Relaciones clima, suelo y vegetación en la vertiente noreste del

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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.)
Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos
Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004
ISBN: 84-96214-29-X
RELACIONES CLIMA, SUELO Y VEGETACIÓN EN LA
VERTIENTE NORESTE DEL MONCAYO
P. Ibarra y M.T. Echeverría
Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza.
Resumen. Se sintetizan los resultados de la distribución del agua en tres bosques de rasgos bien
diferenciados (pinar de silvestre, hayedo y rebollar) en el Macizo del Moncayo a partir de los datos de
parcelas experimentales, estableciendo relaciones entre los parámetros climáticos, el suelo y la vegetación.
Palabras clave: Clima, Balance hídrico, Humedad del suelo, Bosques, Moncayo
Abstract. The results of the distribution of the water in three forests of characteristics differentiated (Pinus
sylvestris, Fagus sylvatica and Quercus pyrenaica) in the Moncayo from the data of experimental plots are
synthesized, establishing relations between the climatic parameters, the ground and the vegetation.
Key words: Climate, Water balance, Soil moisture, Forests, Moncayo.
Introducción
La vertiente nororiental del Macizo del Moncayo (localizado en el sector central de la
Cordillera Ibérica –Fig. 1-) está caracterizada por un fuerte gradiente altitudinal (de unos 700 m en
su base a 2.316 m en su cumbre) y ello se traduce en variaciones considerables de temperaturas,
precipitaciones y condiciones atmosféricas en general (presencia de nieblas, insolación…). Estas
variaciones climáticas tienen un claro reflejo en las distintas comunidades vegetales que se
escalonan en altura en una distancia reducida (Navarro, 1989; Ibarra, Longares y Sesé, 1995). Estas
condiciones motivaron su elección para estudiar el comportamiento y la distribución del agua en
tres bosques de rasgos y requerimientos ecológicos bien distintos: el rebollar localizado a 1.000 m
corresponde a Festuco heterophyllae-Quercetum pyrenaicae siendo propio de ambientes de
transición entre lo Mediterráneo más cálido y seco y lo Eurosiberiano más frío y húmedo1. El
hayedo estudiado se ubica a 1.200 m, pertenece a Ilici aquifolii-Fagetum sylvaticae y, como es bien
sabido, es un bosque característico de los ambientes eurosiberianos, pese a que en el Moncayo esté
en una situación un poco “al límite” de sus requerimientos. Por último, los pinares de silvestre se
localizan a 1.600 m siendo repoblaciones realizadas a principios del siglo XX en el límite del
espacio potencial del hayedo en transición a comunidades de enebrales rastreros (Vaccinio myrtilliJunipereto nanae).
1
Todos los datos climáticos y edáficos citados en el artículo, proceden de las estaciones experimentales que se instalaron en los
bosques estudiados y que estuvieron en funcionamiento entre 1993 y 1997 (Ibarra, Echeverría y Martínez, 2003) durante el desarrollo de
un proyecto de investigación financiado por la Diputación General de Aragón y el Parque Natural de la Dehesa del Moncayo.
200
P. Ibarra y M.T. Echeverría
Fig. 1 Localización del área de estudio.
Con objeto de estudiar de forma experimental las relaciones entre los parámetros climáticos
y la distribución del agua en distintos bosques y suelos, se diseñó un sencillo modelo de ciclo del
agua forestal que guiase la obtención de las variables a obtener y relacionar (Echeverría et al.,
2002, 2003). Destacamos aquí el cálculo del agua que es interceptada por el bosque y que no llega
al suelo: I = P - (Pb + Ec) siendo P la precipitación libre o fuera del bosque; Pb, la precipitación
que trascola y llega al suelo bajo cada bosque y Ec, la escorrentía cortical de los troncos
representativos de cada bosque.
En cuanto a las salidas del sistema, el cálculo de la evapotranspiración se ha basado (por
ausencia de datos de viento) únicamente en la información térmica, asumiendo que ello subestima
la ETP; por otro lado, en los tres bosques estudiados la escorrentía superficial es insignificante y la
práctica totalidad del agua que llega al suelo se infiltra rápidamente2 , por ello, el drenaje o
escorrentía subsuperficial se expresa así: D = (Pb + Ec) – Ets, siendo Ets la evapotranspiración real
del agua desde el suelo y correspondiendo la suma de Pb + Ec a la evapotranspiración real de la
lluvia interceptada.
