VAMOS CRECIENDO JUNTAS Alfabetización de la mujer campesina indígena. Retos, logros y balance Tres experiencias en áreas rurales andinas del Perú Gonzalo Portocarrero Maisch UNESCO/OREALC Santiago, Chile, 1995 Se puede reproducir y traducir total o parcialmente el texto publicado siempre que se indique la fuente. El autor es responsable por la selección y presentación de los hechos contenidos en esta publicación, así como de las opiniones expresadas en ella, las que no son, necesariamente, las de la U N E S C O y no comprometen a la Organización. Publicado por la Oficina Regional de Educación de la U N E S C O para América Latina y el Caribe. ( O R E A L C ) . Portada: Patricia O'Ryan Impresión: Impresores Mesan Santiago, Chile, febrero 1995. Impreso en Chile/ Printed in Chile Indice Presentación 5 Introducción 7 I. El proyecto y las instituciones 13 II. Los agentes educativos: promotores y alfabetizadores 23 III. El proceso de alfabetización 33 IV. La dimensión de género y la ¡nterculturalidad 49 Bibliografía 63 Presentación Es para la O R E A L C motivo de orgullo presentar los resultados del Proyecto de la U N E S C O "Alfabetización y Educación Cívica de Mujeres Indígenas y Campesinas del Perú", financiado con fondos de D A N I D A y ejecutado por tres O N G peruanas P E R U M U J E R , C A D E P y A P E D , en coordinación con la Dirección de Alfabetización del Ministerio de Educación del Perú. Este proyecto, realizado en Cajamarca y Cusco entre 1992 y 1994, logró capacitar unas trescientas cincuenta promotoras de la misma c o m u nidad, así c o m o ofrecer cursos de alfabetización para unas cinco mil mujeres y de postalfabetización a mil alfabetizadas. Lo original de este relato es que no se concentra en los resultados cuantitativos del proyecto, sino en los aspectos cualitativos. N o tanto en las metodologías utilizadas, sino en los resultados en términos de vivencias de las mujeres que se beneficiaron de esta experiencia. El proyecto contempló al mismo tiempo la alfabetización de la mujer indígena campesina con programas de educación cívica que le permitan darse cuenta de su situación y entregarles los instrumentos necesarios para su emancipación. 5 Al doble reto de ofrecer una educación bilingüe intercultural y servir de puente entre la cultura tradicional y la cultura moderna, se le agregó un enfoque de género, donde la mujer descubre que tiene un m o d o de ver las cosas que le es propio y que algo tiene que decir al respecto. " V a m o s creciendo juntas" es la historia de este proyecto, que desde una mirada masculina -la del autor- nos relata la transformación que vivieron las mujeres beneficiadas por los programas de alfabetización bilingüe intercultural con educación cívica, que ellas compararon a un "crecer juntas". La evaluación del proyecto resaltó los esfuerzos positivos de la propuesta metodológica que tenía una fuerte vinculación del proceso alfabetizador con la problemática de la autoafirmación ¡ntercultural de la mujer indígena y campesina. Esperamos que la lectura de esta experiencia aportará elementos que contribuyan al mejoramiento de la calidad de la educación bilingüe intercultural de las mujeres campesinas indígenas, lo cual sigue siendo uno de los retos m á s difíciles que encara nuestra región frente al Siglo Veintiuno. La O R E A L C agradece a todas las organizaciones y personas que participaron en el Proyecto. 6 Introducción* La condición de la mujer campesina e indígena se caracteriza por la pobreza material, por la opresión de que es víctima y finalmente, por tener un fundamento cultural propio y peculiar. En las zonas m á s apartadas, ella pertenece a un m u n d o estable y coherente, donde las carencias y la dominación se entrelazan con momentos de expansión vital, de intensa reafirmación. Esta mezcla de condiciones adversas con una vitalidad tan desbordante ha inspirado, una y otra vez, la búsqueda de un cambio que implique preservar los valores culturales e instituciones propias de ese m u n d o . Precisamente una de estas propuestas es la llamada alfabetización intercultural con énfasis en la enseñanza de los derechos de la mujer. Para un observador externo, la pobreza material es el hecho m á s impactante. Las ausencias son múltiples: no hay luz, tampoco agua potable. A d e m á s las casas son estrechas y mal iluminadas, ya que 'El autor agradece a Armando Ruiz, Rosa Sueiro y Marinoly Vela con quienes compartiera la experiencia de evaluación: viajes, conversaciones, compañerismo. Muchas de las ideas que presenta el texto nacieron de estos intercambios. 7 reduciendo las ventanas se disminuye la pérdida de calor. Dentro de las casas apenas hay muebles y a m e n u d o , un mismo cuarto cumple todas las funciones de habitación, comedor, sala de estar y cocina. El agua debe buscarse lejos y las condiciones higiénicas son deplorables. La mortalidad infantil es m u y alta. En algunas zonas se considera normal que muera la mitad de los vastagos de una familia. Las enfermedades infecciosas y de las vías respiratorias son m u y comunes y la expectativa de vida es m u y baja. La dieta es pobre en proteínas y consiste básicamente en hidratos de carbono. Pero, tan desafiante c o m o las condiciones de vida nos resulta el hecho de que la gente esté tan acostumbrada a ellas; que las señoras, por ejemplo, encuentren natural e irremediable perder gran parte de su dentadura antes de los 30 años, c o m o secuela de los múltiples embarazos; o que caminen incesantemente cargando leña o baldes de agua durante largas distancias. La opresión tiene varias dimensiones. C o m o indígena, la mujer c a m pesina pertenece a una etnía discriminada y explotada. S u lengua y sus costumbres son despreciadas. Constantemente es víctima de abusqs. C u a n d o va al pueblo, a la feria, se le paga m e n o s por sus productos y se pretende cobrarle m á s por lo que quiere adquirir; se aprovecha de su analfabetismo para engañarla. Si es joven y migra, es para convertirse en empleada doméstica con un pago ínfimo. Entonces desarmada, su sumisión será total. Enfrentarse a la patrona es un logro al que puede llegar sólo tras m u c h o s años de bajar la cabeza. Aún dentro de su propia casa ella es maltratada. Suele trabajar m u c h o m á s que su compañero. C o m o es mujer se espera de ella que atienda al marido y a los hijos, que su vida se desenvuelva en un constante prodigarse a los suyos. A d e m á s , el acceso a lo público le suele estar vedado. "Las mujeres deben conversar con las ollas" es un dicho corriente. En las asambleas comunales su presencia no es bienvenida. Pero pese a la pobreza y la opresión, la mujer campesina es el fundamento de una cultura que le significa reafirmaciones m u y significativas. Contar aquí una experiencia es lo m á s indicado. Después de asistir a una clase del curso de alfabetización, solicitamos a varias señoras permanecer en el aula para conversar con nosotros. En realidad, entrevistarlas. En el intercambio m e llama la atención el contraste entre la enunciación tan fuerte y vivaz- y los contenidos, tan lastimeros e impregnados de colonialismo. El discurso está m u y interiorizado y se repite una y otra vez: " N o soy nada, no valgo nada... soy ignorante... he sufrido m u c h o . . . pobrecita de mi... mi padre no m e educó... trabajo desde siempre... quiero que mis hijos sean diferentes a lo que yo soy..." Aunque trato de escucharlas con respeto y simpatía, sus declaraciones m e parecen demasiado estereotipadas; siento que la comunicación es m u y difícil, la reiteración del mismo discurso termina de impacientarme. Mientras tanto, afuera del aula, se prepara una fiesta, suerte d e homenaje que 8 rinden las comunidades a la misión evaluadora. La acogida es tanto m á s cariñosa cuanto m á s insólita resulta nuestra presencia en este paraje tan abandonado. Terminadas las entrevistas salimos a una suerte de explanada. La música comienza y esas señoras que repetían no valer nada empiezan a bailar con una vitalidad y desenfreno sorprendentes. La alegría es total. Los que no bailan, mientras tanto, forman sentados un círculo estrecho. M e llama la atención lo próximo que la gente está entre sí. Es en este contraste entre las carencias materiales y lo vital de la sociabilidad, que surge la propuesta de un progreso que no desenraice estas costumbres que se nos aparecen admirables. La ¡dea de que la educación es el fundamento de la autoestima está m u y hondo en la mentalidad del poblador andino. "Soy ignorante, todo lo que puedo hacer vale poco y yo no valgo nada". El desprecio hacia si m i s m o y la desvalorización de todo lo propio, junto con una compulsiva humildad, son actitudes de estirpe colonial. En efecto, desde la invasión española la dominación étnica pretendió legitimarse aduciendo que los indios ignoraban el dios auténtico, que eran idólatras. La conquista era un castigo redentor. C o n su sufrimiento pagarían sus culpas. La "colonización del imaginario" significó ante todo persuadir a los pueblos indígenas de su inferioridad irremediable. S e postuló que una de las razones de la inferioridad era, precisamente, no saber leer ni escribir. El éxito de la prédica se revela en el hecho de que hasta el presente, indígenas y mestizos valoren la educación, m u y en especial la lecto-escritura, de una manera que a un observadordesinformado de la historia puede parecer supersticiosa. N o obstante este supuesto observador podrá comprender m á s la veneración de la lecto escritura si tiene en cuenta que aún después de la colonia, en plena república, las mayorías indígenas fueron marginadas de la ciudadanía por no saber leer y escribir. La exclusión de la política les significó carecer de derechos, ser presa de abusos y discriminación. La educación: un camino N o es entonces de extrañar la vitalidad con que el m u n d o andino luchó por la escuela. La ciudadanía, la superación del servilismo, el progreso; todo ello podía conseguirse mediante la educación. D e hecho, desde principio de este siglo la escuela se comenzó a propagar por todo el país. La propuesta que portaba puede resumirse en la frase: un olvido a cambio de una promesa. E s decir, el indígena debería dejar de lado su cultura, identificada con la barbarie y el atraso, para asumir con el castellano y la lectoescritura -la identidad de mestizo criollo- de ciudadano a la búsqueda del progreso. 9 La propuesta tuvo m u c h o éxito y generaciones de peruanos se sometieron a un cambio cultural que significó una profunda redefinición de identidades. La escuela fomentó y preparó la migración y en la ciudad el indígena terminó de convertirse en cholo. Desde luego que hubo resistencia. Acaso sin quererlo, la gente preservó m á s de su cultura de lo que la propuesta oficial postulaba. N o sólo hubo aculturación, cambio sin continuidad, fobia hacia lo propio, también se dio un mestizaje, una recreación de las tradiciones, una apropiación matizada de lo moderno. La alfabetización y la educación tuvieron m á s éxito en el caso de la población urbana y de los varones. Los diferentes censos muestran que pese a la expansión de la escuela en el m u n d o rural, el analfabetismo continua siendo m u y alto: de cada diez adultos, siete son analfabetos. N o obstante la diferencia entre los géneros es cada vez m á s marcada. D e cada diez analfabetos, siete son mujeres. En los varones el retroceso del analfabetismo es significativo, entre las mujeres no sucede lo mismo. Lo inverso ocurre en el caso de las zonas urbanas. En las ciudades las tasas de analfabetismo son reducidas y la masculina y la femenina tienden a converger. Para la subsistencia del analfabetismo femenino en el m u n d o rural hay diversas razones. Ellas tienen que ver con las características de la oferta educativa y con las peculiaridades del medio indígena y campesino. E m p e c e m o s con las segundas. Aquí los hechos fundamentales son la importancia, sobre todo simbólica, de la lectoescritura en una sociedad ágrafa y en segundo lugar, el machismo de la cultura que hace que los padres privilegien a los hijos sobre las hijas cuando deciden la educación de sus vastagos. En los caseríos y comunidades, la lectoescritura no es una habilidad de la que se haga un uso cotidiano y relevante. N o saber leer y escribir ocasiona mucha frustración, de eso no hay duda; sin embargo, saber hacerlo no tiene una utilidad o rendimiento inmediato. En el horizonte del caserío la importancia es simbólica. La analfabeta no puede firmar y ello sin duda es una vergüenza. S e le considera ignorante y se la tiende a excluir de funciones directivas. Si aprende ganará el respeto de los otros y de sí misma. El estímulo para alfabetizarse existe pero su impulso es reducido, muchas señoras se contentan con saber firmar o poco m á s . En cambio, si la migración temporal o definitiva es una necesidad, la lectoescritura es m u c h o m á s importante. C o m o son mayormente varones los que migran, ellos están m á s incentivados a un aprendizaje m á s profundo. Al insistir los padres en la educación de sus hijos varones reconocen este hecho y al mismo tiempo, lo confirman. M á s aún por cuanto el analfabetismo femenino se convierte en justificación de la dominación masculina. "Las mujeres son ignorantes, no saben", no pueden hacer trámites, son chismosas y quieren 10 participar en las asambleas sólo para hablar mal de sus maridos. El analfabetismo es pues parte de un estereotipo que legitima la exclusión femenina de la vida comunal, su reclusión en el hogar. El segundo tipo de factores que explican la permanencia del analfabetismo, especialmente femenino, tiene que ver con las características de la oferta educativa. Para decirlo en breve: en su planteamiento doctrinario la propuesta aífabetizadora oficial tiende a ser vertical y poco sensible a la situación de la familia campesina; además, en su funcionamiento práctico suele ser desorganizada e ineficiente. El punto ha sido repetido una y otra vez. Aquí nos concierne una referencia escueta. La mayoría, o en todo caso buena parte, de las señoras matriculadas en los cursos de alfabetización tiene varios años.de educación primaria. Lo único rescatable que queda de ese aprendizaje suele ser cierto nivel de aprestamiento; la facilidad para coger el lápiz, el saber dibujar; poco m á s . El problema central es que en la escuela se pretende alfabetizar a los niños en una lengua que no es la suya. El profesor a s u m e que los niños deben saber castellano, pero se trata de un supuesto irreal. Es c o m o si en Lima, a niños castellano hablantes, se tratara de enseñar en inglés la lectoescritura. Los alumnos pueden aprender de memoria los sonidos y las grafías pero no tienen idea clara sobre los significados y el uso. En todo caso el aprendizaje es lento y los logros mínimos. La experiencia es frustrante y desalentadora. La deserción es m u y alta. A todo ello hay que agregar el verticalismo en la enseñanza. Es m u y frecuente que los maestros maltraten a los niños. Casi siempre los hacen avergonzarse de su apariencia y costumbres. A d e m á s el año escolar suele empezar en m a y o y terminar en noviembre. Los maestros acostumbran acudir a las comunidades el día lunes o martes y regresar a las ciudades el jueves o viernes, de forma que la semana escolar tiene sólo tres días útiles. Por último, las necesidades de la agricultura hacen que los padres tengan que sustraer a sus hijos de la escuela. Bien se comprende entonces el sentimiento de frustración con respecto a la escuela en el m u n d o campesino. La expectativa en la educación es alta pero la crítica a los maestros y la escuela está m u y presente. La oferta educativa destinada a alfabetizar la mujer analfabeta comparte los mismos problemas. Inclusive habría que agregar el hecho de que careciéndose de una m ística educativa y de una fiscalización adecuada, los alfabetizadores del Ministerio no siempre cumplen; llega el caso a que organicen cursos fantasmas, matriculando a personas inexistentes o abandonando rápidamente el esfuerzo, aún cuando continúen cobrando su sueldo en el Ministerio. Esta es de manera m u y apretada la situación con 11 la. que los proyectos de alfabetización tienen que lidiar. Antes de pasar al siguiente punto, una advertencia es necesaria. Estamos hablando de hechos generales, aún cuando seamos conscientes de lo peligroso que resultan las generalizaciones en un medio socio cultural c o m o el andino, caracterizado por la fragmentación y la vigencia de tradiciones locales. Arguedas por ejemplo, señalaba que si en el Perú el m u n d o indígena sobrevivió tan íntegro el coloniaje, ello fue -en no poca medida- gracias a los Andes y las dificultades dé comunicación que hacen que cada comarca esté "encastillada", aislada del resto. 