Carter, ONGs, etc. Todos han
destacado lo ejemplar de los procedimientos electorales en ese paÃ-s. En su declaración, el CNE recalca: “Venezuela
tiene una sólida tradición en materia de acompañamiento internacional, a través del cual hemos mostrado la fortaleza,
integridad y confiabilidad de nuestro sistema automatizado de votación―. Los miles de observadores que han concurrido
a Venezuela “han podido comprobar que el sistema electoral venezolano es uno de los más seguros, auditables y
transparentes del mundo―.
Por otra parte, la Asamblea Nacional y la CancillerÃ-a venezolana retrucaron las declaraciones del Senado y la
CancillerÃ-a chilena -arrastrada también al ridÃ-culo por el matonaje senatorial-.
Es paradojal que los mencionados senadores exijan transparencia donde la hay en abundancia, e intenten imponer a un
Estado soberano la participación de “observadores― -cuya actuación con seguridad formarÃ-a parte de una provocación
mayor, como declarar viciadas las elecciones si la oposición sufre una derrota-. Pero igualmente resulta insólito que se
atribuyan autoridad moral para dar lecciones de democracia. Allamand fue una creatura de Pinochet que le facilitó el
camino que habÃ-a iniciado como juvenil conspirador contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Elegido por
Sergio Onofre Jarpa, el viejo patriarca fascista, para encabezar a una derecha que seguirÃ-a las aguas del pinochetismo
cuando la realidad obligara a los militares a dejar el poder, Allamand cumplió la tarea cuidándose de criticar
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explÃ-citamente a Pinochet y mucho menos de denunciar las atrocidades de la dictadura, que hasta entonces habÃ-a
encubierto con su silencio. Tampoco podrÃ-a decirse que el senador Allamand -frustrado canciller del actual gobiernosea un paladÃ-n de la democracia y de la transparencia del sistema electoral, cuando él es hijo del sistema binominal sin
el cual no serÃ-a senador.
Una situación parecida es la que disfruta Rossi: aunque llegó tercero en las elecciones de 2009, gracias al binominal,
pudo apropiarse de uno de los dos cupos senatoriales de su circunscripción. El senador Patricio Walker, por su parte,
busca satisfacer un contumaz antiizquierdismo que, desgraciadamente, no es extraño en la Democracia Cristiana.
Los factores de perturbación y sospecha sobre las elecciones en Venezuela que intentan crear estos tres senadores,
calzan en los planes de una oposición visceralmente golpista que -sin renunciar a la violencia- pretende derrotar al
presidente Chávez en septiembre y enseguida invocar la cláusula de revocación de su mandato que contempla la
ultrademocrática Constitución bolivariana.
El plan tiene visos de realidad porque en septiembre la oposición volverá a la Asamblea Nacional. Voluntariamente -en
aras de un proyecto golpista- la oposición rehusó participar en la anterior elección de diciembre de 2005,
denunciándola como fraudulenta. Los sondeos electorales dan por ganador con estrecho margen al PSUV en
septiembre, mientras un tercio del electorado aún no decide su voto. Esto plantea un escenario muy tenso y delicado,
en que la intervención polÃ-tica y financiera extranjera puede jugar un rol importante. La derecha, la DC y el PS
pretenden desde Chile -arrastrados por Allamand, Walker y Rossi- Â facilitar ese turbio proyecto.
Por eso no basta que Venezuela, en defensa de su soberanÃ-a, rechace intervenciones groseras y matonescas como la
de estos senadores. También se hace necesario que la opinión pública de Chile imponga el respeto que merecen el
hermano pueblo venezolano y su democracia.
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PF
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(Editorial de Punto Final, edición Nº 714, 23 de julio, 2010)
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