Lectura 4: CONCIENCIA MORAL Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la realidad, el mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno, que es el que hace que sean valorables. No podemos olvidar que somos morales porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias. La conciencia de estas consecuencias es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida. Pero la conciencia moral es también conciencia de la libertad, conciencia de que no todas las posibilidades de elección son igualmente valiosas. Por eso es especialmente importante plantearnos qué es y como funciona. La misma palabra que usamos para referirnos a ella ya nos da una pista: estar consciente significa darse cuenta de lo que ocurre alrededor. La conciencia es una forma de conocimiento o de percepción. La conciencia moral es con lo que nos damos cuenta de lo que vale, de lo que merece la pena para la vida, de lo que es bueno -o bien, de lo que no merece la pena, de lo malo, de lo que hay que evitar-. Hipótesis sobre el funcionamiento de la conciencia moral. Al definir la conciencia como un tipo de conocimiento o de percepción estamos reconociendo que es una realidad compleja. Cuando valoramos una acción realizada o por realizar, la conciencia moral puede actuar de maneras diferentes: podemos sentir que lo que hemos hecho o vamos a hacer está bien o mal, sin saber exactamente por qué; podemos también analizar las consecuencias reales o posibles de nuestra acción y su conveniencia; podemos recurrir a pensar en normas previamente aceptadas para enjuiciar la acción... A lo largo de la historia, distintas corrientes de pensamiento sobre la moral han dado mayor importancia a alguno de estos modos de actuación de la conciencia moral. El intelectualismo moral, por ejemplo, considera la conciencia moral como el conocimiento de lo que es bueno y lo que es malo. Se produce en él una identificación entre el bien y el conocimiento, por una parte, y el mal y la ignorancia por otra. En consecuencia, según el mismo, sólo obramos mal porque creemos, en nuestra ignorancia, que ese mal que hacemos es un bien para nosotros. La manera de conseguir actuar correctamente será, pues, educar a nuestra razón en los principios de la moral para que no pueda llevarnos a valoraciones incorrectas sobre la bondad o maldad de las cosas y las acciones. El emotivismo, por el contrario, es el planteamiento de la conciencia moral como sentimiento. Según los emotivistas, por medio de la razón sólo podemos llegar a comprender lo útil o lo conveniente para determinados fines, pero no si algo es bueno o malo. La bondad o maldad de actos, palabras, etc. se siente, no se conoce racionalmente. Los juicios morales, para los emotivistas, no son más que medios para comunicar esos sentimientos y para intentar convencer a los demás de su validez. 1 El intuicionismo tampoco considera que la razón sirva para determinar la maldad o la bondad de las acciones y las cosas: la conciencia moral, según los intuicionistas, percibe directamente lo bueno y lo malo. Puesto que el bien no es una cualidad natural -como el color-, no puede percibirse por medio de los sentidos físicos. Esto hace que los intuicionistas vean la conciencia moral como un sentido moral -intuición moral- que percibe directamente la bondad o maldad de las cosas y las acciones, sin intervención de los sentidos físicos ni del razonamiento. El intuicionismo y el emotivismo niegan que la razón sea el componente fundamental de la conciencia moral, aunque desde posturas muy diferentes. El intuicionismo considera que el bien y el mal están en las cosas y las acciones, son cualidades reales que percibimos. El emotivismo, por el contrario, sostiene que son sentimientos que provocan esas acciones y cosas en nosotros; sentimientos que pueden variar de una persona a otra y son objeto de discusión. Los prescriptivistas, en cambio, consideran que la moral se basa en el carácter prescriptivo (imperativo) de sus juicios. La conciencia moral, según estos autores, asiente o rechaza los mandatos que presentan los juicios morales. La manera de demostrar el asentimiento a lo que dice una norma es cumplirla, la de demostrar el rechazo, no cumplirla. Todas estas teorías destacan aspectos parciales de la realidad total que es la conciencia moral. Ésta se compone tanto de razonamientos y juicios como de sentimientos, intuiciones o mandatos. ACTIVIDAD 1: Discute con tu grupo de trabajo en qué os basáis para valorar moralmente las acciones o conductas de las personas que os rodean (sentimientos, adecuación a las normas, etc.). El origen de la conciencia moral. La consideración del origen de la conciencia moral puede ayudarnos a comprender mejor su naturaleza y su