12 I. El proyecto y las instituciones Antes de presentar el proyecto y las instituciones que lo llevan a cabo, conviene proporcionar algunos antecedentes sobre el m u n d o de las O N G s y la promoción del desarrollo. Ello es necesario en tanto el proyecto que presentamos no es una iniciativa original o aislada sino que surge en un contexto institucional definido; caracterizado por una trayectoria ya considerable, c o m o por un trasfondo ideológico m u y peculiar. Las O N G s pueden definirse c o m o asociaciones sin fines de lucro que elaboran proyectos de desarrollo, obtienen financiamientos y ejecutan acciones de promoción. El crecimiento de las O N G s tiene que ver con que la ayuda al desarrollo en el primer m u n d o se ha desconcentrado y privatizado. Han surgido así muchas agencias de cooperación que ofrecen fondos de financiamiento. Mientras tanto en el tercer m u n d o el factor relevante es la crisis del Estado. D e esta manera aparecen, de un lado, fuentes que apoyan proyectos de desarrollo; y del otro, se consolida una serie de instituciones privadas, que se especializan en la ayuda y promoción de los llamados sectores populares. Respecto del Estado adquieren ventajas decisivas. Son m á s sensibles a las necesidades de la población y son m á s ágiles en sus 13 procedimientos. A d e m á s su personal está m á s calificado, mejor remunerado e imbuido de una mística que implica una mayor identificación con sus tareas. Las primeras O N G s surgen hacia fines de los 60, principios de los 70. Hacia 1990 se calcula que en el país existen unas 700 O N G s . La mayoría de ellas trabaja en zonas urbanas, especialmente Lima. Su principal objetivo es la capacitación, pero también se da m u c h a importancia a la promoción de la salud y al estímulo a la producción.1 Internamente las Ó N G s funcionan c o m o entidades autogestionarias y por lo general la dirección es elegida por sus miembros, que suelen ser sus propios trabajadores. Con el tiempo cada O N G desarrolla ciertas especializaciones. El éxito de un proyecto en una zona, invita a permanecer en ella, a formular nuevas iniciativas. Igual sucede con las líneas de especialización. Las O N G s tienden a perseverar en sus ámbitos d e trabajo. S e va cristalizando así una cierta identidad institucional definida por los lugares donde se trabaja, los sectores que se promueve y las actividades donde se concentra el esfuerzo. Y también, desde luego, por el discurso ideológico que fundamenta y da coherencia al conjunto de acciones de las O N G . Los discursos han ido cambiando. Patricia Ruiz Bravo distingue tres variedades: el asistencialista, el desarrollista y el de la transformación social. El primero enfatiza la filantropía y la caridad. N o se a s u m e el desarrollo c o m o objetivo, tampoco se organiza a la población; se trata m á s bien de aliviar situaciones de pobreza de manera específica y puntual. La ayuda aparece c o m o resultado de la buena voluntad; no c o m o un deber de los que tienen o un derecho de los que no tienen. En el caso de desarrollismo la meta es la modernización, el progreso. S e piensa en un conjunto de acciones que permitirían a una población dejar atrás usos, creencias y valores identificados con el atraso, para de esta manera acceder a un estilo de vida moderno, basado en una alta productividad y signado por el confort y el control del medio ambiente. En esta perspectiva se privilegia la educación y la construcción de infraestructura. Mediante la primera se intenta modificar la cultura tradicional. S e trata de generar expectativas de progreso y surgimiento; de ruptura con lo que no es moderno. Mientras tanto la renovación de la infraestructura se encargaría de crear m o d o s m á s eficientes de producción. Por último, el discurso de transformación social nace de una crítica al capitalismo y enfatiza la necesidad de un cambio estructural donde los 1 Datos de Martín Beaumont y de Mario Padrón, citados por Patricia Ruiz Bravo en Con los Zapatos nucios Escuela para el desarrollo, Lima, 1993, p. 26-7 14 propios sujetos populares sean los agentes fundamentales. En consecuencia se privilegia la "concientización" y la organización de los sectores populares. Desde luego que esta prioridad no excluye otras tareas c o m o la asesoría técnica o la promoción de la salud. N o obstante, enmarca los esfuerzos m á s concretos en una perspectiva de cambio radical. Esta tipología de discursos es bastante útil siempre y cuando se considere que todas estas perspectivas pueden confluir -cada una con distinto peso- en una institución o proyecto. Son m e n o s excluyentes de lo que a primera vista puede parecer. Por ejemplo, es posible que un equipo de promoción desarrolle una labor fundamentalmente asistencialista aún cuando maneje un discurso de transformación social. En este caso el discurso es importante en tanto legitimador, en cuanto da sentido a la acción de los promotores. Pero no es una guía efectiva para la acción. Es decir el discurso se convierte en una retórica que trata de preservar una buena conciencia. Pero a los distintos discursos subyace una idea fundamental: el compromiso. Al trabajo de los promotores en las O N G s se le atribuye una significación que va m á s allá de lo utilitario y profesional. S e supone que es algo así c o m o un apostolado. S e exige empatia y disponibilidad. N o debe entonces llamar la atención que muchas O N G s demanden a sus trabajadores largas jornadas, que sacrifiquen los fines de semana y la vidafamiliar. Es en esta idea del compromiso donde puede rastrearse con claridad el trasfondo religioso de las O N G s . En efecto, la mayoría de ellas ha nacido vinculada a la Iglesia Católica, o Iglesias Protestantes, o en todo caso ha tenido una fuerte ligazón con partidos políticos de izquierda. Eficiencia y profesionalismo En los últimos años, sin embargo, asistimos a un cambio m u y importante en el m u n d o de las O N G s . C o n la crisis del discurso de transformación social comienza a reivindicarse la eficiencia y el profesionalismo; la capacidad de alcanzar las metas fijadas en el proyecto. Pero ello no significa necesariamente un regreso al discurso desarrollista pues m u c h a s O N G s comienzan a revalorar las culturas tradicionales; a trata de imaginar por tanto un desarrollo que no las desenraice. La crítica al etnocentrismo, la insatisfacción con la realidad del desarrollo en los países avanzados, se prolonga en una actitud de respeto y simpatía por las culturas locales. La apuesta es combatir la dominación cultural, tratar de que los sujetos populares no se sientan avergonzados de su costumbres; es decir, dar una oportunidad a la tradición, dejar de pensar que lo moderno occidental representa la quinta esencia de lo deseable. 15 Junto con esta orientación, también cobra fuerza la perspectiva de género. Se toma conciencia de la subordinación de la mujer. Muchas veces ella trabaja m a s q u e el hombre pero este hecho rio es reconocido. A d e m á s se le margina de la vida pública. Peso a ello, sin embargo, se toma conciencia de que su potencial para ser agente de desarrollo es m u y significativo. En efecto, por su identificación con la familia, por su fijación a la tierra; la mujer está m u y interesada en el progreso. S e hace.claro que el desarrollo tiene que fundamentarse en un cambio en las relaciones de género. Es en este contexto que surge el proyecto de "Alfabetización y educación cívica de mujeres indígenas y campesinas del Perú". Presentado por el Centro Andino de Educación y Promoción José María Arguedas ( C A D E P ) , la asociación Perú-Mujer y la Asociación para la Ecología y el Desarrollo ( A P E D ) . S e trata de un proyecto que tanto en su formulación c o m o en su desarrollo recoge una sedimentación m u y amplia de experiencias. A d e m á s se ubica en una coyuntura ideológica donde el énfasis va a estar puesto en la preservación de la autonomía cultural, lo que significa combate al colonialismo y, sobre todo, tratar de lograr de relaciones de género m á s equitativas. La mejor manera de caracterizar el proyecto es compararlo con iniciativas similares a cargo del Estado o de otras instituciones. C o m o se verá, no es usual partir de un diagnóstico tan elaborado, de una experiencia tan significativa c o m o las que tienen las organizaciones aludidas. En efecto, el proyecto parte de constatar las altas tasas de analfabetismo entre las mujeres de las áreas rurales. Mientras que en otros grupos se ha logrado éxitos considerables -hombres en el ámbito urbano, por ejemploen el sector que comentamos las campañas de alfabetización han tenido m u y poca repercusión. Cerca del 7 0 % de las mujeres de quince años o m á s , que viven en el campo, son analfabetas. Esta situación coincide con el hecho de la postergación de la mujer, con la falta de equidad en las relaciones entre géneros. Las fallas de los programas convencionales de alfabetización son múltiples. Tanto en la concepción c o m o en la ejecución. Un breve inventario será suficiente. Para empezar se da poca importancia a la motivación. S e supone que las mujeres están deseosas de alfabetizarse. Hecho que la mayoría de las veces no es cierto. La alfabetización se da en castellano, un idio-na extraño para la mayoría de las mujeres del sur andino. S e pretende que las mujeres se alfabeticen en una lengua que no es la suya; es decir, que aprendan, al mismo tiempo, la lectoescritura y una nueva lengua. U n planteamiento absurdo desde el punto de vista pedagógico. A nivel de concepción, finalmente, la alfabetización es ofrecida c o m o 16 una propuesta aislada, en vez de formar parte de un conjunto de iniciativas que puedan despertar la imaginación de la gente. D e la teoría a la práctica Là ejecución suele tener aún m á s deficiencias. Muchas veces los alfabetizadores no pertenecen a la comunidad donde trabajan. Imponen relaciones verticales, desvalorizan la cultura de las señoras, las hacen avergonzarse de lo que son. A d e m á s es m u y frecuente que falten a las sesiones. C o n todo lo dicho no debe pues sorprender que el fracaso haya sido la norma en los proyectos de alfabetización de la mujer andina. En cambio, el proyecto que presentamos tiene una serie de peculiaridades que reflejan un planteamiento m u c h o m á s maduro, una larga experiencia que ha sido pensada una y otra vez. A continuación detallamos estas peculiaridades. Se trata de comprometer a la comunidad en el esfuerzo de alfabetización. N o se apela solamente a las señoras que quieran alfabetizarse. S e trata de que el conjunto de la comunidad asuma la alfabetización c o m o una tarea colectiva, que todos tienen que apoyar. S e buscan también otros patrocinios: el club de madres, el comité de vaso de leche, la asociación de padres de familia. En el mismo sentido se busca q u e el alfabetizador s,ea nombrado por la propia comunidad. Entonces es un delegado, n o un extraño, o alguien nombrado desde fuera. En consonancia puede ser fiscalizado por la comunidad pero debe recibir alguna remuneración de ella. En el caso del C A D E P , por ejemplo, los alfabetizadores son ayudados por la comunidad en el trabajo de sus chacras. N o se plantea la alfabetización c o m o una iniciativa aislada. E n el proyecto se contempla que forme parte de un paquete que incluye otras iniciativas para las cuales la alfabetización constituye un antecedente necesario, o al menos, conveniente. Desde un inicio se plantea el tema de la continuidad educativa. La idea es que la alfabetización es sólo un primer paso, por si mismo insuficiente. Incriminar al conjunto de la comunidad, generar una mística educativa, un entusiasma por cierto horizonte de logros; se piensa que así puede garantizarse la continuidad educativa. N o obstante, c o m o veremos m á s adelante, que exista conciencia del problema, la necesidad d e la continuidad educativa, no significa que éste se encuentre resuelto. D e 17 hecho uno de los principales retos de la alfabetización está en que las alfabetizadas incorporen la lectoescritura en su vida cotidiana; es decir que la población a s u m a el proyecto educativo c o m o algo propio y se prepare para desarrollarlo una vez concluida la experiencia d e alfabetización. S e insiste en la necesidad de una metodología que sea relevante, adecuada a la realidad de las alfabetizadas. Es decir que las pueda movilizar, que implique un desarrollo de su capacidad crítica. Ello significa, ante todo, tomar