Causas y consecuencias de las dermatosis profesionales. Heras

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FICHA TÉCNICA
AUTORES: HERAS MENDAZA, Felipe; y
CONDE-SALAZAR GÓMEZ, Luis.
TÍTULO: Causas y consecuencias de
las dermatosis profesionales.
FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos
Laborales, nº 31, pág. 30, octubre 2006.
RESUMEN: Las dermatosis profesionales provocan cerca de la mitad de todas
las enfermedades de origen laboral, y
corresponden en su mayor parte a dermatitis de contacto. Su prevención se
debe llevar a cabo sobre todo en las
tareas que implican la manipulación de
productos químicos con las manos. El
guante es la principal medida de protección frente al desarrollo de una dermatosis profesional. Su elección depende de la labor a realizar, y debe utilizarse sólo cuando sea necesario, ya que no
pocas veces es la causa de diversos problemas dermatológicos. La sustitución
de las sustancias alergénicas que se
encuentran en el trabajo no siempre es
posible, aunque diversas medidas pueden ayudar a que su contacto sea más
efímero o en menor concentración.
DESCRIPTORES:
• Dermatosis profesional.
• Dermatitis de contacto.
• Alergia.
• Psoriasis.
• Sustancias alergénicas.
• Atópico.
Causas y consecuencias
de las dermatosis
profesionales
Las dermatitis de contacto son el origen de gran parte de las enfermedades profesionales. Para evitarlas, hay que extremar la precaución, sobre
todo en actividades manuales. ¿Cuáles son las profesiones de riesgo? ¿Qué
tipo de medidas de protección son las más adecuadas para cada tipo de
trabajo? ¿Cómo se debe actuar en caso de dermatosis?
Felipe Heras Mendaza, médico especialista en dermatología del servicio de
Dermatología Profesional de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo, Instituto
Carlos III, Madrid, y Luis Conde-Salazar Gómez, médico especialista en dermatología
y en medicina del trabajo, jefe del servicio de Dermatología Profesional de la Escuela
Nacional de Medicina del Trabajo, Instituto Carlos III, Madrid.
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as enfermedades profesionales que afectan a la piel –dermatosis profesionales–
son extremadamente frecuentes. Aunque
los datos exactos son difíciles de conocer, se estima que representan entre el 40 y el 60
por ciento de todas las enfermedades profesionales. Aparte de su altísima incidencia, su importancia radica en los elevados costes económicos y
sociales que suponen para la empresa y el trabajador, derivados de los periodos de baja laboral,
los servicios médicos y la pérdida potencial de un
empleado cualificado, con la inversión requerida
para cumplir con un puesto de trabajo específico.
Todo ello hace que la prevención de estas enfermedades sea un aspecto fundamental en diferentes ambientes de trabajo.
L
Las dermatitis de contacto representan entre
el 90 y el 95 por ciento de todas las dermatosis
profesionales, por lo que son el grupo de enfermedades que precisan de mayores medidas de
protección. La dermatitis de contacto es una lesión
que suele presentarse como un eccema y que está causada por una sustancia externa que daña la
piel mediante un mecanismo irritativo o alérgico.
La mayor parte de las dermatitis de contacto
profesionales tiene una causa irritativa. En estos casos, una sustancia produce una lesión en la piel
por un mecanismo tóxico directo, al emplear diversos abrasivos, jabones u otros líquidos de forma
continua y sin una protección adecuada. Se da en
todos los individuos que manipulan estos irritantes,
aunque algunas personas tienen una predisposición mayor. En general, se puede afirmar que su
tratamiento es sencillo y su pronóstico favorable.
Sin embargo, las dermatitis de contacto alérgicas se producen por una activación del sistema inmunológico: el organismo reconoce una molécula
inocua como si fuese dañina y reacciona frente a
ella, lo que provoca, en la mayor parte de los casos,
placas rojas con vesículas que exudan líquido y posteriormente se descaman, acompañado todo ello
de mucho picor. Esto afecta a muy pocos trabajadores expuestos (cerca del 1 por ciento), pero su
tratamiento es más largo y su pronóstico peor que
en el caso de las dermatitis de contacto irritativas.