Los datos que alimentan el modelo se extrajeron de tres parcelas experimentales en las que
se instalaron una serie de aparatos destinados a la cuantificación de variables termo-pluviométricas
(Fig. 2).
Las parcelas experimentales (de 625 m2) se delimitaron en sectores bien representativos de
sus respectivos bosques y en ellas se realizó un análisis exhaustivo de su recubrimiento de copas
(mediante un muestreo del grado de cobertura cada 2,5 m) y de los perímetros de los árboles; estos
análisis guiaron la ubicación de los instrumentos necesarios para poder calcular un dato de
interceptación de lluvia que fuera realmente representativo del recubrimiento de copas de cada
bosque. Durante 4 años, de forma continuada en unas variables (pluviógrafos) y quincenalmente
2
Se realizaron pruebas experimentales mediante infiltrómetro de doble aro en las cuatro estaciones del año para conocer las
velocidades de infiltración a lo largo de 30 minutos de simulación, y en ninguno de los experimentos se alcanzó un valor que represente
la saturación del suelo.
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
201
en otras (pluviómetros dentro del bosque o cubos de nieve y escorrentía cortical) se han recogido
los datos de las variables climáticas junto con muestras de suelo a distintas profundidades
(hojarasca, de 0 a 5 cm, de 5 a 10 cm y de 10 a 15 cm) para la calcular la humedad del suelo por el
método gravimétrico y establecer relaciones con los parámetros climáticos en cada bosque.
Fig. 2. Variables e instrumentos de medida del modelo del ciclo del agua
202
P. Ibarra y M.T. Echeverría
1. CARACTERÍSTICAS DE LOS BOSQUES Y SUELOS ESTUDIADOS
El pinar de la parcela estudiada (Fot. 1) es un bosque relativamente maduro y bien
estructurado que alcanza una altura de más de 15 m y tiene un sotobosque con abundancia de Erica
arborea, Cytisus purgans, Juniperus communis, Deschampsia flexuosa y Arenaria montana. La
superposición de múltiples ramas en árboles de gran porte y diámetro y un recubrimiento de copas
en la parcela muy elevado (un 64% de los puntos totalmente cubierto, frente a un 23 %
semicubierto y únicamente un 13% descubierto) junto a la permanencia de las hojas aciculares del
pino a lo largo del año presuponen una alta capacidad de interceptación de la precipitación.
El hayedo es un bosque algo más joven que el pinar pero sus árboles superan también los 1520 m (Fot. 2) presentando un recubrimiento superior al 75 % la mayor parte de hayas, pero con
presencia de algún serbal (Sorbus aria). Su sotobosque es menos denso en los estratos arbustivos,
como es característico de las formaciones de frondosas que con su denso ramaje impiden el paso de
la luz al interior del bosque en las estaciones de primavera y verano, coincidentes lógicamente con
el periodo en que el haya tiene gran profusión de hojas; destacan Sorbus aria, Erica arborea,
Genista florida, Cytisus purgans, Deschampsia flexuosa, Festuca heterophylla, Rubus idaeus,
Fragaria vesca, Artostaphillos uva-ursi... Dado su carácter caducifolio, su aspecto varía mucho a lo
largo del año, pues en el otoño, con los primeros fríos, las hojas, planas y enteras, se secan y van
cayendo al suelo. El papel jugado por las hojas planas y enteras de las hayas, por su denso ramaje
y, por supuesto, por el elevado recubrimiento de copas del conjunto de la parcela (77 % totalmente
cubierto, 17 % semidescubierto y únicamente un 6% del suelo descubierto) son los factores que
pueden contribuir también a una alta interceptación estacional.
