MARX Intro - 3 influencias: Hegel – Economistas ingleses

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MARX
Intro - 3 influencias: Hegel – Economistas ingleses – Socialismo utópico francés
Hegel:
Hegel es un heredero de la corriente kantiana de pensamiento, que surge a raíz de cuestionar
algunos de sus presupuestos fundamentales.
A diferencia de Kant, para quien la realidad, a excepción del noúmeno, es una construcción del
sujeto, los idealistas consideraron que el noúmeno, definido como lo incognoscible y aquello que
queda fuera de los límites de la percepción, era un concepto erróneo, que aparece en el sistema
kantiano sin ninguna justificación y que, por tanto, era necesario suprimir. Sin noúmeno, toda la
realidad es construcción del sujeto y no hay nada que quede fuera de su alcance. De aquí se
derivaron dos consecuencias;
– La razón deja de tener los límites nouménicos estalecidos por Kant
– Se supera la visión dualista del pensamiento kantiano. Kant fundamentó su pensamiento en
una concepción dualista en la que el sujeto, que es libre y fuente de moralidad, está
enfrentado a un mundo mecánico, que sigue unas férreas leyes deterministas. Para el
idealismo, la realidad es producto del espíritu humano, por lo que la división entre sujeto y
el mundo es innecesaria.
Los principales representantes del idealismo son Fichte, Schelling y Hegel. Los tres tienen en
común el hecho de haber estudiado teología, por lo que la influencia cristiana es muy presente en
sus obras. Comparten una visión inmanente de Dios, Dios no se encuentra más allá del universo o
de la naturaleza, sino que es la propia naturaleza.
El Idealismo Absoluto de Hegel:
Hegel elaboró un sistema filosófico que se presentó como la superación de todas las concepciones
filosóficas anteriores y que está considerado como la culminación del idealismo. Su punto de
partida es que la realidad es espíritu, que se ha desarrollado desde sus inicios dando lugar a todos
los fenómenos naturales y acontecimientos políticos, culturales, filosóficos y religiosos de la
Historia. Hegel considera que la noción de espíritu lo engloba todo, por este motivo su concepción
filosófica recibe el nombre de idealismo absoluto.
Para Hegel, la realidad y su evolución se describe mediante un proceso que denominó dialéctica.
La dialéctica:
La dialéctica es un proceso mediante que la realidad – el espíritu –
logra realizarse a sí misma y alcanzar una instancia superior. Parte de
la idea de que la realidad es un proceso, un cambio, un devenir, no es
estática, sino que avanza. El motor que pone en marcha este proceso
es una sucesión de contradicción y superación.
La dialéctica se da en tres etapas: tesis, antítesis y síntesis.
- En primer lugar se presenta una tesis, que puede ser una afirmación
sobre el mundo, una corriente filosófica, un proceso histórico, lo que
sea.
- El segundo lugar aparece su antítesis, que es la negación de la
afirmación anterior.
- Finalmente, en tercer lugar, se alcanza la etapa de síntesis, que aúna
las dos fases anteriores en una superior. Esta síntesis, a su vez, será
una nueva tesis que será negada por una nueva antítesis y reintegrada en una síntesis superior.
Todo proceso histórico, sostiene Hegel, es necesario estudiarlo desde la dialéctica. Y este proceso
culminará al alcanzar el Espíritu Absoluto. Se puede explicar la realidad como un movimiento que
va desde la conciencia hacia la autoconciencia, por lo que, en última instancia, puede definir el
Absoluto como "el pensamiento que se piensa a sí mismo".
Como hemos visto, Hegel considera que toda la realidad es espíritu, construcción del sujeto. Llega a
afirmar que “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. Una de las consecuencias del
idealismo hegeliano era la consideración de que la realidad social, política, está estructurada
racionalmente, por lo que parecía justificar las formas del Estado y de la organización social de su
época como el necesario y único orden posible de la realidad. La filosofía hegeliana se presenta, en
efecto, como la exposición del sistema de la realidad, en el que todos los elementos encuentran su
justificación y su sentido (por muy injustos que pudieran ser, especialmente dadas las pésimas
condiciones para algunos que creaba la sociedad en plena expansión del capitalismo, cosa que
criticará Marx).
Marx fue un integrante de la corriente de jóvenes hegelianos de izquierdas, aunque más tarde se
separaría de ellos, entre otras cosas, por este profundo componente reaccionario de la filosofía
hegeliana. De esta etapa le quedaron las ideas de dialéctica (que la realidad no puede concebirse
como un conjunto de objetos, sino como un conjunto de procesos) y de la Historia como proceso
orientado hacia un fin (la historia no como un mero conjunto o sucesión de hechos, sino como el
resultado de la oposición de elementos contrarios que, superando sus antagonismos, la conducen a
un mayor grado de perfección y desarrollo), pero criticará muchas otras cosas, por ejemplo:
Para el idealismo, el ser humano es fundamentalmente espíritu, un espíritu cuya esencia se resuelve
en su autoconciencia, concepción que deriva de una consideración puramente "abstracta" e irreal del
ser humano. Para Marx, por el contrario, el ser humano no puede ser identificado con una esencia o
"naturaleza" humana en general; el ser humano está siempre condicionado históricamente por las
relaciones en que interviene con los demás seres humanos y con la naturaleza, por las exigencias del
trabajo productivo: es un ente social, y socialmente determinado. Su "naturaleza" viene definida por
las condiciones de la sociedad en la que se desarrolla su existencia. El idealismo es considerado, así,
como un instrumento ideológico, al servicio de la burguesía, cuyo objetivo no es otro que el
justificar las formas de explotación dominantes.
