Apuntes Historia de Roma

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HISTORIA DE ROMA
Departamento de Clásicas I.E.S. Ojos del Guadiana
1. Historia interna e historia externa
Por «historia de Roma» se entiende la de la propia ciudad, como república o
ciudad-Estado, desde su fundación (siglo VIII a.C.) hasta la desaparición del
Imperio Romano de Occidente, trece siglos más tarde: su sistema de gobierno, la
organización social, el urbanismo... Es lo que se llama «historia interna».
La relación de Roma con los distintos pueblos con los que fue enfrentándose
sucesivamente, en Italia primero, en Europa, Asia y África después, se denomina
«historia externa».
Ambos aspectos, aunque bien diferenciados, transcurren paralelamente, y los
acontecimientos que se producen en uno y otro ámbito se interfieren e influyen
mutuamente.
2. Etapas de la historia de Roma
La división tradicional de la historia de Roma en épocas se hace teniendo en
cuenta la evolución de su régimen político (historia interna). Según este criterio
se distinguen tres grandes épocas y en cada una de ellas dos periodos:
a) Época de la Monarquía: desde la fundación de Roma en el año 753 a.C. hasta
la expulsión del último de los reyes en el 509 a.C.
— Periodo latino-sabino (cuatro primeros reyes, siglos VIII-VII a.C.).
— Periodo etrusco (tres últimos reyes, siglo VI a.C.).
b) Época de la República:
República desde el año 509 hasta el
27 a.C., en que Octavio Augusto es reconocido,
de hecho, primer emperador.
— Periodo de democratización (hasta el siglo III a.C.).
— Periodo de oligarquía (siglos II y I a.C.).
c) Época del Imperio: desde el año 27 a.C. hasta el
476 d.C., en que es depuesto el último emperador
romano.
— Periodo del Principado o Alto Imperio (siglos I a.C - III d.c.).
— Periodo del Dominado o Bajo Imperio (siglos III-V d.C.).
3. Expansión del Imperio Romano: fases
En cuanto a la «historia externa» pueden distinguirse cinco fases:
a) Sometimiento del Lacio, iniciado en la época monárquica y culminado a
comienzos de la República (siglo y a..).
b) Dominio sobre Italia (siglos V-III a.C.).
c) Incorporación al Imperio de los países ribereños del Mediterráneo (siglos IIII-I
a.c.).
d) Expansión hacia el centro de Europa y Oriente Medio (siglos I-II d.c.).
e) División del Imperio y ocupación progresiva de la parte occidental por los
pueblos «bárbaros» hasta su fragmentación definitiva (siglos IIIIII-V d.c.).
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4. Monarquía
Esta época se desarrolla en lo que se denomina «protohistoria» de Roma. Lo que
conocemos de ella se basa en la tradición, recogida por los historiadores romanos
varios siglos más tarde. Se impone, pues, distinguir entre lo que la tradición contaba
sobre esta época, en sus dos aspectos (interno y externo), y la realidad histórica, en la
medida que ha podido ser reconstruida por los historiadores modernos.
4.1.
4.1. La tradición: historia interna
• Periodo latinolatino-sabino
Tras la muerte de su hermano Remo, Rómulo es investido primer rey de Roma.
Como salida a una guerra con sus vecinos los sabinos, las aldeas repartidas por las
colinas próximas al Tíber se fusionan, dando lugar a una población mixta latinosabina. Rómulo comparte el trono con el rey sabino, Tito Tatio, hasta la muerte de
éste. Cuando Rómulo muere (o asciende a los cielos, que las dos versiones se
contaban), le sucede el sabino Numa Pompilio. Tras éste reinan el latino Tulo
Hostilio y el sabino Anco Marcio.
Roma se regía entonces por una monarquía electiva. Durante el periodo de elección
(«interregno»), la ciudad era gobernada por un interrex, cargo en el que iban
turnándose los miembros más destacados del Senado. El rey era el magistrado
supremo, el jefe de aquel Estado-ciudad: él gobernaba, juzgaba, dirigía el ejército,
convocaba y presidía el Senado y la Asamblea.