El rebollar presenta una estructura bien distinta al ser una formación muy joven en estado
fustal (Fot. 3), compuesta por pequeños arbolillos que no suelen superar los 3 ó 4 m de altura y un
sotobosque con dominio de brezos (Erica vagans, Erica cinerea, Calluna vulgaris) y jaras (Cistus
laurifolius). Aunque Quercus pyrenaica se define como un roble de hoja caduca y profundamente
lobulada, los retoños y los ejemplares jóvenes tienen un carácter marcescente, lo que significa que
al llegar el frío en otoño las hojas se secan pero permanecen en la rama durante todo el otoño y la
mayor parte del invierno hasta que, en la primavera, caen empujadas por los nuevos brotes. La
peculiar estructura de este “bosquete” de arbolillos de poca altura y escaso diámetro explica que el
cubrimiento de la parcela sea marcadamente distinto al del pinar y el hayedo pues en el rebollar
únicamente el 4 % de la parcela está cubierto por el ramaje de los pequeños rebollos, mientras que
un 44% se encuentra semidescubierto y un 9% totalmente descubierto.
En cuanto a la caracterización edáfica (Fots 4 a 6 y Fig. 3), el pinar se localiza en una ladera
regularizada de fuerte pendiente (superior al 40%) con procesos de reptación leve y una elevada
pedregosidad, siendo un suelo excesivamente drenado. El perfil supera los 150 cm y presenta
horizontes bien definidos (O-Ah-E-Bs-C), en los que se reconocen procesos de podsolización más
o menos intensos ligados a las bajas temperaturas, abundante humedad y ambiente ácido tanto por
la vegetación como por el material original de areniscas silíceas (Fidalgo et al, 2000); podría
clasificarse como podsol húmico. El horizonte orgánico presenta unos 8 cm de espesor, mientras
que el horizonte A tiene unos 35 cm, estructura migajosa moderada, textura franca, abundantes
fragmentos de rocas (25-30%), pH 3,5 y color muy oscuro debido a la abundancia de materia
orgánica.
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
1
203
2
3
Fots. 1, 2 y 3: Parcelas del pinar, hayedo y rebollar.
O
A
Bw
4
5
6
Fots. 4, 5 y 6: Suelos pinar, hayedo y rebollar.
El hayedo, se localiza en la parte media de la ladera sobre pendientes entre 30 y 40%. El
suelo se desarrollan igualmente sobre depósitos de clastos de areniscas y conglomerados triásicos.
El perfil supera los 150 cm con horizontes también bien definidos (O-Ah-AB-Bw-C). El horizonte
orgánico tiene unos 4 cm y el A unos 33 cm, textura franco-arenosa, estructura migajosa mediana,
abundante pedregosidad (30%) y color también oscuro, siendo también muy drenado. Los procesos
detectados son además de la melanización, el empardecimiento y una incipiente podsolización. Se
clasifica como umbrisol húmico.
204
P. Ibarra y M.T. Echeverría
La parcela del rebollar, localizada en la parte baja de la ladera, en pendientes en torno a un
10 % y con menos pedregosidad (3-15%) donde no hay rasgos evidentes de procesos erosivos bajo
la cubierta del rebollar. El perfil edáfico se aproxima a los 2 m (O-Ah-Bw-C), con un horizonte de
hojarasca inferior a 3 cm y un horizonte A de unos 25 cm, con textura franco-arcillosa, estructura
primaria moderada granular mediana y color más claro. Los procesos dominantes son la
mineralización y humificación de la materia orgánica y el empardecimiento en profundidad,
clasificándose como cambisol dístrico. Son las condiciones térmicas menos frías, con menores
precipitaciones, la cubierta de frondosas y el ambiente menos ácido, las que explican esta
diferencia en los procesos edáficos dominantes con respecto a los suelos de los otros dos bosques.
Los rasgos de los horizontes superficiales descritos de los tres bosques favorecen la rápida
infiltración del agua en el suelo, de forma vertiginosa en el pinar y en el hayedo y algo más
moderada en el rebollar.
% materia orgánica muestras suelo
(%)
50
40
0-5 cm
30
5-10 cm
20
Rebollar
Hayedo
10
0
10-15 cm
Arcillas
Limos
Arenas
Pinar
0
20
40
Rebollar
60
hayedo
80
100
Pinar
Fig. 3. Características de textura y materia orgánica de las muestras del suelo.