distancia respecto a la vida cotidiana, dejar de verla c o m o algo natural e irremediable. S e trata entonces de fomentar la expresión de las insatisfacciones y los deseos, de estimular la imaginación, de pensar los cambios necesarios para una vida m á s satisfactoria. Esta metodología está basada en la corriente de educación popular latinoamericana, que encuentra en Paulo Freiré su inspiración m á s importante. El método requiere de la investigación e implica producir materiales específicos para la zona donde se va a realizar el proceso educativo. M á s específicamente es necesaria una investigación lingüistica y sociológica que permita reconocer y tipificar el habla de cada zona así c o m o los temas de mayor interés y contenido problemático. El procesamiento de esta información permite fundamentar una metodología que compromete el interés de las alfabetizadas. S e determinan así los temas de mayor contenido existencial y las palabras generadoras correspondientes. El proyecto está orientado a m ujeres y apunta a reformular las relaciones de género es un sentido m á s equitativo. S e trata de que las mujeres aprendan sus derechos, que mejoren su autoestima y que, en el espacio protegido del círculo de alfabetización, ensayen hablar en voz alta, para que así, m á s tarde, puedan participar en la vida pública de la comunidad. S e supone que la mujer tiene un gran potencial c o m o agente del desarrollo, y que éste potencial debe ser liberado mediante su autoafirmación, por medio del aprendizaje de la confianza en sí misma. La propuesta apunta a una revaloración de las culturas e identidades tradicionales. S e pretende fortalecer la autoestima étnica, el orgullo de pertenecer a un grupo con creencias, valores y costumbres originales; hoy en día, a d e m á s ampliamente reconocidos. S e fomenta así la satisfacción en torno a hablar quechua. O se insiste en el valor de la medicina tradicional, o en la importancia de los conocimientos que 18 sobre la ecología tiene el m u n d o campesino. En definitiva se trata se superar el enfoque etnocéntrico de la educación colonialista, con sus insistencia en que el campesino indígena debería renunciar a su m u n d o , pues sólo así podría integrarse al progreso. El proyecto contempla el intercambio de experiencias entre las distintas instituciones. Se busca acelerar el aprendizaje mediante la difusión de los aciertos y problemas de cada experiencia. Con este objetivo se establecieron pasantías; es decir los promotores y alfabetizadores de un proyecto visitan el trabajo de otra institución. D e esta manera la gente de A P E D , del Cusco fue a Cajamarca, y los de Perú-Mujer fueron, a la inversa, de Cajamarca al Cusco. Finalmente el proyecto busca involucrar al Estado. Desde el inicio ha estado claro para las instituciones promotoras que sólo la participación del Estado hace posible asegurar la continuidad educativa en las zonas donde se desarrolló el proyecto. Pero aún m á s decisivo es traspasar la experiencia del proyecto para que deje de ser una experiencia piloto y pueda ser replicada en muchos otros lugares. En este sentido fue m u y importante incorporar a una alta funcionaría del Ministerio de Educación en el equipo evaluador. Características propias Desde luego que sobre este trasfondo común cada institución tiene sus propios sesgos; también determinados, además, por las zonas de trabajo. Por ello d e b e m o s referirnos ahora a cada una de estas instituciones y sus respectivos ámbitos de promoción. El C A D E P José María Arguedas es una O N G bastante grande, con muchos años de fundada, y con una experiencia m u y importante. Las líneas d e trabajo en q u e actúa son producción, infraestructura, comercialización; mujer campesina; educación y cultura. Una de las características m á s interesantes del C A D E P es que ha logrado integrar en sus programas educativos, profesionales de alto nivel de especialización. Ello permite diseñar estrategias innovadoras, m á s acordes con la realidad específica donde actúan sus equipos. También evaluar la dinámica del proceso de alfabetización con mayor rapidez y profundidad. Es decir, aprender de la propia práctica a fin de introducir durante la propia marcha, las modificaciones que fueran necesarias. Finalmente plantear una mejor capacitación de los alfabetizadores. El C A D E P ha trabajado en dos ámbitos. En 2 0 comunidades de la 19 provincia de Anta, a unas dos horas de la ciudad del Cusco. Por su cercanía a la capital se trata de una zona bástame integrada desde el punto de vista económico. N o obstante es m u y pobre. La mayoría de los hombres son bilingües, mientras que las mujeres tienen sólo un conocimiento incipiente de castellano. El segundo ámbito está en la provincia de Chumbivilcas, a unas quince horas de la ciudad del Cusco. Allí se trabaja en 9 comunidades. La zona es también m u y pobre. El alejamiento favorece que la cultura indígena esté mucho m á s presente. Casi todas las mujeres son monolingues y la mayoría de los hombres tiene un conocimiento sólo incipiente de castellano. Prov. de Anta Distritos: Ancahuasi Limatambo Chichaypucyo Total Prov. de Chumbivilcas y Cotabambas LLusco Quiñota Haquira Total Comunidades Alfabetizadores Participantes 5 5 10 20 10 10 18 38 182 177 194 553 3 3 3 9 6 6 6 18 158 131 123 412 La Asociación para la Ecología y el Desarrollo, A P E D , es una O N G pequeña y de reciente fundación. Tiene su sede en la ciudad del Cusco. C o m o lo indica su nombre, está especializada en la educación en el ecodesarrollo. N o obstante también desarrolla otras líneas de trabajo c o m o la alfabetización. A P E D ha ejecutado el proyecto en 32 comunidades en la zona del llamado Valle Sagrado de los Incas. S e trata de un área mucho m á s accesible de aquéllas donde trabajó C A D E P . Pese a ello los índices de pobreza son m u y altos. El analfabetismo de la población femenina, por ejemplo, llega a 78%. D e otro lado los niveles de desnutrición y de presencia de enfermedades endémicas son m u y elevados. 20 Distritos Comunidades Alfabetizadores Participantes Cusco Parurro Calca Lamay Coya Pisac 7 2 9 7 3 4 7 2 9 7 3 4 180 40 240 200 60 80 Total 32 32 800 Por último Perú-Mujer es una O N G relativamente grande y con una experiencia de cerca de quince años. El objetivo principal de Perú-Mujer es fomentar el desarrollo de la mujer, atendiendo para ello sus necesidades m á s importantes así c o m o promoviendo el conocimiento de sus derechos y alentando su participación en la vida pública. Perú-Mujer ha ejecutado el proyecto en el departamento de Cajamarca en 66 comunidades. Junto con el Cusco y otros departamentos de la Sierra, Cajamarca pertenece al estrato m á s pobre de las regiones del Perú. El analfabetismo femenino llega en las zonas rurales al 70%, mientras que la mortalidad infantil y la desnutrición son m u y elevados. Dada la fragmentación de la propiedad y presencia dominante de minifundios m u y pequeños, la mayoría de los hombres tiene que viajar a la Costa o Selva para ofrecerse c o m o peones por temporadas. Pueden complementar así, en algo, sus ingresos. Durante la mayoría del año muchos hogares son conducidos por mujeres. Casi el íntegro de la población es monolingue castellana. Distritos Comunidades Alfabetizadoras 66 72 Participantes Baños del Inca Jesús Encañada Cajamarca Total 1054 21 II. Los agentes educativos: promotores y alfabetizadores Los protagonistas directos del proceso educativo son los promotores, los alfabetizadores y las alfabetizadas. Los promotores son maestros o profesionales de las Ciencias Sociales (antropólogos o sociólogos). En todo caso tienen estudios superiores. Muchos son mujeres. Trabajan a tiempo completo en las O N G s y sus responsabilidades son capacitar a los alfabetizadores, asesorando su trabajo cotidiano y coordinar las relaciones entre las O N G s y las comunidades. S e trata de un trabajo calificado y s u m a m e n t e demandante q u e requiere de entrega y profesionalismo. En realidad m u c h o del éxito de la alfabetización depende de la habilidad y buena disposición del promotor. Las condiciones en que desarrolla su trabajo son m u y duras: separación de la familia, largas caminatas, dormir en sitios diferentes. Es recibido con cariño pero no deja de ser un alojado. Esto es especialmente cierto en el caso del Cusco. Los promotores que trabajan en Anta, por ejemplo, salen del Cusco, donde viven, el día lunes y regresan a sus hogares sólo el día sábado. 23 La exigencia es aún mayor para los que trabajan en Chumbivilcas. Por cada tres semanas que pasan en el c a m p o , tienen derecho a una s e m a n a de vacaciones en el Cusco. Pero aún esa semana no está a su entera disposición pues en su transcurso tienen que rendir informes y participar en actividades de capacitación. U n promotor puede tener a su cargo coordinar el trabajo de alfabetización hasta en nueve comunidades, por lo general distribuidas en un territorio m u y extendido. Ello significa que caminar es parte fundamental de su tarea. Jornadas de tres a cinco horas, varias veces por s e m a n a . E n el c a m p o no hay horarios, tampoco fines de semana. Llega a una comunidad, permanece unos o dos días y reinicia su peregrinaje. Tiene que pernoctar en la escuela, o con m á s frecuencia, en la casa de uno de los alfabetizadores o alfabetizadas. Fundamental para el éxito de su trabajo es ganar ascendiente sobre el alfabetizador. Tener su respeto y confianza. Así puede transmitirle seguridad a la vez que darle indicaciones. El promotor sigue a cada grupo de alfabetización. Asiste a m u c h a s sesiones y suele conocer a todas las alfabetizadas. Interviene en la dinámica de las reuniones para aclarar algún punto o ayudar al alfabetizador. También conversa con las señoras, revisa sus cuadernos y está pendiente de sus dificultades y avances. El promotor pautea el avance del grupo. La compensación m á s significativa del promotor, a la que tiene que ser sensible para perseverar en su entusiasmo, es el cariño y agradecimiento de las señoras. E n la comunidad el promotor se convierte en un personaje que despierta gratitud y simpatía. Es invitado constantemente a compartir el almuerzo o cena. El alfabetizador es por lo general un joven que pertenece a la comunidad donde va a enseñar. Sabe castellano, ha cursado algún grado de instrucción secundaria y sobre todo, tiene la disponibilidad y vocación para enseñar. Muchos alfabetizadores son mujeres jóvenes. Son propuestos por las comunidades por reunir esas cualidades. Asisten regularmente a cursos de capacitación promovidos por las O N G s . Estos cursos pueden durar de 3 días a una s e m a n a . Son intensivos. E n ellos se adiestra al alfabetizador en el uso de la metodologíade enseñanza de la lectoescritura. Pero también son capacitados en el manejo de técnicas participativas. El hecho de que el alfabetizador pertenezca a la comunidad donde enseña es de la mayor importancia. Para empezar ello facilita su concurrencia, pues viven en la zona. A d e m á s acentúa su responsabilidad pues el conocer a los asistentes -a veces son amigos o parientes- significa un compromiso, los alfabetizadores tienen que quedar bien, esforzarse m á s . Finalmente la familiaridad estimula un estilo horizontal y relajado. Las 24 alfabetizadas no se sienten cohibidas, pueden expresarse con naturalidad: reírse, hacer bromas, exponer sus dudas. El alfabetizador mientras tanto tiene que evitar la tentación de convertirse en profesor. Lo que no siempre es fácil. En efecto, recibir el encargo de alfabetizar es una distinción honrosa. El joven puede estar tentado a sentirse por encima. M á s aún en tanto su designación ratifica sus antecedentes de joven educado, que habla mejor castellano, que viste m á s a lo occidental. Puede convertirse entonces m á s en maestro que en facilitador. Acaso sin darse cuenta, puede desincentivar la participación. El promotor y la capacitación tienen que combatir esta tendencia. Si el alfabetizador es mujer la tentación es menor. Haber observado a varios alfabetizadores en el desarrollo de su trabajo hace pensar que lo decisivo de su labor es crear una atmósfera de concentración y tranquilidad al m i s m o tiempo. Lograr que las señoras participen activamente, que se sientan libres e interesadas, que valoren el curso c o m o su propio espacio. Los alfabetizadores Martín C h o q u e es un joven alfabetizador en la comunidad d e Yunkaypata, a media hora de la ciudad del Cusco. La comunidad tiene unos Grupo de Alfabetizadores 25 200 habitantes. La escuela es unidocente y los niños pueden estudiar hasta cuarto grado. Carece de servicios aunque existe el proyecto de traer electricidad de la central de Macchu Picchu. La tierra es escasa y también el agua. Los pobladores utilizan el sistema de rotación de cultivos. La producción se orienta principalmente al autoconsumo. Venden sobre todo papa helada. Pero reciben precios m u y bajos por sus productos. Muchos adultos van a trabajar al Cusco o a Madre de Dios, en los lavaderos de oro. A partir de los quince años, mientras tanto, las jóvenes se emplean en el Cusco c o m o trabajadoras domésticas. En la comunidad se habla básicamente quechua. Casi todos los hombres, sin embargo, hablan algo de castellano. Lo inverso sucede en el caso de las mujeres adultas. Sólo hablan castellano las que han trabajado c o m o domésticas en el Cusco. Las que van a la ciudad solamente para hacer sus compras tienen un conocimiento m u y incipiente. N o pueden mantener una conversación. El presidente de la comunidad es el señor Jacinto Choque, padre de Martín. Nació en Yanaoca hace 50 años pero ha vivido en Arequipa y Lima durante m u c h o tiempo. En Arequipa aprendió a hablar castellano y en Lima conoció a Viviana Medina, su esposa y madre de Martín y otros dos jóvenes. Trabajó en una granja avícola durante 14 años pero cuando quebró no pudo encontrar empleo. " H e m o s fracasado en Lima" dice. Con su esposa se trasladó a Yunkaypata. Jacinto considera: " m e han elegido presidente de la comunidad porque soy bien responsable de mi conducta... m e han empujado... capacidad tengo". Jacinto avisora una serie de proyectos para la comunidad: el m á s inmediato es la electrificación, pero también está pensando en una irrigación, en construir la Iglesia Católica y por último, en conseguir agua potable y alcantarillado. Jacinto considera que para todo ello lo básico es relacionarse con agencias de cooperación. D e hecho, m u c h o de su trabajo es hacer gestiones ante diversas entidades: Caritas, el colegio Carmelitas, la cooperación española. Aunque estime m u