Se atribuía a Rómulo la primera constitución romana: ésta distribuyó los distintos
linajes patricio- (gentes) en tres tribus, cada una organizada en diez curias. Los jefes
de las distintas familias (paterfamilias) componían el Senado, cuya función era
asesorar al rey, gobernar durante el interregno y elegir al sucesor. Los hombres
adultos (quirites) de las treinta curias se reunían en la Asamblea curiata: sancionaban
la elección del rey, votaban las leyes, decidían sobre la guerra y la paz, etc.
• Periodo etrusco
A la muerte de Anco Marcio es nombrado rey e etrusco Tarquino el Antiguo. A éste
le sucede su yerno Servio Tulio, y a éste, Tarquino el Soberbio, hijo de Tarquino el
Antiguo. El régimen sufre drásticas transformaciones: los reyes etruscos llegan al
poder mediante la intriga y la violencia, en vez de mediante la elección del Senado y
de la Asamblea, con lo que el poder de estas instituciones queda muy reducido.
Al rey Servio Tulio se le atribuye una reforma de la constitución de Rómulo: el
sistema de participación política basado en el linaje, que excluía a los no patricios, es
sustituido por otro, basado en la riqueza. A este efecto distribuye a los ciudadanos,
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patricios y plebeyos, en cinco clases o niveles económicos. Esta clasificación se tenía
en cuenta a la hora de votar y a la hora de servir en el ejército.
Las relaciones entre los reyes etruscos y el Senado fueron haciéndose cada vez más
tirantes, hasta la ruptura total con el último, apodado por ello «el Soberbio», que
diezmó prácticamente el Senado. Este enfrentamiento, unido al descontento del
pueblo y a 1o abusos de la camarilla real (como la violación de la noble Lucrecia por
uno de los hijos de Tarquinio). provocó la sublevación de la ciudad y la expulsión del
rey y de su familia. Al frente de la ciudad quedaron los jefes de la sublevación, J.
Bruto y T. Colatino con el título de cónsules.
4.2.La
4.2.La organización social
La población de Roma, desde sus orígenes, estuvo dividida de una manera tajante en
dos estamentos jurídico-sociales: el de los hombres libres y el de los esclavos. Los
primeros se distribuían en dos clases bien diferenciadas: los patricios y los plebeyos.
.- Los patricios, la clase minoritaria, eran los descendientes de los fundadores de la
ciudad, que integraron el primitivo Senado de Rómulo: éste les dio el título de patres
y a sus descendientes el de patricios. Poseían la mayor parte de las tierras y de los
ganados que en ellas pastaban. Controlaban el Senado y se reunían en la Asamblea
cunada. Se agrupaban en gentes (linajes o clanes).
.- Los plebeyos, la progresiva mayoría de los ciudadanos, inmigrantes voluntarios o
forzosos, procedentes de las demás ciudades del Lacio o del interior de Italia, se
dedicaban básicamente al trabajo manual en los distintos oficios y servicios. Un
grupo de ellos, los clientes, vivían en una especie de simbiosis con las familias
patricias; así conseguían pequeñas parcelas de terreno y protección a cambio de una
disposición servicial permanente. Otros, por el contrario, los llamados caballeros,
consiguieron enriquecerse a través del pequeño comercio, la industria incipiente, las
contratas públicas, etc., convirtiéndose en una especie de clase (ordo) intermedia
entre patricios y plebeyos.
Los esclavos (servi), hombres desprovistos de todo derecho, ellos y sus familias, como
si se tratara de animales de labor o cosas, fueron aumentando con el tiempo, sobre
todo en el periodo etrusco. El principal contingente de esclavos lo constituían los
prisioneros de guerra. Eran empleados en los campos, en las obras públicas de la
ciudad, cuyo urbanismo experimentó un gran desarrollo en ese periodo, y en el
trabajo doméstico.
