¿Será la artesanía la última revolución? El mundo cambia tan

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tendencia
Amigurumi, técnica
japonesa para el ganchillo
tridimensional,
de La Princesita, con el
nombre de Conejita
Pompón. En la página
siguiente, bol vegetariano
de Le Petit Paquebot.
¿Será la artesanía la última revolución?
El mundo cambia tan rápido que hasta lo naíf
puede convertirse en subversivo y las labores,
en activismo. Eso sí, con mucho humor.
El ganchillo o croché es una de esas aficiones
que han abandonado la mesa camilla para
tomar la calle, en acciones urbanas que dan voz
a reivindicaciones estéticas, sociales y políticas.
YO DONA es testigo de esta nueva ola.
p o r BEGOÑA DONAT
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De arriba abajo: Cupcakes, de Crochette.
Gafas, de Le Petit Paquebot. Broche, de Chica
de la canela. Amigurumi, de Kawaïcloud.
as labores de punto se han sacudido el polvo de la tradición
para inspirar a una nueva generación impelida por la filosofía del
do it yourself. En todo el mundo, miles de personas están recuperando las agujas o aprendiendo a tejer desde cero. Fundas
para bolardos, grafitis, pastelitos de fresa, cactus, gafas de
sol… Cualquier objeto, por variopinto que resulte, tiene su traslación a la técnica centenaria del ganchillo, ya sea con ánimo lúdico o con visos de reivindicación política o social. Esta mirada
contemporánea a una expresión atávica también ha arraigado
en España, donde proliferan los talleres de croché y las quedadas colectivas, con Barcelona como punta de lanza y enclaves
como All you Knit is Love y Duduá. Pero las picas se multiplican en Madrid (La
Casita de Wendy, Black Oveja), Bilbao (Artileak), Málaga (La Magia del Melón, Fabrik), Valencia (Valencia Knits) y Alicante (Espacio CAMON).
El revival neoartesano no significa tanto un salto generacional como una confluencia
intergeneracional. Una muestra de ello es la firma especializada en complementos
hechos a mano Chica de canela. Tras un nombre tan evocador se parapeta Lucía
Dorado, de Lugo, que con tesón, olfato empresarial y la inestimable ayuda materna
ha conseguido proyección internacional. «La verdad es que apenas sé ganchillar,
pero tengo una persona a la que recurrir cada vez que se me ocurre una idea: ¡mi
madre! Ella es la responsable de todos los prototipos de croché. Como tiene mucha
técnica, no necesita patrones, así que puede convertir cualquier idea en papel en
una miniescultura en un abrir y cerrar de ojos. Ya hemos hecho setas, corazones, lazos, pasteles, vestidos de muñeca, gallinas, peces, casitas... ¡de todo! Y utilizamos
cualquier clase de hilaturas, desde el perlé de algodón, hasta cuerdas o rafias.»
Otro ejemplo es Crochettes, marca catalana para la que Alicia Roselló y Nuria Brunet realizaron un casting de señoras mayores a las que emplean para completar su
catálogo de cactus, hamburguesas con queso y cupcakes en amigurumi.
Amigos del ‘amigurumi’
El palabro en cuestión alude a una técnica japonesa de ganchillo tridimensional
que causa furor. Tanto es así que en agosto se celebra, en el espacio social de
la CAM de Alicante, CAMON, el II Encuentro Nacional de Amigurumi. El éxito de la
primera edición llevó a su organizadora, Helena Vicente, a impulsar encuentros
mensuales, en los que surgen ideas colectivas como el proyecto Matrioska, que
en febrero unió a las participantes en la confección de una muñeca rusa gigante...
Los amigurumis comparten la cualidad de ser adorables y, en su versión más
edulcorada, incorporan ojos, naricillas, botones, lacitos, bordados y abalorios que
les dan un aire naíf, como los osos panda, nubes, tostadas y pastillas de la canaria Pati Kawaïcloud. Aunque lo habitual es modelar iconos pop, de Mario Bros y
Hello Kitty a Bender (Futurama), animales o plantas, los filoasiáticos optan por la representación de platos de cocina nipona, como las piezas de sushi o shaomai de
La Princesita, de Málaga; los más castizos ofrecen su versión de la gastronomía
patria como el gazpacho y el pionono de la diseñadora gráfica Terelo, de Granada,
o el cochinillo y el huevo frito con patatas, de la tienda online Le Petit Paquebot.