c h o estosproyectos, para Jacinto lo básico es la educación. N o obstante se queja amargamente de la escuela, de su baja calidad, de la poca dedicación de los profesores. S e siente orgulloso de su hijo Martín; piensa que en la escuela no hay maestros del nivel de su hijo. La señora Viviana Medina, la m a m á de Martín, tiene 40 años y nació en Yunkaypata. H a vivido en Lima donde fue empleada doméstica y aprendió castellano. Ahí cursó hasta 4to de primaria percvcon el tiempo hasta se olvidó de leer y escribir. Ahora participa en el curso de alfabetización, se siente también m u y orgullosa de Martín. Hace lo posible por ir a las sesiones aunque, entre las labores de su casa, de la chacra y el cuidado de sus animales, casi no tiene tiempo. C o n frecuencia dice: "ya soy vieja 26 ya...", pero a pesar de ello le gusta el curso porque se hacen bromas y se pasa un buen rato. Desea que Martín sea profesional, que estudie en el Cusco. Martín Choque habla perfectamente castellano y quechua. El primero lo aprendió en Lima, cuando niño. Vivía en San Juan de Lurigancho. C o m o hablaba castellano con "mote" sus amigos se burlaban de él. Todavía niño, a los cinco años, fue traído por sus padres a Yunkaypata. Aprendió quechua v se integró a la comunidad. Desde los once años ha trabajado haciendo artesanía en piedra en la ciudad del Cusco. Ahora sigue en el negocio pero en la casa de sus padres. En el patio, bajo una ramada, tiene una m e s a ; sobre ella trabaja, auxiliado por unas pocas herramientas. En un día puede hacer dos o hasta tres pequeñas esculturas, cada uno la vende a dos soles. Dice que no es mucho, pero en el Cusco no hay trabajo y cuando se consigue pagan sólo el mínimo; es decir, una "miseria". Hace poco Martín ha comenzado a enseñar el tallado en piedra a otros jóvenes de la comunidad. C o n sus ahorros Martín se ha comprado una bicicleta. Está m u y contento con ella, la cuida mucho y hace regularmente ciclismo. Martín pertenece a una de las familias líderes de la comunidad. Representa el papel de joven moderno. Hasta cierto punto es un ejemplo para los d e m á s . Martín manifiesta una actitud distante pero respetuosa hacia el m u n d o campesino. Habla de los pobladores de la comunidad en tercera persona, c o m o marcando una separación. Ello es evidente en su arreglo personal. Su m a m á usa pollera, trenzas y sombrero. El se viste con un buzo y zapatillas. Pero pese a la diferencia, Martín se identifica con los suyos. Piensa que está bien aprender la lectoescritura en quechua, pues es el idioma de la gente; pero también cree necesario que las señoras aprendan castellano pues así no se dejaran engañar en el mercado c o m o sucede ahora. Martín está contento con el curso. Todas las señoras le son familiares. Conoce la historia de cada una. Piensa que la mujer está oprimida y que esta situación debe cambiar. Aunque no hubo oportunidad de observarlo en su trabajo, él dice que le da m u c h a importancia a la motivación. Empieza con juegos para "calentar". El teléfono malogrado o la oveja perdida, por ejemplo. Les da figuritas a las señoras, "para que peguen en su cuaderno". En la zona de Chumbivilcas los alfabetizadores están agrupados en una organización, apoyada por el C A D E P , que les permite intercambiar experiencias y conversar sobre la perspectiva de todo el proceso. En una reunión que tuvimos con 21 de ellos (11 hombres, 10 mujeres) conversa m o s sobre su trayectoria y expectativas. Todos hablaban castellano. Desde un inicio fue m u y evidente la satisfacción de los alfabetizadores 27 con su trabajo. Es claro que se conciben c o m o abanderados del progreso y que se sienten m u y orgullosos de ello. También fue visible su voluntad de compromiso con la comunidad. Es decir, su preocupación por el aprendizaje de las señoras, su vinculación afectiva con el grupo, su alegría por los logros. Finalmente apareció su satisfacción con el entrenamiento y la capacitación recibidos del C A D E P . En este sentido la expectativa es de profundizar, de manejar cada vez mejor, el método de enseñanza. Inclusive de profesionalizarse c o m o maestros. En todas las exposiciones los alfabetizadores del Ministerio de Educación fueron criticados una y otra vez, su imagen representa una suerte de modelo negativo de identidad. Es indudable la importancia que tienen los alfabetizadores. Son jóvenes que pertenecen a la comunidad pero que conocen y han absorbido m u c h o del m u n d o exterior. Para ser efectivos tienen que reunir una serie de requisitos. Gusto por la enseñanza, adecuada capacitación, tener la confianza de la comunidad. La cualidad básica es estar buenamente dispuesto a esforzarse y ser paciente con las señoras. Lo demás viene con la experiencia. D e inseguridad a confianza constructiva La mayoría de los alfabetizadores contó de sus miedos e inseguridades iniciales. Tanto por hablar en público, dirigir una sesión, c o m o por la dificultad de manejar el método. Pero con la práctica y el cariño de las señoras adquirieron confianza. Tan importante c o m o el alfabetizador es el promotor. En realidad el promotor es en m u c h o un comunicador que enlaza mundos m u y distintos. Desde los profesionales que dirigen la O N G hasta la señora analfabeta monolingue quechua. Tiene que alternar cotidianamente con ellos. Entenderlos, aproximarlos, darles confianza. Rosa es una joven promotora que trabaja en el C A D E P . Tiene 2 7 años y a pesar de que estudió para ser profesora de educación primaria, se siente m u y a gusto en las tareas de alfabetización. Rosa se muestra entusiasta en su trabajo. Tiene mucha facilidad de comunicación. Es m u y afectiva y se entrega sin medida. Las señoras la estiman mucho y son m u y sensibles a sus opiniones. Las alfabetizadoras la ven c o m o un modelo. Cada comunidad donde trabaja desea que se quede, que se case y eche raíces. En su centro de trabajo, mientras tanto, Rosa es apreciada c o m o una profesional competente. Se estima mucho su entusiasmo y disponibilidad, 28 Grupo de alfabetizadas con cartillas de lectura y escritura también su identificación con la propuesta del C A D E P ; es decir, educar para transformar las relaciones de género y para consolidar un orgullo étnico. M á s que enseñar, para Rosa la clave de su oficio está en dar confianza. Ello implica horizontalidad, una atmósfera en la que los alfabetizadores y las señoras se sientan libres c o m o para manifestar sus dudas. Este es el fundamento del trabajo de promotor. En un inicio, refiere Rosa, los jóvenes seleccionados por la com unidad para ser alfabetizadores, no aceptaban el encargo. "Se sentían inseguros, decían: '¡no! yo que voy a poder", no pensaban que era una situación en que ellos también podían desarrollarse o surgir, se sentían un poco m e n o s ... yo les hablaba bastante, les decía: vas a poder compañero, si vas a poder, c ó m o no vas a poder... Lo primordial en todo esto es la confianza, tu tienes que integrarte a la comunidad, porque si ven que no estás integrada te ven c o m o una persona d e afuera; pero si tu compartes, si tu convives, estás con ellos en todo instante,... es una situación que les agrada bastante y eso te ayuda m u c h o en tu trabajo". ¿ C ó m o así logra Rosa tanto éxito en su trabajo? ¿De dónde su facilidad para comunicarse y enlazar m u n d o s tan distintos? Desde un inicio nos impresionó la vitalidad y la entrega de Rosa así que nos hicimos el propósito de conversar con ella. Al escucharla comprendim o s c ó m o , en este archipiélago cultural que es el Perú, hay también personas cuyas trayectorias las predestinan a servir de puentes, de mediadores. 29 Los abuelos de Rosa son campesinos. Su madre es analfabeta y habla m u y poco castellano. D e no ser por su padre ella sería c o m o cualquier señora a quien ella ahora alfabetiza. A d e m á s , si el padre salió del m u n d o campesino, ello se debió en mucho a factores casuales. En efecto, muertos prematuramente los abuelos, el padre es recogido por un tío mayor quien, empeñándose en que fuera sacerdote, lo envió a un seminario en Arequipa. El padre de Rosa rechaza la carrera ecíesial y regresa a Paruro, su tierra natal. Ahí se desempeñará c o m o secretario del municipio por muchos años. Ahí también contraerá matrimonio con la madre de Carmen. Su familia no ve con buenos ojos la unión con la joven campesina. S e les antoja un desperdicio. D e hecho el hogar de Rosa va a estar fisurado por una tensión cultural. Rosa aprende el quechua en diálogo con su madre, en los juegos con sus amigos, en la calle del pequeño poblado andino. Habla sobre todo quechua. Pero a diferencia de otros niños ella también aprende el castellano. Es el padre quien le enseña. Insiste una y otra vez en que Rosa y sus hermanos tienen que conocer el m u n d o , estudiar; no limitarse a Paruro. Cuando Rosa va a entrar a primero de secundaria, el padre la envía al Cusco. Para los padres es un sacrificio mantenerla. Al principio cuesta acostumbrarse. D e ser alumna estrella, engreída, Rosa tiene que poner un gran esfuerzo para no ser desaprobada, para ser una estudiante promedio. En el Cusco perfecciona el castellano. Desde m u y temprano afloró en Rosa la vocación magisterial. La propuesta del padre y la admiración por su profesora de segundo de primaria la marcaron. Imitaba a la profesora, jugaba a la escuelita con sus hermanos. Cuando, imprevistamente fallece el padre, Rosa tiene que regresar a Paruro. En el pequeño pueblo termina su secundaria. Pero la madre está ahora decidida a continuar con el proyecto del padre: que Rosa sea profesional. Así no ahorra esfuerzos y envía a Rosa a estudiar al Cusco. En el Instituto Pedagógico, Rosa es una buena alumna de forma que apenas egresada le resulta fácil conseguir colocación. Empieza c o m o maestra de una escuela unidocente, en una comunidad monolingue quechua, bastante apartada. En su trabajo le va bien pero extraña con quien conversar, resiente la soledad y lo precario de las condiciones de vida. Ahí adquiere experiencia. Lo d e m á s es para Rosa historia reciente. La infancia de Rosa transcurre entre el m u n d o campesino de la madre -el quechua, los juegos, la escuela- y la expectativa de la ciudad que le abre el padre: el castellano, la educación, el progreso. En esta disyuntiva, cursar educación es una apuesta a conciliar ambos mundos. D e su madre admira 30 el coraje, su capacidad de esforzarse. D e su padre, el cariño, el mandato de progresar. Ser maestra es adentrarse m á s en el m u n d o del padre pero en función de vincularse con el mundo campesino. D e alguna manera una reconciliación. Teniendo en cuenta este trasfondo biográfico podemos comprender la facilidad con que Rosa se comunica con los campesinos y con los profesionales. 31 III. El proceso d e alfabetización Los grupos de alfabetización suelen tener entre 20 y 25 señoras. A veces concurren niñas y también jóvenes varones. Es m u c h o menos usual la presencia de hombres adultos. Pero la h e m o s observado en Cajamarca. En cuanto a la frecuencia de reuniones tenemos lo siguiente: en el Cusco los grupos se reúnen tres veces por semana en sesiones de dos horas. En Cajamarca duran tres horas y se programan dos por semana. En todo caso la constitución del grupo requiere de una serie de pasos previos. En el inicio está siempre un primer entendimiento con la comunidad. Los promotores se presentan a las autoridades y exploran el interés de establecer un grupo. Ellos son conocidos por anteriores trabajos o, al m e n o s , son presentados por alguna organización c o m o las Federaciones de Mujeres o Federaciones Campesinas. U n a vez obtenido el consentimiento de la comunidad se hace propaganda. Primero se recluta a los alfabetizadores. Luego de capacitados los alfabetizadores se invita a las señoras a participar. Se asiste a reuniones de clubes de madres, de comités de vaso de leche, de asociaciones de padres de familia. En todos estos sitios se oferta el programa de alfabetización. A veces ello no es suficiente y el promotor y el alfabetizador tendrán 33 que visitar a las señora casa por casa. La relación con la comunidad varía de acuerdo a la institución. El C A D E P , por ejemplo, le da gran importancia a su participación. Trata de involucrarla; formando, por ejemplo, comités de alfabetización. También delegando en la comunidad la responsabilidad de seleccionar y retribuir al alfabetizador. En el caso de A D E P y Perú-Mujer se pone e m p e ñ o en obtener el visto bueno de la comunidad pero no se insiste en una participación tan activa. Obtener acogida, lograr que las señoras participen en los programas no es una tarea sencilla. Para empezar, en un medio rural y ágrafo, saber leer y escribir no es una necesidad imperiosa. Esto debe tenerse siempre presente; evitar entonces trasposiciones y anacronismos. No creer, por ejemplo que las señoras están esperando la propuesta y que la acogen inmediatamente. En realidad muchas señoras, a veces la mayoría, tienen uno o m á s años de educación formal. Pero c o m o se les enseñó en castellano, nunca aprendieron demasiado. En todo caso la falta de práctica lleva al olvido. Q u e d a solamente cierta facilidad en el aprestamiento, alguna vaga familiaridad con las letras y el método. ¿ A qué motivaciones puede apelar la propuesta para entusiasmar a las señoras? ¿Cuáles son los obstáculos que impiden o desestimulan la concurrencia? Razones que favorecen o impiden la participación En base a las numerosas entrevistas realizadas podemos identificar una lista de razones que favorecen o impiden la participación. Trataremos de determinar el peso de cada uno de ellas. Una primera razón y m u y importante, es el deseo de no ser estafada. Especialmente en el mercado. Las señoras analfabetas piensan, con razón o sin ella, que los comerciantes en los pueblos y ciudades se aprovechan de su ignorancia. N o les pagan el precio de mercado por los productos que llevan a vender, les dan una cantidad inferior. De otro lado íes recargan los productos que compran. "No se leer la romana" (la balanza) es la queja. D e hecho muchas señoras prefieren recurrir al trueque, cambiando un "montoncito" de un producto por otro "montoncito" de un producto diferente, en una proporción a la que están acostumbradas. Existe pues la expectativa de poder leer la balanza. Es una motivación importante pero que tiene poco aliento, pues si se dependiera sólo de ella las señoras no permanecerían m u c h o tiempo en el programa. 