4.3. La tradición: historia externa
Los romanos demostraron desde el principio una mentalidad belicosa y
expansionista. A partir del núcleo inicial de la Roma quadrata del Palatino, el
territorio romano fue ampliándose incesantemente por distintos procedimientos:
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Fusiones más o menos pacíficas, primero con las aldeas de las colinas más próximas
(caso de la fusión latino-sabina), después con las de las restantes siete colinas (la
llamada federación del Septimontium).
Conquistas, tras cruentos enfrentamientos, tanto en territorio latino (destrucción de
Alba) como en territorio etrusco o hacia el mar (fundación del puerto de Ostia).
Como resultado, al final de la época monárquica, Roma aparece ya, según la
tradición, como la ciudad hegemónica del Lacio.
4.4. La realidad histórica
La versión tradicional, que acabamos de resumir, no sólo es mirada con escepticismo
por los historiadores modernos; escritores antiguos, como Tito Livio o Cicerón, eran
también muy críticos con ella.
Respecto a lo que realmente ocurrió durante estos siglos «oscuros» hay pocos datos
seguros: Por las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la ciudad de Roma se
sabe que los restos más antiguos son precisamente los del Palatino, lo cual
confirma la leyenda tradicional. Pero estos restos se fechan hacia el año 1000 a.C., es
decir, que adelantan en más de dos siglos la fecha tradicional de la fundación de
Roma por Rómulo.
La historia comparada, sobre todo con la de los etruscos, lleva a la conclusión de que
bajo la serie de los tres últimos reyes, de nombre y origen etrusco, los historiadores
romanos intentaron disimular la conquista y ocupación de Roma por sus poderosos
vecinos, durante, al menos, todo el siglo VI a.C.
En este largo periodo, Roma se convirtió en una ciudad etrusca: comienzos de
urbanismo, murallas, alcantarillado, templos, etc.. El propio nombre de Roma parece
de origen etrusco. A través de los etruscos, los romanos tomaron contacto por
primera vez con la civilización griega: alfabeto, dioses, mitos, arte, lengua, etc.
5. República
Los primeros siglos de esta segunda época adolecen también de falta de seguridad
histórica. Aunque el terreno que se pisa es ya más firme por su mayor proximidad a
las fuentes conservadas (siglo 1), la historia documentada, es decir, la historia en
sentido estricto, no empieza en Roma hasta el siglo iii a.C.
5.1.
.1. Historia interna: el sistema político
El sistema político romano estuvo en continua evolución. No hubo nunca en Roma
una constitución escrita al estilo de las modernas. Las instituciones políticas iban
reformándose y acumulándose según las necesidades y la correlación de fuerzas entre
los distintos sectores de la población. El régimen «republicano» se basó en tres
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pilares: las magistraturas (cargos públicos), el Senado y los comicios o asambleas.
a)Las
a)Las magistraturas
Se repartían el poder ejecutivo, civil y militar, y la administración de la ciudad de
Roma, primero, y del Imperio, después. Se distinguen dos tipos de magistraturas: las
ordinarias (en tiempos de normalidad) y las extraordinarias (en «estados de
excepción»).
Entre las ordinarias había cuatro, con poder ejecutivo, que se ocupaban de las tareas
de gobierno. Constituían el cursus honorum (la carrera política). Eran, de mayor a
menor, las siguientes:
Los cónsules. Eran dos.. Sobre ellos recaía la jefatura del Estado-ciudad. Eran la
suprema autoridad civil y militar: presidían el Senado y la asamblea, dirigían el
ejército y mandaban sobre los demás magistrados.
Los pretores.
pretores Hasta el final de la República fueron dos también. Eran los responsables
de la administración de la justicia: uno, en los litigios entre ciudadanos romanos
(praetor urbanus); otro, cuando intervenían forasteros (praetor peregrinus).
Los ediles.
ediles Eran cuatro, dos patricios (curules) y dos plebeyos. Se encargaban de la
administración de la ciudad, como los actuales concejales: obras públicas, fiestas,
aprovisionamiento, seguridad ciudadana, etc.
Los cuestores.
cuestores Pasaron de dos al principio a cuarenta en tiempos de César. Eran los
encargados de la administración de los fondos públicos (control de los gastos civiles y
militares), tanto en Roma como en las provincias.