Post-Hegel: Feuerbach y la alienación:
La filosofía hegeliana se había bifurcado en dos corrientes, la derecha y la izquierda hegeliana, que
tampoco escaparán a la crítica de Marx. La derecha hegeliana primaba la interpretación cristiana de
Hegel, apoyándose en la filosofía de la religión, y adoptando una posición conservadora en las
cuestiones sociales y políticas. Marx criticará a la derecha hegeliana su papel justificador de una
sociedad plagada de desigualdades y limitaciones políticas, al desarrollar una filosofía que propone
la aceptación de la historia y de su resultado final, el Estado alemán de la época, al que presenta
como la realización suprema y acabada de la dialéctica de lo Absoluto.
Por otro lado, la izquierda hegeliana, especialmente Ludwig Feuerbach, trataron de superar este
hegelianismo conservador y fueron muy críticos con algunas cuestiones, principalmente la religión.
Feuerbach introduce el concepto de alienación religiosa. Feuerbach dice que Dios no ha creado al
hombre, sino, más bien al revés, el ser humano ha creado a Dios proyectándose y proyectando sus
mejores atributos en él. Es, entonces, simplemente un producto del ser humano. Pero este producto
se vuelve ajeno a su productor y lo domina. Las propiedades del hombre se enajenan en Dios, el
objeto aparece con vida propia y domina al sujeto. Dios, la creación del ser humano, se ha
convertido en una realidad propia que ha dominado a su creador. El concepto de alienación lo
tomará y desarrollará Marx en su obra.
Pero pese a las simpatías iniciales por la izquierda hegeliana y a la amistad que mantuvo con
algunos de sus representantes, Marx criticará su incapacidad para ir más allá de la crítica académica
de la religión y la petición de algún derecho político, expresión de su idealismo revolucionario e
ingenuo. De Feuerbach, no obstante, le atraerá inicialmente su defensa del materialismo, pero le
decepcionará que se trate de un materialismo mecanicista (olvidando, pues, la dialéctica), y que sus
reflexiones se queden en un plano puramente teórico. Lo que Marx consideraba positivo en la
filosofía hegeliana, la concepción dialéctica de la realidad, Feuerbach lo elimina de su discurso; y lo
que Marx consideraba negativo, la consideración puramente teórica, abastracta, de la realidad, como
algo que ocurre en y para la conciencia (en vez de en el mundo práctico-material, de las luchas
políticas), Feuerbach lo conserva en su discurso.
El socialismo utópico:
Las ideas socialistas, a Marx, debieron de serle conocidas a partir de las muchas referencias a
sociedades de este tipo en el cultura clásica, por ejemplo, los textos homéricos sobre la comunidad
de vida y de bienes de los aqueos, así como los planteamientos comunistas de Platón en la
República, de donde derivan otras utopías conocidas por toda persona culta de la época,
especialmente las renacentistas. Pero de donde extrae Marx sus ideas socialistas es de las ideas
generadas al amparo de la Revolución francesa, con las que entra en contacto por primera vez,
probablemente, durante su relación con los Jóvenes Hegelianos, y por las que se sintió fuertemente
atraído.
Las ideas que predominaban por aquel entonces eran las del conde de Saint-Simon y de Fourier,
teñidas de romanticismo y recogidas en la literatura y poesía de la época. Junto a ideas en las que se
destaca la importancia de la "industria" y el deseo de un estudio científico de la realidad social, así
como el cooperativismo y la lucha contra las desigualdades sociales, se encontraban formulaciones
visionarias y moralizantes, que provocarán el rechazo de Marx y la crítica de este socialismo
"utópico" y alejado de un socialismo realista y científico. No obstante, será en su exilio en París, en
1843, cuando Marx entrará en contacto de una manera más intensa y directa con el socialismo
utópico francés, a través del anarquista Proudhon y de Louis Blanc, dos de sus destacados líderes,
pero con quienes entrará más tarde en conflicto.
También en esa época conoce al anarquista Bakunin, del que se distanciará posteriormente, a
medida que se va perfilando su rechazo del "socialismo utópico" y la formulación de su propio
socialismo científico. No obstante, el rechazo de las desigualdades sociales, la necesidad de una
revolución social y la idea de la lucha de clases, entre otras, pasarán a formar parte, reformuladas
desde el socialismo científico, de su pensamiento; aunque nunca dejará de criticar a los
socialistas utópicos por su ingenuidad y la falta de validez científica de sus proyectos.
Algunos socialistas utópicos:
Saint-Simon
En rigor, Saint-Simon no desarrolló una idea de mundo perfecto en el futuro, sino que sometió a la
sociedad surgida de la revolución francesa a una crítica radical. En ese marco, entendía que todo lo
que hicieran los gobiernos debía tender a mejorar la situación moral y material de los que
trabajaban, y terminar con los dos flagelos que seguían azotando al mundo: la pobreza y las guerras.
Para ello, debía desplazarse a los sectores improductivos y los productivos debían dirigir los
destinos de la nación, ejerciendo cada vez menos gobierno (entendido como despotismo) y más
administración.
En función de esa propuesta, no se oponía a la propiedad privada, pero propuso suprimir la
herencia, de manera que la acumulación que cada uno lograra fuera producto del propio esfuerzo y
no hubiera enormes acumulaciones generacionales. Por otra parte, la industria (entendida como toda
actividad productiva) debía ser el centro de los esfuerzos de la sociedad, para subvenir a las
necesidades de todos. El Estado debía realizar grandes emprendimientos en beneficio del conjunto
social: ferrocarriles, diques, puentes, canales de comunicación (fueron los que idearon los canales
de Suez y de Panamá), bancos populares, etc.
Charles Fourier:
Charles Fourier desarrolló durante la década de 1820 su propuesta de crear establecimientos
agrario-industriales que convocaran a unas 1.600 personas, alojadas en un edificio especialmente
diseñado al efecto, que trabajarían las tierras circundantes y compartirían las ganancias de las
ventas. La comunidad garantizaría los servicios generales y todos trabajarían, incluso los niños,
pero el trabajo no sería penoso sino atractivo. Los miembros del falansterio elegirían las labores que
más les gustaran, ninguna tarea duraría más de dos horas, pero la jornada laboral sería muy extensa.