34 Grupo de alfabetizadas en la Provincia de Cajamarca U n a segunda razón es el deseo de ayudar a los hijos con las tareas escolares. Las señoras se sienten con la responsabilidad de fiscalizar su cumplimiento, de colaborar en la educación de sus hijos. N o poder hacerlo es una frustración. Pensar que pueden ser engañadas, que sus hijos puedan decirles que no tienen tareas, o que ya las han hecho, sin que ello sea verdad, es una fuente de temor y preocupación. Es m u y interesante subrayar la legitimidad social de esta razón. Muchos padres, en un inicio reticentes a la posibilidad de que sus esposas concurran a las sesiones de alfabetización, fueron persuadidos con el argumento de que la educación de la señora repercutiría en un mejor aprovechamiento escolar de los vastagos. U n a tercera razón, tan explícita c o m o las anteriores, es el deseo de poder firmar. Pero tras este deseo se ocultan motivaciones m á s importantes pero menos legítimas. La razón m á s aparente es tener documentos, sobre todo la libreta electoral, con la firma, en vez de sólo con la huella digital. N o obstante, en realidad, se está apuntando a una reafirmación personal. Es evidente una pretensión de mayor visibilidad y poder, en la familia y en la propia comunidad. Aunque este deseo esté enmascarado, pues se supone que la mujer se debe a su casa, muchas veces está presente; puede ser incluso el m á s importante. En todo caso es el que lleva a las señoras m á s lejos. D e hecho de los grupos de 35 alfabetización han salido muchas líderes. Son ellas las que m á s aprenden pues m á s lo necesitan. Tienen que saber hablar bien, escribir cartas, llevar actas de reuniones. En cambio, el deseo de saber firmar, en si mismo, puede motivar una participación, pero ésta no será prolongada. Terminará apenas se logré el objetivo de saber dibujar la firma. Si la señora viaja habrá una razón extra para alfabetizarse pues, fuera de la comunidad, en pueblos y ciudades, la condición de analfabeto es estigmatizada. El analfabeto es visto despectivamente, c o m o una persona disminuida. "India-analfabeta-no sabes nada". Aún dentro de su propia comunidad el analfabeto encuentra problemas. Muchas veces se arguye que las mujeres no pueden participar en el gobierno comunal porque son ignorantes y sólo se dedican a hablar mal de los hombres. En un cuarto acápite agrupamos otras razones que se refieren a la valoración del grupo en tanto espacio cálido, donde es posible divertirse, pasar un rato sin las preocupaciones cotidianas. Lo que se espera no es aprender sino salir de la monotonía; jugar, dar y recibir afecto. Desde luego que todas las señoras tienen esta expectativa pero sucede que para algunas, esta razón parece ser la m á s importante. Si comparamos las razones que hemos mencionado d e b e m o s concluir que la m á s legítima y extendida es la de enseñar a los hijos, pero, de otro lado, que la m á s intensa y movilizadora es la que apunta a la reafirmación personal. En efecto, es de m u y buen tono afirmar que se aprende para enseñar. Casi todas las mujeres lo dicen. Pero es c o m o si se tratara de una motivación demasiado moralista, que no compromete integralmente a la señora. Q u e es sobre todo un buen deseo lo prueba el hecho de que la mayoría de las señoras no llegue a un nivel educativo que le permita una ayuda efectiva a sus hijos. En cambio las que m á s aprenden, que son las m e n o s , son las que, acaso sin decirlo, están tras una búsqueda de crecimiento y reafirmación. Expectativa que no es totalmente legítima pues no es congruente con la imagen (machista) de la mujer c o m o no-individuo; es decir, c o m o persona cuya identidad está dada por sus relaciones y no por un proyecto personal: es madre, es esposa. Hay que subrayar que este deseo de protagonismo es m u y importante por la fuerza que proporciona y por el ejemplo que significa. Por lo pronto se observa sobre todo en las mujeres con vocación de líder. Son las mujeres que cuestionan su situación, que ven en el grupo de alfabetización, un espacio afectivo y reafirmador donde poder adquirir un conocimiento que le de seguridad y prestigio. Volveremos sobre el punto. 36 E n cuanto a los obstáculos que impiden la participación, o m á s en general, la desestimulan, d e b e m o s mencionar los siguientes: En los grupos de alfabetización es difícil encontrar señoras de edad. Los hijos están grandes, m u c h o de la vida está detrás. En esas circunstancias la lectoescritura no parece tener m u c h a utilidad. ¿Para qué entonces aprender? A la falta de razones habría que añadir las dificultades de visión y los problemas de salud. Pero aún m á s decisivo es haber asimilado el estereotipo de que la mujer de edad no puede aprender. "Ya estoy vieja ya... ya no m e entra el estudio", " m e duele la cabeza... ya no sirvo". Pero el impedimento mayor es la falta de tiempo y/o energías. Y a h e m o s referido que en el m u n d o rural andino, las tareas de la mujer son abrumadoras. Cuidar de los hijos, del esposo, de los animales, de la chacra. El desgaste de energías es permanente. Muchas señoras llegan exhaustas al fin de su jornada. Si van al curso pueden quedarse dormidas. Pero lo limitado de las energías puede también deberse al poco entusiasmo. Es decir, la apatía, la resignación y el fatalismo. La familiaridad con la pobreza y la subordinación. Entonces el curso no tiene utilidad. En consecuencia, las señoras no asisten o no ponen el e m p e ñ o suficiente. Conviene precisar que la oposición de los hombres no parece ser un obstáculo insalvable a la participación. Desde luego que hay resistencia, pero no llega a ser lo intensa c o m o para impedir la alfabetización. Después de todo, la legitimidad del deseo de aprender es innegable. E n síntesis: la decisión de participar depende de una serie de factores. Digamos que la juventud y el tiempo disponible y sobre todo, el deseo de reafirmación, estimulan a participar y aprender. En cambio la edad, el exceso de responsabilidades y la mentalidad fatalista implican obstáculos a participar. E n el curso de la ejecución del proyecto se han desarrollado miles de sesiones. Para realizar este trabajo hemos asistido sólo a algunas de ellas. Entre éstas vamos a presentar tres casos. En base a las "notas de campo" haremos "etnografías de aula", es decir reconstruiremos -hasta donde nos es posible- el ambiente educativo y la dinámica de la sesión. Nos interesa que el lector pueda imaginar vividamente la dinámica de las reuniones. Después, a manera de conclusión, haremos algunos comentarios generales. 37 Parcotipa La comunidad de Parcotipa queda en el distrito de Chinchaypuyo, en la provincia de Anta, a unas dos horas en camioneta de la ciudad del Cusco. En el círculo de alfabetización están registradas 33 mujeres de diversas edades. Diez tienen una edad comprendida entre los 10 y 20 años; ocho entre 2 0 y 30; y quince entre 30 y 50 años. Muchas señoras tienen experiencias previas de alfabetización. Veintiuna de ellas tienen algún nivel de escolaridad, mientras que doce no tienen ninguna instrucción. La mayoría habla sólo quechua y no ha salido nunca de su comunidad o de la comarca m á s cercana. El aula donde se desarrolla la alfabetización es grande pero mal iluminada y oscura. Es de forma rectangular, ligeramente alargada. Tendrá unos 6 mts de ancho por unos 8 de largo. La construcción es de adobe y parece bastante antigua. Las paredes son de color celeste, el techo es blanco y el suelo es de tierra apisonada. El mobiliario ocupa sólo una parte del aula. Consta de 5 mesas y 5 bancas, todas en un estado m u y precario. Las paredes interiores están lotizadas o divididas en "areas", cada una de ellas reservada a un tema específico, como está anunciado en rótulos de cartulina. El área de Educación Cívica está a la derecha de la pizarra y allí se dejan ver recortes de periódicos y papeles alusivos a Dios, la Patria y el estudio. Sobre la pared lateral derecha está un papelógrafo con letras y sílabas. Retrocediendo hacia el fondo, en la misma pared, se encuentran el área de matemáticas, una ventana pequeña y finalmente el área de lenguaje. En la pared del fondo, opuesta a la pizarra, está el "frente religioso", donde están pegados imágenes de la Virgen María y Jesús. Finalmente, en la pared lateral izquierda se encuentra, en primer lugar, el área de formación laboral. Pero bajo este rótulo está un retí ato de Tupac Amaru y una reproducción del escudo peruano. Viene en seguida la puerta y a continuación otra área de matemáticas. Luego el "rincón del aseo" donde se ha pegado recortes del diario "Expreso" sobre la necesidad de lavarse las m a n o s antes de ingerir alimentos, también sobre la anatomía del sistema nervioso y el funcionamiento de los sentidos. Las páginas exhiben un color amarillento. Por último, después de una pequeña ventana, está el área de educación artística. En el aula, c o m o en el pueblo, no hay electricidad. Son cerca de las once de la mañana y la sesión está por empezar. 38 Nosotros2 estamos situados al fondo, parados, apoyados en la pared del "frente religioso". Los dos alfabetizadores, Jorge y Francisco, son jóvenes vestidos a m b o s a la usanza occidental. Sus gorras son m u y llamativas. La de Francisco, roja; la de Jorge, de color naranja. Pasadas las once han llegado sólo 5 alfabetizadas: 2 niñas, 2 señoras jóvenes y una adolescente. También está un bebé. Las mujeres visten sus ropas tradicionales: polleras hasta abajo de la rodil la, blusas anchas, ojotas. Todas tienen trenzas y usan sombrero. El alfabetizador empieza explicando lo que sucede en una lámina donde se representa un aula escolar; en el dibujo el profesor está jalando la oreja a una niña, mientras que sus compañeros están entre retraídos y ausentes. Metodología de clases El alfabetizador dice que la niña está siendo castigada por no saber bien las cinco vocales del castellano. Añade que la sanción es injusta pues el quechua tiene solamente tres vocales de manera que aprender cinco resulta complicado. En realidad la clase transcurre en quechua de forma que resulta difícil seguirla, concentrar la atención; m á s todavía, llevar un registro de la interacción en el aula. Las alfabetizadas repiten las. sílabas que los alfabetizadores han copiado en la pizarra, luego leen la palabra entera y 2 Nosotros incluye a Rosa Sueiro, Armando Ruiz, Marinoly Vela y al autor. 39 después, la palabra sílaba por sílaba. Todas participan, la atmósfera es de libertad y atención. U n perrito se pasea por toda la clase, las señoras lo espantan pero sin m u c h a premura y el animalito se aleja un tanto pero sin asustarse ni retirarse. Llegan m á s señoras, son las que tienen bebés o niños pequeños. Los llevan en las espaldas. Si lloran los tienen que atender; los ponen entonces sobre sus regazos y les dan de m a m a r . La clase continúa. Una a una las señoras desfilan a la pizarra y escriben las palabras que indican los alfabetizadores. Sarapi, waka, saralawa, chichu, sacha, suwa, chichuwaka. Cuando retornan a sus lugares las escriben en sus cuadernos. A pesar de nuestra presencia, la clase se desenvuelve con espontaneidad. A las señoras se les ve atentas y alegres. N o hay un ambiente de coerción. Poco a poco van llegando las señoras mayores. Traen también a sus hijos. N o hay sitios en las bancas y se ubican en un rincón. Su arreglo es aún m á s tradicional. Su actitud es la de envolverse en un velo de silencio c o m o quien quiere decir: no existo, no m e preguntes, no m e veas. Son un total de seis señoras. Markawi La comunidad de Markawi es un anexo del distrito de San Sebastián. D e la capital de la provincia de Chumbivilcas, Santo T o m á s , es necesario recorrer durante unas dos horas, en camioneta doble tracción, un camino casi intransitable para llegar a la comunidad de Luto: grandes huecos, grietas, zonas cenagosas; el vehículo avanza a unos 10 k m s . por hora. D e Luto hay que caminar otras dos horas para llegar a Marcawi. Marcawi es una comunidad m u y tradicional. Es un caserío situado en una pequeña quebrada a unos 3800 mts de altura. El paisaje es m u y bello. Las casas son de piedra y están dispersas en las faldas de los cerros. La escuela es el edificio m á s importante: está compuesta por 4 aulas, una al costado de la otra, conformando una suerte de pabellón. Al frente está una explanada, cercada por un muro de piedra, donde crece un pasto natural. Ahí están reunidos los miembros varios grupos de alfabetización. Unas 120 personas. Han venido a Marcawi para encontrarse con nosotros, visitantes de fuera, presentados c o m o expertos comisionados por la O R E A L C . Existe m u c h a expectativa entre los comuneros. C o m o están m u y contentos con la alfabetización y las visitas son m u y escasas, la gente quiere aprovechar la oportunidad para demostrar sus avances y agradecer el apoyo recibido. Al principio nos observan intensamente pero luego la atmósfera se relaja. Las señoras se distribuyen en las diferentes aulas. Y o asisto al aula 40 m á s poblada. Ahí están presentes: 49 mujeres, 3 hombres y muchos niños. El aula es una construcción rústica. El piso es de tierra y las paredes de adobe, d e color blanco. El techo es bastante alto, es de calamina y está apoyado en tijerales de madera. Hay m u y pocas carpetas y la mayoría de las señoras está sentada en el suelo. Sobre todo las mayores. La alfabetizadora es una joven excepcionalmente enérgica y carismática. Se llama Basilea. Viste con una pollera pero debajo de ella usa pantalón. Lleva una casaca. Las señoras usan las.prendas tradicionales. Las polleras de bayeta hasta poco m á s abajo de la rodilla, la pantorrilla desnuda, los pies descalzos, trenzas, sombrero de fieltro, blusa y chaleco. La clase es totalmente en quechua. Marinoly Vela, la directora de alfabetización, m e traduce. Basilea empieza diciendo: "antes de recordar todo lo que sabemos, primero v a m o s a alegrarnos". Comienzan entonces los cantos. El ambiente es de regocijo. A continuación Basilea pregunta a las señoras sobre lo que ellas cocinan. S e acerca a m u c h a s de ellas. Algunas responden: chuño, olluco, papa, maíz. Otras se esfuerzan, se ruborizan y no responden. Todo el m u n d o ríe. Luego Basilea propone hacer ejercicios de aprestamiento. Mover los dedos c o m o quien hila la lana, luego c o m o quien hace girar la rueca. A continuación muestra una lámina donde se representa una clase escolar. El profesor está castigando a una niña por no saber la lección de castellano. Le está jalando la oreja. Basilea dice "nos gritan porque no entendemos". Las señoras ríen y asienten con la cabeza. Es seguro que muchas de ellas han pasado por la experiencia que se reproduce en la lámina. Luego concluye "Nos gusta que nuestros hijos aprendan en nuestra lengua para que después aprendan castellano". Después escribe en la pizarra yachana wasi. Las señoras repiten la frase, sílaba por sílaba, una y otra vez. Mientras tanto un joven alfabetizador, desde atrás del aula, anima a las señoras. Cajamarca S e trata de una sesión de post-alfabetización, se va a tratar el tema de la resta. El local es una sala de propósitos múltiples en el comedor popular "La Perlita", en la ciudad de Cajamarca. La sala tiene una forma cuadrángulas mide unos cuatro mts de largo por cuatro de ancho. Detrás de la sala está la cocina, después un patio y finalmente, un depósito. Las paredes son de ladrillo pero están sin pintar. El piso es de cemento pulido y el techo es de madera. En realidad el interior del comedor semeja esas construcciones de pueblos jóvenes donde las energías parecen haberse agotado en levantar el casco y que pueden permanecer, indefinidamente, sin terminar. 