Estas cuatro magistraturas tenían una serie de características comunes:
— Anualidad. La duración de los cargos era de u año, y no se podían prorrogar; de
manera que h bía elecciones cada año.
— Colegialidad.
Colegialidad Cada magistratura, como hemos visto, estaba desempeñada por dos o
más colegas con igual autoridad y derecho al veto mutuo.
— Gratuidad.
Gratuidad Los cargos no estaban remunerados. con lo que sólo los ricos podían
optar a ellos.
— Progresividad.
Progresividad La carrera política se iniciaba como cuestor. y para llegar a cónsul
había que pasar por los cargos intermedios; para cada uno se exigía una edad mínima.
Además de estas magistraturas «ejecutivas» había otras, de carácter especial, entre las
que destacaban:
Los censores.
censores Eran dos también, elegidos entre lo’ ex cónsules. Dirigían la revisión
del censo de los ciudadanos cada cinco años y controlaban las costumbres públicas
(de ahí «censura»). Al final de su gestión organizaban un solemne sacrificio de
purificación (lustrum, de donde procede «lustro», periodo de cinco años).
Los tribunos de la plebe.
plebe Eran diez. Defendían la plebe contra los abusos de los
demás magistrados (casi siempre patricios), sobre los que tenían derecho de veto.
Convocaban y presidían el concilio de la plebe, después Asamblea tributa. Eran
considerados sagrados (intocables).
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Las magistraturas extraordinarias sólo eran elegidas en situaciones de excepcional
peligro para la ciudad. Eran dos: el dictador,
dictador, máximos poderes, sin colega, elegido
entre los cónsules por un periodo máximo de seis meses, su lugarteniente era el
maestre de la caballería.
b) Senado
Esta institución, cuya fundación se atribuía a Rómulo, fue siempre el verdadero
centro del poder político en la época de la República, tanto por la autoridad y poder
personal de sus componentes, cuya pertenencia al orden senatorial era vitalicia,
como por la importancia de sus funciones en la política exterior y en la interior:
Política exterior: decisiones sobre las declaraciones de guerra y firma de paz,
asignación de gobiernos de las provincias y mandos militares, etc.
Política interior: ratificación de las leyes hasta el siglo III a.C., dirección y control de
la actuación de los magistrados, administración de la hacienda pública, etc. Sus
dictámenes, senatus consulta, tenían fuerza de ley.
El número de senadores se fijó en trescientos a principios de la República. La lista
(album) era decidida cada cinco años por los censores entre los miembros del «orden
senatorial», al que pertenecían todos aquellos que habían desempeñado alguna de las
magistraturas. El senador con un cursus honorum más glorioso tenía el título de
princeps Senatus. Los senadores que habían sido cónsules (y sus descendientes)
constituían la nobilitas, verdadero núcleo dirigente de la política y de la sociedad
romana.
c) Los comicios
En el caso de la República romana hay que hablar de comicios o asambleas en plural,
porque, además de la Asamblea curiada, heredada de la época monárquica y reducida
a funciones protocolarias, había dos tipos de asamblea: la Asamblea centuriada y la
Asamblea tributa. Ambas eran diferentes en cuanto a sus funciones, el sistema de
votación e, incluso, el lugar de reunión, aunque los participantes eran los mismos, es
decir, los ciudadanos romanos.
.- La Asamblea centuriada. Su fundación se atribuía al rey Servio Tulio, pero debió
de ser posterior. En ella, los ciudadanos votaban, distribuidos según sus riquezas, en
cinco clases o niveles, cada uno de los cuales estaba dividido en un número
determinado de secciones o centurias (193 en total). Cada centuria tenía un voto. La
función principal de la Asamblea centuriada era electoral: en ella se elegían las
magistraturas «mayores» (pretores, cónsules, censores). Se reunía en las afueras de
Roma, en el Campo de Marte.