funcionamiento. Acerca de este tema también se han desarrollado distintas opiniones a lo largo de la historia. En primer lugar, desde la creencia en lo sobrenatural, se ha considerado la conciencia moral como una expresión de la ley divina. En el ámbito cristiano medieval, por ejemplo, se consideraba que Dios ha dado la conciencia moral al ser humano para que pueda reconocer la ley natural, que es el desarrollo de la ley de Dios en este mundo. No vamos a discutir este tipo de opinión, ya que depende de la creencia previa en alguna realidad sobrenatural, lo cual queda fuera del ámbito de una discusión racional. Por otra parte, desde posturas naturalistas, se ha defendido a veces que la conciencia moral es una capacidad innata de tipo racional que nos permite decidir 2 sobre lo bueno y lo malo. Desde este tipo de posturas también se ha defendido que es innata, pero no racional, sino una especie de sensibilidad o de capacidad perceptiva para el bien y el mal. Por último, desde distintos enfoques, se ha considerado que la conciencia moral se adquiere. Según estas teorías, la tomamos del entorno en que nos hemos desarrollado. Los valores dominantes en los distintos grupos sociales en que nos movemos afectan a nuestro modo de valorar las cosas y las acciones. A lo largo de nuestra vida, esta conciencia irá desarrollándose y variando, aunque lo fundamental de la misma se adquiere en la infancia y la adolescencia. La cuestión del origen de la conciencia moral es muy importante, ya que la respuesta que propongamos a la misma afectará directamente a los contenidos que podemos considerar adecuados para esta conciencia: a lo que podemos considerar bueno o malo, a los criterios que usemos para valorar y a las normas que guíen nuestras acciones. Por eso vamos a profundizar más en ella prestando atención a lo que no consideramos un origen válido de la conciencia moral (crítica a los determinismos) y a los factores que influyen en la constitución de la conciencia moral y sus contenidos. LA TEORIA DEL APRENDIZAJE SOCIAL. La teoría del aprendizaje social intenta ir más allá de la consideración de la conducta humana como respuesta a estímulos que hacía el conductismo. El aprendizaje de conductas se produce siempre, según esta teoría, en un marco social. Esto implica que, además de aprender las normas de conducta por medio de las reacciones que los demás tienen ante sus actos, los niños adquieren los modelos de comportamiento adecuados por observación, viendo a los otros actuar. Este último medio de aprendizaje se ha llamado también imitación o modelado, ya que los niños copian el comportamiento de aquellas personas que, por su aceptación social, lugar importante en su mundo, etc., se convierten en modelos de conducta apropiada. Existiría una evolución en el desarrollo de la conducta y el pensamiento moral. Los niños comenzarían controlando su conducta por las sanciones externas, premios o castigos, y completarían su desarrollo moral cuando el control fuera interno y los llevara a una conducta altruista y al cumplimiento de los valores morales. En este sentido, "el desarrollo moral es el aprendizaje de la conducta socialmente aceptable y la adquisición e internalización [interiorización] de las normas y valores transmitidos por las personas que rodean al niño en sus diferentes ambientes". Marchesi, A., "El desarrollo moral", en id. (comp.) Psic. Evolutiva, vol.2, Madrid, Alianza, pág. 358 ACTIVIDAD 1: Busca en Internet información sobre el conductismo y los planteamientos 3 sobre el aprendizaje que se defendieron desde esta corriente (además de conductismo, puedes poner en el buscador Paulov, Pavlov, Skinner, condicionamiento, "condicionamiento clásico", "condicionamiento operante", "condicionamiento aversivo"...) ¿Qué crees que pensarían estos autores sobre el desarrollo moral? ACTIVIDAD 2: Busca algún ejemplo de adquisición de normas morales que ilustre lo que acabas de leer sobre la teoría del aprendizaje social. LA TEORIA DE JEAN PIAGET. Este psicólogo propone que hay tres factores que influyen sobre el desarrollo moral: el desarrollo de la inteligencia, las relaciones entre iguales y la progresiva independencia de la coacción de las normas de los adultos. El primer factor, el desarrollo de la inteligencia, es el más importante, ya que es el que permite a los otros dos actuar. Piaget intenta en sus teorías explicar el funcionamiento interno de nuestras estructuras psíquicas y no se contenta con explicar el aprendizaje únicamente a partir de la influencia exterior. Elaboró en este sentido una teoría del desarrollo y el funcionamiento de la inteligencia, donde defiende la existencia de fases o estadios en el desarrollo de la misma. Estos estadios dependerían, por una parte, de