Fourier era un defensor del «trabajo atractivo», idea que desarrolló más tarde Pierre-Joseph
Proudhon.
En la concepción de Fourier, el falansterio se crearía con inversiones privadas, a las cuales se les
devolvería el dinero prestado sin intereses. A su vez, los miembros del falansterio cobrarían un
salario por las tareas realizadas, pero estas no tendrían todas la misma remuneración. Por otra parte,
el talento sería recompensado especialmente. Se armaba de esa forma el triángulo de intereses que
planteaba Fourier: el capital, el talento y el trabajo.
El hecho de compartir las ganancias del producto, sin que un capitalista o un financista se reservara
para sí la mayoría de los ingresos, haría que el conjunto del falansterio ganara mucho más dinero
que cualquier empresario, pues el prorrateo de las inversiones y el ahorro producido por la
socialización de los servicios individuales (comida, vestimenta, vivienda) acrecentaría
enormemente las ganancias: la verdadera industria atractiva daría cuatro veces más ganancias que la
«falsa industria». De esa forma, según Fourier, un solo falansterio podría actuar como ejemplo y los
capitalistas, paulatinamente, invertirían más en nuevos falansterios que en emprendimientos
particulares. Así, en pocos años, el mundo entero estaría dominado por la asociación económica.
Fourier desarrolló una clasificación de los períodos de la historia. El siglo XIX era la «civilización».
Cuando proliferaran los falansterios se llegaría al «garantismo». Pero más allá, cuando los
falansterios no compitieran ya con el capital individual, el mundo llegaría a la «armonía», sociedad
ideal donde todos serían libres, tanto desde el punto de vista económico y legal como cultural y
sexual.
Robert Owen:
Robert Owen comenzó siendo un reformador del trabajo industrial, pues en la misma fábrica donde
él era dueño implementó medidas de beneficio para el obrero, como la supresión de las labores
penosas y mantenimiento del salario en épocas de reducción de ventas.
Más adelante propuso «granjas cooperativas» (villages of cooperation), que también tenían lugar
para los emprendimientos industriales, pero básicamente estaban volcadas a la agricultura. Al
principio lo ideó como un plan para resolver la desocupación, pero pronto se convirtió en un
método de regeneración social. Las granjas colectivas tendrían la función de generar un nuevo
espacio moral y educativo, que para Owen eran los dos factores más importantes por los cuales se
corrompían las personas en la sociedad.
Fundó dos fábricas–comunas: New Lanark y New Harmony
La economía política inglesa
También de la época de su primer exilio en París, en 1843, data el interés de Marx por la economía
política inglesa, sumergiéndose en la obra de Adam Smith y Ricardo, lo que, sumado a su contacto
con las ideas y actividades políticas de los socialistas, supondrá un nuevo giro de radicales
consecuencias en su pensamiento. Ya le había atraído de Hegel la idea de que el ser humano realiza
trabajo productor, actividad mediante la que transforma la naturaleza, y mediante la cual se realiza
como ser humano, encaminándose al mismo tiempo hacia la libertad. Pero este trabajo, que realiza y
libera al ser humano, al que se refiere Hegel es un trabajo ideal, abstracto: algo que se da sólo en y
para la conciencia, como el resto de su filosofía.
La realidad del trabajo, sin embargo, es bien distinta. Lejos de permitir la realización y la libertad de
los seres humanos, el trabajo real es fuente de alineación y de esclavitud. ¿Cómo es posible que la
actividad productiva del ser humano, su propio trabajo, se convierta en fuente de alineación y
esclavitud?
La necesidad de comprender, de estudiar el trabajo en la sociedad industrial se le impone como una
prioridad. De ahí el interés por la economía política inglesa, representada fundamentalmente por
Adam Smith y David Ricardo. Los economistas ingleses gozaban de un extenso pasado industrial,
por lo que en sus estudios habían considerado ya el papel del trabajo en la actividad industrial, con
más precisión y amplitud que la que se podría encontrar en el resto de economistas europeos.
Marx encontrará en la teoría del valor de David Ricardo el punto de partida para su propia teoría del
trabajo. Según Ricardo, el valor del trabajo equivale a lo que cuesta renovar, regenerar, la capacidad
de trabajo consumida. El patrón ha de pagar al trabajador, pues, lo necesario para que éste recupere
sus fuerzas y esté en condiciones de seguir trabajando, lo que abocaba a los trabajadores a la
percepción de salarios de estricta supervivencia. No parece haber ahí ningún elemento que permita
explicar la generación de las desigualdades: el trabajo se presenta como una mercancía por la que se
paga un precio (salario) que al trabajador le permite regenerarla por otra equivalente a la
consumida.
Pero el trabajo, observa Marx, es una mercancía especial: su consumo no sólo satisface una
necesidad (como hace cualquier otra mercancía) sino que, además, genera un producto que es
superior a lo consumido, genera plusvalía. Al retribuir al trabajador, mediante el salario, lo
necesario para recuperar su "fuerza de trabajo", esa plusvalía no se le restituye, sino que queda en
manos del patrón. Y la acumulación de esas plusvalías es lo que da origen al capital. De ahí la
producción de las desigualdades sociales, de la división en clases, de la conversión del trabajo en
instrumento de alineación y esclavitud, en lugar de realización y libertad de los seres humanos. De
ahí, también, la necesidad de profundizar en el estudio del trabajo y del capital, estudio al que
progresivamente dedicará más tiempo, durante el resto de su vida, convencido de haber encontrado
los elementos para dotar de una base científica a las pretensiones revolucionarias del proletariado.
Antropología – Política
Materialismo dialéctico:
Es una concepción materialista de la realidad.
Marx comparte con Hegel la idea de que la realidad no es estática, sino dinámica y cambiante,
llena de contradicciones que la obligan a transformarse y superarlas. Sin embargo (y en parte por la
herencia del materialismo de Feuerbach), este dinamismo no lo entiende Marx como el fruto del
despliegue del espíritu, sino como un producto de las fuerzas y relaciones materiales que se dan
en la realidad. Marx, por lo tanto, se distancia del Idealismo Absoluto hegeliano dede un
convencido materialismo1.