2. RESULTADOS
2.1. Distribución del agua en los tres bosques
El reparto del agua en los bosques de la ladera norte del Moncayo se relaciona no sólo con
factores climáticos (gradientes termo-pluviométricos), sino también con factores biogeográficos
como la estructura de las formaciones boscosas, la morfología de cada especie, su ciclo fenológico.
En la tabla 1 se presentan los valores anuales de las entradas y salidas del sistema y a continuación
las principales conclusiones (Echeverría, Ibarra y Martínez, 2003).
En cuanto a la precipitación dentro del bosque, los mayores porcentajes se alcanzan en el
rebollar (>80%) ligados a la baja densidad de cubrimiento del suelo por parte de los rebollos en
porte fustal. El pinar y el hayedo presentan valores semejantes, entre 70 y 75%, si bien la actividad
de las planifolias en el hayedo durante la primavera y el verano ejerce un papel más efectivo, como
agente de interceptación, que las aireadas acículas del pinar. La escorrentía cortical oscila entre
valores que van del 2% en el caso del pinar, puesto que la rugosidad del tronco del pino albar y la
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
205
hoja acicular dificultan el flujo por la corteza, hasta el 6% en hayedo y rebollar, con troncos más
lisos y hojas planas que facilitan el transporte del agua al tronco. La interceptación tal y como se ha
mencionado líneas arriba, es mayor en el hayedo (24%), mientras que en el rebollar, a pesar de su
carácter marcescente, la baja densidad de ejemplares y su bajo recubrimiento de copas provocan
una menor capacidad de retención de agua (11%).
Tabla 1. Totales anuales de precipitación, interceptación, escorrentía cortical, evapotranspiración potencial y
drenaje en los tres bosques estudiados.
Precipitación anual fuera del bosque
Precipit. anual dentro del bosque (mm)
Precipit. anual dentro del bosque (%)
Interceptación anual (mm)
Interceptación anual (%)
Escorrentía cortical (mm)
Escorrentía cortical (%)
Etp (mm)
Etp (%)
Ets (mm)
Ets (%)
D (mm)
D (%)
Pinar
1112 mm
831 mm
74,70%
258,2 mm
23,20%
22,77 mm
2%
591,6 mm
53,2 %
265,1 mm
23,8 %
588,7 mm
52,9 %
Hayedo
976,4 mm
676,6 mm
69,30%
239,3 mm
24,5%
60,55 mm
6,20%
642,2 mm
65,8 %
275,2 mm
28,2 %
462 mm
47,3 %
Rebollar
677,9 / mm
557,5 mm
82,20%
79,5 mm
11,70%
40,94 mm
6%
676,8 mm
99,8 %
350,2 mm
51,7 %
248 mm
36,6 %
La evapotranspiración desde el suelo (Ets) presenta valores destacadamente más altos en el
rebollar (51,7%) que en el hayedo (28,2%) o el pinar (23,8%). Los elevados porcentajes del
rebollar están determinados por las más altas temperaturas recogidas dentro del bosque, derivadas,
a su vez, del gradiente térmico y de la radiación solar directa fruto de la baja densidad de árboles.
Por último el drenaje (D) arroja porcentajes máximos en el pinar (53%), en el que la trascolación o
precipitación en el bosque es elevada y las temperaturas lo suficientemente bajas como para frenar
la evaporación. En el extremo contrario el rebollar alcanza los valores mínimos (36,6%)
relacionados con la elevada evapotranspiración. A partir del drenaje, que cuantifica el volumen
hídrico que ha entrado en el suelo y no es evaporado, el agua continúa percolando hacia
profundidades mayores, animada por la pedregosidad abundante de los suelos en los tres bosques.
