AUTOR: Jahn, Alfredo

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J. B. BOUSSINGAULT
1802 -1887
Hemos traído a las paginas de esta Revista el interesante relato de una ascensión a la Silla
de Caracas por el eminente Químico y Agrónomo francés J. B. Boussingault en enero de
1823, la segunda que se ha realizado a la cumbre de nuestra famosa montaña1. La dirección
de Cultura Venezolana ha querido ilustrar este relato, que hemos traducido de las Memorias
de Boussingault, con un retrato del sabio viajero, hecho durante su estadía en Colombia por
su compañero y compatriota Roulin, el mismo que luego trazara el perfil del Libertador que
se ha hecho clásico en el mármol de Tenerani, el bronce de Tadolini y el oro y plata de
nuestras monedas.
Nos ha parecido oportuno ofrecer algunos ligeros rasgos biográficos del ilustre francés y
dar a conocer algunos documentos que se relacionan con su actuación en la Gran Colombia
y en sus relaciones con Humboldt. Entre estos últimos figura una carta del Libertador para
Humboldt, la cual pone de manifiesto el altísimo concepto que el sabio y su obra
civilizadora merecían al héroe suramericano.
Nació Jean-Baptiste, Joseph-Dieudonné Boussingault en Paris el 2 de febrero de 1802 y allí
murió el 12 de mayo de 1887. Fue su padre un antiguo militar que abandonó el servicio
para establecer un pequeño comercio de víveres y servir un expendio del estanco de tabaco
y su madre Elisabeth Münch, alemana, hija del burgomaestre de la ciudad de Wetzlar en
Hessen-Nassau. Terminados sus estudios superiores en la Escuela de Minas de St. Etienne,
fué contratado por el Gobierno republicano de Colombia para fundar una escuela de
Ingeniería en Bogota. Embarcóse en compañía del peruano Mariano de Rivero y ambos
arribaron a La Guaira el 22 de noviembre de 1822. Después de casi diez años de
permanencia en Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, salió de Cartagena el 11 de julio de
1832 rumbo a Nueva York, donde desembarcó el 7 de agosto del mismo año para
continuar, poco después, el regreso a su patria.
En 1839 fué nombrado Miembro del Instituto do Francia, después de haber regentado la
cátedra Química en Lyon por varios años, En 1841. y 1844 público con Dumas su Essai de
statistique chimique des etres organisés,” en 1844 Economie rurale (2 vol.), la cual
apareció nuevamente en 1860-1884 bajo el titulo: “Agronomie, chimie agricole et
physiologie en 7 volúmenes. Vivió largo tiempo en su estancia agrícola de Bechelbronn,
cerca de Weissenburg (Alsacia) y allí escribió sus Memorias de química agrícola y
fisiológica en 1854, la Fosse a fumier en 1858 y Etudes sur la transformation du fer en
acier par la cémentation (1875).
Sobre su misión en Venezuela y los otros países que componían la naciente República de la
Gran Colombia, dice el mismo Boussingault en las paginas 167 y 168 del tomo I de sus
Memorias:
1. La primera ascensión a la Silla de Caracas fue realizada por Humboldt y Bonpland el 2 de Enero de 1800.
“Antonio Zea tenía, entre otras, una misión especial: la de enviar a Colombia jóvenes
instruidos para fundar en Santa Fe de Bogota un establecimiento científico, una Escuela
especialmente destinada a formar Ingenieros civiles y militares.
Zea era un botánico hábil, amante de las ciencias. Bolívar había vivido lo bastante en
Europa para comprender la ventaja que su país sacaría de semejante institución.
Para reclutar jóvenes sabios y resueltos, Zea se puso en relación con un joven peruano,
Mariano de Rivero, nativo de Arequipa y discípulo de la Escuela de Minas de Paris.
Fue por intermedio de Voltz, creo, que M. Berthier, mi enemigo, me propuso, a nombre de
Zea, que entrase en el servicio de Colombia.
Se me ofrecieron siete mil francos de sueldo, un grado en el cuerpo de Ingenieros
correspondiente a este sueldo, y mi traslado a bordo de un barco de guerra. Yo debía firmar
un contrato por cuatro años.
Había volcanes activos en los Andes; yo no conocía sino los extintos de Auvergne, no
vacilé en intentar la aventura.”
Humboldt le conoció en Paris y mostró el más vivo interés por su viaje. Le dió toda clase
de instrucciones sobre los asuntos que convenía estudiar en estos países, le proveyó de
instrumentos y de cartas de presensación para el Libertador. El mismo Boussingault nos lo
refiere así en las páginas 187 y 188 de sus Memorias: Humboldt era infatigable en su
empeño de serme útil. Me escribió una nota de instrucciones, de la cual he sacado gran
partido... Me dió una carta de recomendación para el General Bolívar en la que hacía de mi
un personaje, exageración dictada por un noble sentimiento. La carta comenzaba así: “Al
dirigirme al primer Magistrado de una República, de la cual sois el fundador”... y luego se
extendía en elogios a mi persona. Saque copia de esta carta que deje a mi hermana, copia
que para mi gran disgusto se ha extraviado. En cuanto a la carta, no pude entregarla al
General Bolívar sino con mucho atraso, por causa de circunstancias de la guerra. El me
expresó su descontento por mi negligencia e inmediatamente me nombró en un cargo
importante: Director de una Escuela Militar. No acepte estas funciones, no por modestia,
sino por la convicción que tenía de no poder desempeñarlas. Sin embargo, no rehusé
directamente y espere los acontecimientos para hacerlo. Nunca debe decirse rotundamente
no a los poderosos de la tierra...”