la maduración biológica del individuo y, por otra, de la influencia del medio social que proveería de las experiencias adecuadas para aprovechar esta maduración. La teoría de Piaget sobre el desarrollo moral propone también la existencia de estadios en el mismo. Estos corresponderían a los del desarrollo intelectual a partir de los dos años de edad, ya que antes, según este autor, no podemos hablar de moral propiamente dicha. De los dos a los seis años los niños son capaces de representar las cosas y las acciones por medio del lenguaje, esto les permite recordar sus acciones y relatar sus intenciones para el futuro. Sin embargo, no pueden aún realizar razonamientos abstractos, Primer estadio: por lo que no pueden comprender el significado moral de de las normas generales. Esto hace que las presión adulta. vean como cosas concretas imposibles de variar que se han de cumplir en su sentido literal. Estas normas son, además, exteriores a los niños, impuestas por los adultos, por lo tanto la moral se caracteriza en esta fase de desarrollo por la heteronomía. 4 De los siete a los once años, los niños adquieren la capacidad de realizar operaciones mentales con los objetos que tienen delante. No pueden aún hacer generalizaciones abstractas pero se dan cuenta de la reversibilidad de algunos cambios físicos y de las posibilidades del pensamiento para detectar relaciones entre las cosas. Las normas dejan de ser vistas como cosas reales que tienen su origen en una autoridad absoluta y exterior -los adultos- y comienzan a basarse en el respeto mutuo entre los compañeros de juego, los iguales. De aquí surge la noción de la Segundo convencionalidad de las normas o reglas de los estadio: moral juegos, que son vistas como productos de de solidaridad acuerdos entre los jugadores. Surgen entre iguales. sentimientos morales como la honestidad necesaria para que los juegos funcionen- y la justicia. El respeto a las normas se deriva del respeto al grupo y la necesidad de un cierto orden en el mismo para el mantenimiento del juego, sin embargo, la aplicación de estas normas y de los conceptos y sentimientos morales es poco flexible. Las normas no son ya cosas, pero siguen estando ligadas a las cosas y situaciones concretas, probablemente porque la capacidad intelectual de los niños no ha llegado aún al desarrollo del pensamiento abstracto y de la generalización. De los doce años en adelante los niños sufren cambios biológicos y psicológicos radicales. Se produce la maduración sexual, pero también una maduración biológica general que potencia el desarrollo intelectual y moral. Los niños, en esta etapa, se convierten en adolescentes y sus estructuras de conocimiento permiten ya Tercer estadio: las generalizaciones y la realización de moral de operaciones mentales abstractas. Los equidad. conceptos se integran en sistemas de proposiciones y se aprende a pasar de lo particular a lo general y de lo general a lo particular. En esta etapa surgen sentimientos morales personalizados, como la compasión o el altruismo, que exigen la consideración de la situación concreta del otro como un caso 5 particular de la aplicación de las normas. Gracias a esto, la rigidez de aplicación de las normas y conceptos morales, propia del estadio anterior, desaparece, completándose el paso de la presión adulta al control individual de la propia conducta. El adolescente formula principios morales generales y los afirma de un modo autónomo frente a las normas exteriores. El respeto a estas últimas se realiza de un modo personal. ACTIVIDAD 1: Supón que un grupo de chicos y chicas de tu barrio parten una ventana jugando a la pelota. Nadie los ha visto. Supón que en el grupo hay personas en cada una de las fases de desarrollo moral de Piaget. ¿Cómo reaccionarían? ¿Qué argumentos utilizarían para justificar su reacción? LA TEORIA DE LAWRENCE KOHLBERG. Kohlberg comparte con Piaget la creencia en que la moral se desarrolla en cada individuo pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la maduración biológica como en Piaget, estando las últimas ligadas a la interacción con el ambiente. El desarrollo biológico e intelectual es, según esto, una condición necesaria para el desarrollo moral, pero no suficiente. además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores de este desarrollo. El paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje irreversible en el que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento, valoración y acción. Estas estructuras son solidarias dentro de cada etapa, es decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en marcha de las otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento, dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en algunos individuos que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de un modo deficiente. En este caso los restos de estructuras de la etapa anterior podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en el desarrollo. Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios, etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, 6 traduciendo sus dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china. El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se quiere y de que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral se produciría el desarrollo según el esquema que presentamos a continuación. Etapa 1: el castigo y la obediencia (heteronomía). Nivel I: moral preconvencional. Etapa 2: el propósito y el intercambio (individualismo). El punto de vista propio de esta etapa es el egocéntrico, no se reconocen los intereses de los otros como diferentes a los propios. Las acciones se consideran sólo físicamente, no se consideran las intenciones, y se confunde la perspectiva de la autoridad con la propia. La perspectiva característica de esta etapa es el individualismo concreto. Se desligan los intereses de la autoridad y los propios, y se reconoce que todos los individuos tienen intereses que pueden no coincidir. De esto se deduce que lo justo es relativo, ya que está ligado a los intereses personales, y que es necesario un intercambio con los otros para conseguir que los propios Lo justo es la obediencia ciega a la norma, evitar los castigos y no causar daños materiales a personas o cosas. Las razones para hacer lo justo son evitar el castigo y el poder superior de las autoridades. Lo justo en esta etapa es seguir la norma sólo cuando beneficia a alguien, actuar a favor de los intereses propios y dejar que los demás lo hagan también. La razón para hacer lo justo es satisfacer las propias necesidades en un mundo en el que se tiene que reconocer que los demás también tienen sus necesidades e intereses. 7 intereses se satisfagan. Etapa 3: expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad). La perspectiva de esta etapa consiste en ponerse en el lugar del otro: es el punto de vista del individuo en relación con otros individuos. Se destacan los sentimientos, acuerdos y expectativas compartidas, pero no se llega aún a una generalización del sistema. Nivel II: moral convencional. Etapa 4: sistema social y conciencia (ley y orden). El punto de vista desde el cual el individuo ejerce su moral se identifica en esta etapa con el del sistema social que define los papeles individuales y las reglas de comportamiento. Las relaciones individuales se consideran en función de su lugar en el sistema social y se es capaz de diferenciar los acuerdos y motivos interpersonales Lo justo es vivir de acuerdo con lo que las personas cercanas a uno mismo esperan. Esto significa aceptar el papel de buen hijo, amigo, hermano, etc. Ser bueno significa tener buenos motivos y preocuparse por los demás, también significa mantener relaciones mutuas de confianza, lealtad, respeto y gratitud. Lo justo es cumplir los deberes que previamente se han aceptado ante el grupo. Las leyes deben cumplirse salvo cuando entran en conflicto con otros deberes sociales establecidos. También se considera como parte de lo justo la contribución a la sociedad, grupo o instituciones. La razón para hacer lo justo es la necesidad que se siente de ser una buena persona ante sí mismo y ante los demás, preocuparse por los demás y la consideración de que, si uno se pone en el lugar del otro, quisiera que los demás se portaran bien. Las razones para hacer lo que está bien son mantener el funcionamiento de las instituciones, evitar la disolución del sistema, cumplir los imperativos de conciencia (obligaciones aceptadas) y mantener el autorrespeto. 8 del punto de vista de la sociedad o del grupo social que se toma como referencia. Nivel III: moral postconvencional o basada en principios. Las decisiones morales en este nivel tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad, entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo justo y beneficioso para todos sin excepción. Etapa 5: derechos previos y contrato social (utilidad). Etapa 6: principios En esta etapa se parte de una perspectiva previa a la de la sociedad: la de una persona racional con valores y derechos anteriores a cualquier pacto o vínculo social. Se integran las diferentes perspectivas individuales mediante mecanismos formales de acuerdo, contrato, imparcialidad y procedimiento legal. Se toman en consideración la perspectiva moral y la jurídica, destacándose sus diferencias y encontrándose difícil conciliarlas. En esta última etapa se Lo justo consiste en ser consciente de la diversidad de valores y opiniones y