Este materialismo no supuso otra cosa que defender que no son las ideologías las que determinan
una realidad concreta, sino que, precisamente al revés, es la realidad material la que produce su
propia idealogía. Son las relaciones y las tensiones económicas, el particular sistema de producción
de una comunidad, aquello que condiciona la cultura, la religión, las costumbres y la moral de esa
misma comunidad.
“No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social lo
que determina su conciencia”
En otras palabras, no es el espíritu, en su desarrollo lo que constituye la realidad y determina la
historia, sino que las condiciones concretas, sociales y económicas son las que marcan la forma de
pensar y la cosmovisión (forma de entender el mundo) de un pueblo. Para Marx, pues, no es nada
extraño que las comunidades donde se mantienen condiciones de vida diferentes (por ejemplo el
Africa tribal y la Europa industrial) sostenga constumbres diferentes.
En terminología marxista: La infraestructura determina la superestructura.
La infraestructura (Basis, en alemán) la compone sistema económico de una comunidad, las fuerzas
y relaciones productivas. Es la base material de una sociedad.
La superestructura (Überbau, en alemán) la componen las formas jurídicas, políticas, artísticas,
filosóficas y religiosas de un momento histórico concreto.
La superestructura depende de las condiciones económicas en las que vive cada sociedad, de los
medios y fuerzas productivas (infraestructura). La superestructura no tiene una historia propia,
independiente que lo condiciona todo, como en Hegel, sino que está en función de los intereses de
clase de los grupos (clase dominante) que la han creado. Los cambios en la superestructura son
consecuencia de los cambios en la infraestructura.
Hasta entonces se había creído que la forma en que se organizaba la producción dependía
exclusivamente de la voluntad de los seres humanos, al igual que las formas de organización social
y política y, por supuesto, de la conciencia. Marx afirma lo contrario: las relaciones de producción
son independientes de la voluntad de los seres humanos, y el modo en que los seres humanos
producen la vida material "condiciona el proceso social, político y espiritual de la vida".
Más aún, ni siquiera existe una verdadera esencia humana, una naturaleza humana que nos defina:
el ser humano no puede ser identificado con una esencia o "naturaleza" humana en general; el ser
humano está siempre condicionado históricamente por las relaciones en que interviene con los
demás seres humanos y con la naturaleza, por las exigencias del trabajo productivo: es un
ente social, y socialmente determinado. Su "naturaleza" viene definida por las condiciones de
la sociedad en la que se desarrolla su existencia.
Materialismo Histórico:
Es la explicación marxista de la Historia.
El materialismo histórico es una explicación de la historia, supone interpretar la historia como el
resultado de un proceso dialéctico. Es decir, todo lo ocurrido en la historia sigue unas leyes, no es
una mera sucesión de hechos contigentes, sino que sigue las leyes de la dialéctica.
1 El materialismo de Marx consiste en considerar la realidad como un proceso dialéctico de producción, un proceso
material (no espiritual), es decir, como trabajo o acción productiva del ser humano en y con la naturaleza. La
realidad es una relación de transformación entre el ser humano y la naturaleza.
Frente a las concepciones de la historia que hacen depender la realidad práctica material del ser
humano de las ideas (o de los ideales políticos, filosóficos o religiosos, de los "grandes
protagonistas de la historia"), el materialismo histórico se propone explicar la historia desde la
producción práctica de la existencia. La historia no es, para Marx, ni una colección de hechos, como
parecían concebirla los empiristas, ni una sucesión de categorías, como la concebían los idealistas;
tampoco el resultado de la acción aislada de los considerados "personajes históricos". La historia es
el resultado del modo en que los seres humanos organizan la producción social de su existencia.
"Toda la concepción histórica, hasta ahora, ha hecho caso omiso de esta base real de la historia, o
la ha considerado simplemente como algo accesorio, que nada tiene que ver con el desarrollo
histórico. Esto hace que la historia deba escribirse siempre con arreglo a una pauta situada fuera
de ella; la producción real de la vida se revela como algo protohistórico, mientras que la
historicidad se manifiesta como algo separado de la vida usual, como algo extra y supraterrenal."
Implica una concepción materialista de la historia (lo hemos visto en el punto anterior).
Algunos conceptos básicos para entender esto:
Relaciones de producción2: Para transformar la naturaleza, es decir, para producir, los seres
humanos necesitan establecer entre ellos unas relaciones. Estas relaciones de producción incluyen
también las que se crean con respecto a la propiedad de los medios de producción.
Fuerzas productivas: Son todos los elementos que actúan el el proceso de producción: las personas
que producen (fuerza de trabajo3), los medos que se utilizan – capital, tierra, máquinas – (medios de
producción) y la tecnología empleada para llevar a cabo dicho proceso.
Modos de producción: Es el conjunto de relaciones de producción y fuezas productivas de un
momento histórico determinado. El modo de producción es lo que Marx denomina la
infraestructura de una sociedad.
El conjunto de la infraestructura y la superestructura de un momento concreto de la historia
constituyen una formación social (por ejemplo: El Antiguo Régimen o la sociedad capitalista).
Pues bien, ¿cómo funciona la historia?