.-La Asamblea tributa. Tuvo su origen en la primitiva asamblea plebeya (concilium
plebis), pero a partir del siglo VI a.C. participaban ya todos los ciudadanos, patricios
y plebeyos. Votaban distribuidos en tribus o distritos electorales, según el lugar de
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residencia: había cuatro tribus urbanas y treinta y una rurales. Era la asamblea
legislativa por excelencia, aunque también se elegían en ella las magistraturas
«menores» (ediles y cuestores) y los «tribunos de la plebe». Se reunía habitualmente
en el Foro.
5. 2. Historia interna:
.- La
La organización social
El esquema de la distribución de la población romana, heredado de la época
monárquica (libres y esclavos; los primeros, patricios y plebeyos), sufrió a lo largo de
la República profundas transformaciones:
1. El «orden ecuestre o de los caballeros» emergido de la plebe, ya en época
monárquica, adquirió un poder formidable, sobre todo económico: su control de las
finanzas, la industria, el comercio, el tráfico de esclavos, el cobro de impuestos, etc.,
lo convirtió en uno de los pilares básicos de la administración del Imperio, en
competencia con el «orden senatorial».
2. El patriciado, como clase social, siguió manteniendo su prestigio y sus
prerrogativas. Pero como clase política se diluyó en ese «orden senatorial» al que ya
no controlaba en exclusiva. Muchas familias patricias se extinguieron por falta de
descendencia o se arruinaron. Su lugar fue ocupado por miembros del «orden
ecuestre» que escogieron la política en vez de los negocios: eso sí, los senadores
patricios seguían siendo tratados de patres; los otros eran llamados conscripti.
3. Los plebeyos,
plebeyos campesinos en su mayoría, llevaron la mayor parte del peso en la
expansión imperialista. Pero al contrario que para las clases dominantes (senadores y
caballeros), para ellos el engrandecimiento de Roma fue su ruina: o perdieron sus
tierras a causa de la guerra o no pudieron competir con los grandes latifundios
explotados a base de esclavos. Muchos acabaron refugiados en Roma, sin oficio ni
beneficio (eran los proletarii, que no tenían más que prole), y sobrevivían de la
beneficencia pública (repartos de alimentos y dinero) o de la privada (como
«clientes»).
4. Los esclavos crecieron desmesuradamente en número como consecuencia de las
continuas y prolongadas guerras y se convirtieron en la mano de obra que hacía
funcionar todos los sectores económicos («economía esclavista»). Su mismo comercio
se convirtió en uno de los negocios más productivos.
Había una distinción clara, de importantes consecuencias, entre los ciudadanos de
Roma y los súbditos del Imperio. Sólo a los primeros se les reconocían los derechos
políticos (sobre todo, el derecho al voto y a apelar a los tribunales de la capital) y los
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derechos privados (propiedad, comerc matrimonio). La ciudadanía romana era un
privilegio y estaba férreamente controlada: a los habitantes de Italia no se les
reconoció este derecho hasta el siglo I a.C.; y en las provincias se concedía con
cuentagotas como recompensa individual o colectiva a servicios prestados.
5. 3. Historia externa: de la urbe al orbe
Durante la época republicana, el dominio de Roma se extiende progresivamente
desde las orillas del Tíber hasta abarcar el conjunto de los países ribereños del
Mediterráneo (Mare Nostrum). Fue un proceso largo y complejo, dirigido por el
Senado y ejecutado por sus legiones y magistrados.
• Siglo y y primera mitad del siglo IV a.C.
Se lleva a cabo la conquista del centro de Italia en una lucha a veces escalonada, a
veces simultánea con frecuentes cambios de alianzas, contra los pueblos de la zona:
los propios latinos, los etruscos, los ecuos de la zona montañosa del interior, los
volscos que vivían al sur del Lacio. Además Roma tuvo que enfrentarse en la primera
mitad del siglo IV a.C. a los ataques de los galos del norte de Italia, que llegaron
conquistar la ciudad en dos ocasiones (especialmente trágica la del año 390 a.C.).
• Segunda mitad del siglo
siglo IV y primera mitad del siglo III a.C.
Los romanos conquistan el sur de Italia. Primero consiguieron doblegar a los
samnitas, después de tres encarnizadas guerras, y finalmente impusieron su dominio
sobre las florecientes colonias griegas (victoria sobre Tarento y su aliado el rey griego
Pirro).