de su origen relativo a las características propias de cada grupo y cada individuo. Consiste también en respetar las reglas para asegurar la imparcialidad y el mantenimiento del contrato social. Se suele considerar una excepción por encima del contrato social el caso de valores y derechos como la vida y la libertad, que se ven como absolutos y deben, por tanto, respetarse en cualquier sociedad, incluso a pesar de la opinión mayoritaria. Lo que está bien, lo justo, La motivación para hacer lo justo es la obligación de respetar el pacto social para cumplir y hacer cumplir las leyes en beneficio propio y de los demás, protegiendo los derechos propios y los ajenos. La familia, la amistad, la confianza y las obligaciones laborales se sienten como una parte más de este contrato aceptado libremente. Existe interés en que las leyes y deberes se basen en el cálculo racional de la utilidad general, proporcionando el mayor bien para el mayor número de personas. La razón para hacer lo justo 9 éticos universales (autonomía). alcanza por fin una perspectiva propiamente moral de la que se derivan los acuerdos sociales. Es el punto de vista de la racionalidad, según el cual todo individuo racional reconocerá el imperativo categórico de tratar a las personas como lo que son, fines en sí mismas, y no como medios para conseguir ninguna ventaja individual o social. es seguir los principios éticos universales que se descubren por el uso de la razón. Las leyes particulares y acuerdos sociales son válidos porque se basan en esos principios y, si los violaran o fueran en contra de ellos, deberá seguirse lo indicado por los principios. Los principios son los principios universales de la justicia: la igualdad de derechos de los seres humanos y el respeto a su dignidad de individuos. Éstos no son únicamente valores que se reconocen, sino que además pueden usarse eficientemente para generar decisiones concretas. es que, racionalmente, se ve la validez de los principios y se llega a un compromiso con ellos. Este es el motivo de que se hable de autonomía moral en esta etapa. ACTIVIDAD 1: ¿A qué etapa del desarrollo moral según Kohlberg corresponden las siguientes frases?: "Te doy para que me des", "no quiero que me castiguen", "tenemos que casarnos, todo el mundo sabe que estamos juntos", "es necesario mantener el orden social", "no debes defraudar a tus padres", "no me conviene hablar todavía", "hice lo que debía", "todos tenemos unos derechos". Justifica tus respuestas. 10 LA TEORIA DE CAROL GILLIGAN Carol Gilligan fue discípula de Kohlberg en la Universidad de Harvard, y estaba muy familiarizada con sus investigaciones. Sin dudar de la importancia de la exposición sobre el desarrollo moral que hacía su maestro, observó en esta algunas deficiencias: Kohlberg realizó sus investigaciones sólo sobre sujetos del sexo masculino. Kohlberg usaba dilemas morales hipotéticos, que podrían estar sesgados en su planteamiento y provocar desviaciones en las respuestas de los sujetos. En la escala final del desarrollo moral de Kohlberg las mujeres alcanzaban resultados inferiores a los hombres. Ante estas deficiencias, Gilligan realizó un nuevo estudio en el cual los sujetos eran mujeres y los dilemas que se proponían eran cuestiones reales, como el aborto. El resultado fue el descubrimiento de un modelo ético diferente al propugnado por Kohlberg. Si éste propugnaba como modelo de desarrollo moral una ética de la justicia, en los estudios de Gilligan salió a la luz la ética del cuidado. Gilligan planteó que el problema fundamental de los estudios de Kohlberg fue su limitación a sujetos masculinos, la cual introdujo una desviación de los resultados motivada por la distinta educación vital y moral que recibimos los hombres y las mujeres en la sociedad. Los hombres nos moveríamos en lo formal y abstracto, en el respeto a los derechos formales de los demás, en el ámbito individual y en las reglas. Las mujeres se moverían en lo contextual, en la responsabilidad por los demás, en las relaciones y en una concepción global y no sólo normativa de la moral. A partir de esta concepción, Gilligan elaboró un cuadro del desarrollo moral en el ámbito de la ética del cuidado que corresponde en grandes líneas al cuadro que propuso Kohlberg en el ámbito de la ética de la justicia. Aunque formalmente los tres niveles de desarrollo que propone Gilligan se estructuran sobre la dinámica de los de Kohlberg, su contenido es muy diferente. Esto tiene que ver con las diferencias básicas entre estas éticas: ambas defienden la igualdad, pero la ética de la justicia pone el acento en la imparcialidad y la universalidad, lo que elimina las diferencias, mientras que la del cuidado pone el acento en el respeto a la diversidad