41 En la pared que corresponde a la fachada están la puerta y una ventana, que es el único lugar por donde entra luz. En la pared opuesta, descansando sobre unas sillas, está la pizarra. El local es oscuro. Asisten 15 señoras. La mayoría tiene entre 20 y 25 años. Visten con vestidos occidentales. Las faldas son amplias y llegan abajo de la rodilla. Son de popelina y de un sólo color: gris, negro, etc. Muchas usan blusa blanca y c h o m p a chaleco. Sólo dos señoras usan sombreros. H a y dos niños que acompañan a sus madres. Todas las señoras se ubican en bancas que están pegadas a las paredes. La alfabetizadora es la Rossana.Vásquez y el tema es la resta con números de cuatro cifras. Hace tres meses que están haciendo m a t e m á ticas. Rossana escribe en la pizarra: 327182 Luego explica que dependiendo de la posición un número puede significar centenas, decenas o unidades. N o obstante en el m o m e n t o de descomponer los números se equivoca. Pero pese al tropiezo continúa con naturalidad: " H e m o s llegado a centenas, ahora v a m o s a millar. A ver! Díctenme un número". Una señora dice el 2342 y otra la sigue con el 1453. Rossana resuelve la operación. Repite otro ejercicio y después dice: "Ahora van a hacer Uds. Y o les voy a dictar". Invita a la pizarra a la Sra. Olinda. Tiene que calcular la diferencia entre 3245 y 1828. Al principio la Sra. Olinda se desconcierta pero después sale adelante, rápidamente. La alfabetizadora invita a otras señoras. Así pasan varias por la pizarra. Las señoras no están m u y concentradas. En realidad sólo la mitad atiende. La alfabetizadora dice: "¿quién quiere salir?". A su pedido se levanta una señora y recibe el encargo de restar 182 de 327. Cuando termina, la alfabetizadora le dice que entregue la tiza "a quien m á s te quiere". D e esta manera la que termina de hacer el ejercicio en la pizarra es la que selecciona a la que va a continuar. Luego de un rato, la alfabetizadora dicta un conjunto de números y acercándose a las señoras, comienza a revisar sus cuadernos. Algunos comentarios Un primer comentario se refiere a lo inadecuado del mobiliario y de los locales donde se desarrollan las sesiones de alfabetización. Las instituciones no parecen haber dado importancia a este aspecto. 42 Es probable que hayan asumido que las señoras están acostumbradas a la incomodidad desde niñas, de manera que ésta no sería un problema. N o obstante es m u y probable que si hubiera m á s luz y sobre todo, asientos cómodos la concentración y el rendimiento se elevaran. En todas las sesiones que fuimos la mayoría de las señoras estaba sentada encima de la tierra, sobre mantas o directamente en el suelo. Es cierto que existe la costumbre y que la actitud de las señoras es m u y estoica. N o obstante, es evidente que no están cómodas. Los bebes y los niños constituyen otro problema. Muchas señoras se ven forzadas a llevar a sus vastagos; de meses o de hasta 3 o 4 años. Su presencia es demandante: hay que darles de m a m a r o distraerlos. Es interesante comparar las distintas experiencias. En la zona m á s alejada, pobre y tradicional, Marcawi, es donde encontramos m á s entusiasm o . Pero el ritmo de aprendizaje era ostensiblemente m á s lento. Las señoras se divertían siguiendo paso a paso la propuesta de la alfabetizados: cantaban las canciones, respondían las preguntas, movían las m a n o s , repetían sílabas y frases. Los contenidos apuntaban a una reafirmación étnica y de género frente al m u n d o mestizo y castellano hablante. Algo así c o m o : "nos creen brutas y zonzas, nos maltratan y engañan, pero son ellos los que no saben, son ignorantes e incomprensivos". La idea es que aprender castellano es difícil. Por tanto cuando los mestizos dicen que ellas no aprenden porque son brutas y se ríen de sus fallas y de su acento, no hacen m á s que manifestar ignorancia y una tendencia al abuso. Las señoras no tienen porque sentirse cuestionadas por no hablar castellano, o hacerlo m u y poco o mal. En todo caso se puede aprender y,es m u y útil hacerlo. Pero hay que empezar por saber leer y escribir el propio idioma. Todo este discurso se sitúa a contracorriente del sentido c o m ú n mestizos y criollos. Pero es m u y bien aceptado por las señoras. Después tuvimos la oportunidad de conversar con tres señoras de este grupo. Las tres hablaban castellano debido a que trabajaron c o m o empleadas domésticas en la Costa. Todas tenían mal recuerdo de la experiencia. Eran las líderes del grupo. Estaban m u y contentas con la educación y se encontraban totalmente de acuerdo con que la alfabetización fuera en quechua. La comunidad de Parcotipa está mucho m á s expuesta a la influencia del m u n d o moderno. La distancia entre los alfabetizadores y las señoras es visible en las ropas tan diferentes, también en una actitud de distanciamiento; en la tendencia de los jóvenes a asumirse c o m o maestros. En la sesión hay espontaneidad y las señoras siguen con interés la propuesta de los alfabetizadores. 43 Sin embargo, no hay el entusiasmo que fue tan visible en Marcawi. M á s tarde, cuando conversamos con las señoras, se hizo evidente la importancia del círculo de alfabetización c o m o promotor de una nueva imagen de la mujer, c o m o espacio de reafirmación de los derechos del género femenino. En cambio la reivindicación étnica no parece ser tan fuerte. Por último, el círculo del comedor "La perlita" se encuentra en un medio mestizo. Ahí las señoras son migrantes que tienden a aculturarse, es decir a enfatizar su posición de mestizas remarcando sus diferencias con las mujeres campesinas. El grupo funciona bien c o m o espacio de aprendizaje. N o obstante no hay la alegría de Marcawi, tampoco la mezcla de espontaneidad y concentración de Parcotipa. La eficiencia en el aprendizaje puede ser mayor pero el compromiso de las señoras es m u c h o menor. La actitud de la alfabetizadora es m á s profesional. N o se habla de otra cosa que de aprender. Es visible que para las señoras el grupo tiene una función m u y específica. Logros y límites de la alfabetización Juzgar los méritos del proyecto ateniéndose únicamente a la medida en que las señoras han aprendido la lectoescritura sería parcial y por tanto, injusto. C o m o veremos, el principal logro es haber movilizado a la mujer. N o obstante, es también necesario referirnos a la problemática específica de la alfabetización. La conclusión a la que h e m o s llegado es que las alfabetizadas han aprendido la lectoescritura (en quechua en el Cusco y en castellano en Cajamarca) pero que se trata de un logro precario e insuficiente por si mismo. Precario porque el nivel alcanzado es todavía m u y rudimentario. Las señoras que han finalizado el curso leen pero con m u c h a dificultad. N o pueden hacerlo de corrido. Escribir les resulta todavía m á s difícil. Tendrían que esforzarse m u c h o para escribir, por ejemplo, una carta a un pariente o, el acta de una reunión. A d e m á s se corre el peligro de que este logro pueda desvanecerse por falta de una práctica constante de lo aprendido. Por tanto, para que todo este esfuerzo tenga sentido es necesario plantearse el tema de la continuidad educativa. Hacer de la lectoescritura y el aprendizaje prácticas cotidianas. El problema es m u y distinto dependiendo de las zonas. En las m á s cercanas a las ciudades, que están ya involucradas en la economía de mercado, la lectoescritura es una necesidad; constantemente se debe recurrir a ella con los m á s diversos fines. Ir al mercado, orientarse en la movilidad, leer los letreros. Hay una presión en torno al analfabeto para que 44 aprenda la lectoescritura. En los programas de la ciudad de Cajamarca, por ejemplo, es m u y claro que las señoras están m u y motivadas y que su aprendizaje es satisfactorio. En las zonas apartadas la situación es m u y distinta. La lectoescritura no es una necesidad evidente. N o circulan diarios, no hay letreros. La mayoría considera normal que la mujer sea analfabeta. Por tanto el éxito del proyecto está en lograr que la gente incorpore la lectoescritura a su vida cotidiana. El desafío es diferente según la lengua materna. En el Cusco, la alfabetización en quechua ha sido postulada c o m o un primer paso para el aprendizaje de castellano. Las señoras están contentas y orgullosas de poder leer y escribir en su lengua materna pero están a la espera de aprender castellano. En el caso de Cajamarca las señoras están a la expectativa de lo que puedan hacer con su nueva habilidad. Para el C A D E P , el A P E D y Perú-Mujer, el tema de la continuidad educativa es fundamental. Cada una de estas instituciones lo aborda desde su experiencia, teniendo en cuenta las particularidades de las zonas donde trabaja. Perú-Mujer da énfasis a los talleres de matemáticas en la etapa de postalfabetización. S e responde así a una expectativa m u y presente entre las señoras. Otra iniciativa importante ha sido la constitución de bibliotecas campesinas. S e trata de poner a disposición de las señoras colecciones de libros de fácil acceso a fin de que puedan practicar la lectura. La referencia básica es una colección editada por el Arzobispado de Cajamarca, cuyo objetivo es tratar de recoger y sistematizar el saber campesino. S e reproducen los cuentos y leyendas de la zona, los fundamentos de la medicina tradicional, las fiestas religiosas y las costumbres mástípicas. D e esta manera se entrelaza la práctica de la lectura con el afianzamiento de la identidad cultural. Aunque prometedor, el programa es m u y incipiente. Familiarizar a la mujer campesina con el libro es una tarea difícil que requiere m u c h a constancia. Otra iniciativa interesante y que va en el mismo sentido, es el concurso de poesía popular, de coplas o letras de canciones. S e busca que las señoras practiquen la escritura, rescatando de la oralidad y valorizando, al m i s m o tiempo, expresiones artísticas que podrían perderse. El primer concurso ha generado interés y emulación entre las señoras. Entre las medidas destinadas a injertar la lectoescritura hay que mencionar, finalmente que Perú-Mujer ha diseñado una serie de talleres de capacitación que suponen el uso de la lectoescritura: salud, autoaf irmación, derechos cívicos y el ya mencionado de matemáticas. A P E D por su parte, da mucho énfasis a la producción de materiales. H a publicado, por ejemplo, una colección de adivinanzas en quechua, también 45 una guía de plantas medicinales. Ahora se está elaborando una colección de recetas de cocina en quechua. Otra línea en la que A P E D ha comenzado a trabajar es la producción de periódicos murales con noticias de interés local. Se trata de estimular a las señoras para que participen escribiendo las notas o, al m e n o s , leyendo el periódico. C A D E P ha dado también mucha importancia a la producción de materiales. En este aspecto sobresale la publicación de la historia-de vida de Asunta: "Asunta Kawsayninmanta", en una edición bilingüe quechuacastellano. S e trata de un libro pulcramente editado. La letras son grandes, los párrafos están numerados y debidamente espaciados. Todo ello para facilitar la tarea de los neo-lectores. A d e m á s , el contenido -la vida de Asunta- es m u y significativo. Su vida es testimonio tanto de la adversidad c o m o de la lucha por salir adelante. Casi todas las alfabetizadas podrán reconocer en la vida de Asunta, situaciones y episodios por las que ellas han pasado. Otras publicaciones importantes, aunque no tan cuidadas, son el canto a Tupac Amaru de José María Arguedas y una colección de canciones populares. A m b a s están en quechua. A través de estos materiales se pretende reforzar la identidad cultural, hacer viable un orgullo étnico. Otras propuestas del C A D E P incluye la sugerencia de que las organizaciones de mujeres lleven sus actas en quechua, también que puedan llenar formularios en su lengua materna. Mirando m á s hacia el futuro el C A D E P considera fundamental vincular a los círculos de alfabetización con la escuela. Influir para que ésta se abra a la enseñanza en quechua, para que profesores y alumnos se sensibilicen al valor de la cultura andina, superándose las actitudes etnocéntricas tan frecuentes. Finalmente, hay que mencionar que el C A D E P está investigando la mejor manera de enseñar castellano. Existe ya un artículo m u y importante sobre el tema 3 y actualmente se está elaborando una propuesta. Es pues visible que las tres instituciones enfrentan el mismo reto: ¿ c ó m o dar utilidad práctica cotidiana a esta habilidad de la lectoescritura, tan penosamente ganada? La respuesta es similar: producir textos que recojan la realidad de la mujer campesina, interesar luego a la señoras alfabetizadas para que los lean. ¿Hasta qué punto estas iniciativas tienen éxito? La respuesta no puede ser categórica puesto que cuando se hizo la visita a los proyectos estas iniciativas recién comenzaban a implementarse. 3 'ta enseñanza-aprendizaje de castellano como segunda lengua en los círculos de cultura" Documento elaborado por Andrés Chirinos, lingüista del Cadep. 46 En todo caso no queda m á s que reiterar lo que ya se dijo: introducir el hábito de la lectura en la vida de la mujer campesina es una tarea difícil, que requiere de poder de persuasión y constancia. Sería irreal suponer que ello puede lograrse con la totalidad de las alfabetizadas. Muchas se dan por satisfechas con poder firmar y de vez en cuando, leer aunque sea penosamente algún texto. 