En el ejercicio del amigurumi, Lidia García de Lamo (Le Petit Paquebot) aconseja el
uso de agujas japonesas: «Hacen que no tengas que apretar los dedos para coger
el gancho, por lo que te cansas mucho menos y no perjudicas tanto tus huesos. Es
casi imposible conseguirlas en España, yo las compro en Ebay o en las tiendas especializadas Etsy y Rwanda», detalla. En su faceta más artística, Lidia trabaja bajo el
sobrenombre de Lidia G. Entre otras colaboraciones, fue una de las seis concursantes seleccionadas por la revista canadiense Color Magazine para customizar unas
zapatillas Vans, y en el pasado Festival de Cine Rizoma, en Molinicos (donde se rodó Amanece que no es poco), organizó un taller para sacar el ganchillo a la calle.
«Toda la ropa
de croché que
compras está
hecha a mano y es
única», defiende
la canadiense
Danielle Kassner,
alias ‘Lara Croft’.
La divulgación del croché alcanza su cénit el Día Mundial de Tejer
Punto en Público, que se celebrará el 11 de junio. Con motivo de
la festividad, en Barcelona un grupo de tiendas de punto planea
concentrar a sus clientes en la Plaza de España, mientras que en
Bilbao la cita será en el Arenal.
Lana-terapia
El punto se ha convertido en la nueva terapia de moda, ya que
combina el entretenimiento con la relajación. En Hollywood, actrices
como Catherine Zeta-Jones o Sarah Jessica Parker se exhiben en
público hablando de los beneficios de su nueva afición. Y es que tejer ha sido comparado con la meditación por sus cualidades desestresantes. En los últimos tiempos, se habla del punto como el nuevo yoga, un antídoto frente a la adicción al trabajo y el ritmo de vida
occidental. «Soy una persona bastante nerviosa, y descubrí que tejiendo me relajaba mucho y me ayudaba en la concentración»,
constata Saurina, de All you Knit is Love. El caso de este aficionado
de nuevo cuño es un ejemplo de que la acotación del punto y la
costura al género femenino se está franqueando. «Doy clases para
principiantes y aquí vienen chicos. No obstante, los prejuicios existen. Frente a la tienda pasa mucha gente y si me ven tejiendo, hay
turistas que se paran a hacer fotos. Barcelona ya no tiene a Copito
de Nieve, pero sí a un hombre que hace ganchillo», bromea. Entre
los cortos a concurso en la novena edición del Festival Jameson
Notodofilmfest se seleccionó una pieza llamada Cuki Colorinchi
Evolution, en la que, con mucha chanza, un crochetista enmascarado relataba la adicción que le había provocado la asistencia a un
curso de ganchillo. El personaje en cuestión es un enamorado real
de la técnica, pero no deja de tratarse de una rara avis.
La Ciudad Condal acogió en marzo una guerrilla de ganchillo que
reivindicaba, precisamente, la incorporación masculina. Los organizadores, Duduá, Ganxxxillo Freestyle, Crochettes y Extraradi de
ComRàdio, amenazaban con encadenarse a las puertas de la
Generalitat si en tres días el porcentaje de hombres dedicados a
Imágenes de la acción ganchillera de Graffitricot en el barrio barcelonés
de Poble Sec, liderada por la craftivista estadounidense Cat Mazza. Tuvo
lugar el pasado mes de abril, en el contexto del festival The Influencers
del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
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las labores no subía del 0,2 al 0,7%. Los convocados acudieron pertrechados
de barbas de croché en una celebración del ganchillo unisex.
De arriba abajo:
Matriuskas, de Le
Petit Paquebot. Helena
Vicente, organizadora
de las actividades de
amigurumi en Camon,
Marina Granell y
Carina Sevilla, madre
de Helena. Un pastel,
de Crochettes.