Profesiones de riesgo
Las manos son la principal localización de
las dermatosis profesionales y se dan con mayor
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frecuencia en los trabajadores que realizan una
actividad eminentemente manual, sobre todo si
conlleva el uso de productos químicos. Así, los
sectores más habitualmente afectados son el siderometalúrgico, la peluquería, la hostelería, la construcción, artes gráficas y sanitarios, entre otros. Es
decir, donde se entra en contacto con múltiples
irritantes y alergenos, así como en ambientes laborales en los que abunda la humedad.
Pero no todos los individuos reaccionan de la
misma manera frente al contacto con una determinada sustancia. Las personas alérgicas a una
sustancia desarrollarán lesiones en la piel si entran en contacto con dicho producto. Un individuo
alérgico al cromo, por ejemplo, que trabaja en la
construcción deberá evitar todo contacto con el
cemento (que lo contiene).
Además, las dermatitis de contacto irritativas
se producen con mayor frecuencia entre individuos con atopia –predisposición a sufrir eccemas
en la piel, asma, conjuntivitis, rinitis por pólenes y
otros cuadros inmunorreactivos–, por lo que estos
trabajadores presentarán con mucha frecuencia
eccemas en la piel si están en continuo contacto
con irritantes como agua, jabones y otras sustancias. La proporción de atópicos entre la población
general es muy alta (en torno al 15 por ciento),
por lo que la prevención debe incluir conocer qué
trabajadores presentan esta predisposición, con el
fin de no someterles a tareas que favorezcan la
irritación cutánea.
Otra patología dermatológica muy frecuente
entre la población general es la psoriasis. Los individuos que la padecen –o que tienen una predisposición genética para desarrollarla–, presentarán lesiones de este tipo en las zonas de la piel
que sufren un traumatismo repetido por lo que
deberán evitar trabajos manuales monótonos
que requieran fuerza física.
Prevención y
protección general
Prevenir una dermatosis profesional comienza
por saber qué trabajadores tienen un mayor riesgo
para desarrollar este grupo de enfermedades, más
aún en las tareas expuestas a diversas sustancias
químicas. Antes de incorporarse a este tipo de
puesto de trabajo, se debería realizar un cuestionario médico a todos los individuos, con el fin de
detectar a los que tienen alguna alergia conocida,
una predisposición atópica o una psoriasis. Si bien
en general no se puede obligar a una persona a
que no realice un trabajo concreto, sí se le puede
recomendar no llevarlo a cabo, una vez que se le
ha explicado el mayor riesgo que presenta.
Como norma, ningún trabajador que sufra
con frecuencia eccemas en las manos debería tener un contacto repetitivo con irritantes, ni trabajar
en ambientes muy húmedos o muy secos. Los individuos con psoriasis deberían evitar los traumatismos repetitivos, y en aquéllos con tendencia al
acné o la foliculitis se tiene que desaconsejar los
trabajos que incluyan la manipulación frecuente
de productos aceitosos, como ocurre en el sector
metalúrgico o en el mecánico.
Otro punto esencial para la prevención de las
dermatosis profesionales es la educación del trabajador, con el fin de que entienda qué productos
son peligrosos y por qué, cómo se deben manipular y qué medidas deben seguir (Tabla 1, página
32). De igual modo, las medidas deben también
hacer hincapié en cómo hay que limpiar la piel, y
con qué, ya que muchas veces es esta tarea la
causante de una dermatitis de contacto. (Tabla 2,
página 32).
La protección con guantes
El guante es una medida de protección fundamental contra las dermatosis profesionales. En casi
todos los trabajos que conllevan la manipulación
de productos químicos se han de emplear guantes, aunque en algunos es imposible. Esto ocurre
con tareas que requieren del tacto para llevarse a
cabo, en las que el guante complica mucho el trabajo (como la peluquería) o constituye incluso un
riesgo mayor de sufrir un accidente grave (algunos
sectores de la metalurgia, por ejemplo).