2.2 La humedad del suelo y la precipitación
La evolución de la humedad en el suelo a lo largo del período de estudio se expresa en la
Fig. 4 en la que se relaciona este parámetro con las precipitaciones en cada bosque. Su análisis
pone de manifiesto los siguientes hechos:
206
P. Ibarra y M.T. Echeverría
160
50
160
50
140
45
140
45
120
40
100
mm
%
30
35
80
30
60
60
25
40
20
0
Ene
Feb
Mar
Abr May
Precipt. Pinar
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
20
15
0
Dic
25
40
20
Humedad suelo pinar
20
15
Ene Feb Mar Abr May Jun
Precipt. Hayedo
160
50
140
45
120
Jul Ago Sep Oct Nov Dic
Humedad suelo hayedo
40
100
35
80
%
mm
mm
35
80
40
100
%
120
30
60
25
40
20
20
0
15
Ene Feb Mar Abr May Jun
Precipt. Rebollar
Jul Ago Sep Oct Nov Dic
Humedad suelo rebollar
Fig. 4. Relación entre precipitación y humedad media del suelo en los tres bosques
El suelo del pinar es el más húmedo y el del rebollar el más seco, con alguna excepción
interesante que se detecta en el análisis por subhorizontes. Ahora bien, la mayor cantidad de
precipitación recibida dentro del pinar y del hayedo en relación con la recibida dentro del rebollar
no se refleja en la misma proporción en los valores de humedad en el suelo, llegando a tener
máximos y mínimos bastante próximos por influencia de factores no climáticos.
El comportamiento de la humedad edáfica es claramente estacional, en relación con causas
termo-pluviométricas, topográficas, edáficas y fenológicas. Esta tendencia estacional de la
humedad en el suelo fluctúa desde valores más elevados en invierno -precipitaciones elevadas,
bajas temperaturas y una reducida evapotranspiración- con una cubierta folial mínima en el hayedo
y de menor actividad en el rebollar, hacia valores más bajos en verano -con precipitaciones menos
importantes desde la primavera y temperaturas elevadas que incrementan los valores de
evapotranspiración- con los árboles cubiertos de hojas.
En los tres bosques, se observa que, desde el fin del otoño y en invierno existe la misma
tendencia, es decir, un incremento de las precipitaciones paralelo al incremento de la humedad
media del suelo. Hay que precisar que en el rebollar en diciembre la humedad sigue aumentando
pese al descenso más marcado de la precipitación, debido a la mayor capacidad de retención de
agua de este suelo. En febrero (con el máximo de humedad edáfica en el pinar) las tendencias se
contraponen pues las precipitaciones descienden antes de que el suelo se seque con un ambiente
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
207
muy frío. En hayedo y rebollar el máximo de humedad es en enero y por ello, las tendencias
precipitación-humedad suelo, van más acordes. En marzo, la precipitación se mantiene pero el
suelo evidencia un descenso en su humedad. Posteriormente, en primavera, las precipitaciones
vuelven a ascender y con ellas la humedad del suelo en los bosques. Si bien los mayores valores de
humedad edáfica en los suelos se recogen en invierno, la elevada humedad de los suelos en
primavera se relaciona con una situación heredada en el tiempo y que se mantiene especialmente en
los subhorizontes inferiores. En pleno verano (de julio a septiembre) la tendencia es de nuevo
contrapuesta debido a la influencia de la reserva de humedad en el suelo. El mínimo de humedad
se registra en Julio en el pinar y hayedo (un mes después del mínimo de precipitación), mientras
que en el rebollar es en Agosto (dos meses después). En el rebollar el verano “edáfico” dura más
pues hasta noviembre no comienza a recuperar la humedad.
2.3. La humedad del suelo y el drenaje
En la evolución a lo largo del año del drenaje y la humedad media del suelo (Fig. 5) en los
tres bosques se observa un ritmo estacional y bastante paralelismo entre los dos parámetros.
Comenzando por los meses de verano, de junio a septiembre, destaca el hecho de la
inexistencia de drenaje en ningún bosque repartiéndose las salidas entre una elevada
evapotranspiración desde el suelo y una importante evapotranspiración desde copas, ambas en
relación al calor estival que incluso a 1600 m se manifiesta. En los tres casos coincide con el
periodo de menor humedad media del suelo, estando el suelo más seco en el rebollar y menos seco
en el pinar.