Colgante de Chica
de la canela.
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‘Urban Knitting’
Aunque tímidamente, entre las arañas españolas empieza a despuntar una vena
subversiva y reivindicativa. Las guerrillas knitting persiguen la humanización de la
ciudad a partir de la realización de trajes a medida para el mobiliario urbano en
acciones espontáneas. El proyecto pionero, Knitta Please, se originó en Houston,
y sus miembros han asumido la responsabilidad de vestir el Puente de Brooklyn
y la Muralla China. La capital del Turia ya consta de un colectivo clandestino,
Urban Knitting Valencia, quienes, desde su blog, apuntan que se trata de un proyecto «de guerrilla-artística-callejera que, además de alegrarnos la vista, hace que
algunos de estos aburridos elementos urbanos tomen vida, que nuestras calles
sean más acogedoras y, como mínimo, arranquen una sonrisa al transeúnte». El
grupo regaló el 8 de marzo, con motivo del Día de la Mujer, un bolso de lana a la
menina de Manolo Valdés ubicada en la céntrica calle San Vicente. Y en diciembre tejieron un jardín en la valla de la Estación del Norte, «para dar calidez al invierno». «Lo que vemos es una nueva cara del activismo emprendedor, que tiene
menos que ver con los actos violentos y más con la crítica estética. Se trata de
una denuncia constructiva. Los nuevos crafters lo hacen construyendo, organizando campos de pensamiento y acción, compartiendo conocimientos y técnicas, creando redes, que son las que dan libertad, como dice J. Riechmann. Si los
nuevos activistas van a ser los próximos pequeños grandes héroes de nuestras
sociedades es porque generan nuevos ámbitos de expresión y espacios comunicativos que intentan definir un nuevo estilo de vida», destaca el sociólogo Miguel
Fernández de Molina en su blog Señales Débiles.
En una reivindicación más social, la guerrilla de Barcelona, inspirada en el movimiento guerrilla gardening, extendió en febrero en la Placeta de Sant Francesc
una alfombra verde para reclamar más parques y jardines en el centro urbano.
En esta misma línea, las asistentes a los encuentros en CAMON han programado para septiembre una acción en una zona degradada de Alicante para poner
de manifiesto la necesidad de su acondicionamiento. «Son acciones reivindicativas realizadas desde un planteamiento ecológico, porque ni contaminan ni
ensucian», argumenta Helena Vicente.
Igualmente, Bilbao se prepara para un despliegue de lana y de color a la vuelta
del verano. Entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre, en el contexto de la convocatoria de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento vasco Jet Lag Ideak, se
ha programado una acción Urban Knitting. «Aquí gusta mucho el cemento,
es una ciudad bastante gris, así que queremos dejarla bonita. Vamos a tomar la
zona del Museo Marítimo y a decorar las anclas con unas redes inmensas de
ganchillo. También aprovecharemos la proximidad de un negocio de alquiler de
bicis y forraremos bicicletas y patines, para después animar a la gente a vestir
bancos, bolardos y farolas con los colores del arco iris», concreta Anuska Cosgaya, miembro de Artileak, impulsores del proyecto. El colectivo tiene previsto ir
caldeando a la ciudadanía con quedadas semanales en BilboRock que irán
acompañadas de pequeñas incursiones de guerrilla lanera.
Mentora internacional
En abril, en el contexto del festival The Influencers del CCCB, visitó Barcelona la
craftivista estadounidense Cat Mazza, quien coordinó una acción ganchillera de
graffitricot en Poble Sec. Esta artesana del siglo XXI es la fundadora de microRevolt, que desde 2005 conjuga el punto, la investigación histórica y las redes sociales en un intento de despertar discusiones sobre la transformación de la economía
«Vamos a decorar las anclas con unas redes inmensas de
ganchillo.» Anuska Cosgaya, de Artileak (Bilbao)
De izq. a dcha.: Servicio de té,
de Le Petit Paquebot. Gazpacho amigurumi,’ de Terelo.
yodona.com El desternillante vídeo de Cuki Colorinchi, en nuestra web.