Existen multitud de guantes distintos en el
mercado, ya que cada tarea requiere una protección con unas propiedades específicas. Ante
todo, se debe desechar la idea de que el guante
proporciona una protección total, ya que varía según sus características. Sólo por la oclusión que
provoca el guante, con el consiguiente aumento
en la sudoración, se puede provocar una dermatitis eccematosa en las palmas de las manos. Por
ello, se debe utilizar exclusivamente en aquellos
trabajos en los que sea necesario.
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deben utilizar siempre aquéllos que han sido
homologados.
Aspectos esenciales que debe cumplir el trabajador
que manipula productos químicos
• Seguir las normas de manipulación del producto, tal como se indican en las fichas
de seguridad de cada uno de ellos.
• Tomar las medidas de protección adecuadas para cada sustancia: calzado, guantes, mascarilla, etc.
• No permitir que las sustancias manipuladas en el trabajo estén en contacto con
la piel más de ocho horas al día.
• Realizar la higiene con los productos recomendados, evitando las sustancias
abrasivas.
• Concienciar de que la higiene personal correcta se debe llevar a cabo tanto en el
trabajo como en la vida privada.
• Ponerse en contacto con los servicios médicos desde el momento en el que aparezcan los primeros síntomas.
• Motivar al trabajador para la asistencia y colaboración en los cursillos que se realicen sobre prevención y manipulación de productos.
• Motivar al trabajador para que, según su propia experiencia, aporte nuevas ideas
respecto a la prevención.
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Pautas para la limpieza cutánea de los productos
químicos utilizados en el trabajo
• Evitar el lavado frecuente de manos.
• Utilizar exclusivamente los productos propuestos por el comité de higiene de la
propia empresa.
• El producto más activo como limpiador no siempre es el mejor para la piel.
• En general, el agua y el jabón son los agentes más eficaces.
• Evitar los jabones que posean un ph (medida de alcalinidad o acidez) elevado.
• Evitar los productos perfumados.
• Evitar los disolventes sobre la piel.
Los guantes de cuero (con o sin tela): se
emplean como protección ante agentes mecánicos, pero siempre en ambientes secos. Cualquier
líquido los atraviesa y, por la oclusión del guante,
puede producir aun más lesiones en la piel que
sin ellos. Se debe, pues, instruir al trabajador para
que se los quite cuando manipule líquidos (si es
que su trabajo combina un ambiente seco con
otro húmedo) y a secarse bien las manos antes
de volver a ponérselos.
Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho
de que muchas de estas sustancias pueden endurecer el material, con lo que se facilita la producción de pequeños traumatismos sobre la piel
y la rotura del guante.
En el curtido del cuero se emplean sales de
cromo, sustancia para la que existe una alta tasa
de alergia entre la población. La alternativa para
los trabajadores que presentan una alergia a
esta sustancia, puede ser el uso de guantes de
materiales polímeros.
En la limpieza de los guantes de cuero se
aplican con frecuencia productos del tipo de tricloroetileno, que pueden permanecer como residuos y producir una dermatitis de contacto irritativa en la piel al volver a utilizarlos.
Los guantes de hilo o de tela: se utilizan
preferentemente como protección de otro tipo de
guantes. Para evitar los problemas causados por
los de goma, de cuero o los metálicos, se puede
cubrir la piel con un guante de algodón, que disminuye el contacto directo con otros más agresivos. También sirve como única protección en trabajos donde abunda el polvo, como los archivos
de documentos o la limpieza de mobiliario.
• No realizar el secado de manos con aire caliente, ni con trapos ásperos.
• En ciertas profesiones (minería, metalurgia…) es conveniente la ducha después
del trabajo.
• Estas medidas de limpieza deben seguirse también en el hogar del trabajador.
