484 ANALES DE HISTORIA NA.T.ÜBAL. (10) resolución, si toda la variedad de células ulteriores es engen­ drada por diferenciación interna de la célula inicial, llamar pluricelulares á las plantas, es contradecir abiertamente la idea que por todos se tiene del proceso verdaderamente orgánico, endógeno, pudiera decirse, con que esta multiplicación se efectúa y viven en general los vegetales. La célula primitiva, tan es una, cuando su pi*otoplasma y cubierta son indivisos,, como después de haberse dividido y resuelto en multitud de partes más ó menos heterogéneas. La planta es, por lo tanto, unicelular siempre; ninguna otra célula viene de fuera á yuxtaponerse con la primitiva: la su­ puesta pluralidad de células exigiría este proceso mecánico de fusión, de soldadura recíproca entre células primitivamente separadas; lo que hay en realidad es, que una célula única va dividiéndose, segmentándose en partes, que por la semejanza, no identidad, de su función y de su forma con las del todo que las engendra, la célula inicial, han recibido también su mismo nombre, confundiéndose en él dos objetos absolutamente di­ versos, que lejos de ser equivalentes, se refieren por el contra­ rio el uno al otro como el todo y la parte, lo dominante y lo subordinado. Hay, pues, necesidad de distinguir adecuadamente am­ bas especies de células, si ha de salvarse la contradicción en que se cae al afirmar que hay plantas pluricelulares, y recono­ cer á la vez, que la variedad de sus células procede sólo de la distinción que se efectúa poco á poco en la unidad de la única célula primitiva con que aparece el vegetal en la escena del mundo. En suma, ó se declara que son los vegetales verdaderos or­ ganismos, esto es, unicelulares por toda su vida, ó ha de pro. barse lo absurdo, á saber: que se forman los superiores merced á una composición, á una fusión de células primitivamente separadas. De otro modo no se llenan las exigencias primordiales de la teoría celular, abstracta, contradictoria, errónea, mecánica, mientras no se depuren sus principios de estos residuos del atomismo biológico. El cual no es hoy todavía menos prepo­ tente que el dinámico, á pesar del claro testimonio con que depone en contra de él la realidad viva del proceso celular, donde ya no caben las abstracciones y entidades que pueblan