A partir de octubre la evapotranspiración desde el suelo va disminuyendo paulatinamente al
igual que la interceptación por la caída de las hojas (aunque en menor medida en rebollar que en el
hayedo), por lo que el drenaje resulta ya positivo en el pinar y hayedo y sobre todo en noviembre
incluido ya el rebollar. En todos los bosques este incremento del excendente de agua va paralelo,
como es lógico, al incremento de la humedad media del suelo.
De noviembre a enero, aún con oscilaciones de distinto signo en los tres bosques, aumentan
tanto el drenaje como el contenido en humedad del suelo alcanzándose los valores máximos
(siempre por encima en hayedo y pinar) en relación a unos valores de evapotranspiración desde el
suelo inapreciables y a una interceptación moderada. En febrero, en relación con el fuerte descenso
de las precipitaciones y porque la evapotranspiración ya comienza a tener más peso (no en el pinar)
se experimenta una fuerte reducción del excedente drenado en rebollar y hayedo que va pareja a un
descenso en la humedad del suelo que resulta más moderado en el rebollar por su mayor retención
del agua en profundidad y más marcado en el suelo más arenoso del hayedo. En el pinar, sin
embargo, la evolución es diferente pues el drenaje se reduce de forma mucho más leve y no supone
un descenso en la humedad del suelo que continúa aumentando.
El mes de marzo es algo especial pues se registran muy escasas precipitaciones y la
temperatura ya va subiendo por lo que la evapotranspiración real desde el suelo está muy próxima
al valor de la potencial, lo que significa que casi todo lo que ha llovido se llega a evaporar y apenas
hay drenaje en rebollar y hayedo mientras que en el pinar, pese a que desciende, todavía es
considerable. Como se observa en la Fig. 5, en los tres bosques esto supone un descenso
considerable de la humedad media del suelo, pero manteniéndose en % medios (muy por encima de
los mínimos estivales) gracias a la reserva invernal, especialmente en el pinar.
208
P. Ibarra y M.T. Echeverría
120
50
100
45
45
100
40
80
40
80
35
40
35
30
40
25
20
25
20
0
60
%
30
mm
60
%
mm
50
120
20
20
15
Ene
Feb
Mar
Abr May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
0
Dic
15
Ene
Drenaje pinar
Feb
Mar
Humedad suelo pinar
Abr
May
Jun
Drenaje hayedo
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Humedad suelo hayedo
120
50
100
45
40
80
%
mm
35
60
30
40
25
20
20
0
15
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Drenaje rebollar
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Humedad suelo rebollar
Fig. 5. Relación entre humedad media del suelo y drenaje en los tres bosques.
Por último, abril y mayo representan la tendencia de la primavera con una
evapotranspiración e interceptación crecientes (en hayedo y rebollar) en un momento de
pluviosidad considerable; ello arroja drenajes considerables en el pinar y el hayedo (entre 70 y 50
mm mensuales) siendo más reducidos en el rebollar (en torno a 15 mm). Esta tendencia primaveral
se traduce en un incremento progresivo de la humedad del suelo en los tres bosques pero es de
destacar que, en relación al excendente de agua, tiene más peso relativo la humedad del suelo
rebollar por sus características de pendiente y textura. Por otra parte, el incremento de humedad no
invierte drásticamente su tendencia hasta un mes después de que se reduzca el drenaje (en junio).
2.4. La humedad del suelo a diferentes profundidades
La estacionalidad de la humedad media del suelo se amortigua si se analizan las variaciones
en profundidad (Fig. 6), especialmente en el subhorizonte de 10-15 cm, donde las oscilaciones
anuales no rebasan el 10% de variación.