• Segunda mitad del siglo III a.C.
Se producen los enfrentamientos con los cartagineses (Guerras Púnicas):
Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). Acabó con la expulsión de los cartagineses de
la isla de Sicilia, que pasó a ser la primera Provincia del Imperio Romano.
Segunda Guerra Púnica (219-202 a.C.). Roma declaró la guerra por el ataque de los
cartagineses a Sagunto, ciudad aliada de los romanos. Aníbal invadió Italia, a través
de los Alpes, derrotando a los ejércitos romanos en varias memorables batallas
6. Imperio
El Imperio duró también cinco siglos (es llamativa la simetría en la cronología
romana) y, como ya se ha indicado, se divide tradicionalmente en dos períodos:
Alto Imperio, hasta finales del siglo III, y Bajo Imperio, hasta el año 476. Hay
grandes diferencias entre uno y otro periodo, tanto en lo que se refiere a la historia
interna (régimen político y organización social) como a la historia externa (situación
del Imperio y relaciones con los pueblos que lo rodeaban).
6. 1. Historia interna: regímenes políticos
• El Alto Imperio: Principado
Con Octavio Augusto se inicia un sistema político conocido por «principado», porque
el emperador ostentaba el título oficial de princeps. En teoría, el régimen
republicano seguía vigente, pero, en la práctica, el princeps dominaba sobre todas las
instituciones del Estado (magistraturas, Senado, asambleas). En esencia era una
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vuelta al poder monárquico (palabra griega que significa «en manos de uno solo»).
Augusto consiguió este poder absoluto gracias al apoyo del ejército con que derrotó a
Marco Antonio en el año 31 a.C. en la batalla de Actium. A partir de entonces fue
acumulando honores (princeps Senatus, augustus, pater patriae...) y los poderes
básicos (potestad tribunicia e imperio proconsular vitalicios, «control de las
costumbres», pontificado máximo, poder legislativo...).
Los sucesores de Augusto en el cargo recibían todos estos honores y poderes una vez
eran aceptados por el ejército, verdadero árbitro de la situación, en una ceremonia
protocolaria del Senado. Como la sucesión no estaba reglamentada ni el poder era
legalmente hereditario, el ejército, sobre todo las cohortes pretorianas acantonadas
en Roma, elegía al futuro emperador unas veces entre los miembros de la familia
imperial, otras veces entre los generales más prestigiosos o más «generosos».
Las antiguas instituciones republicanas quedaron totalmente desvirtuadas. Las
magistraturas se convirtieron en una especie de «títulos nobiliarios». Las asambleas
desaparecieron. El Senado retuvo algo de su antiguo poder y pasó a ser el órgano
legislativo, siempre bajo la autoridad del emperador.
En este periodo se crearon nuevos cargos públicos, como los prefectos (encargados de
la administración de la capital del Imperio), los procuradores (funcionarios al
servicio directo del emperador, en Roma y en- las provincias) y los jefes de la
cancillería (encargados de los distintos «ministerios»: justicia, administración de las
provincias, reclamaciones, asuntos exteriores, etc.). Los funcionarios más
importantes constituían el Consilium Principis, verdadero gobierno del Imperio.
6.2.El
6.2.El Bajo Imperio: Diocleciano
Para poner orden en el caos político, social, económico y militar en que había caído
el Imperio desde mediados del siglo III, Diocleciano procedió a una reestructuración
radical del sistema imperial: le dio un carácter abiertamente monárquico, absolutista,
al estilo oriental; el emperador era considerado como un dios, dueño y señor
(dominus) del Imperio y de la vida y hacienda de sus súbditos.
Diocleciano dividió el Imperio en dos: él se encargó de la parte oriental (capital,
Nicomedia) y nombró a Maximiano para la occidental (capital, Milán), los dos con el
título de Augusto. Cada uno de ellos nombró un viceemperador con el título de
César, destinado a sucederle. Este sistema de cuatro gobernantes se denomina
tetrarquía.