Cuanto eran el cariño y el interés de Humboldt por Boussingault, se desprende de la
siguiente carta que le dirigiera desde Paris el 21 de agosto de 1822, poco antes de
abandonar Boussingault el viejo Continente. Dice asi:
“Lo atormento con mis cartas, querido y excelente amigo, pero quiero darle, antes que Ud.
se embarque, este último testimonio de mi amistad y de mi recuerdo. He recibido ayer una
carta del General Bolívar, de la cual tengo el impudor de remitirle copia. Es en extremo
halagadora y lo es tanto más, cuanto que hace quince años no he escrito al General y yo
podía estar un poco inseguro sobre el efecto que podrían producir las cartas que he dado a
usted. Vera usted que esta incertidumbre ha cesado del todo. El hombre que
espontáneamente me escribe esas líneas lo recibirá como yo lo deseo. Es para mi muy
importante de estar tranquilizado a este respecto, porque ello contribuirá, yo lo espero, a
facilitar la vida de usted en ese otro mundo.
Rivero me ha escrito una carta muy amable y llena de cariños por usted. Por su carta he
visto que usted le había hablado de las precauciones tomadas por mi para ofrecerle a usted
algunos miserables fondos en Amberes. A fin de evitar todo mal entendido, toda sospecha
de lamentaciones de su paste, he repetido a Rivero, lo que es la exacta verdad, que este ha
sido asunto enteramente espontáneo de mi parte, que su carta de usted no decía una sola
palabra fuera de la incertidumbre de verse mucho tiempo solo en una ciudad donde no
conocía a nadie. Espero, querido amigo, que usted habrá perdonado mi actitud de enviarle
esos fondos, en virtud de ser obra de mi celo y mi cariño por usted.
Bien sabe usted como le soy afecto y cuanto me preocupaba la sola posibilidad de verle un
momento en apuros. Hoy hemos enterado a Mr. Delambre, Mr. Fourier será sin duda el
Secretario perpetuo, porque Mr. Arago, que reuniría la mayoría de votos, no se preocupa de
ello. ¿Ha dado usted sus órdenes para recibir en Santa Fe los Anales de chimie y su
continuación? Disponga usted de mí.
Es posible que usted lea pronto en los periódicos que yo acompañaré al Rey de Prusia al
Congreso de Verona y en su viaje a Nápoles. Esto no me alejará de mis trabajos sino pocos
meses y en nada cambiara mis proyectos de reunirme con usted en el otro (nuevo) mundo.
Hágame el favor, querido Boussingault, de escribirme antes de embarcarse. Sus cartas,
usted lo sabe, me causan gran placer. Reciba la expresión reiterada de mi cariñosa
adhesión.
Al. Humboldt.
He aquí la carta que el Libertador dirigió a Humboldt y cuya copia este envió a
Boussingault:
Bogota, nov. 10 de 1821.
Muy sor. mío y respetable amigo:
Mr. Bollmann, que parte mai5ana para Europa, ha querido encargarse con placer de estas
letras que llevaran a Vmd. la expresión de mi recuerdo, de mi afecto y de mi consideración.
El barón de Humboldt estará siempre con los días de la América presentes en el corazón de
los justos apreciadores de un grande hombre, que con sus ojos la ha arrancado de la
ignorancia y con su pluma la ha pintado tan bella como su propia naturaleza. Pero no son
estos los solos títulos que Vmd. tiene a los sufragios de nuestros americanos. Los rasgos de
su carácter moral, las eminentes cualidades de su carácter generoso, tienen una especie de
existencia entre nosotros; siempre los estamos mirando con encanto. Yo, por lo menos, al
contemplar cada uno de los vestigios que recuerdan los pasos de Vmd. en Colombia, me
siento arrebatado de las mas poderosas impresiones. Así, estimable amigo, reciba Vmd. los
cordiales testimonios de quien ha tenido el honor de respetar su nombre antes de conocerle,
y de amarlo cuando le vio en Paris y Roma.
Soy de Vmd. con la mayor consideración y respeto, Su mas obediente servidor,
Q. B. S. M.,
BOLIVAR.
Las Memorias de Boussingault contienen muchas interesantes, aunque no siempre exactas
apreciaciones de nuestro país y sus habitantes, que sería conveniente traducir porque pintan
la época en que terminaba la guerra magna y se iniciaba nuestra vida independiente. En sus
relatos descuella a menudo la nota galante, como que fue Boussingault un apasionado por
el bello sexo. Tal vez obedezca a esta inclinación la postdata que se lée al pie de una carta
que el dirigió a su madre desde Caracas con fecha 18 de enero de 1823 y la cual reza: “Yo
me hago pasar aquí por protestante; persigo para ello dos fines: 1°, eximirme de las misas y
2° otro mas serio.”
Caracas: noviembre 15 de 1931.
A. JAHN.
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