y en la satisfacción de las necesidades del otro. Los individuos de la ética de la justicia son formalmente iguales, han de ser tratados de modo igualitario, los de la ética del cuidado son diferentes e irreductibles y no deben ser dañados. Desde este punto de vista se entenderá la diferente orientación que la ética del cuidado de Gilligan da al desarrollo moral: 11 Primer nivel Atención al Yo para asegurar la supervivencia: el cuidado de sí misma. Segundo nivel Conexión entre el Yo y los otros por medio del concepto de responsabilidad: la atención a los demás y la relegación de sí misma a un segundo plano. Transición Transición Tercer nivel Consideración del planteamiento del primer nivel como egoísta. Análisis del desequilibrio entre autosacrificio y cuidado, reconsideración de la relación entre el Yo y los otros. Inclusión del Yo y de los otros en la responsabilidad del cuidado. Necesidad de equilibrio entre el poder y el cuidado de sí misma, por una parte, y el cuidado a los demás por la otra. Información de la tabla extraída de Gloria Marín, "Ética de la justicia y ética del cuidado", Assemblea de Dones d'Eix, 1993 http://www.nodo50.org/doneselx/etica.htm ACTIVIDAD 1: Entra en la dirección web de donde se ha extraído la información de la tabla y léete el apartado Caracterización de la ética de la justicia y la ética del cuidado. Como ves, ambas éticas son diferentes y muchas de sus concepciones se oponen. Escribe qué te parece lo mejor y lo peor de cada una. Justifica tu respuesta. LA TEORIA DE WILLIAM KAY La teoría sobre el desarrollo moral de William Kay nos propone una visión del desarrollo moral como la evolución de las actitudes morales. En la infancia, según Kay, predominan las actitudes cautelosas, que tienden a evitar el daño y los castigos. Al final de la infancia y durante la niñez, estas actitudes se sustituyen poco a poco por las autoritarias, en su doble aspecto de obediencia ciega e imposición no razonada. A medida que avanza el individuo por la niñez comienzan a surgir las actitudes sociales, que integran al individuo en el grupo al que pertenece, para, al final de la misma y durante la adolescencia, ser sustituidas por las personales. De este modo, si el individuo ha logrado desarrollarse armónicamente y sin trabas, al llegar a la edad adulta predominarán en él estas últimas, las propiamente morales. Las actitudes personales más importantes son, según este autor, la racionalidad, el altruismo, la responsabilidad y la independencia moral -todas ellas nos recuerdan a las características del sujeto de las últimas etapas del desarrollo moral según Piaget o Kohlberg-. ACTIVIDAD 1: Una misma acción, por ejemplo, bajar a comprar el periódico para la abuela enferma, ¿puede ser causada por actitudes diferentes? Explica por qué y, si tu respuesta es que sí, pon ejemplos del modo en que esto puede ocurrir. 12 ACTO MORAL. No tiene sentido aplicar normas morales a las cosas que sólo pueden suceder de una manera. No podemos decir que el fuego es malo, sino que quema; que el agua es buena cuando riega y mala cuando inunda, sino que nos beneficia o nos perjudica; que el hongo productor de la penicilina es bueno y el virus del SIDA es moralmente malo, sino que sus estructuras y funcionamiento biológicos tienen consecuencias buenas o malas para nosotros. Es cierto que usamos estas expresiones habitualmente, pero lo hacemos en un sentido figurado. Ni el fuego, ni el agua, ni la penicilina, ni el virus del SIDA pueden actuar de un modo diferente al modo en que lo hacen en cada caso concreto. La imposibilidad de elegir modos de actuación diferentes hace imposible valorar estos objetos desde el punto de vista moral. Sin embargo, sabemos que los seres humanos somos capaces de actuar de muchas formas ante cada situación y que, por eso, nuestros actos son valorables moralmente. ¿Es todo lo humano valorable moralmente? Algunos autores han distinguido, intentando ser coherentes con lo dicho en el párrafo anterior, entre actos humanos y actos del hombre. Los actos del hombre son aquellos que no tienen significado moral, los que no podemos elegir -respirar, hacer la digestión y cosas por el estilo-. Los actos humanos son aquellos que podemos o no escoger. Pues bien, actos propiamente morales son sólo estos últimos. ACTIVIDAD 1: Compara las acciones de un ladrón de joyas y una urraca (un pájaro de la familia de los cuervos que tiene la costumbre de llevar a su nido todos los objetos brillantes que encuentra). ¿Podemos valorarlas de la misma manera? ¿Por qué? Los actos morales son actos humanos, voluntarios, que podemos elegir realizar o no, y que podemos valorar según las normas y criterios morales que hayamos asumido previamente. Ante la posibilidad de elegir, el primer elemento de estos actos que se nos muestra es la existencia de un motivo para los mismos. El motivo es la causa directa de la realización del acto, la respuesta a la pregunta '¿por qué?'