La tetrarquía no sobrevivió a su creador. Los dos Augustos abdicaron en el año 304 y
enseguida estallaron los conflictos, hasta que Constantino volvió a unificar el
Imperio (con capital en Constantinopla). Pero fiel a la nueva concepción dinástica
del poder. en su testamento lo repartió entre sus hijos.
Las unificaciones y particiones se repitieron a lo largo del siglo IV hasta que el
emperador Teodosio dividió el Imperio entre sus hijos y así quedó definitivamente.
6.3.
6.3. Historia interna:
interna: las clases sociales
Durante la época del Imperio, la «clasificación» social se organiza sobre la base de la
distinción de dos niveles claros: el de los humiliores (los pobres, es decir, la inmensa
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mayoría) y el de los honestiores (la minoría adinerada). Este último nivel estaba
dividido a su vez en dos estamentos: el senatorial y el de los caballeros.
La distinción entre ciudadanos y no ciudadanos va perdiendo importancia: los
derechos de ciudadanía se conceden cada vez con más facilidad y amplitud hasta que
acaban por extenderse a todos los habitantes del Imperio en tiempos del emperador
Caracalla (año 212).
El número de esclavos había seguido creciendo (había ricos propietarios que los
contaban por miles). Pero también muchos de ellos eran liberados (manumitidos),
con lo que pasaban a constituir un nuevo estamento social cada vez más numeroso e
importante: el de los libertos.
Los libertos no tenían reconocida la ciudadanía (sí sus hijos) y mantenían el nomen
de su antiguo dueño. Muchos llegaron a destacar en el mundo de los negocios o a
ocupar puestos de gran responsabilidad en la nueva administración imperial.
6.5.
6.5. Historia externa: del apogeo a la crisis
• Siglo Ia.C.
Augusto incorporó al Imperio el riquísimo reino de Egipto y culminó la conquista de
Hispania tras vencer a los cántabros y astures (19 a.C.). Dividió la Península en tres
provincias: Bética, Lusitania y Tarraconense.
• Siglo I
Se fija el limes (frontera) del Imperio en los ríos Danubio-Rhin y se amplía con los
territorios de Mauritania, al sur, e Inglaterra, al norte.
• Siglo II
Se amplía el Imperio por Oriente (Arabia. Armenia, Mesopotamia) y en Europa el
emperador Trajano conquista la Dacia (actual Rumania). Su sucesor. Adriano,
español como él, fija y fortifica las fronteras del Imperio, que alcanza en esta época
su momento de máxima expansión y esplendor.
• Siglo III
La presión de los distintos pueblos bárbaros sobre las zonas fronterizas del Imperio se
hace cada vez más difícil de contrarrestar, tanto en Oriente (los partos) como en
Europa (los germanos). Empiezan a producirse incursiones hasta el interior (Italia,
Hispania). Godos, alanos, francos y otros pueblos bárbaros van tomando posiciones
ya dentro de las fronteras.
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• Siglo IV
Todos estos pueblos van ocupando zonas cada vez más extensas. Por el este de
Europa irrumpen los visigodos, empujados a su vez por los hunos; en Oriente son los
persas. Los emperadores romanos a duras penas mantienen el control sobre el
Imperio, gracias a un ejército formado en su mayoría por tropas bárbaras y mandado
por generales bárbaros.
• Siglo V
A comienzos de siglo hay una entrada masiva de pueblos por la frontera norte
(suevos, vándalos, burgundios...), que se suman a los ya instalados. Comienzan a
disputarse entre ellos la ocupación de las distintas zonas del Imperio. De hecho sus
reyes y generales dominan ya a los propios emperadores, que cada vez lo son más
sólo de nombre. La propia Roma es saqueada varias veces, hasta que en el 476 un jefe
bárbaro, Odoacro, destituye al último emperador romano, llamado Rómulo, como el
fundador.
Fuentes:
García Gual et al., Latín, ed. Santillana
PIganiol, A., Historia de Roma, ed. Eudeba
Roldán Hervás, Historia de Roma , ed. Univ. de Salamanca
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