LA NEGATIVA A DISPENSAR FÁRMACOS SIN RECETA ©José Francisco Rodríguez Crespo CORREO FARMACEUTICO. 2009 El artículo 2 de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios, expresa en su primer apartado: "Los laboratorios farmacéuticos, almacenes mayoristas, importadores, oficinas de farmacia, servicios de farmacia de hospitales, centros de salud y demás estructuras de atención a la salud están obligados a suministrar o a dispensar los medicamentos y productos sanitarios que se les soliciten en las condiciones legal y reglamentariamente establecidas". En el mismo texto legal, el artículo 101.2b) 15ª indica como infracción grave "negarse a dispensar medicamentos o productos sanitarios sin causa justificada", y la misma calificación merece "cualquier acto u omisión encaminado a coartar la libertad del usuario en la elección de la oficina de farmacia" (art. 101.2b) 26ª ), extremo que se podría provocar cuando se produzca la negativa a dispensar una especialidad en un establecimiento farmacéutico. El ciudadano puede adquirir el medicamento mediando una prescripción facultativa o solicitándolo directamente, en aquellos casos en los que el fármaco demandado no necesita receta. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), como organismo competente en la autorización del medicamento, determina los que están sujetos o no a prescripción. La Ley de Garantías, en su artículo 19.4, establece algunas características que han de reunir éstos últimos. "La Aemps podrá calificar como medicamentos no sujetos a prescripción médica aquéllos que vayan destinados a procesos o condiciones que no necesiten un diagnóstico preciso y cuyos datos de evaluación toxicológica, clínica o de su utilización y vía de administración no exijan prescripción médica, de modo que dichos medicamentos pueden ser utilizados para autocuidado de la salud, mediante su dispensación en oficina de farmacia por un farmacéutico, que informará, aconsejará e instruirá sobre su correcta utilización". De lo dicho hasta ahora debemos destacar, de una parte, la obligación de dispensar, sea o no bajo prescripción médica, en las condiciones legal y reglamentariamente establecidas por las diversas legislaciones y la necesaria justificación, iusta causa (causa justificada), que debe sustentar la negativa del farmacéutico a dispensar una especialidad farmacéutica, bajo advertencia de incurrir en una falta clasificada como grave o muy grave si la conducta se reitera, sin justificación, tres veces. Con toda seguridad, la obligación de dispensar se impone para evitar que un farmacéutico de manera arbitraria niegue la dispensación de un medicamento y no con el afán de restringir el propio criterio del profesional farmacéutico, por otra parte subrayado en el propio artículo 19.4 ya citado. Item más, la farmacia no es un simple comercio. El tener un estatus tan específicamente regulado no obedece a criterios fútiles sino a la especial importancia que como centro sanitario tiene su actividad en nuestro sistema de salud. Por tanto, en la farmacia no se Página 1 de 2 establecen transacciones comerciales sin más sino que la formación y capacitación de sus profesionales les posibilita participar de una manera diligente en el cuidado y promoción de la salud, desempeñando la profesión con responsabilidad y aportando los beneficios que conlleva a la sociedad la presencia activa del farmacéutico. Ello tiene, también, gran importancia en el caso de los medicamentos adquiridos sin necesidad de ser prescritos. Sin embargo, entendemos que la negativa a dispensar un determinado medicamento es una medida excepcional que debe estar amparada en una causa justificada, manifestada a través de la concurrencia de una fuerza mayor, por ejemplo, la inexistencia del medicamento en la farmacia como consecuencia de un servicio de suministro defectuoso o por consideraciones profesionales, evidenciada por alguna interacción medicamentosa, por el abuso al consumir cierta especialidad farmacéutica, etc. La oposición del profesional para dispensar un medicamento requerido puede apoyarse en el dictamen del propio conocimiento científico y técnico del farmacéutico que le hace cuestionar un determinado tratamiento y considerarlo inconveniente e inapropiado para la salud del paciente. Se trataría de ejercer la llamada objeción de ciencia, cuya materialización se realiza de acuerdo con la autonomía profesional y asumiendo las responsabilidades que pudieran derivarse de una mala praxis. Otra posibilidad como causa de justificación para negar la dispensación es alegar la objeción de conciencia, cuestión de máxima actualidad tras haber decidido el Gobierno que la adquisición de la pdd se produzca sin estar sujeta a receta. El TC ha reconocido en diversas sentencias que el ejercicio de un derecho fundamental puede constituir una causa de justificación de una acción antijurídica y constitutiva de una infracción administrativa, cuestión jurídica nada pacífica que merecerá un estudio posterior. Página 2 de 2