La historia avanza de una manera dialéctica: tesis, antítesis y síntesis
Un modo de producción (tesis), por sus propias contradicciones internas entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, genera su oposición (antítesis), porque llegará un
momento en que las relaciones de producción se conviertan en un obstáculo para el avance de las
2 Estas relaciones pueden tener un carácter técnico o social. Las relaciones técnicas de producción derivan de la
relación existente entre el agente productivo y el control que posee sobre los medios de trabajo y sobre el proceso de
trabajo en general. Las relaciones sociales de producción derivan de la clasificación que podemos establecer entre
los agentes que participan en el proceso de producción en cuanto a la propiedad o no de los medios de producción,
es decir, si son propietarios o no son propietarios de los medios de producción. En este sentido, se pueden establecer
relaciones sociales de colaboración (si todos son propietarios de los medios de producción, en cuyo caso ningún
sector de la sociedad vive de la explotación de otro), o relaciones de explotación, de exclusión, de dominación (si
unos son propietarios de los medios de producción y otros no). En este último caso la relación de dominación es una
relación explotador-explotado, en la medida en que los propietarios de los medios de producción viven del trabajo
de los no propietarios. Para Marx, esta relación de explotación es la típica de las sociedades clasistas: la sociedad
esclavista, la feudal y la capitalista.
3 Esta puede tener diferentes grados de desarrollo dependiendo del modo de producción en el que se encuadre (como
simple fuerza física, o como habilidad técnica o intelectual)
fuerzas productivas4. De esta tensión surge un nuevo modo de producción (síntesis), y el proceso
vuelve a empezar.
A lo largo de la historia, la contradicción se manifiesta en una lucha entre dos clases sociales
antagónicas. De este modo, la lucha de clases es el motor de la historia: la historia avanza por
medio de la lucha de clases.
En su Manifiesto Comunista, Marx afirma: “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día
de hoy, es una historia de lucha de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos
de la gleba, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre,
empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta.”
Según Marx, a lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido varios modos de producción
que, de acuerdo con las tesis del materialismo histórico, son los auténticos determinantes de la
evolución histórica de la humanidad, por lo que la historia debería ser explicada en función de ellos,
y no de acontecimientos externos, como la sucesión de dinastías o los dramatizados en el culto a los
"héroes". Esa evolución histórica, de la que son protagonistas los seres humanos en su actividad
cotidiana, partiría del comunismo tribal primitivo y, pasando por el modo de producción antiguo y
el feudal, llegaría al modo de producción capitalista, (en plena expansión en la segunda mitad del
siglo XIX).
Los sucesivos modos de producción a lo largo de la historia5:
El modo de producción tribal. La sociedad tribal primitiva era una sociedad en la que no se daba la
propiedad privada de los medios de producción, sino la propiedad colectiva, por lo que Marx
llamará a este modo de producción "comunismo primitivo": un modo de producción en el que las
relaciones sociales establecidas eran relaciones de colaboración, y los medios de trabajo y los
productos obtenidos pertenecían a la sociedad.
El modo de producción antiguo. La sociedad antigua es una sociedad civilizada, pero basada en un
sistema esclavista de producción. Las relaciones sociales en el régimen esclavista son, pues, de
dominio y sometimiento. El agente propietario, el amo, ejerció dominio completo sobre las fuerzas
productivas (mano de obra - el esclavo-, y medios de producción), de las que era propietario.
El modo de producción feudal. La sociedad feudal posee muchas características similares a las de la
sociedad antigua. Las relaciones sociales de producción son también semejantes a las del modo de
producción esclavista. Pero, pese a que el señor feudal posee la propiedad completa sobre los
medios de producción, sólo en parte la posee sobre el trabajador (siervo), con el que establece una
relación de servidumbre o vasallaje.
El modo de producción capitalista. Su base es la propiedad privada de los medios de producción,
aunque el trabajador es jurídicamente libre. La fuerza de trabajo es la única propiedad que posee el
4 Las relaciones de producción favorecen inicialmente el desarrollo de las fuerzas productivas; pero a medida que las
fuerzas productivas se van desarrollando, terminan por entrar en contradicción con las relaciones de producción
existentes, convirtiéndose éstas en una traba para el desarrollo de aquellas, lo que provoca una revolución social, que
concluye en la sustitución de las viejas relaciones de producción por otras nuevas, adecuadas al grado de desarrollo
de las fuerzas productivas.
5 De la historia de Occidente, en Oriente Marx distingue un modo de producción particular:
El modo de producción asiático (en Oriente). Marx consideró que el modo de producción asiático no podía ser
asimilado ni al antiguo ni al feudal, por lo que lo calificó de "asiático" u "oriental". Al depender del riego de las
tierras, que exige un control centralizado de los recursos hidráulicos, se provoca la creación de gobiernos
centralizados que se imponen sobre las dispersas comunidades agrícolas. Por otra parte, la simplicidad de la
organización económica la convierte prácticamente en inmutable, de donde se explica su persistencia a través de los
siglos.
trabajador. El trabajo genera una plusvalía que no revierte sobre el salario del trabajador, sino que es
apropiada por el capitalista, generando capital, por lo que la relación capitalista-proletario es una
relación de explotación.
Y bien. Este avance de la historia por medio de la lucha de clases, ¿es infinito? ¿Va a seguir
ocurriendo para siempre este proceso dialéctico? ¿Cuando las contradicciones internas del
capitalismo den lugar a un nuevo modo de producción este también tendrá que enfrentarse a sus
propias contradicciones internas para dar paso a otro nuevo y así hasta el infinito? La respuesta es
sencilla: No.
El capitalismo deberá dejar paso al modo de producción socialista, siguiendo la dialéctica de la
historia, por la que la humanidad recuperará, superándolo, el modo de producción del comunismo
primitivo. El modo de producción socialista se basa en un régimen de propiedad colectiva, lo que
supone la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. En consonancia con ello,
las relaciones de dominio y sometimiento se sustituyen por las de cooperación recíproca.
Esto supondrá la desaparición de las clases sociales y por lo tanto el final de la historia (recordemos
que la lucha de clases era el motor de la historia, si desaparecen las clases no habrá motor que haga
cambiar la historia en ninguna dirección, se habrá llegado al final de la historia, la sociedad sin
clases).
