Y ahora vamos a tomar el té

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Horacio Cervieri Beltrán
Lic. en Psicología- Nº Col. CV09714
“… y ahora vamos a tomar el te.”
Imagínese usted que es invitado a tomar el te y a la hora de servir,
de la tetera no sale nada, pero el anfitrión incluso calcula la
capacidad de la taza para no desbordarla.
En esa mesa también hay unas ricas confituras que
alternativamente los invitados van degustando, pero al momento de
tomar una, nuestro índice y pulgar se juntan sin que entre ellos
medie ningún tipo de sustancia.
Sin duda usted pensará que le están tomando el pelo, o que es una
situación que no tiene ningún sentido o es simplemente
disfuncional.
Pero esto no nos llamaría la atención si consideramos esa situación
donde los actores tuvieran menos de diez años.
Cuando los niños hacen que beben de una taza vacía, cuando
representan al gato cuando dicen “miau”, o dicho de otra manera su
concepto de él, en estos momentos están aplicando sus primeros
símbolos.
Es un paso enorme que nos diferencia del resto de los animales ya
que a través de ellos se están integrando al universo simbólico que
les permitirá pasar de lo natural a lo cultural.
Así estos gestos simbólicos como también las palabras (que
también son símbolos) remiten a algo que va más allá de la propia
acción y de la propia palabra.
Comer de un plato vacío para un perro, es un acto que no tiene
ningún sentido y resultaría inútil.
Para el hombre simbólico representa un significado que tiene una
cierta función, en este caso de juego o una función de
comunicación.
Imagínese un llanto o un grito de un bebe recién nacido.
¿Qué sentido tiene un llanto o un grito?
Tomado aisladamente un llanto o un grito no significan nada.
Pero cuando la madre o su cuidador, responde al llanto o al grito
dándole el pecho, está transformando éste símbolo o significante en
una demanda, en un pedido.
Entonces en el niño se crea una ligazón o una dependencia de ese
otro materno, ya que es el lugar donde sus significantes, (gritos,
llantos, palabras o balbuceos) que en sí no significan nada,
adquieren una significación o un sentido.
El sentido está referido directamente con las necesidades
corporales, pero viene del otro materno.
Esta es la manera en que entramos en el universo simbólico o dicho
de otra forma en el lenguaje. Usamos símbolos para comunicarnos
con el mundo.
Las palabras se oyen, del mismo modo que se ve la acción de
beber de una taza vacía.
Esas acciones externas de carácter significante, se interiorizan,
convirtiéndose en instrumentos que usamos para pensar y
comunicarnos con nosotros mismos.
Beber de una taza llena o llamar por teléfono a una amiga, son
actividades funcionales pero no son simbólicas. Por el contrario el
niño realiza una acción simbólica cuando come de una cuchara
vacía o cuando sopla un mechero apagado.
¿Para qué realiza estas acciones que mirándolo objetivamente son
sin sentido?
El niño realiza estas acciones simbólicas para representar objetos
ausentes con una función de comunicación o de juego.
A través de los símbolos nos comunicamos con los demás y con
nosotros mismos.
Ahora, ¿que pasaría si ese llanto o ese grito no obtienen respuesta,
si el otro materno no responde, o responde a su antojo?
Si la madre responde a su antojo, entonces ese pecho que colma la
necesidad, se trasforma en un don, que puede hacerse presente o
puede no estar. Hasta el momento el grito era seguido del pecho
materno, cosa que el niño seguramente lo tomaba como algo que
debía ser así, pero desde el momento en que eso no sucede, o
pasa un largo espacio para que suceda, entonces se crea en el niño
la representación tanto de la presencia como de la ausencia y
desde ese momento la presencia del pecho que lo alimenta toma
una doble significación ya que colma su necesidad de alimento y
además significa una presencia favorable.
Este movimiento por llamarlo así, llega a tal punto en donde la
presencia es suficiente sin que se haga presente el alimento.
De esta manera esa presencia de la madre que actúa como un
agente al dar el alimento, se transforma en un símbolo y el alimento
un significante de su presencia favorable.
Los adultos tienden a interpretar las conductas de los bebés como
acciones significantes, cuando aún no lo son desde el punto de
vista de los bebés.
En la medida en que los objetos o acciones puedan ser evocados
sin estar presentes, se cuenta con las condiciones necesarias para
realizar acciones significantes para comunicarse, representando así
esos objetos o acciones.
Al decir la palabra “gato”, nos imaginamos inmediatamente un gato
el cual no necesita estar presente. La palabra gato es un
significante, es una palabra compuesta de signos la “g”, la “a”, la “t”
y la “o”.
Más adelante hablaremos que no todo puede significarse, que hay
cosas que no pueden ser nombradas ni imaginadas, que
corresponden a un dominio del cual no queremos saber nada.
Estas cosas de las cuales no queremos saber nada son los
contenidos reprimidos.
A modo de introducción diremos que la represión es una operación
por medio de la cual el sujeto intenta rechazar o mantener en el
inconsciente representaciones (pensamientos, imágenes,
recuerdos) ligados a una pulsión.
La represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de
una pulsión (susceptible de procurar por sí misma placer) ofrecería
el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias.
Esto será tema de otro artículo.
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