Analizando con más detenimiento los valores mesuales de la humedad edáfica en cada uno
de los bosques y teniendo en cuenta los diferentes subhorizontes definidos con anterioridad, es
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
209
manifiesto que en el caso de la hojarasca, los valores son semejantes a lo largo de todo el año, lo
cual supone una mayor capacidad de retención de agua en el hayedo y rebollar, basada en la
presencia de planifolias que absorben el agua, y en condicionantes topográficas favorables -escasa
pendiente en el rebollar-. Únicamente en primavera los valores de humedad de la hojarasca se
distancian, a pesar de que las precipitaciones son semejantes. Es por lo tanto un argumento
fenológico el que explica este comportamiento; durante la primavera, hayedo y rebollar alcanzan
una mayor densidad folial que intercepta la precipitación y la dirige al suelo canalizada en forma de
escorrentía cortical, restando humedad a importantes superficies de hojarasca, además de observar
ya un cierto ascenso de las temperaturas que evaporan el agua con mayor eficacia que en los
bosques más altos. Durante el verano, las diferencias pluviométricas son amortiguadas, y los
valores de humedad son semejantes en la hojarasca de los tres bosques, alcanzado un caso extremo
en septiembre donde los tres suelos arrojan idénticos valores. Por su parte, en el otoño-invierno la
mayor trascolación del hayedo a partir de la caída de la hoja explica los valores más elevados de
humedad edáfica en este bosque.
El subhorizonte de 0 a 5 cm, presenta las mayores diferencias entre los datos de humedad
edáfica de los tres suelos. El paralelismo entre los valores, más elevados del pinar (30-80%), los
intermedios del hayedo (30-50%) y más reducidos del rebollar (10-50%), en relación con la
cantidad de precipitaciones, se mantiene constante a lo largo del año; la mayor cantidad de materia
orgánica (85,9%) en el suelo del pinar favorece la infiltración de una más elevada precipitación en
los subhorizontes superiores. El pinar, de nuevo, presenta los valores más elevados durante todo el
año, mientras que el suelo del hayedo oscila entre un acercamiento a los valores del pinar en otoño
y un comportamiento similar al rebollar en invierno –febrero y marzo-. En otoño, las diferencias se
amortiguan; la humedad edáfica tras el verano es homogéneamente baja, a pesar de unas
precipitaciones otoñales que alcanzan los valores más elevados en los tres bosques, pero que no se
reflejan en el suelo.
En el subhorizonte de 5 a 10 cm el comportamiento de los suelos, nuevamente, arroja cifras
semejantes y muy bajas -inferiores al 40% de humedad en la mayor parte de los casos, si bien
comienzan a anunciarse ciertas inversiones con respecto a los subhorizontes superiores que
alcanzan mayor definición en profundidad.
El subhorizonte de 10 a 15 cm presenta los valores más bajos de humedad edáfica -inferiores
al 30%-. Se produce una clara inversión en los valores de humedad, siendo los suelos del rebollar
los más húmedos, a excepción de alguna quincena invernal, en la que los valores del pinar se
incrementan por efecto de las elevadas precipitaciones que se reflejan en profundidad en un
ambiente muy frío -temperatura media de las mínimas de -5,43º, y durante el tránsito del verano al
otoño, en el que la humedad edáfica del hayedo supera a la de los otros suelos. De nuevo la
topografía plana y la textura arcillosa de los suelos del rebollar se convierten en los factores de
retención de agua, mientras que el excesivo drenaje del pinar y del hayedo explicaría la evacuación
del agua hacia horizontes inferiores.
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P. Ibarra y M.T. Echeverría
Humedad suelo hojarasca
70
60
% humedad
50
PINAR
40
HAYEDO
30
REBOLLAR
20
10
0
ENE
FEB
MAR
ABR
MAY
JUN
JUL
AGO
SEP
OCT
NOV
DIC
Humedad suelo 0 - 5 cm
70
60
% humedad
50
PINAR
40
HAYEDO
30
REBOLLAR
20
10
0
ENE
FEB
MAR
ABR
MAY
JUN
JUL
AGO
SEP
OCT
NOV
DIC
Humedad suelo 5 - 10 cm
70
60
% humedad
50
PINAR
40
HAYEDO
30
REBOLLAR
20
10
0
ENE
FEB
MAR
ABR
MAY
JUN
JUL
AGO
SEP
OCT
NOV
DIC
Humedad suelo 10 - 15 cm
70
60
% humedad
50
PINAR
40
HAYEDO
30
REBOLLAR
20
10
0
ENE
FEB
MAR
ABR
MAY
JUN
JUL
AGO
SEP
OCT
NOV
DIC
Fig. 6. Humedad del suelo por subhorizontes en los tres bosques
Relaciones clima, suelo, vegetación en la vertiente Noreste del Moncayo
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Bibliografía
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