La función protectora disminuye con el tiempo debido a la degradación del guante, y también se puede ver contrarrestada por la capacidad que tienen muchos de ellos para producir
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una dermatitis de contacto por los componentes
de los que están hechos. Aunque ningún tipo de
guante está exento de problemas, para reducir
al mínimo su capacidad alergénica o irritativa, se
Para evitar las dermatitis de contacto irritativas o alérgicas por guantes de hilo o de tela, deberían utilizarse aquéllos que no contienen fibras
sintéticas ni colorantes. Son muy adecuados los
de algodón cien por cien, de color blanco.
Los guantes metálicos: son prácticos para
prevenir cortes en carnicerías, pescaderías o mataderos de animales. La aleación de la que están
hechos suele contener níquel, que es un metal
con una altísima prevalencia de sensibilización
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entre la población. A veces la dermatitis de contacto alérgica se puede evitar si bajo el guante de
metal se pone otro de hilo. Si no es suficiente,
conviene sustituir el guante metálico por uno de
malla de aluminio, o bien por uno de acero inoxidable forrado por una malla plástica tipo kevlar.
Los guantes de látex, vinilo, nitrilo y
neopreno: se caracterizan por su adaptabilidad
anatómica y la impermeabilidad a diferentes sustancias químicas y biológicas. Son, por ello, el
prototipo de protección en ambientes sanitarios,
aunque cada vez se emplean con mayor frecuencia en otros sectores, como la alimentación, la
limpieza o la construcción.
Estos guantes se degradan en poco tiempo
–entre 15 minutos y 4 horas, según su composición y tipo de uso–, perdiendo su capacidad protectora. Por eso, se debe instruir a los trabajado-
res en su recambio frecuente. Además, la oclusión que producen en la piel suele ser bastante
alta, con lo que aumenta la sudoración que se retiene entre el guante y la piel, y puede causar lesiones dermatológicas, además de favorecer la
degradación del material. Si se utiliza este tipo de
protección, es muy importante insistir en el hecho de quitársela mientras no sea necesario.
Un gran problema hoy día es la elevada prevalencia de individuos con alergia al látex. Este
material, que se extrae de un árbol, se utiliza en
la composición de multitud de productos de goma. Las personas alérgicas suelen sufrir picores y
ronchas en la piel que contacta con el guante de
látex a los pocos minutos de estar utilizándolo.
A veces estas reacciones son más graves, con
habones generalizados, dificultad para respirar e
incluso la muerte por shock anafiláctico. Si los
médicos confirman que el trabajador sufre una
alergia al látex, éste puede emplear otro tipo de
guantes, como son los de plástico, vinilo o nitrilo,
según la tarea que precise llevar a cabo.
En ocasiones, una persona alérgica al látex
puede desarrollar un cuadro de reacción alérgica
debido a las partículas que se encuentra en el
aire de ambientes donde se utiliza esta sustancia
en gran cantidad, como los hospitales. Esto se ve
favorecido por el polvo de talco que recubre muchos guantes para que puedan adaptarse mejor a
la mano; parte del polvo de talco es arrastrado
por el aire, llevándose consigo proteínas del látex
que, si contactan con la piel o las mucosas de
una persona alérgica que se encuentre en las
proximidades, pueden desencadenar en una urticaria, rinoconjuntivitis, asma o cuadros graves para la salud. Por ello, a veces es muy difícil el aislamiento del trabajador con alergia al látex, sobre
todo si realiza su labor en un ambiente sanitario.
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Una medida que ayuda a que disminuya la concentración de la sustancia en el aire ambiental es
utilizar guantes sin polvo.
Protección con calzado
Al igual que ocurre con los guantes, el calzado adecuado para el trabajo varía según la labor
que se pretenda realizar. En ambientes húmedos
se deben emplear botas de goma, por ser éstas
impermeables a líquidos. Su inconveniente es,
una vez más, la oclusión que provocan, que puede dar lugar a eccemas e infecciones por hongos
en los pies.
El calzado de cuero o piel se utiliza como
medida de seguridad en múltiples trabajos no húmedos. Suelen añadir un refuerzo metálico en la
puntera para evitar las lesiones por traumatismos.