MODO DE
PRODUCCION
PROPIEDAD DE LOS
MEDIOS DE
PRODUCCIÓN
RELACIONES SOCIALES DE
PRODUCCIÓN
FORMA DE
EXPLOTACIÓN
COMUNISMO
PRIMITIVO (No
antagónico)
SOCIAL
SIN CLASE
---
ESCLAVISMO
(Antagónico)
PRIVADA
AMO - ESCLAVO
Esclavitud
FEUDALISMO
(Antagónico)
PRIVADA
SEÑOR - SIERVO
Servidumbre
(Dependencia
personal)
CAPITALISMO
(Antagónico)
PRIVADA
BURGUESIA - PROLETARIADO Trabajo asalariado
(formalmente libre)
COMUNISMO
COLECTIVA
SIN CLASE
---
En cada momento de la historia, la clase dominante se sirve de la superestructura para mantener su
dominio: el Estado y sus leyes, pero también el arte6, la religión, la filosofía y la moral son el reflejo
de los intereses de la clase dominante. La ideología de esta clase se extiende a toda la sociedad, que
tiene una falsa conciencia, es decir, una visión deformada de la realidad que justifica los privilegios
de la clase explotadora.
La ideología, que Marx define como falsa conciencia, es el conjunto de ideas acerca de la religión,
la moral, la política, etc., que consitituyen una falsa visión de la realidad. Las ideologías ocultan la
verdadera situación social e histórica de los hombres y es la que permite tener a la clase dominada
bajo control. Hoy en día este término ha perdido su connotación negativa y ha pasado a significar,
simplemente, un conjunto de ideas, pero en Marx, como hemos dicho, ideología es el conjunto de
ideas o representaciones que tienen los seres humanos, producto de la sociedad en la viven y que
tiene como función ocultar y desfigurar la situación real , social e histórica de las personas dentro de
6 Basta con ver incluso la cultura visual de las partes más presuntamente contestatarias de la cultura. El videoclip de
estándar hip-hop por ejemplo, que suele estar lleno de coches caros, dinero y chicas en biquini.
un sistema, en el caso del capitalismo, de ocultar la alienación.
Esta teoría de la historia, el Materialismo Histórico, tiene en Marx la pretensión de ser una
ciencia, y, como tal, es un instrumento para descubrir las leyes por las que se rigen los cambios
sociales y también para predecir el futuro de la historia.
Análisis del capitalismo y crítica de la sociedad capitalista:
En su obra El Capital, Marx expone cuáles son los mecanismos objetivos que rigen el modo de
producción capitalista:
–
–
–
–
–
El capitalismo es un modo de producción en el que el capitalista aporta bienes y dinero
(capital) que le convierten en dueño de los medios de producción.
Para subsistir, el trabajador está obligado a vender al capitalista, a cambio de un salario, lo
único que posee, su fuerza de trabajo. El producto de su trabajo es un objeto que puede
ser intercambiado por otros objetos, es decir, una mercancía.
Esta mercancía tiene un valor de uso7 (basado en su utilidad) y un valor de cambio real8,
que viene determinado por una cantidad de dinero. Esta cantidad depende del tiempo de
trabajo necesario para producir la mercancía.
Una mercancía también tiene un valor de cambio de mercado9, que depende de la ley de la
oferta y la demanda. Esta ley va ligada al consumo y es la que explica que sube o baje el
precio de la mercancía.
El capitalista paga la fuerza de trabajo al obrero, pero el salario que este recibe no está de
acuerdo con el valor que el producto de su trabajo tiene el mercado: la diferencia entre lo
que efectivamente cobra el obrero y el beneficio que su trabajo genera en el mercado se
denomina plusvalía. Este beneficio queda en manos del capitalista y no retorna al
trabajador, que es quien lo ha generado.
Las consecuencias de este modo de producción son una distribución desigual de la riqueza y la
explotación por parte del asalariado por parte del capitalista. Esta situación, injusta según Marx, se
acabará cuando se ponga fin a la plusvalía. Para ello es necesario sustituir la propiedad privada por
la propiedad colectiva de los medios de producción.
Mientras esto no ocurra, el trabajor, tratado como mercancía, un objeto, no podrá realizarse, sino
que se sentirá esclavo de sus propios productos, es decir, alienado.
El ser humano:
Para estudiar el concepto de alienación, deberemos antes entender en qué consiste el ser humano
para Marx. Se puede intentar resumir en cinco características generales la concepción marxista de lo
que constituye la naturaleza humana.
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El ser humano es un ser natural: Está dotado de unas fuerzas activas pero también es un
ser pasivo, que tiene necesidades (comida, ropa, techo, etc.). Es un ser corpóreo y sensible.
El trabajo es la esencia del ser humano: El trabajo es lo que distingue originariamente el
ser humano del resto de los anumales. “El hombre mismo se diferencia de los animales a
partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida”. El trabajo es aquello
mediante lo cual el hombre transforma la naturaleza y se transforma a sí mismo.
El hombre se constituye en sociedad: “El hombre es un animal, no sólo sociable, sino que
7 Consiste en su utilidad para satisfacer una necesidad. No se mide cuantitativamente.
8 Es el valor que tiene un objeto de acuerdo que el tiempo de trabajo que ha sido empleado en producirlo. Se mide
cuantitativamente, en dinero.
9 Es el valor cuantitativo de un objeto en el mercado. Depende de la ley de la oferta y la demanda.
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consiste y se constituye en la sociedad”. En oposición a concepciones que piensan la
posibilidad de hombres aislados, Marx concibe al ser humano individual como un ser
siempre dentro de un cuerpo social. “El hombre, en el sentido más literal, es un zoon
politikón, no solamente un animal sociable, sino también un animal que no puede aislarse
dentro de la sociedad”
El ser humano se constituye en la producción de su vida: “La naturaleza del ser humano
consiste en la producción de su vida”. Esta producción consiste en una doble relación: con
la naturaleza y con los otros hombres, con la sociedad.
