b R3 LATERCERA Domingo 21 de agosto de 2016 Director de La Tercera: Juan Pablo Larraín Medina. Subdirector: Víctor Cofré Soto. Editora General: Olga Bustamante Fuentes. Editor Jefe: Alejandro Trujillo / Editora de Reportajes: Gloria Faúndez/ Periodistas: Francisco Artaza, Andrés Muñoz, Hernán López, Ignacio Bazán, Francisco Siredey, Francisca Miranda y Tamy Palma. Columnistas: Alvaro Vargas Llosa, Fernando Villegas, Sebastián Edwards, Eduardo Engel, Ernesto Ottone, Héctor Soto y Oscar Contardo. Editora Gráfica: Constanza Bertolone H. Subeditor de Diseño: David Hernández P. Diseño: Miguel Vargas. Editor de Fotografía: Matías Recart. Fotógrafo coordinador: Patricio Fuentes. COLUMNA DE OSCAR CONTARDO El contrarreloj de transparencia para los partidos E FOTO: PATRICIO FUENTES Y. En Chile no existía la corrupción. Lo que había eran malos entendidos o errores de apreciación, sobre el flujo de un monto de dinero o las intenciones detrás de un regalo inesperado. Podían existir ciertos favores que, bajo determinada luz, se podrían llegar a considerar imprudentes, pero la palabra corrupción estaba proscrita por la costumbre. El argumento más fuerte para probar que aquí esas cosas no sucedían era el contraste con los países vecinos. ¿Has visto a algún militar chileno robando? ¿Has visto a algún funcionario público súbitamente enriquecido? Nómbrame una sola ley hecha a la medida de alguien que sacaría provecho privado con una norma específica. Jamás de los jamases, porque somos un país sobrio, discreto y porque los valores republicanos se mezclaron con el legado colonial y el resultado es que todos somos iguales ante la ley, aunque dispuestos de manera asimétrica frente a los tribunales. Algunos más cerca, otros más lejos. Por suerte, en Chile cada quien sabe muy bien el lugar que le corresponde en la empinada pirámide social nacional. Eso facultaba a la ley a estar atenta a los matices locales, sin que nadie se sintiera perjudicado. Lo que ocurría en la cima no podía llegar a compararse con lo que podía ocurrir en la base, por lo tanto, no podíamos llamarle del mismo modo. Abajo se roba, arriba la gente se confunde. Era la costumbre. Por eso no había corrupción, sino casos aislados producto de errores involuntarios. En Chile no existía tampoco el tráfico de influencias, lo que existían eran familias y amigos de las familias que militaban en algún partido y que conocían a fulanito o zutanita que lo haría regio en un directorio de una empresa importante y que seguramente no tendría problema en devolverles el favor dándoles un par de ideas para llevarse mejor con el gobierno. Hoy por ti, mañana por mí. Hasta cristiano lo hallo, fíjate. No había problema. Chile era como una casa grande en donde cabemos todos. Había salones, salitas y áreas de servicio. ¿Se entiende? Hablar de “redes” sería impropio, siútico. Lo apropiado era decir que existía “sintonía” entre los diversos actores. Para que esa sintonía fuera necesaria y las cosas funcionaran, el elenco protagónico debía ser restringido y las operaciones debían ser discretamente conducidas. La transparencia es un invento que aquí no necesitamos, porque aquí todos nos conocemos. En Chile no existían los conflictos de interés, lo que había eran coincidencias, azar, descuidos que repentinamente aparecían. No eran necesarias leyes ni reglamentos, todo era conversable. Pero no porque hubiera mala intención o algo que ocultar, no, sino porque así es como han funcionado las cosas siempre. ¿A quién habría que rendirle cuentas? Si la gente está preocupada de otras cosas. A la gente no hay que llenarle la cabeza con asuntos que no entiende ni entenderá. Ellos quieren que les hable de cosas concretas: guardias municipales, carabineros, rondines, rejas y cámaras de vigilancia. Ellos quieren control, no libertad; orden, no derechos. Claro que también buscan salud y educación, pero eso es más complejo y lo tienen que discutir técnicos, los economistas, las personas que siempre saben cómo elaborar un buen proyecto que funcione en beneficio de todos. Así lo han hecho, ¿o no? En Chile no existían muchas cosas o más bien el discurso oficial aseguraba que estábamos libres de ellas como de la fiebre aftosa. Pero no era verdad. La diferencia entre el pasado y la actualidad es que la ilusión se rompió y sólo un grupo reducido, el de los más poderosos, quienes son los encargados de tomar las decisiones, sigue actuando como si nada hubiera cambiado y ven en el disgusto generalizado el motivo de una parálisis que ellos mismos están provocando con su indolencia. La última encuesta CEP ha demostrado que la mayoría de los chilenos aprendió a decir la palabra “corrupción” sin pedir antes permiso para ocuparla. Que cree que es uno de los problemas más importantes que enfrenta el país y que está esperando que de una vez por todas los líderes políticos asuman lo que existe y existió, lo enfrenten y respondan por sus responsabilidades. No creo que los chilenos esperen salvadores, ni santos, ni caudillos; lo que quieren es realidad, la verdad sin pillerías, un mínimo de coherencia entre los discursos y los hechos. Esperan que alguien dé la cara y llame a fortalecer las instituciones, para que la sensación de abuso deje de agobiarlos. Eso es lo que creo que la mayoría está esperando para volver a confiar.R La segunda semana de octubre es la fecha límite para que los partidos publiquen balances, gastos y normativas internas, tal como los obliga la nueva legislación. En ese marco, la Fundación Ciudadano Inteligente creó la plataforma Partidos Públicos -que estará disponible a partir del 3 de octubre-, en la que invitó a las colectividades a publicar sus datos: sólo están pendientes de confirmación el PR, la UDI y RN para participar del proyecto. El padrino político de Leopoldo Méndez Fue en Suecia, a comienzos de 2000 -mucho antes de convertirse en candidato a alcalde por Valparaíso- cuando Leopoldo Méndez forjó su primer vínculo con el mundo de la política mientras era popular como DJ Méndez, con éxitos musicales como Fiesta y Estocolmo. El entonces embajador de Chile en Suecia, el ahora diputado independiente Pepe Auth, conoció al artista, para quien gestionó una beca que beneficiaba a jóvenes de la comunidad sueco-chilena para que visitaran el país. La simpatía entre ambos fue tal, que el entonces embajador incluso lo contactó con radios para que promocionara su música en Santiago. Sin embargo, ambos perdieron contacto cuando Auth terminó su misión diplomática, en 2004. Hace unos meses, una llamada del senador Ricardo Lagos Weber renovó los vínculos entre el cantante y el ahora diputado. FOTO: ATON La palabra corrupción Lagos Weber le comentó a Auth que había sido contactado por Méndez y que éste estaba interesado en competir en un cupo de la Nueva Mayoría en las próximas elecciones municipales. El respaldo de Auth abrió entonces la puerta a Méndez al PPD y a la carrera presidencial.