La palabra corrupción

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LATERCERA Domingo 21 de agosto de 2016
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COLUMNA DE OSCAR CONTARDO
El contrarreloj de transparencia para los partidos
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FOTO: PATRICIO FUENTES Y.
En Chile no existía la corrupción. Lo que había eran malos entendidos o errores de apreciación, sobre el flujo de un monto de dinero o las intenciones detrás de un regalo
inesperado. Podían existir ciertos favores
que, bajo determinada luz, se podrían llegar a considerar imprudentes, pero la palabra corrupción estaba proscrita por la costumbre. El argumento más fuerte para probar que aquí esas cosas no sucedían era el
contraste con los países vecinos. ¿Has visto a algún militar chileno robando? ¿Has visto a algún funcionario público súbitamente enriquecido? Nómbrame una sola ley
hecha a la medida de alguien que sacaría
provecho privado con una norma específica. Jamás de los jamases, porque somos un
país sobrio, discreto y porque los valores republicanos se mezclaron con el legado colonial y el resultado es que todos somos
iguales ante la ley, aunque dispuestos de manera asimétrica frente a los tribunales. Algunos más cerca, otros más lejos. Por suerte, en Chile cada quien sabe muy bien el lugar que le corresponde en la empinada
pirámide social nacional. Eso facultaba a la
ley a estar atenta a los matices locales, sin
que nadie se sintiera perjudicado. Lo que
ocurría en la cima no podía llegar a compararse con lo que podía ocurrir en la base, por
lo tanto, no podíamos llamarle del mismo
modo. Abajo se roba, arriba la gente se confunde. Era la costumbre. Por eso no había
corrupción, sino casos aislados producto de
errores involuntarios.
En Chile no existía tampoco el tráfico de influencias, lo que existían eran familias y amigos de las familias que militaban en algún partido y que conocían a fulanito o zutanita que
lo haría regio en un directorio de una empresa importante y que seguramente no tendría
problema en devolverles el favor dándoles un
par de ideas para llevarse mejor con el gobierno. Hoy por ti, mañana por mí. Hasta cristiano lo hallo, fíjate. No había problema. Chile
era como una casa grande en donde cabemos
todos. Había salones, salitas y áreas de servicio. ¿Se entiende? Hablar de “redes” sería
impropio, siútico. Lo apropiado era decir que
existía “sintonía” entre los diversos actores.
Para que esa sintonía fuera necesaria y las cosas funcionaran, el elenco protagónico debía
ser restringido y las operaciones debían ser
discretamente conducidas. La transparencia
es un invento que aquí no necesitamos, porque aquí todos nos conocemos.
En Chile no existían los conflictos de interés, lo que había eran coincidencias, azar,
descuidos que repentinamente aparecían. No
eran necesarias leyes ni reglamentos, todo
era conversable. Pero no porque hubiera mala
intención o algo que ocultar, no, sino porque
así es como han funcionado las cosas siempre. ¿A quién habría que rendirle cuentas? Si
la gente está preocupada de otras cosas. A la
gente no hay que llenarle la cabeza con asuntos que no entiende ni entenderá. Ellos quieren que les hable de cosas concretas: guardias
municipales, carabineros, rondines, rejas y cámaras de vigilancia. Ellos quieren control, no
libertad; orden, no derechos. Claro que también buscan salud y educación, pero eso es
más complejo y lo tienen que discutir técnicos, los economistas, las personas que siempre saben cómo elaborar un buen proyecto
que funcione en beneficio de todos. Así lo han
hecho, ¿o no?
En Chile no existían muchas cosas o más
bien el discurso oficial aseguraba que estábamos libres de ellas como de la fiebre aftosa. Pero no era verdad. La diferencia entre el pasado y la actualidad es que la ilusión
se rompió y sólo un grupo reducido, el de los
más poderosos, quienes son los encargados
de tomar las decisiones, sigue actuando
como si nada hubiera cambiado y ven en el
disgusto generalizado el motivo de una parálisis que ellos mismos están provocando
con su indolencia.
La última encuesta CEP ha demostrado que
la mayoría de los chilenos aprendió a decir la
palabra “corrupción” sin pedir antes permiso para ocuparla. Que cree que es uno de los
problemas más importantes que enfrenta el
país y que está esperando que de una vez por
todas los líderes políticos asuman lo que existe y existió, lo enfrenten y respondan por sus
responsabilidades. No creo que los chilenos
esperen salvadores, ni santos, ni caudillos; lo
que quieren es realidad, la verdad sin pillerías, un mínimo de coherencia entre los discursos y los hechos. Esperan que alguien dé
la cara y llame a fortalecer las instituciones,
para que la sensación de abuso deje de agobiarlos. Eso es lo que creo que la mayoría
está esperando para volver a confiar.R
La segunda semana de octubre
es la fecha límite para que los
partidos publiquen balances,
gastos y normativas internas, tal
como los obliga la nueva legislación. En ese marco, la
Fundación Ciudadano
Inteligente creó la plataforma
Partidos Públicos -que estará
disponible a partir del 3 de
octubre-, en la que invitó a las
colectividades a publicar sus
datos: sólo están pendientes de
confirmación el PR, la UDI y
RN para participar del proyecto.
El padrino político de
Leopoldo Méndez
Fue en Suecia, a comienzos de 2000
-mucho antes de convertirse en candidato a
alcalde por Valparaíso- cuando Leopoldo
Méndez forjó su primer vínculo con el
mundo de la política mientras era popular
como DJ Méndez, con éxitos musicales
como Fiesta y Estocolmo.
El entonces embajador de Chile en Suecia,
el ahora diputado independiente Pepe
Auth, conoció al artista, para quien gestionó una beca que beneficiaba a jóvenes de la
comunidad sueco-chilena para que visitaran el país. La simpatía entre ambos fue tal,
que el entonces embajador incluso lo contactó con radios para que promocionara su
música en Santiago.
Sin embargo, ambos perdieron contacto
cuando Auth terminó su misión diplomática, en 2004.
Hace unos meses, una llamada del senador Ricardo Lagos Weber renovó los vínculos entre el cantante y el ahora diputado.
FOTO: ATON
La palabra
corrupción
Lagos Weber le comentó a Auth que había
sido contactado por Méndez y que éste estaba interesado en competir en un cupo de la
Nueva Mayoría en las próximas elecciones
municipales.
El respaldo de Auth abrió entonces la
puerta a Méndez al PPD y a la carrera presidencial.
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