47 IV. La dimensión de género y la interculturalidad El concepto de género supone que las diferencias que observamos entre hombres y mujeres obedecen m á s a factores socio-culturales que a datos biológicos. La idea central es que las personas somos constituidas en la interacción social, cuando se nos atribuye un conjunto de rasgos que nos van dando una identidad. El niño tiene que ser fuerte, la niña tiene que ser sensible, piensa la madre. Y actúa en consecuencia: cuando las manifestaciones espontáneas de sus vastagos se ajustan a los modelos culturales, las apoya. D e lo contrario las reprime. Los estereotipos hombre-mujer organizan nuestra sensibilidad; la manera en que nos relacionamos con el m u n d o y con nosotros mismos. Pero la construcción social del género no sólo implica diferencias; la mayoría de las veces supone también jerarquía y dominación. Los hombres suelen tener el poder y las mujeres ocupan una posición subordinada. La elaboración del concepto de género es bastante reciente. Es 49 paralela a la toma de conciencia de lo arbitrario de la subordinación femenina. En realidad esta elaboración ha fundamentado una crítica de la cultura y la sociedad a la par que ha hecho emerger un nuevo horizonte utópico: la posibilidad de redéfinir las identidades de género, eliminando la dominación y superando los constreñimientos mutiladores que supone el actual sistema para hombres y mujeres. Sea c o m o fuere la equidad entre géneros se ha convertido en una ideal cultural m u y presente en la agenda política de actores m u y distintos: partidos, gobiernos, movimientos sociales. Desde luego que en todo esto debe reconocerse el protagonismo de las mujeres. El estudio de las relaciones de género en el m u n d o andino es, en la actualidad, un tema intensamente investigado.4 D e estos trabajos va emergiendo la imagen de un sistema de género donde se integran elementos indígenas, tanto pre-hispánicos c o m o m á s recientes, con otros venidos de la cultura occidental en distintas épocas. En todo caso es clara la existencia de jerarquías entre los géneros pues la m ujer ocupa una posición subordinada. Esta desigualdad está legitimada por la dominación cultural a la que está sometida el m u n d o andino. Es decir, la mujer tiene m e n o s derechos y muchos piensan que ésto es normal porque ella es m á s india. Esto no quiere decir que la subordinación femenina sea simplemente resultado de la dominación cultural del m u n d o mestizo. Pero sí significa que esta dominación la refuerza. La mujer es la m á s identificada con el m u n d o andino. Viste las ropas tradicionales y muchas veces habla sólo el idioma nativo, aún cuando su esposo use las occidentales y sea bilingüe. A d e m á s no suele viajar, los hijos la fijan a la tierra. El hombre mientras tanto suele migrar por temporadas. Finalmente la mujer tiene mucho m e n o s escolaridad que el hombre. En las comunidades la subordinación significa que las mujeres deben atender a sus esposos y a sus hijos. La identidad femenina no se basa en la afirmación de un proyecto personal, es una identidad básicamente relacional. Esto significa que la mujer andina es ante todo madre y esposa y sólo en tercer lugar individuo. N o se le estimula a tomar decisiones por si misma. T a m p o c o las favorece la división del trabajo pues tienen m á s deberes y sus jornadas son m á s extensivas. C o m o hijas están en una situación disminuida. Por lo general heredan sólo la mitad que el varón; a d e m á s su educación tiende a ser postergada, pues no se ve razón para que una mujer estudie. 4 La bibliografía es m u y vasta pero para adentrarse razonadamente en ella es m u y útil la presentación de Carmen Chira publicada por el centro Flora Tristan. También puede consultarse la antología preparada por Marisol de la Cadena para el seminario de estudio "Etnicidad, género y política en América Latina". 50 Muchas veces son dadas por sus padres en matrimonio en la expectativa de constituir alianzas y redes de parentesco. En otras ocasiones son enviadas .como empleadas domésticas a casa de alguna "madrina". En el c a m p o de lo público, no se espera que participe en las asambleas comunales. En conjunto podemos decir que las sociedades andinas tienden a aislar a la mujer, dándole el papel de reproductora de la tradición y base de la estabilidad del hogar. Es claro que muchas mujeres indígenas quieren cambiar esta situación. En todas las entrevistas h e m o s recogido la opinión de que la mujer está "postergada" o "pisoteada". D e ahí que la propuesta del proyecto encontrara circunstancias favorables. La conclusión a la que vamos a llegar es que el principal logro del proyecto es haber cambiado la autopercepción de las mujeres, consiguiendo con ello tanto poner las bases para una transformación m á s equitativa del sistema de género c o m o para movilizara la mujer hacia un protagonismo personal, a un sentido de eficacia de su propia acción. Para que ésto sea posible es m u y importante la dinámica del grupo y el aprendizaje de la lectoescritura. El grupo vincula a las mujeres, eleva la autoestima. El aprendizaje significa el acceso a un conocimiento que les fue negado, un cambio m u y importante en la auto-imagen, superar el rótulo de ignoranteincapaz. La mujer en pie de igualdad Podría decirse que la alfabetización tiene un significado casi "mágico". O en términos m e n o s contundentes pero m á s analíticos, que el saber leer y escribir altera el equilibrio del sistema simbólico sexo/género tradicional en tanto subvierte uno de sus elementos m á s importantes, es decir la mujer demuestra una capacidad que la pone en pie de igualdad, que hace imposible seguir marginándola, que desmiente los argumentos de una ignorancia congenita. En la ejecución del proyecto el C A D E P ha sido la institución que ha manejado una perspectiva de género m á s explícita y coherente. La estrategia estaba encaminada a estimular una organización autónoma de las mujeres que permitiera una mayor participación en el gobierno de la comunidad y c o m o resultado, un incremento en la autonomía personal. El primer paso era el trabajo de reflexión sobre los intereses inmediatos de las mujeres, sobre las necesidades m á s sentidas. T e m a s c o m o la alimentación y el cuidado de los hijos. Él segundo paso consisitía en promover organizaciones-para dar respuesta a los problemas identificados. En un tercer momento se trataba de que las mujeres se descubrieran a sí 51 mismas, que pudieran hablar de la discriminación y el sometimiento del que son objeto. Se preparaba de esta manera el terreno para que, en un cuarto momento, las señoras pudieran plantearse la necesidad de una autonomía personal. Finalmente, el quinto paso significaba la organización de las mujeres en función de lograr una mayor participación, de elevar su status en la comunidad. La propuesta implicó que las mujeres fueran capaces de articular su descontento, que lograran hablar. Para ello ha sido decisivo la dinámica de los grupos. El simple hecho de reunirse es ya una propuesta atractiva para la mayoría de las mujeres campesinas. En contraste al trabajo incesante y monótono del hogar el grupo aparece c o m o espacio lúdico y afectivo. Desde luego que no es fácil que las señoras cuenten hechos personales. Es necesario un clima de confianza que no siempre se logra. La mujer campesina suele ser m u y tímida e insegura cuando está fuera de su familia o de personas de su confianza inmediata. Pero los cambios son posibles. N o hay mejor evidencia de ello que el surgimiento de un liderazgo femenino. Precisamente los círculos de alfabetización han sido los ámbitos donde han surgido estos liderazgos. Pero dejemos la palabra a las mujeres. Presentemos algunos casos que pueden considerarse típicos. Agrípina Alce M e llamo Agripina Alce Palomino, tengo 28 años y he nacido aquí en Yunkaypata. H e ido a la escuela hasta segundo grado, luego seguí en el Cusco porque he trabajado allí, en casa. M e parece bien aprender en quechua porque nosotros hablamos con castellano mezclado, no hablam o s quechua neto. Entonces para que no haya confusión mejor aprender separado. También hablar castellano puro. Las clases de alfabetización son bien bonitas, divertido; nos olvidamos de todos los problemas que tenemos, nos enseñan a jugar. Conversamos de nuestros asuntos, como criar a los hijos, c o m o alimentarlos. H e m o s hablado de limpieza, de planificación familiar. En mi casa m e aburro sola con los animales. En el grupo conversamos c o m o en una comunidad, hay mujeres que tienen m á s cabeza. Con nuestra organización hemos hecho un salón cuando yo estuve de presidenta del club de madres. La madre nos dio ayuda y nosotras hemos puesto material. Los hombres sólo han puesto la m a n o de obra. H e m o s adquirido máquinas de coser. Ahora estamos un poco arriba. Los varones ignoran a las mujeres. N o tenemos ni voz no voto. S e ríen, se burlan. La 52 mujer tiene que hablar con las ollas dicen. Q u e soy bocona dicen; de repente yo tengo un poco de pensamiento. Los hombres han entrado al grupo de alfabetización para ver que pasa. Los viejos no quieren hacerse dominar. Y o m e he educado con mi propio esfuerzo. Mi hijo estudia en el Cusco, tiene 5 años. Acá no es igual porque hablan puro quechua. El mayor se llama Lenin, la menor Karina. Y o trabajo en la chacra, mi esposo es mecánico. A los diez años m e mandaron al Cusco a trabajar como empleada doméstica. Ahí estudié hasta segundo de secundaria. Quiero estudiar m á s quechua, también debe aprenderse matemáticas m a s avanzado en quechua. Yo m e siento m á s cómoda hablando quechua, es m á s fácil, sirve mejor para resolver los problemas que tenemos. 53 María López María López es secretaria de economía de la Federación de C a m p e sinas de Anta. Tiene 38 años. H a nacido en Puno pero está casada con un cusqueño. Por ello vive en Parcotipa. "Yo he crecido en el Cusco, a los 14 años m e junté con mi esposo. Nos vinimos aquí pero ha sido difícil acostumbrarme. Ahora tenemos cuatro hijos. Todos viven en Lima, con mi cuñada, estudian. El mayor tiene 24 años, ya trabaja. La última tiene 13 años y hace dos años que vive en Lima. Los he mandado para que estudien porque aquí no hay buena enseñanza. Ellos no hablan quechua. En el campo no agarramos ni el cuaderno, sólo cocina, chacra, animales; en eso no m á s nos preocupamos m á s . Y o he venido a la alfabetización para aprender. Mi esposo m e dijo que venga. Las señoras quieren aprender para no hacerse engañar, aunque sea para saber mirar la romana. Sirve para ayudar a los niños con sus tareas. Nosotras nos hemos organizado. A nosotras no nos recibían en las asambleas, no nos dejaban hablar. Nos hemos reunido y organizado porque tenemos derecho a defendernos. Cuando había maltratos y abusos e íbamos adonde los guardias o gobernadores no nos recibían, que somos chismosas decían. Para saber nuestros derechos el C A D E P nos ha enseñado y la Sra. Hilaria de la Federación. Las mujeres hemos estado marginadas. Sin derecho a voto. Decían que las mujeres venían a hablar zonzeras. Ahora que llevamos el curso también opinamos, voto también tenemos. Pero muchas mujeres no vienen al curso porque los hombres no quieren. María Domitila Juica M e llamo María Domitila Juica Novoa y soy la coordinadora del comedor popular la Perlita. Mi función es sacar los alimentos, ver la cocina. Dos años tiene este comedor. Funciona en un local prestado pero ya nos vamos a mudar. Se cocina con leña por lo que es mas económico. Es eficiente y la comida es m á s sabrosa. El grupo de alfabetización tiene ya más de seis meses. Primero empezó alfabetización y luego matemáticas. Primero, 3 meses con las analfabetas, luego tres meses todas juntas. El grupo es 43 madres. Muchas están interesadas en un curso dé tejer chompas. Yo estudié hasta quinto grado, pero dejé de estudiar por 17 años. Y a m e acordaba poco. Uno aprende muchas cosas. En muchos aspectos nos sirve. Para poder aprender a hablar bien, no sabemos bien c o m o se habla, tampoco 54 c o m o se escribe. Es importante para la presentación. Pensamos que estamos hablando bien pero no es así. Para poder multiplicar también. Antes no sabía c ó m o llevar las cuentas, tenía que hacerme ayudar. También alguna de las señoras puede llevar las actas. Una se olvida por los quehaceres de la casa, los niños; pero cuando hay cursos una se interesa. Antes ya no cogía un libro, ya no cogía un lápiz; pero ahora nuevamente estamos aprendiendo; es algo bonito, para nuestros hijos poder enseñarlos. La mayoría son personas jóvenes, que todavía quieren aprender... Las señoras de edad también aunque sea por poner su nombre, porque dicen si yo pongo plata también tendré que poner mi nombre. Valorizarnos nosotras mismas. Pensábamos que sólo servíamos para criar hijos. Nosotras d e b e m o s educar a mujeres y varones por igual. Y o soy de Cajamarca, mis padres de Otuzco. El derecho de la mujer es respetarse a sí misma, que la respeten a ella; compartir, que no la hagan de lado por no tener mucho conocimiento, porque la inteligencia no lo da la educación. Hay mucho machismo. Los esposos no querían que viniéramos. Ni siquiera al club de madres porque decían que era puro chismoseo. Yo estoy saliendo adelante, ya no m e dejo tanto, sé c o m o criar mis hijos. Ahora hay préstamos en el comedor, nos prestan plata. Para criar animales pequeños, es una ayuda. Dentro de nosotras hay mucho maltrato. Antes, vivían marginadas entre cuatro paredes: lavar ropas, atender esposo e hijos. Ahora entre mujeres estamos organizadas. T e n e m o s un momento de diálogo entre las compañeras. Una madre no venía, hicimos llamar a la Sra. y nos dijo que su esposo no la dejaba. Q u e iba a venir a perder su tiempo. La directiva fuimos a hablar con él. El señor era un poco ignorante, nos decía viene a perder su tiempo la señora; nosotras le decíamos: no pierde el tiempo, viene a aprender; pero el contestaba, ella ya es mujer vieja para qué quiere aprender. Nosotras le decíamos que ella tiene que aprender para que enseñe a los hijos, sino quien le va a enseñar. Y así el señor se ha convencido. Nos vienen a dictar charlas sobre nutrición. La resistencia de los esposos ha disminuido. M u y importante ha sido el costo económico. El m e n ú vale .30 ctvs. Los alimentos nos los dan. Lo que damos sirve para el combustible. H e m o s aprendido a balancear el menú. Antes pensábamos que el fideo, el arroz era lo mejor. Ahora combinamos alimentos. Las madres saben la importancia del cuyy, pero está un poquito caro. La comida sale a las 12. Dos madres cocinan por día. A una le toca un turno cada quince días. Cada socio trae su depósito y se lleva la comida. C o m e en su casa con sus hijos. Nos dan para preparar 250 raciones. A veces estamos