. Además, este tipo de actos tiene un fin, esto es, la representación o anticipación mental del resultado que se pretende alcanzar con la acción. El fin se hallaría respondiendo a la pregunta '¿para qué?' Pero la finalidad que se pretende conseguir con cualquiera de estos actos ha de conseguirse de algún modo. Cuando hablamos de los pasos que hay que seguir necesariamente para completar el acto moral, para conseguir el fin propuesto, estamos hablando de los medios. Estos se hallan respondiendo a la pregunta '¿cómo?' El elemento que completa la estructura de los actos morales es el resultado efectivo de los mismos, sus consecuencias. Podemos distinguir entre motivos conscientes y motivos inconscientes. Los primeros los pensamos antes de que nos hagan actuar. De los segundos no tenemos esta representación previa a la actuación: pueden ser derivados del hábito, del capricho o de la misma biología del ser humano, pero también pueden ser aquellos que no nos atrevemos a reconocer ni ante nosotros mismos, y que ocultamos tras de otros más dignos que los justifican -a veces, por envidia o celos, atacamos a otras personas, y lo hacemos convencidos de que éstas actúan mal y 13 deben ser reprendidas-. Contrariamente a lo que pudiera parecer, la inconsciencia de los motivos no anula totalmente el carácter moral de un acto humano. Aunque a veces puedan confundirse, los motivos y los fines no son lo mismo. El fin de una acción es la representación anticipada de sus consecuencias, lo que se pretende conseguir con dicha acción. En este sentido, es un elemento fundamental para la valoración moral de la misma. Dependiendo de que la finalidad de nuestros actos, nuestra intención, sea buena o mala, así serán también los mismos. ACTIVIDAD 2: Intenta establecer los motivos y los fines por los que pudieron manifestarse millones de personas contra la invasión de Irak por Estados Unidos en el año 2003. Por otra parte, no basta con la intención. Nuestras acciones se desarrollan en la realidad y, por tanto, dependen de la utilización de unos medios y producen unas consecuencias. La elección de los medios adecuados para la consecución de nuestros fines es fundamental para la valoración moral de nuestras acciones. Podemos afirmar que el fin no justifica los medios y, en este sentido valorar negativamente toda acción que utilice malos medios. ACTIVIDAD 3: Haz un breve informe para iniciar un debate con los argumentos que usarías para justificar tu respuesta a la siguiente cuestión: "¿es justificable utilizar la violencia como medio para obtener algo?" Las consecuencias reales de nuestras acciones son también muy importantes para valorarlas moralmente. Como seres con conciencia podemos prever en gran medida estas consecuencias y, al menos, estamos obligados a intentarlo. Por ejemplo: cuando nos excusamos por alguna acción culpando a otra persona esto influye sobre su reputación, cuando dejamos el grifo abierto mientras nos cepillamos los dientes estamos tirando unos cuantos litros de agua potable a las alcantarillas, cuando recogemos el agua del suelo del cuarto de baño después de ducharnos evitamos que otra persona tenga que hacerlo... La conciencia de las posibles consecuencias de nuestros actos es importante para la valoración moral de los mismos, pero la ignorancia de éstas no siempre nos exime de toda responsabilidad. A veces es imposible prever determinadas consecuencias de algunas acciones, pero, en general, no sólo es posible sino que estamos obligados a conocerlas. Por ejemplo, si una persona está tomando medicamentos, debe informarse sobre los efectos de los mismos y sobre los alimentos y bebidas que no puede consumir mientras los toma. La ignorancia de esos efectos e incompatibilidades no hace que la persona sea menos responsable de las consecuencias de ignorarlos. Sin embargo, el camarero de un restaurante no es responsable del daño que pueda sufrir esa misma persona por tomar algunos de esos alimentos y bebidas incompatibles con su medicación. 