El ser humano es el conjunto de las relaciones sociales: Marx afirma que “la esencia
humana […] es, en su realidad, el conjuto de las relaciones sociales.” Esto muestra dos
aspectos. Primero, la naturaleza humana es el producto de una sociedad, consiste en el
conjuto de las relaciones sociales. Segundo, los males que le aquejan, por ejemplo, la
alienación en el sistema capitalista, no son cuestiones esenciales que nos acechan, sino que
son tan solo el producto de un tipo de relaciones, de una determinada estructura económicosocial de un momento de la historia. El hombre mismo es histórico. Como el hombre es el
conjunto de las relaciones sociales, cuando estas cambian, cambia el hombre. Habrá por lo
tanto un ser humano diferente en la antigüedad, en el capitalismo, etc.
“En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada
de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y
espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”
Alienación:
El objetivo del progeso histórico es que sea el hombre quien desarrolle totalmente sus capacidades
creativas y controle su propio destino. Estas capacidades se manifiestan en la actividad productora,
en el trabajo. A través del trabajo es como el ser humano se proyecta, en todo su trabajo el ser
humano deja algo de sí mismo. Cuando aquello que produce se convierte en mercancía, algo de él
mismo pasa a ser mercancía10, él mismo, en un cierto sentido, se convierte en mercancía. Cuando el
producto de ese trabajo no retorna a él, sino que se lo queda el propietario de los medios de
producción, el ser humano queda desdoblado, se pierde a si mismo.
La alienación consiste en que el ser humano se vuelve extraño a si mismo. Se da cuando el
trabajador considera el producto de su trabajo como algo ajeno a si mismo y tiene lugar, por tanto,
un distanciamiento y una deshumanización. Este alienación no es natural, sino la consecuencia de
las relaciones de producción de un momento histórico y se da especialmente en el capitalismo.
Marx distingue varias formas de alienación:
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Alienación económica: Es el tipo de alienación fundamental, del que se derivan todas las
demás formas de alienación. El trabajador la padece en diversos sentidos:
– En relación con su propia esencia: El trabajo creativo, que es lo que le distingue de los
animales, no es posible en la sociedad capitalista. El suyo es un trabajo forzado y
repetitivo en el que no se siente realizado y al que considera como algo ajeno. Es una
actividad que no ha elegido y que el hace sentirse como una mercancía en manos del
capitalista. Se convierte un mero apéndice de la maquinaria, una pieza más del sistema
10 “La realización del trabajo […] aparece como desrealización del trabajador. El trabajador pone su vida en el objeto,
pero a partir de entonces, ya no le pertenece a él, sino al objeto” Marx, K. Manuscritos: Economía y filosofía.
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de producción.
– En relación con el producto de su trabajo: El obrero no tiene ningún poder sobre ese
producto; es más, el producto acaba por esclavizarle y aumentar las desigualdades entre
las dos clases sociales. El objeto producido se vuelve contra su creador, puesto que sirve
para enriquecer al capitalista y aumentar su poder sobre el proletario. El producto del
trabajo, que es donde las personas dejamos algo de nosotros mismos en su producción,
nos es arrebatado a cambio de un salario de subsistencia para que el capitalista obtenga
su plusvalía mercadeando con algo que no ha producido.
– En relación con los “otros”: El ser humano, de natural social y cooperativo, queda
enfrentado a sus iguales. Con los capitalistas queda enfrentado por la lucha de clases,
porque se queda con el beneficio de su trabajo, con él las relaciones no puede ser sino
conflictivas. Con los demás proletarios, porque el capitalismo impone la competitividad.
Los demás proletarios son un posible enemigo para el puesto de trabajo, son
competencia, no fuente de cooperación. Los seres humanos en vez de relacionarse entre
sí cooperativamente lo hacen competitivamente. El amor y la confianza mutua se ven
reemplazadas por el comercio y el intercambio de y como mercancías. Los seres
humanos no reconocen en el otro una naturaleza humana común: ven a los otros como
instrumentos para satisfacer sus intereses egoístas. La humanidad, bajo la explotación
del trabajo asalariado, aparece escindida, separada en dos partes que no reconocen su
común humanidad.
Alienación social y política: La alienación económica está en la base de la división de la
sociedad en clases y de la separación entre los ciudadanos y el Estado. El Estado representa
siempre los intereses de la clase dominante y se convierte, por tanto, en un poder enemigo.
Alienación religiosa: Marx acepta el concepto de alienación religiosa de Feuerbach – Dios
como creación del ser humano –, pero la considera como una consecuencia de la alienación
económica y social. La relición, dice Marx, es “el opio del pueblo” porque ofrece consuelo
frente a la miseria y la injusticia, pero lo hace en un mundo más allá de este, y resulta así un
freno para la transformación de las condiciones de vida aquí y ahora. La dimensión religiosa
del hombre no es, por tanto, natural, y desaparecerá si se produce esa transformación de la
realidad social.
La alienación es, pues, negativa, porque implica e impone una negación del ser humano. Pero la
alienación no es algo que ocurra necesariamente, no es acorde con la naturaleza humana, es tan solo
la consecuencia de un cierto modo de producción, un modo concreto de entender y organizar las
relaciones de producción. Como no es una situación natural, sino histórica, habrá que hacer una
doble tarea: Por un lado, esl estudio y conocimiento de esa estructura socioeconómica o modo de
producción; y por otro, la transformación práctica de la realidad social, encaminada a una
emancipación del ser humano. Como se puede ver, hay una vertiente teórica y otra político-práctica.
La ideología, decíamos antes, era el mecanismo a través del cual el capitalismo escondía la
alienación. La ideología es una forma de ver el mundo que satisface los intereses de los
explotadores. La ideología es una falsa conciencia, una representación inadecuada de la realidad a
fin de que los explotados consideren naturales y por tanto justificables e inevitables sus condiciones
de vida: “siempre ha habido ricos”, “es natural que el amo se lleve una parte de la cosecha: es el
dueño de la tierra, al fin y al cabo”, “si no fuera por las amos ¿quién nos daría trabajo”, son
expresiones que manifiestan la aceptación de la ideología dominante por parte de los dominados. La
ideología se constituye en la culminación del proceso de alienación.