elaborando 220 , 230. Entonces alguien se presenta, tenemos que decidir en 55 asamblea, que de preferencia sea del barrio. Lo aceptamos. También estamos atendiendo particulares pero a otro precio .50 ctvs. En el mercado ya no nos engañan con el vuelto. Y a se sabe cuanto es. Hay algunas que todavía no saben m u y bien. La sra. tiene mucha paciencia, les coge la m a n o para ayudarlas para escribir con ellas. Una sola profesora no abastece. Nos gustaría aprender otras cosas, por ejemplo para formar talleres. Tejidos, bordados. Acá no habido problemas, ha habido unión. Ahora estamos logrando un terreno que nos falta poquito para terminar de pagar. El vaso de leche continúa pero trabajan otras compañeras, todas tenemos derecho de aprender, ya no saco porque mis hijos son ya m á s de seis años. María Fénix Carhuamán Y o soy María Fénix Carhuamán, tengo 38 años y tengo 13 hijos, 8 vivos y 5 muertos. Un año voy yendo al curso. Antes no sabía leer ni escribir. N o conocía escuela. Y o he nacido en Sausal cerca de Trujillo. Mis padres trabajaban en la hacienda, cuando tuve tres años m e trajeron acá; mi esposo es de Tartar, por eso he venido a vivir aquí. Y o escuché que estaban enseñando a escribir y vine; ahora ya sé; m e gusta venir a las clases para aprender m á s . En las compras ya no nos 56 engañan, recibimos así el vuelto completo; ya sabiendo leer sacamos nuestra cuenta y reclamamos el vuelto. A mis hijos les enseño las cinco vocales, c o m o ya conozco, yo les enseño. N o sabíamos c o m o coger el lápiz, la señorita nos ha enseñado. Lo m á s difícil es reconocer las letras, la m á s difícil es la A ; ahora conozco todas las letras. Y o mismo cojo un periódico y leo, si se leer. U n libro de mis hijos, también. Mi esposo se encuentra m á s contento, él ha estudiado hasta segundo de secundaria. N o recuerdo la clase sobre maltrato. Mi esposo, no hay problemas en mi casa, no m e pega ninguna vez. D e repente hay madres que están abandonadas, ellas de repente no vienen. Hay madres que tienen m á s de 50 años, dicen que la cabeza les duele, que ya no quieren aprender. M e gustaría aprender m á s : la multiplicación, la división. La alfabetización ha demorado 9 meses. Todas las sesiones no hacemos clases. A veces hacemos trabajo de huerto. S e pierden clases. Las señoras que vienen a hacer huerto reciben alimentos. También por aprender costura. Todas salimos a huerto porque dan alimentos. Por alfabetización no dan. Recién he escrito una carta a Lima, a mi hermana. Acá ha venido un concurso de coplas. Se está practicando escribir. Comentarios generales En base a estos testimonios y otros que no reproducimos, presentamos algunas conclusiones sobre el significado del proceso de alfabetización para la mujer. Un primer hecho m u y importante es que la decisión de alfabetizarse implica revertir un orden instaurado por el padre. Significa por tanto un atreverse, una afirmación personal m u y importante. Y a antes h e m o s mencionado c o m o las mujeres son postergadas. S e prefiere educar a los varones. En muchos testimonios hay un tono de rencor al referirse a este hecho. Aprender adquiere entonces la significación de rechazar ese orden patriarcal que la marginó de la educación. Es m u y difícil saber la verdadera actitud de los hombres frente a la alfabetización de las mujeres. La oposición abierta no parece ser m u y frecuente. Cuando se presenta tiende a ser sarcástica y se basa en la ¡dea de que la mujer debe estar circunscrita al ámbito doméstico: "la mujer habla con las ollas". En todo caso m á s común parece ser la disuasión, apelando a la edad: "ya estás vieja... para que quieres ... si no sirve para nada". O , apelando a las tareas y los miedos. Así en el día: "primero tienes que terminar todo...". 57 Y en la noche: "es peligroso salir a la calle, algo malo te puede pasar".5 Sea c o m o fuere es m u y raro que una mujer revele la incomprensión de su marido. Algunas veces los hombres se hacen presentes en la clase para fiscalizar a sus esposas. Pero la impresión que nos queda es que el deseo de alfabetizarse es demasiado legítimo c o m o para que pueda haber una oposición total. Los hombres no podrían reprochar a las mujeres su ignorancia si son ellos mismos quienes no las dejan aprender. En este caso el reproche caería sobre los propios hombres, por arbitrarios. Pero la conclusión m á s importante es que círculos de alfabetización cumplen un papel fundamental en el cambio de las relaciones de género. En efecto: para que la situación de la mujer en el hogar cambie es primero necesario que se modifique su rol en la comunidad y para ello la condición básica es la organización femenina cuyo inicio está muchas veces en el grupo de alfabetización. La secuencia es entonces la siguiente: organización femenina -participación de la mujer en la comunidad y revaloración de su imagen- relaciones de género m á s equitativas en el hogar. El reconocimiento social de un rol m á s activo de la mujer facilita m u c h o el cambio en las relaciones de pareja. El hombre ya no se concibe c o m o un "pisado" o un "saco largo". La interculturalidad El problem-. es fundamental y extremadamente complejo. Durante m u chos años la escuela ha divulgado el mensaje de que las culturas indígenas subsisten gracias al atraso y la ignorancia. La única posibilidad de progresar sería la aculturación. Dejar atrás las creencias y costumbres andinas. O , en todo caso, integrar algunos elementos andinos en un mestizaje criollo. La primera propuesta apunta a un etnocidio cultural, a una occidentalización y modernización radical del m u n d o andino. Esta propuesta tiene una larga historia. Empieza en la colonia, con los intentos de la corona española por lograr una redefinición de la identidad de los pueblos indígenas. Continúa hasta el presente, asociada a discursos racistas y/o etnocentristas generalmente profesados por sectores sociales con una vocación excluyente, de m u y poca simpatía por las poblaciones nativas. Pero tan antiguo c o m o el programa etnocida son las distintas varieda5 Estos son los motivos que los esposos usaban para convencer a sus señoras de no ir a las clases de alfabetización, según se encontró en la investigación de Patricia Ruiz Bravo "Señorita, m e duele la cabeza... Las mujeres y los programas de alfabetización" en Debates en Sociología N. 18. Universidad Católica. Lima 1993. 58 des de indigenismo. Desde el inicio, de la república, pero especialmente en el presente siglo, valorar a los hombres andinos y a su cultura significó imaginar un futuro en que ellos no desaparecieran, en que pudieran asimilarse al m u n d o moderno aportando algunas d e sus costumbres, gustos y creencias. Surge así la propuesta del mestizaje criollo. La idea es que los indígenas tendrían que "acriollarse". La cultura criollo mestiza, definida c o m o la variedad peruana de la cultura occidental, representaría el vértice o espacio de integración en que todos los peruanos se encontrarían. Pero a mediados del presente siglo surge una nueva propuesta: un mestizaje de base andino, que signifique no el rechazo de la tradición sino la posibilidad de rescatarla desde una posición de búsqueda del progreso y apertura al m u n d o moderno. Antes que en la cabeza de los intelectuales, esta propuesta nació en los comportamientos de los migrantes. Los migrantes que a partir de la década del 50 llegaron en grandes números a las ciudades de la costa, no abandonaron sus costumbres. N o se acriollaron totalmente. Por el contrario, andinizaron las ciudades. E s sobre esta base que el indigenismo contemporáneo, José María Arguedas en primer lugar, imagina un país pluriétnico y pluricultural, donde coexistieran "todas las sangres". Los hombres andinos no tendrían que rechazar su cultura, tampoco negarse al progreso. Sería posible una integración entre lo moderno y lo andino. La condición básica para este intercambio libre de culturas sería la igualdad y la democracia. Hacer posible mezclas discriminadas. Arguedas y su propuesta de un mestizaje andino es la inspiración del proyecto de alfabetización en lo que toca a la interculturalidad. S e trata de generar ua orgullo étnico, de que los campesinos valoren su cultura, que n o la rechacen o se avergüencen de ella. Es claro que si prima el rechazo, o la vergüenza y el ocultamiento, no v a m o s a tener mestizaje sino acriollamiento. D e alguna manera las tres propuestas están presentes en la mentalidad de la campesina indígena. Ello significa que su actitud hacia su cultura y por tanto hacia sí misma, es fundamentalmente ambigua. La dominación cultural dificulta una sana autoestima. Muchas veces ha absorbido el discurso colonialista casi sin contrapesos y se siente inferior. "No valgo nada, quiero que mis hijos sean algo, quiero que estudien". La posición m á s radical es impedir que sus hijos aprendan quechua. Separarse de ellos, enviarlos a la ciudad en la idea de que se eduquen bien. Remitirles alimentos con gran esfuerzo. Privarlos y privarse de su afecto. Se compensa pensando con satisfacción quesu sacrificio está abriendo las puertas del progreso a sus vastagos. Algún día ellos lo reconocerán. N o obstante se trata de una opción extrema. 59 La autoestima étnica En el otro polo están las mujeres que si logran desarrollar una autoestima étnica. Pero este sentimiento no aflora tanto en discurso verbal sino sobre todo en la conducta y en los gestos. Está presente, por ejemplo, en la vitalidad y desenfreno con que se baila, o en la facilidad con que se juega y se ríe. El proyecto, especialmente el C A D E P , se propuso reforzar el orgullo por la propia cultura. Para ello se procura de que el indígena se piense c o m o protagonista de una sociedad que ha logrado grandes conquistas, c o m o hablante de una lengua valiosa y sofisticada. En este sentido se ha logrado un paso m u y importante: las señoras han aceptado alfabetizarse en quechua. N o sólo porque se las ha convencido de que para aprender castellano es primero conveniente dominar la lectoescritura en quechua, sino también porque se ha reivindicado el valor de su lengua materna ante sus propios ojos. La constatación de que el quechua puede escribirse es reveladora, llena de orgullo a las señoras. A partir de ahí m u c h a s dicen que quieren hablar bien el quechua, lo quieren hablar puro, no mezclado. Las que conocen español dicen que el quechua sirve mejor para expresar los afectos. S e trata de expresiones de un incipiente orgullo. Otro hecho importante es que los promotores y alfabetizadores reivindican la calidad de actos culturales para las fiestas y expresiones costumbristas. El cambio de nombre no tendría mayor importancia sino estuviera unido a una superación de la vergüenza. En efecto, desde una perspectiva colonialista las fiestas eran calificadas de "borracheras" o "gastos insensatos"; en todo caso costumbres bárbaras que perpetuarían la pobreza y el atraso. En síntesis: en lo que se refiere a la interculturalidad lo logros son incipientes pero m u y significativos. La aceptación del quechua, el orgullo por las propias expresiones culturales, constituyen pasos fundamentales en la resistencia al discurso colonialista. Es claro que en todo esto la alfabetización y sobretodo la actitud de los promotores, cumple un papel m u y importante. En efecto, m u c h o de este orgullo está patente en los propios campesinos, especialmente en los momentos m á s reafirmativos de la vida andina: las fiestas, el baile, las bromas y el humor. Pero de todas maneras este orgullo está interferido por el discurso colonialista que se interioriza c o m o baja autoestima. En la alfabetización se ofrece a los indígenas valoraciones que reivindican su cultura. Valoraciones presentadas por los promotores; es decir por personas que critican ese m u n d o de donde viene la dominación y el 60 desprecio. Entonces resulta que la niña indígena que pronuncia mal castellano no es incapaz, c o m o siempre se dijo; sucede que el profesor es insensible y le exige sin darse cuenta de sus posibilidades. Por tanto las humillaciones y castigos no son justos. S e crea así una actitud crítica, una posibilidad de mayor autoestima. ¿En q u é medida estas defensas son eficaces? La pregunta es m u y amplia y fundamental y espera una respuesta. En cualquier forma una cosa es segura: a pequeña pero efectiva escala un proyecto c o m o el que c o m e n t a m o s es una contribución a que ese mestizaje que es aún promesa, se convierta en realidad. Las principales conclusiones de este estudio son las siguientes: N o está comprobado que la alfabetización sea un logro importante e irreversible. Es posible que la mayoría de las señoras se olviden (nuevamente) de lo que han aprendido. O que le den una mínima utilidad. La única manera de garantizar el provecho de la nueva adquisición es integrando la lectoescritura en la vida cotidiana. Las instituciones tienen conciencia de esta situación y han diseñado estrategias de post-alfabetización prometedoras. Es m u y claro que la alfabetización tiene un impacto m u y importante en las relaciones de género. El círculo de alfabetización es un espacio cálido que permite la elevación de la autoestima. El propio aprendizaje, de otro lado, significa romper con la idea de la mujer c o m o inferior o incapaz. D e esta manera se crean condiciones favorables para la participación de la mujer en el gobierno de la comunidad lo que, a su turno, facilita los cambios en las relaciones de pareja, en la vida cotidiana. Este proceso de cambio, hacia una mayor equidad en el sistema de género, parece ser irreversible. En cuanto a la interculturalidad los logros son visibles y prometedores, pero m u y incipientes. A d e m á s no es claro de que manera el cambio en el sistema de género afectará la autonomía cultural y el orgullo étnico. El problema no ha sido aún planteado pero merece una atenta reflexión. En efecto, hay cierta tensión entre el objetivo de lograr la equidad de género y el objetivo de estimular la autonom ía cultural y el orgullo étnico. En efecto una de las pautas m á s características de la cultura andina es un sistema de género que implica jerarquía y dominación. N o obstante, el proyecto y las instituciones apuntan -simultáneamente- al cambio de este sistema pero al reforzamiento de la cultura. 61 Bibliografía Bachaus, Annette. La dimensión de género en los proyectos de promoción de la mujer: necesidad y reto. Fundación N a u m a n n . Lima 1988. Chira, Carmen. Bibliografía, la mujer rural en el Perú. Ed. Flora Tristan. Lima 1989. Chirinos, Andrés. 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