14 ACTIVIDAD 4: Confecciona, una lista de situaciones en las que estamos obligados a conocer las posibles consecuencias de nuestros actos, (por ejemplo: beber alcohol cuando se va a conducir). EXISTENCIA AUTENTICA. La aceptación de la responsabilidad ante el mundo es la clave para entender el problema de la libertad. A medida que nos desarrollamos biológica y psicológicamente adquirimos una mayor autonomía. Pero esta mayor autonomía nos expulsa del círculo protector de nuestra infancia. Desde el nacimiento seguimos un proceso continuo que nos separa de nuestro origen. Cuando nacemos no tenemos libertad de movimientos ni autonomía, no somos capaces de alimentarnos, limpiarnos o protegernos. Somos hijas e hijos nada más, nuestra identidad se confunde con la de la familia y ella responde por nosotros, nos cuida y nos protege. Cuando crecemos, conquistamos, paso a paso, nuestra autonomía: aprendemos a andar, a comer, lo que es peligroso para nosotros, lo que nos conviene hacer; aprendemos a tomar decisiones y se nos pide rendir cuentas por las consecuencias de las mismas; adquirimos una identidad personal independiente de la de nuestra familia. En esta conquista se produce un doble proceso: disminuye nuestra dependencia y aumenta nuestra soledad. Al aumentar nuestras capacidades personales, dejamos de sentirnos una parte indivisible del grupo. Esta conciencia de ser individuos separados de los demás, responsables ante ellos de nuestros actos y nuestra supervivencia, podemos sentirla como fuerza e independencia, pero también puede causarnos miedo e inseguridad. La obligación de tomar decisiones, la posibilidad de ser juzgado por ellas como sujeto de plena responsabilidad, puede llegar a ser aterradora para algunos individuos. ACTIVIDAD 1: Analiza desde lo que acabas de leer las siguientes expresiones: "es lo normal", "todo el mundo lo hace", "yo no tengo por qué ser diferente". La respuesta a este sentimiento doble de independencia y soledad, de responsabilidad y de miedo, varía de un individuo a otro. El individuo puede aceptar su independencia, su autonomía y, en consecuencia, su responsabilidad, y construir su propio modo de vida. Desde esta independencia, el individuo se dará cuenta de que necesita a los demás y de que se tiene que relacionar de un modo u otro con el mundo. Para satisfacer esta necesidad podrá tender puentes, crear relaciones con los demás individuos, tomando como base de las mismas la autonomía y la responsabilidad. Esta reacción ha sido calificada por algunos filósofos como existencia auténtica, ya que es la que corresponde mejor al modo de existir humano: estamos obligados a elegir un modo u otro de actuación, es decir, somos libres, en cierto sentido, queramos o no. Somos, también, responsables de nuestras elecciones queramos o no, y estas elecciones construyen nuestra identidad paso a paso. 15 ACTIVIDAD 2: Discute con tu grupo qué es lo fundamental para que podamos hablar de existencia auténtica. Podéis basaros en la consideración de varios ejemplos: ¿es auténtica la vida de una persona tradicional que ha escogido serlo?, ¿es auténtica la existencia de un miembro de una banda que se ha unido a la misma para estar integrado en un grupo?, ¿es auténtica la vida de una persona que decide cambiar de ciudad y de trabajo para librarse de un ambiente social que no le gusta?... Anota tus conclusiones para ponerlas en común con la clase entera. Pero el individuo puede negar su autonomía para intentar enfrentarse al miedo y la soledad. Como la visión del mundo -los demás, la sociedad, la naturaleza- como algo separado de nosotros, grande y poderoso, produce desamparo y soledad, algunos individuos intentan recuperar los vínculos de dependencia que antes los protegían. Pero los vínculos familiares con los niños no se pueden reproducir entre el mundo y los individuos adultos. Se construyen entonces relaciones que sustituyan a estos vínculos, en las que destaca la dependencia de realidades externas al individuo y el intento de escapar de la responsabilidad que supone la libertad. El sometimiento acrítico de un adulto a cualquier tipo de autoridad, la integración en un partido totalitario o una secta, la explicación de nuestra conducta y el desarrollo de nuestra vida por medio de supersticiones, magia o predestinación, el refugio en las drogas o el alcohol, la despreocupación por el mundo que nos rodea, son síntomas de este tipo de dependencia. Esta reacción ha sido calificada como existencia inauténtica, mala conciencia o, simplemente, miedo a la libertad. ACTIVIDAD 3: Analiza, algún fenómeno social o momento histórico en el que se de el miedo a la libertad (por ejemplo: el apoyo de los trabajadores alemanes al partido nazi, el consumismo, la evasión por las drogas o el alcohol). BIBLIOGRAFÍA GUTIERREZ SAENZ, RAUL. INTRODUCCIÓN A LA ETICA. EDITORIAL ESFINGE. MEXICO MENDEZ, AQUILES. ETICA PROFESIONAL. HERRERO HNOS. EDITORES. MÉXICO. PEREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, BERNARDO. DEONTOLOGIA JURÍDICA, ETICA DEL ABOGADO. EDITORIAL PORRUA, MEXICO SÁNCHEZ VAZQUEZ, ADOLFO. ETICA. EDITOR TRATADOS Y MANUALES GRIJALBO. BARCELONA. VALDEZ DE MARTINEZ, SARA CARMEN. DEONTOLOGIA. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA. GUADALAJARA, JAL. MÉXICO. 16