Croché
por ciudades
BARCELONA
All You Knit is Love:
Tricoteca situada
en la calle Barra de Ferro, 8.
www.allyouknitislove.com
Duduá:
Cafetería y Galería Cosmo,
en la calle Enric Granados, 3.
www.duduadudua.com
MADRID
La casita de Wendy:
Paseo de las acacias, 30.
www.lacasitadewendy.com
Black Oveja:
blackoveja-blackoveja.blogspot.com
Peseta:
Calle Noviciado, 9.
www.peseta.org
BILBAO
Artileak:
artileak.blogspot.com
MÁLAGA
La magia del Melón:
lamagiadelmelon.
blogspot.com
VALENCIA
Valencia Knits:
valencia-knits.blogspot.com
ALICANTE
Espacio CAMON:
www.tucamon.es/
PRÓXIMOS
TALLERES
Duduá
Cursos de ganchillo
y amigurumi (junio):
Ganchillo freestyle para
principiantes.
Amigurumi, 1 (necesario
saber cadeneta
y punto bajo).
Precio: 40 euros por taller.
Plazas limitadas.
Cursos de tricot
para principiantes:
Miércoles 1/8/15 junio
de 18 h a 20 h.
Jacquard, dibujar
en tricot:
(Necesario saber derecho,
revés y canalé.)
Precio: 45 euros, las tres
clases. Plazas limitadas
Pasaporteras en Peseta
Miércoles 25 de mayo,
de 17 h a 20 h.
Bordado de fantasía con
Misako Mimoko: 35 euros,
con material incluido.
Bordado con la aguja
mágica:
Precio: 35 euros, con
material incluido.
Decoración de cupcakes
con I Love Muffins:
Domingo 22 de mayo,
de 17 h a 20 h. Precio:
40 euros, con material
incluido.
Monederos con Mia:
Viernes 20 de mayo,
de 17 h a 20 h. Precio: 40
euros, con material
incluido. Plazas limitadas.
FOTOS: D.R
global y la feminización del trabajo manual. Su aplicación informática Knitpro 2.0, que permite convertir en patrón cualquier imagen digital, se alzó con el Premio Digital Communities en Ars
Electronica 2005. Entre sus hitos se halla el proyecto The Nike
Blanket Petition, una reivindicación de leyes laborales justas para
los trabajadores de la multinacional Nike. La iniciativa consistió en
el tejido conjunto de una manta de 4,5 m de ancho que recreaba
el logotipo de la marca. La frazada XXL estaba conformada por
la suma de pequeños cuadrados de punto facilitados entre 2003
y 2008 por comunidades y particulares de más de 30 países. El
resultado fue expuesto en una galería de Estambul, próxima a
una fábrica de la casa deportiva.
Cat Mazza también ha practicado el activismo antibélico, espoleando a las mujeres y las prometidas de los soldados estadounidenses
destinados a Afganistán a realizar pasamontañas para enviárselos a
los miembros del Senado. En 2007, su trabajo fue reseñado por la
teórica estadounidense del movimiento crafts&arts Sabrina
Gschwandtner, en su libro KnitKnit: Profiles and Projects from Knitting’s New Wave. «La ansiedad provocada por el contexto político
y económico, la excesiva computerización, el ritmo acelerado de las
sociedades occidentales, la guerra, la proliferación de la tecnología
y el consumismo desaforado han derivado hacia la recuperación de
la artesanía como hobby», reflexiona la autora.
Los adeptos a la neoartesanía han detallado un manifiesto en el que
se reivindica el trabajo manual como acicate para revitalizar la achuchada economía. El craftifesto es una reacción frente al consumismo desaforado y un emplazamiento al poder de la comunidad en
oposición al dominio de las corporaciones multinacionales. Existe,
incluso, una película que recoge el advenimiento de esta nueva ola
en EEUU, Handmade Nation, de la artista Faythe Levinson. El largo
documenta la eclosión de un movimiento inspirador, que alienta la
reinvención de los modelos tradicionales.
Este arranque de década asistimos a una llamada, en suma, a
cambiar el mundo con las propias manos. O ganchos. yO
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