Ambos tipos de calzado pueden ser la causa de
dermatitis de contacto alérgica en los pies, de la
misma forma que ocurre en las manos por los
distintos tipos de guantes.
Los alergenos
En aras de la prevención, lo ideal sería la sustitución de las sustancias con capacidad de producir alergias por otras que no la tienen o, por lo
menos, que la provoque con menor frecuencia.
Pero no siempre es posible debido a razones económicas o de incompatibilidad química.
Otro aspecto fundamental es la automatización y mecanizado de los procesos más peligrosos. La ventilación adecuada y las cámaras cerradas para muchos procesos químicos hacen que
disminuya el número de trabajadores expuestos
a sustancias alergénicas o irritantes.
Un ejemplo de lo complejo que resulta
cambiar las sustancias peligrosas para la piel lo
constituyen las resinas epoxi. Éstas se utilizan en
multitud de procesos, y ya se ha analizado que
cuanto menor es el peso molecular de la resina,
mayor es la posibilidad de que se desarrolle una
dermatitis de contacto alérgica. Por ello, se deben emplear las resinas con el mayor peso molecular posible que sea eficaz para la tarea a desarrollar. Si esto no es factible, como en la industria
aeronáutica, se pueden utilizar materiales preimpregnados con resinas, o bien dispositivos que
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mezclan la resina con el endurecedor sin que el
trabajador tenga que manipularlos directamente.
Con el cromo contenido en el cemento se
plantea un problema similar. Esta sustancia es,
frecuentemente, la causa de una dermatitis de
contacto alérgica en trabajadores de la construcción que suele ser, además, muy invalidante.
Separar las sales de cromo del cemento es económicamente inviable, pero existe otra solución:
el sulfato ferroso hace que el cromo, en su forma hexavalente, se reduzca a cromo trivalente,
que tiene mucha menor capacidad de penetración en la piel, con lo que no desencadena lesiones alérgicas en el trabajador. Esta medida ha
demostrado ser muy eficaz en Dinamarca, donde se han reducido muy significativamente los
casos de dermatitis de contacto alérgica por cromo entre los trabajadores de la construcción,
tras la utilización de este método en todos los
cementos que se emplean en el país.
dermatitis de contacto alérgicas ensombrecen
enormemente el futuro del trabajador en el mismo puesto de trabajo.
Por todo ello, las dermatosis profesionales se
deben diagnosticar y tratar desde el comienzo de
sus síntomas. En un primer momento, el tratamiento puede ser tan sencillo como la explicación de unas simples medidas higiénicas o la
aplicación de emolientes sobre la piel. Sin embargo, si la piel está sometida a un estrés crónico, su
recuperación se hace cada vez más difícil, cuando
no imposible.
BIBLIOGRAFÍA
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Hay situaciones en las que sí se puede suplir
una sustancia con alta capacidad alergénica por
otra menos peligrosa, y sin grandes dificultades
añadidas ni dispendios económicos. Es el caso
de reemplazar el formaldehído y sus derivados
(conservantes utilizados en múltiples industrias)
por otros menos alergénicos, como el xilenol, el
ácido sórbico o los parabenos.
>
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Medidas a tomar ante un
trabajador con lesiones
Si a pesar de las medidas de prevención un
trabajador presenta cualquier tipo de lesión dermatológica, hay que contactar con los servicios
médicos sin demora. Las dermatosis profesionales suelen comenzar como una dermatitis de
contacto irritativa. El paciente se puede quejar de
picor y descamación en las manos, que mejora
durante los fines de semana o los periodos de
descanso, pero que reaparece a los pocos días
de volver al trabajo. Se trata de lesiones leves, a
las que se les suele dar poca importancia y tratar
sin criterio con diferentes cremas y pomadas
existentes en los botiquines de las empresas.
>
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Una dermatitis de contacto irritativa suele
ser el paso previo a la sensibilización por un alergeno, ya que éste atraviesa la piel con mayor facilidad cuando se encuentra dañada por la irritación. Además, el tratamiento y pronóstico de las
>
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