La alienación del trabajador está en relación directa con la propiedad privada de los medios de
producción. Sin embargo, la historia marcha inexorable hacia un nuevo sistema – el comunismo –
que constituirá la superación del capitalismo y acabará con la alienación. El proletariado puede
acelerar con su acción este proceso revolucionario. Marx postula la necesidad de hacer coincidir
teoría y práctica, teoría social y práctica transformadora de la sociedad. La filosofía puede ayudar a
adelantar la revolución11.
La revolución del proletariado:
La burguesía ha desempeñado, según Marx, un papel revolucionario en un momento de la historia:
acabó con la aristocracia y con el sistema feudal en nombre del comercio y del dinero, y sustituyó
“un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un
régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación”. La burguesía ya ha complido su papel,
y el sistema al que ha dado lugar está condenado a desaparecer:
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Por lo un lado, la propia lógica interna del sistema capitalista le llevará a crisis
constantes: para incrementar su capital, la burguesía tratará de competir en el mercado con
precios bajos, que puede conseguir aumentado la producción. El exceso de producción
saturará el mercado y los obreros se quedarán entonces sin trabajo. Esto revertirá en un
menor consumo y por tanto en una crisis para las empresas.
Por otro, el capitalismo lleva en sí – según las leyes de la dialéctica – el germen de su propia
destrucción: el capital tiende a acumularse en pocas manos, mientras que el proletariado
aumenta y acaba por desarrollar una conciencia de clase12 y por oponerse violentamente a
la burguesía capitalista, la clase dominante. La tensión entre ambas clases antagónicas
desembocará inevitablemente en la revolución del proletariado.
Marx señana tres etapas dentro del proceso revolucionario: la primera será una etapa de
transición – la dictadura del proletariado, que corresponde a la antítesis dialéctica del sistema
capitalista (tesis) – en la que el proletariado controle el Estado y se apropie de los medios de
producción burgueses.
Le seguirá una etapa de socialismo, en la que se abolirán progresivamente las clases sociales y la
propiedad privada y se harán colectivos los medios de producción. Finalmente llegará el
comunismo, la fase final, la síntesis dialéctica, en el que habrá desaparecido la sociedad de clases y
el Estado. El comunismo supondrá la realización del ser humano, la igualdad y la desaparición de
las divisiones de clase, que son el motor de la historia. Significará, por lo tanto, el fin de la historia.
Aunque la dialéctica de la historia parece implicar una especie de determinismo histórico, como si
los individuos estuvieran regidos por unas leyes necesarias, no hay que olvidar que, para Marx, las
superestructuras son creaciones del hombre y que este tiene la capacidad de intervenir en ellas, de
manera que puedan incidir sobre la economía y cambiar las condiciones sociales.
Marxismo post-Marx:
El marxismo consiguió transformar la realidad, aunque muy posiblemente, no de la forma que Marx
había pretendido que lo haría. En cualquier caso, ha sido una teoría clave para explicar la historia y
la cultura posteriores. A lo largo del siglo XX son muchos los pensadores que han interpretado la
11 Función de la filosofía en Marx: La filosofía como práctica (revolucionaria)
La crítica a la ideología tiene que partir de un análisis teórico. El conocimiento que surja de este análisis crítico
consitituirá un cuerpo teórico sobre las estructuras y las leyes de la sociedad y de la historia.
La clarificación racional, el conocimiento de la situación de conciencia ideologizada y de la existencia alienada será
un momento necesario para acabar con la ideología y con la alienación.
Pero la teoría, aunque sea absolutamente imprescindible, no es el final del camino. La crítica ha de ser también
práctica. Es más, si es verdadera teoría, ha de ser también práctica, no puede dejar de serlo.
La filosofía debe servir para cambiar el mundo, no sólo para describirlo. La filosofía tiene un fin práctico, no tan
solo contemplativo.
12 Conciencia de clase: concepto desarrollado por Marx. Se refiere al hecho de que la clase social se haga conseciente
de las relaciones antagónicas con respecto a otra clase social y de la necesidad de actuar de acuerdo a sus intereses
como tal clase.
obra de Marx, lo que ha dado lugar a que se hable de marxismos (en plural): Lenin, Lukacs,
Gramsci, Sartre, Althusser o los pensadores de la Escuela de Frankfurt, por ejemplo, han analizado
la realidad desde una perspectiva marxista.
En lo que se refiere a su vertiente de práctica política, después de la muerte de Marx el marxismo se
dividió en dos tendencias:
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Marxismo ortodoxo: Esta corriente, la más radical, seguía las tesis de Marx acerca de la
necesidad de la revolución del proletariado. Fue la corriente adoptada por Lenin, lider de la
Revolución soviética de 1917, que se extendió a Europa oriental y propició la creación de
partidos revolucionarios en todas partes del mundo. Estos regímenes comunistas, en muchos
casos, desembocaron en gobiernos autoritarios.
Revisionismo: Esta tendencia renunció a la vía revolucionaria, ya que consideraba que era
posible llegar al socialismo por la vía democrática, sin cuestionar la propiedad privada de
los medios de producción e intentando conseguir mejoras parciales a través de la mayorías
parlamentarias.
El marxismo inspiró las reivindicaciones de los movimientos obreros. Es una teoría decisiva para
explicar las transformaciones económicas y sociales producidas en los propios sistemas capitalistas,
que hicieron concesiones a los movimientos obreros para evitar una revolución semejante a la que
se había producido en Rusia. Contra las previsiones de Marx, estos sistemas evolucionaron hacia la
creación de una clase media y un cierto nivel de comodidad para muchos (desde luego no todos). La
tendencia revisionista ha desembocado en la socialdemocracia, que hoy es el principal referente de
izquierda en los países de Europa occidental, que combina capitalismo con una cierta intervención
redistributiva del Estado.
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